M-arte y cultura visual 5

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teoría

doméstico, que se concretan en la experiencia de una vida sobrecargada, un desigual grado de requerimientos profesionales respecto a los hombres, unos estereotipos que tienden a disociar la correspondencia entre mujer y poder o la falta de modelos femeninos en los que poder reflejarse5. Gracias a las luchas feministas, se ha llegado a tomar una mayor conciencia de la discriminación que sufren las mujeres en el espacio urbano. El punto de vista que aportan los estudios de género a este respecto, permite adivinar la naturaleza de la relación existente entre el entorno y las experiencias cotidianas de las mujeres6, así como discernir con mayor nitidez los mecanismos de actuación que rigen la construcción de las ciudades. Las características del entorno urbano, conformadas a consecuencia de masivos afincamientos sucedidos en el pasado, han supuesto para las mujeres un enorme esfuerzo orientado a encontrar un lugar en el que poder adaptarse y reconocerse. Las permanentes elevaciones en altura de las construcciones urbanas son testigo de su exclusión del mundo público (recordemos la división entre lo público y lo privado, y su correspondiente identificación sexual con respecto del uso de ambas áreas), siendo asimismo un vivo reflejo del poder patriarcal y, por lo tanto, ajenas a un imaginario específicamente femenino. Leslie Kanes Weisman, profesora de Arquitectura del New Jersey Institute of Technology, afirma que el hombre ha construido el entorno urbano a su medida, confirmando que el rascacielos, símbolo urbano por excelencia de las grandes ciudades, pertenece a un imaginario puramente androcéntrico relacionado con la fuerza, el dominio y lo que permanece erguido, predominado en él las relaciones basadas en la competencia por el logro de prestigio público7.

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