8013439 ferrer benimeli la masoneria

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pregona y contiende deberse separar la Iglesia y el Estado, excluyendo así de las leyes y administración de la cosa pública el muy saludable influjo de la religión católica». Separación de la Iglesia y el Estado hoy día defendida por la propia Iglesia.

6.

Impacto de La Humanum genus

La Humanum genus causó gran impacto en el mundo masónico y fue objeto de una gran cantidad de ediciones y críticas, tanto desde el campo católico como del masónico. En los años que siguieron a la publicación de la Humanum genus, se multiplicaron los estudios y libros destinados a iluminar la opinión pública católica, se fundaron asociaciones y revistas antimasónicas, se reunieron congresos antimasónicos, como el internacional de Trento de 1896, en el que tanta participación tuvo el famoso Léo Taxil, que constituye uno de los casos más curiosos, y al mismo tiempo grotescos, de la dura polémica que iba a enfrentar a la Iglesia católica con la masonería a finales del siglo pasado, y que tanto contribuyó a la divulgación de la leyenda del satanismo en la masonería. Siguiendo las directrices vaticanas, durante los pontificados de Pío IX y León XIII abundaron las publicaciones antimasónicas de diversos obispos y eclesiásticos. Por su parte, la prensa católica dedicó páginas enteras y secciones fijas durante muchos años dedicadas a combatir la masonería de una forma tan visceral y apasionada que hoy día hace que su lectura resulte entre pintoresca y lamentable. En este sentido, es interesante la encíclica de 1890 de León XIII a los obispos. clero y fieles de Italia, publicada en España con el subtitulo de «La masonería contra el Papado», que sin duda inspiró también la obra de Van Duerm, publicada en Bruselas en 1896, dedicada a Roma y la masonería, y que tiene como subtítulo «Vicisitudes políticas del poder temporal de los Papas de 1789 a 1895». En el prefacio de su segunda edición se lee, «El 20 de septiembre de 1895 y los días siguientes se produjeron manifestaciones anticristianas en las calles y plazas de Roma [...] Bajo la mirada de León XIII, su augusto cautivo, las sectas masónicas intentaron acabar con la Cuestión romana y enterrar definitivamente el Poder Temporal de los Papas». A continuación habla de miles de adhesiones católicas al papa, «que reivindican con indomable energía, con inquebrantable esperanza, la restauración del Poder Temporal de los Papas». Finalmente, concluye haciendo votos para «que renazca en el mundo la devoción al que más de 200 millones de católicos proclaman por todas partes el Papa­Rey. el Rey­Pontífice». Observemos de paso que la fiesta litúrgica de Cristo­Rey fue implantada poco después en el momento en que tanto se luchaba contra el papa­rey. La anexión por Italia del Estado Pontificio fue, sin duda, una grave violación del derecho, y así lo creyeron los católicos de todas las naciones. Por otra parte, durante aquellos años. las sociedades secretas y en especial los carbonarios y los masones a los que se unieron los librepensadores y agnósticos— realizaron en Italia, Francia, España, Portugal, Bélgica y otros países una labor que afectó directamente a la Iglesia, no sólo en lo temporal sino en lo espiritual. El furibundo anticlericalismo de algunos sectores latinos de la masonería evolucionó hacia un neto anticatolicismo, y acabó por degenerar en lo que es más opuesto a la auténtica masonería: el ateismo. Así como este periodo está marcado por el mayor y más duro ataque contra la masonería por parte de la Iglesia, recíprocamente es también el de la más feroz y


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