TESTIMONIOS PARA LOS MINISTROS

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que los habitantes del más hermoso país del mundo estaban entregados incorregiblemente al pecado. Fuego y azufre del cielo consumieron todo lo que habla, excepto a Lot, su esposa y dos hijas. "La esposa, al mirar hacia atrás, desoyendo la orden de Dios, se volvió una estatua de sal. ¡Cómo tuvo Dios paciencia con la nación de los judíos mientras murmuraban con rebeldía, quebrantando el sábado y todos los demás preceptos de la ley! El Señor declaró repetidamente que eran peor que paganos. Cada generación excedió a la precedente en culpa. El Señor permitió que fueran llevados en cautiverio, pero después de su liberación sus requerimientos fueron olvidados. Todo lo que él confiaba a ese pueblo para que lo guardase como sagrado fue pervertido o dislocado por las intenciones de los hombres rebeldes. Cristo les dijo en sus días: "¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros hace la ley?" Y éstos son los hombres que se erigieron como jueces y censores de aquellos a quienes el Espíritu Santo estaba 73 guiando para declarar la Palabra de Dios al pueblo. (Véase Juan 7: 1923, 27, 28; Luc. 11: 37-52.) HA DE QUITARSE TODO IMPEDIMENTO AL ESPÍRITU SANTO* Leedle estos pasajes de la Biblia al pueblo. Leed cuidadosa, solemnemente, y el Espíritu Santo estará a vuestro lado para impresionar las mentes mientras leáis para ellas. Pero no dejéis de leer teniendo el verdadero sentido de las palabras en vuestro propio corazón. Si Dios alguna vez ha hablado por mi intermedio, estos pasajes significan mucho para los que los escuchen. Los hombres finitos deben cuidarse de tratar de controlar a sus semejantes, ocupando el lugar asignado al Espíritu Santo. No sientan los hombres que es su prerrogativa dar al mundo lo que ellos piensan que es la verdad, e impedir que se les dé algo contrario a sus ideas. Esta no es obra suya. Muchas cosas aparecerán distintamente como verdad, sin embargo no serán aceptables para aquellos que creen que su propia interpretación de las Escrituras siempre es correcta. Habrá que realizar los más decididos cambios con respecto a ciertas ideas que algunos han aceptado como perfectas. Estos hombres dan evidencia de falibilidad en muchísimas maneras; trabajan a base de principios que la Palabra de Dios condena. Lo que me convence hasta lo más profundo de mi ser, y me hace saber que sus obras no son las obras de Dios, es que ellos suponen que tienen autoridad para gobernar a sus semejantes. El Señor no les ha dado más derecho a gobernar a otros que el derecho que ha dado a otros para gobernarlos a ellos. Los que pretenden detentar el gobierno de sus semejantes, toman en sus manos finitas una obra que recae solamente sobre Dios. El que los hombres conserven vivo el espíritu que gobernó el alboroto de Minneápolis es una ofensa 74 para Dios. Todo el cielo está indignado del espíritu que durante años se ha manifestado en nuestra institución publicadora de Battle Creek. Se practica un tipo de injusticia que Dios no tolerará. El intervendrá a causa de estas cosas. Se ha oído una voz señalando los errores y, rogando, en el nombre del Señor, que se estudiara un cambio decidido. ¿Pero quién ha escuchado la instrucción dada? ¿Quién ha humillado su corazón para quitar todo vestigio de ese espíritu malvado y opresor? He tenido la gran preocupación de presentar estos asuntos como son ante el pueblo. Yo sé que los verán. Sé que los que lean este asunto serán convencidos. Un Mensaje Fiel Hobart, Tasmania, 1º de mayo de 1895. MUCHOS HAN DEJADO ATRÁS SU FE ADVENTISTA Porque la iniquidad abunda, el amor de muchos se resfriará. Hay muchos que han dejado atrás su fe adventista. Están viviendo para el mundo y mientras expresan el deseo de su corazón, "mi Señor se tarda en venir", están castigando a sus consiervos. Hacen esto por la misma razón por la cual Caín mató a Abel. Abel estaba decidido a adorar a Dios de acuerdo con las instrucciones que Dios le había dado. Esto desagradó a Caín. El pensó que sus propios planes eran mejores, y que el Señor se avendría a su procedimiento. Caín en su ofrenda no reconoció su dependencia de Cristo. Pensó que su padre 75 Adán había sido tratado duramente al ser expulsado del Edén. La idea de conservar ese pecado siempre ante la mente, y ofrecer la sangre del cordero inmolado como una confesión de la dependencia de un poder ajeno a sí mismo, era una tortura para el soberbio espíritu de Caín. Siendo él mayor, creyó que Abel debía seguir su ejemplo. Cuando la ofrenda de Abel fue aceptada por Dios, y el fuego santo consumió el sacrificio, el enojo de Caín fue excesivamente grande. El Señor condescendió en explicarle este asunto; pero él no quiso reconciliarse con Dios, y aborreció a Abel porque Dios le manifestó su favor. Se enojó tanto que mató a su hermano. El Señor tiene una controversia con todos los hombres que por su incredulidad y sus dudas han estado diciendo que él demora su venida, y han estado hiriendo a sus consiervos, comiendo y bebiendo con los borrachos (trabajando en base al mismo principio que ellos); están ebrios, pero no con vino; tambalean, pero no a causa de bebida fuerte.


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