Territorios Violados. Indios, medio ambiente y desarrollo en América Latina

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TERRITORIOS VIOLADOS

INDIOS, MEDIO AMBIENTE Y DESARROLLO EN AMÉRICA LATINA


COLECCIÓN

PRESENCIAS

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TERRITORIOS VIOLADOS

INDIOS, MEDIO AMBIENTE Y DESARROLLO EN AMÉRICA LATINA

RONALD NIGH Y NEMESIO J. RODRÍGUEZ

DIRECCIÓN GENERAL DE PUBLICACIONES DEL CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES INSTITUTO NACIONAL INDIGENISTA


Primera edición en Presencias: 1995 Coedición: Dirección General de Publicaciones del CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES/ INSTITUTO NACIONAL INDIGENISTA D.R. ©Instituto Nacional Indigenista Av. Revolución 1279 Col. Alpes, CP 01010 México, D.F. ISBN 968-29-7442-9 Impreso y hecho en México


In memoriam Guillermo Bonfil Batlla


AGRADECIMIENTOS

La versión original de este libro, Indian Territories: Wildlands Conservation and Development in Latin America, fue escrita con apoyo de Lorry Greemberg, del Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo (IIED); la transformación del IIED en el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) postergó su publicación. Expresamos nuestro reconocimiento a María Elena Galván Garza por la traducción sobre la cual hemos preparado el presente trabajo en español.

Ronald Nigh Nemesio J. Rodríguez

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ÍNDICE Introducción………………………………………………………………15 Indios y conservacionistas ………………………………………..17 Indios y desarrollo………………………………………………...19 I.

Etnicidad y medio ambiente en la cultura occidental………………..23 Cristianismo y paganismo…………………………………………24 El etnocidio misionero temprano: la Iglesia celta…………………29 Herejía, Inquisición y autonomía regional: Languedoc…………...31 Intolerancia cristiana recurrente: los sefardíes………………….....34 Inquisición y represión…………………………………………….37 Brujería, cercas y cultura rural…………………………………….39 La expansión de los dominios de Satán…………………………...44

II. La concepción de la naturaleza de la civilización amerindia……….....53

Áreas naturales y culturales en Latinoamérica…………………….54 Manejo de los recursos y pueblos indios…………………………..58 Naturaleza, sociedad y culturas nativas de América……………....64 Cosmología y filosofía indias en torno al manejo de los recursos...67 El conocimiento indígena de la naturaleza………………………...69 La inmanencia de lo sagrado: la Madre Tierra…………………….72 La comunidad india y el mundo contemporáneo………………….80 III. Indios y bosques en la América tropical…………………………...….83

Indios y bosques tropicales………………………………………...83 Plan de acción de la silvicultura tropical…………………………..85 Una alternativa social para la silvicultura.........................................91 El caso de la Amazonia brasileña………………………………….96

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IV. Desarrollo económico y pueblos indios: el caso de México……………119 Un eje geoestratégico: el Istmo de Tehuantepec……………………….120 Proyectos circunvecinos al eje regional geoestratégico del Istmo……..126 V. Conservación y biodiversidad en los territorios indios…………………..177 Control indígena de los recursos y conservacionistas…………………..177 Algunas respuestas frente a los modelos de desarrollo destructivos…...179 Categorías internacionales para la conservación de la biodiversidad......181 Estrategias clásicas para la conservación de la biodiversidad……….....188 Biogeografía y conservación…………………………………………….190 Ecoturismo………………………………………………………………195 Cooperación internacional y conservación en América Latina…………198 Conservación y desarrollo: una estrategia………………………………200 Reflexiones finales, mas no definitivas……………………………………...203 Bibliografía…………………………………………………………………..207


INTRODUCCIÓN

A principios de este siglo, aún era posible encontrar en el planeta extensas superficies de tierras silvestres, que desde una perspectiva evolucionista se consideraban fuentes inagotables de nuevas especies vegetales y animales y, al parecer, fronteras sin límites para la migración humana. Sin embargo, esa situación ha cambiado; casi todas las regiones del planeta resultaron de algún modo afectadas por las secuelas de la sociedad industrial y año con año se experimenta una acelerada pérdida neta de especies. Las exiguas zonas silvestres que todavía subsisten en el mundo, como la Amazonia, no son más que enormes islotes bajo la amenaza de los planes nacionales de “desarrollo” y de los bancos multilaterales. En la mayor parte de las regiones del mundo, las tierras silvestres se encuentran alteradas, fragmentadas y desconectadas. Los ecosistemas críticos han llegado a tal extremo de deterioro que están a punto de convertirse en una verdadera amenaza para tos sistemas regionales básicos de sostenimiento y generación de la vida, tales como los ciclos del agua, la fertilidad de la tierra y el clima. Por otra parte, al presente hay evidencias que permiten afirmar que el deterioro ecológico local, a su vez, está alterando tos procesos ecológicos a nivel mundial. En la última década, a la ecología global se le ha dado un lugar preponderante, al extremo de convertirla en la “ciencia del momento”. Por ello, no resulta extraño que las portadas de las revistas —por no mencionar otras imágenes que difunden los medios masivos de comunicación— nos induzcan a pensar en el “uso y aprovechamiento de los recursos naturales del planeta”. Sin embargo, el surgimiento de esa nueva concepción respecto a la dimensión global del problema no debe apartarnos de la tarea que tenemos enfrente:

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La pregunta que hay que plantear no es cómo conservar el planeta, sino cómo conservar todos y cada uno de sus miles de hábitats humanos y naturales, todas y cada una de sus miles de pequeñas fracciones y parcelas de tierra, cada una de las cuales, por sus características, no solamente es única e inestimable sino irremplazable.* La conservación de cada pedazo de tierra del mundo es una tarea que, por lo general, llevan a cabo los pueblos que los trabajan y viven en ellos. Por generaciones, ciertas comunidades han vivido en lugares que conocen profundamente y con los cuales establecen relaciones sociales y culturales muy cercanas. La mayoría de los pueblos indios de América Latina han sabido preservar esa forma de relación con su entorno. Las últimas regiones silvestres que prevalecen en América Latina son, en su mayoría, por tradición, territorios indios. De lo que se desprende que, en esas regiones, cualquier amenaza en contra de la diversidad biológica y de la integridad de los ecosistemas, necesariamente se convierte en un obstáculo para la sobrevivencia física y cultural de los pueblos indios. Debido al incremento de los contactos entre las organizaciones conservacionistas internacionales, los pueblos y las organizaciones indias, nos interesó —como antropólogos que trabajamos en México— investigar cuáles han sido y son los propósitos, perspectivas y alcances de intervención de esos organismos en Latinoamérica. La historia de las relaciones entre los pueblos indios y los conservacionistas —como más adelante tendremos oportunidad de ver— tiene capítulos positivos y negativos. En cuanto abordamos el análisis de las propuestas para la conservación de la diversidad biológica en América Latina, que presentaron las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y otras agrupaciones conservacionistas ante bancos y gobiernos, constatamos lo que en párrafos anteriores mencionamos: la mayoría de las regiones de América Latina consideradas prioritarias para la conservación de la biodiversidad son territorios indios. De este hecho se desprenden ciertas implicaciones fundamentales. La primera de ellas, que vale la pena subrayar, es que los esfuerzos y recursos cada vez mayores de gobiernos, bancos de de-

* Wendall Berry, “Commencement Addres, College of the Atlantic, 1988”, en Whole Earth Review, núm. 66, 1990.


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sarrollo y ONG internacionales para apoyar programas de conservación de la biodiversidad, se canalizarán hacia ámbitos y recursos que tradicionalmente pertenecen a un gran número de pueblos amerindios. En consecuencia, las recomendaciones hechas por organizaciones conservacionistas internacionales a los sectores gubernamentales y a las agencias que se ocupan del desarrollo constituyen de facto una política indigenista, al menos en lo que concierne al uso de los recursos naturales. Otra de las implicaciones, que se vincula con la simultaneidad y superposición espacial entre tierras indias y biodiversidad, surge de los patrones culturales indios ancestrales que, en promedio, han dado como resultado la preservación de dicha biodiversidad. Este libro está dedicado, en gran parte, al análisis y evaluación del comportamiento de esa generalización en ciertas zonas indias específicas. A la vez que examinamos, también, los alcances que esas formas ancestrales de preservación de los recursos pueden llegar a tener en la planificación de estrategias de conservación efectivas y de desarrollo sostenible.

INDIOS Y CONSERVACIONISTAS

La mayoría de los conservacionistas con los que hemos hablado tienen, aparentemente, una concepción “romántica” de los pueblos indios, considerándolos sociedades arcaicas que utilizan tecnologías primitivas y que durante milenios apenas han evolucionado. Otros consideran que los indios, por definición, son ambientalistas innatos que viven casi en completa armonía con la madre naturaleza, que la civilización moderna jamás alcanzará. Otros más, piensan que son “parte de la fauna”, una especie de coterráneos pasivos, y que por ello, corresponde a las agencias internacionales definir el futuro de esos pueblos. Algunos más, que son la mayoría, estiman que representan una grave amenaza para el cumplimiento de sus objetivos conservacionistas y desearían expulsarlos en forma permanente de las áreas protegidas. Desafortunadamente, en las publicaciones científicas de algunos antropólogos aparecen las mismas concepciones prejuiciadas y paternalistas en torno a estos pueblos. En tales escritos, la vida de los indios unas veces es descrita en forma abstracta, otras en términos


18 Territorios violados de “estrategias óptimas de forrajeo”, como si se tratara de alguna población de lémures silvestres. Tales descripciones no los consideran ciudadanos que activamente buscan soluciones a los abrumadores problemas sociales, económicos y ambientales de sus países.* Estimamos que todas estas posiciones se fundan en concepciones erróneas de las sociedades indias. Y lo que es peor todavía, conducen a políticas de desarrollo o de conservación de la biodiversidad contraproducentes y, en ocasiones, hasta inhumanas. Como podremos corroborar más adelante, los pueblos indios generalmente establecen con su entorno natural relaciones sostenibles, fundadas en cosmologías muy sutiles y elaboradas en las que expresan respeto y cercanía con la naturaleza, además de un profundo conocimiento del medio. No obstante, muchas de estas sociedades, al igual que los primeros industriales “liberales”, tampoco evidencian tener la más mínima conciencia de las repercusiones, positivas o negativas, que sus acciones pueden traer sobre el medio ambiente. Ello supone un proceso histórico que en las sociedades indias se da en determinadas circunstancias. Lo anteriormente señalado nos conduce hacia una segunda consideración que, con frecuencia, ignoran quienes tienen una concepción “romántica” de los indios: las sociedades indias no son estáticas; experimentan transformaciones importantes, a menudo muy rápidamente, sin que por ello dejen de conservar la singularidad de sus culturas y, por ende, de sus formas de vida. Dados los quinientos años de conquista europea y de dominación del continente durante los cuales los pueblos indios han logrado sobrevivir, éstos se han convertido en culturas de resistencia en continua transformación, y cuando un cambio se les hace necesario son capaces de adaptarse de inmediato a la nueva situación. En la actualidad, las culturas indias han desplegado una mayor versatilidad para organizarse políticamente dentro de las naciones modernas donde están establecidas y, también, han logrado participar a nivel internacional. Cada vez son más partidarias de concertar alianzas con organismos que apoyen su búsqueda: crear formas de relación más justas y equitati-

* Como ejemplo notable de esta actitud, véase N. Chagnon y R. Hames, “Protein Deficiency and Tribal Warfare in Amazonia”, en Science, núm. 203, 1979; para una crítica similar a la que aquí se hace a esa postura, véase también Jacques Lizot, “La recolección y las causas de su fluctuación”, en Extracta, núm. 5, Lima, 1986.


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vas con las sociedades en las que viven, ya que son no sólo más extensas sino más poderosas que las comunidades indias. Cada vez están más conscientes de la importancia que tiene preservar las bases ecológicas del entorno para su sobrevivencia y así lo manifiestan. Mientras realizábamos la investigación que hizo posible este escrito, nos convencimos de que el futuro político de las sociedades indias de la región es y será determinante en la definición del futuro de la biodiversidad en América Latina. Los factores que definirán el futuro ecológico de una región dada, y esto lo consideramos válido para cualquier parte del mundo, son: el grado con el cual las sociedades locales controlen el curso del desarrollo y el uso de los recursos, la trayectoria que se establezca en proyectos sostenibles que beneficien a los pobladores locales y, por último, la magnitud de organización de las instituciones locales que regulen, controlen o impidan, según el caso, la extracción de los recursos por grupos ajenos a las comunidades. Respecto a los territorios indios (y por lo mismo a la biodiversidad) en América Latina, esos factores dependen, fundamentalmente, de la identidad étnica y de la autonomía política de los pueblos indios, así como de la calidad de la relación que con estos pueblos establezcan las sociedades nacionales.

INDIOS Y DESARROLLO

Uno de los principales propósitos de este escrito es el de analizar las políticas y los proyectos de “desarrollo económico”, en tanto que éstos impactan las regiones silvestres aún existentes como uno de los fenómenos de mayores repercusiones sobre esos territorios y los pueblos indios que los habitan, puesto que siguen fundamentándose en innumerables conjeturas y falsas premisas, aun cuando en su definición participen muchos expertos y se gasten millones de dólares en estudios que, por lo demás, claramente contradicen tales presuposiciones. La más cruel y absurda de todas ellas parte de la idea de que en aras del “desarrollo”, es decir, por “mejorar las condiciones de vida” de los pobres rurales y urbanos, se sacrifican los recursos naturales. Ilustrativo del enorme fracaso de estas políticas es el hecho de que, pese a los billones de dólares en préstamos y en inversiones directas, no sólo la desigualdad social en América Latina se ha


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intensificado más que nunca sino, también, han dado como resultado deudas externas cuantiosas, cuyos pagos son pesados lastres para las regiones más pobres de Latinoamérica. Los programas de ajuste, cada vez más austeros, ofrecen amplias oportunidades para que una minoría se enriquezca cada vez más; mientras que, en el caso de los productos rurales básicos, se establecen precios y salarios miserables, pauperizando a los campesinos. Los impactos ambientales y sociales que los proyectos de desarrollo en gran escala provocan, se originan en la naturaleza piramidal y centralizada del proceso mediante el cual se seleccionan, diseñan e implantan. La política de los bancos multilaterales de desarrollo ha sido la de financiarlos mediante estructuras de planeación y de administración de los gobiernos nacionales, y en los países de América Latina la norma ha sido crear burocracias para su planeación centralizada que absorben de un 60 a un 70 por ciento del dinero que se destina al desarrollo. Estas agencias responden, principalmente, a las necesidades de inversionistas y contratistas regionales y extrarregionales. Una vez que los proyectos son repartidos entre la burocracia nacional, los supuestos “beneficiarios” los reciben como hechos ocurridos. Por lo general, no se generan de antemano los pasos necesarios para promover la participación de la población local y tampoco los canales de información que permitan, a sus destinatarios, estar al tanto de los posibles impactos que éstos pueden traer sobre la población y su territorio. La planificación en los países de América Latina, más que girar en torno al bienestar y desarrollo económico real de las poblaciones locales y de los ecosistemas, se enfoca hacia cierta visión coyuntural de las “prioridades nacionales”, las que debido al escaso nivel de participación política, particularmente de los indios, con frecuencia privilegian el corto plazo y favorecen a las élites burocráticas nacionales y a su rica clientela. Ello, por lo general, se traduce en proyectos para la construcción de presas, caminos, minas o de colonización, cuya escala y diseño están muy lejos de tomar en cuenta las necesidades locales o las condiciones biorregionales. En vez de desarrollo, encontramos deterioro en los recursos naturales de la región y una pérdida de la calidad de vida, cuando no de la vida misma de las poblaciones indias locales. Los indicadores que los planificadores del desarrollo emplean, para evaluar sus propios proyectos, son bastante representativos de


Introducción 21 su orientación; estadísticas que parten de la noción del Producto Nacional Bruto (PNB), así como otras cifras regionales y nacionales —como el número de kilómetros de caminos construidos o las toneladas de caña de azúcar producidas—, no dan cuenta del mejoramiento del nivel de la calidad de vida de los pobladores locales. Los indicadores, con los que supuestamente se mide el “éxito” del desarrollo, frecuentemente señalan lo contrario. Mayor número de kilómetros de caminos construidos puede traducirse en mayor destrucción de la masa forestal; mayor producción de caña de azúcar puede significar menores extensiones de la tierra mejor irrigada para la cosecha de alimentos o mayor concentración de la tierra en manos de unos cuantos; un PNB más elevado puede reflejar el incremento de la contaminación producida por los pesticidas y los desechos de la industria, la erosión del suelo y el deterioro de las fuentes de agua, así como una mayor desigualdad social. En consecuencia, los indicadores con los que convencionalmente se mide el desarrollo presentan un panorama parcial y distorsionado de los resultados del desarrollo económico. La visión predominante acerca de las comunidades étnicas, que incluso ha interferido en el despliegue de la reflexión filosófica, considera que los indios son representantes de sociedades “primitivas en proceso de extinción”; vestigios de una etapa temprana de la evolución cultural humana. Esa idea también fue adoptada por las corrientes tradicionales del pensamiento en Latinoamérica, aunque a menudo enmascarada en una terminología marxistoide, o falsamente marxista y acrítica, que determina que estas comunidades se encuentran insertas en un modo de producción precapitalista. De acuerdo con esto, su identidad desaparecerá, dando cabida a la modernización, en cuanto los indios, en tanto proletarios, se inserten en el sistema capitalista nacional y reconozcan sus intereses de clase antes que los intereses étnicos locales. Sin embargo, los 40 millones de indios pertenecientes a más de 400 grupos étnicamente diferentes de América Latina no muestran signos de extinguirse. Muy por el contrario, ante la modernización, los pueblos indios están respondiendo creativamente y, en muchos casos, reforzándola. La identidad étnica, caracterizada por expresiones de lealtad individual y colectiva en las formas sociales y estilos de pensamiento, de imaginación y conciencia hacia formas específicas de comportamientos exclusivos de determinados grupos, es un fenómeno


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social con profundas raíces históricas. Los modos de sobrevivencia se han desarrollado y adaptado a las cambiantes condiciones, sin detrimento del núcleo esencial de la cultura común, la matriz referencial de cada pueblo. Las culturas indias y los pueblos que las portan, recrean, preservan y transmiten, están vinculados con territorios específicos con los que, pese a las vicisitudes del azar y de la historia, mantienen relaciones profundas y únicas. Han sabido simultáneamente preservar sus lenguas, las formas de organización y de transmisión de sus conocimientos, los sistemas y técnicas para el uso de los recursos y la producción de bienes. Todo ello, en tanto formas de adaptación características de cada cultura, hace posible relaciones únicas con el medio ambiente. Las culturas indias, su relación con el medio ambiente y, particularmente, las implicaciones que esas formas de relación tienen para la conservación de la biodiversidad son, también, temas principales de estas páginas. No obstante, las materias que tocamos necesariamente nos remiten a la antropología política, a las políticas locales y a la dinámica entre identidad étnica y percepción del medio ambiente. Nuestro propósito, sin embargo, no es el de simplemente presentar resultados académicos, sino el de crear una guía de reflexión para una audiencia más extensa de personas interesadas tanto en el futuro de América Latina como en preservar sus tesoros naturales y, particularmente, la singularidad de sus pobladores, así como la diversidad de sus culturas. Intentamos presentar un análisis preciso y actualizado de los aspectos políticos, culturales y sociales que contextualizan a las sociedades indias. Estamos convencidos de que el esclarecimiento de esa problemática, aunada a los orígenes de la visión occidental en su matriz cristiana, es un prerrequisito indispensable de conocimiento para garantizar la plena participación de los pueblos indios en la preservación de las especies de animales silvestres y de los ecosistemas naturales que hasta la fecha han logrado sobrevivir y que, muy probablemente, sólo esta época conocerá.


I. ETNICIDAD Y MEDIO AMBIENTE EN LA CULTURA OCCIDENTAL

El arraigo de la tradición religiosa del cristianismo católico, apostólico y romano es uno de los aspectos que realmente tienen en común los países de América Latina. En este siglo, debido a la expansión de algunas sectas protestantes fundamentalistas en la región, el monopolio absoluto de este catolicismo se ha debilitado; no obstante, los países latinoamericanos aún son mayoritariamente católicos, como pudo evidenciarse, por lo demás de manera bastante dramática, durante las visitas que el papa efectuara. Sin embargo, cualquiera que esté familiarizado con América Latina sabe que el cristianismo de las añejas oligarquías, de las élites, de los profesionistas de la clase media, de los ladinos de las pequeñas poblaciones o de los indios campesinizados, difiere bastante en lo social, cultural y teológico. De cualquier manera, éste sigue influyendo enormemente en la idiosincrasia de los latinoamericanos y esa influencia se manifiesta en las actitudes que prevalecen en los países de la región hacia la naturaleza, el mundo natural y la diversidad étnica existentes. Comprender el significado y el sentido de la influencia del cristianismo católico en América Latina, que perdura hasta finales del siglo XX, nos sería imposible si no nos remontáramos a sus orígenes y reconstruyéramos, aunque sea someramente, su historia. En el 500 aniversario del “descubrimiento oficial” de América nos parece oportuno, amén de necesario, tratar de reconstruir la visión del mundo de los primeros cristianos que poblaron el continente. Durante la Conquista y la colonización, las actitudes que prevalecían

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en la Europa de los siglos XV y XVI determinaron el prototipo de instituciones religiosas, económicas, sociales y políticas que los europeos impusieron en América Latina. Normalmente, todas las culturas son etnocéntricas, como si el etnocentrismo fuera un prerrequisito indispensable para su existencia y, hasta cierto grado, lo es. Pero el afán etnocida que acompañó la expansión de la sociedad europea en general, y española en particular, a través del mundo, es algo sin precedentes en la historia de la humanidad.

CRISTIANISMO Y PAGANISMO

La intolerancia del cristianismo hacia otras religiones es uno de sus rasgos definitorios, no sólo por los impactos que causó en las sociedades europeas, sino también por lo que más tarde provocó en América Latina. Durante los primeros tres siglos de su existencia fue perseguido por el imperio romano. Los detractores paganos acusaban a los cristianos de idolatrar la cabeza de un asno, de sacrificar y comer niños, así como de participar, durante sus encuentros, en actos sexuales perversos. Este “discurso deshumanizante”, utilizado para justificar la represión mediante la atribución de “actos antinaturales” a las posibles víctimas, fue después empleado por ellos para reprimir a los paganos, luego a los heréticos, las brujas y los goliardos y, también, a los caballeros templarios. Posteriormente, se valieron del mismo discurso deshumanizante para justificar la Conquista, la evangelización y la explotación de las sociedades indias. Los primeros padres del cristianismo, pese al respeto que manifestaban tener por sus mártires, en cuanto la situación lo permitía no dudaban en perseguir a sus rivales implacablemente. Resulta irónico leer las mismas palabras que de tanto repetirse se desgasta- ron; pero, sobre todo, descubrir que éstas aparentemente se atribuyen al último de los defensores del paganismo aristocrático romano: Pedimos respeto por los dioses de nuestros padres, por los dioses de nuestra nación. Es razonable creer que a quien todos los hombres adoran es Uno. Todos miramos las mismas estrellas, el mismo cielo está por encima de todos nosotros, el mismo universo nos rodea. ¿Qué importancia tienen, entonces, los medios por los cuales se


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alcanza la verdad? No existe un solo camino para descubrir tan grande misterio.1 Esta súplica de tolerancia, como en tantas otras ocasiones en la historia, no fue escuchada ni por la Iglesia ni por el Estado. En el año 391 d.C., 78 años después de la conversión de Constantino al cristianismo,2 el emperador Teodosio prohibió el paganismo y destruyó y cerró muchos templos. Posteriormente, en el año 435 d.C., se instituyó la pena de muerte para las prácticas religiosas anteriores. Paralelamente, se prohibió y reprimió con severidad el conocimiento científico y filosófico. Este viraje, de perseguido en perseguidor, da cabida a la intolerancia que habría de caracterizar a la cristiandad durante los 16 siglos subsecuentes, iniciada con el Concilio de Nicea (325 d.C) en el que el cristianismo fue declarado la nueva religión oficial romana.3 En este contexto, el término “pagano” resulta ambiguo y, aparentemente, de la misma maneja lo fue en el siglo III d.C., ya que tenía distintas acepciones; se utilizaba para referirse a la religión oficial del imperio romano, una canasta mezclada de cultos y prácticas, creada por la incorporación de las deidades locales en un panteón jerarquizado, que encabezaba el propio emperador romano deificado. En realidad, durante la caída del imperio el paganismo romano oficial había comenzado a adoptar muchas de las características del cristianismo, en parte debido a un cambio general de las mentalidades de la Antigüedad pero, también, como consecuencia de la imitación directa. Otra de sus acepciones, por su derivación etimológica del latín paganus, es “aldeano” o “habitante del campo” y englobaba a las distintas religiones tribales locales europeas de los celtas, así como algunos otros grupos étnicos que poblaron la mayor parte de Europa durante la caída del imperio. Estas religiones tuvieron contenidos ideológicos equivalentes, ya que surgieron en sociedades con necesidades semejantes y con formas similares de organización. Pero,

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Simacus antes del emperador Valentiniano II y de San Ambrosio, 384 d.C.; Jacques Le Goff, “Christianisme médiéval: du Concile de Nicée (325) à la Reforme”, en Histoire des Religions, vol. 2, París, Editions Gallimard (Encyclopedie de la Pléiade), 1972, p. 71. 2 Guy de Bosschére, Autopsie de la colonisation, París, Albín Michel, 1967, p. 89. 3 Jacques Le Goff, art. cit., p. 72.


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también, en función de las tradiciones históricas de las distintas comunidades, diferían entre sí. Cuando el imperio romano ya se había derrumbado, durante los tres primeros siglos de nuestra era el cristianismo se propagó rápidamente a través de Europa y el Cercano Oriente, “...heredera de la sucesión romana y, al mismo tiempo, de su tradición colonizadora, la Iglesia devendrá en la única autoridad capaz de absorber y asimilar las invasiones...”4 que posteriormente realiza. En el centro del imperio, el cristianismo encontró adeptos entre la clase urbana en expansión que el sistema de esclavitud romano había desarraigado y ofreció además un nuevo concepto de comunidad en el que el menoscabo de los vínculos comunitarios podía suplirse; los grupos étnicos rurales que permanecieron en sus tierras (pagando un tributo a los romanos), lo adaptaron a los rituales comunitarios. El cristianismo constituyó una verdadera fuerza revolucionaria en la Europa posimperial y ganó adeptos en las sociedades tradicionales, creando una serie de cristiandades sincréticas, cuyas reminiscencias resurgieron trece siglos después en América. Durante los primeros dos o tres siglos de existencia de la Iglesia cristiana, las tradiciones sincréticas se gestaron, en considerable libertad, bajo el control de los obispados locales. Las estructuras y las prácticas religiosas se adaptaron a las necesidades de las sociedades ancestrales y, en lo económico, soportaron las secuelas del imperio romano. Muchas de las usanzas provenientes de la religión tribal precristiana celta y germánica paulatinamente se convirtieron en una versión local del cristianismo. La adoración de la diosa de la fertilidad es un ejemplo de las que subsistieron entre los celtas. Los santuarios destinados a esta diosa abarcaban los mayores nacimientos de los ríos de Europa Occidental, miles de manantiales, corrientes y pozos. Principalmente eran las mujeres quienes, en esos santos lugares, celebraban cultos y rituales.

El río o corriente de agua que es en sí mismo una expresión viva de la Madre Tierra, no por ello es sagrado. Lo sagrado se refiere a la combinación específica de las diferentes propiedades minerales, vegetales y etéreas que emanaban ciertos manantiales en tiempos precisos del día o de la fase lunar. Cada uno de estos lugares sagrados

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Guy de Bosschére, op. Cit., p. 89.


Etnicidad y medio ambiente… 27 tenía su propio espíritu guardián que lo protegía, observaba que los rituales diarios se llevaran a cabo con las ceremonias apropiadas y que podía materializarse [...] en cualesquiera de las formas que a la diosa fueran gratas.5

Cada provincia celta o zona tribal contaba con un centro sagrado que representaba la relación de la comunidad con la naturaleza y sobreviven en los nombres de ciertos lugares, tales como Meath o Midi. La mayoría de las culturas indias de América cuentan con una geografía sagrada semejante; tales manifestaciones son expresiones culturales contundentes que definen las relaciones entre lo masculino, lo femenino y de éstos con la naturaleza. Hay muchas indicaciones en el sentido de que la relación religiosa de un grupo determinado respecto a su medio ambiente obedece, también, a necesidades de adaptación ecológica. La tierra, en sí misma, se convierte en parte de la identidad étnica del grupo y las sanciones religiosas regulan la utilización de los recursos dentro de límites sostenibles. Esta fusión de la identidad con el territorio, característica de las antiguas comunidades tribales europeas, es, en la actualidad, una particularidad de los pueblos indios americanos. Jacques Le Goff, quizás el mayor erudito en lo que a la Edad Media europea se refiere, señala que: Los mayores enemigos del cristianismo no fueron el paganismo romano, que se derrumbó rápidamente, tampoco la cristiandad griega, enclaustrada en Oriente, ni el Islam, que fue contenido y después rechazado, ni las herejías o religiones alternativas tales como los cataritas quienes, antes de ser eliminados, sólo pudieron, en forma negativa, definirse a sí mismos anticatólicos. El verdadero enemigo del catolicismo fue sin duda alguna la antigua serpiente, las antiguas fuentes de las creencias tradicionales que, sin desaparecer de la psique colectiva, resurgían del paganismo romano que se hundía, incorporándose nuevamente en una especie de cristianismo deformado por el folclor.6 El cristianismo se estructuró de tal forma que llegó a controlar a sus enemigos implacablemente. Desde la época en que la Iglesia de

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J. Sharkey, Celtic Mysteries: The Ancien Religion, Nueva York, Thames and Hudson, 1975, p. 7. Jacques Le Goff, art. cit., p. 61.


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Roma se convirtió en la religión oficial del Estado se empecinó en eliminar este sustrato recalcitrante de cultura popular, estableciendo un control ideológico absoluto sobre las creencias y prácticas religiosas. Únicamente el monopolio, en cuanto a la representación simbólica de la realidad, parecía satisfacer a los primeros padres de la Iglesia romana. Es muy probable que ese celo para con las religiones tribales sea la causa por la cual el cristianismo, más adelante, desacralizó la naturaleza; como secta milenaria, perseguida, predicó el menosprecio por el mundo que estaba por acabarse. Más tarde, como religión de Estado en ciernes, en un intento consciente por romper el vínculo sagrado entre comunidad y naturaleza, prohibió los cultos paganos (principalmente femeninos) de los manantiales de agua y otros sitios sagrados. Esta represión fue la punta de lanza que acabó con la cultura ecológica de la Europa antigua y con la relación ancestral que los grupos étnicos europeos mantenían con sus territorios. La naturaleza y la carne —y los placeres o debilidades por las mismas— fueron asociados con el diablo, es decir, satanizadas. La versión cristiana de éste se materializó en los cuernos y en otros aspectos del antiguo dios de los animales y de los bosques. Su ideología vinculó a la mujer con la naturaleza y, por lo mismo, con el demonio (“diablo por naturaleza”) y varios de los principales líderes del cristianismo primitivo expresaron abiertamente concepciones misóginas. La Iglesia romana combatió la diversidad local, perceptible en las variadas interpretaciones de la doctrina y en los rituales, amén de combatir a los sacerdotes y las instituciones religiosas que los hacían posibles, llegando incluso a fomentar la aplicación de las leyes antipaganas. Los primeros padres cristianos, antes que nada, se dedicaron a tratar de eliminar el poder curativo y espiritual de las órdenes religiosas de las mujeres paganas. Igualmente, prohibieron la adoración de manantiales, rocas y árboles. Se clausuraron los lugares sagrados y las escuelas de adivinación ya que, en su mayoría, eran controlados por mujeres. Se prohibió estrictamente que éstas tuvieran deberes religiosos de cualquier índole. El clero masculino cristiano atribuyó orígenes demoniacos a la adivinación que los chamanes practicaban y también a la medicina que las antiguas mujeres europeas instituyeron.


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EL ETNOCIDIO MISIONERO TEMPRANO: LA IGLESIA CELTA

Un notable ejemplo de la expresión de creatividad y libertad sincrética de la Iglesia cristiana primitiva, al mismo tiempo que de la reacción ortodoxa que tal diversidad local tuvo que soportar, podemos obtenerlo de los cristianos celtas de la época. Los primeros monjes irlandeses, algunas veces erróneamente llamados “druidas”, no fueron, como frecuentemente se cree, fervientes anticristianos. A lo que los celtas se opusieron, en el siglo VII, junto con muchas otras iglesias locales establecidas dentro del reino cristiano, fue a la creciente ambición que desde finales del siglo IV la Iglesia romana “apostólica” mostró por el dominium mundi; es decir, la creación de la monarquía papal con base en el modelo imperial que buscó la dominación temporal de los territorios cristianos. Aunque la idea de una teocracia encabezada por Roma nunca llegó a realizarse, el solo intento bastó para sentar las bases para la formación de las monarquías regionales absolutas en la Baja Edad Media y en los primeros periodos del Renacimiento, a las que la Iglesia romana apoyó plenamente. La larga y trágica historia de las relaciones entre la Iglesia irlandesa y los obispos de Roma, constituye un primer indicio de lo que siglos más tarde se convirtió en el proceso de etnocidio que caracterizó la expansión europea. Una cantidad considerable de diferencias doctrinales entre Irlanda y Roma alimentaron el conflicto (tales como la forma de determinar la fecha de pascuas); sin embargo, de esas diferencias, la más determinante surgió del papel que la Iglesia y la sociedad cristiana adjudicaban a la mujer. En Irlanda, los sacerdotes se casaban y, siguiendo la antigua tradición irlandesa, las mujeres no sólo ocupaban un lugar importante sino que, además, participaban activamente en la Iglesia y en la sociedad. En este sentido. Irlanda, por contar con una mujer ordenada obispo, santa Brígida (novia), es un caso excepcional en la historia del cristianismo. Históricamente, santa Brígida se asocia con la fundación de un convento de monjas en Kildare. Éste bien pudo haber sido el emplazamiento de alguna escuela adivinatoria precristiana para mujeres, como las que existieron en Delfos. La información relativa a esta importante figura religiosa —la cual, a su vez, fue una diosa precristiana de la naturaleza y de la tierra— puede hallarse en alguna de las múltiples versiones de la Vida de santa Brígida, provenientes de distintas partes de


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Europa y mediante las cuales, en la Alta Edad Media, su culto se propagó.7 La imagen de santa Brígida recibiendo las órdenes episcopales, así como el aparente prestigio de la abadesa, de Kildare durante los primeros tiempos del cristianismo, es una muestra palpable de la independencia de muchas de las diócesis cristianas locales de la doctrina y dictados de la regla apostólica romana. Ello, por una parte, fue la causa principal de la exclusión de la mujer del sacerdocio y, por otra, del debilitamiento de la autonomía local, mediante la imposición de la sucesión apostólica. Lo que irritó a los primeros padres de la Iglesia no fue solamente el poder que tenían las mujeres; durante este periodo todavía podían, aun siendo sacerdotes, casarse. En Irlanda, algunos monasterios llegaron a estar bajo el control de familias locales poderosas y las posiciones clave eran, en algunos casos, aun heredadas. La sucesión apostólica es la entrega del poder divino, primero de Jesucristo al papa y de éste, en orden descendente, dentro del rango masculino, a los arzobispos, obispos y sacerdotes. Esto significó que sólo los sacerdotes hombres, ordenados por la jerarquía eclesiástica, pudieran otorgar la gracia divina, dispensándola piramidalmente; por ejemplo, la misa o el conducir otros servicios rituales básicos. Este monopolio dio un enorme poder a los representantes apostólicos sobre las comunidades locales. La sucesión apostólica es un sistema masculino descendente alternativo, no basado en líneas de parentesco, por medio del cual el poder se transfiere de una generación a otra. En cuanto la alianza entre la iglesia y el Estado monárquico (en este caso Inglaterra) llegó a ser más estrecha, la presión eclesiástica y secular se concentró en estas alianzas de parentesco que eran un impedimento para la consolidación del monopolio del poder. Durante los primeros siglos del cristianismo irlandés la Iglesia irlandesa se consolidó, las federaciones monásticas pudieron haber sido la única forma posible de organización, dado el tremendo poder hereditario entre las familias. Sin embargo, debido a las ambiciones políticas de Roma o de Canterbury, el sistema de sucesión heredita-

7

Mary Condren, The Serpent and the Goddess: Women, Religion and Power in Celtic Ireland, Nueva York, Harper and Row, 1989.


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rio irlandés dejó gran parte del control, incluso dentro de las oficinas eclesiásticas, en manos de la población local. Si alguna persona perteneciente a la línea colateral podía obtener la sucesión de una abadía el poder derivaba directamente, no en los altos clérigos sino en las conexiones familiares...8

La Iglesia, eliminando el poder religioso de las manos de la sociedad local, facilitó, en gran medida, el surgimiento del Estado, al debilitar el arraigo de las costumbres locales y el poder de los sistemas de parentesco. El caso de Irlanda es un claro ejemplo de la desintegración de los grupos políticos locales fundados en el parentesco y de la consolidación del dominio estatal sobre el territorio de alguna minoría étnica; pero, sobre todo, del papel que la ideología religiosa desempeñó al respecto. Los sistemas políticos estructurados por el parentesco no pueden ser catalogados como Estados, por lo que se dice que representan modelos “primitivos”, es decir, no evolucionados, inmaduros, de la sociedad. Esta forma de filosofía política muy a menudo sirve de paradigma para la clasificación de las sociedades indias de América.

HEREJÍA, INQUISICIÓN Y AUTONOMÍA REGIONAL: LANGUEDOC

En la región de Languedoc, en lo que actualmente se conoce como el sudeste de Francia, durante la Alta Edad Media se desarrolló una civilización única. Languedoc fue un país rico, de espíritu exuberante y con un clima de tolerancia política y social. Los nobles locales mantenían su independencia, particularmente de la monarquía francesa de los Capetos de París que, en esa época, comenzaron a surgir. Languedoc, por ser una de las provincias celtas del gótico tardío de las costas mediterráneas, recibió una miríada de influencias del mundo cristiano. Los Pirineos, que se localizan en la región, fueron una especie de refugio para los primeros herejes cristianos (por ejemplo, monjes bardos), goliardos y algunos otros inconformes provenientes de otras regiones, perseguidos después de los concilios de Burdeos y

8Ibid.,

p. 136.


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de Zaragoza, por oponerse a la creciente hegemonía de Roma. Como resultado de estas influencias y de la atmósfera de tolerancia que imperaba en Languedoc, había surgido, sobre todo en los valles de Olmes y de Sabarthes, una cultura sincrética, excepcional. Languedoc u Occitania, conocida por la poesía de los trovadores, la poesía de lo sublime, del amor idílico. El amor, como los trovadores lo concebían, tenía sus leyes, las Leys d’amour, las que, según cuenta la leyenda, fueron otorgadas al primer trovador por un halcón que se había posado encima de un roble dorado. La región de los Pirineos y de Languedoc (también conocida como el Midi) políticamente estaba dividida en un sinfín de pequeños reinos: Béziers, Carcasonne, Narbonne, Montpellier, Foix, Cominges, Bigorra, Bearn. Esta región junto con la vecina Provence mantuvieron estrechas relaciones con Cataluña y Aragón. Para finales del siglo XII, estos reinos eran conocidos por su amplia tradición independentista. Encabezada por Toulouse (antiguo asiento de un reino gótico y fortaleza de la herejía de los primitivos cristianos arios), la región se había mantenido en continua rebelión contra Carlomagno, y la tentativa de los reyes de Aragón de crear el reino de los Pirineos había fracasado. Los trovadores tomaron el dualismo de los cataritas del este y lo interpretaron según sus propias tradiciones, llevando las Leys d’amour hacia un plano espiritual. En la Iglesia del Amor, los creyentes no estaban obligados a seguir las estrictas formas de la doctrina catarita, reservada para los “perfectos” quienes, después de un tiempo de entrenamiento, se iniciaban en todos los misterios para convertirse en el equivalente de los sacerdotes del catarismo. Antes de que se promulgaran las reformas monásticas del siglo XII, el prestigio de los monjes apostólicos, debido a la corrupción y opresión tan difundidas por parte del clero, se había debilitado mucho. Pese a que en las diferentes ciudades de Europa tomó formas muy variadas, la herejía catarita se convirtió en una seria amenaza para la Iglesia romana que, por entonces, estaba muy desacreditada por sus aspiraciones de hegemonía eclesiástica. Las tentativas de los sacerdotes católicos romanos para eliminar la herejía institucionalizando el sermón, incluso el de santo Domingo de Caleruega y el de san Bernardo, fracasaron rotundamente, por lo que decretaron medidas drásticas. A los prelados romanos les resultaba intolerable que la Iglesia catarita permitiera


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que las mujeres ejercieran el sacerdocio, ya que era una forma de reivindicar el lugar que éstas habían tenido en la antigua sociedad europea, y que refutara la jerarquía que la Iglesia pretendía imponer, particularmente en lo relativo a la instauración del poder temporal. Más que al catarismo en sí mismo, el rechazo de los prelados romanos a esas actitudes puede atribuirse a la reinterpretación de los patrones étnicos sociales europeos precristianos que hizo la sociedad feudal local. La situación política del momento estuvo controlada por los intereses “nacionalistas” de la monarquía de París. Felipe Augusto (1180-1223) había adoptado el título de rey de Francia, en vez de rey de los francos de sus predecesores; el Estado monárquico acababa de nacer en Europa Occidental. Inocencio III, en 1208, excomulgó al primer conde de la región de Toulouse, Raimundo VI, quien, como muchos otros señores, fue acusado de proteger a los herejes cataritas. Declaró una cruzada y, en julio de 1209, el ambicioso noble alemán Simón de Montfort sitió la ciudad de Bers. El número de muertos llegó a 20 000, incluyendo 7 000 mujeres, viejos y niños que se habían refugiado dentro de una iglesia. Después, la ciudad, comenzando con la catedral, fue saqueada y quemada. El Concilio de Letrán (1215) despojó a Raimundo VI de sus dominios, provocando con esto el levantamiento de su gente, más en defensa de su autonomía política y cultural que en defensa del catarismo. En nombre de Francia y del cristianismo, Simón de Montfort libró una guerra genocida en contra de los occitanos (conocida por los historiadores como la cruzada de los albigenses). Fue asesinado en Toulouse en 1218. En 1226, Luis VIII, rey de Francia, tuvo que intervenir directamente hasta obtener una victoria decisiva sobre los cruzados. El Tratado de París de 1229 decretó el fin de la independencia de Occitania y su incorporación a la monarquía francesa. La represión contra los cataritas no finalizó hasta 1244, cuando las tropas reales tomaron la ciudadela de los herejes, el castillo de Monteségur, donde cientos de hombres, mujeres y niños, fueron arrojados vivos a las llamas. El exterminio de los cataritas de Languedoc hace más evidente la supresión de lo regional, de la identidad étnica y de la autonomía en favor del Estado omnipresente, aliado con la Iglesia, que la supuesta erradicación de la herejía dentro de la doctrina católica. Este episodio sería crucial para la formación de la monarquía y


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para la gestación de los mecanismos de dominación por medio de los cuales se consolidó el poder del Estado por encima de las autonomías de las “comunidades tribales” europeas.

INTOLERANCIA CRISTIANA RECURRENTE: LOS SEFARDÍES

A la salida de Jerusalén, en el siglo VI a . C . , u n a tribu judía, cohesionada por su religión monoteísta, se establece en Sefarad, la Hispania romana. Los sefardíes son testigos de la caída del imperio y de la creación de los reinos visigodos en la península ibérica. Leovigildo es el último rey visigodo precristiano, es decir, que conserva su religión tribal germánica y que convive, como vecino, con cristianos y judíos (los sefardíes). Su sucesor en el trono, Recaredo, se convierte al cristianismo en el 586, y es a partir de ese momento que las represiones periódicas en contra de los sefardíes principian, basadas en el fanatismo religioso cristiano. Precedentemente “...no hay trazas de fanatismo en las religiones animistas, pluralistas por definición”.9 Y este fanatismo cristiano tiene sus raíces en el problema que a sus practicantes se les plantea frente a las demás religiones, sean o no monoteístas: creer ser representantes del único Dios verdadero. La movilización de los cristianos en contra de los sefardíes, de manera recurrente, se justificó en el aparente desconocimiento que éstos hicieron de Cristo, condenándolo a la crucifixión; a pesar de que los sefardíes habían salido de Galilea seis siglos antes de los supuestos sucesos del Monte de los Olivos. En inseguridad permanente, los sefardíes ven transcurrir el siglo VII A partir del 711, con la invasión islámica, la persecución religiosa se reorienta; ahora se trata de combatir al “moro infiel”. “Al djihad, guerra santa islámica, le van a responder las cruzadas”10 para expulsarlos de Jerusalén; a los invasores de la península los echarán con la reconquista. La nueva situación da un respiro a los sefardíes que vivían en las “juderías”, en los poblados bajo dominio cristiano o musulmán, y les permite compartir la vida cotidiana con miembros de las dos religiones y conservar la suya. En los próximos dos siglos se desarro-

9 Guy de Bosschére, 10Ibid.,

p. 96.

op. Cit., p. 97.


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lla un sistema de convivencia y tolerancia civil que luego es sancionado por fueros y reglamentos, tanto cristianos como musulmanes. “La historia sefardí, del siglo X al XIV, se resume en una bella y completa enumeración de derechos y libertades”11 del lado civil, pero no del lado de la Iglesia cristiana cuyos sacerdotes, de tiempo en tiempo, promueven matanzas de judíos, aunque éstos estuvieran bajo la protección de reyes y señores feudales. La única restricción que tienen los sefardíes, en cuanto a la prohibición de bienes, es la de poseer esclavos musulmanes o cristianos, dependiendo del territorio en el cual se encuentren.12 En los fueros del siglo XII es normal encontrar: “Cualquiera que mate a un judío será juzgado por el Rey, como si él tocara al Tesorero del Rey.”13 En ese mismo siglo, Alfonso X el Sabio reglamenta los días de culto de los sefardíes y establece castigos expresos a los cristianos que dificulten sus rituales en las sinagogas. La tolerancia religiosa y la permisividad de la vida cotidiana en la península ibérica, más la conjunción de pueblos letrados, hace que, del lado musulmán, el historiador pueda afirmar: “Entre los siglos X y XII, Andalucía [...] conoce una cultura refinada, que no solamente rivaliza con la misma Siria [sino que] se supo imponer fuera de los límites musulmanes y determinar, en parte, la evolución del pensamiento y del saber europeos en los siglos anteriores al Renacimiento.”14 En el siglo XII ibérico, en Córdoba, se da la confluencia de dos de los grandes pensadores y humanistas de la época, el sefardí Mossé ben Maimón (Maimónides), amigo del converso musulmán Ibn Rosh (Averroes). Ese mismo clima de tolerancia y de intercambio de conocimientos y reflexiones permite, del lado cristiano, que Alfonso X el Sabio (1221-1284) funde la famosa Escuela de Traductores de Toledo, en donde confluían musulmanes, cristianos y hebreos, quienes dieron a Europa el pensamiento clásico griego, tanto en latín como en lenguas romances. Y este pensamiento clásico griego fue clave en la reflexión europea que desemboca en el Renacimiento.

11Béatrice

Leroy, L’aventure séfarade: dé la péninsule ibérique a la diaspora., París, Albín Michel, 1986, p. 44. Ibid., pp. 52-53. 13 Ibid., p. 46. 14 Guy de Bosschére, op. cit., p. 96. 12


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Este clima de libertad y convivencia social y cultural, del cual eran partícipes plenos los sefardíes, se fue endureciendo a medida que avanzaba la reconquista cristiana sobre las tierras islámicas peninsulares. Las exigencias de expulsión o conversión, por parte de los sacerdotes cristianos hacia los sefardíes, fue en aumento. En 1480, los Reyes Católicos permiten, en Castilla y Aragón, la acción de los Tribunales del Santo Oficio y los autos de fe en contra de los sefardíes conversos y, acusándolos de criptojudaizantes (marranos), los enjuician por herejes; al frente de la Inquisición española nombran al fanático Tomás de Torquemada. Lo anterior no fue impedimento para que los Reyes Católicos tuvieran como financista, para la guerra contra el “infiel” de Granada, a Abraham Senior, así como a Itzahak Abrabanel para dotar de recursos a la expedición de Cristóbal Colón.15 Caída Granada en manos de estos reyes, muy católicos y contradictorios, se decreta el 31 de marzo de 1492 la expulsión de los sefardíes de la península ibérica, dándoles de plazo hasta el 9 de julio para irse o convertirse. La intolerancia cristiana católica apostólica romana resurgía y se apoderaba de la pendiente futura de la sociedad española. Este dictado regio significó que hombres sabios y hábiles, necesarios para la administración pública y el conocimiento del mundo de ese entonces, huyeran junto con su sociedad de pertenencia, tanto si eran conversos o no, buscando otros aires más seguros. Muchos encontraron refugio en el reino de Cataluña, cuyo call (judería) era importante; pero, los más, perdiendo todas sus pertenencias, salieron por barco hacia el Magreb, en varios casos siendo vendidos como esclavos por los marinos durante la travesía. En noviembre de 1492, los muy católicos reyes, por las dificultades que se les presentan (sobre todo financieras), piden a los sefardíes que regresen, y muchos lo hacen, ya que era su tierra desde hacía dos mil años. En 1494, a los retornados se les notifica que “todos”, sefardíes judíos y conversos, tienen que presentarse al Tribunal de la Santa Inquisición de Toledo,16 lo que conlleva a su diáspora definitiva; algunos de los conversos se quedan, pero bajo la presión constante de demostrar su lealtad a la fe cristiana y al reino español. Un puñado de los conversos se dirigen a la Nueva

15 16

Béatrice Leroy, op. cit., p. 94. Ibid., p. 95.


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España, en donde son perseguidos y juzgados por la Inquisición en Nuevo León, durante el siglo XVI. Este proceso histórico, esquemáticamente presentado, de 20 siglos de asentamiento continuo sefardí en la península ibérica, interrumpido en 1492 por su expulsión, migración forzada cuyas consecuencias están hoy presentes en el mundo contemporáneo, es revelador del carácter unidimensional e intolerante del catolicismo misionero, aliado con el poder temporal, además de evidenciarse su imposibilidad de convivencia religiosa, independientemente de que la otra religión sea monoteísta o no. A la vez, la historia de los sefardíes muestra que todo converso pasa a ser, para los católicos, un cristiano de segunda categoría y, por lo tanto, sospechoso de herejía. Un elemento de suma importancia, y que no podemos dejar de nombrar, es el que se refiere a la ruptura del pluralismo social y cultural, en 1492, con la expulsión de musulmanes y sefardíes del suelo español. Hecho grávido de consecuencias para la propia España y para América: la intolerancia cristiana se señorea aquí y allá desde 1492.

INQUISICIÓN Y REPRESIÓN

La Inquisición del Santo Oficio (1232) fue uno de los mecanismos de dominación creados por la Iglesia, en esa época, para controlar más implacablemente a los herejes. Esta institución marcó definitivamente la historia de la represión, por parte del Estado, en la civilización de Occidente. La Inquisición fue un mecanismo de dominación directa contra los grupos no conformistas. Aunque instituida por el papa, la metodología inquisitorial muy pronto fue tomada por el Estado en surgimiento, el cual, en efecto, la aplicó con más frecuencia y amplitud que la propia Iglesia. Este proceso fue una drástica innovación dentro de la práctica jurídica europea, tradicionalmente basada en los procesos acusatorios puramente “civiles”. Con la Inquisición: Los juicios —en el procedimiento acusatorio fueron públicos— se llevaban a cabo en secreto. Antes de establecer la sentencia se requería de la confesión (llamada “el testimonio”), en cuya extracción se empleaba la tortura. El acusado debía permanecer en prisión por


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un periodo indefinido, subsistiendo con una dieta a base de pan y agua, mientras el interrogatorio duraba. El prisionero que era capaz de resistir el tormento y que persistía en su inocencia debía permanecer en la cárcel por el resto de su vida [...] Si se retractaba de su confesión alegando, por ejemplo, que ésta había sido extraída por medio de tortura, se le acusaba de “reincidencia” en la herejía y se le turnaba a las autoridades civiles (ya que la Iglesia no tenía autorización para matar) para que se le quemara vivo. Una vez perfeccionado y sistematizado el procedimiento por la Inquisición, fue, en efecto, potencialmente aterrador. 17

De esta manera, como podemos constatar en el siglo XIII, las instituciones de dominación del Estado sobre los sistemas locales estaban ampliamente difundidas: intolerancia religiosa; el individuo en relación directa con el Estado, sin la ley consuetudinaria y de la comunidad, y reforzada ésta por la obligatoria confesión cristiana (así como por su ampliación judiciaria dentro del proceso inquisitorial); la supresión de la cultura popular (“supersticiones”), y el socavamiento de los derechos locales y de las instituciones de solidaridad comunitaria. “La cruzada de los albigenses así como la Inquisición revelan la ruptura de la cristiandad gótica y la imposibilidad de la Iglesia, aun en épocas de acomodo y apertura religiosa, de escapar del totalitarismo religioso.”18 La organización social y política del Midi, en muchos aspectos, fue la realización del ideal feudal, y su destrucción el presagio del colapso de las distintas versiones regionales del feudalismo durante los siglos subsecuentes. La sociedad feudal, antes que nada, fue un sistema complejo de responsabilidades y derechos que gobernaban las acciones de los diferentes sectores de la población. Los señores feudales controlaban extensas propiedades de tierra, pero sin el sentido que en la actualidad se le adjudica a la propiedad privada. Los derechos que los campesinos tenían, por tradición, impedían que aquéllos dispusieran de los recursos naturales arbitrariamente y, más aún, los restringían de modificar los patrones básicos de uso de la tierra, tales como la conversión de las tierras de cultivo en zonas de pasto-

17 18

Norman Cohn, Europe’s Inner Demons, Nueva York, Basic Books, 1975, p. 46. Jacques Le Goff, art. cit., p. 168.


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reo o la tala de los bosques, en los que los campesinos tenían derechos comunales. Estas obligaciones y leyes consuetudinarias sirvieron para proteger los recursos naturales de la avaricia desmedida de algunos miembros de la sociedad, que buscaban maximizar el beneficio personal a expensas de la comunidad. En ocasiones, se afirma que el feudalismo fue una forma primitiva de organización social en transición que estaba condenada a desaparecer en favor de unidades políticas más estables y evolucionadas, es decir, el Estado-nación. Sin embargo, visualizar con esta óptica a la sociedad feudal significa dejar de lado una consideración importante: el feudalismo representó un punto de derivación histórica en el que estaba presente una alternativa potencial al Estado monárquico absoluto, alternativa que la deliberada violencia desencadenada por la alianza de la Iglesia y de la monarquía eliminaron.

BRUJERÍA, CERCAS Y CULTURA RURAL

En la Edad Media, las relaciones básicas del hombre con el medio ambiente natural, salvo por algunos avances tecnológicos, tales como la rueda hidráulica, se mantendrían igual que antes. La cultura popular, las creencias habituales y los festivales, todos ellos asociados a esa estrecha relación con el entorno, siguieron floreciendo pese a las innumerables tentativas de los sacerdotes romanos por erradicarla “superstición”, que abarcaba cualquier aspecto vinculado con la cultura ecológica tradicional de los europeos: los conocimientos acumulados por siglos que les permitieron sobrevivir y hacer florecer sus territorios. El campesino —tanto el libre como el siervo— para su subsistencia tenía garantizado el acceso a los bosques y a las tierras destinadas a la agricultura. Los bosques eran de extrema importancia para la economía doméstica, pues de ellos se obtenía combustible, frutas, materiales para la construcción, plantas medicinales, carne y forraje. Con base en estos derechos consuetudinarios, los campesinos medievales tenían el privilegio de aspirar al ideal feudal de la autosuficiencia económica; sin embargo, estaban obligados a pagar renta al señor feudal, ya fuera mediante la prestación de servicios, con parte de su producción doméstica o con bienes.


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Los cambios en la economía hicieron que las antiguas formas de organización feudal resultaran inaceptables para la clase europea rica y poderosa, la cual, con la expansión territorial y la intensificación del comercio, se consolidaba cada vez más como tal. Por ejemplo, a los señores y mercaderes escoceses e ingleses les resultó más atractivo cercar la tierra y criar ovejas para abastecer de lana al creciente mercado continental, que mantener las formas de organización y producción tradicionales, que sólo les permitía vivir de los escasos excedentes que les dejaban los recalcitrantes campesinos granjeros. Con el cercado, las tierras comunales pasaron a formar parte de la “propiedad privada”. Durante ese proceso, el paisaje de Escocia y de ciertas partes de Inglaterra de un patrón de usos múltiples de los bosques, las praderas y las tierras de cultivo, entrecruzada por setos, quedó reducido a zonas de pastoreo cercadas, sin habitantes y con una diversidad biológica limitada por pastizales y ovejas. La mayoría de la población rural fue desalojada de sus territorios y obligada a trasladarse a las ciudades. A lo largo de este proceso de desintegración de los pueblos campesinos, la Inquisición y sus seculares primos que formaban la creciente burocracia de Estado se parapetaron en la tortura y la hoguera que, a su vez, se convirtieron en los mecanismos predilectos de una dominación más de índole económica e incluso con métodos más contundentes que dos empleados en la “cruzada” militar que acabó con la independencia de Occitania. El sentido de pertenencia y la unidad del pueblo fueron fundamentales ante los abusos de los señores feudales; la cultura popular fue una fuente importante en la preservación de esa identidad. La intolerancia doctrinal persiguió con mayor vehemencia los vestigios de la religión precristiana, fundamentalmente orientada en torno a la naturaleza: prácticas de curación chamanista, adivinaciones, adoración en lugares sagrados. Estos actos llegaron a representar la fuerza de la comunidad en contra de la imposición del exterior. Los hombres y las mujeres que perpetuaban el antiguo conocimiento se convirtieron en sus líderes ante el control externo. En diversas ocasiones, cuando los campesinos no encontraron otra manera de defender su tradicional patrimonio, la resistencia derivó en rebeliones armadas. El cercado y los otros recursos empleados despertaron en los campesinos el interés por las reformas religiosas que hombres como Lutero, quienes se oponían al ideal de


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la monarquía papal, propusieron. El Renacimiento europeo nació de la lucha social, aunque la nobleza militar estaba en posibilidad de sofocar esas rebeliones. Un rasgo significativo de la campaña en contra de los derechos tradicionales de los campesinos, se efectuaría por medio del nuevo discurso satánico: la brujería. La represión de los fundamentos de la cultura popular ancestral fue una cuña para la unidad del pueblo, particularmente cuando las diferencias internas hicieron que los campesinos acusaran de brujos a otros miembros de las comunidades. Mucho se ha escrito acerca de la manía europea contra la brujería y, todavía, varios de los aspectos de ese periodo causan controversia; ni siquiera el número de personas asesinadas por ese “crimen” ha quedado libre de debates. Algunos especialistas estiman que entre 1450 y 1700, de 20 000 a 200 000 personas, mayoritariamente mujeres, fueron acusadas y enjuiciadas mediante los métodos inquisitoriales de tortura y ejecución. Independientemente de la cifra exacta, lo que resulta evidente es que la cantidad de víctimas tuvo que haber sido de gran magnitud para propagar el terror efectivo, mismo que durante cerca de tres siglos soportó la sociedad europea rural.19 Las pinturas de Brueghel el Joven ilustran perfectamente bien este clima social. El profesor Quaiffe, en uno de sus trabajos más recientes, ha hecho una síntesis de las distintas teorías que intentan aclarar el complejo fenómeno de la brujomanía europea. Para explicar ese fenómeno Quaiffe ha examinado más de 40 hipótesis diferentes “dignas de ser tomadas en cuenta” y que, sin embargo, según él puntualiza, surgieron algunas de ellas de más de 200 años de observaciones históricas y sociológicas: La brujomanía estaba dirigida en contra de los campesinos que encabezaban la resistencia al cercado, al drenaje de las zonas pantanosas, a la deforestación y otras formas de apropiación de los recursos por la élite. Muchos de estos líderes eran mujeres y curanderos. 2. Las acusaciones de brujería se convirtieron en el método de represión de la cultura popular que preservaba un cúmulo de conoci1.

19

Norman Cohn, op. cit.; G.R. Quaiffe, Godly Zeal and Furius Rage: The Witch in Early Modern Europe, Kent, Inglaterra, Croom Helm, 1987.


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mientos de la antigua cultura ecológica europea y servía como soporte de la identidad étnica y de la solidaridad comunitaria. 3. Como discurso ideológico, la brujomanía fue la culminación del misoginismo y de las tendencias en contra de la naturaleza características de la religión cristiana del siglo III (san Agustín) y de siglos anteriores.20

El terrorismo religioso y el Estado fueron el tiro de gracia que acabó con muchas tradiciones europeas que expresaban vínculos vitales entre la sociedad y la naturaleza. Durante ese periodo, se perdieron tradiciones de obstetricia, chamanismo y adivinación. Aspectos clave del medio ambiente, tales como las fuentes de agua, fueron desacralizados. El terror por los brujos satanizó esas tradiciones, a tal grado que, cuando observamos el chamanismo y algunos otros aspectos de las culturas que no son occidentales, tendemos a verlos como si fueran diabólicos o atrasados. La constancia de las viejas tradiciones, que el terrorismo religioso pretendía erradicar, podemos verla, por ejemplo, en el juicio del Santo Oficio contra Domenico Scandella, llamado Menocchio, a fines del siglo XVI. Este campesino friulano, al tener su “propia” interpretación de la Biblia y de lo que ocurre en el mundo que le tocó vivir, se convierte en sospechoso de herejía pero, en realidad, saca “...a la superficie la profunda raíz popular de la utopía...”21 El “lee” un mundo mejor en la Biblia, no se conforma con la interpretación del sacerdote del pueblo. Y esta otra “lectura” proviene de la “...tenaz persistencia de una religión campesina [...] ligada al ritmo de la naturaleza, fundamentalmente precristiana”.22 Bajo el poder arbitrario de la Iglesia y del Estado muchas de las tradiciones populares, a excepción de la risa, se perdieron. En algunos escasos espacios sociales —tales como carnavales y ferias— hubo lugar para la sátira, la ridiculización grotesca de la solemnidad oficial, la defensa del derecho a la risa y la expresión de la identidad

20

Carolyn Merchant, The Death of Nature: Women Ecology and the Scientific Revolution, San Francisco, Harper and Row, 1980. 21 Cario Ginzburg, Il formaggio e i vermi: il cosmo di un mugnaio del ’500, Turín, EINAUDI, 1976, p. 101. 22 Ibid., p. 130.


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cultural local. Detrás de esa máscara, la cultura popular, al expresar una forma de resistencia silenciosa ante la imposición de la cultura oficial jerarquizada, continuó siendo una fuerza unificadora para las comunidades locales. En efecto, algunos ven en el género artístico de lo grotesco de la Baja Edad Media el primer chispazo del humanismo. El crítico literario ruso, Mijail Bajtin, refiriéndose al Medievo y Renacimiento europeos, ha escrito: La risa fue sin duda una forma de defensa externa, estaba legalizada y concedía ciertos privilegios, estaba exenta (hasta cierto punto) de la censura externa, de la persecución y de la hoguera [...] es, además, intrínseca y no puede remplazarse con la seriedad [...] En contraste con la risa, la seriedad medieval estaba internamente saturada de sentimientos de terror, debilidad, docilidad, resignación, mentiras e hipocresía cuando no de franca violencia, intimidación y amenaza [...] En la plaza pública, en los festivales, ante una mesa bien provista, la seriedad quedaba destronada [...] otra concepción se expresaba a través de la comedia, la sátira, las obscenidades, lo grotesco, las parodias, etcétera [...] El temor y las mentiras se disipaban antes del triunfo de lo material-corporal.23 Y Jerónimo Aeken, el Bosco, probablemente supo mejor que otros, y en forma gráfica, recrear esa atmósfera. En el carnaval, principalmente, y en un menor grado en otros festivales, la inmanencia de la naturaleza representada por la antigua serpiente de Le Goff encontró un pequeño espacio, un refugio para protegerse de la intolerancia de la cristiandad medieval. La sociedad europea del siglo XVII contaba, sin lugar a dudas, con un aparato represivo que tenía las mismas características que los actuales mecanismos empleados por el Estado en muchas sociedades de América: frecuente desaparición de la víctima acusada, investigación y “juicio” secretos, tortura y franca violación de los derechos respecto a los procesos, los bienes y la vida. Hoy, en América y en otras regiones del mundo, se sigue empleando el mismo aparato de terror.

23

Mijail Bajtin, La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento; el contexto de Francoise Rabelais, Madrid, Alianza Editorial (Alianza Universidad), 1987, pp. 88-89.


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LA EXPANSIÓN DE LOS DOMINIOS DE SATÁN

Cualquiera que revise extractos de los registros de los enjuiciamientos de brujos, inmediatamente reconocerá el discurso empleado para justificar la acusación y encarcelamiento de personas inocentes que terminaron sus días en la cámara de tortura y en la hoguera. La declaración de Pascual de Andagoya del país vasco es típica. Pascual declaró haber sido encontrado en el país de los brujos y que éstos, “inducidos por el diablo”, habían hecho mucho daño a niños y adultos y que usaban ungüentos que el mismo diablo les daba. Al preguntarles bajo qué forma se aparecía el diablo se me dijo que en forma de un hermoso niño pequeño porque esta gente, que es sencilla, no tendría miedo y le creería. Se descubrió que una bruja estaba en un pueblo con muchas otras mujeres y que en ese preciso momento, a una legua de distancia, fue vista en una granja por la gente de su señor.24 Como Caro Baroja señala, esta descripción bien puede aplicarse a cualquier grupo de brujos del Renacimiento europeo. Y cuando descubrimos que la descripción de Pascual sobre los indios del Darién, que data de la época en que él participaba en la conquista de esa región, se hace todavía más evidente el tremendo peso de la sombra ideológica del pensamiento satánico europeo. Los europeos que vinieron a la Conquista de América —así como aquellos que conquistaron África y Asia— arrastraban consigo siglos de intolerancia religiosa y falta de respeto por la identidad étnica local y la autonomía. En América, los invasores se valieron de las mismas instituciones empleadas en Europa para acabar con la autonomía étnica y apropiarse de los recursos locales: la cruzada, la conversión obligada y la Inquisición. Sin embargo, en su desplazamiento hacia América, éstas sufrieron cambios inducidos por los nuevos vientos que soplaban en Europa pero, también, por el choque con las costumbres y cultura indias. Sin embargo, la matriz civilizatoria europea en general, y española en particular, ya estaba dada y el hilo conductor religioso era

24

Julio Caro Baroja, Las brujas y su mundo, Madrid, Alianza Editorial, 1966, p. 63.


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trasladado a las tierras americanas. Fray Jerónimo de Mendieta lo expresa con claridad: [Los Reyes Católicos acabaron con] la perfidia judaica, la falsedad mahomética y la ceguera idolátrica [...] Y aún por este santísimo celo y heroica hazaña es de creer que merecieron lo que sucesivamente se siguió, que apenas fue concluida la guerra de los moros, cuando les puso Dios en sus manos la conquista y la conversión de infinidad de gentes idólatras [...] que así como a estos católicos reyes fue concedido el comenzar a extirpar los tres diabólicos escuadrones arriba señalados, con el cuarto de los herejes, cuyo remedio y medicina es la Santa Inquisición, así también se les concedió que los reyes sus sucesores den fin a este negocio [...] conversión final de todas las gentes al gremio de la Iglesia se haga por mano de los reyes sus descendientes.25 A mediados del siglo XIX, en Europa, la ideología que justificaba la expansión territorial y la conquista de Asia y África ya estaba consumada en América; poco había cambiado si nos atenemos al sermón dominical de un pastor holandés, Wawelaar, sobre la “conversión” al cristianismo de los malayos y javaneses. Esto era, queridos hermanos en Jesucristo, la vocación de Israel [se refería al exterminio de los habitantes de Canaán]; ¡y ésta es la vocación de Holanda! [...] Echad una ojeada por las islas del Océano Indico habitadas por millones y millones de descendientes de aquel hijo repudiado [y con razón] por el noble y grato a Dios, patriarca Noé. Por aquellas tierras lejanas se arrastran las gentes todavía por las inmundas cuevas de la ignorancia pagana [...] los hay que no contentos con obedecer a un falso profeta adoran a otro Dios, que digo, a otros dioses de piedra o madera que ellos mismos han hecho a su imagen y semejanza: negros, horribles, con sus chatas narices y su aspecto grotescamente diabólico [...] los hay que creen que basta con obedecer las leyes de la sociedad civil y con cantar en acción de gracias por la cosecha expresando su alegría ante el rendimiento de su trabajo [...] los hay tan descarriados, queridos hermanos, que están convencidos de que basta con amar a la mujer y a los hijos y con no quitarle al prójimo lo que le pertenece para sentirse

25

Ida Rodríguez Prampolini, Amadises de América: hazaña de las Indias como empresa caballeresca, México, Academia Mexicana de la Historia, 1990, p. 121.


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Territorios violados

con derecho a descansar por la noche con la conciencia tranquila [...] Por eso ha sido Holanda llamada a salvar de esa calamidad todo lo salvable [...] Las naves de Holanda surcan los grandes mares y aportan civilización, fe religiosa, cristianismo, al javanés .extraviado [...] a las infelices criaturas de tan lejanas playas trabadas aún con los hierros de la increencia, de la superstición, de la inmoralidad.26

No es extraño percatarse de la creencia popular, que incluso personas cultas comparten, de que los indios de Perú y México, después de la conquista militar de los asentamientos centrales del poder, se convirtieron al cristianismo en forma más bien pasiva. Existe una amplia bibliografía que permite demostrar lo contrario, es decir, que fue impuesto por la fuerza a la población local. En 1525, tres años después de la caída de Tenochtitlan, los frailes franciscanos comenzaron a quemar templos y galas de los sacerdotes. En 1539, Cortés firmó una ordenanza que contenía 35 mandamientos que los indios debían “conocer y entender [...] para lograr su salvación” y en la que se especificaban castigos para todas aquellas costumbres que no estuvieran dentro de las normas establecidas por la moral católica española del siglo XVI. Se prohibió estrictamente la “adoración de las piedras, el sol, la luna, los árboles, y otras criaturas...” Durante el siglo XVI pueden encontrarse un sinfín de casos documentados de ejecuciones en la horca, descuartizamientos y quemas. En Michoacán, en 1530, don Francisco Tzimtzinga Tangaxuan, el cazonzi (principal) de los purépechas, fue acusado de idolatría y traición y quemado en la hoguera. En 1539, don Carlos Omechotzin, principal de Texcoco, fue quemado, aun cuando sabemos, por los registros de los juicios, que él encabezó una arenga de levantamiento contra el cristianismo y refutó el mito —creado por los colonialistas— acerca de la profecía del regreso de Quetzalcóatl.27 Una vez más se emplea la represión religiosa para acabar con el liderazgo local. Carlos Omechotzin, nieto de Netzahualcóyotl, el gran poeta y humanista nahua, fue otra irónica víctima de la

26

Max Hávelaar, Las subastas de café de la compañía comercial holandesa, Barcelona, MULTATULI (Los Libros de la Frontera), 1975, pp. 160-163. 27 Luis Reyes García, “Represión religiosa en el siglo XVI; la ordenanza de 1539”, en Civilización: Configuraciones de la Diversidad, núm. 1, México, CADAL/CEESTEM, 1983, pp. 24-25, ordenanza reproducida en pp. 12-17.


Etnicidad y medio ambiente… 47

intolerancia. En 1562, el fanatismo religioso de las hermandades alcanzó su máxima expresión en Yucatán, en donde se acusó a 4 549 hombres y mujeres de idolatría y por ello fueron torturados; a otros 6 330 se les purificó, y 114 cadáveres, a manera de castigo póstumo, fueron desenterrados y quemados públicamente hasta quedar convertidos en cenizas. Desde el comienzo mismo de la Conquista de América se sataniza a las civilizaciones indias. El cronista de Indias, López de Gómara, pone en boca de Hernán Cortés las siguientes palabras: La causa principal a que venimos a estas partes es por ensalzar y predicar la fe de Cristo, aunque juntamente con ella se nos sigue honra y provecho, que pocas veces caben en un saco. Derrocamos los ídolos, estorbamos que no sacrificasen ni comiesen hombre, y comenzamos a convertir indios aquellos pocos días que estuvimos en México. No es razón de que dejemos tanto bien comenzado, sino que vamos a do nos llama la fe y los pecados de nuestros enemigos, que merecen un gran azote y castigo; y que si bien os acordáis, los de aquella ciudad, no contentos con matar infinidad de hombres, mujeres y niños delante de las estatuas en sus sacrificios por honra de sus dioses, y mejor hablando, diablos, se los comen sacrificados; cosa inhumana y que mucho Dios aborrece y castiga, y que todo hombre de bien, especialmente cristianos, abominan, defienden y castigan. Allende de esto, cometen sin pena ni vergüenza el maldito pecado porque fueron quemadas y asoladas aquellas cinco ciudades con Sodoma. Pues ¿qué mayor ni mejor premio desearía nadie acá en el suelo que arrancar estos males y plantar entre estos crueles hombres la fe, publicando el santo Evangelio? Que, pues vamos ya, sirvamos a Dios, honremos a nuestra nación, engrandezcamos nuestro rey, y enriquezcamos nos otros; que para todo es la empresa de México. Mañana, Dios mediante, comenzaremos.28 Y el mismo cronista abunda en la satanización: “Empero como siempre porfiaba [Cortés] a verle y llegar a México, preguntó al diablo [Moctezuma] lo que haber debía sobre tal caso, después de haber tomado consejo de sus capitanes y sacerdotes”.29

28

Ida Rodríguez Prampolini, op. cit., p. 104. p. 140.

29 Ibid.,


48 Territorios violados

El proceso de justificación divina de la llegada de Colón a América y de la Conquista, era parte del pensamiento “normal” de la época: finalmente escogió Dios por medio e instrumento a Colón para comenzar a descubrir y abrir camino de este Nuevo Mundo, donde se quería manifestar y comunicar a tanta multitud de ánimas que no lo conocían, como escogió a Fernando Cortés como instrumento y medio de la principal conversión que en las Indias se ha hecho; y así como negocio de Dios y negocio de ánimas, fue guiado y solicitado por varón religioso dedicado al culto divino.30 Y la contrapartida a la actividad celestial emprendida por los españoles estaba representada por las huestes satánicas, cuyas manifestaciones eran percibidas en las civilizaciones indígenas; describirlas era un “traslado al infierno”.31 No todos los europeos que arribaron al continente americano compartían la misma visión; de hecho, algunos de ellos trajeron consigo nociones del mundo que diferían bastante de las formas de pensar de los conquistadores. Esa visión fundamentalmente humanista alteró el funcionamiento de las instituciones de represión habitualmente empleadas hasta entonces. Después de algunos años, que para la población nativa fueron trágicos, se prohibió que la Inquisición sometiera a juicio a los indios, ya fuera por herejía o supuesta reincidencia en lo que se calificaba de prácticas paganas. Sin embargo, a los obispos se les otorgaron ciertos poderes inquisitoriales para que, valiéndose de ellos, sojuzgaran a los indios conversos que estaban bajo su jurisdicción. Los obispos, a su vez, fueron mostrándose cada vez más resueltos en cumplir con la tarea a la que entonces estaban encomendados: eliminar los vestigios de la religión anterior a la Conquista. Los humanistas europeos manifestaron un particular interés por las civilizaciones amerindias, lo cual no significa que realmente estuvieran interesados en el bienestar de los pueblos indios. El humanismo tenía como objetivo la utilización del conocimiento para restituirle a la vida humana un estado del ser y un estado de

30 31

Ibid., p. 121. Ibid., p. 134.


Etnicidad y medio ambiente… 49

ánimo que le permitiera comprender el cosmos. Un logro tal estaría al alcance de cualquiera que fuera capaz de dominar las técnicas del intelecto —sistemas artificiales para el conocimiento o “artes”— que en la antigüedad habían sido utilizadas por los hombres para adaptar sus vidas a la naturaleza, pero que en las generaciones subsecuentes se habían perdido. Como parte integral de esta temática, durante el siglo XVI, el Nuevo Mundo y sus civilizaciones indígenas fueron motivo de interés para muchos.32 Estudiaron las costumbres y los códices de las civilizaciones amerindias con la esperanza de encontrar, en esas culturas más primitivas y prístinas, el conocimiento acerca de Dios que el hombre, antes de “corromperse”, poseía y que después había perdido. Paradójicamente, se culpó a Satán de esta corrupción y no a la Iglesia que fue la que reprimió con brutalidad las antiguas escuelas filosóficas paganas que los humanistas posteriormente revivieron. Algunos seguidores del humanismo —notoriamente los jesuitas— pensaron que por el solo hecho de venir a América a fundar “utopías”, bajo los modelos de Tomás Moro y otros pensadores, utilizando como conejillos de Indias a los indígenas, lograrían poner en práctica sus ideas. Asimismo, fueron entusiastas defensores de los legítimos derechos de los indios en tanto seres humanos y ciudadanos de un Estado reglamentado por la ley. Su intervención fue crítica y. el impacto que ello tuvo se manifestó en algunas de las habilidades que las comunidades amerindias tuvieron que desarrollar para recuperarse del colapso demográfico que la invasión europea provocó. Como se mencionó, la sociedad europea del siglo XVI recién concluía su primera experiencia en cuanto a la formación de los principios de los Estados nacionales, que surgieron de la inclusión, por conquista, de territorios étnicamente diversos. Aun cuando esos territorios perdieron su soberanía continuaron manifestando su resistencia mediante las distintas lenguas y culturas populares locales. Esta resistencia, a su vez, fue objeto permanente de la represión que las primeras monarquías europeas y su aliado, la Iglesia, enmascararon en la herejía o en la brujería. Esa misma actitud, in-

32

George Collier, “Aboriginal Sin and the Garden of Eden: Humanist Views of the Amerindian” (manuscrito), Stanford University, 1976.


50

Territorios violados

cluso en la actualidad, prevalece entre muchos historiadores contemporáneos, quienes raras veces mencionan —y si lo hacen es de manera bastante superficial— los factores étnicos posteriores a la época de Carlomagno. No obstante, en la Europa Occidental de finales del siglo XX la identidad étnica regional se mantiene viva. Más de quince “naciones excluidas” residen en Europa y las minorías étnicas nacionales “reivindican” la mitad del territorio de la región. La defensa de la identidad cultural de esos grupos, en la actualidad, va desde la resistencia armada de los grupos separatistas — como es el caso de los vascos— hasta los intentos por la preservación de la cultura y de la lengua, como es el caso de Languedoc y de Walles. No nos detendremos, por el momento, en resurgimientos nacionales y/o étnicos que se dan actualmente en Europa Oriental. Hoy, en América Latina, la identidad étnica con bastante frecuencia se “suprime” de la versión del Estado en torno de la realidad “nacional”, es decir, del discurso político, social y cultural de la sociedad dominante. La represión, que va desde la utilización directa de la fuerza militar (cruzada) hasta la persecución inquisitorial, se emplea cada vez que los derechos étnicos locales se convierten en un obstáculo para la acumulación del capital o para los intereses políticos de una minoría. La realidad de tal represión y genocidio no resulta nada grata para los grupos “cultos” del mundo occidental y, por lo general, prefieren ignorar ese hecho. La represión del otro, la intolerancia hacia la diferencia probablemente podrán resultarnos comprensibles, que no justificadas, si lográramos percatarnos de que el etnocidio y la negación de la autonomía que conllevan, no son una simple aberración, tampoco sólo la violación ocasional de los derechos humanos que “habitualmente” respetamos, sino que más bien incluso desde los orígenes del Estado occidental moderno son consustanciales a éste. La pretendida superioridad cultural y los supuestos “derechos” autoatribuidos por algunos sectores de utilizar la naturaleza para sus propósitos, sin importarles los impactos que tendrán sobre las poblaciones humanas y los ecosistemas locales, están tan arraigados en esa actitud respecto al mundo, primordialmente en el llamado occidental, que solamente un cambio profundo del concepto que nosotros mismos tenemos, de nuestras instituciones políticas y sociales fundamentales, haría posible el cambio de las pautas que


Etnicidad y medio ambiente… 51

determinaron la presencia del etnocidio y del etnocidio que se desencadenaron desde hace quince siglos. El reconocimiento de esta realidad es de suma importancia, pues con base en ello seremos capaces de definir la clase de acciones que deberemos realizar, si verdaderamente pretendemos llevar a cabo actividades efectivas para preservar la diversidad ecológica y cultural de nuestro continente. No será con leyes que sólo decretan penas intrascendentes para los agentes del desarrollo que desplazan a los indios de sus territorios y destruyen el medio ambiente en el que viven que cambiaremos en forma definitiva los patrones desintegradores que ordinariamente entran en juego dentro del paisaje global, tampoco con la inclusión de algún “componente medioambiental” en los créditos para el desarrollo, ni con la creación de reservas para la biosfera alrededor de un foco de biodiversidad. Para efectuar un cambio fundamental, antes que nada, debemos cuestionar nuestras formas de pensamiento más elementales, lo mismo que confrontar nuestras instituciones más poderosas, así como examinar nuestra manera de vivir cotidiana. Pero, sobre todo, deberemos sopesar nuestras actitudes y acciones diarias para con la naturaleza y el uso que de ella hacemos. Escuchar lo que otras culturas tienen que decir acerca de la relación que como colectividades humanas han mantenido con sus entornos, podría ser el camino que nos permitiera iniciar ese proceso de apertura y cambio.



II. LA CONCEPCIÓN DE LA NATURALEZA DE LA CIVILIZACIÓN AMERINDIA

Pese a que los expertos en la materia generalmente reconocen la calidad y profundidad del conocimiento que los pueblos indígenas tienen en torno a su medio ambiente, éste no ha trascendido hasta la población no indígena de América Latina. La cultura nacional latinoamericana considera que los pueblos indios, al estar mayoritariamente constituidos por campesinos y jornaleros, tienen un nivel de inteligencia menor al de la media, que son salvajes y atrasados y que, por lo mismo, necesitan recibir instrucción y protección. En todo caso, consideran que las posibilidades de “evolución” de las sociedades indias se darán en la medida en que sus comunidades, a la par que adopten las costumbres occidentales, se decidan a abandonar su lengua, mitos, tecnologías y rituales. Un sistema tal de prejuicios no solamente condiciona las relaciones sociales, económicas y políticas entre las sociedades indígenas y las nacionales, sino que restringe las posibilidades futuras del desarrollo económico e incluso determina la permanencia de los proyectos que se llevan a cabo en los territorios indios. En la actualidad contamos con una multiplicidad de ejemplos, bien documentados, con los cuales es posible demostrar que las relaciones que los pueblos indios establecen con sus entornos alcanzan niveles de refinamiento y complejidad incuestionables. Elegimos algunos de esos ejemplos para incluirlos en el presente capítulo, con la finalidad de explicitar mejor nuestra hipótesis básica: los indios poseen un conocimiento y una experiencia que son fundamentales para la conservación, la rehabilitación y el uso sostenido de los ecosistemas regionales de América Latina.

53


54 Territorios violados Las prácticas culturales que los grupos indios de Latinoamérica realizan en sus territorios, frecuentemente favorecen la preservación y, más aún, incrementan la diversidad biológica. Esas prácticas que por una parte pueden catalogarse como pertenecientes al dominio de la cultura material —herramientas, tecnologías, etcétera— por otra pueden atribuirse a un conocimiento especializado acerca de la naturaleza. Sin embargo, más allá de esos aspectos materiales, a menudo las formas de organización social y económica que regulan a las sociedades indias condicionan, de manera directa, la naturaleza del impacto que tendrán sobre el medio ambiente. ÁREAS NATURALES Y CULTURALES EN LATINOAMÉRICA Antes de intentar realizar un análisis acerca de los aspectos humano-ecológicos de las sociedades indígenas, debemos considerar las características generales de América, ya que está integrada por un conjunto de áreas naturales (véase mapa 1) y culturales determinadas. Si nos conformáramos con una de las clasificaciones más elementales de las culturas nativas de América Latina, únicamente consideraríamos cuatro áreas principales: dos en Norteamérica y dos en la parte sur del hemisferio. En líneas generales esta división corresponde a una segmentación en sistemas políticos. Mesoamérica y la región de los Andes fueron centros de civilizaciones urbanas tempranas. En los tiempos de la Conquista, estas comunidades agrícolas sedentarias formaron parte del sistema tributario azteca o inca, respectivamente. En las fronteras de estas civilizaciones —en la selva amazónica o en los desiertos del norte— las sociedades de pequeña escala, sin organización estatal, fueron la norma. Estas sociedades, en el sentido propio del término, son las sociedades “primitivas”. Sin embargo, la dicotomía Estado versus sociedades primitivas de ese esquema es una simplificación. Las distintas áreas que subsistieron fuera del rango de las dos civilizaciones principales, al parecer, contaban con formas distintas de organización política. Desde esta óptica, no quedan excluidos los tupi-guaraní, las sociedades del delta del Amazonas en América del Sur, valle del Misisipí, de las costas del noroeste y del Atlántico de América del Norte. Todas ellas fueron sociedades semisedentarias de agricultores y pescadores, con linajes complejos


La concepción de la naturaleza... 55 basados en la organización política que hacían posible la autonomía regional, pero sin que, por ello, contaran con las estructuras políticas claramente diferenciadas que por lo común se asocian con el Estado propiamente dicho. Esas formas de organización política se desintegraron durante la invasión europea. Las comunidades que lograron sobrevivir fueron apropiándose de las formas de organización de las demás comunidades y, generalmente, según la oportunidad se presentaba, fueron convirtiéndose en comunidades de campesinos-asalariados o retornaron al nomadismo. Los invasores europeos desmantelaron todos los ámbitos de las civilizaciones precolombinas en los niveles regionales y extrarregionales de las sociedades indias. Uno esperaría que sistemas políticos tan diferentes estuvieran en correspondencia con las condiciones del medio ambiente tan variables y con los modos de producción respectivos. Sin embargo, aquí nos topamos con una de las más extrañas paradojas de las culturas amerindias precolombinas. La distinción entre sociedades con organización estatal y sociedades sin Estado no corresponde a la existencia o inexistencia de un modo de producción agrícola. En efecto, la agricultura ha sido practicada por los pueblos indios en todo el hemisferio, quedándose relegada solamente allí donde el medio ambiente impedía su práctica: los pastizales de Argentina y del centro de la América del Norte o los hábitats extremos, tales como la Tierra del Fuego o el Ártico. En esas áreas se desarrollaron, principalmente, las sociedades de pescadores y recolectores minoritarias. Como Clastres señala1 al referirse a Sudamérica, pese a la increíble diversidad de culturas y ecosistemas, las estrategias técnico-ambientales de las sociedades indígenas de América dan la impresión de ser un enorme bloque homogéneo, pero con variantes, principalmente en función de la intensidad de la producción agrícola y del grado de dependencia que mantengan con el comercio, la cacería y la recolección de los recursos locales silvestres. La homogeneidad del sustrato técnico-ambiental es un sello distintivo de las culturas de América prevaleciente desde el periodo que los arqueólogos denominan formativo —el periodo “neolítico”

1Pierre Clastres,

Recherches d’anthropologie politique, París, Éditions du Seuil, 1980, p.68.


Mapa 1 REINOS, BIOMAS Y PROVINCIAS BIOGEOGRÁFICAS DE AMÉRICA LATINA


Reino Neártico y sus provincias biogeográficas 1. Sonorence 2. Chihuahuense

3. Tamaulipeca 4. Cordillera Madre

Reino Neotropical y sus provincias biogeográficas 5. Campechana 6. Panameña 7. Costa Colombiana 8. Guyana 9. Amazonia 10. Madeira 11. Bosque pluvial brasileño 12. Planalto brasileño 13. Bosque Valdiviano 14. Sinaloense 15. Guerrerense 16. Yucateca 17. Centroamericana 18. Bosque seco venezolano 19. Bosque deciduo venezolano 20. Bosque seco ecuatoriano 21. Caatinga 22. Gran chaco

23. Bosque chileno araucaria 24. Esclerófilo chileno 25. Desierto Pacífico 26. Monte 27. Patagonia 28. Llanos 29. Campos limpos 30. Babacu 31. Campos cerrados 32. Palpas argentinas 33. Palpas uruguayas 34. Andes norte 35. Montano colombiano 36. Yungas 37. Puna 38. Andes sur 39. Lago Titicaca

Nota: Este mapa está basado en el trabajo de M.D.E Udvárdy que define unidades geográficas con propósitos de conservación que combina la distribución de especies por reinos con la distribución de ecosistemas. La delimitación en un mapa de esta escala implica inevitablemente grandes generalizaciones. No hay cálculos hechos sobre el porcentaje protegido en cada provincia.


58 Territorios violados americano alrededor del año 2000 a.C. En los hemisferios Norte y Sur, los sitios arqueológicos son a menudo un rasgo característico de la gran similitud de la cultura material de ese periodo. Este hecho contradice la hipótesis simplista de que la diversidad cultural de América es producto de la diversidad ecológica —por ejemplo, el argumento de que las culturas se diversificaron en función de la capacidad que tuvieron para adaptarse a la amplia variedad de ecosistemas existentes en el continente americano. Más bien, las culturas americanas han sabido adaptar, de manera muy singular, un conjunto de elementos tecnológicos semejantes en cada uno de los ecosistemas con los que se han topado, independientemente de las enormes diferencias que entre los mismos prevalezcan. Los arqueólogos han encontrado evidencias de algunas formas de organización social y cultural que, desde el periodo que comúnmente se conoce como formativo hasta nuestros días, son típicas de la vida rural mesoamericana: • Unidades de producción domésticas basadas en familias nucleares o extensas. • Unidades residenciales autónomas con áreas comunes (jardines de plantas medicinales, huertos, etcétera). • Patrones de asentamiento adecuados para la explotación agrícola de suelos aluviales cercanos a los ríos. • Rituales domésticos (enterramientos de placenta, altares). • Unidades domésticas unidas a espacios destinados • Unidades domésticas unidas a espacios destinados a los rituales comunitarios (o estructuras) que indican un cuerpo de creencias compartidas.2 Estos patrones, y la mayoría de la tecnología presente en la etapa formativa, continúan siendo primordiales en la vida de muchas de las comunidades indias campesinizadas de América Latina. MANEJO DE LOS RECURSOS Y PUEBLOS INDIOS La generalización en torno a las semejanzas mencionadas antes no da cuenta, sin embargo, de la ingeniosidad con la cual las culturas

2

Marcus Winter, “La dinámica étnica en la Oaxaca prehispánica”, en A. Barabas y M.A. Bartolomé (coords.), Etnicidad y pluralismo cultural: la dinámica étnica en Oaxaca, México, INAH, 1986.


La concepción de la naturaleza... 59 indias lograron adaptar, armoniosamente, una estrategia tecnológica básica a condiciones naturales de por sí muy variables. Los sistemas de agricultura intensiva en las selvas tropicales húmedas son un buen ejemplo de ello; además, han sido motivo de estudio en distintas regiones del mundo. Dichos sistemas están integrados por una gran variedad de cultivos sembrados en patrones dispersos de acomodamiento que, durante todo el transcurso del año, proveen de alimento. Los jardineshuertos de cultivo intensivo se complementan con la utilización de otros recursos tales como la recolección, la caza y la pesca, y todo ello hace posible que, dentro de un contexto de ecosistemas estables, se cuente con una dieta balanceada y que los productos excedentes puedan destinarse al mercado o al intercambio, cuando aquél no existe. Los mayas lacandones que habitan en México han logrado producir “milpas de alto rendimiento”3 en las que cultivan alrededor de 50 especies de plantas, entre las cuales se encuentra el tabaco que comercializan en los mercados regionales. Los campos destinados al cultivo exclusivo del maíz alcanzan los niveles más elevados del promedio en el estado de Chiapas y en la región.4 Los yanomami de Brasil y de Venezuela, con frecuencia catalogados como la última sociedad primitiva del mundo contemporáneo, mantienen una economía sustentada en el uso múltiple y equilibrado de la selva tropical húmeda.5 Los kayapo de Brasil cuentan con una economía de base y con medios de subsistencia confiables y variados, combinando el cultivo de hortalizas y otros usos de la tierra.6 Los secoya del Perú aprovechan diversas zonas de altitud de su región para llevar a cabo un ciclo anual sostenido. 7 Innumerables ejemplos podrían citarse.

3G.C.

Wilken, “Food Producing System Available to the Ancient Maya”, en America Antiquity, núm. 36, 1971, pp. 432-448. 4 James Nations y Ronald Nigh, “The Evolutionary Potential of Lacandon Maya Sustained Yield Tropical Forest Agriculture”, en Journal of Anthropological Research, núm. 1, vol. 36, 1980. 5 CCPY (Committee for the Creation of the Yanomami Park), “Yanomami Indian Park, Proposal and Justification. The Yanomami in Brazil”, en ARC/IWGIA/SI Documents, núm. 37, Copenhague, 1979; Jacques Lizot, “La recolección y las causas de su fluctuación”, en Extracta, núm. 5, Lima, 1986. 6 Darrel Posey, Continuation of the Kayapo Project, informe a la Universidad de Maranhao, Brasil, 1987. 7 J. Casanova, “El sistema de cultivo secoya”, en Alberto Chirif (ed.), Etnicidad y ecología, Lima, CIPA, 1978.


60 Territorios violados No obstante, la mera descripción de alguno de esos jardines silvestres bastará para acercarnos a lo que en ellos es posible descubrir. En un reporte presentado por Whitten acerca de la situación que prevalecía en el este de Ecuador, en lo concerniente a estos vergeles anota: incluye tres niveles para el cultivo de especies distintas que reproducen el ecosistema del bosque en un microcosmos, con canales para desviar y esparcir el agua de la lluvia, filtrar la luz solar y proveer de un tejido de raíces subterráneas para retardar la filtración de los nutrientes vitales. Determinadas áreas del bosque son convertidas en tierras de barbecho. La caza y la pesca suministran las proteínas animales, las cuales se complementan con carne de tortuga y huevos, con la cría de patos salvajes y, hoy en día, también con la cría de gallinas. Gran cantidad de frutas, maíz, raíces comestibles, larvas de insectos, crustáceos y caracoles proporcionan una dieta muy completa a las culturas indígenas, a la par que amplían el repertorio de conocimientos básicos que éstas poseen en torno al bosque y a los recursos acuáticos.8 Los primeros agricultores indígenas “domesticaron”, hace muchísimos años, las decenas de cultivos con las que uno se topa en esos jardines selváticos; pese a que una parte de aquéllos provinieran del Viejo Mundo, de inmediato fueron adaptados al sistema de agricultura tropical, lo que representa siglos de experiencia en el manejo de los delicados suelos tropicales. En contraste con lo anterior, destaca el hecho de que los actuales colonizadores de las regiones de selvas tropicales, independientemente de que cuentan con los instrumentos de la “revolución verde”, sólo en muy contadas ocasiones han obtenido tan excelentes rendimientos. En un reporte de investigación realizado con los kayapo de la Amazonia, Posey señala: los resultados preliminares nos muestran que las prácticas agrícolas indias, en un ciclo de manejo del suelo de 20 años, incrementan el ph y otros nutrientes indispensables. Este descubrimiento es muy significativo, sobre todo si se toma en consideración que ésta es la

8

Norman E. Whitten Jr., “La Amazonia actual en la base de los Andes: una confluencia étnica en la perspectiva ecológica, social e ideológica”, en Norman E. Whitten Jr. (ed.), Amazonia ecuatoriana: la otra cara del progreso, Ecuador, Mundo Shuar, 1981.


La concepción de la naturaleza... 61 primera vez que se obtiene un dato tan exhaustivo acerca de los suelos indios. El análisis, tanto de los datos obtenidos respecto a la fertilidad de los suelos del territorio kayapo, como de los que se tienen del área circundante, revelan logros sorprendentes en el manejo de los suelos indios.9 En el mismo reporte, Posey enfatiza que los kayapo constantemente experimentan con su medio ambiente. Los agricultores y los cazadores indios se mantienen dentro de un proceso de aprendizaje y adaptación continuos con los ecosistemas de la selva. La historia de la domesticaciónde las plantas es reveladora, una vez más, de la ingeniosidad de los horticultores indígenas para adaptar un conjunto básico de recursos genéticos a una amplia variedad de ecosistemas. Es probable que desde los inicios del siglo XVI, por ejemplo, en elcontinente americano existieran aproximadamente 100 razas de maíz, con cientos de variantes. Éstas, además de haber sido adaptadas a sistemas de producción muy distintos y a condiciones ecológicas variadas, en función de propósitos culturales determinados, poseen ciertas característicasde sabor, color, calidad de harina, etcétera. Las especies tradicionales del maíz maya fueron seleccionadas en función de las características que laproducción, en un medio tan agreste como el de la península de Yucatán, requería. Estos recursos genéticos y un manejo sofisticado del agua de la lluvia por parte de los agricultores mayas dieron como resultado rendimientos estables.10 Los mayas chontales, en la adyacente planicie tabasqueña aluvial, cuentan con una variedad de maíz de rápida maduración, adaptada al “marceño” o siembra de marzo, que se realiza antes del retroceso anual de las corrientes del río Usumacinta. Con este sistema se han obtenido producciones de maíz nunca antes registradas en las tradicionales milpas de México. 11 Precisamente, en esta área es en la que se originó la raza de maíz “tuxpeño”:12

9

Darrel Posey, op. cit. I. Argáez y C. Montañez, Yucatán: las condiciones del desarrollo de la agricultura de subsistencia, Mérida, Escuela de Economía, Universidad de Yucatán, 1975. 11 Orozco Segovia y Gleissman, 1992. 12 Efraín Hernández Xolocotzi, “Xolocotzia: obras de Efraín Hernández Xolocotzi”, en Revista de Geografía Agrícola, 2 vols., México, Universidad Autónoma de Chapingo, 1987. 10


62 Territorios violados esta variedad, altamente productiva, es la base de casi todos los híbridos de alto rendimiento utilizados por la industria de Estados Unidos y de otras regiones. En el Istmo de Tehuantepec, ubicado hacia el oeste de la zona maya chontal, los agricultores zapotecas han desarrollado razas de maíz seleccionadas que dan plantas capaces de resistir los vientos que soplan en la región y que, en ocasiones, alcanzan velocidades de 120 km/h.13 Los quechuas y aymarás de Bolivia y Perú también preservan una gran variedad de razas de maíz, papa y otros cultivos. Pero su más singular hazaña es, sin duda, la domesticación de las llamas y de las vicuñas. Las sociedades indígenas americanas establecieron, y mantienen todavía, relaciones bastante complejas con la fauna silvestre, la cual, en algunos casos, está semidomesticada; sin embargo, ellos solamente domesticaron unos cuantos animales. El obispo de Landa, por ejemplo, en el recuento que escribió en el siglo XVI, a propósito de la península de Yucatán, describió a las mujeres que, además de atractivas, trabajadoras y virtuosas: crían aves de corral para alimentarse de ellas y para venderlas [...] también crían pájaros para su propio disfrute, y para obtener las plumas con las cuales hacen sus finos vestidos y crían otros animales domésticos, y permiten a los venados mamar de sus pechos para así dar a entender que son ellas quienes los crían y domestican, y así evitar que los venados vuelvan a los bosques, aun cuando ellas los toman y los conducen a los bosques que es el lugar donde los crían.14 Si bien la contribución que la leche de pecho de las mujeres logró para la dieta de los venados, ésta, probablemente, fue insignificante, pero otras actividades humanas, por el contrario, tuvieron grandes impactos en las poblaciones de venados. El manejo del ciclo de barbecho en los sistemas de agricultura indígena cubre el traslado periódico de los huertos, lo cual, a su vez, facilita que los antiguos emplazamientos avancen hacia etapas de sucesión secundaria controlada y, eventualmente, hacia los bosques. Durante las etapas se-

13

Arturo Warman, “La triste historia de un distrito de riego”, en Guchachi’Reza, núm. 7, segunda época, Juchitán, 1981. 14 A.M. Tozzer (ed.), Landa’s Relación de las Cosas de Yucatán. A Traslation, Cambridge, Harvard University (Papers of the Peabody Museum of American Archaeology and Ethnology vol. XVIII), 1941, p. 127.


La concepción de la naturaleza... 63

cundarias, esas áreas continúan siendo de alta productividad para el consumo humano ya que, particularmente, atraen hacia los viejos cultivos animales y pájaros, regenerando con ello las plantas silvestres. Las sociedades indígenas utilizan, con muy distintos propósitos, las asociaciones secundarias, entre las que se encuentran el desyerbamiento y el control de las pestes que se regeneran en los lugares en los que hay bosques primarios perturbados. Sin embargo, el interés que muestran por los animales silvestres usualmente tiene implicaciones muy definidas. En zonas “medianamente perturbadas”, por ejemplo, cuando se vuelve a cultivar en viejos sembradíos, la fauna puede mantener altas densidades de población, mientras que, paralelamente, se conservan áreas extensivas de bosque sin perturbar. Los campos de barbecho, lejos de permanecer “abandonados”, se mantienen, por el contrario, permanentemente cultivados: ciertas plantas se siembran deliberadamente, mientras que a las plantas silvestres se las cultiva o elimina. El bosque que se regenera en un lapso de 20 años, pasando por las distintas etapas de la sucesión ecológica, se convierte en uno más rico y diverso para beneficio del ser humano que otro que se regenera bajo condiciones naturales. Dentro de las áreas de esos bosques, que se destinan a nuevos cultivos, se pueden sembrar especies de alto valor comercial y, con base en ello, incrementar los ingresos o el valor de uso sin interrumpir el proceso de regeneración. Las técnicas indígenas para el manejo de la sucesión secundaria, en los sistemas de bosque tropical, pueden resultar de gran importancia para los futuros programas de rehabilitación del medio ambiente en regiones severamente deforestadas.15 Esta filosofía indígena del manejo de los recursos es una aproximación característica del aprovechamiento que de ellos hacen los pueblos indios que generalmente alcanzan y que contrasta, de manera rotunda, con el estilo tecnológico de los proyectos de desarrollo actuales. Con la finalidad de hacer que el cultivo sea lo más benéfico posible para sus sociedades, sus sistemas se enfocan hacia el mejor aprovechamiento de las energías subsidiarias suministra-

15

O.F. Linares, “Garden Hunting in the American Tropics”, en Human Ecology, núm. 4, vol. 4, 1976; Darrel Posey, op. cit.; James Nations y Ronald Nigh, art. cit.


64 Territorios violados das por la naturaleza. Tal es el caso, por ejemplo, de los mayas chontales, que en una región donde la ingeniería moderna recomienda grandes presas y profundos canales de drenaje para “controlar” las inundaciones y preparar los campos para el arado, ellos optan por dejar que las corrientes de agua se hagan cargo del trabajo de preparación de los campos para la siembra que, además, es de alto rendimiento. Respecto al manejo de los animales, en lugar de cercar un área y destinarla exclusivamente a la cría de los mismos, dejan que el bosque, ya regenerado, sea el que se encargue de su “sostenimiento”. Sin contar con las enormes ventajas que representa el hecho de preservarlos, una estrategia semejante hace factible la producción de gran variedad de animales. Los madereros coetáneos talan los bosques y siembran unas cuantas especies de pastos que, para ser productivos, demandan labores constantes y que, además, sólo se destinan a la cría de una o dos especies de animales. Para concluir, el manejo de los recursos naturales que los indios americanos realizan presupone principios de diseño que posibilitan la adaptación de las actividades humanas a los ciclos naturales de los ecosistemas. El trabajo humano amplía y dirige los flujos energéticos de la naturaleza. Estrategias de esa índole hacen todavía más palpables las diferencias entre éstas y la occidental, la cual, al oponerse a los flujos energéticos naturales destruye los ecosistemas, a la vez que por tratar de adaptar un modelo que finalmente impone, modifica los procesos básicos de esos mismos ecosistemas. NATURALEZA, SOCIEDAD Y CULTURAS NATIVAS DE AMÉRICA Innumerables ejemplos de la aplicación de esta filosofía indígena del manejo de los recursos aparecen registrados en los escritos de antropólogos, geógrafos y otros investigadores. En la región purépecha de Michoacán, en México, por ejemplo, varios años de investigación etnobiológica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), han revelado en detalle la refinada relación que establece con su entorno una comunidad indígena ancestral. El lago de Pátzcuaro, en Michoacán, bastante frecuentado por quienes visitan México, es una cuenca que cubre cerca de 1 000 km2. Esta región que pertenece a unos 25 000 indios que habitan en la


La concepción de la naturaleza... 65 cuenca y a la vasta mayoría de sus residentes rurales, hasta la fecha sigue subsistiendo, sobre todo, bajo la influencia de la cultura purépecha. Pese a que por varios siglos estuvo habitada por poblaciones humanas, está integrada por un mosaico de ecosistemas que, además de una notable diversidad biológica, cuentan con un amplio rango de recursos naturales.16 En las últimas décadas, la cuenca del lago de Pátzcuaro, así como muchas otras regiones de Latinoamérica, ha sufrido una severa desintegración de su medio ambiente. Asimismo, la causa de ese deterioro está vinculada con la intervención de intereses económicos ajenos a la región —compañías madereras, industrias, turismo— cuando las inversiones nacionales o extrarregionales deberían, más bien, impulsar las prácticas ancestrales de los purépechas. Un ejemplo de lo que los purépechas y muchas otras comunidades rurales latinoamericanas enfrentan, puede obtenerse en cualquiera de los periódicos locales. Puede leerse, por ejemplo, que en las orillas del lago de Cuitzeo 5 000 familias purépechas viven principalmente de la pesca y que los habitantes de las riberas de ese lago manifiestan preocupación por el futuro de su subsistencia. La tala incontrolada de las compañías madereras, en épocas recientes, ha deteriorado la calidad del medio ambiente lacustre, incrementándose la erosión, la sedimentación y la severidad de la sequía. 17 A su vez, y unido a lo anterior, el problema se ha agudizado debido a los requerimientos de agua para el riego de un complejo industrial agrícola, del vecino estado de Guanajuato. Por último, con el establecimiento de una fábrica de papel, a orillas del lago, incluso se violaron las leyes mexicanas relativas al medio ambiente. Las tentativas que los purépechas del lago de Cuitzeo han llevado a cabo por medio de canales oficiales para resolver esa problemática no han tenido éxito y, para estas fechas, es muy factible que la situación ambiental del lago sea irreversible.

16

Víctor Manuel Toledo y Narciso Barrera Bassols, Ecología y desarrollo rural en Pátzcuaro: aproximación al análisis de comunicaciones campesinas de México, México, Instituto de Biología, UNAM, 1984. 17 Víctor Ardua, “Apatía oficial e infición agotan el potencial pesquero de los lagos de Pátzcuaro y Cuitzeo”, en El Financiero, México, 27 de septiembre de 1988, p. 13.


66 Territorios violados Los purépechas viven, principalmente, de los recursos de los ecosistemas locales —bosques montañosos, lagos y suelos. Su economía gira en torno al uso tradicional de esos recursos: agricultura, pesca y fabricación de artesanías para el mercado. Los siglos de su utilización intensiva por parte de los purépechas dan cuenta del profundo conocimiento que poseen de la naturaleza y de sus límites, así como de las complejas formas de mayordomías que el uso sostenido de su entorno ha requerido. La investigación ha confirmado que éstos, pese a las vicisitudes de décadas y décadas, han sabido preservar un vasto cuerpo de conocimientos sistematizados en torno a su medio ambiente.18 En efecto, los purépechas cuentan con un vocabulario de 400 palabras para nombrar la misma cantidad de especies de plantas, es decir, aproximadamente el 50 por ciento del total de las especies existentes en la región. De esas 400 palabras, 250 se utilizan para denominar utensilios para la alimentación, la medicina, los combustibles, así como materiales para la construcción y para la decoración.19 Su lengua cuenta, también, con una nomenclatura bastante sofisticada para describir la anatomía de los vertebrados. De las 47 palabras que designan partes anatómicas, únicamente 24 corresponden a la fisiología del cuerpo humano, mientras que las 23 restantes se emplean para describir estructuras especializadas de los peces, anfibios, reptiles, pájaros y mamíferos.20 Los estudios etnoedafológicos muestran que cuentan con un sistema de clasificación del suelo equiparable, en extensión y profundidad, a la clasificación científica de los suelos. La propuesta de los pobladores locales respecto al manejo potencial del suelo de la región está mucho más pormenorizada y diversificada que el sistema FAO/UNESCO, que aplican normalmente los científicos.21 Se han realizado investigaciones bastante minuciosas de otros dominios semánticos desarrollados en el idioma purépecha. El etnobiólogo Víctor Toledo señala que la influencia de la cultura pu-

Víctor Manuel Toledo et al., “Los purépechas de Pátzcuaro: una aproximación ecológica”, en Cuadernos de Etnobiología, México, DGCP, SEP, 1982. 19 J. Caballero y Cristina Mapes, “Las plantas y los purépechas”, en VII Congreso de Botánica, Morelia, 17-23 de octubre de 1981. 20 Arturo Argueta Villamar, “Etnobiología y civilización mesoamericana”, en México Indígena, vol. IV, México, 1988. 21 Narciso Barrera Bassols, “Etnoedafología purépecha”, en México Indígena, vol. IV, México, 1988. 18


La concepción de la naturaleza... 67 répecha es definitiva para la subsistencia de una región en la que hay una gran diversidad ecológica, lo cual se hace más evidente cuando se compara con otras zonas que han sufrido similares invasiones por parte de grupos extrarregionales.22 Toledo, además, hace una exposición en la que intenta explicar cómo esta cultura no sólo conserva sino intensifica la diversidad biológica. Para hacerlo, parte de los valores purépechas esenciales —lealtad hacia la comunidad, fuerte sentido de territorialidad, un comportamiento económico que, más que favorecer el beneficio individual, se interesa por maximizar las posibilidades de reproducción de la familia y de la comunidad y una cosmología que se sustenta en la reciprocidad con la naturaleza. Con base en esos valores, aprovechando una variedad de zonas ecológicas determinadas, hacen posible un ciclo anual completo de producción. De esta manera, en vez de producir monocultivos con productos de alto valor comercial —la estrategia de la agricultura comercial industrializada— optan por estrategias que garanticen el mejor aprovechamiento de la máxima variedad posible de recursos. Los resultados obtenidos se traducen en mayor diversidad biológica en la cuenca del lago de Pátzcuaro. Más adelante, Toledo especula en torno de cómo una explotación de tal índole confirma, una vez más, el grado de profundidad y delicadeza del conocimiento que los purépechas tienen d$ su entorno, que parte de una larga trayectoria de experimentación y trabajo con ecosistemas de por sí muy distintos.

COSMOLOGÍA Y FILOSOFÍA INDIAS EN TORNO AL MANEJO DE LOS RECURSOS En la cosmología india encontramos la razón de ser de su concepción en torno al manejo de los recursos naturales, es decir, que es determinante en la forma en qué estas sociedades se relacionan con la naturaleza. Toda tentativa por hacer generalizaciones en cualquiera de los ámbitos de la cultura de dichos grupos, pero especialmente en lo que respecta a la cosmología y a la religión, puede convertirse en una cruda simplificación de la realidad de un continente en el

22

Víctor Manuel Toledo, Naturaleza, producción y cultura, Xalapa, Universidad de Veracruz, 1989.


68 Territorios violados cual se han descubierto una gran variedad de expresiones religiosas pertenecientes a más de 400 grupos étnicos nativos. Sin embargo, en muchas de estas culturas siempre pueden encontrarse ciertos rasgos comunes que, para los propósitos de nuestro estudio, consideramos necesario puntualizar. Pese a la gran variedad de principios cosmológicos, hay dos conceptos fundamentales que aparecen en la mayoría de los sistemas de creencias indígenas en América Latina, los cuales, en lo general, regulan las formas de relación del hombre con el medio ambiente y, en lo particular, determinan de manera directa el modelo de manejo de los recursos de cada sociedad. El primero de estos principios se vincula con la creencia de que los humanos son parte integral y activa del cosmos y que, por lo mismo, incluso la más insignificante de sus acciones influye en el todo, lo que contrasta, realmente, con la clásica visión occidental del hombre versus la naturaleza (por ejemplo, uno es más humano en la medida en que esté más alejado de la naturaleza, es decir, mientras más artificiales, más humanos). También difiere de la noción que considera que nuestros actos (por ejemplo, descargar desperdicios tóxicos en el océano) no tendrán impacto en los ecosistemas. En la concepción indígena, incluso los actos rituales, en la medida en que se cree que influyen en el cosmos, se juzgan necesarios para la regeneración del mundo. Duverger anota con certeza: “Lo característico del pensamiento azteca es situar la economía en su dimensión cósmica: no hay diferencia de naturaleza entre el funcionamiento de la sociedad y la marcha del universo.”23 El chamanismo, por ejemplo, es una de las instituciones culturales que casi todas las culturas nativas de América comparten. Su creencia fundamental está basada en la continuidad entre los seres humanos y la naturaleza. Todos los aspectos relacionados con las cuestionadas habilidades de los chamanes (por ejemplo, la capacidad de transfigurarse por voluntad propia, de hablar con espíritus animales y, más aún, de poder hacer de esos espíritus sus aliados) son fundamentales para la comprensión del chamanismo. El chamán es el hombre o la mujer de conocimiento. El estudio de las prácticas empleadas por ellos en las culturas indias ha dado origen a un sin-

23

Christian Duverger, La flor letal: economía del sacrificio azteca, México, FCE, 1983, p. 195.


La concepción de la naturaleza... 69 fin de preguntas en torno a la gestación y a la transmisión que de ese conocimiento se hace de generación en generación.

EL CONOCIMIENTO INDÍGENA DE LA NATURALEZA La teoría de Toledo, acerca de que el conocimiento se origina en el proceso de producción económica, nos parece muy difundida. De hecho, es una de las explicaciones que los científicos frecuentemente derivan de estudios, por lo demás bastante detallados, en torno del conocimiento que las culturas orales, como las de la Amazonia, poseen del medio ambiente y de la manera en que ese conocimiento se transmite de una generación a otra. Se parte de la base de que ese conocimiento “empírico” ha ido acumulándose a través de años de experiencia, incluso siglos de “ensayo y error” de los pueblos indios. Para aproximarse a estos medios de conocimiento en torno a la naturaleza, es indispensable considerar detalladamente la figura del chamán o del hombre o la mujer de conocimiento. Como señalábamos anteriormente, la civilización cristiana eliminó las tradiciones y prácticas de los chamanes occidentales de manera definitiva y, por lo mismo, no contamos con experiencias primarias al respecto. Ello nos distancia de la mentalidad de muchas otras culturas. Debemos distinguir el chamán de las otras figuras legendarias que aparecen en nuestras leyendas — magos, brujos, sacerdotes y parapsicólogos. Las funciones y técnicas utilizadas por aquél en todo el mundo son bastante semejantes.24 Él o ella, son personas que usan su propio poder interno y los estados alterados de conciencia con el fin de influir en la naturaleza y en el cosmos para beneficio de la comunidad. A partir del trabajo antropológico de las últimas décadas acerca del chamanismo americano, sabemos que éste, en tanto filosofía natural, es el corazón de la religión y de la cosmología amerindias. La explicación común acerca de los orígenes del conocimiento de la naturaleza, propio del chamán, contrasta rotundamente con la explicación económica elaborada por las sociedades occidentales. En todas partes del mundo proclama que su sabiduría la obtuvo de espíritus, ancestros, animales, dioses o héroes de su cultura.

24

Mircea Eliade, Shamanism: Archaic Techniques of Ecstasy, Nueva Jersey, Princeton University Press, 1964.


70 Territorios violados

En otras palabras, el chamán no procede por la vía del ensayo y error, por ejemplo, para recetar determinada curación a alguno de sus pacientes cuya enfermedad le resulte desconocida. Sin embargo, además de las técnicas que podríamos llamar mágicas o, a lo sumo, psicológicas, puede, previamente, recetar una hierba medicinal desconocida. En los análisis químicos, esa hierba puede llegar a producir un ingrediente activo que, desde el punto de vista médico, prueba que es efectiva como tratamiento para eliminar la causa de la enfermedad. ¿Cómo se obtendrían tales conocimientos? El chamán seguramente nos responderá que mediante sueños vividos y a través de viajes “deliberados” hacia el otro mundo, en los que alguno de sus aliados espirituales le divulgó la sabiduría que posee. Los científicos que han estudiado el fenómeno señalan que las prácticas chamanistas invariablemente recurren a la provocación de los estados alterados de conciencia, necesarios para entrar en contacto con el mundo de los espíritus. El antropólogo Michael Harner lo ha nombrado como “estado de conciencia chamanística” para resaltar las particularidades que alcanzan los chamanes respecto a otros estados “alterados”. Desde un punto de vista científico resulta muy difícil explicar lo que en este tipo de experiencias se produce. Sin embargo, resulta claro que tanto las percepciones como las conclusiones, que sin lugar a dudas se extraen de esos estados alterados de conciencia, difieren -radicalmente del conocimiento que se obtiene mediante la investigación científica. La psicóloga Jeanne Atcherberg anota lo siguiente: El estado de conciencia del chamán es la verdadera esencia del chamanismo [...] Los recursos mentales que el chamán utiliza durante las curaciones también los emplea cuando ocasionalmente se topa con personas del mundo “moderno” que no tienen acceso a tal sistema de creencias o que no están realmente interesadas en participar en una experiencia semejante, más que nada, debido a su dependencia para con un pensamiento de tipo consciente, racional y coherente [...] Para resolver problemas difíciles, el chamán se sumerge en experiencias internas en vez de buscar solucionar los problemas de una manera racional [...] En efecto, el chamán se conecta con un banco de datos [del subconsciente] al cual no tendría acceso estando en un estado de conciencia normal, de vigilia.25

25

J. Atcherberg, Imagery in Healing, Boston, Shambala Publications, 1985.


La concepción de la naturaleza... 71 Manuel Cordova-Ríos, de Iquitos, ha hecho un fascinante relato del conocimiento que un grupo étnico de la cultura amazónica posee en torno al medio ambiente y que se transmite en forma oral. Cordova-Ríos cuenta que, en cierta ocasión, siendo todavía adolescente, fue secuestrado por un grupo indio de la región, cuando acompañaba a una pequeña expedición de cortadores de caucho que se dirigían rumbo a la Amazonia. Los indios habían decidido incorporar dentro de su tribu a un extranjero para que les ayudara en sus negociaciones con el gobierno nacional. Durante los ocho años que vivió con ellos, ese grupo le hizo partícipe de su lengua, de su cultura y de las prácticas chamanísticas. Cordova-Ríos relata que entre las experiencias en las que le tocó participar, estuvo la de iniciarse en los conocimientos que un cazador debe poseer en lo tocante al mundo de los animales. La Alta Amazonia es una de las pocas regiones del mundo en donde se emplean plantas psicodélicas para provocar el estadio de conciencia de los chamanes. A Cordova-Ríos se le enseñó el ritual de preparación de la bebida ayahuasca, de la cual, posteriormente, bebieron él y varios de los hombres de más edad del grupo, quienes, encontrándose ya en algún lugar bastante apartado de la selva, le enseñaron las costumbres de los animales de la selva. Cordova-Ríos recuerda que, en lugar de recitárselo simplemente en forma oral, cada uno de los animales aparecía primero ante el grupo entero en forma de alucinación. Con esta visión colectiva inicial se activaba el ciclo completo de instrucción del cazador. Una vez que se concluía la enseñanza de alguno de los animales, de inmediato aparecía otro y así sucesivamente, hasta completar cabalmente todas las fases del aprendizaje. De esta manera, durante el periodo que duraba la instrucción del cazador, la información que se consideraba indispensable se le presentaba en forma visual, pues de acuerdo con sus creencias, el conocimiento colectivo de los más experimentados cazadores del grupo se transmitiría, de esa manera, más prolijamente.26 Por lo general, las drogas no se emplean en la inducción de estados de conciencia alterados, ni en las prácticas de los chamanes. De hecho se utilizan, con mayor frecuencia, el golpeteo monótono de los tambores y el canto; la danza y la meditación son alternativas

26

F. Bruce Lamb, Wizard of the Upper Amazon: The Story of Manuel Cordova-Ríos, Berkeley, North Atlantic Books, 1975.


72 Territorios violados que se usan en otras partes del mundo. Independientemente de las técnicas específicas que se empleen, la importancia del papel que juegan los estados de conciencia alterados en la generación de conocimientos, en los países no occidentales, es evidente. Los ejemplos anteriormente descritos hacen que uno tenga la impresión de que, más que una acumulación de información empírica obtenida mediante ensayo y error, muchas culturas poseen estructuras perfectamente elaboradas para la organización, la transmisión y la sistematización del conocimiento, sobre las cuales poseemos hasta el presente, desde un punto de vista científico, un mínimo entendimiento. El chamanismo continúa siendo una institución cultural de extrema importancia para muchas sociedades indias. El chamán es una figura central, incluso para aquellos grupos que en la actualidad mantienen relaciones con las sociedades regionales y extrarregionales y que, por lo mismo, están familiarizadas con la medicina moderna y con el uso de la misma. En la descripción que realiza un antropólogo de los chamanes mazatecas del norte de Oaxaca, México, acota lo siguiente: uno de los ámbitos que permanece impenetrable para la acción oficial: la resistencia que los grupos étnicos desarrollan en el dominio de lo simbólico para enfrentarse a los procesos de dominación. El chamanismo es un acto creativo de resistencia que impulsa los elementos más recónditos de la cultura étnica. Es por esto que el Estado, con su política lingüística, intenta romper esta resistencia para favorecer la cultura política hegemónica. Es por esto, también, que contando con la bendición del Estado, se introducen todo tipo de misioneros [...] El chamán, o las personas con él vinculadas, pueden llegar a ser los representantes de la colectividad que durante las situaciones críticas salen a la defensa del grupo.27

LA INMANENCIA DE LO SAGRADO: LA MADRE TIERRA El segundo de los principios que casi todas las cosmologías indias tienen en común está vinculado con la inmanencia de lo sagrado: la naturaleza es la manifestación directa de lo supranatural y vicever-

27

Ekart Boege, Los mazatecos ante la nación, México, Siglo XXI, 1989, p. 223.


La concepción de la naturaleza... 73 sa. Según las palabras de Miriam Simos: “Dios no gobierna el mundo, Él es el mundo.” Este principio, que en muchos contextos se cataloga de “animista”, en la cosmología india encuentra formas de expresión muy variadas. Pero la más directa de todas surge en el concepto de la Madre Tierra y de sus tan difundidos atributos, lo cual ha sido de vital importancia para las sociedades agrícolas, aun cuando no sea restrictivo de esas sociedades. Por ejemplo, los fox, cazadores norteamericanos, dicen: “la tierra donde vivimos es una mujer [...] ella nos da el sustento, permite que vivamos en ella, que hagamos nuestras casas en ella”.28 Otro grupo de cazadores, los mundurukú, del territorio de Tapajos en Brasil: consideran como elemento fundamental de su religión la relación que establecen con los animales que cazan. Los mundurukú creen en un espíritu vagamente personificado, Putcha chi, “madre de los cazadores” y en las “madres” de diferentes especies de animales. Putcha chi [...] es objeto de rituales y ceremonias: es indudable que podría atribuírsele la calidad de divinidad. Entre las prohibiciones que se imponen a los cazadores está la de matar a cualquier animal solamente por la obtención de su piel. Es necesario, siempre, que la carne se utilice completamente para evitar desperdicios. De lo contrario, Putcha chi, como muchas otras de las divinidades del mismo tipo [en América del Sur], se vengará causando accidentes o introduciendo en el cuerpo del cazador algún objeto que lo enferme o que incluso le ocasione la muerte.29 Creencias como la existencia de un señor de los animales o espíritus protectores de la selva están muy difundidas en América; mediante formas muy específicas de sanción religiosa se regula un sentido ético hacia la biosfera.30 La más clara expresión de la inmanencia divina en la naturaleza, de la tierra como ser viviente que merece respeto, adoración y

28 A.

Hultkrantz, “Religions des indiennes americaines”, en Histoire des Religions, vol. 3, París, Éditions Gallimard (Encyclopedie de la Pléiade), 1976, p. 229. 29 E. Shaden, “Les religions des indiennes de Amerique du Sud”, en Histoire des Religions, vol. 3, París, Éditions Gallimard (Encyclopedie de la Pléiade), 1976, p. 383. 30 C. Martin, The Keepers of the Game, Berkeley, University of California Press, 1978; R. Nelson, “A Conservation Ethic and Environment: The Koyukou of Alaska”, en N. Williams y E. Hunn (eds.), Resource Managers: North American and Australian Hunter-Gatherers, Westview Press Boulder, 1982.


74 Territorios violados que, además, es una divinidad, aparece en las sociedades agrícolas de Mesoamérica y de los Andes. Por ejemplo, en el clásico estudio de Guiteras Holmes acerca de la concepción del mundo de los mayas tzotziles vemos que la tierra: es la madre de la vida universal. Ella es el más compulsivo de todos los poderes del universo. Ella es el poder supremo; todos los demás poderes parecen formar parte de ella o haberse originado de sus profundidades. Es la diosa del desierto, la señora de los bosques. Su ira se provoca tan fácilmente como otorga favores a quien la complace. Ella es quien da la vida y el aliento a todas las criaturas, pero también, es de todos sepulcro. Lo bueno y lo malo del hombre está ligado a su wayjel, o alma animal, que lo hace uno con la tierra.31 Las expresiones míticas tales como la del señor de los animales o la de la Gran Madre Tierra llevan implícitos determinados comportamientos y actitudes respecto a la tierra y sus habitantes. Llamar a la tierra, madre, implica que el propio comportamiento de uno, respecto a la primera, debiera emular el respeto y cuidado que debemos a la segunda, a nuestra madre. Esa noción sienta las bases para el establecimiento de una relación cuasi social entre los humanos y la naturaleza, a la vez que obstaculiza la explotación ilimitada y otras actividades desintegradoras. De cualquier manera, hace evidente la existencia de una visión del mundo, del territorio y de los recursos naturales en la cual se sintetizan y justifican los aspectos económicos, sociales y culturales de las poblaciones indias. El conocimiento de la naturaleza y las creencias religiosas, en sí mismas, no garantiza la conservación y el uso racional de los recursos. El comportamiento en el cual el manejo de éstos únicamente sea un objetivo secundario, nunca llegará a ser realmente aprovechamiento de los mismos, y fracasará bajo condiciones límite de densidad de población y de competencia. Las culturas indias no son conservacionistas por “naturaleza”. Ciertos aspectos del comportamiento indígena tradicional resultan muy destructivos para los ecosistemas. El aprovechamiento de los recursos es una institución social que se origina bajo circunstancias históricas específicas. Pero también, en determinadas circunstancias, cuando la población

31C.

Guiteras Holmes, Perils of the Soul: The World View of a Tzotzil Indian, Nueva York, Free Press of Glencoe, 1961.


La concepción de la naturaleza... 75

no logra establecer un equilibrio sostenible con el medio ambiente puede fracasar. Es necesario evaluar los recursos sociales de las poblaciones indias y especificar las condiciones en las cuales éstas se movilizan, con el fin de crear una ecología humana estable. La organización social de la naturaleza: la propiedad comunal como recurso de uso En un escrito relativo a las sociedades agrarias mesoamericanas, el antropólogo Guillermo Bonfil Batalla caracterizó las cosmologías indígenas de la siguiente manera: como una visión trascendente del hombre y del universo. De acuerdo con esta concepción, la naturaleza, de la que el hombre es parte, sigue un orden cósmico al que todos los seres vivientes deben ajustarse. De esta manera, el hombre no se confronta con la naturaleza, la naturaleza no es .su enemiga, tampoco el objeto de su dominación, sino que más bien es una realidad inmediata con la cual la vida humana debe armonizar. El trabajo como un método para relacionarse con la naturaleza viviente adquiere significado y esta relación es, como lo es también respecto a otros humanos, de reciprocidad; por esta razón, el servicio a la comunidad, en cualquiera de los contextos en que éste se dé, se percibe como trabajo.32 El deber de contribuir con trabajos comunitarios está bastante difundido en muchas zonas indias. Gracias a ello la mayoría de los trabajos públicos, como la construcción de caminos, reconstrucción de escuelas o reforestación, pueden llevarse a cabo. A pesar de que en ocasiones esas relaciones de trabajo pueden servir para explotar a las etnias —con frecuencia, incluso, por sus propios miembros—, continúa siendo una de las expresiones fundamentales de pertenencia a la comunidad. En algunas, las instituciones de esta forma de trabajo comunitario son exploradas continuamente con el fin de irlas adaptando a las nuevas demandas sociales, económicas y políticas.

32

Guillermo Bonfil Batalla, México profundo: una civilización negada, México, CIESAS/SEP/Foro 2000, 1987, p. 70.


76 Territorios violados El trabajo colectivo y los acuerdos que de éste se derivan es una de las instituciones indias que inicialmente combaten las misiones protestantes. Los misioneros presionan a los conversos para que éstos terminen por rechazar esa forma de cooperación y destinen su trabajo a la obtención de ganancias individuales. De esta forma, los protestantes atacan una institución fundamental, vinculada con la solidaridad comunitaria. En muchas sociedades tradicionales del mundo entero, la comunidad y los acuerdos mutuos de trabajo expresan la reciprocidad de las relaciones con el cosmos —entre los humanos, y entre los humanos y la naturaleza. Son las bases de organización que se desprenden de la noción del uso de la tierra de propiedad común. Los economistas, por lo general, fundamentan la teoría de la propiedad común presuponiendo que todos los recursos naturales que se administran de acuerdo con una voluntad colectiva inevitablemente se degradarán. Esta teoría se basa en la noción del “hombre económico”, siempre dispuesto a obtener a expensas de la naturaleza los máximos beneficios personales. Dicho “hombre” utilizará las riquezas comunales para obtener ventajas individuales. Y dado que, en cierto grado la mayoría de ellos están determinados para actuar de esa manera, en un periodo de tiempo mínimo los recursos terminarán siendo explotados al máximo. Por otra parte, esta teoría señala que cuando éstos son de propiedad privada, el dueño, sólo por el hecho de serlo, necesariamente tendrá interés en su aprovechamiento y garantizará el futuro de los mismos. El argumento concluye expresando que cuando están inscritos bajo el régimen de propiedad privada hay una tendencia hacia su aprovechamiento racional. Con este argumento se busca justificar los programas de “reforma de la tierra” que privatizaron la propiedad comunal y que ocasionaron que las comunidades perdieran el control sobre sus territorios. Con el documento de Garrett Hardin, “The Tragedy of the Commons”, se difundió ampliamente la situación de este tipo de propiedad.33 En ese escrito se presentaba ésta como un problema de la libertad individual versus los derechos colectivos. ¿Para reducir el consumo del petróleo tiene el Estado el derecho de limitar las ga-

33

G. Hardin, “The Tragedy of the Commons”, en Science, núm. 162, 1968.


La concepción de la naturaleza... 77 rantías individuales, restringiendo el uso de carros costosos que consumen grandes cantidades de gasolina? Hardin y otros pensadores de la época se equivocaron al confundir la propiedad comunal con “todo nos pertenece a todos”, ya que, de esta manera, ningún dueño es responsable; todos sobrexplotarán los recursos. Esta caracterización es inexacta: La tesis de “La tragedia de los comunes” no hace distinción entre la propiedad comunal como condición teórica en la que no existen instituciones sociales relevantes [libre acceso] y la propiedad comunal como institución social [los comunes] [...] En las situaciones reales de propiedad comunal, derechos de acceso o de uso se comparten equitativamente y de manera exclusiva, por un grupo de personas bien definido. La propiedad comunal debe referirse a una noción exclusiva e inclusiva de la riqueza comunal involucrada. Debe referirse a un conjunto específico de derechos de uso...34 Las instituciones de propiedad comunal también permiten garantizar los derechos individuales de vivir en una comunidad particular con cultura y estilo de vida propios. La exclusión de las personas ajenas a ella puede ser vital para proteger la sobrexplotación de los recursos. En efecto, la existencia de tales organismos podría ser la llave para explicar la correlación entre biodiversidad y territorios indios en algunas regiones del continente. La desintegración de dichas instituciones, provocada por intereses extrarregionales, tal y como pudimos constatar al revisar el desarrollo de ese fenómeno en la Europa medieval (por ejemplo, el cercado), es con frecuencia la fase inicial de un proceso que culminará con el saqueo de los recursos —una verdadera tragedia para el pueblo.35 En ocasiones, esto llega incluso a producirse con la participación total de los miembros de la comunidad, independientemente de que éstos, previamente, manejaran los mismos recursos de manera sostenible. Para los grupos que buscan “el desarrollo de alguna determinada región”, las comunidades indias se convierten en meros obstáculos que deben eliminar.

34 B.

McCay y J. Acheson (eds.), The Questions of the Commons: The Culture and Ecology of Communal Resources, Tucson, University of Arizona Press, 1987, p. 8. 35 J.W. Fernández, “The Cali to the Commons: Decline and Recommittment in Asturias, Spain”, en ibid.


78 Territorios violados Los orígenes de la institución de la propiedad comunal en América son complejos. Los historiadores informan que, probablemente, ya existía desde la época precolombina. Los mexicanos que vivieron durante el imperio azteca, por ejemplo, distinguían diversas formas de propiedad, la de los individuos, la de los oficiales y sacerdotes y, una más, conocida como el calpulli, que estaba parcialmente basada en el parentesco de los grupos. En el caso del imperio azteca y, con el propósito de que se pagara tributo por su posesión, se las reconoció como parte de la propiedad comunal. Después de la invasión española en México, la corona vio en las tierras del calpulli el equivalente a las tierras comunales de Europa. La corona y la Iglesia españolas constantemente defendieron este derecho de los indios, debido al gran interés que tenían de que los nuevos pueblos que acababan de construir, básicamente para concentrar a la población india, no se destruyeran.36 Según señalan algunos antropólogos, las instituciones para la administración de esta forma de propiedad se originaron, principalmente, durante el periodo colonial de readaptación y de recuperación de la sociedad india. Las raíces actuales de la organización social y cultural de las comunidades indias deben buscarse en la necesidad histórica que la conquista y la represión impusieron: reconstruir un medio ambiente rural desintegrado e impedir la extinción de un pueblo conquistado. En todo caso, en la medida en que su derecho a existir en un medio hostil se había convertido en un continuo desafío, fue más bien una mecánica, y no una solidaridad orgánica, la que motivó la cooperación entre las sociedades indias. Para conservar el dominio sobre las tierras que les pertenecían y en las cuales su sobrevivencia estaba condicionada, las comunidades indias se volvieron endógamas y desarrollaron un fuerte sentido de territorialidad que, a su vez, se vio reforzado por la fe religiosa, en tanto que ésta prohibía la alienación de las tierras comunales a cualquier intruso.37 El principal problema que tiene que afrontar cualquier sociedad que está obligada a vivir a la defensiva —tal es el caso de los pueblos

36

G. Rivera Marín de Iturbe, La propiedad territorial en México, 1301-1810, México, Siglo XXI, 1983. Cinthia Hewitt, Anthropological Perspectives on Rural Mexico, Londres, Routledge Kagen and Paul, 1984, p. 115. 37


La concepción de la naturaleza... 79

indios después de la Conquista— es el de la preservación de la unidad comunitaria que, de manera cotidiana, se enfrenta con las fuerzas que buscan su resquebrajamiento para apropiarse de las tierras y de los recursos que les pertenecen. Sin embargo, cuando esa cohesión se mantiene y arraiga, el sentido de territorialidad puede sentar las bases de una administración efectiva de la propiedad comunal. El territorio puede significar, también, el acceso restringido a los recursos, con “reglas y regulaciones acerca de la distribución, el uso y la transferencia de los derechos de los pobladores”.38 En casos como el que se acaba de mencionar la organización india tradicional puede contribuir en el manejo racional de los recursos. Los agentes del desarrollo económico no desconocen esa posibilidad. Los valores culturales implícitos en la territorialidad se convierten en obstáculos para todos aquellos que buscan satisfacer el voraz apetito por el agua, la energía y las materias primas de la economía industrial. Los Estados de América Latina, a menudo, directa o indirectamente, han reprimido a las instituciones comunitarias en las que subyacen la territorialidad y la unidad cultural promoviendo, con ello, la migración. Uno de los casos más recientes que podemos señalar, para ilustrar esta característica manera de eliminar cualquier obstáculo que interfiera con los intereses (extrarregionales) de quienes tienen puesta la mira en la utilización de los recursos que no les pertenecen, es el del tiránico gobierno de Pinochet y de los militares chilenos. Los indios mapuche, que viven en el sur de Chile, desarrollaron instituciones comunales y organizaciones políticas muy sólidas que les permitieron mantener una considerable autonomía y control sobre su territorio. Para acabar con este control, el gobierno de Pinochet instituyó un programa para la privatización obligatoria de la tierra que, en el caso de incumplimiento, incluía penas bastante severas. Este programa contenía, además, leyes que reprimían la cultura y la lengua mapuche, dando como resultado serias violaciones de los derechos humanos tanto de los líderes mapuches como de otros miembros de esa comunidad.39 Como era de esperarse, todos y cada uno de esos atropellos se justificaron con la teoría económica

38

B. McCay y J. Acheson (eds.), op. cit., p. 11. Stavenhagen et al., “Los derechos humanos y los pueblos indios”, en Anuario de Etnología y Antropología Social, vol. 1, México, 1988. 39 Rodolfo


80 Territorios violados neoliberal de la “empresa privada” y de la “modernización”; sin embargo, la realidad, que pretende ocultarse, muestra que las instituciones que los mapuche destinaban a la preservación de sus recursos y a la afirmación de la integridad de su territorio y de su sociedad fueron desmanteladas. Esta desintegración de la solidaridad comunal y de la tenencia de la tierra, a la que comúnmente se le llama etnocidio, siempre ha resultado ser el antecedente de la “adquisición” o “directa incautación” de las tierras indias por grupos extrarregionales.

LA COMUNIDAD INDIA Y EL MUNDO CONTEMPORÁNEO Las tendencias del mundo actual han devastado muchos de los sistemas comunitarios ancestrales, incluso más allá de los límites de su operacionalidad: incremento de la población con la consecuente sobrexplotación o incluso “involución”40 de los recursos; aumento en la demanda comercial por parte de mercados cuya dinámica excede los límites del control local; la desintegración de las instituciones que tradicionalmente administraban la conservación de su riqueza; el control del poder sobre la administración local por parte del gobierno nacional. En algunos casos, las instituciones de propiedad comunal, destinadas al beneficio común, llegan a estar al servicio de los intereses específicos de los jefes políticos locales. No obstante, gran parte de los recursos renovables, vitales para el mundo, están bajo el control local: criaderos de pesca, sistemas de irrigación, bosques y poblaciones de animales y plantas silvestres, a menudo dependen del manejo de la propiedad comunal en el que las comunidades locales se asientan.41 En América Latina, particularmente, gran parte de la biodiversidad prevaleciente, así como los bosques que son vitales para mantener los ciclos hidrológicos, dependen sobre todo del futuro, de la administración que las comunidades indias consoliden. Este hecho es, al mismo tiempo, causa de optimismo y de honda preocupación.

40 C.

Geertz, Agricultural Involution: The Process of Ecological Change in Indonesia, Berkeley, University of California Press, 1963. 41 B. Brokenska y B.W. Riley, “Managing Natural Resources: The Local Level”, en D. Botkin et al. (eds.), Changing the Global Environment: Perspective on Human, Boston, Academic Press, 1989, pp. 341-366.


La concepción de la naturaleza... 81

Como mencionamos anteriormente, la visión india de la naturaleza refleja, a su vez, determinadas nociones acerca de la sociedad y del universo. El conocimiento en torno a la naturaleza y las tecnologías apropiadas no son los únicos elementos que conforman los sistemas para el manejo de los recursos naturales locales. Las relaciones humanas fundamentales, con otros humanos y con el universo, son parte integral de los ecosistemas y, a la postre, permiten diagnosticar si el uso de los recursos llegará o no a ser sostenible. La relación del grupo étnico con su territorio lo es en los planos del conocimiento y de la técnica, pero también en los planos de la cosmología, de la política y de la cultura en todas sus manifestaciones. Hoy, los indios experimentan nuevas formas de organización que permitirán la sobrevivencia de esas formas de relación ancestrales en el contexto de la economía global. En capítulos posteriores hablaremos del papel que la territorialidad india y el manejo comunitario de los recursos muy probablemente habrán de desempeñar en las futuras estrategias para la conservación de los ecosistemas en América.



III. INDIOS Y BOSQUES EN LA AMÉRICA TROPICAL

INDIOS Y BOSQUES TROPICALES

De una cifra estimada de 200 millones de personas que a nivel mundial viven en comunidades tribales, aproximadamente 140 millones de este total residen en selvas tropicales húmedas. En América Latina catorce millones de indígenas se encuentran establecidos o dependen, en gran medida, de las selvas tropicales para su subsistencia. Una gran mayoría de ellos no son, por tradición, “nativos de las selvas”, los cuales constituyen una minoría distintiva. En contraste con la tendencia general de crecimiento numérico de las poblaciones amerindias, las culturas indígenas de las selvas y las selvas mismas se extinguen precipitadamente. Por ejemplo, hace 500 años, en tiempos de la invasión europea, la población indígena de la Alta Amazonia se estimaba en alrededor de dos millones. En la actualidad el número de sobrevivientes no llega a 50 000. En las selvas, además de las culturas nativas, viven otros grupos entre los que, por ejemplo, se encuentran los caucheros o “seringueiros”, recolectores de látex, quienes han logrado desarrollar formas sostenidas de vida.1 Las selvas tropicales húmedas, debido a la gran importancia biológica y económica que tienen a nivel mundial, se han convertido en uno de los principales focos de atención de los conservacio-

1

Para la historia de los caucheros y la muerte de su líder, Chico Mendes, véase Andrew Revkin, The Burning Season: The Murder of Chico Mendes and the Fight for the Rain Forest, Boston, Houghton and Mifflin, 1990.

83


84 Territorios violados

nistas. A pesar de que éstas únicamente abarcan el 2 por ciento del territorio mundial en términos de diversidad biológica y de volumen puro, debido a la masa de organismos vivos que contienen en un espacio dado, puede considerárselas como las regiones más ricas del planeta, ya que en ellas habitan alrededor de un 40 a un 50 por ciento del total de las especies vivientes —casi cinco millones de plantas, de animales y de insectos. Su promedio para la biomasa es de 180 t por acre; mientras que para las selvas templadas, para el mismo espacio, es de sólo 148 t.2 Es muy probable que desde la publicación de los datos señalados en el párrafo anterior a la fecha, la taxonomía de especies que pueblan las selvas tropicales se haya triplicado.3 Es posible, también, que además de la abundancia que las caracteriza en cuanto a las formas de vida, jueguen un papel clave en lo relativo a la regulación de la atmósfera regional y global y, eventualmente, en la regulación del clima a nivel mundial. El 57 por ciento de las selvas tropicales todavía existentes en el mundo, que cubren alrededor de 700 millones de ha, pertenecen a América Latina. Brasil posee la tercera parte del total de esa cifra. A nivel mundial, cada año se destruyen aproximadamente entre 16 y 20 millones de ha. De acuerdo con los datos presentados en un estudio realizado por la FAOUNEP,4 los países tropicales de América anualmente pierden alrededor de 4 399 ha de selva. Estas cifras, por considerárseles bajas, ya que solamente de la región de la Amazonia brasileña se han recibido reportes de pérdidas anuales de 2 300 000 ha, han despertado muchas controversias.5 La acelerada destrucción de los ecosistemas, en los últimos tiempos, ha generado que diversos organismos emprendan una serie de acciones con el fin de impedir la desintegración de las selvas, antes de que éstas terminen por extinguirse. Como parte de la estrategia

2

Catherine Caufield, In The Rain Forest, Nueva York, IIED, 1985, p. 59. T. Erwin, “The Tropical Forest Canopy: The Heart of Biotic Diversity”, en E.O. Wilson (ed.), Biodiversity, Nueva York, National Academic Press, 1988. 4 FAO-UNEP, Programa Mundial de Reforestación (folleto), Roma, 1981. 5 Víctor Manuel Toledo, Naturaleza, producción y cultura, Xalapa, Universidad de Veracruz, 1989, p. 4; “El poder catastrófico de Mr. Ludwig o cómo se transforman las selvas de la Amazonia”, en La gestión ambiental en el desarrollo del trópico húmedo, Iquitos, Perú, CIFCA/ORDELORETO, 1979. 3


Indios y bosques en la América tropical 85

internacional para la conservación, se ha dado bastante impulso a la creación de áreas protegidas dentro de estas selvas y en otras biomasas. La noción inicial de las áreas protegidas, que contemplaba la conservación de áreas “intactas”, ha evolucionado hacia concepciones más sofisticadas, que no sólo aceptan sino que, además, impulsan el manejo de áreas silvestres en las que la vida humana existe. La aplicación de tales esquemas supone la experimentación de acciones para el desarrollo local compatibles con modelos para la preservación de la diversidad biológica a largo plazo. Sin embargo, si tomamos en cuenta las tasas anotadas en párrafos anteriores, resulta obvio que aun cuando se estableciera el mayor número posible de áreas protegidas, éstas nunca bastarían y, por lo mismo, tampoco estarían en concordancia con el objetivo primordial de la conservación: prevenir la destrucción masiva de los ecosistemas de las selvas. En consecuencia, se han propuesto otras estrategias para impedir la destrucción de los recursos naturales e impulsar el más misterioso de los procesos: el del desarrollo sostenible. Por desgracia, estas iniciativas, independientemente de que algunas puedan integrar diferentes opciones de gran utilidad, parecen estar muy alejadas de la problemática existente en el terreno y con dificultad toman en cuenta las necesidades de los pueblos indios. A continuación examinaremos algunas de estas alternativas, en especial aquellas que se vinculan con la lucha de los pueblos indios por recuperar el control de los recursos de las selvas que les pertenecen. Si partiéramos de la elección de un método para el uso de la selva que no dañara su naturaleza fundamental, optaríamos por la silvicultura, por ello consideraremos algunas estrategias para esta actividad que actualmente se aplican en zonas selváticas. Posteriormente analizaremos, con mayor detenimiento, una región de megadiversidad específica —la biorregión de Madeira en la Amazonia brasileña— a manera de ejemplo del presente y posible futuro de las selvas tropicales.

PLAN DE ACCIÓN DE LA SILVICULTURA TROPICAL

Los conflictos de intereses, más agudos y complejos entre los pueblos indios, entre éstos y la sociedad externa, y entre los procesos para la conservación de los ecosistemas y el desarrollo, se han dado


86 Territorios violados

en las selvas tropicales húmedas. En esta sección analizaremos las razones del fracaso de las tentativas patrocinadas por organismos internacionales, para resolver los conflictos antes mencionados y los impactos que tuvo en las poblaciones indias. El Plan de Acción de la Selva Tropical (PAST), cuyo objetivo principal era el de promover el uso sostenible de las selvas tropicales para el beneficio económico y social de los pobladores de las mismas, se originó como parte de un esfuerzo coordinado que buscaba frenar la celeridad con que estas zonas se destruían. El PAST, concebido y promovido por el Banco Mundial (BM), la Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUMA) y el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), fue administrado, sin embargo, por un pequeño secretariado de la FAO, desde 1985 hasta 1990, periodo durante el cual se llevó a cabo dicho proyecto. Su ejecución habría de realizarse de acuerdo con las bases que cada uno de los países participantes determinara. Las agencias fundadoras del PAST estarían a cargo de la asesoría directa a los sectores forestales de los países en cuestión. Los representantes técnicos de cada uno de los sectores gubernamentales de los países participantes, en colaboración con los asesores externos, deberían elaborar un Plan de Acción Nacional para la Silvicultura, que integraría las prioridades establecidas, en lo concerniente a silvicultura, de cada uno de los proyectos específicos. Posteriormente, con base en ellos se estructuraría un documento inicial que se haría circular entre las distintas agencias fundadoras. El PAST, entre 1987 y 1991, teniendo como “objetivo básico” asegurar “la conservación y la utilización racional de los recursos de la selva tropical”, solicitó 8 billones de dólares para invertir en proyectos de desarrollo de la silvicultura. En la sección de recomendaciones del Plan se especificaba que, a sabiendas de que el cumplimiento de los objetivos era inalcanzable, por lo menos el 8 por ciento del total de la inversión debería destinarse a garantizar la conservación de los ecosistemas de la selva. El Plan, desde sus inicios, recibió críticas bastante severas. Las organizaciones no gubernamentales y las comunidades organizadas de base, a las que no se les permitió que participaran en su elaboración, se convirtieron en sus más persistentes adversarios. Las críticas señalaban, acertadamente, que no se tomaban realmente en cuenta las necesidades y los derechos de los habitantes de la


Indios y bosques en la América tropical 87

selva y que esto se hacía aún más evidente en el caso de las poblaciones indígenas. Argumentaban que contrariamente a lo esperado, se enfocaba, casi exclusivamente, hacia la obtención de fondos para el desarrollo de la silvicultura comercial y de una industria básicamente maderera. Por último, añadían, no había logrado detectar, y mucho menos enfrentar, las verdaderas causas de la deforestación. La historia de la silvicultura clásica en los trópicos habla por sí misma como para que, de inmediato, cualquier plan destinado a frenar la deforestación resulte cuestionable. La tala es la causante directa del 10 por ciento del total de la deforestación a nivel mundial y es muy posible que, indirectamente, también lo sea de, por lo menos, otro 40 por ciento.6 El 43 por ciento de la tierra latinoamericana, que anualmente se prepara para la siembra de cultivos múltiples, ha sido talada previamente.7 La tala, dentro del proceso de destrucción de la selva, al abrir caminos que facilitan la entrada a zonas que permanecían inaccesibles es, frecuentemente, una fase de transición que se sitúa entre la etapa de extracción selectiva de los recursos y la expansión de los frentes de colonización. Pese a que América Latina, a nivel mundial, sólo genera el 10 por ciento de la producción de madera y únicamente cuenta con el 2 por ciento de la industria maderera,8 es la región del mundo en la que esta industria se incrementa más vertiginosamente. Con la finalidad de cubrir sus demandas, los consumidores de maderas preciosas de las selvas tienen, particularmente, la mira puesta en Latinoamérica. La explotación habitual de las selvas tropicales no se realiza de acuerdo con las prácticas racionales de la silvicultura para los países templados. En todo caso, existe lo que podría denominarse modelo de silvicultura tradicional, el cual consiste, básicamente, en la explotación de unas cuantas especies, que han sido seleccionadas para tal efecto, entre la enorme variedad disponible. La razón de ello, por lo general, es el abastecimiento de fábricas madereras de gran escala que funcionan bajo el esquema de las concesiones, que

6 7 8

N. Hilyard, “An Assessment of Tropical Deforestation on a Global Basis” (manuscrito), Londres, 1988, p. 60. D. Poore y J. Sayer, The Management of Tropical Moist Forest Lands, Gland, Suiza, UICN, 1987. WRI (World Resources Institute), World Resources 1987-1988, Nueva York, Basic Books, 1988, p. 288.


88 Territorios violados

los gobiernos nacionales otorgan a grupos externos, tanto nacionales como internacionales. Las voraces demandas de tan enormes instalaciones, además de requerir una explotación selectiva tienden hacia la comercialización extrarregional de la madera. Tal tendencia implica el corte de los árboles más grandes, de mejor calidad y, por consiguiente, la tala extensiva se hace necesaria. Este tipo de explotación habitualmente se lleva a cabo en áreas remotas, en zonas que se consideran “deshabitadas”; en otras palabras, en los territorios de las sociedades indígenas. Las selvas pueden, con bastante facilidad, independientemente de los derechos legales que los indígenas tienen sobre ellas, pasar a formar parte del “patrimonio nacional” que los gobiernos, a manera de concesiones, otorgan a grupos extrarregionales. Los concesionarios carecen de motivaciones para preocuparse por el uso que hacen de los recursos locales. La participación de las poblaciones locales en esta clase de proyectos es casi nula y, en ocasiones, lo único que llegan a percibir es la notificación de la implantación de los programas, es decir, de la exterminación de sus selvas. Por lo general, en cuanto los pobladores de las áreas selváticas se percatan del saqueo del cual serán objeto, aceleran su conversión con el fin de recuperar el control de las mismas. El Plan Nacional de Acción para la Silvicultura, concebido por el PAST, tendía a proteger los intereses del sector comercial de la silvicultura clásica. Muchos de los planes nacionales proponían, aunque llamándole “reforestación”, la conversión de las tierras tropicales en plantaciones de especies de rápida maduración. Los ocho proyectos presentados como “lecciones aprendidas” en Haciendo que las selvas trabajen para el desarrollo (un folleto del PAST), ofrecían un modelo especialmente diseñado para las grandes compañías madereras que contemplaba la propagación de monocultivos de especies exóticas (por ejemplo, eucalipto o pino) para la explotación comercial. El reporte señala: Durante los últimos quince años, en Brasil se han aplicado políticas para la silvicultura —que incluyen programas de incentivos fiscales— para cultivar seis millones de hectáreas de plantaciones de eucalipto y pino. El esquema ha tenido tanto éxito que Brasil, alguna vez importador de pulpa y papel, en la actualidad gana anualmente


Indios y bosques en la América tropical 89 635 millones de dólares americanos por la exportación de pulpa y de papel.9

Las directrices recomendadas por el IUCN al PAST culminaron en una resolución adoptada durante la asamblea general que se realizó en 1988 y en la que se declaró: Los proyectos que cubran “áreas indígenas” deben apuntar hacia el desarrollo sostenible que incremente la participación productiva de la población indígena local en los mercados regionales y extrarregionales y que garantice que los principales beneficiarios de todos los proyectos sean las poblaciones indias.10 Independientemente de que una declaración de tal índole pudiera rebatirse, argumentando que “la participación” en los mercados regionales y extrarregionales sólo en muy contadas ocasiones ha “beneficiado” a las poblaciones indias locales, lo que realmente es digno de atención es que tampoco se hayan especificado los pasos a seguir para el cumplimiento de los tan cuestionados objetivos del PAST. Las críticas en torno al PAST manifestaban ciertas reservas respecto a los fundamentos del Plan pues, al parecer, éstos estaban bastante vinculados con las causas de la deforestación. El WRI aducía que “la tala que se realiza con fines agrícolas, para alimentar a una población en continuo crecimiento, es la causante de la deforestación de los bosques tropicales vedados”.11 Sin embargo, cuando analizamos los casos de Brasil y México, constatamos que la sobrepoblación y la pobreza no son las causas de la deforestación en América Latina. La sobrepoblación, la pobreza y la destrucción de los bosques son el resultado del mismo principio subyacente: el modelo piramidal

9 H.A. Galletti y L.A. Argüelles, “La experiencia en el aprovechamiento de las selvas en el estado de Quintana Roo, México: del modelo forestal clásico a un modelo forestal alternativo”, ponencia presentada en el Taller Internacional sobre Silvicultura y Manejo de Selvas, Chetumal, SARH/COFAN/FAO, 1987. 10 IUCN, IIED, WWF, Estrategia mundial de la conservación, Suiza-Londres-Washington, 1987, p. 5. 11 WRI, op. cit., p. 71.


90 Territorios violados

de desarrollo que favorece, a expensas de la desigualdad en la distribución de la riqueza y de la restricción de la participación local, determinados intereses; los intereses de la industria de gran escala y de una burocracia excesiva. Para concluir, el Plan proponía soluciones que únicamente se enfocaban hacia el sector forestal, siendo que las causas de la deforestación no se originan en ese sector. Las polémicas que dicho Plan despertó provocaron que, incluso, algunos de los partidarios del PAST plantearan la necesidad de realizar reformas profundas al proyecto.12 En 1990, el Movimiento Mundial para los Bosques Tropicales Húmedos (WRM), uno de los organismos que con mayor frecuencia lo cuestionaron, hizo un llamamiento para declarar una moratoria de los fondos internacionales destinados para esa iniciativa. El WRM demandaba una restructuración radical del PAST, en la que se garantizara un proceso democrático de desarrollo, por el cual la población local tuviera el voto decisivo en la formulación de las políticas para la utilización de los recursos locales de los territorios que les pertenecían. El reporte del WRM relativo al PAST afirma que, con la implantación del Plan, resulta probable que la deforestación se intensifique. Varios de los planes nacionales proponían un incremento masivo de la tala de los bosques, sobre todo en áreas boscosas hasta entonces vírgenes. La FAO no se prestó para proporcionar datos más exactos acerca de los planes nacionales y tampoco acerca del grado de participación de la población local en la formulación de los planes, aunque en el mejor de los casos éste fuera mínimo. El PAST, por no enfocarse hacia la problemática derivada de la tenencia y de la utilización de la tierra, no está atacando las causas fundamentales de la deforestación. Los planes nacionales no dan prioridad a los grupos sociales marginados y esto se hace aún más evidente en el caso de la población indígena.13 A principios de 1991, los fundadores del tan citado Plan anunciaron su restructuración y durante el mes de marzo, en Ginebra, se llevó a cabo una reunión en la cual los involucrados en el proyec-

12

R. Winterbottom, Taking Stock: The Tropical Forest Action Plan After Five Years, Washington, WRI,

1990. 13

M. Colchester y L. Lohmann, The Tropical Forest Action: What Progress?, Malasia, World Rainforest Movement, 1990.


Indios y bosques en la América tropical 91

to admitieron muchas de las críticas. Sin embargo, muy a nuestro pesar, la respuesta es sintomática de la poca efectividad del actual contexto intergubernamental, en lo que concierne a la búsqueda de soluciones a los problemas sociales y del medio ambiente. La “restructuración” —devolver a cada país la responsabilidad sobre el desarrollo del Plan— desmanteló la función coordinadora a nivel internacional: tal vez su única característica potencialmente positiva. Los préstamos que se otorgan a los sectores forestales nuevamente son definidos por las agencias del ramo y los bancos multilaterales de desarrollo en forma discreta, por no decir secreta. En la medida en que se continúe actuando de la misma forma en que siempre se ha intervenido, las probabilidades de que las tendencias de desintegración de los bosques y de que la difícil situación de sus habitantes indígenas se modifiquen son mínimas. Independientemente del PAST, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo están adoptando nuevas políticas forestales. Estas parecen indicar un retorno a la silvicultura clásica que apenas toma en cuenta las necesidades de los pobladores autóctonos de la selva y tampoco se interesa, verdaderamente, por la protección de la diversidad biológica.14 El fracaso del PAST, respecto a la movilización efectiva de una acción internacional para impedir la destrucción de los bosques, no es más que una instancia dentro de una tendencia a largo plazo. Las agencias de desarrollo son incapaces, o no están dispuestas, ni para canalizar fondos ni para intervenir en las políticas de un modelo económico fuera de lo convencional que, por lo demás, está lejos de ser democrático y que resulta muy destructivo para el medio ambiente. UNA ALTERNATIVA SOCIAL PARA LA SILVICULTURA Los proyectos alternativos para la silvicultura, como anteriormente especificábamos, se han dado con más frecuencia en el papel que en la práctica y, por lo general, se les clasifica dentro del rubro de lo “social” o de la “silvicultura comunitaria”.

14

Tomado de la correspondencia dirigida al Banco Mundial y al BID por distintas organizaciones conservacionistas, World Rainforest Movement.


92 Territorios violados En el rubro anterior mencionamos varios casos relativos al tradicional aprovechamiento indígena de los recursos de las selvas tropicales que, sobre bases sostenibles, hacen uso de la diversidad de las mismas. Estos sistemas, ya que con base en ellos se ha garantizado la subsistencia de sociedades que han permanecido básicamente aisladas de las influencias económicas y sociales, tienen, por lo menos, que haber evolucionado en los últimos tres siglos. Sin embargo, la situación actual está ejerciendo nuevas exigencias sobre esas sociedades y, en muchos casos, las estrategias tradicionales de esos pueblos requieren ser adaptadas a las necesidades que impone el mundo contemporáneo. Enfrentarse con una economía basada en pagos con dinero en efectivo y con las realidades políticas que esto trae consigo, requiere de nuevas formas de organización comunitaria y de dinero contante y sonante. Cuestión que ahora es necesario considerar y que anteriormente resultaba irrelevante. El objetivo principal de lo que se conoce como silvicultura comunitaria es el de crear formas alternativas de organización que, a la vez, posibiliten la conservación de los recursos forestales y la adaptación a las exigencias del mundo actual. La comarca kuna en Panamá y el Awa Coaiquer, en la frontera entre Ecuador y Colombia, son dos de las tentativas realizadas a partir de un modelo que contemplaba la aplicación de los principios del aprovechamiento tradicional de los recursos en proyectos de gran escala. En la literatura especializada, los dos proyectos aparecen citados con relativa frecuencia como prototipos del uso de las tierras indígenas de América Latina.15 Con la finalidad de obtener la ayuda técnica y financiera, además de la solidaridad que requerían para la resolución de otras demandas territoriales, los dos grupos étnicos lograron movilizar a los organismos internacionales. Actualmente ambos proyectos deben enfrentar la forzosa adaptación a la política económica moderna. Ambos se encuentran ante

l5Jason

W. Clay, Indigenous Peoples and Tropical Forest: Models of Land Use and Management from Latin America, Cambridge, Cultural Survival, 1988; Peter Poole, “Indigenous People/Conservation/Sustainable Development: A Study of Overlapping Interests and their Implications for Land Use Planning and Indigenous Policies in Latin America” (manuscrito), Washington, The World Bank, 1988.


Indios y bosques en la América tropical 93 el desafío de consolidar una organización económicamente independiente, al mismo tiempo que tienen que afianzar las organizaciones políticas indispensables para evitar convertirse en “los beneficiarios” o simples objetos, sin voz ni voto, de los planes internacionales de desarrollo. El caso de los indios guaymí de Panamá, quienes al intentar reproducir el modelo de los kuna fracasaron rotundamente, es revelador de las dificultades que pueden surgir cuando, para realizar proyectos alternativos, se pretende sobrepasar los intereses externos (en este caso, minas de cobre). Otra lección respecto a los problemas que presupone el derivar generalizaciones, en este caso de los “ejemplos de proyectos modelo”, podemos entresacarla de las noticias que aparecieron en los periódicos acerca de la franca rebelión que, durante el año de 1990, llevaron a cabo los grupos de la Amazonia ecuatoriana; pese a los esfuerzos realizados por los kuna y demás grupos que los apoyaron, la colonización de sus tierras continúa. En México, los grupos de campesinos indígenas y mestizos cuentan con una larga trayectoria de enfrentamientos que les han permitido contrarrestar las presiones ejercidas por la economía regional y las burocracias estatales. Sin embargo, para estas comunidades tampoco ha sido nada sencillo obtener el control de los recursos que les pertenecen. Al igual que las culturas de las selvas de las regiones más apartadas de América del Sur, innumerables veces han sido víctimas del modelo de silvicultura tropical clásico. De cualquier manera, las comunidades mexicanas han logrado consolidar, más frecuentemente, organizaciones en defensa de sus recursos. Estas no tienen objetivos políticos sino que, más bien, se enfocan hacia las actividades productivas para el abastecimiento del mercado regional y extrarregional. Para lograr sus propósitos, han buscado el apoyo de algunos sectores del gobierno nacional. Uno de los mejores ejemplos de lo que puede ser una silvicultura tropical compatible con los objetivos de la conservación, proviene del estado mexicano de Quintana Roo, en la península de Yucatán. Un experimento bastante innovador, que ha logrado trastocar las prácticas forestales y comienza a revertir el patrón convencional utilizado en la tala, la colonización y la cría de ganado. En la actualidad, difícilmente pueden encontrarse “casos de silvicultura forestal exitosos”. Las tendencias destructivas del desarrollo continúan provocando una acelerada pérdida neta de los ecosistemas trópica-


94 Territorios violados les existentes en el planeta. Aun así, el éxito parcial del Plan Piloto Forestal de Quintana Roo merece un breve análisis.16 Como parte de una concesión de tierras para la silvicultura, el gobierno mexicano, en 1954, otorgó aproximadamente 500 000 ha. Las tierras concesionadas se localizaban en el sur de lo que entonces era el territorio de Quintana Roo, cerca de la frontera con Belice. Una compañía privada construyó un enorme aserradero, así como instalaciones para enchapado con la intención de crear, en un área apenas poblada por unas cuantas comunidades indígenas mayas, un modelo para la explotación de los bosques tropicales. El servicio forestal oficial llevó a cabo estudios muy detallados y se diseñó un plan de tala y regeneración para 25 años. Debido a los propósitos del plan y a la ubicación de la zona, se pensó que las actividades de la compañía no ocasionarían serias modificaciones a la estructura forestal, ni propagarían el desmantelamiento del hábitat o de sus recursos. Desafortunadamente, una vez que el gobierno decidió crear proyectos de colonización agrícola, dentro de las mismas áreas que habían sido concesionadas para la silvicultura, la situación cambió drásticamente. La burocracia forestal no se adaptó a la nueva situación, ni realizó el esquema indicado en el plan original. Se obtuvo el mismo volumen de madera en áreas cada vez más reducidas y los calendarios previstos para la tala de las zonas deshabitadas se aplicaron, también, en los territorios colonizados por campesinos agricultores. La compañía se topó con bastantes presiones para mantener el suministro de materia prima que su planta requería y, por lo

Para mayor información sobre el plan piloto véase Hansjorg Steinlin, “Contribución de la economía forestal al mejoramiento de la situación económica y de las condiciones de vida en las áreas rurales tropicales y subtropicales”, en Alternativas para el uso del suelo en áreas forestales del trópico húmedo. Acuerdo México-Alemania, edición especial, México, t. 3, 1981; Helmut Janka, “La economía forestal comunal: ¿una alternativa para el trópico húmedo?”, en Alternativas para el uso del suelo en áreas forestales del trópico húmedo. Acuerdo MéxicoAlemania, edición especial, México, t. 1, 1981; “Bases metodológicas para la formulación de un programa de investigación de uso múltiple en el trópico húmedo”, en Alternativas para el uso del suelo en áreas forestales del trópico húmedo. Acuerdo México-Alemania, edición especial, México, t.l, 1981; Helmut Janka et al., “Asentamientos humanos y uso del suelo en áreas forestales tropicales”, en Alternativas para el uso del suelo en áreas forestales del trópico húmedo. Acuerdo México-Alemania, edición especial, México, t. 2, 1981; Bernd Neugebauer, “Agricultura intensiva y aprovechamientos forestales”, en Alternativas para el uso del suelo en áreas forestales del trópico húmedo. Acuerdo México-Alemania, edición especial, México, t. 3, 1981. 16


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tanto, el concepto de administración sostenida se perdía gradualmente. Este es un claro ejemplo de cómo la aplicación formal de herramientas, respecto a la “administración forestal”, cuando se realiza fuera de contexto se traduce en prácticas de destrucción de los bosques. La política de colonización oficial enfatizaba la producción de alimentos y se mostraba bastante hostil ante cualquier alternativa. Esta actitud y la incapacidad del servicio forestal para cambiar sus propios esquemas, hicieron imposible la realización de opciones ecológicas más racionales. Más aún, la política oficial determinaba el pago de una renta fija por la madera extraída, que no se pagaría directamente, sino que se depositaría en un fideicomiso destinado a los colonos y administrado por la Secretaría de la Reforma Agraria. El hecho de que aquéllos no tuvieran control sobre dichos fondos, no permitió que obtuvieran beneficios por la extracción de la madera de sus tierras. Esta política, eventualmente, suscitaría el desinterés de los campesinos, tanto por las alternativas económicas como por las forestales. Naturalmente, bajo tales condiciones y para obtener ingresos, los colonos recurrieron a otras formas de utilización de la tierra que nada tenían que ver con la silvicultura —que significaron la destrucción de las áreas protegidas. Ello permitió que el servicio forestal tomara medidas represivas contra los campesinos y parece ser que, para justificar sus atropellos, declararon que éstos eran enemigos de la selva y que estaban empeñados en destruirla. Tal era la situación cuando, a finales de los años setenta, un grupo de científicos alemanes y mexicanos, bajo el auspicio del Acuerdo México-Alemania para la Utilización Racional de los Recursos de los Bosques Tropicales, decidió introducir nuevas prácticas para la silvicultura y, así, invertir las tendencias del modelo convencional. El Plan Piloto Forestal de Quintana Roo pretendía crear nuevas políticas forestales, con base en la participación de la población local en la planeación, administración y comercialización de sus bosques. El Plan, más que la tala selectiva de caoba y cedro, que hasta entonces había sido la práctica dominante, promovía el uso de una mayor variedad de especies de madera tropical. Se llevaron a cabo estudios para el establecimiento de ciclos de tala sostenibles, que aseguraran la rápida regeneración natural de las áreas que habían sido cortadas.


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Una alternativa metodológica y responsable para la creación de compañías comunitarias independientes surgía y, además, entre otras cosas, contemplaba un nuevo servicio forestal orientado hacia las necesidades de la comunidad. Se requería el apoyo político de los más altos niveles, dentro de la estructura gubernamental nacional y estatal, para superar la inercia y los intereses de la arraigada burocracia forestal y de los comerciantes madereros. No obstante, tantos años de esfuerzo finalmente dieron resultados. Los campesinos formaron su propia cooperativa y, gradualmente, fueron asumiendo el completo control de las operaciones de su empresa, incluso la contratación de sus propios asesores técnicos y la administración de sus fondos.17 Un análisis más detallado de este caso tan interesante está más allá de los límites del presente trabajo. Sin embargo, no deja de ser un claro ejemplo de la clase de proyectos para el desarrollo sostenible que pueden realizarse cuando los intereses locales son los dominantes y las actividades se efectúan dentro de un contexto en donde existen instituciones sociales consolidadas y se emplean técnicas tradicionales. Esta experiencia debería ser cuidadosamente estudiada por otros silvicultores y pobladores de las selvas de otras regiones. De hecho, las enseñanzas son tan evidentes y los principios tan sencillos que uno podría preguntarse por qué será el único ejemplo de silvicultura sostenible que se ha llevado a cabo casi por completo en el terreno y ha obtenido resultados satisfactorios. Una respuesta para tal pregunta únicamente puede obtenerse de un entendimiento cabal de las fuerzas que están causando la destrucción de los bosques en los trópicos americanos. Para terminar, examinaremos la situación de la selva tropical húmeda más grande que aún existe en el mundo.

EL CASO DE LA AMAZONIA BRASILEÑA Este generador sólo nos traerá problemas, nosotros, los indios, matamos a los animales salvajes para alimentarnos [...] Si ustedes construyen ese generador destruirán un lugar en el que siempre hemos

17

Galletti y Argüelles, ponencia citada.


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vivido; destruirán la naturaleza; nosotros no queremos que también destruyan esta parte de la naturaleza; la hidroeléctrica destruirá la cascada; ustedes van a destruir el agua contaminándola, debido a la disminución del oxígeno que la cascada libera; al construir, ustedes van a contaminar el agua donde se crían nuestros peces, el agua en donde nos bañamos, el agua que llevamos a nuestras casas; las personas civilizadas matan a los peces y a otros animales y después los dejan en esa misma agua, de la que nosotros bebemos aquí, río abajo [...] ustedes van a destruir una considerable cantidad de animales para la caza y la pesca, que son tan importantes para alimentarnos, para nuestros hijos, para nuestra sobrevivencia; ustedes van a destruir el último de nuestros lugares sagrados. Su profanación hará que una parte del alma de cada uno de nosotros derrame lágrimas [...] Quizás ustedes no lo entiendan, pero para nosotros es esencial que ustedes respeten el río de los peces y también que dejen a la cascada tal y como está.

52 indios kayabi y apiaká Tatui, Brasil, 16 de octubre de 1983 Dentro del continente americano, Brasil es el país en el que existe la mayor diversidad étnica, sobreviviendo cerca de 230 grupos indígenas distintos. Algunos de ellos son propietarios, al menos en el papel, de extensas zonas de tierras tropicales silvestres en las que el manejo de los recursos, de los que se obtienen productos para la subsistencia y para el comercio, se lleva a cabo con base en sistemas itinerantes. Los grupos autóctonos que habitan en esas tierras, así como los nichos ecológicos que las abarcan, enfrentan un proceso de extinción debido, principalmente, a los impactos de los proyectos de desarrollo económico y a la intromisión de gente sin tierra. Los proyectos son promovidos por la élite política, en asociación con las corporaciones nacionales y los bancos multilaterales para el desarrollo. Estos inmigrantes provienen del sur y del nordeste, donde la élite nacional impide que se realicen reformas sobre la tenencia de la tierra. Hasta los años setenta, la expansión de las sociedades no indígenas, dentro de los territorios indios, estaba condicionada por las actividades extractivas que esos grupos realizaban en forma discontinua (extracción de caucho, diamantes, oro, pieles de animales, etcétera) y, por lo general, una vez agotado el recurso que extraían


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de una zona específica, los intrusos abandonaban el área. Los verdaderos frentes de colonización surgieron a principios de los años setenta, cuando los nuevos inmigrantes no solamente se apropiaron de las tierras indias sino que inauguraron nuevas redes camineras, provocando con ello el desplazamiento de los pobladores de la región, así como la construcción de enormes presas hidroeléctricas, la implantación de proyectos mineros, las concesiones de los bosques, la creación de nuevos centros de población con servicios educativos, sanitarios, judiciales, etcétera. De esta manera, habría de iniciarse un ciclo más de conquista y desintegración de un territorio supuestamente “despoblado”, afectando de manera inmediata a quienes se convirtieron en las víctimas de la colonización: las poblaciones indias y el medio ambiente.18 Los conflictos y las confrontaciones de los años setenta entre las poblaciones indias y los colonizadores, a menudo bastante violentos, trascendieron hasta las estructuras nacionales e internacionales.19 En esa misma época, al mismo tiempo que surgieron varios grupos ambientalistas que mostraron especial interés en la problemática de la Amazonia, ciertos sectores sociales independientes, aunque sin llegar mayormente a propagarse dentro de los ámbitos académicos, comenzaron a analizar y a dar a conocer los resultados de sus estudios en torno a los impactos de los proyectos de desarrollo. Estas organizaciones se valieron de los medios de comunicación

18

Stefano Várese, “La selva: viejas fronteras, nuevas alternativas”, en Documentos de CADAL, núm. 2, México, 1977. 19 Véase principalmente: Hervé Thery, “Colonisation et élevage en Rondonia”, en Amazonies Nouvelles, París, Université de París III, 1977; Richard Chase Smith, “Los amuesha: una minoría amenazada”; en Participación, núm. 5, Lima, 1974; Darcy Ribeiro, Fronteras indígenas de la civilización, México, Siglo XXI, 1971; Norman Lewis, “Genocide”, en Slave or Dead, Amsterdam, WIZA, 1971; Carmen Junqueira, “The Brazilian Indigenous Problem and Policy: The Example of the Xingu National Park”, en AMAZIN/IWGI Documents, núm. 13, Copenhague, 1973; M. Joulien, “La BR-080 et le Pare National du Xingu: ou L’Ablation des Kystes Indiennes”, en Robert Jaulin (ed.), De L’Ethnocide, París, UGE,, 1972; Grupo de Barbados, Indianidad y descolonización en América Latina, México, Nueva Imagen, 1979; Goodland, R.J.A. e Irwing, H.S., Amazon Jungle: Green Hell to Red Desert?, Amsterdam, Mouton, 1975; Shelton Davis y Robert Mathews, “El imperativo geológico: antropología y desarrollo amazónico en América del Sur”, en Movimientos de liberación indígena, en América Latina. Documentos de apoyo a Barbados II, México, CADAL, 1977; Shelton Davis, Victimas do Milagre: o desemolvimento e os indios do Brasil, Río de Janeiro, Zahor, 1978; Silvio Cohelho dos Santos, “Grupos indígenas de Brasil”, en La situación del indígena en América del Sur, Montevideo, Tierra Nueva,1972.


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nacional para denunciar la deforestación; sin embargo, mostraron un gran desconocimiento de la problemática real que vivían los pueblos indios. El interés que aparentaban tener por la flora y la fauna de las zonas impactadas implicaba, a su vez, un gran desinterés por los pobladores de esas zonas. Los ambientalistas ignoraban cuáles eran los cambios que entre las poblaciones autóctonas y su medio ambiente se estaban generando. La gran mayoría de las sociedades indias entablaron relaciones, más inmediatas, con las sociedades nacional e internacional, y las políticas indigenistas hasta entonces paternalistas, románticas, “proteccionistas” y destructivas no funcionaron más. Desde principios de los años ochenta la preocupación por esta problemática, tanto de la Amazonia como de los pueblos indios de la región, había cruzado las fronteras de Brasil. Pese a las innumerables tentativas del gobierno brasileño, éste no pudo impedir que los pueblos indios dieran a conocer públicamente su situación en distintos foros internacionales de una manera, por lo demás, cada vez más eficiente. Un hecho clave, en este proceso, fue la situación en su conjunto que había quedado esclarecida ante una audiencia internacional, como resultado, por una parte, de los esfuerzos que los kayapó realizaron para negociar directamente con el Banco Mundial y, por otra y como contrapartida de lo anterior, debido a las tentativas del gobierno brasileño por reprimir esas manifestaciones. Los líderes indios cuestionaron los préstamos destinados a la construcción de una serie de presas en el río Xingú que acabaría por destruir el territorio que legalmente les pertenece. Si bien es cierto que muchos de estos graves problemas, y los conflictos de intereses que los determinaron, no han podido resolverse, no por ello deja de ser incuestionable el hecho de que se hayan abierto nuevas opciones y caminos para la negociación entre los pueblos indios, los gobiernos nacionales y otros grupos regionales y extrarregionales. Sectores cada vez más amplios de la población no indígena de Brasil están apoyando las demandas que piden el reconocimiento de los derechos que tienen aquéllos de definir sus propios objetivos y estrategias para el desarrollo. Con base en esa perspectiva, todo apoyo que pueda brindarse a esta nueva tentativa de desarrollo étnico-económico será decisiva. Proyectos de esta naturaleza, para ser realmente efectivos, requieren garantías para que les devuelvan el control sobre sus territorios. Ello hará posible


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la formulación de planes para el aprovechamiento de los recursos a largo plazo, coherentes con la filosofía expresada en las concepciones de las reservas de la biosfera y otras nociones semejantes. De acuerdo con lo anterior, se hace necesaria la articulación de los distintos grupos involucrados que, hasta hoy, permanecen desunidos. Los pueblos indios (y todos los organismos que los apoyan) y las organizaciones urbanas ambientalistas frente a las estructuras nacionales e internacionales comparten un objetivo fundamental: la conservación de lo que es un legado irremplazable de América del Sur al mundo, es decir, su diversidad biológica y cultural.

La provincia biogeográfica de Madeira: prioridad para la conservación De acuerdo con la Estrategia para la Conservación Mundial, 20 actualmente existen en Brasil cuatro áreas naturales en las que el establecimiento de medidas adecuadas para la protección de la biodiversidad se considera prioritario a nivel mundial: selvas tropicales húmedas, pastizales tropicales, selvas subtropicales húmedas y algunas zonas de pastizales templados; de todas estas áreas las selvas tropicales húmedas son las más extensas (véase mapa 2). En esta región de selvas tropicales húmedas ubicada en la Amazonia de Brasil viven 48 grupos indios distintos. Es pertinente aclarar que se extiende hasta Bolivia, y que en la selva boliviana viven otros quince pueblos indios, a los que no habremos de referirnos por quedar fuera del alcance del presente estudio. Los grupos brasileños, estimados entre 15 000 y 18 600 personas, teóricamente controlan 13 356 566 ha de tierras. De la superficie total de estas tierras, 46 por ciento (6 188 335 ha) están “demarcadas”, es decir, reconocidas legalmente como pertenecientes a los grupos que las pueblan. Alrededor del 38 por ciento (5 020 399 ha) se encuentran “delimitadas”, pero no “demarcadas”; 14.5 por ciento (1 870 000 ha) están propuestas a delimitación, y 2 por ciento (277 832 ha) en pleito. De los 48 grupos mencionados, solamente tres cuentan con “propuestas” específicas para la legalización de sus tierras, mien-

20

IUCN, World Conservation Strategy, Gland, Suiza, IUCN, 1980.


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tras que 23 ni siquiera cuentan con propuestas para la legalización de la tenencia de las tierras en las que, desde tiempos inmemoriales, han vivido. En esta zona se encuentra el entrecruzamiento vial de la red de carreteras transamazónicas que el gobierno brasileño considera la arteria de penetración y desarrollo de la región. Esta red la divide en las secciones de Porto Velho-Altamira-Marabá (Br 365). Otras bifurcaciones importantes son Belem-Marabá (Br 110), Santarem-Arabá (Br 165) y Porto Velho-Cuiaba (Br 364); así como las carreteras subsidiarias: Br 230, Br 316, Br 421 y Br 429. Dentro de la zona que nos ocupa, con base en la estrategia más ambiciosa para el desarrollo de la Amazonia en Brasil, llamada Polamazonia, se pretenden ubicar ocho “polos de desarrollo”: Sao Luis, Pre Amazonia Marahense, Carajas, Juwena, Aripuana, Rondonia, Tapajos-Xingú y Maraja. En la región hay, además de un gran número de “garimpos” —pequeñas minas de oro y de piedras preciosas— distribuidos por toda la región, cuando menos siete proyectos mineros de gran escala: Sierra de Gradaus (hierro), Sao Félix de Xingú (filones), Arapoema (níquel), Presidente Hermes (hierro), Progresso Rondonia (casiterita), Brasil Mineira (casiterita) y Alacaseinos (casiterita). Planes tan desmesurados sólo pueden tener impactos negativos en los ecosistemas y en las poblaciones indias que los pueblan. A continuación analizaremos algunos otros casos semejantes, así como las repercusiones que han traído; sin embargo, resulta virtualmente imposible, incluso dentro de los límites del área que ahora nos ocupa, la provincia biogeográfica de Madeira, presentar el catálogo completo de las secuelas que los proyectos de desarrollo a gran escala han desencadenado. Es necesario puntualizar ciertos hechos vinculados con la ocupación gradual de la región por personas no indígenas. En 1970, el gobierno brasileño anunció la creación del Proyecto para la Integración Nacional, en el cual se destacaba la colonización de la Amazonia Legal (la provincia de Madeira que ahora nos ocupa pertenece a esta región central del sur: la cuenca de Madeira). La “conquista” del territorio habría de efectuarse mediante dos grandes ejes de penetración, las carreteras de Cuiaba-Santarem y la Transamazónica que facilitarían, a su vez, el traslado hasta esas tierras “deshabitadas” del “excedente” de población prevaleciente en el nordeste del país. Los nuevos colonizadores recibirían una franja de tierra de 100 km


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en la región ubicada entre las carreteras de Estreito e Itaituba. Cuatro años después, se llevaron a cabo estudios que revelaron que sólo el 3.6 por ciento del total de esas tierras eran aptas para la agricultura. En el proyecto original se estimó que al cabo de cinco años se habrían reinstalado 50000 familias. Pero, en 1980, solamente 10 037 habían sido reubicadas.21 Sin embargo, mediante estas carreteras, la penetración, la invasión del territorio y, con ello, la amenaza directa hacia los pueblos indios comenzó, seguida de proyectos mineros, ganaderos, forestales e hidroeléctricos. Para construir la presa Tucuruí, que eventualmente irrigaría 216 000 ha de selvas tropicales húmedas vírgenes, se destruyeron tres zonas previamente constituidas en reservas indias, dos de las cuales pertenecen a los parakanan que habían sido, a su vez, reinstalados en esa zona por la FUNAI, durante los años setenta. Estos serían los restos que quedarían de una población que, cuando se inició la “pacificación” de los años sesenta contaba con 1 000 personas. Debido a la construcción de la presa, los indios gavió perdieron 330 ha de su reserva. Durante los años setenta, el mismo grupo, estando muy próxima su extinción, se defendió valientemente al asumir el control de la comercialización de las nueces brasileñas que había sido monopolizada por agencias extrarregionales. En 1980, los gavió se manifestaron en contra del gobierno durante una audiencia pública y obtuvieron una compensación por los perjuicios que la construcción de una línea de comunicación, que atravesaba su territorio, había causado a los nogales brasileños. Sin embargo, ninguna compensación podrá restituir la pérdida que suscitó la construcción de una presa y la vía de ferrocarril eléctrica que cruzaba la reserva de ese pueblo indio. Esa vía férrea hizo posible la circulación de nada menos que doce trenes por día transportando cargas de hierro, bauxita, cobre, manganeso, níquel, estaño y oro. En la actualidad, además de los impactos mencionados, los gavió tienen que enfrentar el peligro que representa la invasión de los

21En

Nemesio J. Rodríguez (coord.), Impactos del desarrollo en zonas indígenas. Avance de investigación, México, CADAL, 1987. 22Catherine Caufield, Bosques tropicales húmedos: el recurso, la población, la amenaza, Londres, IIED/Earthsean, 1982.


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colonizadores no indígenas y la contaminación de sus ríos. Durante los últimos años, han visto desaparecer los recursos con que cuentan para su subsistencia. La deforestación ha reducido la cantidad de nogales brasileños y la reproducción de esos árboles ha disminuido como nunca antes, mayormente debido al uso indiscriminado de pesticidas por los agricultores avecindados allí, causantes de la exterminación de los polinizadores.23 Gran parte de las regiones pertenecientes a los kayapó han sido invadidas por aproximadamente 4 000 buscadores de oro. Estos aventureros, extrayendo 8 kg de oro a la semana, han devastado una zona de aproximadamente 30 km2. Los garimpeiros, al utilizar el mercurio, que de manera tan severa ha contaminado al río Fresco, que es el abastecimiento de agua de la mayoría de los pueblos aledaños, se valen de una técnica particularmente dañina. Otro de los subgrupos de los kayapó (los gorotire) enfrenta los impactos de la contaminación originada por el avance del frente minero de Cumarú, constituido por cerca de 50 000 buscadores de oro. Hoy, esa zona experimenta una drástica disminución de sus recursos pesqueros. Los kayapó realizaron un aporte inestimable al dar a conocer, directamente y sin intermediarios, los impactos que los proyectos de desarrollo traen sobre los pueblos indios y los hábitats de las selvas tropicales húmedas de América del Sur. A finales de 1988, dos de sus líderes, a quienes la Universidad Internacional de Florida apoyó financieramente, asistieron a un congreso sobre selvas tropicales húmedas realizado en Estados Unidos. Posteriormente, algunos miembros de organizaciones conservacionistas les proporcionaron apoyo para que viajaran hasta Washington y conversaran con representantes del Banco Mundial y del gobierno estadunidense. Los kayapó denunciaron la historia de maltrato del gobierno brasileño, de la cual habían sido víctimas, y también censuraron la destrucción de su medio ambiente. Los kayapó tienen sobradas razones para protestar. El proyecto hidroeléctrico de la cuenca del río Xingú es uno de los más ambiciosos y devastadores esquemas con los que se terminan por desmantelar las selvas tropicales húmedas aún prevalecientes en el mundo. En ese momento, Brasil estaba a la espera de la aprobación, por

23

CEDI, Povos indígenas No Brasil/83, Sao Paulo, CEDI, 1983.


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parte del Banco Mundial, de un préstamo de 500 000 000 de dólares para efectuarlo. Durante la fase inicial del proyecto Altamira, se construirían tres presas que regarían cerca de 7 000 000 de ha y serían desplazadas 70 000 personas, entre las cuales estaban incluidos los indígenas de la región. La segunda fase del proyecto ...perturbaría gravemente el Parque Nacional Xingú y la Reserva de los indios kayapó. De explotar la cuenca del Xingú completamente, incluyéndose la construcción de cinco presas, se cubrirían aproximadamente 18 000 km2 de riego —cuatro veces la zona cubierta por el esquema Sobradino [4 214 km2]—, en la actualidad el lago artificial más grande del mundo.24 Poco después de retornar al país, Darrel Posey, el antropólogo que servía de intérprete a los kayapó, fue arrestado por “interferencia en los asuntos internos de Brasil” y, posteriormente, extraditado. A los kayapó no se les hicieron cargos, sin embargo, tuvieron que enfrentar otros problemas legales. En una actuación muy típica de la estructura jurídica que legitimiza a los indios ante la Corte se dijo a sus líderes que por haber aceptado pasaportes extranjeros habían perdido el estatuto legal que les correspondía, la tutela del gobierno (estatuto válido para todos los indios del Brasil en aquella época). Por lo tanto, anunciaron los funcionarios, los kayapó habían perdido los derechos sobre sus territorios.

Los yanomami: uno de los últimos pueblos libres

Los yanomami forman el grupo más extenso de indios americanos cuya subsistencia todavía se basa, casi por completo, en los recursos naturales existentes dentro de su territorio. Hasta 1987 ocuparon una extensa zona de selva, la cual permanecía virtualmente aislada de la sociedad occidental, ubicada en los límites de las cuencas del Amazonas y del Orinoco, en las fronteras entre Venezuela y Brasil. En Venezuela, aproximadamente 12 500 se hallan distribuidos en

21 N.

Hilyard, manuscrito citado, p. 58; Paul L. Aspelin y Silvio Cohelho dos Santos, “Indian Areas Threatened by Hydroelectric Projects in Brazil”, en IWGIA Documents, núm. 44, Copenhague, 1982


Mapa 2 PROVINCIA BIOGEOGRÁFICA DE MADEIRA: PROYECTOS DE DESARROLLO Y GRUPOS INDÍGENAS


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un territorio de cerca de 19 200 000 ha repartidos en 360 poblados. En Brasil, entre 8 000 y 10 000 pelean por 9 419 108 ha. Debido a que las fuerzas extrarregionales finalmente lograron invadir la fortaleza natural de los yanomami brasileños, algunos de los sobrevivientes de ese grupo han tenido que enfrentar, durante los últimos años, severas presiones. Este grupo es el prototipo de una cultura de la selva tropical de clima húmedo. Su subsistencia se fundamenta en la caza, la pesca, la recolección y la agricultura. Viven en íntima relación con su territorio y son poseedores de una cultura muy sofisticada y muy acorde con esa relación. Aunque, desde hace varios años, la oncocercosis (ceguera de río) haya sido un grave problema de salud de esta comunidad indígena, el aislamiento en el que han vivido los ha salvado de contraer muchas otras enfermedades. Su libre acceso al territorio en el que habitan y a los recursos que poseen ha significado, para la mayoría, calidad en la nutrición y buena salud. Sin embargo, esas condiciones tan favorables han ido cambiando a un ritmo bastante acelerado y, en la actualidad, es ya del dominio público, a nivel mundial, la crisis por la que atraviesan los yanomami, particularmente los que están en Brasil. Desde hace varios años, diversos organismos luchan por la sobrevivencia del último grupo indio de América que aún vive “libre” de las influencias de la sociedad occidental. La Comisión para la Creación del Parque Yanomami (CCPY), en Brasil, probablemente sea una de las organizaciones que más activamente ha participado. Hace tiempo, desde 1970, que la CCPY pugna por la garantía sobre la tenencia de las tierras de los yanomami. Con esa finalidad han presentado una gran cantidad de esquemas posibles; sin embargo, ninguno de ellos recibió respuesta positiva por parte del gobierno, hasta hace sólo unos meses, como veremos más adelante. La propuesta original de la CCPY, que tenía como objetivo principal crear un área binacional que garantizara la posesión legal en ambos lados de la frontera de los territorios yanomami, desencadenó reacciones muy hostiles de los militares brasileños. Los generales que se enriquecieron permitiendo el acceso a la Amazonia de las compañías mineras extrarregionales, acusaron a la CCPY de querer internacionalizar la región y, además, de violación de la soberanía nacional (punto que tocaremos más adelante). En respuesta a las tentativas de la CCPY, el gobierno tomó una serie de medidas, entre


106 Territorios violados las cuales está la construcción de la carretera Perimetral Norte que cruza lo que, en los años sesenta, era considerado territorio yanomami y parte del patrimonio nacional que era necesario salvaguardar. Las tentativas posteriores de la CCPY por el reconocimiento legal de los derechos de tenencia de la tierra, pese a que solamente peleaban 9 000 000 de ha pertenecientes a estos indios, y el apoyo internacional que habrían de recibir también fracasaron. De hecho, las tentativas por fundar el parque y garantizar los derechos de tenencia del territorio yanomami ocasionaron otras repercusiones. El gobierno militar, el actual gobierno nacional y los gobiernos locales han tomado una serie de medidas para apresurar la fragmentación de este territorio. Varias zonas de la Amazonia se han destinado a la minería. En algunas, compañías extranjeras llevan a cabo ambiciosos proyectos mineros. Sin embargo, las minas en pequeña escala pertenecen a los garimpeiros: colonizadores sin tierras en la búsqueda de oro y piedras preciosas que han invadido gran parte del territorio indio y que, a menudo, se convierten en una especie de tropa de asalto, formada por forasteros, cuyo único objetivo pareciera ser el de la exterminación de las comunidades indias. En 1987, aproximadamente 40 000 garimpeiros ocuparon el territorio brasileño de los yanomami. Esta invasión no se dio espontáneamente. Algunas personas interesadas en el problema se percataron de que los mineros abiertamente contaban con el apoyo de los políticos de los estados de Roraima y Amazonas y, por lo mismo, con la tácita aprobación de la administración de Sarney. El servicio del aeropuerto de Boa Vista contaba con cerca de 350 aviones pequeños y 30 helicópteros conducidos por aproximadamente 400 pilotos comerciales, con el único propósito de transportar y abastecer a los mineros invasores. La impresión general, que de todo ello emerge, es la de la colaboración de las distintas instancias y de todos los niveles de la estructura gubernamental en la ocupación sin precedentes del territorio yanomami. Esta invasión ha sido desastrosa para los pueblos afectados, puesto que la violencia de los garimpeiros y las enfermedades producidas por el contacto con el tóxico mercurio están acabando con los yanomami a un ritmo cada vez más acelerado. Cifras estimativas obtenidas en 1987 por la CCPY y otros organismos, cuando surgió la


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fiebre del oro, señalan un índice de mortalidad entre el 15 y el 20 por ciento. De 1988 a 1989, en los poblados de Parima y de Mucajai, murieron 1 500 yanomami como consecuencia de esta invasión. En esa misma época, el gobierno creó políticas que de manera sistemática impidieron el acceso del personal médico, alimentos y ayuda médica que otorgaron distintas organizaciones no gubernamentales y religiosas, tanto nacionales como internacionales. La penúltima punta de lanza contra la autonomía y la cultura de los yanomami la dio el presidente Sarney, en febrero de 1989. Con base en un decreto presidencial redujo el territorio yanomami de 9 000 000 a 2 400 000 ha, las que, a su vez, se dividirían en 19 islas discontinuas. Entre las sugerencias hechas por la CCPY se destacaba la importancia de mantener la continuidad del territorio; sin embargo, Sarney prefirió pasar por alto esa recomendación. El decreto fue un golpe certero en contra de la libertad de los yanomami del Brasil y el gobierno siguiente, en su primera época, no quiso dar marcha atrás. A causa de las relaciones diplomáticas obligatorias con los países que comenzaron a presionar al gobierno brasileño, éste anunció públicamente que expulsaría a los garimpeiros de los territorios aún pertenecientes a los yanomami. No obstante, después de meses de declaraciones públicas, de asignaciones del Congreso e incluso de que algunas pistas de aterrizaje de las mineras fueron dinamitadas, se pudo constatar que las declaraciones hechas por el gobierno fueron demagogia pura. De hecho, en enero de 1990, con base en un nuevo decreto, se crearon las “reservas” para los garimpeiros que cubrirían nada menos que 1 600 000 ha de las tierras invadidas. En la actualidad éstos han cruzado la frontera ocupando el territorio de los yanomami ubicados en Venezuela. Todos estos actos de genocidio deliberado, incluso el momento de su culminación, que hubiera significado la completa exterminación de la cultura yanomami, habrían podido pasar desapercibidos de no ser porque, a partir de 1980, varios sectores de la sociedad brasileña comenzaron a oponerse abiertamente a las políticas gubernamentales relativas a los pueblos indios y a la Amazonia. Las sociedades indias, para esas fechas, estaban más organizadas — aunque no precisamente los yanomami— y buscaron formas de unirse con los sectores de la sociedad que los comenzaban a apoyar. Pese a todo, parecía que ni las organizaciones nacionales ni las presiones


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internacionales podrían impedir la inexorable destrucción del pueblo yanomami y de su selva. En septiembre de 1990, el nuevo presidente Fernando Collor de Mello, durante la XLV sesión de la Asamblea de las Naciones Unidas, prometió que bajo su mandato se respetarían los derechos humanos de la población india. Sin embargo, cuando el presidente del Grupo de Trabajo para las Minorías Étnicas de las Naciones Unidas solicitó autorización para visitar el territorio de los yanomami, la administración del gobierno en cuestión se la denegó.25 El 15 de noviembre de 1991, esta situación daba un giro inesperado a raíz del decreto presidencial por el cual se protegía legal e íntegramente el territorio de este pueblo indio, en los términos que planteaba la CCPY. A lo largo de 1991 habían arreciado las presiones internacionales sobre el gobierno brasileño, alrededor del caso yanomami y la situación de la Amazonia; además, el país sería la sede de la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, en junio de 1992 (Eco 92). Venezuela, por su parte y con anterioridad, por medio del decreto presidencial número 1635 garantizó el territorio yanomami y ye’kuana fronterizo, creando la Reserva de la Biosfera Orinoco-Casiquiare. En este decreto, notable por el lenguaje que utiliza, se reconoce a la población indígena sus derechos territoriales y sus recursos naturales, además de que se promocionará la autogestión, el etnódesarrollo y la plena participación en la reserva a estos grupos étnicos. La resistencia al decreto del presidente Collor de Mello, por parte de militares y algunos gobernadores y parlamentarios, se expresó con argumentos irreales; por ejemplo, se llegó a afirmar que los yanomami brasileños se unirían con sus parientes tribales venezolanos para formar un “estado indio independiente”, o que todo ese territorio en manos de los indígenas “era un freno al desarrollo de Brasil”. El decreto brasileño dio pie para que los garimpeiros fuesen expulsados por la fuerza pública del territorio yanomami; esto creó problemas diplomáticos fronterizos entre Venezuela y Brasil, por-

25

La información de la situación crítica de los yanomami fue tomada de los reportes periódicos de la Comissao Pela Criacao do Parque Yanomami, Rua Manoel da Nobrega 111 ej. 32, 04001, Sao Paulo, Brasil.


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que los garimpeiros invadieron masivamente territorio yanomami de Venezuela. Como resultado de estos acontecimientos el gobierno de este país detuvo a 350 de los 2 000 garimpeiros invasores, bombardeó sus pistas de aterrizaje y derribó un avión de abastecimiento con matrícula brasileña. Si bien la Fundación Nacional del Indio (Funai) tiene a su cargo la delimitación del territorio en cuestión, y el Congreso acordó los 3 000 000 de dólares que se necesitan para la demarcación, ésta llevará tiempo. Y, en este momento, es clave evitar nuevas invasiones de mineros en la región. Aun cuando el decreto puede considerarse una victoria para los yanomami largo tiempo esperada, ésta puede convertirse en una victoria pírrica si el gobierno brasileño no define qué hacer con los garimpeiros y no les ofrece alternativas laborales reales. Es evidente que el susodicho decreto es un paso de un proceso mayor y sus derivaciones habrá que estimarlas una vez terminada la Eco 92 (vitrina internacional de la situación indígena y ecológica de Brasil).

La internacionalización de la Amazonia En medio de las repercusiones que trajo el escándalo internacional provocado por el asesinato de Chico Mendes, líder de la Unión de Caucheros, el 22 de diciembre de 1988,26 los kayapó y los Amigos de la Tierra organizaron un “tribunal ecológico” en torno a la problemática de la destrucción de la Amazonia. La reunión, que se llevó a cabo en Altamira, convocó a todos los grupos indios de Xingú y, además, contó con la presencia de José Lutzemberger, líder de los ambientalistas. Uno de sus objetivos principales era apoyar a los yanomami. Participaron aproximadamente cien corresponsales extranjeros de distintos medios de información, representantes de grupos indios de todo el hemisferio y figuras internacionales. Con su realización se logró renovar el interés de diferentes instancias internacionales en el tema, y que el gobierno brasileño respondiera con amenazas nacionalistas y reaccionarias. De esta manera, el ala derecha de la Unión Democrática Rural (UDR), que estaba implicada en el asesinato de Mendes, organizó una manifestación

26Andrew

Revkin, op. cit.


110 Territorios violados

de apoyo para la construcción de la presa. La UDR declaró que Brasil tenía todos los derechos de soberanía sobre el país, lo que le permitía, incluso, destruir la selva de la Amazonia. Su líder, así como también funcionarios del gobierno, acusaron al “imperialismo británico y norteamericano” de tratar de impedir e! progreso de Brasil. Durante el encuentro de los ministros del medio ambiente de América Latina, efectuado en marzo de 1989 en Brasil, el presidente Sarney condenó las presiones externas, para impedir la destrucción de la Amazonia, por considerarlas un atentado contra la soberanía nacional. La propuesta, realizada por México y Brasil, en la que se subrayaba que los verdaderos responsables del deterioro del medio ambiente en el mundo eran los países industrializados, fue aprobada por 89 ministros. En los países del Tercer Mundo, la desintegración de los recursos naturales se aceleraba día con día debido, particularmente, a las exigencias constantes alrededor de la deuda contraída con los países industrializados a las que había que responder. No obstante, el presidente Sarney rechazó todas y cada una de las propuestas de transacción de la deuda a cambio de la preservación de la Amazonia: “Brasil tiene derechos soberanos sobre el uso, explotación y administración de ese territorio.” En las declaraciones que posteriormente hicieron algunos funcionarios brasileños, considerando que las presiones por parte de organizaciones y gobiernos internacionales correspondían a “intereses disfrazados” que tenían como propósito “internacionalizar la Amazonia”, denunciaban a esos organismos y gobiernos. Sin embargo, incluso los ambientalistas brasileños señalarían la contradicción existente entre el supuesto “nacionalismo” de Sarney y los enormes subsidios que su gobierno otorgaba a proyectos que se efectuaban en la Amazonia, beneficiando a corporaciones multinacionales. El proyecto de la presa de Tucurui, por ejemplo, es uno de los subsidiados por el gobierno brasileño: un enorme complejo hidroeléctrico diseñado para abastecer de energía a la vecina Carajás, a su vez un proyecto minero también de dimensiones monumentales. La revisión detallada del proyecto Tucurui no está de más para quienes se interesen en la internacionalización de la Amazonia. De hecho, el Tucurui es un subsidio desmedido de energía, que el gobierno brasileño otorga a compañías internacionales. Su construc-


Indios y bosques en la América tropical 111

ción significó un incremento de 8 000 millones de dólares de la deuda externa brasileña, dado que esa energía se vende a corporaciones de aluminio japonesas, inglesas y americanas (entre las cuales se encuentran la Alcoa y la Shell) por un precio de entre 8 y 10 dólares por megawatt, mientras que el costo de su producción es de 38 dólares por megawatt. Según el ministro de Energía y Minas de Brasil, los subsidios asignados a los productores de aluminio extranjeros alcanzan un total aproximado de un billón de dólares por año. Otras estimaciones indican que el total de los que ha otorgado el gobierno al sector de exportaciones (comerciales e industriales) llegan a más de 10 billones de dólares anuales, aproximadamente el doble del costo anual de los servicios por la deuda externa.27 Las declaraciones en contra de la “internacionalización” de la Amazonia, hechas por militares de alto rango en servicio activo, al no ubicarlas en el contexto de un proceso que comenzó hace cerca de 30 años, la etapa contemporánea de Brasil, pueden dar cabida a situaciones equívocas y a interpretaciones distorsionadas. Los generales Carlos Tinoco y Thaumaturgo Sotero Vaz han hecho declaraciones a la prensa nacional e internacional con bastante frecuencia durante 1991, muchas de ellas aduciendo que, si en aras de la protección del medio ambiente en la Amazonia la soberanía nacional de Brasil se veía lesionada y amenazada, la guerra sería inminente. Tales argumentos en voz de generales no resultan extraños, sin embargo, las sociedades civiles, particularmente en un contexto regional en el que las débiles democracias de América del Sur se encuentran custodiadas por bayonetas a medio desenvainar, no pueden ignorarlos. Tampoco hay que olvidar que estas declaraciones, a su vez, se dan en un ámbito internacional que, si bien en los últimos cinco años, debido al fin de la “guerra fría”, ha cambiado dramáticamente, no por ello se puede afirmar que la lucha de las potencias económicas (Japón, Europa y Estados Unidos) por los recursos se haya terminado (y la guerra de Irak es un claro ejemplo cercano).28 Ade-

27Schilling,

“El Saqueo Económico de Brasil. Conferencia dada en el Centro Unido de trabajadores en Sao Paulo”, reimpreso en El Día, México, 23-24 de marzo de 1989. 28IDOC Internazionale, “As National Boundaries Fade, What Kind of Global Security”, en IDOC Internazionale, núm. 5, vol. 10, Roma, 1989.


112 Territorios violados

más, en el juego diplomático internacional hay serias discrepancias, entre el Norte y el Sur, sobre la utilización y destino de los recursos forestales provenientes de los bosques y selvas tropicales. El 50 por ciento de la madera dura tropical tiene como destino Japón, Europa y Estados Unidos, mientras que el resto se consume en los 70 países productores.29 Estos generales brasileños no heredaron la tradición humanista, positivista y pacifista que el mariscal Cándido Mariano da Silva Rondón, explorador de la Amazonia y creador del Servicio de Protección a los Indios (SPI) en 1910, tuvo para los indios; muy por el contrario, están formados dentro de la línea del mariscal Castelo Branco, quien encabezó el golpe de Estado de 1964. Ruptura del orden constitucional que se mantuvo hasta 1985 y que se llevó a cabo bajo los dictámenes externos de la Doctrina de la Seguridad Nacional que implicó la guerra sucia, la cancelación de todas y cada una de las libertades democráticas la internacionalización industrial y financiera de la Amazonia. Es precisamente en ese momento, de acuerdo con las investigaciones de Shelton Davis, cuando en la Amazonia se establecen: Hanna Mining Co., Burbach-Eich-Dudelang, Marcona International, Thyssen, U.S. Steel Corporation, King Ranch, Alcan Aluminium Co., Aardal of Aluminium Co., Río Tinto Zinc, Wilson, Elf-Aquitane, Swift-Armour, Bordon, Anglo, National Bulk Carries Co., Liquigas, Volkswagen, Deltec International Ltd., Brascan, Formosa Chemical y Fiber Corporations, entre otras. Los contratos con estas compañías mineras, ganaderas, forestales y de colonización, cuyas bases se encuentran en Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Noruega, Holanda, Japón y Taiwan, implicaron la deforestación de 8 000 000 de ha.30 Es importante subrayar que en ese periodo, y paralelamente a la deforestación anotada, para los habitantes originales de la Amazonia, es decir para los indios, las condiciones no fueron mejores que el destino de sus selvas. En 1968, el ministro del Interior, Albuquerque Lima, presentó los resultados de la investigación realizada por Jader Figuereido, procurador general de la nación, rela-

29 30

Catherine Gaufield, op. cit., 1982. Idem; Shelton Davies, op. cit.


Indios y bosques en la América tropical 113

cionada con las actividades del SPI. En la comparecencia informó, entre otras cosas, que el mayor Luis Neves, exdirector del SPI, estaba acusado de 42 crímenes, directamente verificados, en contra de grupos indígenas; que de 700 empleados había 134 que estaban involucrados en crímenes a las poblaciones indias. El informe, contenido en 5 115 páginas en 20 volúmenes y el archivo que lo sustentaba, misteriosamente se quemó, después de la comparecencia ministerial.31 En este contexto, las declaraciones en torno a la soberanía pueden visualizarse en toda su significación. Por una parte, los militares brasileños no han podido desligarse de la Doctrina de la Seguridad Nacional, que es el fundamento central en el que sustentan la visión que tienen sobre el país y que, ahora, la orientan hacia grupos conservacionistas y de apoyo a las poblaciones indígenas de la Amazonia, escudándose en las declaraciones internacionales de quienes manifiestan preocupación por la situación ambiental mundial. Interpretan como injerencia en los “destinos de la nación”, de los que se sienten depositarios, cualquier alternativa al “desarrollo clásico” por ellos realizado. Por otra parte, el discurso “oficial” gubernamental de las potencias económicas contemporáneas, en su mayoría, sigue ocultando sus verdaderos intereses, ya que, pese a que continuamente manifiestan su preocupación por la situación ambiental mundial, hasta este momento no han dado muestras de estar verdaderamente dispuestos a establecer compromisos reales en ese sentido, como tampoco lo han hecho en cambiar el estilo consumista y depredador del “desarrollo” que a nivel mundial impulsan. La internacionalización de la Amazonia, en la actualidad, es un proceso consumado con base en una serie de proyectos de desarrollo que han devastado zonas de selva muy extensas. Recientemente, Hecht y Cockburn, como parte de su pormenorizado estudio en torno del problema que enfrenta la selva de la Amazonia, resumieron lo siguiente: En las dos últimas décadas, la selva tropical húmeda, que originalmente cubría una extensión de 3 461 538 km2, se ha visto reducida en un 10 por ciento, con un promedio anual de pérdidas de 179 847 km2 de cobertura arbolada. Esta tasa promedio de destrucción se

31

Idem.


114 Territorios violados

incrementa día con día. Durante la época de sequía del año 1989, las selvas del estado de Acre, ubicado en el oeste de la Amazonia, según estimaciones realizadas por el Instituto Forestal de Acre, se incendiaron en una tasa que, respecto a la temporada de sequía del año 1988, se incrementó en un 20 por ciento. Al otro extremo de la Amazonia, en el estado de Pará, la destrucción forestal también se incrementa a un ritmo bastante acelerado. Las estrategias expuestas por el gobierno brasileño, por los políticos del Primer Mundo y por los asesores técnicos, no podrán detener la destrucción de las selvas tropicales húmedas ya que no están encaminadas a atacar las fuerzas que, sobre todo en la década pasada, mancillaron los cielos de septiembre de la Amazonia hasta convertirlos en los cielos grises ocre de hoy.32 La nueva administración, pese al nombramiento de José Lutzemberger como ministro del Medio Ambiente, parece estar más proclive a continuar las políticas de Sarney y de los líderes militares en torno al desarrollo de la Amazonia que se llevaron a cabo en los años sesenta, que tratar de dar un vuelco a la situación. El hecho es que, pese a que el gobierno brasileño haya realizado mayores esfuerzos en lo concerniente a las relaciones públicas, en cuanto a las políticas relativas a la Amazonia no se han dado cambios significativos y consistentes. La desintegración de las selvas continúa y las demandas de las tierras indias siguen siendo violadas e ignoradas, pese al decreto sobre los territorios yanomami; se comprende que por la herencia del gobierno militar, la transición real a la democracia plena en Brasil sea tortuosa, lo cual no justifica que no se otorgue más voz y réplica a la sociedad civil de ese gran país.

Vaqueros e indios: ganadores y perdedores Independientemente de la complejidad de las fuerzas que entran en juego en la destrucción de las selvas de la Amazonia, existe una tendencia general hacia la simplificación en el uso de la tierra, ya que a ésta se le da un solo destino. En la actualidad, en la Amazonia brasileña, aproximadamente el 85 por ciento de las tierras defo-

32

Susanna B. Hecht y Alexander Cockburn, The Fate of the Forest: Developers, Destroyers and Defenders of the Amazon, Londres, Verso Books, 1989.


Indios y bosques en la América tropical 115

restadas se han destinado al cultivo de pastizales. 33 Las “tendencias del mercado” no son las que determinan que la orientación dominante sea la de los pastizales cultivados para la cría de ganado y tampoco que este último, dentro de las formas posibles del uso de la tierra, sea considerado el más rentable. Esta tendencia es el resultado de políticas de desarrollo deliberadas y de subsidios cuantiosos que, entre los distintos grupos, favorecen al de los ganaderos, y que en lugar de otras formas posibles de utilización de la tierra, algunas de ellas, incluso con mayor potencial lucrativo, optan por la cría de ganado. En los años que van desde 1965 hasta 1983, en la Amazonia brasileña se establecieron 429 ranchos ganaderos, asignándosele a cada uno un promedio de 23 000 ha.34 Además de que se destruyeron, aproximadamente, 10 millones de hectáreas de selva tropical húmeda; para el inicio de las operaciones de esos ranchos, y previendo que las “tendencias del mercado” no fueran suficiente estímulo, en forma de incentivos de impuestos se les otorgó la cantidad de 6 000 000 000 de dólares. ¿Esta política deliberada del gobierno brasileño, auspiciada por los bancos multilaterales de desarrollo, beneficiará realmente a la población brasileña? ¿Quiénes se benefician y quiénes sufren daños con este modelo de “desarrollo”? A simple vista tales interrogantes podrían parecer muy difíciles de responder y, sin embargo, basta una revisión sucinta de las estadísticas oficiales para darse cuenta que la respuesta puede obtenerse, muy fácilmente, partiendo de la estimación del valor de mercado de una hectárea de selva tropical húmeda de la Amazonia, ya que únicamente hay una cifra publicada al respecto, que se basó en la evaluación de los productos (incluyendo 60 especies de madera de árboles) dentro de su actual valor de mercado. Esta cifra da un valor actual de 9 000 dólares netos por hectárea y muchos investigadores la consideran baja.35 Sin embargo, respecto al valor estima-

33

Susanna B. Hecht, “Chico Mendes: crónica de una muerte anunciada”, en Perfil de La Jornada, suplemento de La Jornada, México, 28 de abril de 1989. 34 WRI, World Resources 1988, Nueva York, Basic Books, 1989. 35 Víctor Manuel Toledo, Naturaleza, producción y cultura, op. cit.; del mismo autor, “Vacas, cerdos, pollos y ecosistemas”, en Ecología, Política y Cultura, núm. 3, México, 1987, pp. 36-49.


116 Territorios violados

do por hectárea para las plantaciones (3 184 dólares) o para los ranchos de ganado bien abastecidos (2 960 dólares) resulta elevada. Si a estas cantidades les sumamos el valor de los incentivos de impuestos, antes mencionados, obtendremos el cálculo de lo que a Brasil le está costando la conversión de la selva tropical húmeda en 469 ranchos ganaderos: alrededor de 65 billones de dólares, aproximadamente la mitad de su deuda nacional. Hay otro estudio que permite demostrar que esas conversiones en nada benefician a la sociedad brasileña. Al realizar un análisis de las inversiones privadas versus la asistencia pública, que en el establecimiento de un rancho ganadero en la Amazonia se efectúan, Browder presenta los datos que aparecen en el cuadro 1. Estas cifras contradicen significativamente la afirmación hecha por el propio WRI, acerca de que la causa de la degradación forestal está dada por la necesidad de abastecer de alimento a los pobres (quienes no están en capacidad de costearse su alimentación), o proveer de tierras a la población que crece tan aceleradamente. La desintegración de la selva tropical húmeda (y la deuda contraída por el Tercer Mundo, que apoya proyectos que dan como resultado su destrucción) básicamente beneficia a una pequeña élite a expensas de los recursos naturales de los países en cuestión y de la estabilidad ecológica y social del mundo. Este debería ser el principal aspecto a considerar, cuando se pretenden planificar estrategias efectivas para la conservación de la América tropical.

Cuadro 1 Total de gasto de inversión (NPV US $) Sociedad 5 143 700 Inversionista privado 743 650 Utilidades acumuladas (pérdidas) (NPV US $) Sociedad (2 824 000) -55% Inversionista privado (1 875 400) +249% Fuente: Instituto de los Recurso Mundiales, 1989.


Indios y bosques en la América tropical 117

Ni las declaraciones de los políticos del Primer Mundo, ni los programas de las organizaciones internacionales para la conservación, ni las publicaciones de los científicos, 36 ni las promesas de los representantes del gobierno brasileño han podido detener, al menos temporalmente, la aniquilación de la selva tropical húmeda de la Amazonia y de los indios que en ella habitan. Sin embargo, no debemos perder las esperanzas. Seguramente estamos más próximos al momento en que la retórica habrá de acabarse y las sociedades civiles sabrán enfrentar y resolver los graves problemas políticos, económicos, sociales y culturales que son la verdadera causa de la destrucción, tan irracional, de una de las fuentes de vida más portentosas del mundo entero.

36

Transformation of Tropical Forest lo Pastures in Latin America, First Technical Workshop. Oaxaca, octubre de 1988.



IV. DESARROLLO ECONÓMICO Y PUEBLOS INDIOS: EL CASO DE MÉXICO

Aunque es indudable que en América Latina los grandes proyectos de desarrollo: mineros, explotación petrolera, hidroeléctricas, redes camineras en los trópicos, territorios ganaderos, sistemas de riego y drenaje, bordos de detención de agua y canales de distribución de la misma, extracción forestal en gran escala, colonización y megaproyectos turísticos han generado riqueza de manera inmediata a pequeños sectores sociales nacionales e internacionales extrarregionales, también se hace evidente que han dañado, muchas veces de manera irreversible, el medio ambiente y las poblaciones locales de los territorios en que se llevan a cabo. El impacto causado por ello ha sido y es de mayor magnitud cuando el territorio está habitado por pueblos indios. Esto último se debe a la negativa de las sociedades nacionales y de las agencias multilaterales internacionales que financian el desarrollo de considerar a las sociedades indias como participantes plenas y responsables y como interlocutoras políticas válidas en los proyectos que se realizan en sus territorios ancestrales. Frente a esta situación, en la que también deben considerarse las deficientes estructuras de planificación nacionales y la poca responsabilidad que asumen los “expertos” que aprueban los proyectos, no hay, hasta hoy, fuera de las declaraciones de buenas intenciones, una estructura que presente, canalice y articule las justas aspiraciones de los pueblos indios frente a los técnicos nacionales y las Agencias multilaterales y que, a su vez, pueda poner a disposición de los afectados las informaciones pertinentes sobre los planes que

119


120 Territorios violados tienen para sus territorios y habitantes, con el objeto de que éstos puedan participar y proponer alternativas válidas y realizables en escalas coherentes de manejo. Los proyectos para el desarrollo generalmente se diseñan sin tomar en cuenta las condiciones económicas, políticas y del medio ambiente regionales. De ahí que los estudios de impactos únicamente se enfoquen, por ejemplo, al análisis de los efectos negativos que trae consigo la implantación de una presa en particular o la construcción de una carretera determinada. Sin embargo, si estos estudios se realizaran con base en el análisis de la situación a nivel regional, se contaría con elementos suficientes para conocer de manera más precisa cuáles han sido sus consecuencias reales para el desarrollo a nivel local y regional por una parte y, por otra, si partimos del supuesto de que se realizan de manera continua desde hace varias décadas contaríamos, también, con datos más precisos que nos permitirían determinar el impacto de esas acciones en términos acumulativos. Veamos de manera esquemática algunos casos, ejemplos entre otros muchos, que podríamos tomar de cualquier país de América Latina, alrededor del eje ístmico mexicano.

UN EJE GEOESTRATÉGICO: EL ISTMO DE TEHUANTEPEC

El Istmo de Tehuantepec, ubicado en el sur de México, se ha convertido, por innumerables razones, en un área geoestratégica. Su propia ubicación geográfica, en este sentido, ha sido determinante ya que se encuentra muy próximo a los complejos petroleros del sur del país y es un cruce alternativo del Canal de Panamá. El istmo atraviesa dos estados del territorio mexicano: el estado de Veracruz, en su porción sur, y Oaxaca, que puede considerarse como el estado típicamente istmeño, y que, por su diversidad cultural, ya que ahí habitan 18 grupos étnicos (16 de ellos indígenas) y con un 50 por ciento de población india, es un ejemplo para analizar la relación entre desarrollo y medio ambiente. Los bosques ocupan un lugar privilegiado de una gran parte de esta diversidad biológica y cultural. Más del 85 por ciento de ellos pertenecen a comunidades indias, ya sea bajo propiedad comunal (75 por ciento) o tierras ejidales (12 por ciento). Desafortunadamente, Oaxaca, en las últimas déca-


Desarrollo económico y pueblos indios... 121

das, también se ha convertido en uno de los principales destinatarios de los proyectos de desarrollo económico que no han tomado en cuenta la viabilidad ambiental y social de los mismos. El eje de la región está trazado por los puertos petroleros de Coatzacoalcos (Veracruz), en la costa del Golfo de México, y de Salina Cruz (Oaxaca) en el Pacífico (véase mapa 3). El primero, con la instalación petroquímica más grande de América Latina (La CangrejeraPajaritos), se ha conurbado con las poblaciones de Minatitlán, Cosoleacaque y Acayucan. Esta zona, que en 1970 tenía aproximadamente 100 000 habitantes, en la actualidad cuenta con más de 800 000. De esta población, sólo el 30 por ciento cuenta con servicios sanitarios completos (agua potable y drenaje), y el 50 por ciento habita en viviendas de un solo cuarto que alberga como promedio a cinco personas. Esta concentración humana, producto de una urbanización arbitraria y descontrolada, sumada a la industria petroquímica, han destruido áreas ecológicas vitales de la zona costera, modificando la morfología del delta y contaminando los cursos de agua con residuos de alta toxicidad. Este “polo de desarrollo” atrae inmigrantes de varios puntos del país, entre ellos a la población indígena (sobre todo mixes, zapotecos del istmo y la Sierra Juárez y nahuas de Veracruz) que se ve obligada a migrar de sus lugares de residencia tradicional por las pésimas condiciones prevalecientes en sus sitios de origen. En el centro petrolero esta población ocupa el último lugar de la escala social y obtiene los trabajos peor remunerados, debido a su escasa o nula capacitación como obreros industriales, así como las peores viviendas en los sitios más marginales.1 A 260 km de Coatzacoalcos se encuentra el puerto petrolero e industrial de Salina Cruz. Si bien esta ciudad es un asentamiento humano en reciente proceso de expansión, es la población intermedia que ha crecido mayormente en el estado de Oaxaca en el último decenio, multiplicándose su población por cinco. Su actividad petrolera incipiente ya deja sentir sus efectos sobre las aguas ribereñas

1

Véase la excelente colección de publicaciones sobre medio ambiente en Coatzacoalcos palizadas por Cecodes, basada en las investigaciones dirigidas por Alejandro Toledo, entre 1986 y 1990.


Mapa 3 PROYECTOS DE DESARROLLO Y GRUPOS INDÍGENAS


Desarrollo económico y pueblos indios... 123

y las lagunas costeras, afectando la pesca regional y los ecosistemas de las costas del Pacífico. Este otro “polo de desarrollo” también es un foco de atracción para la población indígena (zapotecas, mixes, huaves y chontales oaxaqueños) que aquí encuentra las mismas condiciones de vida que quienes van a Coatzacoalcos, pero con la diferencia de que Salina Cruz se ha convertido en un enclave mestizo, en una región casi totalmente indígena. Estos dos puertos industriales y petroleros son los extremos de un ambicioso proyecto concebido en 1977, planteado como una alternativa terrestre al Canal de Panamá. Este proyecto, llamado Servicio Multimodal Transístmico, conocido como Alfa-Omega, fue planificado bajo los siguientes objetivos básicos: “impulsar el desarrollo de la zona ístmica; servir como infraestructura de transporte; atraer carga internacional”, ya que “prevé captar el 7 por ciento de la carga por contenedores que actualmente cruza el canal de Panamá”. 2 En 1986 ya se movilizaban 552 000 t de productos por ferrocarril y carretera, teniéndose la expectativa de llegar a los tres millones para 1990. Hoy, 25 por ciento de la carga se transporta por ferrocarril y el resto por carretera, pero se tiene pensado revertir esta situación con la ampliación y el tendido de nuevas vías férreas. Esta comunicación, entre los dos puertos industriales de altura, sirve de articuladora de dos de las tres grandes cuencas marítimas del mercado internacional: la del Atlántico norte y la del Pacífico. La primera es el espacio de intercambio de dos de las economías más grandes del mundo, es decir, la de América del Norte y la de la Comunidad Económica Europea (CEE). La segunda contiene el otro gran espacio económico internacional: Japón, Taiwan, Corea, Singapur y Hong Kong, sin olvidarnos de señalar que en sus costas americanas se encuentra la economía más dinámica de Estados Unidos: la de California. Esta segunda cuenca, la del Pacífico, concentraba en 1985 el 46 por ciento del Producto Mundial Bruto (PMB) y, cinco años después, llegó al 58 por ciento, estimándose que se estabilizará en alrededor del 50 por ciento a lo largo de la presente década.3

2

Alejandro Toledo et al., Cómo destruir el paraíso: el desastre ecológico del sureste, México, Océano/Cecodes, 1984, pp. 85 y 86. 3 Norma Álvarez et al., México ante la Cuenca del Pacífico: alternativas para el futuro, México, IBAFIN/Diana, 1988.


124 Territorios violados La decisión de insertar parte de la economía mexicana en la circulación de bienes y servicios de la cuenca del Pacífico se ha ido aclarando a lo largo de la década anterior, a partir de las acciones siguientes: exportación de hidrocarburos a Japón (poliductos petroleros del golfo a la refinería y puerto industrial de Salina Cruz), el Proyecto Aifa-Omega y la creación de infraestructura para cordones industriales en el istmo. A fines de 1979, se establecía a Salina Cruz y su zona de influencia directa (Juchitán, Xadani, Atempa, San Mateo del Mar, Comitancillo, Huilotepec, Mixtequilla y Tehuantepec) como “prioridad para el desarrollo portuario industrial” y a otros ocho municipios ístmicos (Ixtaltepec, El Barrio, Ixtepec, Espinal, Matías Romero, Guichicovi, Santa María y Santo Domingo Petapa) como “prioridad para el desarrollo industrial urbano”;4 es en este contexto que, en 1990, se anuncia que Salina Cruz es una nueva zona de libre comercio en el país. Con el actual proceso de establecer un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, el Ltmo de Tehuantepec podría convertirse en el eje de la frontera sur de un inmenso mercado de 360 000 000 de personas. Es bajo estas directrices que ha empezado a desarrollarse, en los últimos años, un sistema de ciudades intermedias (Salina Cruz, Tehuantepec, Juchitán, Ixtepec y Matías Romero) que se conecta con el subsistema ístmico veracruzano (Acayucan, Minatitlán y Coatzacoalcos). Los cinco municipios más urbanizados del istmo oaxaqueño han crecido 4.15 veces sus tamaños de población entre 1970 y 1990 (según las proyecciones de ITO/Conapo de 1988), 5 o 2.12 veces, según INEGI, en 1990.6 Solucionar este tipo de discrepancias es clave para cualquier sistema planificador serio. Sobre el istmo oaxaqueño se afirma que “concentra en seis ciudades el 71 por ciento de la población de la región, distribuyéndose el 29 por ciento restante en aproximadamente 532 localidades rurales o en proceso de urbanización”.7

4 Secretaría

de Patrimonio y Fomento Industrial, Plan de Desarrollo Industrial 1979-1982-1990, México, 1979. ITO/Conapo, El sistema de ciudades intermedias —Oaxaca—, Oaxaca, 1988. 6 INEGI, Anuario estadístico del estado de Oaxaca, Aguascalientes, INEGI, 1990. 7 Solidaridad-Oaxaca/Veracruz, Programa de desarrollo del Istmo de Tehuantepec, México. 1990 5


Desarrollo económico y pueblos indios... 125 Este proceso determina que el sector que más se expanda sea el industrial: para 1981 generaba el 52.4 por ciento del valor agregado de la economía regional y siete años después llegaba al 68.32 por ciento del mismo. En igual periodo, el sector primario pasó del 22.12 al 12.43 por ciento, y el terciario del 25.38 al 12.25 por ciento.8 La concentración de población a nivel urbano y el crecimiento de la infraestructura agroindustrial han hecho que a estos cinco municipios se destinaran las mayores inversiones, aumentando los desequilibrios regionales y las migraciones internas, lo que hace que la demanda de servicios concentrados supere la oferta de los mismos. En el istmo oaxaqueño hay un déficit del 37 por ciento de agua entubada, 63 por ciento en drenaje y 32 por ciento en electricidad, mientras que sus carencias habitacionales se estiman en 21 000, lo que implica que entre 125 000 y 150 000 personas vivan hacinadas.9 Esta situación ha creado problemas con el manejo y tratamiento de aguas negras, de basura y desechos industriales, ocasionando que todos los ríos regionales tengan cierto grado de contaminación; el más deteriorado es el río Los Perros, que desemboca en la Laguna Superior.10 Para la construcción de la refinería del puerto industrial de Salina Cruz se expropiaron 729.6 ha de buenas tierras agrícolas sobre la margen derecha del río Tehuantepec, a los ejidos zapotecos de Boca del Río y San José del Palmar, que se habían constituido por la invasión de tierras comunales de los mareños (huaves) de San Mateo del Mar. La mayoría de los ejidatarios expropiados pasaron, de productores de granos básicos, a obreros no calificados y temporales de Pemex (Petróleos Mexicanos). Con la política de Pemex, desde 1989, de no contratar a más eventuales, muchos de los ejidatarios, anteriormente expropiados, comenzaron la explotación de bancos de arena y grava en territorio comunal huave (Huazantlán del Río), compitiendo con éstos por la captura del camarón en la desembocadura del río Tehuantepec.11

8

ITO/Conapo, op. cit.

9 Idem. 10 Idem;

1990. 11 Idem.

Nemesio J. Rodríguez, Impactos de los CCI del Istmo de Tehuantepec 1977-1989, Oaxaca, CADAL/INI,


126 Territorios violados

En el puerto industrial de Salina Cruz, para 1979, se detectaba contaminación en las aguas marinas por drenaje de aguas residuales, desechos de la industria pesquera, descarga de solventes y pinturas de los astilleros, derrames de amoniaco, diesel, combustóleo y gasolina en la terminal de Pemex, los que, al ser llevados por las corrientes, se extendían hasta la bocabarra de San Francisco. “Para eliminar este problema, en dos o tres ocasiones al año se derrama detergente —120 a 200 kg cada vez— en la dársena, lo cual (también) origina contaminación con efectos sobre la flora y la fauna de una amplia zona, debido a su lenta degradabilidad.”12 En 1981, el Banco Mundial aprobó un crédito por 4 000 000 de dólares para el Proyecto de Puertos Industriales que contemplaba la instalación de laboratorios y equipo de monitoreo ambiental para Lázaro Cárdenas, Altamira, Salina Cruz y Laguna del Ostión. Desatada la crisis económica de 1982, el proyecto se limitó al puerto de Lázaro Cárdenas.13 Es evidente, por todo lo anterior, que este crecimiento sin control de las actividades portuarias en Salina Cruz, con todas sus implicaciones, tendrá severos impactos ecológicos y sociales en la región; sin embargo, todavía no hay un solo estudio ni investigación seria acerca de las consecuencias que tendrá sobre las poblaciones mixes, zapotecas, huaves, zoques y de chontales oaxaqueños. PROYECTOS CIRCUNVECINOS AL EJE REGIONAL GEOESTRATÉGICO DEL ISTMO A ambos lados del eje de Alfa-Omega hay otros proyectos de gran escala que han tenido, tienen y seguramente tendrán, impactos ecológicos y sociales negativos sobre territorios indígenas y que por su incidencia regional interesa destacar.14

12

Gobierno del Estado de Oaxaca y H. Ayuntamiento de Salina Cruz, Plan director municipal de desarrollo urbano para la ciudad y puerto de Salina Cruz, t. I-III, Oaxaca, 1979. 13 Tarcisio Castañeda, México: Environmental Issues and Strategy Paper, Washington, World Bank. 1989. 14 Nemesio J. Rodríguez, ¿Desarrollo?: impactos ambientales y sociales en territorio huave, Oaxaca, Casa de la Cultura de Juchitán/CCI San Mateo del Mar, 1991.


Desarrollo económico y pueblos indios... 127 Distrito de Riego número 19 (DR-19) A principios de la década de los sesenta, se realiza la obra hidráulica de mayor impacto en el istmo oaxaqueño, utilizando el río Tehuantepec: la presa Benito Juárez y el Distrito de Riego núm. 19 (DR-19). La cuenca del río Tehuantepec cubre 9 453 km2, con un recorrido de 300 km,15 y un escurrimiento promedio anual de 1 368.7 millones de m3.16 El río fue almacenado en la presa Benito Juárez y desviado, a través de la presa Las Pilas, hacia el DR-19 constituido por 70 km de canal principal y 655 km de canales secundarios.17 El 90 por ciento de esta cuenca (8 508 km2) es montañosa, con pendientes mayores al 20 por ciento y el resto (945 km2) es de laderas, lomeríos y planicies, con pendientes menores al 20 por ciento. Antes de la construcción de la presa Benito Juárez se estimaba que un 30 por ciento de su escurrimiento ingresaba en la laguna Superior, concurriendo con el 90 por ciento de los aportes fluviales de agua dulce al sistema lagunario costero del istmo. 18 La laguna Superior es uno de los puntos importantes para la reproducción del camarón y fuente de sobrevivencia de los mareños (ikoods). En el territorio que ocupa la cuenca alta del río Tehuantepec, sólo el 29 por ciento conserva su vegetación natural, el 16 por ciento está perturbada y el 55 por ciento restante está totalmente transformada.19 De esta parte de la cuenca proviene la mayoría de los azolves de la presa de almacenamiento (que está a la mitad de su capacidad original) y de los canales del DR-19, debido a una fuerte erosión hídrica20 por proyectos agropecuarios y forestales no adecuados, promovidos por la Secretaría de Agricultura y Recursos

15

A. Carranza-Edwards, “Ambientes sedimentarios recientes de la llanura costera sur del istmo de Tehuantepec”, en Anuario del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, México, UNAM, 1980. 16 V. D. Zizumbo y G-M. P. Colunga, Los huaves: la apropiación de los recursos naturales, México, DSR, UACH, 1982. 17 SPP, Investigación sobre el Distrito de Riego núm. 19. Informe de Investigación, México, SPP, 1980. 18 J. Irioshe y M. Méndez, “Impactos ecológicos de las obras de riego en el Istmo de Tehuantepec. Avance de investigación”, en Nemesio J. Rodríguez (coord.), Impactos del desarrollo en zonas indígenas, México, CADAL, 1987. 19 Estimaciones basadas en la información cartográfica de J. Irioshe y M. Méndez, op. cit. 20 R. Zárate-Ramírez et al., Marco de referencia para la planeación y evaluación de la investigación agrícola en el Istmo de Tehuantepec, México, SARH/INIA/CIAPAS/CAEITE, 1980.


128 Territorios violados Hidráulicos (SARH) y con créditos de Banrural, sobre todo en la zona del exdistrito de Yautepec. Es importante aclarar que la SARH es la que tiene a su cargo la presa Benito Juárez y el DR-19. Esta cuenca alta se encuentra en territorios zapotecas de los valles centrales y Sierra Sur y de chontales serranos. La cuenca media cruza territorio chontal y zapoteco del istmo; la selva baja caducifolia original sólo se encuentra en manchones aislados y ha sido suplantada por arbustos secundarios; los desmontes en la zona se han debido a proyectos magueyeros para producción de mezcal y ganaderos (sobre todo caprinos) en gran escala.21 Para realizar el DR-19 se desmontaron 53 000 ha de selva baja caducifolia en municipios zapotecos: Ixtaltepec, El Espinal, Juchitán, San Blas Atempa, Comitancillo, Huilotepec, Mixtequilla, Tehuantepec y Unión Hidalgo. Esta región está normalmente expuesta a vientos alisios y a los “nortes”, ambos extremadamente secos, lo cual, junto a la alta temperatura ambiente (30°C), produce una evaporación anual promedio de alrededor de 2 400 mm en una zona en la que llueve entre 800 y 1 000 mm de promedio anual. Los “nortes” en la región tienen la especial característica de descender al nivel del suelo a alta velocidad, llegando hasta ráfagas de 120 km/h, provocando erosión eólica que se acentúa con los desmontes. En 1980, en un informe de investigación de la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP) se asentaba:

Debido a los desmontes para la formación del sistema de riego y los sucesivos desde esa fecha, la frecuencia e intensidad de los vientos ha aumentado [...] la zona huave no sólo quedó al margen del sistema de riego, sino que propició su gradual deterioro. La humedad que proporcionaba el cauce natural del río Tehuantepec, al ser suspendido, ha llevado a la degradación ecológica de esa zona, convirtiéndose en una inmensa duna.22 La eficiencia de este distrito de riego es muy baja ya que, por un lado, su máximo servicio en 26 años de operación ocurrió en 1979,

21

F. Miranda y E. Hernández-X., “Los tipos de vegetación de México y su clasificación”, en Boletín de la Sociedad Botánica de México, núm. 28, México, 1963; J. Irioshe y M. Méndez, art. cit.; Nemesio J. Rodríguez, op. cit.; y del mismo autor, “¿Desarrollo para quién?”, en México Indígena, núm. 27, México, INI, 1989; Nemesio J. Rodríguez (coord.), op. cit. 22 SPP, op. cit.


Desarrollo económico y pueblos indios...129 cuando regó el 70 por ciento de lo programado y, por el otro, utiliza 26 000 m 3 de agua por hectárea. Uno de los argumentos que se esgrimieron para su realización fue el de un “uso eficiente del recurso agua”; y los zapotecos, para 1961, antes de las grandes obras hidráulicas, utilizaban 12 000 m3 de agua por hectárea con pequeñas obras de irrigación que, si bien se destruían año con año por las crecientes, permitían regar, aproximadamente 15 000 ha a partir de la organización de la población en comités de riego o de agua, que muchas veces estaban integrados en los ayuntamientos y en las agencias municipales. Con estos sistemas propios de manejo de agua los zapotecos del istmo, si era año de buen temporal, podían aspirar a dos cosechas de maíz zapalote al año. Con el DR-19, el agua que éste proporciona es destinada, mayoritariamente, a monocultivos agroindustriales (caña de azúcar) o pasturas inducidas para ganado; los cultivos de alimentos básicos han sido desplazados a zonas sin riego, que se obtienen de temporal, ya que el costo por regar es demasiado alto frente a los bajos precios que tiene el maíz en los mercados. De cada litro de agua que sale de la presa Benito Juárez, el 50 por ciento tiene como destino la refinería del puerto de Salina Cruz, otro 25 se evapora y sólo el 25 restante cumple la función de regadío. El tipo de riego que se realiza, que es por lámina o inundación (en las condiciones climáticas señaladas) en tierras marinas emergidas cubiertas por aluviones fluviales con problemas de drenaje superficial, ha producido deterioros notables: el 40 por ciento de las tierras regadas originalmente están hoy inservibles por salinidad y sodicidad y en un 15 por ciento empantanadas, por la elevada recarga de los mantos acuíferos.23 Además, los drenes del DR-19 que fluyen a la laguna Superior acarrean urea, 18-46-00, 00-46-00, triple 17, paratión metílico, lorsban, dipterex, sevín, lanatte y gesparín combinado; agroquímicos utilizados en los monocultivos agroindustriales impulsados con el “paquete tecnológico” de la fracasada revolución verde” en tierras tropicales.24 Estos impactos ambientales tuvieron repercusiones sociales de importancia. En 1964, en los municipios afectados por el DR-19, se cambió el régimen de tenencia de la tierra, por decretos presiden-

23 24

J. Irioshe y M. Méndez, art. cit. Idem.


130 Territorios violados

cíales, de comunal a pequeña propiedad. Antes de los decretos el 97 por ciento del territorio era comunal y el 3 ejidal; en 1985 el 17 por ciento era ejidal y el 83 pequeña propiedad. La presa inundó el poblado de Jalapa del Marqués y sus mejores tierras de cultivo; en el cambio de tenencia de la tierra en el DR-19 quedaron fuera del padrón agrario 2 500 zapotecos, comuneros originarios, que perdieron 25 175 ha del municipio de Juchitán. 25 La población de Jalapa del Marqués fue trasladada de tal manera, que se quebró el sistema de barrios y la cohesión social que implicaban los mismos (familias extensas, vecindades de largo tiempo y mayordomías). Los comuneros de Juchitán que se quedaron sin tierra se instalaron en su mayoría en la colonia Álvaro Obregón e invadieron, para su cultivo, terrenos de los ikoods (huaves) en Ciénaga Grande y Paso Lagarto; a su vez, comenzaron una lucha, no resuelta hasta hoy, por sus derechos agrarios conformando el contingente inicial de una organización política regional, la Coalición de Obreros, Campesinos y Estudiantes del Istmo (COCEI). Pese a las secuelas ecológicas y sociales negativas que ha tenido este distrito de riego, debidas al manipuleo artificial arbitrario del medio natural por encima de las determinaciones sociales étnicas del Istmo de Tehuantepec y de los conocimientos que sobre su naturaleza tienen los zapotecos —impactos que han sido dados a conocer en los últimos diez años—,26 las indicaciones existentes apuntan al mantenimiento de este sistema hidráulico deficiente y no a su transformación. En el Programa de Desarrollo del Istmo de Tehuantepec (1990), se sostiene como diagnóstico: “Manejo deficiente del agua de riego, debido al mal estado del sistema de drenes y canales del Distrito de Riego núm. 19 y a la falta de capacitación y asistencia

25

Arturo Warman, “El futuro del Istmo y de la presa Benito Juárez”, entrevista a Francisco Toledo, en Guchachi’Reza, núm. 15, segunda época, Juchitán, 1983; Felipe Martínez López, El crepúsculo del poder: Juchitán, Oaxaca (1980-1982), Oaxaca, IISUABJO, 1985; V.D. Zizumbo y G-M. P. Colunga, op. cit.; Nemesio J. Rodríguez, art. cit. 26 SPP, op. cit.; Arturo Warman, art. cit.; y del mismo autor, “La triste historia de un distrito de riego”, en Guchachi’Reza, núm. 7, segunda época, Juchitán, 1981; Carlos Moreno, “Diagnóstico socioeconómico en la zona zapoteca del Istmo de Tehuantepec. Avance de investigación” (manuscrito), México, INEA, 1984; Diagnóstico operativo en el Distrito de Riego núm. 19. Avance de investigación, México, CADAL, 1987; Nemesio J. Rodríguez, op. cit., y art. cit.; Alejandro Mendoza e Israel Velazco, “Análisis de obras de riego y drenaje en el Istmo de Tehuantepec y La Chontalpa. Avance de investigación”, en Nemesio J. Rodríguez (coord.), op. cit.; J. Irioshe y M. Méndez, op. cit.


Desarrollo económico y pueblos indios...131

técnica”;27 como solución se plantea “Rehabilitar la red de distribución del Distrito de Riego núm. 19 y brindar asesoría a los productores para el uso eficiente del agua de riego”, 28 a partir de las siguientes acciones prioritarias: Programar con base en las etapas de rehabilitación del Distrito de Riego núm. 19, la incorporación de superficies a la producción de cultivos potenciales y con mayor rentabilidad, y capacitar a los usuarios en técnicas y métodos de riego para lograr un uso eficiente del agua.29 Ampliar la frontera agrícola mediante desmontes de tierras con capacidad productiva en el Distrito de Riego núm. 19. 30 31 Planificar el área ganadera dentro del sistema de riego núm. 19. A diagnóstico insuficiente, peores soluciones. La rehabilitación de los canales y drenes azolvados no es un mero problema de dragado de los mismos; se volverán a azolvar si no se toman medidas que reconstituyan la capa vegetal de la cuenca alta del río Tehuantepec y en el propio DR-19, a la vez que se realicen barreras rompevientos efectivas que impidan la erosión eólica de la región. Pero, lo que se plantea es continuar con el mismo sistema de riego por lámina, que seguirá salinizando y empantanando la zona; hacer nuevos desmontes para ampliar la frontera agrícola, a pesar de que lo único que provocará será mayor erosión y nuevos azolves, y se promocionará una forma obsoleta de ganadería, que es la que más se ha beneficiado del riego con las pasturas artificiales. Por otro lado, se sostiene la necesidad de capacitación técnica a los productores para un uso eficiente del agua; pero no se dice que esto es necesario desde que cambiaron artificialmente el medio ambiente regional, realizado sin contar con los habitantes de la región y sin considerar ni sus organizaciones sociales ni sus conocimientos culturales sobre el uso eficiente del agua. En vez de recuperar y aprender de ellos para hacerlos nuevamente funcionales, reconstituyendo el medio alterado, se propone el sostén del ineficiente sistema de riego, buscando incorporar a los zapotecos mediante su reorientación conceptual por la vía de la capacitación

27

Solidaridad-Oaxaca/Veracruz, op. cit., p. 18. Ibid., p. 19. 29 Ibid., p. 20. 30 Ibid., p. 21. 31 Ibid., p. 23. 28


132 Territorios violados técnica, repitiendo el prejuicio del planificador frente a los conocimientos populares. Paralelo a lo anterior, hay un “olvido” de suma importancia, que radica en la falta de consideración, en la propuesta, de las condiciones sociales, culturales, políticas y económicas de los zapotecos del istmo. Es decir que la formulación de acciones privilegia aspectos técnicos estructurales sobre las condiciones cotidianas de la población, mismas que pueden hacer posible u obturar el funcionamiento real y futuro de ésta o cualquier otra obra, y no se las toma en cuenta para las decisiones sobre las mismas. Se hizo caso omiso de los zapotecos para realizar el sistema hidráulico y, ahora, no se los consulta para su reorientación; se decide por ellos para el sostén y continuidad de la misma obra.

Proyecto forestal Fapatux en Sierra Juárez, Oaxaca A mediados de los cincuenta se concesionaron a Fábricas de Papel Tuxtepec (Fapatux), por decreto presidencial y por 25 años, los bosques de comunidades zapotecas, chinantecas y mixes de la sierra norte para su explotación. Esto dio pie a Fapatux para desarrollar un proyecto forestal que le permitiera obtener materia prima para producir pulpa de papel. En 1977 tiene los estudios dasonómicos necesarios para organizar la extracción maderable legal regional, que vencen hasta 1982. Durante esos primeros 20 años la extracción fue semiclandestina, bajo el concepto de “ordenación” del bosque y con acuerdos con los comisariados de Bienes Comunales de cada municipio forestal. Por esta extracción la compañía pagó mínimos derechos de monte, que fueron depositados a nombre de las comunidades en el Fondo Nacional para el Fomento Industrial.32 Esta región aumenta en 5.2 veces su capacidad de oferta anual de materia prima en diez años, pasando de 46 000 m3 en 1976 a 240 000 m3 en 1985. En este mismo periodo se dan cambios importantes en el uso de la tierra en la sierra norte, si bien su tenencia no varía, siendo ésta 92 por ciento comunal, 7 por ciento ejidal y 1 por ciento pequeña propiedad. Sin embargo, si para 1978 el 27 por ciento de la tierra era agrícola, el 25 ganadera y el 48 forestal, para 1985 pasan a 33, 39 y 28 por ciento, respectivamente. Estos cambios se dan

32

Nemesio J. Rodríguez (coord.), op. cit.


Desarrollo económico y pueblos indios...133

por el incremento del cultivo del café, en tanto comercial, y el impulso a la ganadería por la SARH y el Instituto Nacional Indigenista (INI), con créditos institucionales combinados con bancarios (Banrural) y por la deforestación impulsada, principalmente, por Fapatux. La deforestación en la sierra norte ha ido pareja a la ocurrida en el resto del estado de Oaxaca, el cual tenía, en 1956, una superficie forestal que ocupaba el 89 por ciento de su territorio y, en 1985, sólo el 31 por ciento. Es importante destacar que el 80 por ciento de las zonas en donde Fapatux realizó extracción forestal, tienen pendientes del 20 al 60 por ciento y que los programas de reforestación realizados no llegaron a cubrir el l por ciento del bosque talado. Por el lado social, en los 68 municipios de la sierra norte viven aproximadamente 185 000 indígenas (zapotecos, mixes y chinantecos), de los cuales el 46 por ciento (85 000) tienen que radicar fuera, en ciudades perdidas de Oaxaca, en la ciudad de México, en la frontera norte y en Estados Unidos. Respecto a los datos numéricos —1989— es importante que se aclaren las diferencias existentes con los que proporciona el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) para la región, que son de 166 000 habitantes para 1990 y 154 000 para 1991.33 Los indicadores de bienestar social en la región (servicios, nutrición, educación, agua, drenaje, energía eléctrica, salud) son los que se encuentran dentro de los niveles más bajos respecto al resto del país. En la sierra norte el 43 por ciento de las viviendas cuenta con agua entubada (mas no potable) y sólo el 13 por ciento de las mismas tiene drenaje; el 22 por ciento de las casas cuenta con energía eléctrica; el 88 por ciento cocina con leña, el 11 por ciento con gas y el 1 por ciento con petróleo, y, como claro indicio de desnutrición, en las mujeres ha aumentado la edad de la menarquía, pasando de los 13 años en las abuelas (antes de Fapatux) a casi los 16 años en sus nietas (después del proyecto forestal).34 En este contexto global, para poder visualizar el proyecto maderero de Fapatux y sus consecuencias, dividiremos el proceso, de manera esquemática, en tres etapas: 1956-1976, 1977-1982 y 1983-1990.

33

INEGI, op. cit.; también Resultados preliminares: XI Censo General de Población y Vivienda, 1990, Aguascalientes, INEGI, 1991. 34 Nemesio J. Rodríguez, art. cit.


134 Territorios violados La primera etapa comienza por la desarticulación regional comunitaria debido a la inauguración de la carretera nacional núm. 175, en 1962, que comunica Oaxaca con Tuxtepec, a media altura, cuya construcción fue paralela a la concesión a Fapatux, y es una ruta típicamente maderera; pasa casi al límite inferior de donde se encuentran las mayores masas de pino. Es más fácil y económico dejar caer los trozos que subirlos. Al comienzo de la década de los cincuenta los municipios de la sierra norte, antes del proyecto forestal, demandaban la construcción de un camino que los uniera con Oaxaca, por el que pudieran tener acceso al mercado y sacar su producción (fruta, café y básicos). Al no tener respuesta gubernamental a tal demanda, habían comenzado su construcción con un trazado que pasaba por los parteaguas que, comunicando los caminos de herradura, articulaba a las poblaciones serranas. El trazo de la carretera nacional núm. 175 no respondió a las necesidades de las comunidades, fue típicamente de enclave colonial por el sistema radial que impuso. En ese entonces, la cohesión social de las comunidades no tenía grandes fisuras y la economía familiar y comunal estaba deslindada por el modo de consumo, es decir, el “dispendio” o la antiacumulación; era una organización social y productiva regida por el “prestigio”, como equilibrador de las normales fuerzas centrífugas o de acumulación individualizada de riquezas. Algunos pocos salían a trabajar fuera, pese a que, desde 1942, había contratistas de mano de obra local para empresas agrícolas en Estados Unidos. No existía, a fines de la década de los cincuenta, una cultura forestal en las comunidades de la sierra norte, si bien los comuneros conocían el bosque con mucha precisión. Es Fapatux la que introduce la cultura forestal como actividad extractiva comercial. Esta empresa contrataba los volúmenes de madera a sacar con los comisariados de Bienes Comunales y marcaba los árboles a cortar; los cortadores de la comunidad dependían del comisariado y la compañía fue empleando, a su servicio directo, gente local (guías y choferes) e introduciendo en la región personal administrativo, profesional y técnico de otras partes del país (Chihuahua y Durango, principalmente), que tenían los conocimientos sobre la industria maderera y sus requerimientos. En esa época los conflictos intercomunales estaban determina-


Desarrollo económico y pueblos indios...135 dos por añejos problemas de límites no resueltos o por rencillas caseras entre caciquillos locales. Pero, a partir de la presencia de Fapatux, éstos aumentan y se reorientan hacia el control de mayor espacio con potencial forestal. El proceso de “ordenamiento” forestal, que se realiza paralelamente a los estudios dasonómicos, implicó que se sacaran árboles de pino “plagados”, “viejos”, “deformes”, así como los más grandes, haciéndose aclareos orientados a disminuir la presencia del encino. El objeto de este “ordenamiento” era el de obtener árboles jóvenes de pino, cuya madera blanda produce muy buena fibra larga para celulosa. De esta “ordenada” manera se anuló un capital genético invaluable para la reproducción del bosque, ya que se eliminaron los especímenes mejores y más adaptados al medio.35 En las economías comunales, que eran poco monetarizadas, comienza a surgir un sector con dinero permanente (cortadores, choferes, ayudantes, guías de monte), a los que Fapatux pagaba por debajo de lo que les correspondía, que eran los únicos (fuera de los pocos empleados federales y algunos comerciantes) que contaban con una especie de salario constante. Las promesas no cumplidas por Fapatux, el trato discriminatorio de su personal profesional y técnico hacia los comuneros y la valorización que éstos hacen de la madera que se extrae de sus bosques, crea un clima de descontento en la sierra norte. En 1967 se unifican ocho comunidades, lidereadas por Macuiltianguis, negándose a entregar materia prima a la empresa en las condiciones hasta ahí estipuladas, lo cual determina en la compañía el comienzo de una política de plantaciones (por ejemplo, La Sabana, en la zona mixe); pero éstas llevan tiempo y es más inmediato y práctico, desde una perspectiva empresarial simple, utilizar materia que ya tienen las comunidades.36 La paraestatal renegocia su presencia en estas comunidades en 1972, otorgando mejores pagos por m3 de madera, escuelas, dispensarios médicos y algunos caminos. Durante esos cinco años, Macuiltianguis comienza una experiencia interesante, al comercializar encino por su cuenta, madera que Fapatux desdeñaba.

35

Javier Castañeda, “Análisis preliminar sobre impactos comunitarios del proyecto

WWF, 1991. 36 Luisa Paré,

Xalapa, 1991.

BID”

(manuscrito), Oaxaca,

“A propósito de un proyecto de eucalipto en el sur de Veracruz”, en El Jarocho Verde, núm. 1,


136 Territorios violados Para 1976, tiene listos los estudios dasonómicos, a partir de los cuales comienza la segunda etapa del proceso que nos interesa. Dichos estudios son clásicos y típicos; no tienen ninguna consideración del medio ambiente boscoso global y su objetivo es organizar la extracción de las especies de pino con las características requeridas por la industria celulósica y acabar con sus competidores naturales, básicamente el encino.37 Es decir, al sustituir un sistema natural complejo por otro especializado y artificial, se siguen teniendo árboles, pero ya no hay bosque, puesto que éste deja de ser un sistema de especies múltiples que se usa de manera sostenida y polivalente y es suplantado por otro de simple cosecha de una sola especie. La SARH otorgó, basándose en los mencionados estudios, los permisos de corta a cada comunidad proveedora de materia prima a Fapatux. Y a partir de aquí se explica que los volúmenes extraídos anualmente se multipliquen por cuatro en los cinco años siguientes, que la cantidad de comuneros involucrados sea diez veces mayor y que la masa forestal original se reduzca en un 50 por ciento. Este proceso lleva a un resquebrajamiento de la cohesión interna de las comunidades. Las Unidades de Aprovechamiento Forestal, originalmente integradas a los comisariados de Bienes Comunales y rindiendo cuentas a las asambleas de comuneros, comienzan a independizarse de las autoridades locales. Las Unidades de Aprovechamiento Forestal integran a sus trabajadores de manera vertical, es decir, de manera antagónica a la organización social y productiva de las comunidades, e imponen una cadencia laboral de tipo industrial incompatible con los ritmos de producción tradicionales, respondiendo a las exigencias que demanda la industria forestal externa, en este caso Fapatux. De esta manera, los comuneros que participaban en la extracción maderera se convirtieron en obreros rurales forestales de la compañía papelera y saquearon, bajo la directiva de aquélla y “sin quererlo”, sus propios recursos. Los que no forman parte de este proceso forestal son los que impugnan los cortes de caja que rinden las Unidades de Aprovechamiento Forestal a las asambleas, adu-

37

J. Escárpita, “Fábricas de Papel Tuxtepec, S.A. Unidad Industrial de Explotación Forestal. Secciones de ordenación I, II y IV, estado de Oaxaca” (mimeografiado), Oaxaca, Fapatux, 1977.


Desarrollo económico y pueblos indios...137

ciendo que “las cuentas no están claras” y “entró más dinero del que dicen”. Actuar en los consejos de administración de las Unidades de Aprovechamiento Forestal se vuelve un objetivo codiciado, por el volumen de dinero que manejan, que lleva a la formación de grupos de presión de nuevo tipo. Para fines de la década de los setenta hay comunidades que cuentan con permiso de explotación forestal, aserraderos, motosierras, tractores y grúas, y personal propio semiespecializado, administrativo y técnico contratado por Fapatux para su producción maderera. Las comunidades sabían que la concesión presidencial a Fapatux se terminaba en 1982 y que la compañía se sentía segura de su renovación. Bajo la consigna de “recuperar los bosques para las comunidades”, cuando en realidad se trataba de que las concesiones de explotación se dieran a los comuneros involucrados en las industrias madereras locales, surgen en la sierra norte, durante 1980, dos organizaciones regionales que luchan por la no renovación de la concesión a Fapatux. Una es la Organización para la Defensa de los Recursos Naturales y Desarrollo Social de la Sierra Juárez (ODRENASIJ), liderada por Macuiltianguis , y la otra, el Comité Coordinador para la Defensa de los Recursos Naturales, Humanos y Culturales de la Región Mixe (CODREMI), impulsado por Tlahuitoltepec. En 1982, por decreto presidencial, se renovaba la concesión de explotación forestal en Sierra Juárez a Fapatux. Al año siguiente, con el cambio del poder sexenal, las comunidades obtienen un amparo contra aquel decreto lesivo a sus intereses. Las organizaciones que habían impulsado esta lucha, al no tener un plan alternativo al de Fapatux, que aglutinara en términos propositivos a las comunidades, llegan a su límite. CODREMI se transforma en la Asamblea de Autoridades Mixes, básicamente orientada a cuestiones de servicios y culturales. ODRENASIJ desaparece cuando Macuiltianguis se desliga de las demás comunidades aceptando contratar su volumen de extracción de pino con la empresa, cuando la consigna era no tener ningún trato con la papelera. Este contexto abre la tercera etapa que, en su primer momento (1983-1985), produce una semiparalización de la industria celulósica estatal, que se ve en la necesidad de traer madera de Durango (cosa que hace hasta la fecha, aunque en menor escala). A partir de 1986,


138 Territorios violados se renuevan contratos con Fapatux, pero en condiciones más ventajosas para las comunidades, de tal manera que la madera obtenida en Oaxaca es la más cara del país. Si el precio de la madera en México es 1.47 por ciento mayor en el mercado internacional, en Oaxaca es 0.9 por ciento mayor que el valor promedio nacional. Y esto tiene dos razones, una, la apuntada por la herencia de las negociaciones, la otra, que los costos de producción son comparativamente altos debido a la obsolescencia de la mayoría de la maquinaria con que se cuenta y a su gran desperdicio. La condición global con que comienza esta etapa es la de fragmentación interna de las comunidades con recursos forestales, enfrentamientos intracomunitarios por el control de la masa maderable y problemas de mercado para la producción comunal fuera de la papelera, pese a las demandas crecientes de materia prima de Fapatux. Por el lado del bosque, el mismo está disminuido, alterado en su composición, débil y plagado. Por el lado de la asesoría de producción, al retirarse la empresa de las comunidades, los servicios técnicos forestales quedan totalmente en manos de la SARH. Por otro lado, en el equipamiento hay una promoción desmedida de instalación de aserraderos en cada comunidad que tenga masa forestal, y una extensión sin control de las brechas de extracción. En estas condiciones de inseguridad generalizada y de deterioro ambiental severo, se perfilaron dos posturas para enfrentar la situación. La primera, planteó que si bien la silvicultura podía ser la base del desarrollo regional, ésta no debería repetir la experiencia de Fapatux y que los servicios técnicos forestales debían estar en manos de las propias comunidades, ya que quien los manejara sería el verdadero dueño de la masa forestal. Además, se sostenía que allí existían personas que contaban con vastos conocimientos sobre la industria forestal que era necesario recuperar y que deberían participar, democráticamente, en el uso y destino del recurso natural y del proceso de capitalización. También proponían un uso racional y diversificado del bosque, así como sanear sus estructuras plagadas y obtener mayores rendimientos económicos con los menores volúmenes de corta. Con este ideario básico surge la Unión de Comunidades y Ejidos Forestales de Oaxaca (UCEFO), sociedad civil que lo pone en práctica aglutinando a once comunidades. Obtiene los servicios técnicos forestales y, a partir de ahí, sus logros son notables. La asamblea de delegados forestales es la máxi-


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una autoridad de la organización y cada uno de ellos rinde cuentas tanto a los comités de vigilancia como a las asambleas de sus comunidades de origen, de donde emanan las orientaciones a seguir. Recupera e integra a todos los comuneros con conocimientos forestales, lo que le permite funcionar con un equipo mínimo de asesores externos, cuyas actividades están supervisadas y controladas por la asamblea. Formó cuadros técnicos para combatir plagas e incendios forestales. Modernizó su maquinaria y bajó el volumen de corta por la vía de producir carbón de encino para exportar a Alemania. Por convenio con la Comisión Federal de Electricidad (CFE) instaló una planta impregnadora de postes para alumbrado y tendido eléctrico, que antes llegaban de Durango. Revirtió, con su política de generación de empleos forestales, la tendencia migratoria; está recuperando población que se encontraba fuera porque allí no había trabajo. Instaló viveros para reforestación y frenó el avance de la frontera agrícola sobre el bosque, buscando que ésta fuera más eficiente, permitiendo la autosuficiencia alimentaria de las comunidades. A partir de la nueva Ley Forestal, realiza el primer estudio de manejo integral forestal para zonas templadas del país, en convenio con la Universidad de Helsinki. La UCEFO y San Juan Nuevo (Michoacán) son las únicas organizaciones con empresas comunitarias forestales de zonas templadas que funcionan, tanto en términos económicos como sociales y ambientales. La otra postura sostenía también que la silvicultura podía ser la base del desarrollo regional pero, para lograrlo, las comunidades requerían capacitación y así se podrían hacer cargo ya tanto de los aserraderos existentes como de los nuevos que se instalaran; se reconocía la deforestación causada a raíz de la presencia de Fapatux, para lo cual el único remedio consistía en tener viveros para reforestación. Esta postura, que basó su acción en personal externo, servicios técnicos forestales (SARH) y asesores, no fue exitosa aunque está aún vigente. A partir de la experiencia en el aserradero de Calpulalpan de Méndez, se crea la Unión de Comunidades Zapotecas y Chinantecas (Uzachi), con cuatro comunidades. La acción real de esta organización no ha sido notablemente distinta a la actividad de la época de Fapatux; lo único diferente es que la explotación forestal y su comercialización la realiza la propia comunidad, pero bajo la directiva vertical y jerarquizada de quienes están en las


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Unidades de Aprovechamiento Forestal y en los aserraderos, los que, a su vez, responden a los asesores, no teniendo los comuneros ningún control sobre los mismos ni en sus decisiones ni en la calidad y orientación de su trabajo. Una de las experiencias significativas de esta última postura es la de Comaltepec, comunidad chinanteca, miembro de Uzachi, que quedó muy dividida por las maniobras de Fapatux. Y la división se manifestó entre la cabecera municipal, por un lado, y agencias y rancherías, por el otro. En la primera, la mayoría de la población está involucrada en la explotación forestal, por estar circundada por la zona de pino-encino. Las segundas se encuentran en zonas de bosques mesófilos de montaña y selvas altas perennifolias, dedicándose su población al cultivo de básicos y a la ganadería en pequeña escala para autoconsumo, así como al café y horticultura de frutas y flores para comercializar. Con el retiro en la región de Fapatux, los miembros de la Unidad de Aprovechamiento Forestal impulsan, en la cabecera municipal, la instalación de un aserradero, mientras que sus asesores comienzan un proceso de capacitación formal a los comuneros ligados a la extracción de madera. Las agencias y rancherías, encabezadas por La Esperanza, se oponen a la instalación inmediata de un aserradero, aduciendo que primero debían utilizar el bosque quemado (incendio forestal en Cerro Pelón en 1981, que quemó 11 000 ha de pino-encino de Comaltepec y Macuiltianguis), que era mejor instalar carpinterías y darse tiempo para explorar la conveniencia de iniciar la industria forestal. La población de las agencias y las rancherías, literalmente los de abajo por la situación topográfica de este municipio, no veía qué beneficio obtendrían del aserradero; mientras que los de la cabecera, los de arriba, no les daban a aquéllos ninguna alternativa. La división entre los dos sectores se acentúa, creándose una situación de enfrentamiento abierto entre ambos, llegando al extremo de que los comuneros de abajo no se presentaran a las asambleas comunitarias convocadas por la autoridad municipal y se negaran a dar su tequio en la cabecera. Cualquier iniciativa que presentaran los de abajo, era automáticamente negada por los de arriba. Si bien el proyecto de instalación del aserradero quedó pendiente, se continuó con la estructura de capacitación en explotación forestal y la extracción de madera en rollo, por medio de la Unidad de Aprovechamiento Forestal.


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En esta situación, comuneros de la agencia La Esperanza solicitan apoyos externos para formular un proyecto de manejo integral de los recursos del bosque que ellos controlaban. Así, surge el proyecto de Reserva Ecológica Productiva como alternativa de desarrollo de la zona baja, tanto frente al proyecto forestal de la cabecera municipal como a la Reserva de la Biosfera planeada por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (Sedue) para la zona. Esta había hecho su planteamiento sin tener en cuenta a la población chinanteca local;38 pero no pasa de ahí. La cabecera municipal niega autorización para el plan de Reserva Ecológica Productiva, aduciendo que si se efectuaba una reserva, esto sería una “veda” para la actividad forestal, de la cual ellos vivían. La población de las agencias y rancherías argumentaba que a la cabecera le interesaba la zona de pino-encino, la parte alta, pero que en donde ellos vivían existían especies únicas (Papilus esperanza, una mariposa endémica, y un bosque de Engelhardtia mexicana) y que, cuidándolas, tendrían una entrada de dinero extra; asimismo, había especies en peligro de extinción como el tapir y el jaguar, y por su protección y reproducción tendrían acceso a recursos financieros nacionales e internacionales. La negativa de la cabecera se sostuvo. A fin de cuentas el aserradero se instaló en 1988 y la propuesta de la Reserva Ecológica Productiva quedó latente. Este se ubicó a diez kilómetros, en línea recta, del que tiene Macuiltianguis. Los comuneros de las partes bajas de Comaltepec se preguntan si no hubiera sido mejor establecer un acuerdo con Macuiltianguis, para transformar el rollo en tablas, en vez de adquirir la deuda del aserradero y que les negaran su proyecto de reserva, puesto que la Unidad de Aprovechamiento Forestal está funcionando con números rojos. Una evaluación del aserradero, realizada en 1990, daba como resultado que las pérdidas mayores no correspondían a los pagos no cumplidos por contratistas externos, sino por el “mal manejo de la madera en el monte, en el patio de maniobras, en su almacenamiento”, en la “distribución interna de la maquinaria de

38

Bárbara Torres y Nemesio J. Rodríguez, Propuesta de proyecto para la creación de una reserva ecológica productiva en la zona baja de La Chinantla, Sierra Juárez, Oaxaca, informe, México, CADAL, 1987; SEDUE, Información básica de la Sierra Juárez, Oaxaca, Oaxaca, SEDUE, 1985.


142 Territorios violados aserrío”, en la “deficiente organización del trabajo en el aserradero” y en la “administración contable confusa”.39 En Sierra Juárez, el proyecto forestal clásico impulsado por Fapatux, y su secuela actual, se encuentra divorciado de la producción de alimentos básicos y de los ancestrales conocimientos integrales de los zapotecos, mixes y chinantecos, así como de sus formas organizativas tradicionales, fragmentados por el impacto negativo unidireccional, tendiente a la sustitución del complejo bosque por la simplicidad del pino, con la consecuente degradación del medio natural y social. La experiencia de la UCEFO y la tentativa de las agencias y rancherías de Comaltepec, aunadas, nos indican que reintegrar en un solo proyecto agrosilvícola, ecológicamente orientado, con base en el manejo del medio natural y adecuando las formas productivas hoy antagónicas, sería la única alternativa viable de desarrollo sostenido de los grupos indios que viven en la masa boscosa en la Sierra Juárez. Grandes obras hidráulicas y proyectos de colonización La destrucción del 75 por ciento de la ciudad de Tuxtepec, en 1944, al desbordarse el río Papaloapan, más el planteamiento de controlar los grandes ríos para producir energía eléctrica, construir distritos de riego y drenar zonas pantanosas de la planicie costera del Golfo, bajo el modelo del valle de Tennessee, realizado en 1933, dan pie a la creación de la Comisión del Papaloapan y del Grijalva-Usumacinta en 1944 y 1951, respectivamente.40 Es decir, se crearon comisiones específicas de administración para realizar obras en las dos mayores cuencas hidrológicas del país, a ambos costados del eje ístmico, con el objeto de incorporar estas regiones al desarrollo nacional. Estas obras hidráulicas permitirían llevar adelante proyectos pilo-

39

Anadeges, “Evaluación y análisis financiero de la operación del aserradero de Santiago Comaltepec” (manuscrito), Oaxaca, 1991. 40 Alejandro Toledo et al., Petróleo y ecodesarrollo en el sureste de México, México, Cecodes, 1982; Cómo destruir el paraíso: el desastre..., op. cit.; PAIR-Oaxaca, “Programa de aprovechamiento de los recursos naturales en zonas marginadas (PAIR) —Región Tuxtepec— Prediagnóstico” (manuscrito), Oaxaca, 1990.


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tos de colonización en un total de 653 000 ha de tierras costeras: Uxpanapa (85 000 ha), Chontalpa (233 000 ha); Zapotal (120 000 ha), Tlaeotalpa (100 000 ha) y Balancán-Tenosique (115 000 ha).41 Además de “crear condiciones” de asentamiento para la población indígena desarraigada por las propias obras hidráulicas, ya que se inundarían sus territorios ancestrales. En la cuenca del Papaloapan se planteaban dos grandes presas (Miguel Alemán y Cerro de Oro) y once presas secundarias, más dos bordos perimetrales. Entre las dos grandes presas se tendría un espejo de agua que cubriría casi 68 000 ha de tierras mazatecas y chinantecas y que crearían, entre ambas, dos distritos de riego por un total de 230 000 ha (160 000 ha la Miguel Alemán y otras 70 000 ha la Cerro de Oro). Se calculaba que la Comisión tendría que reubicar a más de 50 000 personas (25 000 mazatecos y un número aproximadamente igual de chinantecos). Para atender la reubicación de los mazatecos desplazados por la presa Miguel Alemán, se creó el Centro Coordinador Indigenista (CCI) de Temascal,42 cuyos objetivos eran convencer a los afectados para que aceptaran los nuevos lugares de asentamiento, ubicar los nuevos centros de población y el traslado físico de los reacomodados. 43 Estas tareas concluyen en 1962, con serios impactos sobre la población mazateca, que tiene una pérdida territorial de 500 km2, con todo lo que ello significa.44 De esta manera, se realiza el “primer gran programa oficial de colonización”45 en cinco zonas de reacomodo: Chichicazapa, Joya del Obispo, Chihualtepec, Yojopi y Los Naranjos (las tres primeras en Oaxaca y las dos restantes en Veracruz). 46 En 1990, Carlos Incháustegui notificaba lo siguiente: Después de 30 años de reacomodo, existe una población que todavía no tiene sus títulos de propiedad, por lo que no tiene acceso a créditos;

41

Alejandro Toledo, et al, op. cit., p. 71. Diario 0ficial, 29 de enero de 1954. 43 Alfonso Villa Roias, “Los mazatecos y el problema indígena en la cuenca del Papaloapan”, en Memorias del INI, vol. VII, México, INI, 1955. 44 Ekart Boege, Los mazatecos ante la nación, México, Siglo XXI, 1989. 45 M. Szekely e Iván Restrepo, Frontera agrícola y colonización, México, Cecodes, 1988, p. 31. 46 Instituto Nacional Indigenista, “Movilización, reacomodo y grupos indígenas”, en INI: Realidades y proyectos, México, INI, 1964. 42


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hay invasiones de las tierras de los reacomodados indígenas por ganaderos, azucareros y obreros de fábricas de Río Blanco; las tierras adjudicadas no son buenas para la agricultura y tienen rendimientos muy bajos; y se efectuaron traslados de cacicazgos políticos y comerciales a la zona de reacomodo.47 La construcción de la presa Cerro de Oro implica que, en 1974, comience el traslado de la población chinanteca, lo que, para 1988, no se había completado en otro programa de colonización de la Comisión del Papaloapan, que se realizaría en Los Naranjos (Veracruz) y Uxpanapa (Oaxaca-Veracruz).48 Por decreto presidencial del 14 de enero de 1974, se expropiaron 260 000 ha de Uxpanapa, con el objeto de trasladar a unos 13 000 chinantecos a trece nuevos centros de población. En 1976, el BID otorgaba 50 000 000 de dólares a la Comisión del Papaloapan para el programa de desarrollo rural de los reacomodados49 y, al año siguiente, el BM aportaba recursos para la Cerro de Oro y el Proyecto Agroindustrial de Uxpanapa.50 En 1973 se había creado el Fideicomiso para el Aprovechamiento de la Madera Utilizable en Uxpanapa, por el cual se apoyaba con créditos a quince compañías madereras privadas, con equipo pesado y 17 aserraderos móviles, con el objeto de que la comercialización de la riqueza forestal de las 260 000 ha permitiera financiar el plan de colonización.51 El proyecto Uxpanapa contemplaba la creación de ejidos colectivos, tierras de cultivo, construcción de carreteras, puentes, y la dotación de todos los servicios urbanos indispensables para los nuevos centros de población. Uxpanapa, por sus propias características, no es una zona idónea para llevar a cabo un proyecto de colonización dirigida y menos aún si se trata de un reacomodo. La región es de selva tropical en la que los paquetes tecnológicos con los que se dotó a los chinantecos, ecológicamente mal adaptados, resultaron nocivos para el medio ambiente natural de Uxpanapa. En sólo dos años se talaron, aproximadamente, 85 000 ha que, posteriormente, habrían de convertir-

47

Carlos Incháustegui, “Observaciones críticas sobre la cuenca del Papaloapan” (manuscrito), Tuxtepec, INI, 1990. 48 M. Szekely e Iván Restrepo, op. cit., p. 37. 49 Ibid., p. 41. 50 Ibid., pp. 50, 69 y 70. 51 Ibid., p. 72.


Desarrollo económico y pueblos indios... 145 se en pastizales para la cría extensiva de ganado, que terminó por destruir, de manera irreversible, el delicado ecosistema, creando además una situación de desesperanza social entre los colonos asentados allí en contra de su voluntad. En 1978, Víctor Toledo afirmaba que la región de Uxpanapa era “una de las áreas menos apropiadas de la tierra para el establecimiento de un desarrollo de tipo agropecuario”. 52 Con la construcción de la presa se despojaba, territorialmente, a un grupo importante de chinantecos de sus panteones y de los lugares sacralizados por sus ancestros; por lo tanto, destruía el esquema de referencia en el que su cultura y sus conocimientos se sustentan. En Uxpanapa no se les entregó una selva virgen, sino una violada, como veremos más adelante. Estudios paralelos a la primera colonización daban cuenta de más de 400 especies de flora con cerca de 800 productos útiles:53 ¿cómo nombrarlos nuevamente desde la perspectiva chinanteca si no tuvieron el tiempo necesario? Y no lo tuvieron porque los madereros desaparecieron el 30 por ciento del Uxpanapa con sus aserraderos y los tractores unidos con cadenas que destroncaban para “construir” campos de un kilómetro de largo por 200 m de ancho para cultivos, pensando en suelos de alta calidad; de las primeras 10 000 ha desmontadas, el 49 por ciento no eran aptas para la agricultura.54 La reubicación, que ante los chinantecos se planteó como la oportunidad de mejorar sus condiciones de vida, al emplazar en un solo ejido colectivo a familias pertenecientes a comunidades o “barrios” diversos, destruyó los vínculos internos de solidaridad. Entre los indígenas obligados a ser “colonos por la fuerza”, se provocaron conflictos sociales y, a nivel colectivo, quedaron endeudados. En 1977 se impulsó la ganadería y dos años después la apicultura; ambos proyectos fueron un fracaso, llevando a los ejidatarios a quedar endeudados con Banrural y a no tener ningún interés en la producción colectiva que les impusieron. Además, los responsables de la administración del proyecto de Uxpanapa decidieron qué monocultivos se sembraban (arroz, pasturas), cómo y con qué se efectuaban

52 53 54

Víctor Manuel Toledo, “Uxpanapa: ecocidio y capitalismo en el trópico”, en Nexos, núm. 11, México, 1978. Idem. M. Szekely e Iván Restrepo, op. cit., p. 73.


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(semillas híbridas no aptas). De la infraestructura social urbana prometida sólo se les proporcionó alrededor del 50 por ciento; al interior de las comunidades de reacomodados fueron impulsados, como líderes, a personas no representativas pero sí ligadas con la burocracia del proyecto, y el control local de éste, en sus manos, se tornó opresivo. Se restringió la libertad de movimiento intra y extrarregional, por medio de la policía agraria que acordonó la zona de reacomodo. Esta situación, al cabo de unos pocos años, significó que muchos de los chinantecos reacomodados abandonaran Uxpanapa y buscaran reasentarse en las zonas chinantecas no inundadas por la presa, en donde ya no tenían derechos agrarios. Para 1989, en Uxpanapa quedaban menos del 50 por ciento de los reubicados originalmente por el proyecto y la misma proporción se mantenía para los de Los Naranjos (Veracruz).55 Para 1989, 120 familias se vieron forzadas a abandonar sus tierras que serían inundadas en breve por la presa Cerro de Oro, ya que habían permanecido en ellas durante los quince años de construcción de la obra sin ser desalojadas. Estas, que se oponían a su traslado y que habían ocupado parte del área de operación de la obra, tuvieron como respuesta la “razón de Estado”. Se decretó la presa Cerro de Oro “obra de seguridad nacional”, con lo cual se podía utilizar la fuerza pública y el ejército para el desalojo definitivo de los chinantecos remisos. La toma de esta decisión límite se debió a un conjunto de razones, pero el argumento principal fue que se estaban cerrando las compuertas y que se avecinaban las lluvias, lo que crearía un desastre mayor, inundando a las 120 familias —víctimas desde hacía dos décadas por la insuficiente planificación de este ambicioso proyecto de desarrollo. Quienes estuvieron improvisando decisiones a lo largo de esos años sobre la reubicación de la población, no tomaron en cuenta la experiencia anterior sobre los mazatecos desplazados por la presa Miguel Alemán, vecina, hacia el norte, de la Cerro de Oro. En 1984 ya había indicios de la incapacidad de planeación en el reacomodo de la población chinanteca, por parte de la Comisión del Papaloapan, cuando al desaparecer ésta y sus funciones son retomadas por el Comité Técnico Intersecretarial

55

M.A. Bartolomé y A.M. Barabas, “Los chinantecos y la presa Cerro de Oro”, en México Indígena, núm. 27, México, 1989.


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se comprueba que todavía quedan por reubicar 13 000 indígenas en 30 nuevos poblados de Veracruz y hay que atender a otros 3 000 que quedarían en zonas interiores de la presa.56 La colonización en Uxpanapa y la forma en que se desempeñó la Comisión del Papaloapan fue tan errónea, que una investigación al respecto señala: “Encontramos ahí una colección inusitada de ejemplos de lo que no debe hacerse.” 57 Y en el área de impacto directo de las presas, otro estudio indica:

las áreas de vegetación primaria prácticamente no existen y las mejores conservadas están restringidas a las zonas más inaccesibles, en tanto que las áreas circundantes a los poblados presentan una mayor perturbación. Tres factores son los que han influido en dicha alteración: a) presión social sobre la tierra, b) el patrón de cultivos y c) el uso del suelo [los que generan] pérdida acelerada de la riqueza genética y de biomasa, así como una degradación de los suelos, que pone en peligro la estabilidad de estos ecosistemas.

El mismo estudio plantea que el 40 por ciento de la superficie total de estas obras está dedicado a la ganadería, sin que exista una “cultura ganadera” entre los ejidatarios; el 15 por ciento a la agricultura, básicamente de caña de azúcar, y otro 40 por ciento a la actividad forestal, sobre todo a la extracción de maderas preciosas tropicales y transformación de la selva en pasturas para ganado.58 Del otro lado del eje ístmico también se construyeron presas, se desplazó población, además de drenar zonas costeras para impulsar monocultivos y planes de colonización; nos referimos a las obras realizadas en la cuenca del Grijalva-Usumacinta. En la cuenca alta de ambos ríos “la CFE tiene en estudio 33 proyectos hidroeléctricos, de los cuales ha seleccionado 19 como los más viables”,59 y de estos ya hay seis: Malpaso o Netzahualcóyotl, La Angostura, Chicoasén, Las Peñitas, Itzantún y La Catarata. Además de la producción de energía eléctrica, estas obras permiten el control de inundaciones aguas abajo, suministran agua para riego y desecan las zonas pantanosas costeras de Tabasco.

56 Idem. 57 M.

Szekely e Iván Restrepo, op. cit., p. 183. PAIR-Oaxaca, op. cit., pp. 148 y 149. 59 Alejandro Toledo, Cómo destruir el paraíso: el desastre..., op. cit., p. 37. 58


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El investigador Alejandro Toledo plantea que para este estilo de desarrollo hubo una ...actitud favorable de los organismos internacionales para financiar esa clase de proyectos [...] Desde el impulso de los grandes proyectos hidroeléctricos que se emprendieron en la cuenca alta del río Grijalva, y desde el inicio de los planes agrícolas pilotos en la cuenca baja, algunas instituciones financieras internacionales como el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), figuraron notablemente en el diseño, financiamiento y supervisión de estas obras.60

Para los objetivos del presente trabajo, interesa destacar el proceso de drenaje de la zona costera tabasqueña que se realiza con el Plan Chontalpa, con el objeto de crear una zona de olonización agrícola a partir de las presas construidas en Chiapas. A finales de la década de los sesenta, el Banco Mundial financió el más grande proyecto agrícola en el trópico húmedo mexicano, llamado Plan Chontalpa, que cubriría 270 000 ha. En la primera etapa realizarían obras en 140 000 ha y su primera fase cubriría 83 000. Las primeras fueron: construcción de un bordo de 35 km de extensión, 1 200 km de drenes, 750 km de caminos, 70 puentes; la maquinaria pesada y la tala acabaron con 40 000 ha de selva tropical, nivelaron 8 000 ha, perforaron 85 pozos para 34 unidades de riego en 10 000 ha, construyeron 22 poblados con sus servicios (viviendas, agua, drenaje, escuela, centro de salud, energía eléctrica, etcétera) y a cada poblado se le dotó de tierra bajo la forma jurídica del ejido colectivo y de un número, en vez de nombre, para identificarlo.61 El sistema de producción agrícola tradicional de los indios mayas chontales de esta zona combinaba el cultivo de árboles perennes de una enorme variedad, entre los cuales pueden mencionarse la producción del cacao que se destinaba al comercio y más de 30 variedades

60

Ibid., p. 36. La información de la década de 1970 fue tomada de Alejandro Toledo, Petróleo y ecodesarrollo..., op. cit.; Cómo destruir el paraíso: el desastre..., op. cit.; y de David Barkin, Desarrollo regional y organización campesina: La Chontalpa como reflejo del problema agropecuario mexicano, México, Nueva Imagen/Cecodes, 1978. La correspondiente a la década de 1980 es parte de Impactos del desarrollo en zonas indígenas, en Nemesio J. Rodríguez (coord.), 1987. 61


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de frutas tropicales. Con las cosechas de los granos básicos que anualmente se producían, se complementaba la amplia diversidad de productos naturales que se recolectaban en los pantanos costeros y en las selvas. Con base en un sistema agrícola único, adaptado a las zonas pantanosas de la costa, los chontales obtuvieron una agricultura de temporal de alto rendimiento. En el proceso de reorganización de la tierra, el 36 por ciento de las familias originarias del lugar fueron expulsadas del área hacia 1970, y la primera etapa del proyecto nunca llegó a integrar a las 6 000 familias que se planeaban para la región. Además, se trajeron inmigrantes de los estados del norte y centro del país para integrarlos a los nuevos ejidos colectivos, con lo que se crearon tensiones sociales que habrían sido evitables. El Plan Chontalpa, que iba a ser el “granero tropical de México” con base en la desecación del pantano, no sólo no cumplió con sus objetivos, sino que éstos fueron totalmente distorsionados por el proyecto ganadero y de cultivos comerciales (sobre todo caña de azúcar) que se impulsaron. El proceso de desecación del pantano conllevó la desaparición de los manglares que, en Tabasco, han sido eliminados en un 70 por ciento de su área total en los últimos 20 años. En la región de la Chontalpa, en 1965, y antes del drenaje y la “ordenación territorial”, sus habitantes (mestizos y chontales) destinaban 25.2 por ciento de la tierra a cultivos anuales (maíz y frijol), 19.6 a perennes, 4.7 a caña de azúcar y disponían del 49.5 para uso múltiple (pesca, caza, recolección, materiales para vivienda y salud, pastoreo de algunas cabezas de ganado y asentamiento disperso de viviendas). En los primeros años de desarrollo del Plan, la situación del uso del suelo cambió, y, para 1970, en el 16.7 por ciento del territorio ya hay pastizal cultivado, ocupando los cultivos anuales sólo el 9 por ciento. Quince años después (1985) tenemos que los pastizales cultivados se extienden al 33 por ciento, la caña de azúcar al 22 y los cultivos perennes de exportación al 40. Los cultivos anuales y los granos básicos se reducen al 2.7 por ciento, no quedando espacio de uso múltiple y, por lo tanto, nada de la estructura de la selva tropical húmeda original. La visión estrecha con que se planificó y realizó este proyecto, no sólo llevó a la destrucción de 140 000 ha del trópico húmedo Mexicano sino que, además, impuso un paquete tecnológico real-


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mente inadecuado para la región, desdeñando los antiguos y precisos conocimientos de manejo, uso múltiple y sostenido del pantano, que poseen los mayas chontales. La única manera en que ha sido posible mantener en funcionamiento este “elefante blanco” es incrementar los insumos de origen industrial (herbicidas, pesticidas, fertilizantes, pozos, canales de riego, etcétera), lo que, a su vez, acentuará la destrucción de los manglares costeros con los consecuentes deterioros de flora y fauna terrestre y marítima, que limitarán las posibilidades económicas y productivas de la gran mayoría de las miles de familias de la región. Junto con lo anterior, tenemos que los bordos y drenes, al cambiar la forma natural de circulación de los cursos de agua por un sistema artificial, convirtieron extensas zonas de inundación temporal en pantanos permanentes. Es muy probable que el Plan Chontalpa sea uno de los casos en los que la naturaleza destructiva que conllevan la mayoría de las estrategias para el desarrollo a gran escala, particularmente cuando los proyectos se realizan con base en modelos convencionales, resulta más evidente. Para estas fechas, las evaluaciones del Banco Mundial, al igual que los resultados presentados por los grupos independientes que realizaron estudios en la región, no recomiendan el financiamiento de las etapas subsecuentes. En los últimos años, los técnicos que colaboran con el proyecto han optado por sugerir a los habitantes de la región que cultiven cacao y huertos frutales mixtos, precisamente los sistemas agrícolas que se arrasaron para dar cabida a la implantación del “flamante” proyecto para el desarrollo que se inició en los años sesenta.

El Plan Huave y la expansión agropecuaria entre los mareños Los ikoods, conocidos en la literatura como huaves o mareños, ocupan en la actualidad una superficie terrestre de 772.18 km2 en tres municipios (San Mateo del Mar, San Dionisio del Mar y San Francisco del Mar) y una agencia municipal (Santa María del Mar, Juchitán). Hasta 1973, el 52 por ciento de su territorio actual estaba en manos de los zapotecos de Ixhuatán.62

62

Carlos Moreno, “Diagnóstico socioeconómico en la zona zapoteca...”, manuscrito citado; Nemesio J. Rodríguez, “¿Desarrollo para quién?”, art. cit.


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En 1970 cultivaban principalmente maíz, aproximadamente 1 000 ha, es decir, el 3 por ciento del territorio que poseían. Para 1979 tienen 7 940 ha bajo proceso agrícola, el 10 por ciento de su área, y en 1989 cultivan en 10 228 ha, 13 por ciento de su superficie. El espacio maicero crece 1.25 veces en 20 años y, en los últimos diez, los productos comerciales (frutales y ajonjolí) aumentan 1.33 y las pasturas inducidas 1.36. Entre 1970 y 1990 la población crece 2.7 veces y los agricultores ikoods permanentes llegaban a 1 428 en 1989: 56 por ciento en San Francisco del Mar, 36 en San Dionisio del Mar, 7 en San Mateo del Mar y 1 en Santa María del Mar.63 Los desmontes en el territorio huave han ido creciendo en los últimos 20 años. Se estima que en 1970 había 5 000 ha abiertas por actividades agrícolas y asentamientos humanos sin cubierta vegetal natural, es decir, el 14 por ciento de la superficie en manos de los mareños de ese entonces, y el 6 de la actual. Para 1989 se estiman en 26 000 ha los desmontes, 34 por ciento del territorio ikoods, y más de 15 443 ha deterioradas por el libre pastoreo; lo anterior significa que el 54 por ciento de su área terrestre está alterada. En términos pecuarios, el incremento de cabezas ha sido notable en la región en los últimos diez años. Los bovinos crecieron 2.5 veces, los caprinos 2.72, los ovinos 6.87, los porcinos 1.78 y las aves 7.04, mientras los equinos disminuyeron en un 51 por ciento a causa de una epidemia de encefalitis en el periodo. La mayoría del ganado bovino y la totalidad del caprino y ovino se alimentan en libre pastoreo, mientras que todos los porcinos se alimentan de desechos humanos: heces y basura.64 En este panorama, el técnico en agronomía del INI, en el CCI de San Mateo del Mar, sostiene que en la zona ikoods sólo se utiliza el 30 por ciento de las tierras cultivables; es decir que, según él, podrían tener bajo acción agrícola 34 000 ha más. Esto último significa el 57 por ciento de la superficie terrestre mareña, a lo que hay que agregar un 25 por ciento por asentamientos humanos y áreas ya deterioradas, lo que sumado representa un 82 por ciento del territorio ikoods bajo impactos directos. Lo anterior haría inviable, a

63 Archivos del CCI de San Mateo del Mar y Coordinadora Estatal de Oaxaca, Oaxaca, Nemesio J. Rodríguez, “¿Desarrollo para quién?”, art. cit. 64 Idem.

INI,

1978-1990;


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corto plazo, cualquier proyecto agropecuario extensivo, dadas las peculiares características ecológicas de la selva baja caducifolia natural de la zona y las condiciones climáticas reinantes en la región, que son las mismas que las ya descritas para el Distrito de Riego núm. 19. Además, reduciría al máximo las tierras de uso social y cultural del que todavía, de alguna manera, gozan los mareños, en las cuales pueden ejercer tanto sus conocimientos como realizar prácticas consecuentes con los mismos, como pudiera ser, entre otros, la recolección de plantas medicinales. En cuanto a estas últimas, se tiene que de una colecta realizada en el istmo por el INI en sus cinco CCI de la región, de 172 plantas medicinales el 45.34 por ciento correspondía a los mareños.65 Esta expansión agropecuaria en el territorio ikoods tiene dos etapas importantes: Plan Huave, entre 1975 y 1979, y de 1989 al presente bajo la modalidad del Programa Nacional de Solidaridad. La clave de la expansión agropecuaria se encuentra en el primero, y el segundo lo retoma después de una inercia de diez años, sin ningún análisis de los resultados anteriores. El Plan Huave, diseñado bajo los parámetros adaptados a regiones de temporal del paquete tecnológico de la fracasada “revolución verde” en tierras tropicales, es el primer gran impulso agropecuario en la zona mareña. En 1975, la Comisión Nacional del Istmo impulsa y crea una sociedad de crédito comunal,4 “11 de Marzo”, en San Francisco del Mar Pueblo Nuevo, a la cual Bancrisa le otorga una línea de crédito por 100 000 000 de pesos de ese entonces. Se desmontan 7 050 ha de selva baja caducifolia, de las cuales 3 000 eran para ganadería extensiva y 4 050 para agricultura y fruticultura. Se inicia una sequía, que dura tres años, perdiéndose las cosechas, salvándose 900 ha de frutales que requieren riego constante. En 1976 se firma un convenio de asistencia técnica entre Banrural, Bancrisa y FIRA, por el cual la SARH y la SRA aportarían personal técnico de campo. En 1977, el PIDER y la SARH plantean hacer obras de riego para 6 000 ha, construcción de 6 km de canal principal y 9.9 km de canales laterales, 60 tomas para granjas, equipo de bombeo y sifones e instalaciones eléctricas. La SAHOP formula la construcción de 74 km

65

J.S. Hernández et al., Plantas medicinales de la región del Istmo, Oaxaca, INI, 1987.


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de caminos. Además se harían inversiones para red de agua “potable”, habilitación de nuevas tierras para cultivos, más desmontes, pozos, abrevaderos, praderas, barreras rompevientos y cercos perimetrales. En 1978, la inversión ascendía a 65 millones de pesos de la época, y si no. se reestructuraba el crédito no se podría pagar; además, se da un fuerte temporal que afecta la cosecha de granos y frutales. Para 1979, Bancrisa reduce al mínimo las ministraciones, sin reestructurar el crédito ni cancelarlo y sin dar explicaciones convincentes a los ikoods involucrados. El año anterior, esta institución había encargado una investigación técnica y social sobre la situación del Plan Huave, en la cual se destacan, sucintamente, los siguientes problemas básicos: terrenos con problemas de drenaje; los implementos agrícolas comprados para los tractores se rompen porque no son adecuados para los suelos pedregosos existentes; “accidentes de trabajo” en la aplicación de insecticidas y herbicidas por falta de capacitación en sus manejos (hay un muerto y varios intoxicados); en el diseño del proyecto no se contemplaron las tareas de limpia y hay que pagarlas; control local del proyecto por un pequeño número de comuneros, y los trabajadores, también de la comunidad, se sienten peones agrarios de un grupo directivo, en un proceso del que desconocen sus metas, avances y administración (sólo trabajan y obedecen órdenes); competencia y contradicciones entre los técnicos provenientes de las distintas instituciones participantes; el conjunto de comuneros de San Francisco del Mar y San Dionisio del Mar no participa y hay fragmentación social entre ellos por la aplicación del propio proyecto.66 Para 1980, el Plan Huave muere por inanición y los mareños comienzan a solicitar apoyos, básicamente de mecanización agrícola y control de plagas, a la SARH y al INI, distanciándose de cualquier relación bancaria. Los recursos que solicitan los ikoods son los que estas instituciones están en condiciones de otorgar para mantener su presencia en la región, y sus técnicos, que están preparados bajo el mismo esquema de desarrollo agropecuario, orientan a los mareños hacia el monocultivo y la ganadería extensiva, a la apertura de nuevas tierras agrícolas con base en nuevos desmontes y a la utilización de químicos para el control de plagas.

66

Catherine Magnon, “El programa huave de inversiones para el desarrollo de la comunidad” (mimeografiado), Oaxaca, Bancrisa, Sucursal B, 1978.


154 Territorios violados

Los plaguicidas y herbicidas encontrados en la región ikoods son: parathion, dimetoato, zineb, maneb, manzanate D-80, diazinón, dinocap, gramoxone, carmex, lanate, furadann, dimethosfe, BHC y acefate.67 Estos agroquímicos ahora se extienden a toda la zona de los mareños; para 1980 se reportaba que en la Barra de San Mateo se comenzaba, apenas, a utilizar DDT.68 Su peligrosa utilización ha sido suficientemente documentada tanto por Restrepo como por Albert.69 Las orientaciones de los técnicos agrícolas, en 1985, comienzan a obtener los resultados que esperaban en San Francisco del Mar Pueblo Nuevo, en donde se impone el monocultivo melonero para su exportación a Estados Unidos, pero que puede entrar, en cualquier momento, en una fase crítica por plaga terminal, ya que durante siete años seguidos se ha cultivado con puros agroquímicos. A partir de 1989, bajo la normativa del Programa Nacional de Solidaridad y con la participación de la SARH, el INI y la Sucursal B de Bancrisa, con sede en Tapanatepec, se comienza un nuevo proyecto de mecanización agrícola para San Francisco del Mar Pueblo Nuevo. A fines de 1990 éste tenía los mismos problemas generales, técnicos y sociales que habían sido detectados en el Plan Huave en 1978. Sin embargo, en ese mismo año se anunciaba la ampliación de la frontera agrícola en la región mediante el desmonte (véase lo anotado anteriormente sobre el Distrito de Riego núm. 19) y “a través de Banrural realizar un estudio para otorgar crédito para adquirir tractores agrícolas para los huaves productores de melón”. 70 Este modelo agropecuario presenta serios problemas al medio ambiente regional y al futuro de las acciones pesqueras de los propios mareños en el sistema lagunario litoral del Istmo de Tehuantepec, además de destruir el soporte material de conocimientos étnicos irreparables. Al desmontar grandes extensiones de terrenos, con el objeto de convertirlos en aptos para la mecanización agrícola, se deja a los suelos sin protección frente a la erosión eólica (sobre todo “nortes”) e hídrica (en épocas de temporal). Según el bió-

67

Nemesio J. Rodríguez, Impactos de los CCI...; op. cit. V.D. Zizumbo y G-M. P. Colunga, op. cit. 69 Iván Restrepo, Naturaleza muerta: los plaguicidas en México, México, Océano, 1988; Lilia Albert, Plaguicidas y salud, 1991. 70 Solidaridad-Oaxaca/Veracruz, op. cit. 68


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logo Julio Bernal del CCI de San Mateo del Mar, en las zonas de nuevos desmontes en San Francisco del Mar Pueblo Nuevo han desaparecido doce centímetros de tierra en los últimos tres años. Entre 1982 y 1985 se impulsó un programa de creación de barreras rompevientos que luego se suspendió. Para estas barreras se sembraron 380 000 casuarinas que, si bien son resistentes al clima, no cumplen su cometido por su altura, ya que los vientos corren pegados al piso, por debajo de la copa de estos árboles; además, se constató que la mayoría no fueron sembrados en las zonas de cultivo, sino en escuelas, puestos sanitarios y centros cívicos. 71 La mayor parte de las tierras y arenas sueltas y los agroquímicos, arrastrados por los vientos, tienen como destino las lagunas costeras, aumentando su turbiedad72 y afectando la pesca, que es el recurso fundamental de los mareños. Este estilo intensivo del uso del suelo ha hecho que animales de importancia para los ikoods desaparezcan de su región: coyote, jaguar, pecarí, oso hormiguero y venado cola blanca.73 En cuanto a los suelos, los ikoods los clasifican en dos grandes categorías (prácticamente tierra y arena), dividiendo la primera en cuatro subtipos y la segunda en tres, según el color y textura. Además, les agregan características de sabor y mecánicas (salada, amarga, si se cuartea o tiene conchas).74 Los actuales mareños agricultores afirman que han crecido los suelos con piedras, las arenas finas y las pedregosas, sin que existan cálculos sobre la cuantía en cada tipo. El conocimiento mareño de la flora local es amplio y con un lenguaje muy específico. De una colecta de 74 familias sólo desconocen las denominaciones para cuatro, y de las 374 plantas identificadas, tienen nombres para 332.75 Sin embargo, este rico sistema ordenador del mundo vegetal se va reduciendo a medida que avanza el desmonte y se impone el modelo agroindustrial, lo que va estrechando los espacios naturales de usos múltiples que son el sustento de la flora local. El modelo agroindustrial, cuyo impulso está fuera de

71

Nemesio J. Rodríguez, Impactos de los CCI..., op. cit. Ronald B. Nigh, “Aspectos de ecología humana. Avance de investigación” (manuscrito), México, DGCP, SEP, 1982. 73 Idem.; Italo Signorini et al., Los huaves de San Mateo del Mar, México, INI, 1979. 74 V.D. Zizumbo y G-M. P. Colunga, op. cit. 75 Idem. 72


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la sociedad ikoods, también suplanta el complejo sistema de tecnología agrícola que poseían hasta hace tres quinquenios y con el cual lograban sobrevivir en las condiciones desfavorables que impone su territorio.76

El turismo y sus impactos: el caso Huatulco En 1982 se anuncia públicamente la realización del complejo turístico “más grande de América Latina” en la costa oaxaqueña, con financiamiento del BID y convocando a la participación del capital privado, bajo el nombre de Proyecto Bahías de Huatulco. Este proyecto se enlazaba con una perspectiva que, desde 1978, era económicamente clara; para ese año los ingresos de divisas a México eran del 16 por ciento por turismo y del 84 por ciento por exportaciones. México se ubicaba en el sexto lugar latinoamericano en atracción turística, después de Bahamas, Barbados, Haití, Jamaica y República Dominicana. 77 Desde 1973, el turismo crecía a un ritmo del 6 por ciento anual en los países “en desarrollo”, sobre un 4 por ciento en los países “desarrollados”. “Las naciones en vías de desarrollo tuvieron el 16 por ciento del total de llegadas en 1980, lo cual representa cerca de quince mil millones de dólares en ingresos.”78 Desarrollar al máximo posible los 10 000 km de costas tropicales del país era un reto, si se pretendía captar una parte importante de las divisas que portan los viajeros mundiales. Y es en este contexto que se plantea extender los servicios turísticos en una parte de los 597 km costeros de Oaxaca, impulsándose la creación del eje Huatulco-Puerto Ángel-Puerto Escondido. Ya en 1986 Oaxaca recibía casi 1 500 000 turistas,79 y se planteaba que: “el Proyecto Bahías de Huatulco transformará sensiblemente la economía regional y podrá servir de impulso a la integración vertical y horizontal de las actividades productivas”. 80 Cuatro

76

Idem. S.C. Snedaker y Ch. D. Getter, Pautas para el manejo de los recursos costeros, Columbia, Research Planning lnstitute (National Park Service/AID), 1985, p. 235. 78 Ibid., p. 234. 79 Gobierno del Estado de Oaxaca, Plan estatal de desarrollo: Oaxaca 1986-1992, Oaxaca 1986, p. 52. ’ 80 Ibid., p. 86. 77


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años después, la región recibía “el 36 por ciento del flujo turístico del estado, del que el 63 por ciento es turismo nacional y el 37 por ciento extranjero, principalmente de Estados Unidos, Canadá y Europa”. La región (Huatulco-Puerto Ángel-Puerto Escondido) tenía una capacidad de 5 000 habitaciones.81 A fines de 1988, Huatulco tenía 1 300 cuartos en hoteles de cuatro y cinco estrellas, un aeropuerto internacional, 40 km de carreteras de intercomunicación y accesos, red eléctrica y telefónica, subestaciones de distribución, drenaje, agua entubada, planta de tratamiento de aguas negras, campo de golf, la remodelación de los poblados de Chahue, Santa Cruz y Coyula, urbanización de la bahía de Tangolunda, intento de canalización del río Copalita, fraccionamiento residencial, desecado de esteros y pequeñas lagunas costeras, puerto con muelle y atracadero de yates en Santa Cruz. El modelo del complejo turístico de Huatulco es el de Cancún (Quintana Roo), pero magnificado y presentando una gran diferencia con esa región del Caribe mexicano ya que, en ella, no había centros de población estables. Durante 1983 y 1984, funcionarios de la agencia gubernamental para el desarrollo turístico (Fonatur) discutieron alternativas con los 709 habitantes de la comunidad de Santa Cruz, ya que se estaban expropiando 21 000 ha costeras del municipio de Santa María Huatulco para el desarrollo turístico. El acuerdo básico entre Fonatur y los comuneros era que éstos recibirían dinero en efectivo, más dos terrenos por familia (uno de 400 m2 en la zona en donde vivían y otro de 200 m2 en la nueva urbanización de La Crucecita a dos kilómetros de la costa). Con base en estos convenios fueron trasladadas 564 personas de la comuna mientras que otras 145 se negaban a abandonar sus lugares tradicionales de residencia. A estas últimas se les amenazó con la fuerza pública, mientras que las ya trasladadas denunciaban el incumplimiento, por parte de Fonatur, de los acuerdos de 1984. Para 1990, todavía faltaban entregar lotes urbanizados en La Crucecita a comuneros originarios. Como alternativa laboral se les había ofrecido trabajar como obreros no calificados en las obras de urbanización, con salarios menores a los que las compañías constructoras pagaban a su personal que provenía de otras regiones del país.

81

Solidaridad-Oaxaca/Veracruz, op. cit.


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Los pobladores originales son, en su mayoría, de origen zapoteca, aunque también hay algunos chontales oaxaqueños y población negra. Antes del proyecto alternaban la pesca con la agricultura de temporal; además, todas las bahías (menos la de Santa Cruz, con población estable) servían como asiento circunstancial de pescadores ribereños, que se desplazaban en la región siguiendo los cardúmenes. A estos últimos se les sacó de sus lugares tradicionales de asiento y captura al prohibírseles la construcción de sus pequeñas y precarias palapas en las playas, ya que éstas fueron privatizadas, de hecho, por las compañías constructoras de los hoteles de cuatro y cinco estrellas, primero, y por los propios hoteles, después. Ya a fines de 1984 un estudio sobre el impacto social del Proyecto Bahías de Huatulco detectaba que, por la gran cantidad de mano de obra recién llegada y migrantes que buscaban obtener espacios en el reacomodo de población, había en Santa Cruz “manchones” de asentamientos irregulares “desordenados e insalubres” en las faldas de los cerros, espiral inflacionaria en viviendas y mercancías y “trastocamiento inevitable del comportamiento cultural”.82 Hasta esa fecha, tanto en las bahías como en los cerros que las circundan, existía una rica fauna y flora, que no tenían presiones por actividades humanas intensivas; el agua de las bahías era transparente, permitiendo una buena visibilidad a 6 m de profundidad, con algunos pequeños arrecifes coralinos. En el plan turístico y sobre el papel se sostiene que se crearían mecanismos para preservar la fauna y flora local en su medio ambiente natural, pero esto se ve sumamente difícil ya que, para 1988, comenzó a recibir 200 000 turistas al año, cantidad que se irá incrementando hasta llegar a dos millones al año en la etapa final de este proyecto, lo que significará una presión inmensa sobre los 35 km de costa expropiada, que quedará totalmente artificializada, y una distorsión económica, social y cultural en las comunidades zapotecas, chatinas y de chontales oaxaqueños en un radio de 100 km a la redonda en la sierra sur. Estos indígenas, que son el 40 por ciento de la población regional, con agricultura temporalera, casi sin servicios, con problemas graves de salud y desnutrición, ven levantarse ante sus ojos un mega-

82

O. Betanzos, “Programa de Acción Comunitaria 1983-1990”, en Estudio socioeconómico e impacto regional de los provectos turísticos Puerto Escondido-Bahías de Huatulco, Oaxaca, México, Fonatur, 1984, pp. 166-169.


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proyecto turístico que les es totalmente ajeno y extraño, y del cual no tendrán beneficios directos en tanto comunidades, salvo el ser objetos exóticos para fotografías o el poder vender algunas artesanías. Algunos migrarán a la costa buscando trabajo, pero las grandes cadenas hoteleras y turísticas internacionales requieren de personal especializado, que no pueden proporcionar las comunidades indígenas de la región por su alto índice de analfabetismo y falta de capacitación específica. Hay impactos ambientales y sociales que ya se dejan sentir en los cinco años de esta operación. En la región, entre Santa Cruz y la desembocadura del río Copalita, la selva baja caducifolia original sólo está representada por pequeños manchones; en la dársena del puerto de Santa Cruz el agua está turbia y tiene manchas de aceites y gasolinas, por el incremento del tráfico de lanchas turísticas. El arrecife coralino de la playa La Entrega se está destruyendo; anteriormente se mantenían las condiciones de litoral tropical, con aguas marinas someras, oxigenadas, claras, calientes y libres de sedimentos en suspensión y contaminantes, lo cual permitía la existencia del arrecife coralino.83 Con la apertura de restaurantes y el tráfico continuo de lanchas turísticas que no respetan el corredor de acceso establecido, que Sedue no hace cumplir, llevan a la destrucción de la atracción turística de esa playa que era, precisamente, el arrecife coralino. Entre los lancheros no hay ninguna conciencia de su importancia actual y futura, pero tampoco existe en los funcionarios locales de Fonatur y Sedue la actitud de “promover y controlar el turismo desde la perspectiva de que los ecosistemas del arrecife coralino son bienes nacionales muy valiosos”.84 Otro proceso de extinción causado por este proyecto fue la desaparición de las tallas grandes del caracol Purpura pansa, en la mayoría de las áreas rocosas que encierran las playas más accesibles y ya impactadas por el turismo. Entre 1981 y 1985, la compañía japonesa Púrpura Imperial, S.A. logró la concesión en la zona para que obtuviera tintura del caracol para teñir seda. Esta tarea la realizó contratando a pescadores de la región que extraían el tinte los doce meses del año, sin tener ningún conocimiento ni cuidado en el manejo del caracol.

83 84

S.C. Snedaker y Ch. D. Getter, op. cit., p. 14. Ibid., p. 30.


160 Territorios violados Los mixtéeos de Pinotepa de Don Luis, ancestralmente, de octubre a marzo se dirigían a la región para teñir algodón que luego tejían sus mujeres. En 1983, estos ordeñadores que cuidaban al animal para que en la siguiente temporada diera tinte, comienzan a darse cuenta que no hay tallas grandes en los lugares tradicionales de asentamiento y que, en esa misma zona, operan los empleados de la compañía japonesa. Con las denuncias que realizan, apoyados por la Dirección General de Culturas Populares (DGCP), logran en 1985 que se revoque la concesión a los japoneses y, por su parte, se comprometen a no ordeñar caracoles en la región hasta 1987, para que se recupere la población y las tallas.85 Cuando regresan, en este último año, encuentran que sólo siguen existiendo pocos ejemplares de tallas pequeñas, que no son aptas para ordeñarlas. Y el caso les resulta extraño, ya que con la retirada de los japoneses nadie más utilizaba el caracol Purpura pansa. Para la fecha del regreso de los ordeñadores y teñidores mixtecos se había producido un gran cambio en la zona y la construcción del proyecto turístico, en su primera etapa, estaba en su apogeo, lo que significaba que había una gran cantidad de obreros y operarios que requerían servicios, entre ellos, abasto. Los precios de los alimentos se habían disparado y la mano de obra mal pagada que no era pescadora, obtenía el alimento más fácil y accesible del mar: el caracol que estaba en las rocas. Todos los relatos de los obreros no calificados que participaron en la transformación de Santa Cruz, La Crucecita y Tangolunda y que se quedaron a vivir en la zona coinciden en sus declaraciones: “siempre teníamos los dedos todos manchados por el caracol”, “los sacábamos de las piedras y los comíamos”, “con caracol, tortilla y una lata de chile ya la hacíamos”. Es decir, las condiciones salariales miserables, la espiral inflacionaria de los alimentos, más una mala planificación del abasto local a bajos precios, afectó a la reproducción del Purpura pansa y a los 3 000 ordeñadores mixtecos de Pinotepa de Don Luis. El tipo de construcción hotelera de lujo, que se siguió en la primera etapa del proyecto, contradice las recomendaciones internacionales sobre las normas ambientales a seguir, planteadas en 1980.

85

Marta Turok et al, El caracol púrpura: una tradición milenaria en Oaxaca, México, DGCP, SEP, 1988.


Desarrollo económico y pueblos indios... 161

El desarrollo de las facilidades de alojamiento debe ser concentrado, de manera que se deje tan intacto como sea posible el recurso natural. La escala, el tamaño, y el tipo de infraestructura deben ser apropiados. Las estructuras deben ser localizadas a buena distancia de la playa (por ejemplo, entre 100 y 300 m).86

En esa primera etapa, en un solo caso se respetaron estas normas y fue en el hotel construido con financiamiento del Banco Mundial. En las zonas expropiadas, pero a las que todavía no ha llegado el “desarrollo” turístico, hay casos claros de tensión social y enfrentamientos entre grupos de comuneros por obtener concesiones de restaurantes y servicios turísticos en general (pesca deportiva, paseo en lancha, etcétera). Como un ejemplo, entre otros, podemos observar lo que acontece entre las agencias municipales de Coyula y Arenal por la base legal de operación en la playa de San Agustín, ya que esperan el comienzo de obras para 1995; ambos grupos quieren tener la misma exclusividad cuando, hasta la expropiación, eran agricultores de temporal y pescadores circunstanciales que vivían en armonía entre sí. Se hace evidente la necesidad de reorientar, en todos sus niveles, este megaproyecto turístico si se pretende obtener entradas de divisas a largo plazo, con base en un estudio del potencial ecológico y social regional que tome en cuenta e integre al análisis las experiencias tenidas hasta el momento. El turista viene a Huatulco por su belleza y la consistencia de su paisaje, terrestre y marítimo; si se artificializa arbitrariamente y se destruye, no habrá turismo internacional para la región, como tampoco vendrán visitantes si los conflictos sociales crecen.

Proyectos en cierne Pese a los impactos sociales y ecológicos que los proyectos antes mencionados han producido sobre las poblaciones y regiones en las que se llevaron a cabo, la tendencia hacia ese tipo de planificación limitada y sectorial del desarrollo no ha variado sustancialmente, así como tampoco su escalada.

86

S.C. Snedaker y Ch. D. Getter, op. cit., p. 241.


162 Territorios violados

Para la misma región geoestratégica del Istmo de Tehuantepec hay planteos de proyectos

forestales, de riego y de conservación, para los cuales se busca el concurso de fuentes financieras internacionales. De llevarse a cabo tal como están diseñados, se cerraría el circuito de transformaciones sociales y ecológicas de la región de manera irreversible.

PROYECTO DE DISTRITO DE RIEGO CHICAPA-CHIMALAPA Desde fines de la década de los setenta la SARH propone la realización de un distrito de riego que cubriría 218 400 ha de la planicie costera, concebido como complemento y continuación del Distrito de Riego núm. 19, llegando hasta Tonalá (Chiapas). El eje hidráulico de este distrito se basa en la desviación de las nacientes del río Del Corte (uno de los orígenes importantes del río Coatzacoalcos) en los Chimalapas, dirigiéndolo hacia la vertiente del Pacífico. Este cambio de orientación se realizaría a través de tres vasos y túneles atravesando la Sierra Atravesada, cinco presas de almacenamiento, una presa derivadora y más de 1 000 km de canales de riego.87 Además de incrementar la superficie de riego, el nuevo distrito tendría como objetivos “la eliminación de las deficiencias en cuanto al abastecimiento de agua del DR-19”; la conversión de 10 000 ha temporaleras de cultivo de granos básicos en plantaciones de caña de azúcar, que abastecerían al ingenio López Portillo; dotar de agua al puerto de Salina Cruz; descargar agua fría en las lagunas costeras para favorecer la producción de ostiones y camarones, y apoyar el desarrollo turístico del lago Dolores. Como actividades complementarias se proponían el “aprovechamiento del suelo, insumos (agroquímicos), asistencia técnica, mecanización, promoción, investigación, construcción de depósitos para granos, crédito para la creación de unidades de producción de ganado”. En 1986, como parte de los preparativos para su realización, se construyeron aproxima-

87

SARH, Plan de desarrollo agrario y forestal 1982-1988,1.1 y 2, Oaxaca, SARH, 1982; SARH, Plan de desarrollo del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, SARH, 1984.


Desarrollo económico y pueblos indios... 163

damente 100 km de brechas, mediante las cuales 850 familias tuvieron acceso a 15 000 ha.88

De no lograrse financiamiento internacional para realizarlo, la SARH formuló una alternativa que consiste en la construcción por separado de cinco presas: Chicapa, El Novillero, Niltepec, Ostuta y Tablón de Primavera. Estas se construirían sobre los ríos Chicapa, Tapanatepec, Niltepec, Ostuta y Los Perros, respectivamente, para regar 53 000 ha del istmo. 89 En el Programa de Desarrollo del Istmo de 1990, se anuncia el comienzo de la construcción dé la presa Tablón de Primavera, bajo los objetivos expresos de prevenir las avenidas del río Los Perros sobre las poblaciones de Ixtepec, Juchitán, Ixtaltepec y Espinal, además de proporcionar agua para riego.90 Dada la experiencia del DR-19, particularmente en lo referente al uso dispendioso del agua, así como la vinculación del proyecto con el agua de la cuenca de Los Chimalapas, necesaria para su funcionamiento, y en donde, además, ya se había propuesto un plan forestal bastante ambicioso, y tomando en cuenta la tendencia prevaleciente de los ganaderos, al presente, de mantener el control sobre las obras de riego, no se considera en absoluto recomendable que un proyecto de tales dimensiones que, por lo demás, afectará de manera severa a los zapotecos y a los huaves, se realice. Es evidente que el agua en mayores cantidades no solucionará las deficiencias del DR-19. Los costos para desviar el curso del río Coatzacoalcos son altísimos; además, la construcción y las conexiones de las distintas represas mediante túneles no son nada prometedoras, salvo para las empresas constructoras. La producción de azúcar únicamente beneficiaría a las industrias refresqueras y productoras de alcohol, y ciertos avances tecnológicos permiten suponer que los beneficios esperados resulten bastante improbables. El resto de los objetivos son muy cuestionables y, de llevarse a cabo, únicamente repetirían los errores del pasado. Además, estas presas tendrían efectos sobre la circulación natural de agua dulce hacia las lagunas costeras, de las cuales no sólo obtienen camarón los ikoods, sino que son clave para el desarrollo de estos crustáceos que regresan al mar abier-

88 SARH, 89 90

Programa forestal Oaxaca: 1987-1992, Oaxaca, Delegación Estatal de Oaxaca, 1986. Gobierno del Estado de Oaxaca, op. cit., pp. 529-538. Solidaridad-Oaxaca/Veracruz, op. cit.


164 Territorios violados to, convirtiéndose en la materia prima de la flota camaronera asentada en el puerto de Salina Cruz.

PROYECTO FORESTAL OAXACA-GUERRERO Este programa probablemente será, tanto en lo que respecta a los derechos de los indios como en lo que atañe a la diversidad biológica regional, el más impactante plan de desarrollo realizado hasta la fecha. Lo anterior es una inferencia a partir de las experiencias pasadas con los grandes proyectos forestales tanto en Oaxaca (Fapatux) como en Guerrero (Vicente Guerrero); si bien en el medio forestal de la SARH y del BID a esta propuesta la llaman “proyecto ecológico”, no hay claridad en su formulación sobre cómo llevarlo del papel a la práctica. Desde 1983, la SARH comienza negociaciones con el BID con el objeto de obtener financiamiento para un programa de desarrollo forestal en la zona central del país. En 1985 se presenta, a esta instancia crediticia, una propuesta por 315 000 000 de dólares. Este programa es ajustado en 1987, por la Comisión Nacional Forestal dependiente de la SARH, a 100 000 000 de dólares para una primera etapa, que se realizaría en Guerrero y Oaxaca.91 En 1988, mediante un convenio entre la SARH y el gobierno de Finlandia, se contrata a la consultora Jaakko Poyry para realizar “el estudio justificativo del proyecto”,92 el cual es entregado en marzo de 1989,93 y con base en el mismo la SARH presenta en mayo, al BID, su Proyecto para el Desarrollo Forestal en Guerrero y Oaxaca. 94 El monto total de la propuesta es de 86 510 000 dólares distribuidos de la siguiente manera: 44 por ciento para caminos forestales, 40 por ciento para créditos, 9 por ciento para apoyo institucional y estudios básicos, y 7 por ciento para la protección forestal.95 Sin

91

SARH, Programa de conservación y desarrollo forestal en Los Chimalapas, Istmo, Oaxaca, Oaxaca, Comisión Nacional Forestal, 1987. 92 SARH, Proyecto para el desarrollo forestal en Guerrero y Oaxaca, SARH-BID, México, Subsecretaría Forestal, 1989. 93 Jaakko Poyry Oy, Provecto para el desarrollo forestal en Guerrero y Oaxaca, SARH-BID, informe principal y anexos, Helsinki, 21 de marzo de 1989. 94 SARH, Proyecto para el desarrollo forestal..., op. cit. 95 Idem.


Desarrollo económico y pueblos indios... 165 embargo, se especifica que el crédito total es de 25.3 millones de dólares “de cuyo monto el 46 por ciento es usado en Guerrero y el 54 por ciento en Oaxaca”, el autofinanciamiento de 1.33 y las inversiones de 43.54, lo que suma un total de 70 170 000 dólares. 96 Dentro de los estudios básicos recomendados por los finlandeses se encuentra el de impacto ambiental, requisito impuesto por el BID para otorgar el crédito, y con base en el cual se establecería, posteriormente, una estructura de monitoreo del proyecto. A la fecha de escribir estas líneas no hay ninguna comunicación oficial sobre los resultados del estudio de impacto ambiental. Entre los principales aspectos considerados, la Jaakko Poyry señaló los siguientes: 1) incremento de las vías de acceso a los bosques mediante la construcción de caminos; 2) aumento de los niveles de eficiencia de la tala mecánica y de la transportación de los productos mediante la dotación de maquinaria; 3) ampliación de la capacidad de funcionamiento de las industrias madereras de tal manera que puedan dar servicio a todos los niveles, desde el comunitario hasta el de las grandes plantas industriales, y 4) estímulo a la producción de leña por parte de las comunidades rurales. El proyecto, además de incorporar mecanismos para la conservación del bosque, pretende llevar a cabo una silvicultura sostenible; sin embargo, se sigue en espera de mayores especificaciones en cuanto a las estrategias que permitirán el cumplimiento de tales objetivos. La lógica explícita del proyecto prevé que el incremento del valor de los bosques bastará como estímulo para que las comunidades adopten prácticas racionales en cuanto al aprovechamiento de los recursos. No obstante, una vez más se desconoce cuáles serán los mecanismos que harán posible la realización de esos planteamientos; lo que es más, si consideramos que esquemas semejantes, realizados anteriormente, siempre han fracasado, cualquier tentativa que posea características similares tendrá muy pocas probabilidades de éxito. En una evaluación preliminar de los posibles impactos sociales y ecológicos del proyecto se anota: La pregunta que habría que hacerse es ¿quién saldrá beneficiado con el incremento del valor del bosque? [y más adelante se añade] Es

96

Ibid., p. 197.


166 Territorios violados

evidente que un manejo adecuado de los recursos del bosque de Guerrero y Oaxaca sólo se logrará con la participación de cada una de las comunidades locales. La expansión de industrias que no se sustenten en las comunidades de ninguna manera garantizará la obtención de ganancias para la comunidad en su conjunto, lo que, a su vez, hará posible el aprovechamiento de las prácticas de silvicultura adoptadas. La expansión de las industrias comunitarias, dependiendo, por supuesto, de la sensibilidad con que dicha expansión se tome, en gran medida puede garantizar el interés de las comunidades indígenas en el proyecto.97 Independientemente de que quienes diseñaron el proyecto reconozcan la importancia de la participación comunitaria, el planteamiento no establece cuáles serán las estrategias que habrán de seguirse, en el supuesto caso de que se pretendiera cumplir con los objetivos propuestos y se lograra que, efectivamente, los miembros de las comunidades indígenas de la región intervinieran. En función de las obras que en el plan se definen de manera explícita (caminos, tala mecánica y aserraderos), resulta evidente que las compañías madereras comerciales y las fábricas celulósicas pretenden obtener los mayores beneficios posibles, tanto directa como indirectamente, mientras que las comunidades indígenas recogerán los escombros del proyecto que les da la “oportunidad” de producir leña. Los resultados del estudio preliminar de los impactos que tendrá sobre la región no se incluyeron en el proyecto final que se integró al BID. No obstante, su implantación está supeditada a la realización de un segundo estudio de los impactos sociales y ambientales que se produzcan, en el que se abordan los temas más disímiles. El equipo de investigadores que habría de realizar la evaluación debería estar integrado por especialistas del medio ambiente, ciencias forestales, ecología, antropología y conservación de los recursos naturales.98 Los resultados de dicha valoración no se encuentran oficialmente disponibles. El contacto que para fines de este escrito se estableció con el grupo de investigadores de campo, revela que el estudio de impacto se enfocó, exclusivamente, en tor-

97

A.C. Hamilton y D. Taylor, “Assessment of the Environmental Impacts of Proposed Foresl-bases Developments in Guerrero and Oaxaca, México”, en Report, México, 1988. 98 L. Bojórquez y E. Ongay-Delhumeau, International Lending and Resource Development in México: Can Environment Quality be Assured?, México, Centro de Ecología/UNAM, 1991.


Desarrollo económico y pueblos indios... 167

no a las secuelas que en el medio ambiente de la región ocasionará la construcción de caminos, excluyéndose de antemano, en sus contenidos, los aspectos fundamentales que constituyen los puntos de referencia del proyecto. En un proceso de consulta con 27 de 35 comunidades oaxaqueñas con masa forestal, que estarían dentro de las áreas del proyecto SARH-BID, Javier Castañeda indica lo siguiente, sobre los componentes crediticios del proyecto: a) Caminos: las comunidades organizadas en la explotación forestal tienen la capacidad de dar mantenimiento a los caminos principales y brechas de saca. De necesitar el crédito no sería necesario comprar maquinaria pesada o contar con un lote a nivel regional porque [...] cuentan con equipo suficiente y buscan [...] mejor usar su mano de obra [crear empleo...], que la SARH reciba el crédito para caminos y adquiera equipo para dar mantenimiento [...] les parece una trampa [...] de control y compromiso de aumentar la producción [...] Existe oposición a que los caminos principales sean ampliados con el fin de transportar en ellos, con doble remolque, porque les significa más destrucción en zonas con tanta pendiente [...], lo consideran inadecuado. El aumento de la densidad en caminos secundarios lo ven como una forma de obligarlos a extraer más volumen de madera por área de corta y ven que estos caminos ocasionan mucha destrucción porque están dirigidos a las áreas con mayor bosque, localizadas en los lugares más inaccesibles, y estas brechas ocasionan desvío y azolve de los escurrimientos de agua. Equipo de explotación forestal: todas las comunidades organizadas cuentan con grúas y motosierras; los remolques no son solución para ellos, ya que cuentan con camiones de doce toneladas para el transporte. c) Abastecimiento de materia prima: éste puede incrementarse a partir del grado de apropiación que tengan del proceso las propias comunidades, a reserva de que los ajustes a los estudios den a la baja las existencias anuales, como ha ocurrido en algunos casos. Los estudios de manejo integral forestal son desconocidos en la mayoría de las comunidades y afirman que “ni las UAF/SARH saben todavía cómo hacerlos”. En este sentido, es importante destacar el trabajo pionero realizado por la UCEFO. Hay comunidades que ven b)


168 Territorios violados

la posibilidad de usar los créditos del BID para realizar los estudios de manejo integral si los servicios técnicos forestales quedan en sus manos y no en las de la SARH. c) Reforestación: las comunidades organizadas sólo ven la posibilidad de utilizar créditos para reforestación y así rehabilitar áreas de corta no atendidas en anualidades anteriores, sobre todo en las zonas que fueron concesionadas. “La mayoría de las comunidades organizadas cubren con sus propios recursos estos gastos, cargados a protección y fomento.” d) Industria: la gran industria forestal estatal de Oaxaca está semiparalizada y en crisis; la industria privada tiene equipos obsoletos, y las comunidades organizadas tienen sus propios proyectos industriales planteados de tal manera ...que no perjudiquen sus proyectos comunales [...] El crédito debe ser en la medida en que sus proyectos lo necesitan, un crédito oportuno [...] Quisieran la posibilidad de participar conjuntamente con los evaluadores del crédito, ya que éstos siempre sobrevaloran la posibilidad [...] y los orillan a tomar créditos hasta en 100 por ciento más de lo que se solicita (FIRA, FICART, Banrural, etcétera). e)

Protección y fomento: las comunidades están convencidas de que ...siendo ellos los administradores de sus recursos, el interés por controlar incendios, plagas y enfermedades, reproducir plantas y reforestar es una respuesta natural de la comunidad, al mismo tiempo que se hace una división territorial de uso para la cacería, el pastoreo, la agricultura, áreas de protección de flora y fauna y frentes de corta.

f) Leña: La propuesta comunal organizada hasta ahora consiste en promover estufas ahorradoras de leña [estufa Lorena, fogones rurales] no existiendo proyectos de plantaciones de especies para leña, tampoco programas de salud que prevengan los problemas que crean los fogones abiertos (fuego, calor, humo y problemas de vista). 99

99

Javier Castañeda, “Análisis preliminar sobre impactos…”, op. cit., pp. 14-18.


Desarrollo económico y pueblos indios... 169

Todo lo anterior nos dice, con mucha claridad, que el proyecto y la propuesta de financiamiento se hizo desde el escritorio y con una perspectiva unidireccional ajena a las condiciones sociales reales del bosque y sus habitantes. Las propuestas comunitarias están dadas en el espacio de sus propias dinámicas y tiempos, el aprovechamiento comercial de sus bosques es una demanda reciente, moderna, frente a sus costumbres y tradiciones, junto con actividades como el pastoreo y los cultivos agrícolas de autoconsumo como maíz, frijol, chile, calabaza, además del uso de plantas comestibles y medicinales, más obtención de proteína animal producto de la cacería, crianza de animales y aves de corral, con lo que se ve que no tienen sus esperanzas de vida puestas en un solo proyecto productivo.100 Dadas las circunstancias ambientales y sociales de las regiones propuestas para realizar este proyecto, se hace evidente la necesidad de una reformulación del mismo, que sólo podrá lograrse a partir de su amplia discusión y sus posibles efectos con y entre las comunidades con recursos forestales, sus organizaciones y las instancias gubernamentales estatales y federales involucradas en la propuesta. Sólo un proceso de concertación de esta naturaleza dará la posibilidad de revaluar el recurso forestal, su destino y las reales necesidades crediticias para su explotación sostenible.

LOS CHIMALAPAS: LA FALTA DE VOLUNTAD POLÍTICA Sin lugar a dudas, la selva tropical húmeda más importante de América del Norte se encuentra en la región este de Oaxaca, justo en el ángulo formado por sus fronteras con los estados de Chiapas y Veracruz. Los Chimalapas formaban parte de la propuesta preliminar de silvicultura que aparece en la sección anterior. La región de Los Chimalapas abarca 600 000 ha de tierra selvática; es la selva tropical húmeda más grande que existe en México, en la cual abundan los bosques mesófilos, las selvas cerradas y los bosques de galerías y enanos; es una isla donde la biodiversidad es única en su género por contener una gran variedad de especies en-

100

Ibid., p. 18


170 Territorios violados dérmicas, a la par que subsisten especies arcaicas. 101 En el área de Los Chimalapas, del lado del Golfo, se forma la cuenca de los ríos Uxpanapa, Coatzacoalcos y Tonalá, y del lado del Pacífico la de los ríos Ostuta, Santo Domingo, Chicapa, Cazadero y Niltepec, entre los más destacados. La situación étnica de esta región es bastante compleja; 30 por ciento de la población total es étnicamente zoque, que son los pobladores originales, y de éstos el 80 por ciento son bilingües: hablan zoque y español. Lo anterior se desprende del hecho de que esta comunidad está constituida por zoques y mestizos. Por último, hay un grupo asentado en la región a causa de procesos migratorios, compuesto por hispanoparlantes y por aquellos que, por hablar español y alguna otra lengua indígena (principalmente zapoteco, mixe, mixteco, tzeltal y tzotzil), son asimismo bilingües pero que, por distintas circunstancias, no se han integrado a la comunidad. En Los Chimalapas, desde principios de este siglo, se ha gestado un proceso de etnogénesis único: la creación de la nueva identidad étnica de los “chima”. Los comuneros (quienes tienen todos los derechos legales sobre la tenencia de las tierras inscritas bajo régimen de propiedad comunal y voz y voto en las asambleas comunitarias) de ambos grupos étnicos (zoques y mestizos) participan con iguales responsabilidades y prerrogativas del tradicional sistema religioso indio de cargos, mucho más antiguo que el actual sistema político de gobernar los territorios indios en municipios. Los gobiernos autónomos de los dos municipios más importantes de la región, Santa María y San Miguel, difieren en ciertos aspectos. En Santa María, las decisiones tomadas por el Consejo de Ancianos (todos zoques) tienen mucho peso y, generalmente, son ratificadas por la asamblea comunitaria (zoques y mestizos), mientras que en San Miguel, por el contrario, el control político está en manos de las familias mestizas y los zoques no participan en la toma de decisiones políticas. En los poblados más apartados de los municipios se han asentado comunidades cuyos orígenes étnicos son muy variados; en La Esmeralda la mayoría de la población la forman zapotecos

101

Vocalía Ejecutiva de Los Chimalapas, Tequio por Chimalapas, Oaxaca, Gobierno del Estado de Oaxaca, 1990; Tequio por Chimalapas. Plan 90-92, Oaxaca, Gobierno del Estado de Oaxaca, 1990; Nemesio J. Rodríguez, “¿Desarrollo para quién?”, art. cit., Impactos de los CCI..., op. cit.


Desarrollo económico y pueblos indios... 171

del sur de la sierra de Miahuatlán; en Nicolás Bravo, además de los zapotecos istmeños, hay

mixtéeos y mixes, y algunos otros más que han inmigrado del estado de Chiapas. La identidad étnica chima, en estas poblaciones, surgió como una respuesta ante las agresiones externas, básicamente provocadas por los ganaderos del estado de Veracruz y por las compañías madereras, quienes afirman tener “concesiones” que les autorizan la tala de las selvas comunales.102 Los comuneros de Santa María poseen un documento que es la transcripción de la cesión de derechos de la tierra otorgada por la Corona española a los habitantes de Santa María y San Miguel Chimalapas, que fue posteriormente ratificada por la República mexicana el 17 de septiembre de 1883 y que en mayo de 1890 volvió a confirmarse. De acuerdo con estos títulos de propiedad, la superficie de las tierras otorgadas se extiende hasta algunas zonas de los estados de Veracruz (la de Uxpanapa) y de Chiapas. En ellas, precisamente, en las que por otra parte se ubican las tierras comunales de los zoques donde subsiste el conflicto por el deslinde de las tierras, los estados de Chiapas y Veracruz han promovido la constitución de nuevos asentamientos ejidales con pobladores originarios de distintos estados del país, con lo que en un futuro próximo habrán de agudizarse los problemas por la legalización de la tenencia de la tierra. Los zoques, en el trayecto de la lucha que han tenido que llevar a cabo durante años para obtener el reconocimiento oficial de sus derechos de propiedad sobre la tierra, obtuvieron una resolución presidencial el 16 de marzo de 1967 que avalaba todas sus demandas y que hasta la fecha no ha sido ejecutada (el listado de los nombres de quienes tienen derechos agrarios y la medición topográfica de los límites exactos del territorio nunca fueron compilados ni registrados), por lo cual la problemática de la región en cuanto a la tenencia de la tierra sigue sin definirse. A su vez, y junto con lo anterior, los últimamente inmigrados han comenzado a unirse para reclamar, también, los mismos derechos, dando lugar a una situación ambigüa proclive a las actividades ilegales, tales como la caza furtiva, la explotación forestal ilegal y la producción de drogas. La falta de voluntad política para la definición, en términos reales, del

102

Alfonso González Martínez, Relación de Santa María Chimalapas, Oaxaca, Casa de la Cultura (Agua Quemada), 1986.


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territorio chima es el problema fundamental a resolver, puesto que es la raíz de gran parte de los conflictos prevalecientes en la región. En 1972, y a causa de la formación de un nuevo asentamiento, Santa María perdió 40 000 ha localizadas a lo largo de sus colindancias con Matías Romero. 103 Se le puso por nombre Cuauhtémoc y, a la postre, terminó por apropiarse de otras 5 000 ha más que han sido el escenario de las más violentas confrontaciones suscitadas entre los chimas y los pobladores de Cuauhtémoc. En 1974, a los chimas se les expropiaron 14 000 ha que servirían para reinstalar a los chinantecos, quienes a su vez, y debido a la construcción de la presa Cerro de Oro, fueron desplazados de sus tierras tal y como señalamos en páginas anteriores.104 En 1977, los chimas bloquearon las actividades madereras de los taladores del estado de Chiapas, obligando además a que una compañía privada retirara las 2 000 cabezas de ganado que habían introducido por el estado de Chiapas. Se calcula que, tanto la compañía privada como los madereros chiapanecos, han destruido, a la fecha, más de 150 000 ha de selva virgen de Los Chimalapas. Esta desintegración, que avanza a pasos acelerados, en la actualidad alcanza un rango estimado de 20 000 ha por año. La falta de definición de la situación agraria en la región es un obstáculo para la realización de cualquier proyecto encaminado hacia la conservación y el desarrollo. La denegación, por parte del gobierno, de legalizar plena y realmente los derechos de tenencia comunal de la tierra que los zoques tienen sobre Los Chimalapas, ha fomentado las actividades clandestinas y agudizado la violencia que incide, particularmente, en la población chima. Pese a la problemática existente, a sus tendencias y fracasos de las experiencias del pasado, diversos sectores continúan presentando proyectos para la conservación y el desarrollo de la región de Los Chimalapas, que ha sido incorporada por el sector forestal gubernamental en el Proyecto Forestal Oaxaca-Guerrero, mencionado en páginas anteriores. El Proyecto para el Desarrollo, la Exportación y la Conservación del Istmo de Tehuantepec tiene, entre sus objetivos, el de “promover el desarrollo integral de la zona forestal del istmo mediante la explotación diversificada del pino y de las

103 104

Idem. Idem.


Desarrollo económico y pueblos indios... 173 maderas preciosas tropicales para su industrialización y exportación”, en el cual se incluyen tres comunidades: Santa María y San Miguel Chimalapas y Santo Domingo Petapa.105 Los resultados obtenidos con la realización del Proyecto Forestal de la Sierra Juárez (mencionado anteriormente) han bastado para que muchos de los interesados en la propuesta de Los Chimalapas, y especialmente los líderes chima y sus asesores, la consideren improcedente. Un plan de desarrollo sostenido y ecológicamente adecuado para la región requeriría, por principio, de métodos para la agrosilvicultura lo suficientemente efectivos para que hagan posible la reproducción de los distintos ecosistemas y la protección de una región, que por su biodiversidad, es única. El conocimiento indígena, en torno al aprovechamiento de los recursos, debería ser el fundamento en que se apoyaran los sistemas de producción que respondan a las necesidades de la población chima y que, por lo mismo, garanticen la reproducción social de esa población. Ante la gran cantidad de protestas presentadas por grupos de ambientalistas mexicanos, por científicos y por los mismos chimas, el Banco Interamericano de Desarrollo decidió que la región de Los Chimalapas quedara excluida del préstamo que se otorgará para la realización del proyecto forestal que, eventualmente, habrá de llevarse a cabo en los estados de Oaxaca y Guerrero.106 Sin embargo, de inmediato otras agencias internacionales 107 aparecieron en escena con la finalidad de explorar posibilidades de “inversión” en planes para la conservación de la fauna. La sede local de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología ha considerado el establecimiento de una reserva para la biosfera en la región, a la par que se han propuesto un sinfín de pequeños proyectos, algunos de los cuales ya han sido implantados.108 Ninguno de ellos ha atacado el problema fundamental de la tenencia de la tierra que existe en la región, por lo que, de antemano, están destinados al fracaso. Una comisión especial instituida

105

SARH, Programa de conservación y desarrollo forestal..., op. cit.; Nemesio J. Rodríguez, “¿Desarrollo para quién?”, art. cit.; Impactos de los CCI..., op. cit. 106 Jaakko Poyry Oy, op. cit. 107 Tarcisio Castañeda, op. cit. 108 Rosa Rojas, “Proponen un plan para proteger el último reducto de selva tropical”, en La Jornada, México, 15 de julio de 1989; M.A. Schultz, “Se oponen comuneros a que Los Chimalapas sea reserva ecológica”, en La Jornada, México, 16 de febrero de 1991.


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por el estado de Oaxaca, después de severas críticas, fue disuelta (Vocalía Ejecutiva de Los Chimalapas). Las invasiones desde Chiapas continúan; además de que los madereros chiapanecos persisten en sus violentos ataques contra las poblaciones , chima, el gobierno del estado de Chiapas pretende construir, en el corazón mismo de Los Chimalapas, una carretera cuyo trazo data de 1980, y con la cual uniría en línea recta Sayula (Veracruz) con Cintalapa (Chiapas), pasando por Uxpanapa y cortando Los Chimalapas. 109 La situación se polariza cada vez más y las víctimas, como siempre, serán los habitantes de las selvas y su medio ambiente. Los comuneros zoques y los mestizos, en innumerables ocasiones, han sostenido que ningún proyecto de gran escala podrá realizarse mientras no se ejecute el deslinde definitivo de sus tierras. Se niegan a aprobar o a cooperar a este respecto, hasta que exista una acción clara. No obstante, resulta evidente que su posición seguirá siendo ignorada por algún tiempo.

Un descanso para puntualizar El conjunto de proyectos de desarrollo, hasta aquí analizados sucintamente, ha ocasionado impactos sociales y ecológicos que inevitablemente conducen al fracaso. En ninguno de ellos se integró a la población local en la fase de planificación, ni se tomaron en cuenta sus necesidades, experiencias y conocimientos. Más grave aún es el hecho de que nunca se llevó a cabo alguna reunión preliminar en la que se discutiera con los pobladores de la zona la “necesidad” de implantar propuestas de desarrollo de gran escala en la región, como tampoco a ninguno de los grupos indígenas del Istmo de Tehuantepec y su zona de influencia se les proporcionó información antes de iniciar las obras de infraestructura básica. No se llevaron a cabo estudios de los impactos sociales y ambientales, tampoco se hizo un análisis de las experiencias previas que permitiera derivar conclusiones y orientar las propuestas. Capítulos muy semejantes al que nos ocupa podrían escribirse en cualquier país en vías de desarrollo. Con base en los análisis

109

ONU-SPP, Proyecto de planificación regional 1980, México, SPP, 1980.


Desarrollo económico y pueblos indios... 175

realizados en torno al desarrollo a nivel internacional, además del reiterado esquema de destrucción del medio ambiente y de desintegración social, lo que cada vez se hace más evidente es la falta de una voluntad política que busque hacer las cosas de otra manera, aunque al respecto mucho se dice discursivamente. Hasta que este hecho no sea encarado y los cambios de las políticas fundamentales no sean promulgados por las estructuras nacionales e internacionales, a partir de iniciativas consensuales locales y regionales, se continuará con los mismos patrones. Las perspectivas para la conservación de los ecosistemas, en América Latina, deben ser claramente definidas dentro de este contexto. En lugar de seguir invirtiendo tantos millones de dólares en la planificación de nuevos proyectos como los que han sido propuestos para la región del Istmo de Tehuantepec, como un ejemplo entre otros muchos, los recursos deberían destinarse a la rehabilitación de las áreas que han sido destruidas anteriormente con la implantación de planes inadecuados de desarrollo. Si dejáramos de lado las características desmesuradas del modelo para el desarrollo convencional, podríamos impulsar la verdadera participación de las comunidades locales. Ellas, a su vez, propondrían actividades que se realizarían en una escala más coherente y manejable, dentro de los límites naturales de los ecosistemas costeros, montañosos y selváticos.



V. CONSERVACIÓN Y BIODIVERSIDAD EN LOS TERRITORIOS INDIOS

CONTROL INDÍGENA DE LOS RECURSOS Y CONSERVACIONISTAS Desde que John Muir dirigió la campaña para expulsar a los indios midoc del Parque Nacional de Yosemite, las relaciones entre los conservacionistas y los pueblos indios no han sido nada fáciles. Esos grupos difieren en la forma de abordar la problemática de la destrucción de los recursos naturales que la sociedad contemporánea está provocando. En los últimos años, en los asuntos relativos al hábitat tradicional de la caza es donde las divergencias de ambos grupos han llegado a sus más extremas manifestaciones en la región. Los promotores de encuentros al respecto, generalmente orientados hacia la problemática de la extinción de ciertas especies animales, cuyo valor comercial es bastante elevado, se oponen vehementemente a las prácticas ancestrales que los cazadores indígenas realizan: venta de la carne o de las pieles de los animales cotidianamente capturados. La mayoría de los conservacionistas no logran percibir las diferencias existentes entre la caza indígena tradicional y la que realiza comúnmente la sociedad hegemónica; algunos se inclinan porque su uso se restrinja, de tal manera que ésta se lleve a cabo mediante tecnologías tradicionales (por ejemplo, arcos y flechas) y que los animales capturados sean exclusivamente destinados para el consumo interno de las comunidades. Este modo de pensar, que surgió en las últimas décadas, se integró en las políticas de funcionamiento de los parques que fueron instaurados en algunos países (por ejemplo, el Parque Manu en el Perú), sin que por ello se produjeran resultados importantes.

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Es probable que la campaña llevada a cabo en la década de los setenta por Greenpeace y otras organizaciones para evitar la caza de las focas en Terranova, como expresión del conflicto prevaleciente entre conservacionistas e indígenas, sea la que mayor difusión haya alcanzado. Los cazadores inuit, debido a la prohibición de la exportación de pieles hacia Europa, repentinamente se encontraron sin su principal fuente de dinero contante y sonante. Los tramperos inuit se organizaron para defender sus formas básicas de estructuración económica en la Federación de los Tramperos Aborígenes de Cañada' y tuvieron que encarar enormes dificultades. Otro grupo que surgió en torno a esta problemática es la Organización Internacional para la Supervivencia de los Indígenas (ISI), integrada por comunidades de Alaska, Canadá y Groenlandia. ISI se ocupa de los problemas fundamentales del desarrollo sostenido y la conservación de los territorios indios. En respuesta a las dificultades por las que tuvieron que pasar los inuit, al perder el mercado europeo de pieles, ISI comenzó a organizarse en defensa de las prácticas de uso permanente de los recursos que llevan a cabo las comunidades indígenas. Sus integrantes lograron, eventualmente, persuadir a los miembros de Greenpeace para que suspendieran la campaña Fur-free Britain y llegaron a participar activamente en la estrategia mundial para la conservación. Hoy, las tentativas que se realizan en defensa de las focas se esbozan con base en una óptica diferente, de la cual, en un momento dado, habrán de surgir planteamientos alternativos que involucren tanto la producción de los bienes para el sustento de los tramperos indígenas como el mejoramiento de las prácticas para la conservación de la fauna. Es posible que de esta experiencia todavía quede mucho por aprender. Pero no por ello deja de ser evidente que, entre las causas que motivaron el conflicto, sobresale el hecho de haberse ocupado exclusivamente de la problemática de una especie y que las prohibiciones, en cuanto al manejo de los recursos a los pobladores locales, fueron impuestas desde “arriba”. En consecuencia, y siempre y cuando el conflicto se resuelva mediante la negociación, se producirá un cambio de enfoque que, dejando atrás una perspectiva unilateral y por lo demás autoritaria, dará lugar a una visión más amplia que considere el contexto cultural y los problemas esenciales que


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están vinculados con el aprovechamiento de los recursos en su conjunto. Otra de las enseñanzas que valdría la pena destacar es que los sistemas indígenas tradicionales requieren de algunas reformas para poder responder al grado de complejidad que, a fines del siglo XX, el medio ambiente, a nivel mundial, está imponiendo. Los pueblos indios probablemente necesiten nuevas formas de organización, nuevas estrategias económicas y políticas y, muy posiblemente, también cierta reafirmación de su identidad, de sus vínculos comunitarios de solidaridad y de su territorialidad.

AI GUNAS RESPUESTAS FRENTE A LOS MODELOS DE DESARROLLO DESTRUCTIVOS A partir de los años sesenta dos sectores de la sociedad industrial, más bien minoritarios, se han mostrado bastante conscientes de los impactos negativos de las políticas del desarrollo instituidas en América Latina. Ambos grupos, cuyos diferentes intereses (conservación de la fauna y sobrevivencia de las culturas indígenas, respectivamente) los hacen divergentes, intentan lograr sus objetivos en América Latina, permaneciendo relativamente aislados. La creciente concientización, en torno a los impactos negativos de los modelos de desarrollo, ha servido de estímulo en la integración de organizaciones no gubernamentales para la conservación del medio ambiente en América Latina. Estos grupos, en su mayoría, han optado por estrategias que promueven la creación de parques nacionales y de áreas protegidas similares y, con ello, eluden el enfrentamiento con los problemas que, debido a la presencia humana o a las actividades propias de una determinada región, permanecen latentes. Estas agrupaciones, para obtener financiamientos, se valieron de una serie de predicciones catastróficas aduciendo, por ejemplo, que se requerían medidas “urgentes” para “salvar” especies de flora y de fauna o de comunidades biológicas en peligro de extinción. No sólo no proponían alternativas para el “desarrollo sostenible”, sino que consideraban que la actividad humana resultaba dañina para la flora y la fauna. Pensaban que muchas de las regiones estaban “despobladas y permanecían intactas” y que, por lo mismo, esas


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zonas deberían ser preservadas de los impactos de la creciente economía. Con el tiempo, un conocimiento más amplio de esos territorios supuestamente aislados de América Latina demostró que, en realidad, no existían ni existen tales “áreas despobladas e intactas”. Glick, en un buen ensayo que realizó a propósito de las políticas para la conservación en América Latina, señala que: Resulta interesante advertir que en América Latina se manifiesta una nueva tendencia hacia categorías del uso de los recursos que contemplan la ocupación humana y la utilización de las áreas protegidas. Ello no implica, necesariamente, el desconocimiento del rígido concepto de los parques nacionales protegidos, sino que, más bien, es una respuesta pragmática frente al hecho de que en la actualidad la mayoría de las zonas silvestres de América Latina se encuentran pobladas y están siendo utilizadas por poblaciones rurales. Por otra parte, los administradores de las áreas protegidas, que como nunca antes proliferan, adoptan perspectivas más integradas para la protección de las áreas silvestres que van más allá de los límites del corazón de una unidad de tierras silvestres e incluyen áreas para los asentamientos humanos que impactan de manera directa a los recursos naturales.1 Durante los años setenta, en los círculos relacionados con el desarrollo surgieron, también, ciertas corrientes críticas. El análisis de los impactos, la observación de los efectos no previstos en la planificación de los proyectos y los resultados globales de los mismos, llevaron a que un grupo de economistas, geógrafos y biólogos definieran una perspectiva diferente con base en acciones que buscan la preservación de la calidad del medio ambiente y de las culturas locales. Estas propuestas se enmarcan dentro del concepto de “ecodesarrollo” que puede definirse como ...el desarrollo de las poblaciones por ellas mismas, utilizando lo mejor que pueden los recursos naturales, adaptándose a un medio ambiente que ellos transforman sin destruir [...] a la búsqueda de un equilibrio dinámico entre la vida y las actividades colectivas de los grupos humanos y el contexto socio-temporal de su implantación.2

1

D. Glick, “Key Issues in the Relationship between Wildland Conservation and Indigenous Peoples in Latín America” (manuscrito), Washington, World Wildlife Fund (WWF), 1988. 2 Ignacy Sachs, Stratégies de l'éco-développement, París, Economie et Humanisme, 1980.


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Los principios generales del ecodesarrollo fundamentalmente plantean la preservación de la capacidad reproductora de los sistemas naturales y el respeto por la diversidad cultural, y busca satisfacer las necesidades sociales básicas mediante el desarrollo endógeno fundamentado en la autodeterminación local y en la autosuficiencia regional.3 El ecodesarrollo, al que posteriormente se le ha llamado desarrollo sostenible, es básico para la Estrategia Mundial para la Conservación y actualmente se ha integrado en el discurso de la mayoría de los planificadores. Desafortunadamente, como ha podido constatarse, pareciera que el cambio de las políticas de los proyectos de desarrollo no ha influido en los planes que se han diseñado y realizado recientemente en el terreno. Pero todavía resulta más desconcertante el hecho de que las políticas del desarrollo sostenible, adoptadas por los conservacionistas, sólo hayan determinado mínimamente sus propias metas. La estrategia internacional para la conservación sigue enfocada hacia el establecimiento de un número reducido de reservas o áreas protegidas. Los conservacionistas soslayan el enfrentamiento con los problemas derivados de la relación entre medio ambiente y desarrollo sostenible.

GATEGORÍAS INTERNACIONALES PARA LA CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y de los Recursos Naturales (UICN) propuso un plan integrado por diez categorías, con las que se formuló una clasificación de las áreas protegidas, entre las cuales están aquellas en las que se incorpora la vida humana. Estas son las siguientes: Reserva Científica, Parque Nacional, Monumento Natural, Reserva para la Conservación de la Naturaleza, Paisaje Protegido, Reserva de Recursos, Reserva Antropológica, Área para el Manejo del Uso Múltiple, Reserva de la Biosfera y Sitio del Patrimonio Natural.4

3 4

A. Cunha et al., Terrains vagues et terres promises: les concepts l'éco-développement et pratique des géographes, París-Ginebra, PUF/IUED, 1981. UICN/PNUMA/WWF, World Conservation Strategy, Gland, Suiza, 1980.


182 Territorios violados Este esquema, que hasta la fecha no ha sido adoptado de manera oficial en ninguna parte del mundo, solamente aporta ciertas sugerencias relativas a las áreas protegidas. Sin embargo, como ejemplo de una forma inteligente de abordar la problemática del uso de los recursos y de la conservación de los territorios en estado silvestre, merece ser analizado. Cada una de las categorías tiene objetivos y prioridades muy específicos. Nos interesa analizar los conceptos implícitos en cuatro de ellas en las que la vida humana se incorpora: Reserva de Recursos, Reserva Antropológica, Área para el Manejo del Uso Múltiple y Reserva de la Biosfera. Su análisis se hace dentro del contexto de las poblaciones indias de América Latina.5 La Reserva de Recursos se deriva de la noción de que hay regiones muy ricas en las que “aún no se ha logrado definir un manejo adecuado de los recursos”. Lo que se intenta es “impedir o acabar con actividades que rompan, de alguna manera, con el equilibrio natural de los recursos propios de la región”. El concepto, en el cual se fundamenta, define que en esas áreas solamente debe “lleverse a cabo la explotación de los recursos practicada por los pobladores de la región”. En otras palabras, evitar su destrucción se traduce en la obstaculización del desarrollo. No obstante, la supuesta “buena intención”, que por lo demás resulta bastante abstracta, al llevarse a cabo en el terreno se enfrenta con demasiadas dificultades. En el continente americano no hay ninguna zona en la que los grupos indígenas no hayan establecido algún tipo de contacto con las fronteras de la economía nacional e internacional en expansión. Ello, con frecuencia, se traduce en situaciones que, necesariamente, exigen cambios, los que, a su vez, suponen la reinterpretación y la evaluación de las formas indias ancestrales de aprovechamiento de recursos básicos. En ocasiones, las presiones externas hacen que los grupos afectados, o sea los indios, busquen alternativas distintas a las que tradicionalmente emplearon. En tales casos, es preferible llevar a cabo la planificación con el grupo local mediante una 5

Nemesio J. Rodríguez y Bárbara Torres, “Importancia de la conservación de la diversidad biológica y cultural para el manejo integrado de los recursos”, en E. Leff, J. Caravias y A. I. Batis (coords.), Recursos naturales, técnica y cultura. Estudios y experiencias para un desarrollo alternativo, México, PNUMA/CIIH/UNAM, 1990.


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estrategia para la protección del área, más que, de antemano, prohibir la utilización de sus medios de vida. La Reserva Antropológica, aparentemente fundamentada en experiencias previas (tales como los Parques Indios instituidos en Brasil) es la segunda de las categorías que a continuación revisamos. Una propuesta de esta naturaleza necesariamente implica una visión estática y ahistórica de las sociedades indígenas, a las que no se considera parte del mundo contemporáneo. Con la creación de esta forma de reserva, lo que en realidad se busca es el establecimiento de un cierto tipo de parque zoológico, en el cual algunos seres humanos “exóticos” pueden seguir viviendo en su condición “natural”. El grupo de los indios maka que viven en el Jardín Botánico de Asunción (Paraguay) suelen, por unas cuantas monedas, desvestirse para que los turistas puedan fotografiarlos en “su ambiente”. Luego, vuelven a vestirse para ir a la ciudad a vender artesanías o para adentrarse en la zona del Gran Chaco y cazar. El Parque indio Xingú (Brasil) recibió la visita de muchos huéspedes distinguidos, mientras estuvo administrado por quienes también fueron sus primeros cuidadores, los hermanos Villa-Boas. Como ya se mencionó anteriormente, ese sentido de lo primitivo que a finales del siglo XX prevalece y que, aparentemente, es lo que tanto atrae al ciudadano urbano occidental u occidentalizado, no es sólo denigrante, sino incluso peligroso para la sobrevivencia de muchos grupos humanos.6 Además de la noción de exotismo inherente a la categoría de la Reserva Antropológica, lo que salta a la vista es una especie de concepción de la sociedad humana anticuada y nostálgica, muy semejante al enfoque romántico del noble salvaje que los europeos tuvieron sobre el habitante del continente americano, hace más de dos siglos, lo que supone que las sociedades indígenas no son más que prototipos de los niveles más primitivos de la evolución humana. Resulta sorprendente que, encontrándonos en las postrimerías del siglo XX, todavía sea posible encontrarse con este enfoque de “darwinismo social”, sobre todo cuando, paradójicamente, la antropología, al considerar que todas las culturas hoy existentes son contemporáneas, ha generado lo que tal vez sea una de sus mayores contribuPierre Rossel (ed.), “Turismo: la producción de lo exótico”, en IWGIA Documento, núm. 7, Copenhague, 1988. 6


184 Territorios violados ciones para con la historia de las mentalidades y la conciencia social de este siglo: ninguna sociedad se puede clasificar cultural o socialmente “inferior” a otra. De cualquier manera, no está de más reconocer que esta actitud frente al otro, a lo diverso, está profundamente arraigada en la concepción que las sociedades cristianas occidentales u occidentalizadas tienen de las “otras” sociedades; por lo tanto, racismo. La noción implícita en la concepción de la Reserva Antropológica, que tacha de inconscientes y de primitivos a los pueblos indios, denigra y deshumaniza a las sociedades indias. Baste recordar que estas reservas tienen como “objetivo secundario la investigación en torno a la evolución del hombre [sic] y su interacción con el planeta”.7 Esta actitud tan categórica de la cultura occidental frente a lo culturalmente diverso, al deshumanizar, sataniza a las poblaciones indígenas; fundada en esta óptica, aparentemente otorga a los indios la posibilidad de vivir en su ambiente “natural”, lo cual, visto desde otro ángulo, supone que éstos son considerados parte de la fauna. La organización a la Smithsonian de los museos de Washington, D.C. es un claro ejemplo de lo anteriormente señalado. El Museo de Historia Americana se ocupa de “la ciencia y la tecnología”. En el Museo de Historia Natural se muestra la historia y la cultura de los pueblos que habitaron el continente durante los primeros 200 años de ocupación humana, es decir, la prehistoria de los indígenas, lo cual implica que a los indios se les clasifica entre los dinosaurios y los pájaros. La categoría de Áreas de Uso Múltiple resulta interesante, puesto que, al parecer, contempla la noción del desarrollo integral. Esta formulación parece muy compatible con las necesidades de las comunidades de indígenas campesinizados de la región, las que, por lo demás, en términos numéricos, entre los pueblos indios que habitan en el continente americano constituyen la mayoría, además de ser las sociedades que están más expuestas a los impactos de este tipo de proyectos que los obligan a adoptar modelos productivos, tecnologías y especies de origen extrarregional. Dentro de un área de uso múltiple, el IUCN plantea la necesidad de crear alternativas

7

Nemesio J. Rodríguez y Bárbara Torres, art. cit.


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para el manejo de los recursos y el desarrollo, mediante la aplicación de una metodología específica que promueva la expresión de las necesidades y de las aspiraciones locales. Las seis categorías restantes propuestas por la IUCN se inclinan por el establecimiento de áreas protegidas en las que la actividad humana queda excluida. La Reserva Científica es un ejemplo extremo de esa noción de “no tocar”, la cual revela la sobrevivencia de conceptos filosóficos que, vistos a la luz de lo que implica situarnos en la última década del siglo XX, resultan completamente anacrónicos. Sin embargo, ideas como éstas integran lo que podríamos catalogar como parte de los niveles del inconsciente de la cultura occidental. La Reserva Científica pretende aislar ciertas áreas del planeta de cualquier intervención humana, con el fin de contar con “laboratorios naturales” para la experimentación. Además de la imposibilidad real, e incluso filosófica, de eliminar la presencia del hombre especialmente en un contexto tan poco humano como es el del “laboratorio”, pero sobre todo por las razones expuestas en párrafos anteriores, en América Latina no es posible la realización de propuestas de esa índole. El mismo caso, visto desde otro ángulo, nos permite percatarnos del peculiar concepto de “hombre versus natura” que lo define y al cual dedicamos anteriormente algunas páginas en las cuales nos referimos a la cosmología india. Si partimos de la base de que para que un área se considere “natural” y que, por lo tanto, para que ésta sea objeto adecuado del estudio científico debe excluir por completo cualquier influencia humana, se puede concluir, entonces, que los hombres no pertenecen al mundo natural. En ese sentido, toda propuesta que haga énfasis en la participación de las poblaciones indias, debido a los conocimientos que éstas podrían aportar a la ciencia, tendría necesariamente que considerarse una alternativa viable para las reservas científicas. Por último revisamos la que probablemente sea una de las categorías más difundidas dentro del concepto de áreas protegidas en América Latina. La Reserva de la Biosfera resulta muy interesante puesto que, entre otras cosas, integra en su intencionalidad la necesidad de la preservación biológica y cultural y contempla la planificación de los recursos mediante la clasificación del área en cuestión en: zonas núcleo de preservación rigurosa, territorios límite en los que se permite la realización de ciertas actividades no dañinas y


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algunos otros esquemas, tales como zonas para la rehabilitación y áreas culturales.8 La intervención internacional, en cuanto a la administración de la Reserva de la Biosfera, pese a sus limitados alcances sirvió como pretexto para imposibilitar su implantación en algunos países (Brasil, por ejemplo). Este programa teóricamente reconoce la importancia de la incorporación de las poblaciones locales desde la fase de planificación de los proyectos, además de la importancia que tiene el integrar la experiencia humana local en el diseño de las directrices del manejo del medio ambiente.9 Pese a que el concepto de Reserva de la Biosfera, desde el punto de vista de la conservación biológica y de la sobrevivencia de las culturas, resulta idóneo, su aplicación en la práctica se ha enfrentado con varios problemas. La integración de los habitantes locales es un punto fundamental dentro del discurso que sostiene este planteamiento. Sin embargo, en las ya más de 270 reservas creadas, la integración no ha llegado al punto de permitir que el control sobre el uso de los recursos se dé, efectivamente, a nivel local, por sus dueños históricos. De hecho, parece como si los defensores de este tipo de reserva aparentemente hubieran postulado, como dogma universal, que los científicos son las personas idóneas, incluso más indicadas que los gobiernos o los pobladores locales, para administrarlas. A pesar de que no existe evidencia alguna que confirme que los hombres de ciencia puedan ser, al mismo tiempo, administradores eficientes, esa idea fue incorporada, oficialmente, en las políticas del Hombre y la Biosfera (MAB). Probablemente, uno de los ejemplos más esclarecedores de los problemas que surgen cuando este concepto de reserva se aplica en las poblaciones indias proviene del valle de Lufira, en Zaire. Schoepf demuestra que cuando es llevada a cabo por científicos que, a su vez, asumen responsabilidades de administradores, se convierte en la prolongación de las mismas políticas de desarrollo impuestas a las poblaciones indias desde que la civilización europea y los pobla-

8 Jason

W. Clay, “Parks and People”, en Cultural Survival Quarterly, núm. 9, vol. 1, Boston, 1985. B.L. Gordon, A Panama Forest and Shore: Natural History and Amerindian Culture in Bocas del Toro, Pacific Grove, Boxwood Press, 1982; B. House et al, “Indigenous Cultures and Protected Areas in Central America”, en Cultural Survival Quarterly, núm. 9, vol. 1, Boston, 1985. 9 Idem:


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dores de América tuvieron el primer encontronazo. Los linderos de las reservas se marcaron de tal manera que, por una parte, se evitó que se extendieran hasta las plantaciones europeas y, por otra, se propició que cubrieran los territorios tribales de los indígenas. El objetivo de la participación local se tradujo, de inmediato, en el uso de la fuerza para obligar a los habitantes locales a que obedecieran las órdenes de los “administradores de los recursos”, incluyendo la reinstalación involuntaria de esa comunidad india. Las tentativas por parte de los pobladores autóctonos para modificar esa política o para sugerir los mínimos cambios, únicamente provocaron agresiones y mayor arrogancia.10 Desde la óptica de las poblaciones indígenas, cuyas tierras comunales parecen resultar particularmente interesantes para cumplir los objetivos de la Reserva de la Biosfera, los científicos, en tanto administradores, terminan comportándose como las burocracias gubernamentales. Frecuentemente se muestran hostiles con las sociedades y culturas indias y se oponen al uso tradicional que de los recursos éstas realizan. Los proyectos para la conservación a menudo tienen los mismos impactos negativos en las poblaciones indias que los planes de desarrollo. Estos conservacionistas están más interesados en la consecución de los objetivos que las agencias extrarregionales (nacionales e internacionales) proponen, que en el cumplimiento de las metas que las comunidades locales se plantean. Se ha puesto de moda la idea de que el incorporar a los indios en la planificación de tales programas garantizará el “éxito” de los mismos, sin embargo, como sucede casi siempre, este “éxito” no se vincula, para nada, ni con las necesidades ni con las aspiraciones de las comunidades indias. No obstante, muchas de las ideas que el concepto de Reserva de la Biosfera presupone son bastante compatibles con algunas de las tendencias surgidas recientemente en cuanto a los diferentes tipos, tal y como son descritos por Glick, de uso de los recursos en América Latina. Sin embargo, el encomiable objetivo de la participación local no podrá ser alcanzado mediante propuestas que se definen con base en estructuras piramidales y que, posteriormente, pretenden “involucrar” a las poblaciones locales.

10

Brooke G. Schoepf, “Unintended Consequences and Structural Predictability: Man and Biosphere in Zaire’s Lufira Valley”, en Human Organization, vol. 42, 1983.


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ESTRATEGIAS CLÁSICAS PARA LA CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD La estrategia fundamental de los conservacionistas, en tomo a la conservación de la biodiversidad, presupone el establecimiento de distintos tipos de áreas protegidas a través de todo el continente americano. La experiencia de Estados Unidos ha sido determinante en el diseño de los sistemas de dichas áreas de América Latina. Recientemente, las organizaciones privadas estadunidenses para la conservación y sus agencias gubernamentales (en particular su Servicio para la Fauna y la Pesca) han promovido la creación de organizaciones homologas en Latinoamérica, con la finalidad de instaurar parques y reservas en los distintos países. La mayoría de las que se crearon, en los inicios de este siglo, deben su surgimiento a factores emocionales, estéticos y oportunistas. Sin embargo, en la actualidad hay una tendencia general a considerar los principios ecológicos y biogeográficos en su diseño y su sistema. The Nature Conservancy (Conservación de la Naturaleza) es, sin lugar a dudas, la organización pionera en lo que concierne a la aplicación práctica de una propuesta sistematizada para la preservación de la biodiversidad en Estados Unidos. El grupo de investigación científica de esta organización ha promovido, en cada uno de los estados que integran ese país y en nueve países de América Latina, la formación de una base de datos para lo que denomina Patrimonio Natural. La base de datos, fundamentalmente un sistema de información geográfica comparativa de especies raras, endémicas y en peligro de extinción, constituye el fundamento de su sistema en cuanto a selección y diseño de las zonas a preservar. En las últimas décadas Conservación se ha valido, fundamentalmente, de su base de datos para determinar las prioridades en la compra de tierras que deben convertirse en áreas “protegidas”. Con aproximadamente dos y medio millones de hectáreas obtenidas de los cabildos estatales mediante la coordinación, tanto de los donatarios como de los voluntarios, esta agrupación se ha convertido en uno de los terratenientes más poderosos de Estados Unidos. Independientemente de que sus 400 000 contribuyentes no lo consideren así, tienen una red integrada por más de 700 reservas diseminadas por todo el país; probablemente es uno de los sistemas para la administración de los recursos de tierras comunales más grandes y complejos que


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jamás hayan existido en la historia. El financiamiento y la administración se llevan a cabo a nivel local (estatal). Su máxima aspiración consiste en llegar a ser la más grande en su ramo y su objetivo explícito es la conservación de tierras que se encuentren dentro del rango más amplio posible de diversidad biológica que se dé en Estados Unidos, exclusivamente administradas por ella. El objetivo de la preservación con el más amplio rango de biodiversidad, en Estados Unidos, sugiere la existencia de una metodología precisa para atacar los problemas de manera sistemática. De ahí que, primero, se localizan las zonas de mayor biodiversidad, luego, se identifican y preservan aquellas que cuentan con la mayor cantidad de organismos inusuales o endémicos, o en las que viven comunidades locales consideradas “únicas”, lo cual significa que Conservación se limita a comprar y administrar y que el proceso no concluye hasta contar con el hábitat indispensable para la sobrevivencia de cada especie. La metodología del Patrimonio Natural de Conservación cuenta con una cartografía precisa de la colección más actualizada de las especies o, en su caso, registros bien documentados de ellas.11 Su clasificación se verifica en función de los rangos establecidos para determinar las prioridades de preservación de esas especies y que, básicamente, consideran su rareza, así como el grado posible de extinción en el que se encuentren. En otras palabras, una vez que en un mapa se concentran, en una determinada parcela, una serie de aspectos considerados prioritarios, Conservación comienza a explorar las distintas posibilidades para la adquisición del terreno. Cuando el terreno no está a la venta, se exploran otras posibilidades, tales como el establecimiento de acuerdos con los propietarios para la protección de especies prioritarias (a las que se denomina “servidumbre para la conservación”). Los integrantes de la comisión, al valerse de las leyes sobre la tenencia de la tierra para cumplir con los objetivos de la preservación, han probado ser muy eficaces.12 Este sistema de identificación de las tierras prioritarias para la conservación, en apariencia bastante sencillo, ha sido muy critica

R.E. Jenkins, “The Identification, Acquisition and Preservation of Land as a Species Conservation Strategy”, en R.J. Hooge (ed.), Animal Extinctions: What Everyone Should Know, Washington, Smithsonian Institution Press, 1985. 12 Véase en Building an Ark..., Washington, The Nature Conservancy, 1989. 11


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do. Recientemente, Conservación de la Naturaleza realizó una revisión exhaustiva de la metodología empleada en el programa del Patrimonio Natural, con la finalidad de incorporarlo a un sistema de testimonio geográfico que tendrá la capacidad analítica de una computadora moderna. En América Latina, sin embargo, pese a que la información contenida en la base de datos continúa siendo de gran utilidad, la sola idea de fomentar la utilización del sistema se viene abajo debido al nivel tan alto de biodiversidad prevaleciente, al endemismo extensivo y al uso dinámico de la tierra en la mayoría de las regiones tropicales. BIOGEOGRAFÍA Y CONSERVACIÓN

La metodología del Patrimonio Natural, así como algunas otras propuestas biogeográficas tales como el “análisis del desequilibrio”,13 implican un sinfín de suposiciones. Las nociones de la diversidad biológica, que desde sus inicios esas conjeturas enmascaran, condicionan las distintas estrategias para la conservación que, con base en esas limitantes, es posible llegar a plantear. Cabe mencionar que las organizaciones conservacionistas están especialmente interesadas en las especies que en la actualidad se consideran reliquias, aquéllas raras o endémicas puesto que patentizan la existencia de algunos de los complejos de la fauna o de la flora que durante las primeras etapas geológicas fueron comunes y que, por lo mismo, estaban más diseminadas, pero que hoy se han ido reduciendo hasta el punto de encontrarse, exclusivamente, en las áreas que se conocen como refugios. Una de las más interesantes aplicaciones de esta propuesta biogeográfica de la conservación, en la que la tendencia por la preservación de los vestigios de ciertas especies no está enmascarada sino que es una premisa explícita, se realizó en el estado de Oaxaca. Entre los diferentes estados que constituyen México, Oaxaca es el que posee la mayor diversidad, además de estar en manos de 16 grupos indios, algunas de cuyas desventuras, causadas por los proyec-

13

J. M. Scott et al., “Beyond Endangered Species: and Integrated Conservation Strategy for the Preservation of Biological Diversity”, en Endangered Species Update, 1989.


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tos de desarrollo, analizamos en capítulos anteriores. Este estudio, aparte de los sofisticados argumentos evolucionistas de los que se vale para explicar los patrones biogeográficos oaxaqueños,14 es uno de los pocos 'que ha utilizado de manera directa los resultados obtenidos de la investigación como indicadores de especies: diez años de investigación acerca de la biogeografía de las mariposas en el sur de México. Los biólogos que realizaron el estudio señalan que ...las condiciones biológicas que prevalecen en Oaxaca se deben a cambios ocurridos durante las eras del Mesozoico Tardío y del Cenozoico (es decir, de aproximadamente 70 000 000 a cerca de 500 000 años antes). América y Eurasia, hace aproximadamente 150 000 000 de años, integraban un solo continente que todavía no se dividía. En la región de Consuelo, en la Mixteca Alta, se encontraron fósiles de flora del periodo Jurásico, consistentes en 26 especies de helechos, cicadofitos y coniferofitos [...] A este tipo de flora se le llama Flora Liásica de la Mixteca Alta y su composición es muy similar a la de Yorkshire (Inglaterra), Rajmajal Hill (India), de los Alpes venecianos y a la del norte de Francia; según Silva, todo ello es una prueba irrefutable de que durante el Jurásico los continentes se encontraban unidos y presentaban una relativa monotonía en sus ecosistemas.15 Durante los periodos posteriores al Jurásico, los continentes se fueron a la deriva, los mares se desbordaron. La Sierra Madre, resistiendo las presiones provocadas por el choque de las tres placas tectónicas, se elevó. Diferentes tipos de flora comenzaron a predominar, y en la medida en que las condiciones se fueron modificando, cada uno de los niveles se convirtió, eventualmente, en residuos de áreas en las que las condiciones permanecieron más o menos estables. Ciertas especies de mariposas habitan en determinados tipos de vegetación específica y, por lo mismo, se convierten en indicadores de la actual distribución de los vestigios de esa flora, además de ser clave en la historia de la geografía y de la evolución de la región.

14 R.

de la Maza et al., “Diagnóstico biológico e institucional del estado de Oaxaca” (mimeografiado), México, WWF/Biocenosis, 1989. 15 Ibid., p. 11.


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Maza et al. definen siete “niveles endémicos” para caracterizar las etapas biogeográficas sucesivas y localizar la distribución actual de las especies paleoendémicas. Aun cuando el estudio no sólo contempla criterios y objetivos biológicos para la conservación en el estado de Oaxaca (por ejemplo, protección de los ciclos hidrológicos, fertilidad de los suelos y otros objetivos más), cuando se analiza más detalladamente esa investigación las prioridades que los autores tienen en mente se hacen evidentes: desde una perspectiva biológica presenta una alta concentración endémica y de diversidad, y su territorio, durante un largo periodo del Cenozoico, funcionó como un centro de refugio y dispersión de la fauna, por lo cual es muy importante que se planifiquen programas para la conservación, de tal manera que esas funciones no se pierdan y la flora y la fauna continúen utilizando la región como un puente de dispersión o como una zona para su supervivencia.16 Con base en esas consideraciones los autores propusieron un sistema de once áreas naturales protegidas (enmarcadas dentro de las categorías de reservas de la biosfera, anteriormente examinadas) y conectadas por “corredores de protección”. En cada una de las zonas elegidas, los autores realizaron estudios detallados. De ahí que, para cada una de ellas, consideradas idóneas para convertirse en “áreas protegidas”, se cuente con información precisa de la vegetación, el clima, los suelos, la diversidad y el endemismo; además proporciona información colateral de las poblaciones humanas que viven en los alrededores: población total, económicamente activa y ocupaciones principales. Sin embargo, no se menciona el hecho de que las comunidades indias, las cuales hablan 16 lenguas distintas y mantienen vivas sus tradiciones culturales entre las que se cuentan la cultura ecológica y los sistemas de aprovechamiento de los recursos naturales, constituyen la mayoría de la población que, debido a las características de este tipo de propuestas, se verá afectada. Una vez más, la dimensión cultural pasa desapercibida a lo largo de todo el estudio. Los autores, pese a que “la participación de los pobladores locales durante las fases de establecimiento y admi-

16Ibid.,

p. 78.


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nistración de las reservas” se define como uno de los objetivos para la instauración de cada una de esas áreas, constantemente manifiestan que la población local, por formar parte de la problemática prevaleciente en la región, lejos de poder contribuir a la solución de la misma, por el contrario, la acrecientan. De esta manera, en el análisis que presentan de la problemática prevaleciente en el Parque Nacional de Chacahua señalan que “el parque está poblado por campesinos y pescadores que han deteriorado las condiciones naturales del entorno y que han convertido esa área en una zona en la que predominan los conflictos entre los pobladores locales y la Sedue”17 por la tenencia y el uso de la tierra, sin tomar en cuenta que esos “campesinos y pescadores” comenzaron a administrar el área de antemano, incluso varios años antes del arribo de la burocracia biológica de la Sedue a la región. Los autores persisten en señalar que el “crecimiento de la población” es la causa fundamental de la devastación de los recursos. A manera de ejemplo transcribimos lo siguiente: La elevada densidad de la población de Oaxaca en nuestro siglo, provocó una crisis de los recursos naturales que parece haber explotado (sic) en la década que va de 1940 a 1950, y que, en el año de 1944, se vio acentuada por una serie de inundaciones desastrosas provenientes de la cuenca baja del Papaloapan. Según Mouroz, todo ello se debió a la erosión originada por “la devastadora agricultura nómada de la Mixteca y de las partes altas de la cuenca.18 La práctica de la agricultura ancestral de los indios que pueblan la región no es la causa fundamental de la severa erosión de la cuenca alta del Papaloapan, su origen se debe a la deforestación voraz que llevaron a cabo las compañías extrarregionales a las que se les otorgaron concesiones forestales. La forma en que fueron administradas ocasionó el desmantelamiento de las comunidades forestales, provocándose con esto la erosión severa y el despoblamiento de la región. Este desastre ecológico produjo la inmigración de cerca de un millón de refugiados, mayoritariamente mixtecos, del centro y del este de Oaxaca. Resulta paradójico pensar que a quienes se acusa del saqueo de los bosques sea, precisamente, a sus víctimas.

17Ibid., 18Idem.

p. 73.


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Junto con lo anterior y con base en esa misma lógica, se justificó la construcción de dos presas que desplazaron a decenas de miles de indios (véase capítulo IV). En los documentos en los que se presentan las estrategias para la conservación que se analiza no se hace referencia alguna acerca de los impactos negativos de los planes de desarrollo y tampoco se reflexiona sobre cuál es el papel que esos esquemas están desempeñando y, probablemente, habrán de desempeñar, en la “crisis de los recursos naturales”. Los autores del proyecto que ahora nos ocupa, pese a las evidencias con las que cuentan, no han logrado romper con sus prejuicios básicos respecto a las poblaciones indias. De ahí que, al evaluar la factibilidad de la reserva que pretenden implantar en la región mazateca, indiquen que esa zona “de todas las regiones estudiadas es la de mayor densidad de población” y que “...nos resulta bastante sorprendente que los restos de selva tropical húmeda perenne no hayan sido tocados (por la población) y, dado que no existe presión en esas áreas, un proyecto (para la conservación) tiene muchas posibilidades de éxito”.19 En ninguna parte se menciona que la “población” está integrada por 100 000 indios mazatecos; tampoco se hace referencia alguna sobre el hecho de que los recursos naturales de propiedad comunal son administrados democráticamente por comunidades que, a su vez, muchas veces son gobernados por un Consejo de Ancianos. No se mencionan a los chamanes ni el papel fundamental que éstos desempeñan en la concepción mazateca de la naturaleza y en la resistencia que esas poblaciones han mostrado ante las invasiones de los grupos extrarregionales que buscan apropiarse de los recursos de esa comunidad india. Curiosamente, todas las instituciones que aparecen en el documento como “claves”, para que los programas de conservación eventualmente cumplan con sus objetivos, pertenecen a la sociedad no india (agrupaciones civiles de origen urbano e instituciones gubernamentales). Además, para cada una de las once áreas seleccionadas se evaluó la “factibilidad” del proyecto; la propuesta de las áreas protegidas y de los corredores que las conectan fue analizada minuciosamente, sin embargo, en el estudio se elude el hecho fundamental de 19

R. de la Maza, op. cit., p. 86


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que la mayoría de las tierras de la región son tierras comunales pertenecientes a sociedades indias, cuyos derechos sobre la tenencia de esas tierras fueron reconocidos por la Corona española en el siglo XVI y que, en la actualidad, están respaldados por la Constitución mexicana. Tampoco se subraya el hecho de que el estado de conservación prevaleciente en esas zonas se debe al uso de los recursos que las comunidades indias han efectuado en la región. La estrategia, pese a que el informe aporte una cantidad considerable de datos estadísticos respecto a los “habitantes locales”, no contempla la realidad política y cultural del estado de Oaxaca. En consecuencia, anticipar el “éxito” del proyecto, y más cuando de antemano se sabe que hay muy pocas probabilidades de poder dar inicio a las propuestas presentadas, resulta inadmisible.

ECOTURISMO En la conciliación de las demandas de la conservación y el desarrollo de los pueblos indios, el ecoturismo es uno de los esquemas más frecuentemente propuesto. La diferencia entre éste y otros tipos de turismo estriba, supuestamente, en el hecho de que con el ecoturismo, además de que se incrementa la apreciación de los recursos en cuanto al valor que en sí mismos tienen, no se destruye el entorno. Por otra parte, también presupone que los pueblos indios llegarán a ser los “beneficiarios” de ese tipo de proyectos turísticos que se implanten en sus territorios: el tan conocido discurso de la “conservación mediante el aprovechamiento”. La principal dificultad del ecoturismo, tal cual es entendido tanto por la industria turística como por los turistas, es que en lo que atañe a las poblaciones indias y al medio ambiente, cuenta con un historial más bien nefasto. En los pueblos “en vías de desarrollo” el turismo presenta muchas similitudes, en lo que a impactos se refiere, con los otros tipos de proyectos de desarrollo que hemos considerado anteriormente. Estas similitudes se derivan del hecho de que son planificados, financiados y llevados a cabo sobre las mismas bases: diseños monumentales bajo el control de estructuras piramidales. Las poblaciones locales, particularmente las poblaciones indias, como sucede en la mayoría de las propuestas en gran escala, en lugar de ser las beneficiarías son las víctimas de procesos sobre los cuales no tienen


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ningún control. La mitad de las veces el turismo se convierte en una amenaza para los pobladores locales, para sus recursos naturales, su territorio y la sobrevivencia de su cultura. En páginas anteriores, al analizar la categoría denominada Reserva Antropológica, mencionamos algunos casos en los que el turismo se concibe como la “reproducción de lo exótico”. Probablemente uno de los casos más indignantes de explotación de este género sea el de los albergues turísticos establecidos en las tierras de los yaguas y tikunas del Alto Amazonas. Hasta esos entornos “artificiales” se lleva a los turistas para que puedan observar algunos indios “primitivos” en sus “hábitats naturales”, compren artesanías baratas y tomen fotografías. Al igual que en el jardín Botánico de Asunción, antes mencionado, las familias indias luego de quitarse sus vestimentas habituales se visten con “trajes tradicionales”, especialmente diseñados, para que se vean fotogénicas al representar rituales y danzas “autóctonas” ante las cámaras fotográficas. Este tipo de situaciones son humillantes y desmoralizadoras para las poblaciones indias. Un yagua, por ejemplo, ha manifestado que: A nuestros hermanos se les exhibe ante los turistas como animales, ya no pueden hacer sus jardines donde les plazca, sino que tienen que hacerlos enfrente de los turistas para que les tomen fotografías y para que trabajen de tal forma que la compañía tenga algo que ofrecer a los turistas [...] para nosotros, como nativos, la promoción del turismo significa la comercialización de nuestra cultura; lo que es peor, la violación de nuestros derechos ciudadanos. Nos damos cuenta de que nuestras artesanías se están volviendo realmente comerciales [...] La orientación del turismo en la región, para nosotros los nativos [...] no valoriza nuestras costumbres. Los pueblos indios frecuentemente se oponen a las tentativas de los proyectos de promoción turística o, cuando menos, tratan de llevar el control de los mismos. Los tikuna, por ejemplo, impidieron la reinstalación de los albergues turísticos que antes se habían impuesto a los yagua y se hicieron cargo de la atención a los turistas en sus poblados. Ese éxito relativo tuvo su contrapartida: a mayor grado de control por parte de los tikuna, mayor grado también de “aculturación” y de aparente sofisticación, lo cual, a su vez, dio como resultado que “los indios” dejaran de ser tan atractivos, es decir, ya no fueron “exóticos”.


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La resistencia ante este tipo clásico de desarrollo ha sido determinante para el arraigo del sentido de autodeterminación de los kuna de Panamá. Aproximadamente 30 000 kunas viven en los litorales e islas de corales del archipiélago que, a su vez, es uno de los últimos tramos de la costa del Caribe a la que el complejo turístico no ha llegado. Durante la segunda mitad de los años sesenta, un hombre de negocios de Estados Unidos obtuvo del gobierno panameño y de una minoría de las autoridades kuna la autorización para la construcción de un centro turístico estilo polinesio. El Congreso General de los kuna, que es su máxima autoridad, reaccionó muy violentamente contra todos aquellos que pretendieron socavar su autoridad y, en 1969, terminaron por incendiar el hotel. Posteriormente, después que éste había sido reconstruido, fue nuevamente incendiado en 1974. Años después, los kuna buscaron la forma de hacerse cargo del turismo en su territorio, por lo que comenzaron a recibir la visita esporádica y controlada de una serie de barcos cruceros que, supuestamente, traerían algunos beneficios a la comunidad. No obstante, en cuanto el Instituto Panameño de Turismo anunció los planes para la construcción de los 686 cuartos de un centro turístico y un aeropuerto en el territorio de los kuna, surgió el conflicto más encarnizado que dio como resultado la cancelación del proyecto. Otra propuesta semejante culminó en un violento enfrentamiento con la guardia nacional panameña en 1981.20 Como Chapin indica,21 este fracaso sirvió para que los kuna reafirmaran su posición política, lo cual, además, les dio la posibilidad de tomar las riendas del desarrollo turístico que se había creado en su territorio. El turismo a menudo ha provocado impactos que van más allá de la mera comercialización de lo exótico. Rasgos característicos de los proyectos de desarrollo en los territorios indios han sido: la prostitución de los niños; la destrucción masiva de selvas, playas, estuarios y arrecifes de corales; la masacre y el tráfico de animales salvajes; el desplazamiento forzado de las poblaciones indias para

20 J.

Howe, “Kindling Self-Determination Amongst the Kuna”, en Cultural Survival Quarterly, Boston, 1982. Chapin, “Udirbi: An Indigenous Projects in Environmental Conservation”, en Ted MacDonald (ed.), Native Peoples and Economics Development, Cambridge, Cultural Survival, 1984. 21 M.


198 Territorios violados

dar cabida a la construcción de complejos hoteleros; la desviación de los recursos de agua e incluso el genocidio, directa o indirectamente provocado.22 Con tales antecedentes resulta comprensible que la afirmación de que el ecoturismo es una opción viable para el desarrollo sostenible de los pueblos indios provoque el escepticismo. Frecuentemente, los proyectos para el turismo parecen diferenciarse de los convencionales. Las cabañas rústicas y los tours para la observación de los pájaros pueden considerarse de mejor gusto que los hoteles económicos para esquí acuático, sin embargo, los impactos de unos y otros se asemejan bastante. En consecuencia, lo que verdaderamente debiera interesarnos no es el diseño arquitectónico del hotel, sino en manos de quién está el control del proceso de la promoción turística y, sobre todo, quiénes son los beneficiarios de esa clase de proyectos.

COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y CONSERVACIÓN EN AMÉRICA LATINA

Las áreas protegidas, las categorías en las que se fundamentan, al igual que las nociones de desarrollo sostenibles y ecoturismo no son solamente conceptos teóricos; todos ellos son el fundamento de los esquemas de los gobiernos de los países industrializados y de las entidades para la conservación, que tan aceleradamente se han difundido en América Latina. Las estrategias, en su mayoría, se originan en organismos del Primer Mundo: Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Instituto de los Recursos Mundiales (WRI), Comisión Mundial para el Medio Ambiente, etcétera. Estas organizaciones promueven planteamientos globales cuyas perspectivas están muy apartadas de la realidad de las poblaciones locales y, particularmente, alejadas de la problemática de las poblaciones indias de América Latina. Pero, como es “la moda”, hasta el Banco Mundial se torna “verde”.23

22 Pierre

Rossel, art. cit. International, Paraguay, Londres, 1987.

23 Survival


Conservación y biodiversidad... 199

El otro sector de esas instituciones del Primer Mundo trabaja directamente con sus homologas en América Latina y les sirve como conducto (u obstáculo) en la obtención de fondos para la creación de los proyectos de conservación. Infiltrándose en los grupos que les parecen idóneos para la realización de los programas de conservación, que serán financiados en dólares por algunos donantes del Primer Mundo, seleccionan a los que, en América Latina, estarán disponibles para la implantación de las políticas de preservación dictadas por el primer sector de las instituciones de los países “desarrollados”. La falta de recursos en Latinoamérica para llevar a cabo tales proyectos, provoca que las corporaciones de Estados Unidos o de Europa para la conservación, incluso con presupuestos muy bajos, puedan afectar profundamente tanto a los proyectos locales como a las organizaciones que los sustentan. La sola posibilidad de poder obtener financiamientos externos genera problemas locales, ya que muchos de los conservacionistas, desesperados por conseguir dinero (a veces inexistente), compiten entre sí. Las organizaciones del Primer Mundo dan preferencia a los grupos con los cuales comparten la misma óptica del problema. Prefieren encontrar las soluciones que ellos mismos plantean, sin darse cuenta que el peso del apoyo que brindan determina hacia dónde se encaminarán los proyectos para la conservación. Debido al énfasis que ponen en la “acción”, por lo general rechazan las críticas locales o las demandas de información acerca de sus políticas. De esta manera se promueve la realización de las estrategias del Primer Mundo que están muy apartadas de la realidad de América Latina. Mientras que a otras propuestas, probablemente mucho más adecuadas a la realidad latinoamericana, se les cierran las puertas. No es de extrañar que, con esa clase de financiamientos, lo único que se logre es dar mayor poder a determinadas organizaciones locales para que, a su vez, derriben a otros grupos que también compitieron por los fondos, sin que, por otra parte, a quienes los otorgaron les interese realmente el avance de los proyectos. Los financiamientos otorgados para la conservación en América Latina generalmente no difieren entre sí. Una vez que los conflictos internos entre los conservacionistas se hacen evidentes o una vez que las estrategias seleccionadas chocan con las políticas para el desarrollo nacional y los problemas explotan, los organismos del Primer Mundo tienden a evadirse del lugar lo más rápidamente po-


200 Territorios violados

sible. Su justificación para ello se relaciona, por lo general, con la necesidad de evitar verse involucrados en “enredos políticos”; sin embargo, no toman en cuenta que, de cualquier manera, para entonces las actividades que han llevado a cabo en la región ya habrán tenido impactos políticos tremendos. Su salida imprevista acrecienta los choques, dando como resultado una situación que puede ser muy dañina para los esfuerzos locales realizados en torno a la conservación. Circunstancias como las mencionadas en el párrafo anterior no surgen de la mala fe de las organizaciones y sus donantes quienes, muy por el contrario, realmente creen estar contribuyendo en la búsqueda de respuestas a la problemática de la conservación en América Latina. La solución, entonces, no estriba en la suspensión de la cooperación internacional, sino en el mejoramiento de la comunicación existente entre los donantes y las comunidades locales, de tal manera que los participantes provenientes del Primer Mundo puedan tener una visión más cercana de la realidad, de los problemas, las limitaciones y posibilidades de cada localidad, para lo cual deben estar dispuestos a aceptar otras formas de visualizar los conflictos concretos y las alternativas de conclusiones probables.

CONSERVACIÓN Y DESARROLLO: UNA ESTRATEGIA A lo largo de estas páginas hemos querido destacar que el desarrollo, tal y como se concibe e implanta en la actualidad, no resulta compatible con la conservación de la diversidad biológica. De hecho, hoy es una de las amenazas más graves para la biodiversidad y para los pueblos indios en América Latina. Encarar este hecho nos permitirá dejar de efectuar acciones infructuosas y podremos concentrar nuestros esfuerzos en la solución real de los problemas fundamentales. La definición de las directrices que de manera realmente efectiva salvaguarden los recursos de la naturaleza de las actuales fuerzas de sobrexplotación, no habrá de lograrse con la creación de parques, tampoco por el hecho de incluir en sus esquemas en gran escala un “componente ambiental”, ni con la sola realización de estudios en torno a los impactos del medio ambiente. Es necesario que todas las personas interesadas en la preservación de la diversi-


Conservación y biodiversidad... 201

dad biológica, en lugar de seguir dedicándose a buscar soluciones hipotéticas al problema, se enfoquen hacia las políticas del desarrollo puesto que de ellas emerge el principal problema que debemos enfrentar. Hay cuatro preguntas que, según Richard Smith,24 deben plantearse los planificadores de proyectos de desarrollo en territorios indios. Consideramos que las mismas deben incluirse, sin dudas ni retaceos, en los proyectos para la conservación y particularmente en los de Reserva de la Biosfera: 1. ¿La comunidad india controla el diseño, la planificación e implantación de su propio desarrollo? 2. ¿Tiene la comunidad india el control de su territorio y de los recursos que dentro de él se encuentran? 3. ¿Promueve el plan la autosuficiencia económica y la autonomía de las comunidades indias? 4. ¿El proyecto refuerza los vínculos sociales y culturales, a la vez que reafirma el sentido de identidad histórica y de dignidad cultural de los miembros de la comunidad? Si la mayoría de las respuestas dadas son positivas, los proyectos de desarrollo pueden considerarse culturalmente apropiados. Sus planificadores frecuentemente se sorprenden cuando descubren que las propuestas culturalmente apropiadas, la mayoría de las veces, incluso cuando las analizan desde una perspectiva exclusivamente económica, son las que han tenido mayor éxito. Kottak, en el reporte del análisis que realizó para el Banco Mundial de los resultados de 68 proyectos para el desarrollo rural, hizo una estimación previa de su grado de “compatibilidad cultural” y, posteriormente, comparó los datos obtenidos con la tasa de ganancias económicas previamente dictaminada por los economistas, encontrando que el beneficio estimado era significativamente más alto (19 por ciento) en los planes calificados de “culturalmente compatibles” que en aquéllos considerados “incompatibles” (9 por ciento).25

24

Richard Chase Smith, “Indigenous Autonomy for Grassroots Development”, en Cultural Survival Quarterly, núm. II, vol. 1, Boston, 1987. 25 Conrad P. Kottak, “When People don’t Come First: Some Sociological Lessons from Completed Projects”, en Michael Cernea (ed.), Putting People First: Sociological Variables in Rural Development, Nueva York, Oxford University Press, 1985.


202 Territorios violados

Por último, Kottak expone algunas conclusiones en las que puntualiza que el solo hecho de tomar en cuenta a las culturas locales puede contribuir al éxito de la planificación para el desarrollo. Los cambios que se propongan deben estar sustentados en las instituciones y en las prácticas culturales ancestrales para, de esta manera, evitar lo que él denomina “sobreinnovación”. Debe darse, también, una atención especial a la diversidad cultural, ya que no todas las problemáticas locales son las mismas ni los “esquemas” puede aplicarse indistintamente. Para terminar, los planificadores que asumen que los proyectos apropiados deben fundamentarse en las experiencias del Primer Mundo tendrán que considerar como modelos alternativos los que se generen localmente. Todas estas recomendaciones son válidas para los proyectos de conservación.


REFLEXIONES FINALES, MAS NO DEFINITIVAS Iniciamos este libro refiriéndonos a la matriz histórica occidental del cristianismo misógino sobre la “diferencia” y la naturaleza, también lo iniciamos remitiéndonos a la creciente conciencia de la población en torno al contexto general. Una gran mayoría de la población considera que la globalización de la economía, así como las transformaciones políticas y sociales que ésta traerá, deteriorarán la identidad cultural y contribuirán a la gradual homogeneización de las distintas culturas. No son capaces de dejar de considerar a las culturas indias como anacrónicas y sin futuro. Pese a que lamentan la violación de los derechos humanos de los indios, no creen que estos pueblos tengan futuro alguno en tanto culturas autónomas. A los grupos que abogan por la protección de la población india se les califica de “utopistas”. No hay de antemano razón alguna para creer que los medios de comunicación masivos y la economía global provocarán la desaparición de la diversidad cultural. La mayoría de los cambios tecnológicos, económicos y políticos que el mundo está experimentando hoy pueden hacer posible que las culturas locales participen más efectivamente en su propio desarrollo, reafirmen su sentido de identidad y sean consecuentes con su estilo civilizatorio. La tecnología actual de los medios de comunicación y una mayor libertad política serán fundamentales para dar a los pueblos indios la oportunidad de establecer contactos y negociaciones en los niveles regional y extrarregional. El ' confinamiento de las diversas etnias en estados-naciones ha dado lugar a que las élites de las mismas los exploten, manteniéndolos pobres y marginados por generaciones. Históricamente, los gobiernos nacionales se han opuesto a que den-

203


204 Territorios violados

tro de sus fronteras haya diversidad étnica, ya que la consideran una seria amenaza para la unidad nacional, pese a que hay algunos avances en sentido contrario en los últimos años, sobre todo en algunos países latinoamericanos con nuevas legislaciones. Las culturas locales se consolidarán en la medida en que el Estado-nación comience a transformarse y los bloques del megaestado se expresen en los grados de integración económica y política. La internacionalización puede llegar a transformar los componentes actuales de la identidad nacional. Al mismo tiempo, la economía mundial puede ofrecer opciones para las culturas regionales y locales y éstas, a su vez, pueden aprender a sacar provecho de la misma. Es decir, volver a tener (o crear) un desarrollo a escala humana.* Consideramos que el camino a seguir es ése. Las culturas indias, lejos de desaparecer, en muchos casos resurgirán, si logran sobrevivir los últimos ataques de los sistemas políticos obsoletos (democracias formales) que aún predominan en América Latina. Algunas tendencias de la economía contemporánea y sus seguidores están convencidos de que no hay otro camino posible para la economía internacional. El mercado mundial ha llegado a niveles de expansión nunca imaginados y, por lo mismo, jamás fue tan diverso. Los mercados se vuelven más especializados en la medida en que reciben información de manera intensiva. Cuanto mayor sea ésta, habrá más oportunidad para que los pequeños mercados de productos específicos prosperen. En muchos casos, el énfasis hasta ahora puesto en los artículos que se producen masivamente, se orientará hacia los de mayor calidad, ya que van acompañados de una amplia divulgación de sus componentes. Todas estas tendencias favorecerán a los grupos locales, pequeños (tradicionales o no), que se especialicen en el abastecimiento de productos únicos. La conservación de la biodiversidad en los territorios indios no sólo no es un lujo, sino que es indispensable para afianzar la capacidad de adaptación de los pueblos indios a la economía global. En la medida en que éstos organicen sus acciones con mayor efectividad y establezcan mayores contactos con otros niveles de la sociedad, es-

* Manfred Max-Neef et al., “Desarrollo a escala humana: una opción para el futuro”, en Development Dialogue,

número especial, Uppsala, Suecia, CEPAVE,/Foundation Dag Hammarskjold, 1986.


Reflexiones finales, mas no definitivas 205

tarán más conscientes de las posibilidades existentes en torno al aprovechamiento de sus recursos. Con base en las tendencias hasta aquí analizadas, podemos derivar una estrategia para la conservación: apoyar la autonomía de los pueblos indios y el control que ellos tengan de sus territorios. Hemos mencionado que estos territorios cubren las regiones prioritarias para la conservación de la biodiversidad en América Latina. Pese a que no compartimos la visión romántica que cataloga a los indios de “conservacionistas” natos, hemos mostrado, también, cómo gran parte de los rasgos de la cultura y formas de organización social de esas poblaciones favorecen la conservación de la biodiversidad. Las instituciones indias ancestrales pueden llegar a convertirse en el fundamento de programas locales de conservación y desarrollo realmente efectivos. Los pueblos indios no son los pobladores exclusivos de las zonas rurales de América Latina y ni siquiera constituyen la población mayoritaria de gran parte de los territorios de la región. El apoyo que se dé a sus demandas no debe marginar a los habitantes no indígenas de las alternativas de desarrollo. En torno a esta problemática existe una serie de cuestiones políticas, de diversa índole, que están más allá de los alcances de este libro. Hoy, la gran mayoría de los países de América Latina tiene que enfrentar los problemas cardinales de la tenencia de la tierra y la desigualdad. Sin embargo, la desintegración de los enclaves indígenas y de su cultura no resolverá los problemas por los que las masas rurales de América Latina atraviesan. El manejo efectivo de los recursos en los territorios indios puede contribuir a la solución, siempre y cuando se realicen modelos viables para la conservación y el desarrollo locales.


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Articles inside

Bibliografía

35min
pages 202-222

Biogeografía y conservación Ecoturismo………………………………………………………………195 Cooperación internacional y conservación en América Latina…………198

22min
pages 185-197

Reflexiones finales, mas no definitivas

5min
pages 198-201

Categorías internacionales para la conservación de la biodiversidad

13min
pages 176-182

Estrategias clásicas para la conservación de la biodiversidad

3min
pages 183-184

Proyectos circunvecinos al eje regional geoestratégico del Istmo

1hr
pages 121-171

Algunas respuestas frente a los modelos de desarrollo destructivos

3min
pages 174-175

Plan de acción de la silvicultura tropical

11min
pages 80-85

Un eje geoestratégico: el Istmo de Tehuantepec

9min
pages 115-120

El caso de la Amazonia brasileña

39min
pages 91-114

Una alternativa social para la silvicultura

9min
pages 86-90

La comunidad india y el mundo contemporáneo

2min
pages 75-77

La inmanencia de lo sagrado: la Madre Tierra

14min
pages 67-74

El conocimiento indígena de la naturaleza

5min
pages 64-66

II. La concepción de la naturaleza de la civilización amerindia

1min
page 48

Cosmología y filosofía indias en torno al manejo de los recursos

3min
pages 62-63

Naturaleza, sociedad y culturas nativas de América

5min
pages 59-61

Manejo de los recursos y pueblos indios

11min
pages 53-58

Áreas naturales y culturales en Latinoamérica

4min
pages 49-52

La expansión de los dominios de Satán

13min
pages 39-47

Brujería, cercas y cultura rural

9min
pages 34-38

Introducción………………………………………………………………15 Indios y conservacionistas

3min
pages 12-13

Inquisición y represión

3min
pages 32-33

Intolerancia cristiana recurrente: los sefardíes

5min
pages 29-31

Herejía, Inquisición y autonomía regional: Languedoc

5min
pages 26-28

Indios y desarrollo

6min
pages 14-17

I. Etnicidad y medio ambiente en la cultura occidental Cristianismo y paganismo…………………………………………24 El etnocidio misionero temprano: la Iglesia celta…………………29

14min
pages 18-25

Territorios violados

4min
pages 9-11
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