Toxina

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-Éramos jóvenes -respondió Tom-. El problema es que ya no lo somos. -Eso es muy cierto. -Kim hizo una pausa. Tomar la decisión de pasarle el caso a un colega, incluso a alguien tan calificado como Tom, le costaba muchísimo. -De acuerdo -aceptó por fin-. Tú te haces cargo. Pero te juro que voy a estar controlando como un buitre. -No me extraña en absoluto -bromeó Tom. Conocía mucho a Kim, y estaba habituado a su estilo de humor. Ambos cirujanos regresaron a la mesa de operaciones, pero esta vez, Tom se ubicó a la derecha del paciente. -Bueno, vamos a introducir esta cánula -anunció-. ¡Bisturí, por favor! Estando Tom al mando, la operación se reanudó sin problemas. Si bien Kim se hallaba en el costado izquierdo del paciente, fue él quien ubicó la válvula y se encargó de las suturas iniciales. El resto lo hizo Tom. No bien estuvo cerrado el esternón, Tom sugirió que Kim se marchara. -¿No tienes problema? -le preguntó Kim. -No, por Dios. Ve a ver cómo anda Becky. -Gracias. -Kim se alejó, y se quitó el camisolín y los guantes. Cuando estaba abriendo la pesada puerta del quirófano, Tom le dijo en voz alta: -Entre Jane y yo vamos a redactar las órdenes postoperatorias. Si necesitas que te ayude en algo, avísame. -Te lo agradezco. -Kim se dirigió presuroso al vestuario, donde tomó un guardapolvo blanco largo para ponerse encima del ambo de cirugía. Estaba ansioso por llegar a terapia intensiva, y no quería demorar más tiempo en volverse a poner la ropa de calle. Kim había visitado la unidad de cuidados intensivos en el intervalo entre cada una de sus operaciones. Becky había tenido cierta mejoría, y hasta se llegó a hablar de desconectarle el respirador. Kim no quiso alentar demasiadas esperanzas, sabiendo que había estado conectada menos de veinticuatro horas. Antes de intervenir a su primer paciente, hasta se hizo tiempo para llamar a George y preguntarle si se le ocurría algo que pudieran hacer por Becky. Lamentablemente George no podía sugerir nada, salvo la plasmaféresis, cosa que no recomendaba. En la biblioteca, mientras operaban a Becky, Kim había leído sobre la posibilidad de usar plasmaféresis para la toxemia producida por E. coli O157:H7. El método consistía en reemplazar el plasma del paciente con plasma congelado. Sin embargo, era un tratamiento muy polémico y experimental, con un enorme riesgo de que el enfermo contrajera Hiv puesto que el plasma nuevo provenía de centenares de donantes distintos. 111


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