Año/Cero

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FRONTERAS ENIGMAS ESPIRITUALIDAD DE Y ANOMALÍAS LA CIENCIA

más débil del chamán en su viaje), servían para espantar a los malos espíritus con su tintineo, y a la vez atraer a los buenos; y el tambor de piel de ciervo y la «baqueta» con que se golpea, hecha de espinas de pescado (animal sagrado), eran el «telégrafo» para comunicarse con los espíritus. Los toques y ritmos nos indicaban en qué momento del viaje se encontraba la chamana.

La chamana Duzhi Ragchá con su familia antes del ritual (arriba) y durante el mismo (bajo estas líneas).

P

asaban algunos minutos de las diez de la noche en el Lago Hövsgol, muy cerca de la frontera entre la Siberia rusa y Mongolia. Duzhi Ragchá, chamana siberiana perteneciente a la etnia tsatan, en un primer momento se había negado a que participásemos en el ritual, y más aún a que lo fotografiásemos y grabásemos. Pero dos días después conseguimos convencerla. La proverbial hospitalidad de los nómadas, como los tsatan, jugó a favor de estos humildes viajeros llegados desde una lejana tierra llamada

España. Aquella noche la mujer chamán me miró de reojo desde el centro del tipi, mientras su esposo, Enkhe, y su hermano y asistente, Nasanhuyan, la ayudaban a colocarse el vestido ritual, después de haber saludado respetuosamente al altar. Según me explicaron, era su «armadura» para internarse en el mundo de los espíritus. Las plumas y flecos que rodeaban el sombrero y el vestido de la mujer chamán, simbolizaban las alas del águila con las que volaría a los mundos invisibles; las campanillas y los huesecillos que adornaban su espalda (considerado el punto

FUERZAS INVISIBLES Antes de entregárselo a la «mujer sabia», uno de sus asistentes lo hizo sonar tres veces. No pude evitar, en este instante, recordar a Oguedó, el brujo nyau que había conocido en la sabana africana de Malawi tiempo atrás. Sé que no existe ningún vínculo cultural, social ni religioso entre el chamanismo siberiano y la brujería africana, pero resulta extraordinario observar elementos rituales tan parecidos. Quizás son los instrumentos necesarios para viajar al mundo de los espíritus o, por el contrario, símbolos arquetípicos que se repiten en distintos entornos culturales, pero tan reales como los estados de conciencia alterada en los que caen todos los chamanes. Sin embargo, a diferencia del brujo africano, la chamana siberiana, como todas las «mujeres de poder» que he conocido, tenía una mezcla de fuerza y sensibilidad «mágica» que no he visto en los varones. Sentados en el suelo asistimos al inicio de la ceremonia, rodeados de varias docenas de pacientes, algunos de los cuales habían llegado desde Tsontsengel, a 170 km de distancia, para consultar con la mujer de poder sus problemas o inquietudes. Teniendo en cuenta las dificultades del terreno y la ausencia de carreteras en aquella remota región, el interés de los consultantes por recibir las atenciones de la chamana era más que evidente. Durante la siguiente hora y media, Duzhi Ragchá tocó el tambor y danzó, esquivando con una agilidad pasmosa a las más de treinta personas presentes en un tipi de apenas cuatro metros de diámetro. Y lo hizo con los ojos cerrados, sin tropezarse con ninguno de los asistentes. Pero a las 23:26, según mis notas, cayó al suelo aparentemente desvanecida. Sólo en ese momento dejó de tocar el tambor… 35


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