En el Pais de los Incas

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En el País de los Incas

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alivio maravilloso había recibido. Por estos incidentes vi que acogian bien la simpatia. Aun hombres fornidos, a quienes trataba a veces por heridas insignificantes, expresaban siempre su aprecio. Pero también eran capaces de manifestarlo. Cierta tarde, mientras que estábamos sentados todos alrededor de un gran fuego, una mujer que estaba sentada frente a mi notó una herida que me había hecho en el pie aquel día. Empezó a hablar en tono de viva simpatia, y aunque yo no podia entender to do lo que dijo, pude comprender que decia mas o menos: "¡Ay, miren el pie lastimado del pobre senor! ¡Que lastima!" La atención de todos los demas fue asi dirigida ami, y todos querian ayudarme. De esta manera demostraron tener, debajo de aquel exterior salvaje, corazones bondadosos. Un sábado empecé a enseñarles la Biblia, con la ayuda de uno de mis guías que comprendía algo de castellano. Todos se interesaron en aprender algo del Dios que creo el sol y la luna, y cuando les hable de Jesus, nuestro gran Salvador amante, el Hijo de Dios, vi más de un ojo con lágrimas, aun entre los viejos guerreros. Demasiado pronto llego el momento fijado para regresar a Lima. Al presenciar los preparativos que hacia para partir, empezaron a preguntarme cuando iba a volver a visitarlos. Les dije que no podia decirlo con exactitud, pero ellos repitieron: "Cuando volverá Ud.". Finalmente les dije que sería después de las lluvias, y tracé ocho rayas en el suelo. Ellos comprendieron en seguida y dijereron: "Después de ocho lunas." Cuando mis guías y yo quisimos despedirnos ellos dijeron: "No, vamos a ir con vosotros hasta la orilla del río," y hombres, mujeres y niños nos acompanaron hasta el río, donde nos estrechamos las manos y les dijimos adiós. Ellos estuvieron mirámdonos hasta que una curva del río nos ocultó de su vista. Por un lado me entristecía tener que dejarlos, pero me daba ánimo el pensamiento de que pronto podría volver a ellos y el saber que esos salvajes del centro del Perú se mostraban dispuestos a recibir el evangelio salvador. Cuando volví de este viaje, me informó la Junta Directiva de la Misión Incaica que no había dinero con que emprender una nueva obra, y parecía que no podría cumplir con mi promesa de volver dentro de ocho meses. Pero el Señor que habia abierto esta puerta proveyo los medios, y al tiempo debido pude salir nuevamente para la tierra de los campas. Gran parte de este territorio a lo largo del río Perené ha sido dada en concesión a la Corporación Peruana, importante compania ferrocarrilera que tiene una hermosa colonia en los linderos de la region boscosa. El directorio


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