Educación y Sociología en España, vol 1/2

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ber asistido a la escuela elemental, haber acudido a la Seguridad Social o haber recibido algún entrenamiento en el empleo, nos convertíamos en capitalistas. Tous jreres, tous amis, ya no había capitalistas y trabajadores asalariados, sino que el sueño eterno de la pequeña burguesía aparecía subitamente realizado. ÚLos trabajadores», escri-

bía Theodore W. Schultz, presidente de la American Economic Association, «se han convertido en capitalistas no debido a la difusión de la propiedad de las acciones de las sociedades anónimas, como creía la imaginación popular, sino a partir de la adquisición de conocimientos y destrezas que tienen un valor económica>> 1• Hoy día, por fortuna, el reinado de la teoría del «capital humana>> parece haber llegado a su fin. No obstante, su surgimiento tuvo la virtud de llamar la atención con mayor fuerza que nunca sobre la relación entre educación y empleo, en general, y entre las destrezas impartidas por el sistema escolar y las requeridas por el sistema productivo en particular. Apenas nadie habla ya de <<capital humana>>, prefiriéndose ampliamente el hacerlo de formación de la fuerza de trabajo, cualificación del trabajo, etcétera. Se sigue suponiendo, por consiguiente, que debe haber una correspondencia -y que, en mayor o menor medida, la hay- entre lo que la escuela enseña y lo que la producción requiere. Sin embargo, la ofensiva crítica contra la teoría del <<capital humano>> sirvió también para poner en entredicho tal pretensión. Así, por ejemplo, Lester C. Thurow señalaba ya en 1972, basándose en una investigación anterior, que entre los trabajadores norteamericanos <<solamente el 40 por 100 estaba empleando destrezas que hubiera adquirido en programas formales de capacitación o en la educación especializada y, de ellos, la mayoría informaba de que algunas de las destrezas que empleaban habitualmente habían sido adquiridas a través del entrenamiento informal sobre el terreno. El 60 por 100 restante adquirió todas sus destrezas laborales por medio de tal entrenamiento informal. Más de dos tercios de los graduados en college [la enseñanza superior norteamericana, M.F.E.] informaron de que habían adquirido todas las destrezas que utilizaban en su trabajo a través de procesos informales semejantes>> 2 • En otra línea de razonamiento, David Bruck, Samuel Bowles, Alexander Field y Herbert Gintis, entre otros, llamaron la atención sobre el hecho de que, en sus orígenes, el surgimiento de las escuelas no tuvo nada que ver con demanda alguna de capacidades cognitivas por parte de la producción. No disponemos de estudios sociológicos o históricos que vengan a decir ni lo mismo ni lo contrario sobre la relación entre educación y empleo en España, pero hay razones para suponer que el fenómeno 1 Theodore W. Schultz, «lnvestment in Human capitahl, en M. Blaug, Economics of Education, vol. 1, pp. 15~16; Penguin, Harmondsworth, 19712. 2 Lester C. Thurow, Education and Economic Equality, en A. H. Halsey e I. Karabel, editores, Power and ldeology in Education, p. 328; Oxford, University Press, Nueva York, 1977.

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