del 28 de julio al 3 de agosto de 2011 | ARTE | frente | 31
La reconstrucción de los hechos
Fotos: cortesía del Museo de Arte Carrillo Gil
De gran labor técnica y conceptual, las obras del artista mexicano Marcos Ramírez ERRE expuestas en el Museo Carrillo Gil, nos invitan a reflexionar sobre un panorama sociopolíticamente complejo.
E
Marcos Ramírez ERRE. Stripes and Fence Forever, 2000
s posible que su nombre no les traiga ninguna imagen a la mente, si acaso leerlo producirá un estruendo en la imaginación al ver ese apellido-pseudónimo escrito en mayúsculas. Lo que tal vez sí tengan presente sobre este artista, es la imagen de un enorme caballo de Troya que se parapetó en el corazón de la ciudad fronteriza de Tijuana hace algunos años ya. Un enorme y bicéfalo caballo de Troya que se convirtió en una de las imágenes más icónicas del festival de arte fronterizo InSite durante el año 2007. La documentación y las maquetas que dieron forma a esta memorable obra forman, entre muchas otras, parte de la retrospectiva La reconstrucción de los hechos, primera revisión a la carrera de este artista nacido en la ciudad de Tijuana en 1967, que se realiza actualmente en el Museo de Arte Carrillo Gil. Interesado en los conflictos surgidos a partir de las fronteras y los desencuentros
Marcos Ramírez ERRE. Oro por espejos, 2000. Instalación
sociales y políticos provocados por los flujos migratorios sudamericanos, particularmente a Estados Unidos, la obra de Ramírez ERRE constantemente revisita en complejas instalaciones temas como la moralidad de la guerra, la pena de muerte, las ideologías nacidas en las narrativas patrióticas y otros conceptos relativos a nuestra conflictiva y compleja identidad mexicana. Abogado de profesión, carpintero, ebanista y herrero por convicción, y artista autodidacta, Ramírez ERRE ha logrado, durante veinticinco años de trayectoria, crear un espacio de diálogo transfronterizo con las obras, muchas inéditas en México que actualmente exhibe en el Carrillo Gil.
En una de ellas, una enorme cerca, mezcla de fierro y cemento, forma una barrera con la abstracta y decadente figura de la bandera de Estados Unidos, trayendo a la memoria la imagen y significado de aquel caballo que durante el 2007 nos recordó que la estratagema griega de introducir agentes del caos en un territorio enemigo, significa poco o nada para un México que es más que territorio combatiente en una guerra sin fin por recuperar a sus soldados. Deleitablemente actual, la obra de Ramírez ERRE encontrará adeptos en aquellos que busquen maestría técnica, además de claridad conceptual. — Marisol Rodríguez
glosario Arte precolombino Se conoce como arte precolombino a la producción artística realizada en el continente americano anterior a las colonias. Dichas manifestaciones representan el puente para entender la organización y cosmogonía de las civilizaciones que antes ocuparon estas tierras. Cada cultura desarrolló una serie de dioses, templos, pirámides, cerámica, murales, joyas, estelas, textiles, esculturas, pinturas, figurillas, literatura, música y poesía que simbolizan su concepción del mundo, la representación de sus dioses, la división de clases y su culto a la vida y a la muerte. A pesar de que millones de estos sitios y objetos fueron destruidos en la conquista por razones imperialistas, un gran legado sobrevive y es preservado en los rincones del nuevo mundo para el disfrute de sus nuevos pobladores. —MN
NOVEDADES DE LIBROS DE ARTE
La sexta hora Helena Fernández-Cavada “Tiempos muertos” les llamamos a esos espacios, cada vez más difíciles de encontrar en nuestros agitados días en los que la mente, simplemente, divaga. La idea del ocio como necesidad de la sique no es nueva, como apunta la artista española radicada en la ciudad de México, Helena Fernández-Cavada, al presentar su libro La sexta hora: “Los romanos dividían el tiempo diurno en doce horas y la sexta hora era la mitad del día, horas de máximo calor, cuando se guardaba reposo. La regla de San Benito incluía la norma de guardar reposo y silencio después de la sexta hora. Ahí pudo tener su origen la palabra sextear o guardar la sexta, que después se transformó en el popular sestear o guardar la siesta. Quizá en los últimos años me estaba perdiendo demasiadas siestas”. La búsqueda por homologar al humano y a la máquina, eliminando estos espacios de descanso y prolongando al extremo los periodos productivos con fármacos nootrópicos que inhiben el sueño y la necesidad de descansar, es el principal interés de Fernández-Cavada, quien en La sexta hora explora, durante sus propias sextas horas, las actividades a las que dedicamos los momentos de ocio y la importancia que le damos al sueño. Los dibujos y trazos monocromáticos en La sexta hora poseen un espíritu lúdico y onírico que parecen hacer análogo el inevitable desvanecimiento de la materia de los sueños, con una edición de 300 delicados ejemplares que también habrán de simbólicamente “desaparecer”. De venta en el FCE. —MR