Año/Cero

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LA ÚLTIMA PALABRA

JEFF FOSTER

TIERRA SAGRADA TRAS ESTUDIAR ASTROFÍSICA EN LA UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE, JEFF FOSTER SE SUMIÓ EN UNA PROFUNDA DEPRESIÓN, QUE INTENTÓ SUPERAR MEDIANTE UNA PLANEADA BÚSQUEDA ESPIRITUAL. NO HALLÓ LO QUE LE «HABÍAN PROMETIDO» PERO, A CAMBIO, DESCUBRIÓ LO EXTRAORDINARIO EN LO ORDINARIO. ENAMÓRATE DEL LUGAR EN QUE ESTÁS (SIRIO, 2015) ES UNA INVITACIÓN A VER LAS CRISIS COMO OPORTUNIDADES DE SANAR. El día de hoy no es un peldaño insignificante en el que apoyar el pie hacia una gloriosa representación futura en el escenario. Este momento no consiste en la vida esperando por acontecer, en metas que esperan ser logradas, en palabras que esperan ser dichas, en conexiones que esperan ser hechas, en lamentos que esperan evaporarse, en la vitalidad esperando ser sentida, en la iluminación esperando ser lograda. No. No hay nada esperando. Esto es todo. Este momento es la vida. No es «cercano a la vida» o «casi la vida». No es una vida conceptual aprendida por medio de la repetición, sino pura vida viviéndose a sí misma, estallando en plenitud, radicalmente presente, saliendo a chorros de cada grieta y rincón, irrumpiendo tanto en el movimiento como en el reposo. ¡Se trata de la VIDA y es tuya para que la saborees AHORA! La vida no es el tráiler de una película, ni una previsualización de la misma, ni una atracción que está por llegar. Aquello que anhelas ya ha llegado, y se anuncia a sí mismo en cada sensación y como cada sensación, cada pensamiento, cada imagen, cada momento de dolor, aburrimiento o dicha. Está ahí incluso en el anhelo de ello mismo; es así de íntimo. 98

“Quien sea o lo que sea que forme parte de tu vida en este momento, aún no se te ha arrebatado”

En este mismo momento pisas tierra sagrada. Estás en tu cuna, tu lugar de descanso, tu útero, tu tumba. El espectáculo ya ha empezado y el foco lo ilumina todo. No existe «un día» en el que estarás realmente vivo. El día de hoy es el único que realmente vivirás, si es que vas a vivir un día más. Existen dos miedos principales: el miedo a perder lo que tienes y el miedo a no conseguir lo que quieres. Hay una solución: enamorarte del lugar en que estás. Con el tiempo nos damos cuenta de que nuestros compañeros, empleos, religiones, posesiones, trofeos, saldos bancarios, los certificados lustrosos que cuelgan de nuestras paredes e incluso nuestros cuerpos perfectos no nos harán felices. Lo perderás todo. Tu dinero, tu poder, tu fama, tu éxito; tal vez incluso tus recuerdos. Tu aspecto empeorará. Tus seres queridos morirán. Tu cuerpo se deshará. Todo lo que parece permanente es en realidad impermanente y será destruido. Despertar significa afrontar esta realidad con los ojos abiertos. Pero ahora, en este preciso momento, estás en tierra sagrada, puesto que aquello que se perderá, aún no se ha perdido. Darse cuenta de esta verdad tan simple es la clave para sentir un gozo inefable. Quien sea o lo que sea que forme parte de tu vida en este momento, aún no se te ha arrebatado. Todo ello está presente. La ley universal de la impermanencia te ha entregado todo aquello y a todos aquellos que te rodean. Esto es profundamente sagrado y significativo, y digno de toda la gratitud del corazón. La pérdida ha transfigurado tu vida en un altar.


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