MAXILLARIS número de marzo 2017

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CC Laura_Maquetación 1 23/02/17 12:39 Página 120

M AXILLARIS

Ciencia y práctica

Esto da lugar a los denominados dientes permanentes jóvenes con ápice inmaduro. Se trata de una situación que requiere un manejo endodóntico alternativo, dado que las piezas presentan proporciones alteradas, como la esperada entre la corona y la raíz que se verá reducida. También existirán unas paredes del conducto radicular más frágiles y estrechas, así como ligeramente divergentes hacia apical15. Son dientes carentes de constricción apical y presentan menor retención ósea y mayor tendencia a la fractura10. El ápice, al no estar formado, se denomina “ápice abierto” o “ápice en trabuco”15. Desde un punto de vista endodóntico, el hecho de presentar unas dimensiones apicales anormalmente grandes plantea la dificultad de retener cualquier material de obturación a este nivel; por lo tanto, se recurre a técnicas comprendidas en lo que se conoce como técnicas de apicoformación. Éstas son las que se llevan a cabo sobre dientes no vitales en las circunstancias ya expuestas y persiguen la inducción de un stop apical para evitar la extrusión del material de obturación, pudiendo ser éste tanto natural como artificial. De forma tradicional, estas técnicas se han conocido como apicoformación con hidróxido de calcio o la colocación de una barrera apical con MTA (agregado de trióxido mineral)14. A grandes rasgos, con la primera técnica –popularizada por Frank en 196619– se procede, tras la eliminación del tejido necrótico del conducto, a su relleno con hidróxido de calcio, basando el tratamiento en que el bajo pH del hidróxido dejaría el medio libre de bacterias, permitiendo a las células con potencial odontogénico actuar formando un puente dentinario y contribuyendo a la curación de las lesiones periapicales

Fig. 1. Distintos tipos y vistas de dientes permanentes con ápices inmaduros.

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existentes. Una vez conseguido el puente dentinario que cerraría el ápice y la curación de las lesiones si las hubiere, se procede a la obturación del conducto con los materiales odontológicos apropiados, como por ejemplo la gutapercha. Este tratamiento presenta el inconveniente de que las revisiones se efectúan cada tres meses aproximadamente, algo que implica la necesidad de que el paciente se muestre colaborador. No sólo son los largos periodos de seguimiento14 hasta que se consigue una barrera apical estable el único inconveniente, ya que la apicoformación mediante hidróxido de calcio, aunque sea un tratamiento fiable, predecible y económico, puede dar lugar a un incremento de la fragilidad de la dentina remanente sobre estos dientes, que de por sí ya son más propensos a la fractura. También se considera en algunos de los artículos revisados que la barrera formada, en ocasiones, tiende a ser más porosa de lo normal o discontinua22. En cuanto al tratamiento mediante una barrera apical de MTA, ésta se colocaría en la región apical del conducto tras su cuidadosa limpieza y sin que exista supuración. Una vez posicionado el material, se deja fraguar con presencia de humedad hasta la segunda cita, que se indica entre siete y diez días después15. En esta segunda cita se comprobaría la barrera, se obturaría el conducto y se haría una restauración definitiva que asegurase el sellado en la zona coronal. Por lo tanto, lo que destaca de este tratamiento es su rapidez, también que es un método fiable y no produce la fragilidad15 de la dentina previamente mencionada, al mismo tiempo que provoca un riesgo de fractura cervical mucho menor y consigue un stop apical fiable.


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