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RINCÓN DEL LÍDER La diferencia entre ordinario y extraordinario es ese pequeño “extra”.

Una familia que se mudó a un nuevo departamento se encontró con que una pléyade de vendedores que les ofrecían desde servicio de lavandería hasta seguros de vida. Cierto día, un lechero tocó a la puerta para venderle sus productos. La mujer respondió:

– No, ni mi marido ni yo consumimos leche.

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– Puedo traerle un litro todos los días para cocinar – insistió el hombre.

– Eso es más de lo que necesito – replicó ella, e intentó cerrar la puerta.

– Bien, señor, ¿y qué me dice de un poco de crema? Ahora viene la época de las frutillas y….

– No – respondió ella en forma terminante –. No consumimos crema.

El lechero se retiró con lentitud y la mujer se sintió satisfecha de su resistencia ante el vendedor. Sin embargo, a la mañana siguiente, respondió al llamado a la puerta para encontrarse con el mismo lechero con una compotera con frutillas en una mano y un poco de crema batida en la otra.

– Señora – comenzó diciendo mientras echaba la crema sobre las frutillas y le alcanzaba el recipiente –, me quedé pensando… Si nunca le ha puesta crema a las frutillas, se ha perdido uno de los grandes placeres de la vida.

No hace falta decir que a partir de aquel momento comenzó a entregar sus productos todos los días en esa casa.

Cuando hallamos resistencia, un líder hará uso de su creatividad y amabilidad para superar los obstáculos. No acepte un “no” por respuesta; limítese a abordar el tema desde un ángulo diferente. Dios es un Dios creativo. Él puede darle esa parte extra que le hace falta cada día.

“En una carrera varios son los que corren, pero solo uno obtiene el premio. Corran para ganar.”

I Corintios 9:24

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