Cujo

Page 256

Andy no consideraba probable este razonamiento, pero era posible. Hubiera enviado a un hombre a casa de Camber en cualquier caso -era el procedimiento de rutina-, pero le gustaba comprender por qué hacía cada una de las cosas que hacía. Pensaba que, a todos los efectos prácticos, podía descartar el garaje de Camber de la estructura de lógica y orden que estaba construyendo. Suponía que ella podía haber subido hasta allí, descubriendo que los Camber no estaban, y que entonces el vehículo se le podía haber averiado, pero Town Road n.° 3 de Castle Rock no era en modo alguno la Antártida. Hubiera bastado que ella y el niño se hubieran dirigido a la casa más próxima y hubieran pedido permiso para utilizar el teléfono, pero no lo habían hecho. -Señor Townsend -dijo en tono amable-. Usted y el sheriff Bannerman tendrían que ir a echar un vistazo al garaje de Joe Camber. Comprueben tres cosas: que no hay ningún Pinto azul, matrícula 218-864, que Donna y Theodore Trenton no están allí y que los Camber tampoco están. ¿Entendido? -Muy bien -dijo Townsend-. ¿Quiere que...? -Sólo quiero estas tres cosas -dijo Andy suavemente. No le gustaba la forma en que Bannerman le estaba mirando, con una especie de aburrido desprecio. Le molestaba-. Si alguna de estas personas está allí, llámenme aquí. Y, si yo no estoy aquí, dejaré un número. ¿Entendido? Sonó el teléfono. Lo tomó Bannerman, escuchó y se lo pasó a Andy Masen. -Para usted, superdotado. Los ojos de ambos se cruzaron sobre el teléfono. Masen pensó que Bannerman iba a bajar los suyos, pero no lo hizo. Al cabo de un momento, Andy tomó el teléfono. La llamada procedía del cuartel de la Policía del Estado en Scarborough. Steve Kemp había sido localizado. Su furgoneta había sido vista en el patio de un pequeño motel de la localidad de Massachusetts de Twickenham. La mujer y el niño no estaban con él. Tras ser abordado por la autoridad, Kemp había facilitado su nombre y desde entonces se había amparado en su derecho a guardar silencio. A Andy Masen le pareció una noticia extremadamente siniestra. -Townsend, venga usted conmigo -dijo-. Usted ir por su cuenta a casa de Camber, ¿no es cierto, sheriff Bannerman? -Es mi ciudad -contestó Bannerman. Andy Masen encendió un cigarrillo y miró a Bannerman a través del movedizo humo. -¿Tiene usted algún problema conmigo, sheriff? -Nada que no pueda resolver -contestó Bannerman, sonriendo


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.