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El actor José María de Tavira creció en los teatros. Su madre, la actriz Rosa María Bianchi; y su padre, el director de escena, Luis de Tavira, fueron sus primeros maestros –asegura–, y de ellos aprendió la ética del trabajo, la entrega y la pasión. Por su talento y afabilidad, goza de una situación boyante de trabajo. Platicamos con él a propósito de su más reciente protagónico en la película ‘Todo lo invisible’, un drama dirigido por Mariana Chenillo en el que De Tavira comparte elenco con Ari Brickman y Bárbara Mori. Asimismo, actualmente forma parte también del reparto estelar de la telenovela de Televisa ‘Fuego ardiente’.

¿Cómo fue tu experiencia al filmar ‘Todo lo invisible’?

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“La hicimos en la primavera de 2019, se están aproximando los dos años exactamente de que la filmamos (…) Muy bien, muy contento, es una película que Ari y Mariana vienen construyendo ya hace muchos años. Es un proyecto que han desarrollado con mucho cariño a lo largo de bastante tiempo y mi participación es como la del último invitado en la fiesta, fui el último elemento que entró a la jugada y tuve el gozo de poderme involucrar en su proyecto y hacer mi mejor esfuerzo. Estoy muy agradecido de que me hayan invitado a la fiesta”.

Además de cine, también estás haciendo telenovelas, ¿qué tipo de proyectos disfrutas más?

“Un poco de todo, uno cambia en la vida, un día te gusta el desayuno y en la noche te gusta la cena, ¿no? Pero lo que más me llena normalmente es un proyecto de teatro que esté haciendo con el corazón o una película (…) Uno a veces quiere hacer una serie de televisión o una película, luego nada, etcétera”.

A más de 20 años de trayectoria, ¿qué crees que le ha dado la actuación a tu vida?

“Todo. Es algo con lo que prácticamente nací; entonces, no es como que me pueda imaginar la vida de otro modo. Incluso, no podría pensar ‘Bueno, ahora me voy a dedicar a hacer otra cosa’, no podría dejar de ser actor o de estar involucrado de alguna manera en el teatro o en el cine. No entendería la vida fuera de este oficio”.

¿Te gusta compartir con las nuevas generaciones tu experiencia y conocimiento como actor?

“(…) No he tenido muchas oportunidades de dar talleres o hacer esas cosas, pero sí me gusta. Más allá de decir que me gustan los chismes históricos, lo que sí me gusta es saberme todas la anécdotas de los actores, directores y autores más viejos que yo, y que pertenecen a nuestro gremio; me gusta contárselo a los jóvenes para mantener esa historia viva en los relatos. De vez en cuando, al trabajar con actores más chavos que yo, me gusta darles pequeños tips técnicos que les pueden ayudar a ser un poquito más relajados, porque el set normalmente es un lugar muy estresante, sobre todo si estás joven”.

En tus inicios, ¿quiénes consideras que fueron tus primeros maestros?

“Nací viendo actores, el ejemplo lo tuve desde chico, y fue más de verlos que de convivir con ellos (…) Pero sin lugar a dudas, obviamente mis referentes, ejemplos máximos y mis maestros –aunque nunca fueron mis maestros directos– fueron mis padres, sobre todo por la ética de trabajo, más allá de gustos, posturas o estilos, sencillamente por la ética del trabajo, la entrega y la pasión”.

“La actuación es algo con lo que prácticamente nací; entonces, no es como que me pueda imaginar la vida de otro modo”.

“Sin lugar a dudas, obviamente mis referentes, ejemplos máximos y mis maestros (…) fueron mis padres, sobre todo por la ética de trabajo”.

Y más allá de las fronteras, ¿tuviste alguna otra referencia actoral?

“Sí, supongo, actores que uno ve en películas. Pero más bien, de niño tuve la fortuna de trabajar con Anthony Hopkins en una producción muy grande de Hollywood, lo vi desenvolverse con la mayor humildad, inteligencia, gracia, sencillez, gentileza y cortesía en su trabajo, él fue como mi ejemplo. Siempre he querido ser así de cortés en el trabajo, no de buen actor, porque es imposible ser tan buen actor como él, pero sí puedo ser igual de profesional, cortés y gentil con mis compañeros de trabajo, eso sí”.

Hablabas de lo tanto que te gusta hacer teatro, ¿crees que con la pandemia vaya a cambiar la manera en cómo se hace teatro?

“No. El teatro es un arte que tiene alrededor de tres mil años de existir y ha pasado no una sino, no sé, doscientas veces por plagas mucho peores que ésta que estamos viviendo. Quizás el teatro se cierre un año más o se hagan experimentos, pero eventualmente en tres o en cinco años o hasta en diez o quince, se va a normalizar. El teatro va a regresar como siempre ha regresado. Si viajas por la antigua Grecia, por Turquía o por todo el Mediterráneo, te vas a encontrar vestigios de teatros que hoy en día están abandonados, pero en las ciudades están otros vivitos y coleando, así que no, no creo. Va regresar, el teatro es mucho más grande (…) No se acaba”.

¿Cómo te visualizas en los próximos años?, ¿haciendo qué tipo de personajes?

“Quién sabe, porque esta vida va cambiando y a veces tus necesidades son distintas. Serán los personajes que me ofrezcan, los que yo pueda conseguir, los que me pueda ganar y/o pueda escoger. Lo que yo me pueda imaginar se quedará corto de la realidad. Siempre me gustará tener retos, pero siempre me gustará tener trabajo y siempre dependeré de los demás para hacerlo, porque tampoco soy mucho del talante de algunos de mis otros compañeros a quienes admiro muchísimo porque se generan sus propios proyectos cuando no encuentran el que les gusta. Yo, la verdad, tanto afán productivo nunca he tenido y no sé si vaya a tenerlo próximamente, así que será el destino más bien”.

En lo personal, ¿tienes alguna cualidad o afición que quisieras compartirnos?

“Soy horticultor y me encanta el concepto de la autosuficiencia. Estoy en la búsqueda de convertirme en un productor de comida relativamente bueno en el futuro, dedico casi todo mi tiempo y mi interés de unos años para acá a cuidar mis plantas y a producir verduras”.

¿Cómo surgió ese interés?

“Poquito a poco, orgánicamente. Una vez, un amigo me invitó a plantar unas plantas de jitomate y me enamoré de los jitomates y de las plantas. Llevo varios años cultivando jitomates, pero a partir de tener una experiencia más profunda, teniendo una casa en el campo, me he dado a la reforestación y a entrarle más al rollo de la autosuficiencia, porque me pesa mucho la cantidad de basura que producimos y la cantidad de gasolina que quemamos, me produce un poco de ansiedad. Pero bueno, en eso andamos; es bonito, te ayuda con la ansiedad. Las plantitas es un contacto en el tiempo”.

‘MODA Y VIDA EN FAMILIA, UN SINFÍN DE HISTORIAS.

Redacción MAXWELL (con información de FENDI)

Fotografía: Cortesía de la marca Si pensamos en los momentos en que hemos amado la vida, eventualmente las añoranzas de lo vivido en familia se harán presentes. De eso va ‘Reflections’, el eje central de las colecciones masculina y femenina de la casa italiana de alta moda FENDI, para la temporada primavera-verano. Un mosaico de recuerdos diseñados por Silvia Venturini Fendi. Sombras y reflejos se proyectan en las prendas.

La intimidad se abstrae a través de señales de la vida doméstica. La pureza del lino es vital. Un romance con el algodón, las plumas, pieles y edredones, que evoca imágenes de ropa de cama y vajillas bordadas. Tonos naturales de trigo, leche y miel en medio de reflejos de azul cielo y rojo cardenal. Blancos y negros imprescindibles. Las ventanas, metafóricas y físicas, son un leitmotiv impreso en las prendas, a juego con transparencias y texturas en todas partes.

‘Reflections’ es artífice y testigo de cómo las estructuras formales se suavizan. Las espaldas y las mangas se desabotonan. La comodidad del hogar se extrapola a abrigos bordados y túnicas acampanadas. ‘Reflections’ son prendas que cuentan historias y que se apegan al rigor de la artesanía italiana y la emoción de la manufactura de FENDI.

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