148 El que la debe la paga
en un carro en la guantera o en una tienda en la caja>. Alguna muchacha de Neiva conocedora de las <mañas> dirá lo mismo: <Las armas se las roban, hasta donde se no hay nadie que se las traiga. Los cuchillos son los de la casa o consiguen navajas>. Sin embargo la compra es frecuente, sea por la vía de la plata colectiva o de la inversión individual. <Chinos chiquitos de aquí abajo roban colectivos y juntan pa’una pistola entre cuatro. Con esa pistola roban el doble y van progresando. A lo último se vuelven horrendas gonorreas>, se comenta; <tenía una 22, se la compré a una señora en 80 mil porque una 32 o 38 son a 300>, se agrega 18. Las armas también se adquieren mediante vínculos con agentes de variado orden. Las guerrillas suelen aparecer como proveedores, en primer lugar de revólveres: <Las FARC le da los revólveres a los pandilleros y también se los roban a los policías>. La policía, de su lado, es un actor con una presencia compleja. La historia del robo de armas a la policía de Neiva se circunscribe a una anécdota hecha famosa por su espectacularidad y por la revancha que encarnó frente a los incontables abusos policiales. Más frecuentes resultan, en las tres ciudades, las narraciones sobre policías que sirven de enlaces en toda suerte de comercios: <Cuando empezó a haber limpieza se vio la necesidad de armas de fuego. Lo curioso es que los dotaba la misma gente uniformada>, cuenta uno; <conseguir las armas es fácil, hasta por medio de la policía. Basta tener un amigo tombo y él consigue el fierro, hay que alistarle la plata y listo>, confirma otro19. En las circunstancias en que resulta imposible la compra se acude a la fabricación de <hechizos>, armas de fabricación casera hechas por los mismos <parceros> con la posibilidad de disparar vidrios, puntillas o esquirlas metálicas en una verdadera bocanada mortal, siempre y cuando sean construidas con las especificaciones técnicas del caso: <Un hechizo es fácil de hacer con un tubo y un palo al que se le monta un resorte. Puede hacerse con fósforos, se taca la pólvora en el tubo y al bajar la varilla con presión el fósforo estalla y el taco sale. O se le echa vidrio, puntillas o lo que quiera>. Existen lugares especializados en el manejo de <hechizos>, sitios a donde acuden los pandillos a comprarlos: <Mandan a hacer los revólveres, los hace un señor de una calle de allá arriba>. En cualquier caso tales artefactos no dejan de tener numerosos problemas, el más grave que falle justo en el momento crítico de un enfrentamiento pues <son de un solo tiro y entonces si lo puso ganó, si no perdió el año y corra>. Sucede asimismo que se alquilan durante algunas horas al cabo de las cuales, 18
Caballo, Neiva, p. 9; Parcerito, Neiva, p. 6; Eleonora, Neiva, p. 13; Parcerito, Neiva, p. 6; Mechete, Barranquilla, p. 12; Andrés, Bogotá, p. 17. 19
Sonrisa, Neiva, p. 5; Robin, Bogotá, p. 24; Moss, Bogotá, p. 26.