Wittgenstein y la articulación lingüísitca de lo público

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II. más allá de la palabra

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objetos. A saber: seres humanos, formas, colores, dolores, estados de ánimo, números, etcétera. Como se dijo, nombrar es algo similar a fijar un rótulo en una cosa. Se puede llamar a eso una preparación para el uso de una palabra. ¿Pero para qué es una preparación?” Según esta concepción, la “esencia” del lenguaje es simple: consiste en nombrar. Este planteamiento es llevado al absurdo en los parágrafos 3745, donde se afirma que no debemos confundir el significado con el portador del signo. Así, por ejemplo, puede morir o destruirse el objeto; en cambio el significado no desaparece con él.22 El significado de un signo se explica a veces señalando a su portador, pero esto no supone una identidad entre el significado y el objeto designado, sino que la mostración ostensiva sirve en ocasiones para aclarar el significado, para enseñarle a un niño, etcétera. Determinamos si alguien ha entendido una explicación ostensiva, si usa el término correctamente; de hecho, aprendemos el uso del término por entrenamiento, al ser introducidos en unas formas de vida.23 De este modo, en el caso de usar este tipo de explicación en el momento mismo de uso de un término —por ejemplo, cuando se le explica a un extranjero la palabra “guacamole”, señalando un recipiente con dicho alimento—, estamos situándonos en un juego de lenguaje determinado, 24 es decir, la definición ostensiva requiere una ubicación en el conjunto de prácticas lingüísticas. Presupone que esté preparado su lugar La filosofía moderna como filosofía de la conciencia supone que entre la forma o figura de lo representado —lel de la definición ostensivaLa filosofía moderna como filosofía de la conciencia supone que entre la forma o figura de lo representado— en el juego del lenguaje, esto es, en el espacio formado por el lenguaje y las acciones que con él se entretejen.25 Lo anterior implica un cierto manejo del lenguaje —entender el gesto de señalar algo, por ejemplo—. De manera que esta forma de definir carece, por sí misma y con independencia del resto de las prácticas lingüísticas, de carácter normativo, en la medida en que no expone las reglas de uso. El significado de una palabra, entonces, no le es conferido por una ceremonia de etiquetado, por un bautismo del objeto que nos permita identificarlo con 25 22

23 24

Ésta sería una observación gramatical, y no empírica, como se verá. Infra, apartado “Contra el fundamento”. Cfr. Inv. Fil., I, 30-31. Ibidem, I, 32-33. Inv. Fil., I, 7.


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