OBREROS EVANGÉLICOS

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los transformarían en ministros según el orden de Cristo. Desean hacer la obra que otros están haciendo, pero no sienten inclinación alguna por la disciplina necesaria para prepararse. Este anhelo de parte de hombres y mujeres en cuanto a hacer algo que excede en mucho su capacidad actual, les ocasiona fracasos decisivos desde el principio. Se niegan indignados a subir por la escalera, deseosos de ser elevados por un procedimiento menos trabajoso. -"Testimonies for the Church," tomo 4, págs. 411-417. Me asombra que, teniendo delante los ejemplos de lo que el hombre puede ser y hacer, no nos sintamos estimulados a hacer mayores esfuerzos para emular las buenas obras de los justos. No todos pueden, ocupar posiciones eminentes; mas todos pueden ocupar puestos de utilidad y confianza, y, por su perseverante fidelidad, hacer mucho mayor bien de lo que se imaginan. -Id., pág. 399. El valor de los hombres y mujeres no se ha de estimar por la clase de labor que ejecutan. Lo fija Aquel que pagó el precio de cada alma. Con caridad, 300 sencillez e integridad, todos los que se hayan compenetrado de Cristo en su interior, la esperanza de gloria, han de ser colaboradores de Dios. Son labranza de Dios, el edificio de Dios. El corazón en que mora el amor de Cristo manifestará constantemente mayor refinamiento; porque la fuente de la vida es el amor hacia Dios y hacia el hombre. Cristo es el cristianismo. Tal es la gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz y buena voluntad hacia los hombres. Tal es la ejecución del propósito de Dios. El verdadero crecimiento cristiano tiende hacia arriba, hacia la plena estatura de hombres y mujeres en Cristo. La verdadera cultura, el verdadero refinamiento de pensamiento y modales, se obtiene mejor aprendiendo lecciones en la escuela de Cristo que por el esfuerzo más laborioso y esmerado de observar formas y reglas fijas, cuando el corazón no está bajo la disciplina del Espíritu de Dios. El seguidor de Jesús mejorará constantemente sus modales, hábitos, espíritu y trabajo. Esto lo logra fijando los ojos, no en los meros progresos externos y superficiales, sino en Jesús. Se verifica una transformación en la mente, en el espíritu, en el carácter. El cristiano es educado en la escuela de Cristo para anhelar las gracias de su Espíritu con toda mansedumbre y humildad. Se está preparando para asociarse con los ángeles celestiales. 301 EL ESPÍRITU SANTO "Cuando viniere aquel Espíritu de verdad," "redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio." * La predicación de la Palabra no sirve de nada sin la presencia y ayuda del Espíritu Santo; porque este Espíritu es el único enseñador eficaz de la verdad divina. Únicamente cuando la verdad llegue al corazón acompañada por el Espíritu, vivificará la conciencia o transformará la vida. Puede un predicador ser capaz de presentar la letra de la Palabra de Dios; puede estar familiarizado con todos sus mandamientos y promesas; pero su siembra de la semilla evangélica no tendrá éxito a menos que esta semilla sea vivificada por el rocío celestial. Sin la cooperación del Espíritu de Dios, ninguna cantidad de educación, ninguna ventaja, por grandes que sean, pueden hacer de uno un conducto de luz. Antes de que se escribiera un libro del Nuevo Testamento, antes de que se predicase un sermón evangélico después de la ascensión de Cristo, descendió el Espíritu Santo sobre los discípulos mientras oraban. Después, el testimonio de sus enemigos fue: "Habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina."* Los Promesas de Dios Sujetas a Condiciones Cristo prometió el don del Espíritu Santo a su iglesia, y la promesa nos pertenece tanto a nosotros como a los primeros discípulos. Pero como toda otra promesa, se da con ciertas condiciones. Son muchos los que profesan creer y atenerse a las promesas del 302 Señor; hablan de Cristo y del Espíritu Santo; mas no reciben beneficio, porque no entregan sus almas a la dirección de los agentes divinos. No podemos nosotros emplear el Espíritu Santo; el Espíritu es quien nos ha de emplear a nosotros. Por medio del Espíritu, Dios obra en su pueblo "así el querer como el hacer, por su buena voluntad."* Pero muchos no quieren someterse a ser guiados. Quieren dirigirse a sí mismos. Esta es la razón por la cual no reciben el don celestial. Unicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que esperan su dirección y gracia, se da el Espíritu. Esta bendición prometida, pedida con fe, trae consigo todas las demás bendiciones. Se da según las riquezas de la gracia de Cristo, quien está listo para abastecer a toda alma según su capacidad de recepción. El impartimiento del Espíritu es el impartimiento de la vida de Cristo. Unicamente aquellos que son así enseñados por Dios, únicamente aquellos en cuyo interior obra el Espíritu, y en cuya vida se manifiesta la vida de Cristo, pueden ocupar la posición de verdaderos representantes del Salvador. El Espíritu Santo como Educador Dios toma a los hombres como son, y los educa para su servicio, si ellos quieren entregarse a él. El Espíritu de Dios,


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