El poblamiento romano en la Gallaecia oriental

Page 1

EL POBLAMIENTO ROMANO EN LA GALICIA ORIENTAL: PATRONES Y DIFERENCIAS DEL SUR LUCENSE Y EL NORTE OURENSANO. LA TIERRA DE LEMOS COMO PARADIGMA ROMAN SETTLEMENT IN EASTERN GALICIA: PATTERNS AND DIFFERENCES OF THE NORTH AND SOUTH OF OURENSE. TIERRA DE LEMOS AS A PARADIGM

Manuel Grande Rodríguez LABORATORIO DE ARQUEOLOXÍA DA UNIVERSIDADE DE VIGO; GRANDE@UVIGO.ES

Resumo: El poblamiento de la Gallaecia interior en época romana presenta unas singularidades con respecto a otras zonas del Noroeste antiguo que la determinan como una entidad bien definida. El norte ourensano y el sur lucense presentan una similitud en la articulación del territorio que debe ser explicado por la suma de las peculiaridades de las comunidades prerromanas y de los intereses concretos del estado romano en dicha zona. El paisaje común es un mundo rural de base agropecuaria en la que Roma aplicará un modelo distinto de integración y asimilación al no poder llevar a cabo el paradigma clásico de romanización basado en la ciudad y el modo de producción esclavista. Explicar por qué no fue posible aplicar dicho modelo, qué caracterizó a las medidas llevadas a cabo por Roma para integrar en sus redes administrativas y socio–políticas a esta zona y cómo afectó este proceso a la red de poblamiento y a la explotación del territorio, serán las cuestiones que vamos a intentar dilucidar. Los resultados del análisis arqueológico del paisaje en conjunto con las fuentes escritas serán nuestros argumentos. Palavras-chave: Arqueología del Paisaje, Territorio, Historia Antigua, Romanización. Abstract: The settlement of the Gallaecia interior in Roman times presents some unusual compared with other areas of the former Northwest that determine a well-defined entity. The north of Ourense and south of Lugo have a similarity in the articulation of the territory that must be explained by the amount of the peculiarities of communities pre-Romans and the specific interests of Roman rule in that area. The landscape is common in rural agricultural base in Rome that apply a different model of integration and assimilation by not being able to perform the classical model of Romanization based in the city and slavery. Explain why it was not possible to implement such a model, which characterized the actions carried out by Rome to integrate their networks in administrative and socio-political in this area and as this process affected the network of settlement and exploitation of the territory, will be the issues that we’re going to try to elucidate. The results of the analysis of the archaeological landscape together with the written sources will be our arguments. Keywords: Landscape Archaeology, Heritage, Ancient History, Romanization.

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009

Pág. 333


1. Introducción La romanización del Noroeste fue un proceso complejo y variado que afectó de diferente manera a las distintas zonas que lo conformaban. Esto se debió a que el modelo de integración y asimilación aplicado no fue el denominado “clásico”, basada en la implantación de la ciudad y el modo de producción esclavista. Sin embargo, la integración de las comunidades indígenas del Noroeste se realizó siguiendo distintos modelos, en base a dos factores: las propias peculiaridades de las comunidades locales; y los intereses de Roma, fundamentalmente económicos. La peculiaridad de proceso histórico apenas se transluce en las fuentes literarias que son demasiado parcas al relatar dicho proceso. Sin embargo la lectura del paisaje como registro arqueológico del mundo antiguo, si puede acercarnos a esa realidad pasada, y a los cambios producidos durante la interacción entre indígenas y conquistadores. Las fuentes clásicas no registran la diversidad existente dentro del Noroeste protohistórico, caso de la Gallaecia interior1. Sin embargo, la administración romana diferencia a los Callaicos en Lucenses y Bracarenses. Una división que traza dos unidades administrativas con una geografía bien definida: los primeros al norte de la línea imaginaria que trazarían el río Sil y el Lérez hasta el mar Cantábrico, y los segundos al sur de la misma hasta el Duero. Las comunidades y pueblos de la Gallaecia antigua no poseían una homogeneidad suficiente que respondiera a una división radical, ya que al igual que la propia denominación atribuida, los romanos inventaron una identidad colectiva y administrativa que per se no existía. Esto no quiere decir que no haya similitudes significativas entre estas comunidades, algunas de carácter étnicocultural bastante palpables. La investigación sobre el sur lucense y el norte ourensano viene a completar la visión del poblamiento y paisaje antiguo de la Gallaecia inteFigura 1. Localización de rior (Fig. 1) en época prerromana y ro- la Gallaecia interior (Sur mana. Intentaremos averiguar cuales Lucense y Norte Oureny la Tierra de Lemos fueron las claves a la hora de ocupar sano) (TDL) con respecto al el espacio, los patrones de pobla- Noroeste castreño

Pág. 334

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009


miento y la explotación del territorio, y las posibles diferencias con otras regiones de la Gallaecia antigua. Pese a pertenecer a conventus iurídice diferentes, tanto el sur lucense como el norte ourensano son regiones con muchas similitudes patentes en su común paisaje agrario antiguo de pequeñas comunidades rurales. La zona nuclear sobre la que se centra la investigación es la Tierra de Lemos (TDL en adelante), aunque se han extendido los estudios por su periferia occidental (Fig. 1) –tierras de Chantada y Carballedo en Lugo–, septentrional –Sarria– y meridional –Terras de Caldelas y Nogueira de Ramuín–. La TDL es una región guarda una patente homogeneidad geográfica y cultural, compartimentada por unas fronteras naturales bien delimitadas2, conformando una unidad específica desde antiguo, con un poblamiento similar en base a unos patrones análogos. La actual comarca de TDL parece forjarse sobre la pretérita civitas Lemavorum, unidad administrativa definida por el estado romano3. Este hecho nos permite analizar la dinámica del poblamiento, territorialidad y explotación del territorio no sólo en el cambio de la Cultura Castreña y el dominio romano, sino, sobretodo, dentro de la célula básica de la administración en el Noroeste: la civitas. Es obvio que no se puede reconstruir con total exactitud el territorio de dicha entidad administrativa, pero eso no evita que los resultados de la exploración de la TDL muestren hipótesis e inercias válidas y significativas, acerca de la naturaleza y grado de romanización del interior galaico. El resultado es una investigación diacrónica del poblamiento y explotación del territorio de la actual TDL desde el pasado protohistórico (Ier Milenio a.E.), del cual conocemos el nombre del pueblo que habitó esta zona, los Lemavi, hasta la Alta Edad Media (V–IX/X) certificando el desarrollo y las peculiaridades de dicho proceso, en donde el estado romano jugó un papel fundamental y catalizador de muchas transformaciones tanto en la estructura de poder como la articulación del poblamiento. 2. El poblamiento protohistórico en en interior galaico: el caso de la Tierra de Lemos El poblamiento del interior galaico en el I Milenio a.E. se desarrolla dentro de la denominada Cultura Castreña y está protagonizado en su última fase (Hierro II) por el pueblo de los Lemavi (Grande Rodríguez 2008) mencionados por

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009

Pág. 335


las fuentes clásicas (Plinio, Naturalis Historiae III, 18; y Ptolomeo, Gheografía, Tabla II capítulo 6, 25). Las comarcas de la Gallaecia interior que cuentan con estudios arqueológicos espaciales muestran semejanzas significativas entre sí, en cuanto al poblamiento prerromano de esta zona. La TDL puede ser un buen ejemplo de las características del mundo interior ya que coincide con otras zonas de las que tenemos datos –Terra Chá, Trasdeza, Lugo, Chantada, Sarria, Samos, Tierras de Caldelas…–. En la zona interior de la Gallaecia antigua, el tamaño y la ubicación topográfica de los castros, presentan notables diferencias con respecto a otras zonas del Noroeste. El modelo de poblamiento protohistórico en la TDL es diferente – a veces muy diferente– de otras regiones de la Gallaecia, que asimismo se suelen asumir como prototípicos de la Cultura Castreña (caso de la zona meridional y costera bracarense). El patrón de poblamiento que resume dichas características evidencia la naturaleza de la territorialidad y la organización social de esta zona. El gran número de castro de la TDL, (100 aprox.), y la falta de cronologías exactas de los mismos, hace muy difícil una lectura precisa de su dinámica de poblamiento. Pero la concreción de catálogos cada vez más sistemáticos y las prospecciones espaciales y superficiales tratadas con mejores herramientas – como los SIG–, hacen posible la confección de un patrón de poblamiento y de sus bases económicas, de carácter genérico pero representativo. La mayoría de los castros no supera la hectárea de extensión, y dentro de estos, casi dos tercios ni siquiera alcanzan la media hectárea (Grande Rodríguez 2007) en época pre- Figura 2. Mapa de ubicación rromana. Hecho de los castros de la TDL en análogo a otras re- relación a los usos del suelo. Nótese la mayor densidad giones del interior del sector occidental y cengalaico (Carballo tral fruto de la colonización agropecuaria Arceo 1986; Ferrer Sierra y González Fernández 1996). Algunos de los que presentan dimensiones más amplias –

Pág. 336

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009


más de 1´5 Ha.– cuentan con grandes y complejos sistemas defensivos o dificultades orográficas que limitan muy mucho la superficie habitable. La conclusión extraída de este examen, es la existencia de comunidades de reducido tamaño y escasa complejidad social. Su emplazamiento y distribución documentan una ocupación parecida a otras zonas de la Cultura Castreña, pero con notables singularidades. El poblamiento en general muestra una dinámica de ocupación progresiva de las mejores tierras de régimen agropecuario (Fig. 2) por lo que se manifiesta un descenso gradual desde la ubicación en las cumbres más destacadas (ca. 600– 700 metros de altitud) hacia las tierras más fértiles de la cuenca sedimentaria (ca. 350–500 metros de altitud). A diferencia de otras regiones, las grandes cuencas hidrográficas (Fig. 6) de los ríos que atraviesan esta comarca –el río Miño al oeste, y el Sil al sur– no muestran una ocupación sistemática de sus valles interiores. Ni siquiera la red secundaria de drenaje –Cabe, Saa, Lor…– presenta una gran densidad de poblados. La preferencia es localizar el hábitat en dos zonas bien determinadas: las zonas amesetadas del interior periféricas a la cuenca sedimentaria y que bordean el cañón del Sil y del sobretodo del Miño. Son zonas de penillanura de cierta altitud (450–550 metros), creciente hacia el norte de la comarca, y que ocupan un alto porcentaje de las tierras de la TDL. Este modelo se reproduce en las regiones vecinas del norte ourensano y del sur lucense, en donde los extensos altiplanos –que rodean al Miño y al Sil– también ostentan la mayoría del poblamiento castreño. La otra ubicación preferente es el entorno de pequeños ríos afluentes de la red primaria y secundaria –Miño, Sil, Cabe, Lor…–, y arroyos de escaso calado. Son estos pequeños valles más encajados donde se encuentran una serie de asentamientos de escasas dimensiones y funcionalidad agro-silvo-ganadera. La distribución del poblamiento –según la función de Poisson y la estadística del vecino más próximo de Clark\Evans (Hodder y Orton 1990: 45)– denota cierta aleatoriedad pero con una tendencia a la regularidad del patrón. La zona preferente de poblamiento de la TDL es la penillanura occidental que bordea el cañón del Miño, algo que también sucede en la zona de Sarria, al norte de la TDL, o de Chantada al oeste del Miño y Caldelas al sur del Sil. Una zona amesetada, de cierta altitud –sobre los 500/550 metros de altitud– que reúne

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009

Pág. 337


buenas condiciones de visibilidad, fertilidad y control del territorio inmediato. Así el sector occidental es el más poblado, aunque también destacan por la densidad del poblamiento la zona septentrional y central de la cuenca sedimentaria. Por el contrario, la penillanura meridional que antecede al cañón del Sil presenta una escasa densidad de hábitats, hecho todavía más acusado en el sector oriental, la cuenca del Lor y parte del Saa, en donde el número de castros desciende hasta casi desaparecer4. Dos son las razones aparentes a la hora de trazar el poblamiento protohistórico. Por un lado las razones topográficas donde a su vez hay una amplia panoplia de variables que se manejan al ubicar un castro: cumbres escarpadas y con amplio dominio territorial/visual (poblados ultraprotegidos); laderas medias de vocación agroganadera y deficiencias defensivas solventadas con trabajos de delimitación (aldeas fortificadas agropecuarias); y laderas bajas o pequeños oteros en llanura que explotan las tierras agrícolas más óptimas (aldeas agrarias). El poblado se nutre del territorio circundante en unos 2 km. o 45 minutos andando, aproximadamente. La otra razón fundamental para la ubicación espacial del poblamiento castreño es la tradición/inercia en el poblamiento rural de la zona. La penillanura occidental y la zona septentrional y central de la cuenca sedimentaria concentran gran número de túmulos y megalitos, que además de tumbas colectivas también funcionan como aprehensión del territorio e hito del paisaje (algo semejante al papel del castro). Ya decíamos al principio de este apartado, que el poblamiento castreño era más denso en la zona occidental de la TDL, justo en las mismas unidades morfológicas en donde dominan las estructuras megalíticas. La lectura diacrónica del paisaje protohistórico permite establecer una relación –indirecta– entre el poblamiento de las sociedades megalíticas precedentes y las castreñas, en donde estas siguen un camino similar en la ocupación del territorio. Evidentemente no hay una continuidad, ya que han cambiado las bases del poblamiento, pero si una coincidencia que demuestra que el sector occidental y centro-septentrional ha sido el más poblado desde época megalítica hasta el cambio de era, hecho que la dominación romana va a acrecentar. Esta dinámica de poblamiento se corresponde con un aprovechamiento agropecuario intenso del territorio, ya que se habitan las mejores tierras cultivables

Pág. 338

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009


y con una topografía propicia. El proceso de fortificación del hábitat que comienza en el Bronce Final se fragua sobre la aprehensión del territorio y la protección frente a otras comunidades vecinas por la tensión social generada por la definitiva sedentarización de las sociedades protohistóricas. Cuando se asienta el proceso de territorialización de las comunidades castreñas, el objetivo principal del hábitat cambia5. De poblados ultraprotegidos se pasa a poblados agroganaderos, que progresivamente se van especializando en conseguir mejores rendimientos agropecuarios hasta lograr un excedente del que apropiarse o con el que comerciar. Las conclusiones acerca de la estructura social que podemos extraer de este modelo de poblamiento son claras. El castro está formado por pequeñas comunidades campesinas autosuficientes y autárquicas, que explotan de manera multivariada –segmentaria– el paisaje que seleccionan para establecer su hábitat. Un paisaje rural en el que las mejores tierras son el objetivo, una vez que la protección va perdiendo importancia. El resultado es una sociedad compleja, en la que las distintas comunidades o miembros de cada poblado, se dedican a funciones diversas y complementarias según sus bases económicas, pero que no conforman una sociedad jerarquizada. 3. Poblamiento romano del sur Lucence y norte Ourensano. La Tierra de Lemos como paradigma Las diferencias socio-económicas y de articulación del poblamiento del interior galaico durante el Hierro II van a demarcar una integración en las estructuras del Imperio romano singular. Sin grandes asentamientos (tipo oppida) ni contactos tan intensos con el mundo meseteño y mediterráneo, como sucede en el espacio bracarense entre el Duero y el Miño y las Rías Baixas, el territorio oriental interior galaico se configura Figura 3. Pocomo una doble periferia que pre- b l a m i e n t o senta formas de explotación econó- abierto romano urbano y mica y organización social protourbano del Noroeste, plenamente rurales. y su relación La existencia de un poblamiento jerárquica. prerromano basado en pequeñas comunidades campesinas dedicadas a

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009

Pág. 339


la subsistencia, conlleva que las actuaciones de la administración romana para fomentar el control e integración de la población no puedan ser efectuadas a través de la ciudad clásica, ni de la organización social cívica. La ciudad no era viable en la Gallaecia interior oriental6 (Fig. 3) a causa del escaso potencial económico y demográfico para amparar la creación y sustentación de un proceso de urbanización, lo que implica la utilización de un modelo de “romanización” alternativo al acostumbrado. No obstante, pese a la falta física de urbs, podemos encontrar “centros de poder” local y regional (Fig. 3), en asentamientos con algunos rasgos de morfología urbana –o protourbana– que articulan –o no– el poblamiento (Pérez Losada 2002: 20), que funcionan a modo de ciudades, pero sin una organización social cívica. Considerar a estos núcleos protourbanos desarrollados como capital central de cada sus civitates, debe ser probado a través de un análisis espacial del poblamiento antiguo. Este modelo alternativo tuvo como referencia la civitas, entendida no como una urbs sino como una comunidad político–administrativa–fiscal reconocible y con un territorio determinado (Martins et Alii 2005: 281). El interior galaico organizado en civitas se define como un espacio rural no urbanizado producto de la situación jurídico–administrativa resultante de la conquista e integración en el Imperio, conformando un conjunto de pueblos y comunidades rurales que se convirtieron en estipendiarios7. La nueva estructura de poder impuesta por Roma a la Gallaecia interior tuvo una repercusión en el modelo de poblamiento y organización social que se va a desarrollar al paso de la romanización. En cuanto al primero, destaca la aparición de un poblamiento disperso abierto y jerárquico que no tiene relación con el poblamiento prerromano ya que funciona a escala regional y no sólo local –como lo hacía el castro–; y en cuanto a la organización social, la substitución de una sociedad no estratificada y segmentaria unida por lazos de parentesco, por una sociedad de clases liderada por una doble jerarquía, los conquistadores y la aristocracia local colaboracionista, que se impone a la inmensa mayoría campesina dependiente. No sabemos hasta que punto hubo resistencias indígenas locales en este proceso, pero desde la conquista se certifica la rápida creación de espacios políticos comunes, frente a la autarquía protohistórica de cada aldea/castro. Una de las singularidades del poblamiento romano galaico es la pervivencia

Pág. 340

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009


del castro como entidad física de hábitat. Decimos física porque el castro queda marginado a un simple continente de población pero vaciado del contenido organizativo del poblamiento y de la sociedad, como tenía antaño. No da forma y concreción a los lazos comunitarios de cada grupo de población. Ha perdido todo su protagonismo como forjador de las formaciones sociales prerromanas. El castro permanece dentro de los ejes de poblamiento, a veces como suplemento, en otras como algo más que un complemento, de los hábitats abiertos rurales romanos. Por los hallazgos y su disposición espacial, tres son las funcionalidades combinadas de los poblados fortificados en altura: centros agropecuarios, situados en tierras óptimas para la agricultura; centros mineros, sedes de explotación de los beneficios mineros o complementando a estos–; y bastiones defensivos/viarios, aquellos situados a pie de vía, en puntos estratégicos/de control que eligen oteros o espolones representativos. En relación a la jerarquía de la red de poblamiento nacida tras las acciones administrativas romanas, destaca el valor que pueden alcanzar algunos de estos castros. Dos son los tipos representativos: los castros que podríamos denominar “oppida” –con todas las reservas– ya que son los de mayor tamaño de la región, que “crecen” con la romanización, ya que muchos de ellos muestran un pasado prerromano, y se convierten en centros de poder local que pueden crear una red de poblados integrados a modo de lugar central. Es el caso del castro de Vilar de Ortelle, de Santalla de Licín o de S. Vicente do Pino. Y los castros que pueden ser categorizadas como pequeños centros productivas tipo aldea, cuya producción puede estar orientada a productos agrarios, ganaderos, manufacturas, mineros… En definitiva, los cambios operados en los castros de época romana son algo más que los aparentes cambios topográficos, constructivos y de ubicación en el paisaje producto de la conquista y la administración romana. La nueva territorialidad abandona la autosuficiencia de las pequeñas comunidades segmentarias y supone algo más traumático y revolucionario. Es el fin de la sociedad protohistórica y el relevo de la estructura económica y política tradicional del mundo castreño por una nueva articulación socio–política regida por los modos e intereses romanos. Si el hábitat tradicional del Noroeste sufrió cambios revolucionarios y significativos, mas impactante en la estructura del poblamiento y la articulación

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009

Pág. 341


del territorio fue la introducción de nuevos hábitats abiertos que desde el siglo I d.E. empiezan a ocupar la geografía del interior galaico en general, y de la TDL en particular. Este poblamiento rural romano abierto suele restringirse a las unidades de poblamiento individual de grandes dimensiones tipo villa. Pero en la TDL –y la Gallaecia interior por extensión– las villae no son el tipo de hábitat más representativo ni numeroso8, algo que las fuentes literarias también reflejan (Pérez Losada 1996: 194). La realidad del poblamiento rural galaicorromano es algo más compleja y diversa que una simple división entre castros y villae (idem: 189). El análisis de diversos arqueositios galaicorromanos en base a su topografía, a la dispersión de materiales en superficie, la capacidad productiva de las tierras, las estructuras visibles o exhumadas, calidad de los materiales muebles e inmuebles, su relación viaria, etc.… permite descubrir una variada tipología de asentamientos que junto a los castros que perviven en el paisaje antiguo, protagonizan el poblamiento y la articulación del territorio. Este nuevo poblamiento presenta un patrón totalmente diferente del mundo prerromano. Primero porque estos asentamientos rurales abiertos forman parte de un poblamiento disperso, no concentrado, de carácter familiar, aunque de distinta índole y tamaño (estructura familiar extensa, estructura unifamiliar o familia nuclear). A su vez, conforman una red de poblados dispersos entramados de una manera lineal fruto del desarrollo de la red caminera regional romana9. En último lugar, porque constan de una morfología –poblados abiertos unifamiliares de distinto desarrollo constructivo– y una topografía –penillanuras, explanadas, pequeñas llanuras a media ladera…– opuestas a las características de los hábitats fortificados en altura. Presentan una variada tipología que responde a la dinámica socio-económica y administrativa trazada en el interior galaico10. Por orden jerárquico (rango/tamaño), la cúspide de la pirámide de poblamiento serían los denominados Aglomerados Secundarios romanos, o en terminología latina vici (Pérez Losada, 2002: 21). A diferencia del convento Bracarense meridional, donde se desarrollan auténticos aglomerados urbanos supra–regionales como Aquae Flaviae, Tude o Tongobriga, en la región interior galaica, estos son centros de poder regional o local cuya morfología puede confundirse con una villae, pero que funciona como un enclave a medio camino entre la ciudad y la aldea. Son núcleos con

Pág. 342

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009


una reducida morfología urbana o protourbana, pero de menores dimensiones (3–5 Ha) que en la zona bracarense (8–10 Ha.). Cumplen funciones productivas –tanto agropecuarias como manufactureras–, comerciales –venta y consumo de mercancías– y administrativas –control y ordenación del territorio–, pudiendo actuar en algunos casos como caput civitas. Las principales vías regionales y locales pasan por sus inmediaciones –no más de 400 metros de distancia–. El yacimiento de S. Vicente de Castillós (Fig. 4), en la TDL (ayun- Figura 4. Yacimiento gatamiento de Pantón), se amolda a laicorromano este modelo, al igual que en las co- de Castillós: dispersión de marcas aledañas pueden ser O hallazgos y Burgo en Castro Caldelas o Trives posible área de en el norte ourensano, y posible- ocupación mente Vilar de Sarria en Sarria y Quinta da Ágrade en Chantada. Todos ellos son puntos representativos dentro de la ruralidad de las civitates galaicas orientales. El siguiente tipo de enclaves englobarían al modelo tipo villae, pero que en el mundo rural meridional lucense y septentrional ourensano no es equiparable al modelo del resto de Hispania o incluso de la zona bracarense. Son hábitats más pequeños y modestos pero que intentan imitar a aquellos. Se localizan en amplias penillanuras o explanadas que constituyen su fundus, rodeados de tierras de óptima capacidad agrícola y buena disponibilidad de recursos hídricos. Su pars urbana alcanza los 800–1000m2 pero la zona de dispersión de materiales arqueológicos puede llegar a la hectárea o incluso más, demostrando la clara romanidad de sus estructuras –mosaicos, hipocaustos, peristilos…–, su prestigio, monumentalidad y calidad. A su vez pueden establecer una relación jerárquica con hábitats de orden inferior de sus inmediaciones como casales, capanas o aldeas/castros de pequeñas dimensiones. Espacialmente, parecen tomar una cierta distancia de las vías principales, conectando con ellas por senderos de buena accesibilidad que cubren una escasa distancia –ca. 500 metros–. El caso de Proendos, en el ayuntamiento de Sober parece ser un caso sin-

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009

Pág. 343


tomático de este apartado, aunque por sus dimensiones, la dispersión de los restos y los últimos hallazgos en sus inmediaciones, tampoco sería descabellado que alcanzara en algún momento del Bajo Imperio la categoría de Aglomerado Secundario. El tercer escalafón lo ocuparían las denominadas villae de tamaño medio (sobre los 500m2 en la pars urbana). Los hallazgos aparecen dispersos alrededor de unos 800–400m2. La naturaleza de los restos encontrados denota un mayor indigenismo y un menor poder adquisitivo y su distancia con respecto a la red caminera es de 500 a 2000 metros. Posibles yacimientos que cumplen con esta tipología pueden ser Leira da Viña en Sober, A Ponte en Brollón o Veleigán y Vilariño de Fión en O Saviñao. Por último, el tipo de hábitat de menor entidad y jerarquía serían los denominados Casales11 –o capanna en terminología portuguesa, menos amoldable a nuestra región– (Pérez Losada 1996: 87), de escaso desarrollo arquitectónico, menor dispersión de sus vestigios (alrededor de 400–300 m2) y una ocupación semejante a dicha difusión. Este tipo de arqueositios son los más habituales en la TDL (entre 5–10 yacimientos pueden ser definidos de este modo12), demarcando el carácter rural y productivo de la estructura social y de poblamiento de esta región en época antigua. A nivel topográfico (Fig. 5), tanto Aglomerados Secundarios coma Villae de gran tamaño tienen un patrón de poblamiento común e identitario: zonas de penillanura, abiertas, de cierta altitud, conectados a las principales calzadas locales y regionales, con una óptima Figura 5. Mapa del poblamiento romano de la TDL en relación a la pendiente del terreno. Obsérvese los cambios entre el poblamiento castreño prerromano y romano, así como entre este y los núcleos rurales abiertos.

Pág. 344

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009


insolación y visibilidad, rodeados de amplios terrenos fértiles para la confección de grande explotaciones de cultivos de secano y de regadío, por su proximidad tanto a pequeños ríos y arroyos, como a emergencias acuíferas. Mientras villae de tamaño medio y casales, poseen unas características comunes que los diferencian de los precedentes: laderas terminales de menor altitud y bien resguardadas, con tierras que combinan el labradío y los pastos de menor valor productivo, situadas en el borde de la cuenca sedimentaria central de Monforte o hacia los valles del Miño o del Sil, con una buena orientación y próximos a arroyos de pequeño calado. Espacialmente, muchas son las conclusiones a las que podemos llegar. Las funciones de distribución y densidades de Poisson y del vecino más próximo de Clark–Evans (Hodder y Orton 1990: 55) definen como ordenado/regular la ubicación de estos arqueositios, en donde las variables para articular el poblamiento es la explotación integral del territorio comarcal según los recursos disponibles, y cuyo objetivo último es la tributación. El resultado de la dominación romana (Fig. 5) es un cambio en la ocupación del espacio debido a la intensificación de la producción agropecuaria en el sector occidental y meridional (sobre todo en las penillanuras periféricas a los valles del Sil y del Miño), la intensificación ganadera en el sector septentrional y oriental, y por supuesto, la explotación a gran escala de los recursos mineros de este último sector, en donde el poblamiento se densifica con respecto al mundo prerromano. La intensificación de la producción del policultivo agrario y de la ganadería tiene como objetivo ya no solo la simple subsistencia sino el pago del tributo impuesto y el acaparamiento de excedente por parte de la oligarquía dirigente y su comercialización a través de las redes distributivas del Imperio. La intensificación en la explotación de los recursos mineros, repercutiría de manera directa en el Estado. S. Vicente de Castillós es el asentamiento rural abierto romano más importante de la TDL. Además de sus prolijos vestigios, que caracterizan como Aglomerado Secundario, a nivel arqueológico territorial presenta una jerarquización y pseudocentralización de la estructura de poblamiento de la civitas. Decimos pseudocentralizado porque la articulación del poblamiento de la TDL revela al menos dos zonas dinámicas muy diferenciadas bajo el poder de Roma. El sector oriental –el ayuntamiento de Pobra de Brollón y una parte del

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009

Pág. 345


de Monforte– es una micro–región esencialmente minera y con un poblamiento galaicorromano basado en el castro, relacionado con los trabajos extractivos. Si recordamos datos del mundo prerromano, era una zona apenas poblada, o al menos con una menor densidad de castros en su interior. En esta zona no contamos con un poblamiento rural romano abierto –solo A Ponte en Brollón está próxima– y este espacio parece articularse a sí mismo con un único objetivo: la rentabilidad efectiva de la minería, permaneciendo al margen de los procesos de hábitat y de la ordenación del poblamiento del sector occidental. La dinámica de articulación que se establece en el valle del Lor por ejemplo, relaciona a los castros de fondo de valle y castros de ladera o cumbre, optimizando la explotación de las bases económicas de la cuenca fluvial, es decir, los recursos mineros como objetivo principal y el suplemento agroganadero para cubrir las necesidades de la población centrada en los trabajos mineros. El castro en esta zona es algo más que un complemento, es la base de la explotación del territorio y de la estructura de poblamiento. Eso sí, un castro que no tiene nada que ver con el prerromano. Es solo un continente en manos del poder y la organización romana, que ya no refleja la estructura social y política de sus habitantes. En cambio el sector occidental contiene a la práctica totalidad del poblamiento rural romano abierto13. No obstante el castro no desaparece en época romana en esta zona. El aumento de poblados de una u otra naturaleza, provoca una mayor intensidad de los trabajos agrícolas, como muestra la topografía de los nuevos y viejos asentamientos situados en las mejores y más fértiles tierras de cultivo. El resultado de esta bipolarización territorial de la TDL en dos zonas muy dinámicas (Fig. 5) queda patente en el paisaje, con un sector occidental de base agropecuaria con poblamiento intercalar (disperso y concentrado), y un sector oriental cuyo hábitat fundamental es el castro y su propósito la explotación minera. Cuando el interés de Roma en la minería decae, repercute en el poblamiento que también decae en intensidad, hecho que va a caracterizar el poblamiento altomedieval de la TDL. La combinación de un hábitat concentrado (tipo castro) y disperso (poblados abiertos rurales) crea una red de poblamiento intercalar (Fig. 5) que es la imagen de la nueva organización socio–política y de las nuevas formas de de-

Pág. 346

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009


pendencia social, fruto de los cambios estructurales tras la conquista. Por lado, poblados que concentran a la población en base a una organización suprafamiliar; y por otra parte, poblados dispersos ex novo, unifamiliares (excepto tal vez los vici), que albergan estructuras familiares simples o complejas, según su posición socio–económica, reflejada en el prestigio de sus hogares. El diseño de la red de poblamiento se efectúa de manera lineal, estableciendo una relación intensa entre los poblados del sector occidental gracias a una espesa red viaria de carácter regional y local, cuyo centro y paso obligado en muchos casos es S. Vicente de Castillós. Este posible Aglomerado Secundario muestra una posición excepcional con respecto al resto de núcleos dispersos y con los más importantes poblados castreños galaicorromanos del sector occidental. Tanto por su rango/tamaño, la importancia y prestigio de los hallazgos en sus inmediaciones, su situación estratégica y central aprovechando una elección topográfica óptima, así como por su posible ascendencia sobre el resto de enclaves, podemos concluir que Castillós debió ser el núcleo central jerárquico de la articulación del poblamiento rural galaicorromano de la TDL. Es decir, este enclave representa una factible caput civitas de la antigua TDL, la civitas lemavorum. Un centro con un desarrollo cronológico amplio en época romana (s. I–V d.E.) y con facultades administrativas (¿incluida la gestión fiscal?) y comercial, como muestran algunos de sus hallazgos (Pérez Losada 2002: 189). Si bien es cierto, el enclave de Proendos también ejemplifica una ascendencia y jerarquía sobre el territorio meridional de la TDL, pero puede que en una cronología más avanzada que Castillós, como muestra su ergología (s. III–V). En general, se documenta un aumento de la densidad de poblados (y de la población) que afecta al sector nuclear (occidental) del poblamiento de la TDL desde época prerromana (y megalítica), pero también, y en mayor medida en las zonas periféricas a aquel sector, es decir, la zona meridional, oriental y septentrional. El auge de la población parece ser un hecho consumado, que además se ve interconectado con una redistribución general de la población sobre el territorio de la TDL, y en la que la minería juega un papel esencial. El mundo rural de la Gallaecia oriental hubo de articularse desde sí mismo, con un modelo social y territorial autónomo, sin tener que asumir el modelo clásico de romanización basado en la ciudad y en la sociedad cívica.

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009

Pág. 347


4. La inercia tardorromana y altomedieval: indicios del doblamiento durante la antigüedad tardia en la Tierra de Lemos El poblamiento de la TDL en época tardorromana y altomedieval certifica en la mayoría de los casos una continuidad desde el pasado inmediato romano. Más del 50% de los asentamientos romanos tienen indicios de permanecer habitado en los siglos posteriores, aunque no siempre con las mismas estructuras muchas veces abandonadas u ocupadas por necrópolis altomedievales. Su cristianización también es evidente, tanto en la creación de iglesias y capillas de culto, como de cementerios parroquiales que se van fosilizando en el entorno de los antiguos asentamientos romanos y las parroquias rurales. El resultado es un poblamiento agregado al galaicorromano, como certifican las funciones de distribución y densidades de Poisson y Clark–Evans. Algún que otro castro también se mantiene en activo como hábitat, convertido en castronela o bastión defensivo (Castelo pequeño, p.ej.) dentro de un paisaje político mucho más inseguro y controvertido que en el mundo galaicorromano. La naturaleza de cada una de esas re–ocupaciones de estos poblados aún está por determinar. Se ha hecho hincapié en muchas investigaciones que tras el fin del dominio romano, la tradición indígena se hace patente en el poblamiento altomedieval por las presuntas concomitancias entre la topografía y la territorialidad castreña y de las parroquias altomedievales. La construcción de iglesias en el entorno/interior de los castros (Fig. 6) es entendida como muestra de la pervivencia del castro como hito de referencia del poblamiento. Pero los datos de la TDL nos acercan a otra Figura 6. Mapa de yacimienrealidad. La estructura tos castreños con estructuras cristianas en su interior o cerde poblamiento romana canía. se mantiene, aunque no permanece inmóvil sino que sufre cambios significativos. El primero que el sector oriental–minero pierde importancia dentro de la comarca al

Pág. 348

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009


abandonarse la explotación a gran escala de los recursos mineros. Solo los enclaves con una vocación agropecuaria o comercial en relación a la red viaria, perviven en el territorio pero con una escasa presencia. El sector occidental sigue siendo el más poblado de la TDL y los asentamientos romanos mantienen su función de hábitat como los demuestran los hallazgos cerámicos o las necrópolis de su entorno. Una continuidad que en algunos casos es directa, pero en otros indirecta, con un salto o prolongación del hábitat hasta el s. IX–X. Las parroquias altomedievales que cuentan con un poblado rural abierto galaicorromano enlazan directamente con estos, demostrando el hábitat encadenado entre una época y otra. Y muchos de los castros que tienen en sus inmediaciones una iglesia o capilla que pueda tener un origen altomedieval14 (caso de Licín en O Saviñao, o Sucastro en Bóveda) presentan una clara e importante ocupación romana (Fig. 6). Es evidente el papel destacado del castro en el paisaje rural gallego durante toda época histórica, pero sus caracteres territoriales/políticos hace tiempo que habían desaparecido. La territorialidad y la articulación del poblamiento romano siguen patentes de una manera inercial en la Alta Edad Media, sancionada y admitida por la nueva élite social, los dirigentes hispano–godos y la jerarquía eclesial. El poblamiento altomedieval se diseña desde el mundo galaicorromano, no desde el prerromano. Solo a partir del siglo VIII–IX parece documentarse una ruptura definitiva con el modelo de poblamiento establecido por los intereses de Roma, que sobrevivieron de manera rutinaria en la antigüedad tardía. Esta dinámica se basa en una estructura de poder que no ha mutado radicalmente, a diferencia del proceso sufrido con la conquista romana, ya que no se produjo una disolución de las formas sociales romanas sino una transformación o canalización lenta y progresiva que ya había comenzado durante el Bajo Imperio, cuando se empieza a documentar el aumento de los domini que asientan su poder en sus posesiones rurales, la dependencia del campesinado mediante el colonato y la ascendencia de las instituciones cristianas15 sobre la sociedad y el poblamiento. El proceso traumático del fin del Imperio de Occidente no estuvo relacionado en el interior galaico con una crisis de la ciudad clásica, que sustentaba parte de su progreso y desarrollo en el aprovechamiento del monopolio territorial–comercial del Mediterráneo.

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009

Pág. 349


5. Conclusiones El proceso de conformación del paisaje rural gallego es un proceso largo y lineal pero no rectilíneo. Es un camino dilatado y sinuoso con muchas transiciones y alguna que otra discontinuidad. Una de las rupturas más transcendentales –aunque con pervivencias– lo supuso en el interior galaico, la conquista y dominación romana. La desaparición de la organización socio–política y territorial prerromana substituida por los intereses y modelos romanos de integración y asimilación, supuso una transformación radical del poblamiento en particular, y del paisaje en general. La cantidad y magnitud de los cambios producidos en la zona interior de la Gallaecia antigua demuestran que si entendemos la romanización como cambio, el interior galaico fue una de las zonas donde se produjeron transformaciones de mayor calado. Sin embargo la trayectoria del poblamiento romano hasta la Alta Edad Media no puede ser definida como una ruptura traumática. Hay una continuidad difusa entre uno y otro período histórico, que no puede explicarse desde la territorialidad castreña sino desde el pasado más inmediato, galaicorromano. Un pasado en donde el mundo pre-feudal encuentra sus bases y fundamentos, sobretodo la nueva élite que está afianzando su poder político y territorial de manera definitiva. El fin del ciclo histórico de la romanización de Occidente no se cerró con el retorno a la situación protohistórica precedente, sino que fue la raíz del naciente régimen feudal. Bibliografía ALARCÂO, J. (1996): “Aglomerados urbanos secundarios romanos de Entre-Douro-Minho”. A cidade e o Mundo: Romanización e cambio social, ed. Concello de Xinzo de Limia: 167–179, Xinzo de Limia. CARBALLO ARCEO, L. X. (1986): Poboamento castrexo e romano da terra de Trasdeza, Ed. Xunta de Galicia. Santiago. FERRER SIERRA, S.; GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, E. (1996), “Sustrato poboacional prerromano de Lucus Augusti” en Lucus Augusti. 1. El amanecer de una ciudad, Edita Fundación Pedro Barrié de la Maza, p.329419. A Coruña. GRANDE RODRÍGUEZ, M. (2007): “Aproximación á romanización da Terra de Lemos”. Revista Minius nº XV, p. 117-135. Vigo. GRANDE RODRÍGUEZ, M. (2008): “Os lemavi a traversa das fontes literarias e epigráficas”. Revista Minius, nº XVI, p. 135-163. Vigo. HODDER, I. y ORTON, C. (1990): Análisis espacial en arqueología. Crítica, Barcelona. MARTINS, M.; LEMOS F.S.; PÉREZ LOSADA, F. (2005): “O poboamento romano dos Galaicos Bracarenses”, III Coloquio Internacional de Gijón. Unidad y diversidad en el Arco Atlántico en época ro-

Pág. 350

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009


mana. Ed. Fernández Ochoa, C. y García Díaz, P.: p. 279–296. Gijón PÉREZ LOSADA, F. (1996): “Hacia una definición de los asentamientos rurales de la Gallaecia: poblados (vici) y casas de campo (villae)”, Los Finisterres Atlánticos en la Antigüedad, p. 189–197. Gijón. PÉREZ LOSADA, F. (2002): Entre a cidade e a aldea. Estudio arqueohistórico dos “aglomerados secundarios” romanos en Galicia. Brigantium, A Coruña. 1 Muchas veces los pueblos de la Gallaecia son equiparados al resto de comunidades de la cornisa cantábrica (Astures y Cantabros) en sus orígenes, tradiciones o costumbres. Lo que ha dado como resultado incómodos clichés y tópicos sobre estas comunidades norteñas. 2 Las fronteras actuales de la TDL, que han funcionado tradicionalmente como límites de este espacio, serían: el cañon del Sil al sur, el valle del Miño al Oeste, la cuenca del Lor al este y las afloraciones montañosas septentrionales que separan Lemos de Sarria. 3 Varios documentos altomedievales certifican la identificación de Lemos con el territorio de los lemavi (vid. Grande Rodríguez 2008). 4 Este es un acontecimiento paradójico, porque el sector oriental de la TDL es la zona más rica en yacimientos auríferos primarios y secundarios, al mismo tiempo que cuenta con otras emergencias metalíferas como el estaño o el hierro, explotados a gran escala bajo autoridad romana. 5 Este proceso se observa desde el Hierro I hasta el Hierro II: se va perdiendo altitud, protección e intervisibilidad, a cambio de ganar potencialidad agropecuaria, a través de la colonización de las laderas medias en los valles fluviales y los sectores elevados de la cuenca sedimentaria. Esta tendencia será aprovechada por Roma, fomentando en algunos casos la vocación agropecuaria de algunas aldeas. 6 Solo Lucus Augusti se diseña como una autentica ciudad, cúspide del ordenamiento político–administrativo de su convento. Pese a ser poseer el máximo rango en la jerarquía de poblamiento, tal vez no articule de una manera integral el espacio rural que tiene a su alrededor (Ferrer Sierra y González Fernández 1996: 330), aunque aparezcan asentamientos relacionados con el comercio y provisión bidireccional entre la capital conventual y dichos núcleos rurales de su entorno. 7 Estos quedaron supeditados al imperio mediante la deditio (rendición) que puso fin a la conquista, y supuso la pérdida de la propiedad de sus hábitats y sus tierras, que le fueron devueltos en régimen de explotación a cambio del pago de impuestos y contraprestaciones. 8 La causa de esa visión simplista es la identificación mecánica del hallazgo de tegulae y materiales de construcción romana con la existencia de una casa de campo residencial de la élite social galaicorromana, aplicando esquemas historiográficos que asumen el modelo clásico mediterráneo. 9 En el norte ourensano la Vía XVIII va a revolucionar los primeros pasos del poblamiento romano y diferenciará este sector del resto de la región interior debido a su importancia administrativa, económica y comercial. 10 Para analizar dichas entidades tomaremos como referencia la terminología aportada por Pérez Losada (1996) arraigada en sus amplios estudios sobre el poblamiento de la Gallaecia y que entran en consonancia con otros esquemas sobre el poblamiento rural romano del norte de Hispania (Alarcâo 1996; Martins et Alii 2005). 11 Son sitios productivos de escaso desarrollo arquitectónico y tamaño –sobre 400 m2–, que en algún caso son juzgados como alpendres, cabaña, hornos o molinos familiares que podrían formar la pars rustica de una villa de mayores dimensiones (Alarcâo 1996: 175). 12 Algunos de estos posibles casales pueden ser S. Xulián de Tor en Pantón, Souto Chanteiro, Agro das Medorras y As Pedras en Sober o Souto en Bóveda. Casos que presentan una problemática mayor son Santalla de Licín en O Saviñao, donde hay un castro con presencia romana, estructuras destruidas de una posible edificación romana de escasa entidad y un cancel marmóreo de un probable templo o mausoleo paleocristiano; y As Eirexas, en Pantón, que se sitúa cerca de una mina romana próxima de escasa entidad. 13 Esta dinámica es curiosa, ya que es un tópico que las zonas mineras sufrieron una más rápida y profunda

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009

Pág. 351


romanización, sin embargo observamos como en la TDL, la micro–región minera oriental tiene un poblamiento basado exclusivamente en la tipología de hábitat tradicional indígena, mientras que el sector occidental, con base agropecuaria y de menor importancia minera, posee una estructura fundamentada en hábitats rurales abiertos de tradición romana. 14 Otras muchas iglesias o capillas que se encuentran dentro o en las cercanías de un castro, no representan una continuidad entre dichas estructuras de hábitat. Son entidades eclesiales que se erigen más tarde, en el s. X–XII o en el XVII–XVIII (algunas con una clarísima advocación post-trentina), fruto de la colonización eclesial del rural en la Plena Edad Media, o de la efervescencia religiosa barroca. 15 Este hecho es fundamental para explicar la supervivencia de la estructura de poblamiento y explotación del territorio del interior galaico durante la tardorromanidad (s.V–VI a.E.) y la Alta Edad Media (s. V/VI– IX/X). Los cargos eclesiásticos copian y mantienen la estructura administrativa romana, identificándose como continuadores del mundo clásico. Además, los cargos eclesiásticos pertenecen en la mayoría de los casos a la élite social de tradición galaicorromana, y con intereses en la continuidad del status quo social y territorial. Algo que expresa a la perfección la obra y el personaje de Hidacio de Chaves.

Pág. 352

Revista Aquae Flaviae, N.º41 - Chaves 2009


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.