Casas de Campo Chilenas

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ajestuosas palmas chilenas de más de 100 años de edad guían el camino, que cruza fértiles campos, hacia el fundo Palmas de Peñaflor. A lo lejos se divisan las casas emplazadas en una elevada explanada que mira hacia el norte los llanos del río Claro. Entre el río Claro y el Lontué se situaban, a principios del siglo XVII, las tierras del vizcaíno Cristóbal Pérez de Olave, que sirvió en el Ejército de Chile como sargento y como alférez en 1628. En el partido de Maule contrajo matrimonio con María de Gormaz y Muñoz. Sus descendientes Francisco y Jerónimo de Olave perpetuaron su apellido en la zona. Luisa –hija de Jerónimo– formó la estancia de Lontué, que tenía más de 4.000 cuadras, casas, un molino, viñas, arboledas y ganados que heredaron sus hijos y nietos. Juan–hijo de Francisco–, a fines del siglo XVII poseía 1.000 cuadras a orillas del Lontué y 500 cuadras en el río Claro, junto a otras propiedades. Tuvo numerosos hijos con su primera mujer, María Josefa de Bustamante. En 1833 son censadas y tasadas estas tierras por el gobierno central de Chile; la estancia era nominada “tierra de los Olave” y la poseían los descendientes de Bernardo de Olave y Bustamante, apellidados además de Olave, Aliaga, Gutiérrez, González y Dávila. Algunos años más tarde, hacia 1837, Francisco Javier Bascuñán Fariñas adquirió de los herederos de Bernardo Olave y de otros propietarios, pequeños predios y derechos hereditarios, hasta conformar una hacienda de 900 cuadras que él denominó Peñaflor. Don Francisco Javier era hijo de Rafael Bascuñán Sotomayor y de Juana Antonia Fariña. Participó como oficial en las campañas de la Patria Vieja, peleó en Maipú, y en Mocopulli, donde fue gravemente herido y ascendido a mayor. Se radicó en Talca donde casó con Petronila Vargas Vergara, teniendo una dilatada sucesión que heredó gran parte de sus bienes. La hacienda Peñaflor estaba dedicada enteramente a la producción de trigo y complementaba la gran hacienda el Cerrillo Verde –propiedad de su suegra Antonia Vergara–, que Bascuñán tenía en arriendo y que le fue adjudicada en septiembre de 1841. A la muerte de Francisco Javier Bascuñán en 1858, Peñaflor recayó en sus hijos. Problemas financieros afectaron a los hermanos Bascuñán Vargas y la hacienda Peñaflor salió a remate público en septiembre de 1864, y la adquirió Urcisinio Opazo Silva. Varias generaciones Opazo han destacado en el campo político y están fuertemente ligadas a Peñaflor, a sus casas y producción agrícola. Fundó la familia en Chile en los albores de la conquista Domingo Lorenzo de Opazo, originario de Bayona en Galicia. Fue uno de los 30 arcabuceros que permanecieron en la guarnición del fuerte de Nuestra Señora de la Trinidad en defensa de la devastada Valdivia. Fue corregidor del partido de Maule en 1608, y allí casó con Leonor Montero de Amaya.

Su descendiente Urcisinio Opazo Silva nació en Talca en 1831, hijo de José Miguel Opazo Artigas –quien formó parte del primer cabildo de Talca– y de Rosario Silva Cienfuegos. Tuvo una interesante trayectoria política en su ciudad natal: intendente de Talca entre 1872 y 1874; senador por Talca 1876-1882 y fundador y presidente del Banco de Talca, desde 1890 hasta 1898. Casó con Margarita Letelier Silva. Urcisinio dedicó el campo a la ganadería y a las siembras de trigo. Construyó las tradicionales casas de adobe en forma de U, que hasta hoy día se mantienen en manos de sus descendientes y se las denomina Peñaflor Viejo. En 1911 muere Urcisinio Opazo, adjudicándose sus hijos la propiedad, que entonces tenía como límites al norte y poniente con las tierras de Francisco Astaburuaga; al oriente, el camino público en medio con la estancia de Río Claro y al sur, con el estero Los Robles. En 1914 es dueño de Peñaflor su hijo Pedro Opaso Letelier, destacado hombre público. Nació en Talca y estudió medicina en la Universidad de Chile. Representando al Partido Liberal Unido fue ministro de Estado en 1920, diputado y senador en varios períodos por Talca, Linares y Maule, entre 1924 y 1949. Era presidente del Senado cuando tuvo lugar el movimiento revolucionario de 1931, debió asumir la Vicepresidencia de la República el 26 julio, declinando el cargo al día siguiente en el ministro del interior Juan Esteban Montero: 24 horas duró su mandato. En su juventud vivió Pedro Opaso en las casas de Peñaflor y a comienzos de 1900 decidió construir las casas llamadas Peñaflor Nuevo en una altura de la ribera sur del río Claro, desde donde se divisa el verde cauce del río. Construyó la casa en secreto, pues quiso darle una sorpresa a su señora Sara Cousiño Talavera. Su emplazamiento es único, descender desde la casa al río entre las palmas chilenas y árboles nativos, entre ellos un magnífico arrayán de corteza roja, es de una belleza inimaginable. Rodea las casas un parque de hermoso diseño y esmeradamente cuidado, que encargó al paisajista Guillermo Renner. Las casas conforman un variado conjunto que comprende la capilla, la casa patronal y las instalaciones de las actuales caballerizas y cocheras. El núcleo básico o fundacional de las casas tiene forma de U, cuya fachada es típicamente chilena, de corredores. Hay una fachada interior a un atrayente patio con galerías, que constituyen el mundo más íntimo, habitacional. Desde el oriente al poniente se extiende una extensa ala que alberga las bodegas y faenas productivas. Don Pedro le dio un gran impulso a los cultivos, plantó viñas y marcó los deslindes de los potreros con palmas chilenas, y la zona adquirió así características muy propias de nuestro campo. Al morir Pedro Opaso Letelier, sus hijos Opaso Cousiño se dividieron los fundos. Pedro

Página izquierda: Corredor exterior de acceso a la casa. Páginas anteriores: Fachada de la casa de Palmas de Peñaflor, construida para don Pedro Opaso Letelier hacia 1900 y restaurada en 1991 por Alfredo Moreno Charme.

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