Peter pan

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1. Se refiere a las casas o residencias para estudiantes en que se dividen algunos colegios privados o universidades en Gran Bretaña. Cada alumno está adscrito a una casa y debe mantener alto el prestigio de la misma. La idea más inquietante de todas era si no sería de mala educación pensar sobre la buena educación. Se le revolvían las entrañas con este problema. Era una garra que llevaba dentro más afilada que la de hierro y mientras lo desgarraba, el sudor resbalaba por su rostro cetrino y le manchaba el jubón. A menudo se pasaba la manga por la cara, pero no había forma de detener el goteo. Ah, no envidiéis a Garfio. Le sobrevino un presentimiento sobre su pronto final. Era como si el terrible juramento de Peter hubiera abordado el barco. Garfio sintió el lúgubre deseo de pronunciar su último discurso, no fuera a ser que pronto ya no hubiera tiempo para ello. -Habría sido mejor para Garfio -exclamó- haber tenido menos ambición. Sólo en sus momentos más negros se refería a sí mismo en tercera persona. -Los niños no me quieren. Es curioso que pensara en esto, que antes jamás lo había preocupado: quizás la máquina de coser le diera la idea. Estuvo largo rato mascullando para sus adentros, contemplando a Smee, que cosía plácidamente, convencido de que todos los niños tenían miedo de él. ¡Que tenían miedo de él! ¡Miedo de Smee! No había un solo niño a bordo del bergantín esa noche que no le tuviera cariño ya. Les había dicho cosas espantosas y los había golpeado con la palma de la mano, porque no podía golpearlos con el puño, pero ellos simplemente se habían encariñado aún más con él. Michael se había probado sus gafas. ¡Decirle al pobre Smee que lo encontraban simpático! Garfio ardía en deseos de decírselo, pero le parecía demasiado brutal. En cambio, dio vueltas en la cabeza a este misterio: ¿por qué encuentran simpático a Smee? Rastreó el problema como el sabueso que era. Si Smee era simpático, ¿qué era lo que le hacía ser así? De pronto surgió una horrible respuesta: «¿Buena educación?». ¿Es que el contramaestre era bien educado sin saberlo, lo cual constituye la mejor educación? Recordó que uno tiene que recordar que no sabe que se es así antes de poder optar a ser elegido como miembro del Pop 1. 1. Pop: club social (fundado en 1811) en Eton, famoso y elitista colegio privado de Inglaterra, del que se deduce que fue alumno el capitán Garfio. Con un grito de rabia alzó su mano de hierro sobre la cabeza de Smee, pero no descargó el golpe. Lo que le retuvo fue esta reflexión: «¿Qué sería matar a un hombre porque es bien educado? ¡Mala educación!». El infeliz Garfio se sentía tan impotente como sudoroso y cayó de bruces como una flor tronchada. Al pensar sus perros que iba a estar fuera de circulación por un rato, la disciplina se relajó al instante y se pusieron a bailar como locos, cosa que lo reanimó al momento, sin un solo rastro de humana debilidad, como si le hubieran echado un cubo de agua encima. -Silencio, patanes -gritó-, u os paso por debajo de la quilla. El jaleo se apagó de inmediato. -¿Están todos los niños encadenados para que no puedan huir volando? -Sí, señor. -Pues subidlos a cubierta. Sacaron a rastras de la bodega a los desdichados prisioneros, a todos menos a Wendy, y los colocaron en fila delante de él. Por un rato pareció no advertir su presencia. Se acomodó sin prisas, tarareando, sin desafinar, por cierto, pasajes de una canción grosera y jugueteando con una baraja. De cuando en cuando la brasa de su cigarro daba un toque de color a su cara. -Bueno, muchachotes -dijo enérgicamente-, esta noche seis de vosotros seréis pasados por la plancha, pero tengo sitio para dos grumetes. ¿Quién de vosotros quiere serlo? -No lo irritéis sin necesidad -les había recomendado Wendy en la bodega, de forma que Lelo dio un paso adelante cortésmente. Lelo aborrecía la idea de servir a las órdenes de semejante hombre, pero un instinto le dijo que sería prudente atribuir la responsabilidad a una persona ausente y, aunque era algo tonto, sabía que sólo las madres están siempre dispuestas a hacer de parachoques. Todos los niños saben que las madres son así y las desprecian por eso, pero se aprovechan de ello constantemente. Así que Lelo explicó con prudencia: -Verá usted, señor, es que no creo que a mi madre le gustara que yo fuera pirata. ¿Le gustaría a tu madre que fueras pirata, Presuntuoso? Le guiñó un ojo a Presuntuoso, quien dijo apesadumbrado: -No creo -como si deseara que las cosas no fueran así-. Gemelo, ¿a tu madre le gustaría que fueras pirata?

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