IntermitenciaS
Marianna EspezĂşa
IntermitenciaS Primera edición: Enero, 2018. Marianna Espezúa Edición, diseño y corrección: Wilmer Skepsis E-mail: skepsis_21@hotmail.com Tacna - Perú El contenido de esta edición puede reproducirse por todos los medios posibles, siempre que se cite: autor, editorial y contexto de origen.
PUESTA EN ESCENA Se me olvida que entre las posibilidades está la de morirme mañana en este papel de quimera sin alimento por nunca haber podido colgar mi alma de un perchero ni tener el valor de decirle a mi madre que todo este tiempo crió a la hija que murió a los 3 días de nacida. Es tarde. La prisa no es buena consejera, ni esperarte es una respuesta. Mientras, sólo escribo encima de mi última vida la vida es un cuerpo más en nuestra cama, donde tocar tu piel es construir un puente a la muerte donde nos encuentren escribiendo una nueva historia en la que se reconozca el derecho a la risa. Donde la carretera a tu cuerpo sea la más corta y no tenga esta urgente necesidad de colgar de tus ojos para sentirme viva. Donde la palabra amor sea un hecho y no teoría, una teoría mal planteada sobre una hoja que sangra mañanas frías en las que escribo tu nombre 1, 2, 3, 1000 veces. 1000 veces olvido que mis manos sólo tiemblan cuando recuerdo que aún vivo, porque recordar me traza una vía al vacío, la costumbre, tu ausencia y esas cosas. ¡Dios mío! Estoy por cumplir 24 años y sigues sin existir, yo sigo como cadáver en un río. Este no es otro poema violento porque por ti he jugado con mi suerte. Llevo siglos aquí afuera siendo una tirana sin posibilidades: la hija que este país no quiere reconocer.
HABLAR DE CASTILLOS ES SÓLO UNA ETIQUETA Soy ese país violento que ha perdido la memoria colectiva como he perdido muchos años queriendo. Sigo bloqueada, apestosa y olvidada. Y no aprendo. El miedo al rechazo aún puede más. Y sé que el síntoma de la vergüenza nostálgica es un preludio para una descarga de alto voltaje. Necesito aprender todo como si la vida no fuera un amante de paso o el amigo que te abandona. Tengo 120 años y ya no hay sueños oníricos, mañana 240, ayer 10, llevo unos cuantos meses sin dirección pensando en escribir algo que me aleje de P.S. de A.A. de R.O. de mí y nada funciona. Soy ese país violento que anoche gritaba de local. Ese espacio entre un boleto a Rusia y la cifra de 2 violaciones por hora. Hablar de castillos es sólo una etiqueta y yo sigo con estas 24 estrellas atravesadas en la cara. Anoche me dejaron de nuevo, supongo porque soy una mala anfitriona, apagada y monofásica de las que escriben en arena. Pésima aprendiz, pésima amante. Estoy sin trabajo, estoy cansada de este extraño arte de querer hacer las cosas bien. Hablar de castillos es sólo una etiqueta y yo sigo con estas 24 estrellas atravesadas en la cara Estoy sola pero no triste con esta mi amargura que no es amarga. Nunca aprendí nada, no sé
por ejemplo cómo detener lo que ya te domina.
Confesión escrita en una hoja que olvidé entre mis planos y que luego se convirtió en un barquito de papel sobre el que terminaste escribiendo el celular de la chica número 46 Es agosto. 20 + 3. Aquí me encuentro, pestilente y muda, mientras tus ojos revientan como burbujas. Contigo fui una niña de nuevo, la burbuja de tus ojos recién soplada, una carcajada de muchos decibeles. Todo fin es simplemente otra partida. Y yo tengo fe en el sol, el sol aún trabaja y aquí es muy tarde, llevo llorando dos siglos y aún no me agoto, debo dormir, de todas formas no vas a volver. Sólo deseo que cambie el clima y dejes de asfixiarme.
PRIMERA DOSIS DE ANAFRANIL Tengo miedo de mí misma y este irremediable deseo de sacarme el cuerpo, me canso de querer ser todo y no ser nada Niego la realidad, no sé ni veo nada sólo la guerra de siempre mientras estamos aferrados a una paz, a esta estúpida paz que nunca existió, de la que todos creen saber hablar ¿hablar? como si supiéramos hablar en realidad Pero, el lenguaje… Sí, ya lo sé, el lenguaje es también un cuerpo en ejercicio, el lenguaje me descubre enredada en dos brazos que no me pertenecen, que esperan que me parezca a ellas. No saben que soy un sapo y no ellas, ninguna, ni ellas. Soy un sapo que comete el pecado imperdonable de reafirmar su nombre y perder. Soy un sapo que quisiera saltar sobre una aguja que me atraviese aún más a Latinoamérica en el pecho como si así pudiera reinventarme como un trapecio vacío yendo y viniendo… Es cruel saborear el final estando con los pies en la partida. Me preguntaba, ¿existen las canciones que se hacen personas? Resulta que sólo eras la proyección de toda variedad de ternura pero las proyecciones mienten. Es que mi vida es una herida que no se termina de cerrar, la beso cada vez que me da la cara, la beso intensamente, hay alguien, casi siempre hay alguien,
menos hoy que necesito a todos en esta tarde que no basta. Sin un sol en los bolsillos creo que nunca cabré en esa mochila ni hablaré con Mao sobre los eunucos enamorados. Cantabas una balada triste, hablabas de la distancia y de febrero. Y la tristeza se acaricia sagradamente, en silencio, bajo un árbol o desde una ventana filuda, nacionalizada sudamericana. A ti te acaricié, yo era una bestia herida. –soy una bestia, estoy herida– ¿Recuerdas cuando te conté que soñaba nacer sin sentimientos? y me fregué porque conocí la revolución desde la sangre, logré soñar con cazar arañas que se agotaban con la libertad. No busco que me salven del infierno, no quiero salvación, nunca la quise, estoy más allá del bien y del mal. Hay una locura inherente en el amor ¿Sabes qué es amor? Yo admito que no, solo sé que mi mente también es un ser frágil, que no necesita a dios. Yo soy mi dios. Y bueno… es normal que se caiga el corazón de tanto usarlo.
BALADA DE LA GATA MELANCÓLICA I Mi madre me dijo que vio a mi hermana muerta entrar en su vientre 5 horas antes de que nazca. Nací feminista, puta y felina. Para los 13 años empecé a ser feliz hasta que aprendí a soñar. Renuncié a los colores convencionales para crear un nuevo tono similar a un maullido pero con piernas para huir temprano antes del desayuno. Mi madre me dijo: “al que tiene manos nada le falta”. Y a mí me falta un pedazo de algo, no alguien, de algo que me ayude a manifestar la inconformidad de mi ser Diría: Perdón por ser feminista y puta, mamá. Pero, nos están matando, dicen que la corona de espinas es una tiara de adelfas dicen que estoy loca y sola y no, sólo soy una más en este aquelarre. II Así que hoy lo pensé mejor y no quiero quedarme aquí. Voy a convertirme en una mosca o en un niño o en un día de fin de semana o en cualquier cosa que odie el viento, tanto como esta forma de querer y de recordarme que no hay conciencia cuando se ama. Creo que sentimentalmente soy un desastre. Tanto que quisiera poner una letra en mi cabeza y decirme poesía. Pero prefiero ser la luz
que se lava la cara con frases ortogonales y enfermas que saben a arena. El amor es arena. Debo admitir que aunque sentimentalmente soy un desastre tengo la habilidad de crear jardines. Soy capaz de re-crear Babilonia y hacerla una nueva patria donde podamos cansarnos de ser nosotros, los inconclusos de siempre y ser esta bala más a mi cabeza que revienta cuando escucho: Marianna, es jodido amar. Este poema no sabe que yo existo creo que el mañana tampoco. Si no es aquí, no me quiero encontrar. Así que voy a convertirme en una mosca o en un niño o en un día de fin de semana. En lo que fuera necesario para no ser parte de la falsa sonrisa urbana Este poema no sabe que yo existo, sólo existen mis ganas de partir.
“IntermitenciaS” de Marianna Espezúa se terminó de imprimir el 4 de enero del 2018 por encargo de PERRO CALATO Ediciones, en la ciudad de Tacna Perú, con un tiraje de 200 ejemplares.