Revi heraclítoris

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SORORIDAD | CREATIVIDAD | AUTONOMÍA

ENM2O14 S A L T A


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Hanna Wilke Super T art


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Hace tres años nos juntamos un grupo de cuasi-desconocidas con el objetivo de hacer una revista que permita expresarnos. Nos entusiasmaba la idea de publicar escritos hechos íntegramente por mujeres. No éramos feministas. Lo primero que hicimos fue crear un blog cerrado para compartir nuestras producciones, algunas escribimos, otras no nos animamos. Entonces, la página de face fue la que nos dio el empuje y la apertura que el grupo necesitaba para poder expresar todas las ideas que venían decantando entre nosotras. De repente la problemática de la mujer se convirtió en el centro de nuestras preocupaciones y el espacio virtual no nos alcanzó para manifestarnos. Buscamos otros espacios y maneras de decir. Desde entonces que participamos en marchas, intervenciones, talleres, charlas, organizamos eventos artísticos, tejimos redes con otras mujeres, y sobre todo nos juntamos de manera contínua para reforzar lazos. Este primer número es fruto de un largo proceso de maduración de nuestro devenir feminista. Consideramos que dentro de la multiplicidad de expresiones del feminismo, la nuestra sigue siendo un constante pensar las problemáticas que nos atraviesan como mujeres y la diversidad que somos permitió replantearnos una y otra vez “¿Qué es el feminismo?” en nuestra práctica y reflexión y en el contexto que nos toca vivir. Heraclítoris es entonces una convergencia de distintas identidades, formas de vida y expresión. Sin embargo, lo que más nos representa es la práctica de la sororidad, un concepto que venimos trabajando desde los inicios, entendida como el respeto, la solidaridad, la amistad y la camaradería entre mujeres. Podríamos decir, que además de involucrarnos con temas que nos atañen en tanto formamos parte de la sociedad: la violencia de género, el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, la identidad de género, la diversidad sexual, la educación sexual integral, científica, laica y afectiva, entre otras cuestiones, también replanteamos y proponemos pensar otras maneras de vinculamos con nuestros pares y con nuestros cuerpos. Esta revista es un nuevo espacio que se abre para generar ideas, preocupaciones, problemáticas, perspectivas y debates ante la necesidad de levantar las voces de las mujeres en una sociedad machista como la salteña donde los medios de comunicación son en su mayoría gestionados por varones y/o carecen de perspectiva de género. Sin embargo, el periodismo que es sensible a cuestiones referidas al género es escaso, está resistiendo. Heraclítoris se nutre y aprende de ello. Consideramos esta etapa de Heraclítoris como una instancia de nuestro devenir mujeres y un lanzamiento de nosotras mismas hacia la toma de la palabra, para construir un lugar-otro habitado de voces que comparten experiencias, reflexiones, sensaciones en un gesto de intervención creativo, feminista y siempre sororo.


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DE PERIODISTAS DE FERIA

Y OTRAS CHAUCHAS Es sabido que pretender la objetividad entendida, en este caso, como la no influencia de factores subjetivos en el proceso de escritura es un absurdo. Todos somos resultado de una serie de procesos históricos y sociales y estamos inmersos en un entramado cultural. Estamos atravesados por el pasado, el presente y las proyecciones a futuro. Pretender despojarnos de todo eso como si fuera una muda de ropa que dejamos colgada en un perchero roza la ridiculez. Sin embargo hay una distancia abismal entre esa “intertextualidad” constante en la que nos movemos y la escritura tendenciosa y manipuladora. El periodista tiene una gran responsabilidad, tiene que ser, ENTRE OTRAS COSAS, el que aporte herramientas para desnaturalizar lo que a nuestros ojos se nos presenta como realidad única, invariable, sin pasado y “dada por que sí”; tiene que ser el que vaya más allá y nos permita aprehender lo que sucede frente a todos y que permanece oculto. No nos sirve un periodismo parcialista, exitista, prejuicioso y condenatorio. Nos sirve un periodismo que apunte a la construcción de ciudadanías, que derribe mitos, que no baje línea de acuerdo a los sectores que lo financian.

La cobertura mediática del pasado 29ENM fue un circo de feria, un desfile de notas cargadas de sentido común y poca ética, una sopa de ideas preconcebidas y prejuicios rimbombantes. Fueron muy pocos los medios y los periodistas que se pusieron los botines y salieron a embarrarse a la cancha, que estuvieron siguiendo el ENM, viviéndolo, que se despojaron de toda la mochila cotidiana y pudieron hacer su trabajo sin responder a los intereses de ningún sector, sobre todo a los sectores más conservadores y medievales de esta ciudad. La cantidad de noticias que respondían a un “copiar-cortar” inundaban las redes sociales, esos espacios virtuales donde proliferan anónimos vengadores de la palabra de DIOS. La campaña de demonización instalada previamente a la realización del Encuentro es una buena forma de ejemplificar quiénes son los que tienen mayor posibilidad de acceder a los medios de comunicación y repetir como una homilía un mensaje violento camuflado bajo el pretexto de “defensa de derechos”. Porque hay una violencia que nos latiguea todos los días, que nos hace peregrinar en la miseria y nos crucifica sin piedad, es esa violencia simbólica, naturalizada, sostenida y reproducida


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por sectores que a esta altura del SXXI todavía siguen viendo a ciertos sectores de la sociedad en general y a la mujer en particular como cuerpos en disputa. Hablamos de esos medios que son siervos en una ciudad que parece un feudo, de medios cuyos dueños son parte de esa podredumbre que hiere al PERIODISMO con mayúscula, de esos medios que priorizan la publicidad comercial por sobre la verdad. Y la verdad, sabemos, está ligada a la ética y al compromiso social. El periodismo ctrl+c /ctrl+v no es periodismo. Es una máquina que fotocopea la miseria de este sistema.



FotografĂ­a: Cecilia Sosa


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Cómo cocinar un prejuicio

(con ingredientes que ya tenemos) En plena emergencia por violencia de género, un encuentro nacional de mujeres debería sumar grandes aportes para lograr un cambio en la injusticia que vive la mujer en nuestra provincia. El ingrediente principal fue el papel de los medios de comunicación con respecto a la cobertura previa, durante y posterior al 29º ENM. La idiosincrasia salteña, en su mayoría, conservadora, católica y violenta. Difusión de acontecimientos negativos de encuentros sucedidos en los ENM anteriores. Poca difusión de los aportes que surgieron de los debates en los diversos talleres para lograr construirnos como una sociedad igualitaria. Con todo esto se obtuvo un nuevo aporte a la ignorancia de los salteños. La mayoría de los medios de comunicación de la capital salteña se encargaron de reproducir el discurso heteropatriarcal que rige las mentes de la mayoría de lxs ciudadanxs. Antes del encuentro pudimos observar que los videos y relatos más compartidos (en Facebook por la gente de Cuidado salta, principal campaña en contra del ENM; en los diarios virtuales a

modo ilustrativo) hacía una lectura premonitoria de una supuesta catástrofe a la que se vería abatida la sociedad salteña y sus grandes ‘valores’. Guiados por la apellidocracia, teñida de catolicismo apostólico y rancio, lxs ciudadanxs fueron creando una imagen negativa y hasta apocalíptica del ENM. Programas televisivos, radiales, diarios digitales e impresos, el grupo de Facebook La Violencia de las Auto-convocadas, lograron parcializar el justo acceso a la información reduciendo las variadas temáticas de los talleres a solo una (el aborto) y también (des) informando que las mujeres solamente nos visitaban para destruir no solo la catedral sino la ciudad. El prejuicio, interesadamente inventado, no ha resultado en lo que se esperaba. A pesar de una campaña por negar e invisibilidad el verdadero problema que nos aqueja, hemos podido preparar un camino: concientizar a la población poniendo en boca, esperamos, de todos el problema de la MUJER; problema concerniente no solo a un género, sino a todos por igual.


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LO PERSONAL ES POLÍTICO

Algunas notas sobre el “Derecho al Aborto” en el ENM 2014

‘Yo aborté’, ‘ni una muerta más por aborto clandestino’, ‘aborto legal, seguro y gratuito’, ‘en esta clínica se hacen abortos’, ‘misoprostol sos el mejor abortador’, ‘el aborto ilegal asesina mi libertad’, ‘el papa es argentino y el aborto clandestino’. Gritan las paredes, los cuerpos y las voces. Todavía se siente el eco de la potencia transformadora de las luchas, que se repite, se renueva y se multiplica año a año, cada vez que las mujeres nos encontramos. Basta salir por las calles, encontrarse con quienes participaron y, por qué no, con quienes ni siquiera fueron, leer las crónicas periodísticas, o los comentarios que circulan en las redes sociales. Aún se siente temblar a este vallecito machista y misógino, que ha tenido que salir a rezar a sus ‘patronos’ para intentar evitar el sismo antipatriarcal que fue este encuentro. Los Encuentros Nacionales de Mujeres, que se realizan desde 1986, son una expresión del hacer y el decir de los Movimientos Feministas y de Mujeres, y en este sentido, son un lugar en donde el reclamo por el ‘derecho al aborto’ se materializa y dinamiza, haciendo suya una genealogía feminista, en la cual se entrelazan

historias de luchas que buscan que las mujeres podamos abortar libremente. Desde 1988 se ha incorporado un taller sobre esta problemática. Y, es en el ENM de 2003 llevado a cabo en la ciudad de Rosario, en donde se conforma una Asamblea por el Derecho al Aborto, germen del cual nacería, en el 2005, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal, seguro y gratuito. Muchos años y décadas han pasado desde que el feminismo argentino ha enarbolado la consigna por el aborto legal, allá por los setenta, y en ese transcurso miles han muerto en la clandestinidad. Hace unos días, nos volvíamos a congregar para tratar este tema en el taller “Estrategias para el acceso al aborto legal, seguro y gratuito”. En el mismo participaron mujeres de diferentes banderas políticas e independientes, y de diversos lugares del país. Hablamos, escuchamos, debatimos, discrepamos. Desde estas discusiones, entendimos que es necesario: exigir la implementación de una Educación Sexual Integral, laica y científica; asegurar el acceso a los métodos anticonceptivos; que se respete lo estipulado en el Fallo


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F.A.L. de la Corte Suprema en relación a los abortos no punibles; exigir al ejecutivo y/o a los/as legisladores/as el tratamiento y aprobación del proyecto presentado por la Campaña, que cuenta con la firma de 66 diputados/as; realizar acciones los días 4 de noviembre (que se tratará dicho proyecto en la Comisión de Legislación Penal de la Cámara Baja) y el 25 de noviembre (Día internacional por la eliminación de la violencia contra la mujer); repudiar el artículo 19 de la modificación del Código Civil, y pedir por la libertad de Susana, María y Claudia, presas por abortar. Estas discusiones y estas luchas, dan cuenta de los caminos recorridos y aquellos que toda-

vía quedan por construir, teniendo que destruir otros que – por sus estructuras patriarcales – sólo llevan a destinos donde no habitan la resistencia ni la rebeldía. Sí, las mujeres nos encontramos, y también abortamos. Yo aborté. Yo, sobreviví. Otras, ya murieron. Y, seguramente, otras más lo harán de seguir existiendo estas condiciones de ilegalidad. Por esto es que necesitamos que el ‘derecho al aborto’ sea una realidad. Mientras, nuestros cuerpos seguirán gritando, porque es desde estas experiencias encarnadas que entendemos que lo personal es político. Y lo haremos en cada nuevo ENM que nos convoque. Porque sin aborto legal no hay libertad.


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MI CUERPO

ES MIO

Durante los días 11, 12 y 13 de Octubre se realizó en la ciudad de salta el XXIX Encuentro Nacional de Mujeres, acto que sacudió a toda la ciudad, por la masividad y por la actitud de estas 40.000 mujeres en una ciudad tan clerical y conservadora. El encuentro es una gran herramienta para movimiento feminista, nos damos cuenta que no estamos solas, que somos miles y que las mujeres estamos cambiando el mundo. En este contexto, varias organizaciones de mujeres realizan una casi tradicional intervención en la que las mujeres marchan con sus torsos desnudos mostrando sus tetas, con inscripciones en el cuerpo que indican el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos. Los cuerpos de las mujeres fueron siempre juzgados desde una visión machista, convirtién-

dolo en un objeto de deseo hipersexualizado y mercantilizado… el machismo ha impuesto siempre el canon a través de estereotipos de belleza, estos estereotipos son siempre denigrantes para las mujeres, porque siempre están supeditadas a la mirada y aprobación masculina… soy linda en la medida en que le gusto a un hombre… Pero la realidad es que los cuerpos son tan diferentes entre sí, que establecer un canon lo único que hace es limitarlos y censurarlos… estos cuerpos censurados son los de las mujeres reales que no entran en esos modelos de belleza y que paradójicamente, son las más. HERACLÍTORIS no podía estar ausente en esta marcha y algunas de nosotras decidimos sumarnos a la liberación de las tetas como reclamo y visualización de esta gran problemática. Durante los días del encuentro un chico se me


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acerca y lee en el pin de mi bolso la frase: “Mi cuerpo es MIO” y entonces me dice: “obvio, tu cuerpo es tuyo”. Parecería una obviedad pero las mujeres no somos dueñas de nuestro cuerpo, todo el tiempo el sistema nos impone un modo para ser de nuestro cuerpo, no dice qué ropa usar, qué accesorios utilizar, qué color de pelo usar, qué medidas debe tener nuestro cuerpo para ser hermoso, nos dice qué anticonceptivo debemos tomar, nos obliga a ser madres cuando no estamos preparadas para este viaje y así miles de imposiciones que recaen directamente sobre el cuerpo femenino. La desnudez está totalmente vedada para toda mujeres que «se respete» y la que lo hace debe hacerlo en los términos que el patriarcado le impone, es decir, en el caño de un boliche clandestino, en un programa de televisión, en publicidades. Pero cuando una mujer usa su CUERPO REAL para manifestarse, para decir algo , para gritarle al sistema que no estamos de acuerdo con el lugar en el que nos ponen, entonces, nos convertimos en símbolo de barbarie, de obscenidad, de desubicación y de irrespetuosidad: ¿qué respeto puedo tener por alguien que no me respeta en plena calle, vestida y sin ninguna intención de seducir a ningún tipo?, ¿quién le dice algo al desubicado que me grita por la calle tantas groserías? ¿quien le prohíbe

al del frente de mi casa que se saque la remera cuando sale a la calle?¿qué hay de terrible en nuestros cuerpos reales que deben mantenerse tapados y ocultos? Las mujeres no vamos a dejar que nuestro cuerpo sea considerado fuente de pecado, nuestro cuerpo es vida, es amor y es así como los queremos, libres y diferentes. De mi experiencia, puedo decir que camine cinco cuadras en tetas durante la marcha y fue a experiencia más liberadora que jamás viví! Todo mi cuerpo estaba presente ahí, mis tetas fueron mi arma de lucha más poderosa. De las mujeres que marchamos en tetas considero que la mayoría lo hizo con mucha alegría, simplemente caminamos, nos abrazamos y nos besamos, con increíble alegría las mujeres mostramos nuestras tetas en clara irreverencia contra la iglesia, pero siempre desde la alegría y la ternura. No somos monstros, bichos raros o locas sin remedio, somos mujeres como tu mama, tu hermana, o vos misma, a las que ya no les entra el chaleco unificador y opresor del patriarcado!! ARRIBA LAS QUE LUCHAN!!



Liberación de tetas en la 9 de Julio ¡¡Las mujeres reivindicamos nuestro derecho a decidir sobre nuestro cuerpos!!


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LA ESCOBA ENTENDIDA “De la eterna fregona” María Elena Walsh He limpiado esta casa para revelar aquello que se esconde bajo la pátina engañosa de los días. He barrido debajo de los muebles Lavé las cortinas para que vuelvan a ser blancas. Descarté la fealdad de algunos bibelots convertidos en símbolos siniestros. He regado las plantas hasta que el verde oxigenara los rayos del sol entre los trastos. Con la canilla abierta, el agua y yo, cantamos juntas la canción del servicio. He vuelto a dibujar el mapa de esta casa. Ordené los ruidos más extraños como talones corriendo desmedidos en la absurda madrugada. Sin que me sorprendan he dicho ¡venga a nosotros tu reino! antes de que la oscuridad encaprichada se subiera a la mesa. He puesto paños tibios en todos los magullones de los pisos de madera seca. Oro del sol he usado para enchapar los estallidos con que la cólera pretende imponer territorios inexistentes. Saqué pedazos muertos, huesos de mamíferos petrificados caracolas, ramas cazadoras de formas . Limpié caperucitas y lobos feroces colgados en las esquinas como almanaques y borré de la casa la memoria insurrecta del olvido de la belleza y los crespones sombríos de brujas insatisfechas y ciervos abandonados.


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Pero aun quedan diarios escritos con letra de hormiga durante años. Mi escoba no comprende. Apilados y mustios, no aceptan ser llamados basura. Sus enumeraciones diarias, precisas pero ambiguas sospechan que jamás serán abordados por un ojo y sufren el destierro. Pero el altillo no he podido limpiar. Si llego a abrir la puerta se escapan los hedores e invaden los lugares más diáfanos. Los tiñen con la tinta de lo que no existe y todo, en un instante, está perdido. El rancio olor de aquello que no pudo ser se hace presente, ulula la sirena frustrada, las ventanas se cierran solas, se oscurece el balcón, languidece la casa en una mueca que no sé comprender porque no es mía. Cierro esa puerta con doble llave vuelvo a limpiar la casa con un rayo de sol o dos con el viento pampero, con la sudestada, con la mañana tibia y me olvido de la existencia del altillo. La escoba no comprende… Ya he limpiado todo, todo lo que pude. Y aún falta tanto por hacer…

Rosa Machado


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Encontradas Qué decir sobre el encuentro de mujeres – pienso– o sobre la marcha de casi ¿15 cuadras? Peor, qué decir de las “desubicadas” que anduvieron en tetas por las calles o de las “insurrectas” que se desviaron para pintarnos la Salta la linda, Salta la limpia. Tal vez lo primero que se me ocurre es explicitar algo que se acerca a la idea de encuentro: hay que tener ganas, muchas ganas, para emprender el viaje de ir hacia el otro, digo, hacia su diferencia y su experiencia, para alojarlas en la escucha y el intercambio y no hacer del impactante factor numérico un dato meramente estadístico. El encuentro, entonces, es un desafío para el

cuerpo, para su masa muscular, sus tetas, su juventud y su vejez. He visto a mujeres de todas las edades y me ha conmovido –porque una se deja conmover cuando la duda sobre lo establecido pervive– ver a tantas mujeres mayores andar con sus carteles y sus voces y sus pañuelos. ¿Cuáles son las subjetividades que históricamente recorrieron y recorren las calles despojadas de los miedos que te mete la picana de la moral social o de la política represora? ¿Acaso no son las abuelas de plaza de mayo mujeres encontradas para asir una ausencia, para crear las presencias que les arrebataron? Yo veo mujeres, ayer, hoy, aquí, allá: dando lu-


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gar al encuentro: no marchamos –eso lo dejamos para los soldaditos–; le hacemos, en todo caso, la contramarcha a la indiferencia de la queja social estandarizada; la contramarcha a la cultura patriarcal y burócrata; la contramarcha a la ética-no-ética del “no te metás”, “no opinés”, “comportate”. El carnet habilitante es el cuerpo con sus tetas de alegría y enojo: porque la expresión de disentimiento y reclamo con los argumentos de la experiencia y los otros, más académicos e insufribles, convoca también a la alegría, a la ironía y al “pogo”, aunque se vea en ello un signo de contradicción, como lo calificaron algunos. Lamento que usted no conciba la contradicción como signo elemental de su constitución. Lo siento señores y señoras: hacer filas y mantenerlas estables y estructuraditas no ha sido el objetivo de este encuentro. Sí, los graffitis desbordados también son una manifestación, muy otra de los debates y talleres, pero una manifestación al fin. Manifestar es poner afuera algo que se ha vuelto parte del inconsciente social. Que la hipocresía cultural elija unos graffitis por sobre otros, ese es otro cantar. Que estos graffitis sean indignantes porque los pintaron “mujeres”, o sea, “brujas”, “peligrosas”, “desubicadas”, es asunto discrecional de la selección de sentidos que una sociedad hace para sostener sus cultas, sus crímenes y sus arrebatos. El problema es hablar. También cantar. Que estos cuerpos deseantes hablen y se expresen. Aunque resulte primitiva la tesis, la diré: que una ciudad como Salta se pueble de mujeres que hablan es un hecho histórico. Distanciarse de la mera manifestación en el muro virtual saturado de significantes alienados en discursos no-propios y salir a la calle con un mensaje de “alerta social” es poner sobre el tapete que

hay algo en la cultura que no sólo incomoda y molesta, sino que desencuentra, destruye y “da cosa” –tal vez asco, entre otras cosas-: los roles laborales asignados y asimétricos; las violencias proactivas de la intolerancia; los silencios y omisiones políticas y sociales homicidas; las leyes desamparadoras del desposeído; el tradicionalismo religioso opusdeicista; los dedos índices señaladores y calificadores de la otredad; los desimplicados sociales que esperan el maná del cielo en la isla de sus vidas bien protegidas; etc. etc. etc. Entonces, “encuentro de mujeres” es encuentro de singularidades que soportan su propio centro ominoso, insoportable, haciendo algo con eso. Se pregunta, una, ¿qué hacés vos? ¿qué hace usted con su “propia cosa ominosa”? Las mujeres no nos encontramos para perdernos en la realeza teórica del feminismo. Tampoco para describir el machismo fagocitador de las prácticas sexuales, familiares y laborables o para construir la legitimización imaginaria de la victimización de la mujer. Cualquier posición sexista genera agresión y violencia, se dice. ¿Qué decir sobre la violencia que genera no tener qué decir ni hacer respecto de la propia singularidad porque ésta ha decidido alienarse en la masa acrítica de los prejuicios sociales? Una va a un encuentro porque supone que todavía hay mucho por encontrar. Porque ha decidido no clausurar sus verdades, dar lugar a la fisura. Y porque entiende que la mujer es un significante que socialmente aún hace ruido. Y si hace ruido… ¡Entonces que se escuche!


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DESENMARAÑANDO


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El Encuentro se nos va de las manos. Nos supera como mujeres, como militantes, como trabajadoras, como originarias u originales (como prefieren las Mujeres Creando), como estudiantes, como madres, como lesbianas, como bisexuales, como trans, como todo. Es que debajo del Encuentro opera una trama que nos posiciona a todas en distintos lugares, en el ENM hay cosas que nunca cambian y otras que están en constante movimiento. Lo que no ha cambiado ni pareciera ir en pos de un cambio es esa estructura que ordena nuestros roles, que va marcando nuestro accionar. Lo que cambia constantemente es lo que hacemos con ese lugar impuesto, así vamos más allá, así nos damos vuelta. Luchar contra los imperativos que define el patriarcado es también luchar cada una consigo misma, constantemente debatimos con nosotras, que cuestionamos todo y a veces no cuestionamos nada, y terminamos utilizando entre mujeres los mismos códigos patriarcales con los que se maneja un sindicalista o un barrabrava. He ahí una de las contradicciones del ENM. Porque mientras predica ciertos “valores” que llevarían a la unión de las mujeres y a su lucha en conjunto, termina aplicando y manejándose de acuerdo a un modelo jerarquizado, arbitrario, controlador, que invisibilisa a los grupos minoritarios o aquellos alternativos. Horizontalidad, decisiones tomadas por consenso y no por votación, un trato igualitario entre nosotras, respeto por la posición política y por la creencia de cada compañera y bla bla bla, ¿adónde se ven reflejados? ¿los practicamos? Basado en una o varias luchas de poder, y posicionamiento estratégico, cada partido, cada

agrupación, cada mujer ocupa y hace uso de su lugar en esta trama, en ese trazado de líneas que se traduce y reproduce en las actividades centrales del encuentro. Esta trama se convierte en una monotonía contradictoria o en una contradicción monótona, entonces todos los años la misma historia: los partidos de izquierda, los sindicatos y gremios grandes, los partidos de derecha (con un arribo relativamente reciente), las agrupaciones K; el debate, que nunca termina de ser un debate, sobre el carácter resolutivo que algunos sectores consideran necesario y la oposición que también esto genera; la idea (igualmente cuestionada) de llevar a una votación general algunos planteos importantes; la simulación de una elección de la próxima sede; la infiltración de aquellos grupos católicos pro-vida para intentar boicotear los talleres de aborto y la consiguiente expulsión de las católicas y católicos por parte de las mujeres del encuentro; los quiebres que surgen durante la marcha para que una parte finalice su recorrido frente a la iglesia principal, el escrache a los católicos, a la iglesia, a los edificios públicos y privados, etc. A pesar de esa monotonía, el Encuentro nos sigue superando o nosotras lo superamos a éste. Las mujeres en nuestra diversidad, en nuestra capacidad de crear, inventar, de darle una vuelta de rosca a las cosas y a las situaciones, logramos que ese ordenamiento no se vuelva un obstáculo o una excusa para dejar de pensarnos. Al contrario, ese orden establecedor nos tiene que dar un empujón, impulsarnos a pensar en nuevas formas de afrontar al orden patriarcal.


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SALTA Salta la linda, nunca fue tan linda. Alrededor de cuarenta mil mujeres dejaron sus hogares y su cotidianidad para viajar durante horas y sumirse en una experiencia que, dicen, transforma para siempre. No eran turistas, no vinieron a ver los paisajes de nuestra provincia, vinieron a charlar, a debatir, a contar sus experiencias y, sobre todo, a pensar estrategias que nos permitan hacerle frente a la violencia que padecemos todos los días. Estas miles de mujeres, distribuidas, participaron en los sesenta y tres talleres que ofrecía el Encuentro. Muchas de ellas no eran feministas (o no se reconocían como tales), muchas otras sí lo eran, venían de diferentes provincias, pertenecían a diferentes clases sociales, pero sus realidades no eran tan diferentes. Había algo que las unía, que les permitía identificarse unas con otras; era la violencia que todas, de una u otra forma, habían padecido. Golpeadas, discriminadas, silenciadas, violadas, insultadas, denigradas…. Todas estaban ahí dispuestas a encontrarse, dispuestas a pensarse, convencidas

de que el silencio es lo que nos mata, dispuestas, por ello, a hablar y gritar si es necesario…. Era la primera vez que participaba de este Encuentro, una amiga me había animado a ser coordinadora de comisión y yo accedí a pesar de mi escasa experiencia. “El dialogo se va a dar solo” me dijeron, y así fue, bastó con leer el nombre y la temática del taller para que la discusión comenzara. “Mujer. Identidad. Empoderamiento” ese era el título del taller, y habían concurrido muchas más mujeres de las que yo pensaba, tal es así, que al final de la tarde del sábado ya eran ocho comisiones del mismo taller. ¿Quiénes eran las que participaban de este taller?, mujeres que se habían organizado durante meses para venir hasta aquí, algunas habían viajado solas, otras lo habían hecho en grupos, algunas eran independientes otras tenían la bandera de alguna agrupación o partido político, algunas tenían un título universitario, otras apenas sabían escribir sus nombres…. Pero ahí estaban, dispuestas a pensarse, a de-construir-

EMPODERADA


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se y a construirse nuevamente, pero esta vez desde su propia óptica, desde su propia experiencia. ¿Qué es ser mujer en una sociedad patriarcal? ¿Cuáles son los estereotipos impuestos y como salirse de ellos? ¿de qué manera nos construimos? ¿de qué forma nos des-construimos? ¿todas queremos ser madres? ¿Qué sucede si me niego a serlo?.... Vinieron con algunas preguntas, se fueron con muchas otras, y alguien expreso que esto era lo mejor que podía sucederles, porque no eran preguntas fundadas en la ignorancia sino preguntas que ayudan a salir de ella. No eran preguntas encadenadas a una visión hegemónica sino preguntas que nos ayudaban a romper esas cadenas…. Tal vez lo único que se llevaron como cierto fue que la clave del empoderamiento no se construye en la soledad del anonimato ni en el silencio obediente, sino en la lucha conjunta que nos lleva no solo al encuentro sino también al reconocimiento de que no existe un nos-otras sin las otras. Terminados los talleres, se dio lugar a la marcha, las mujeres dejaron las aulas para encontrarse en las calles. Nuevamente me atrevo a decir que Salta nunca fue tan linda. Cuarenta mil mujeres marchando, exigiendo que el Estado reconozca sus derechos. No eran solo tetas

al aire, eran mujeres que ponían su cuerpo exigiendo soberanía, respeto y derechos. El mismo cuerpo que les era negado, el mismo que tantas veces ha sido violentado, estaba ahí, como herramienta de protesta, de lucha y de construcción. Así se llevaba a cabo el Encuentro, el mismo que se hizo otras veintiocho veces, el mismo que se hizo por primera vez en mayo del 86, cuando un grupo de pioneras, aun con el fantasma del terror sobre las espaldas, decidió decir BASTA. Los reclamos eran otros: patria potestad compartida cuando todavía los padres tenían, por encima de las madres, las decisiones legales sobre los hijos, divorcio vincular, cuando todavía no estaba permitido divorciarse, entre otros que hoy damos por sentado. Tal vez al Encuentro aún le falte mucho por crecer, aún hay muchas batallas que librar en una sociedad donde las mujeres seguimos muriendo de las formas más variadas (feminicidio, abortos clandestinos, etc.). Pero, sin lugar a dudas cada vez somos más las que estamos dispuestas a pelear y a construir una sociedad donde el nacer con vagina o con pene no represente una desigualdad jurídica, social, económica ni cultural. El Encuentro nos transforma y yo me siento transformada




LA IMPORTANCIA DE

PARTICIPAR A lxs que arrojan la primera piedra y esconden la mano. A lxs que defenestran opresivamente mientras caminan reprimidamente. A lxs que escupen para arriba sin pensar en la gravedad. A lxs machistas 2.0 protegidxs por la computadora y la ideología patriarcal. A lxs autoconvocadxs a favor de la vida mientras ella no hable. A lxs cómplices de la violencia por medio del silencio. A lxs violentxs que gozan de impunidad social. A todxs ellxs, incluidxs quienes

quieren callarnos o prefieren no escuchar ni mirar, les decimos: ¡Aquí estamos! ¡Pensantes y libres por derecho propio! Dispuestas a reclamar por nuestros derechos, más decididas que nunca! Con las manos llenas de luchas cotidianas, esas que crean horizontes y abren caminos de sororidad, labramos esta tierra de nuestros deseos, la misma que recibió a más de 35.000 mujeres de todo el país durante el Encuentro


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haciendo sacudir la ciudad! Ahí estuvimos las Heraclítoris, sembrando feminismo en cada taller que participamos, conociendo y re-conociendo-nos en las experiencias de otras mujeres que decidieron empoderarse de sus cuerpos y sus palabras con la esperanza de producir un cambio en las formas estereotipadas de pensar y actuar. La que escribe, estudiante de la UNSa, estuvo ahí, entre docentes y demás compañeras estudiantes haciendo el taller de Mujeres y Educación. No fue casual mi elección, a una semana del femicidio de Evelia Murillo, maestra rural del chaco salteño, y siendo hija de una de ellas, quien trabaja en la periferia de nuestra ciudad, el tema me toca de cerca. ¿Por qué esperar que suceda la catástrofe para repensar la educación? Más concretamente: ¿por qué esperar que se mate a alguien para que el Estado y la comunidad asumamos las responsabilidades compartidas que tenemos sobre los problemas sociales que nos afectan? ¿con cuáles enfoques interpretamos la realidad? y ¿qué lecturas hacemos de estos enfoques en la disputa por la hegemonía de la mirada? ¿qué intereses nos definen y bajo qué intereses interpretamos? ¿son los nuestros? ¿somos capaces de generar

cambios verdaderos?. En el espacio del taller, que se dividió en 3 comisiones de 35 a 40 personas, se debatió sobre salarios y condiciones más dignas de trabajo, sobre el rol docente dentro y fuera de las aulas, sobre educación sexual integral, sobre educación popular, sobre la participación política de las mujeres en los sindicatos y organizaciones gubernamentales. A pesar de las diferencias, todas las voces coincidimos en la importancia de PARTICIPAR en la toma de decisiones que cambien el rumbo de nuestra sociedad hacia la igualdad de oportunidades laborales, la justicia frente a los femicidios, la aplicación efectiva de la ley de educación sexual integral, y demás deudas de las que nos estamos haciedo cargo, a veces sin apoyo estatal ni familiar. Las Heraclítoris nos sumamos a estos reclamos y esperamos aportar desde este lugar un grano de arena para repensar y transformar el machismo que nos atraviesa, abriendo la instancia de diálogo para generar otras lecturas posibles en el debate por el modelo de sociedad que queremos dejarle a la posteridad. Y no nos olvidamos de hacer presentes a las grandes mujeres que con sus ejemplos iluminan los pasos feministas que vamos dando!


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TU SILENCIO

NO TE PROTEGERA

Caminando por Salta contemplo estos muros en los que algunas de las casi 40000 mujeres que pasaron por acรก, para mezclarse, escucharse, debatir en el Encuentro Nacional de Mujeres, dejaron sus huellas. Marcando la fuerza de la protesta y la vitalidad de las propuestas, las pintadas recuerdan las reivindicaciones, los lemas, las voces de la marcha final del encuentro. En los diarios conservadores, los panfletos distribuidos por la la iglesia, los carteles que invadieron la ciudad para boicotear el encuentro se nos llama salvajes, vandรกlicas, violentas, inmorales. Sin embargo, las voces incontenibles de las mujeres del encuentro gritaron otras verdades, que resaltan ahora en lo que veo escrito por las calles: la violencia contra las mujeres es universal, sigue siendo silenciada, naturalizada, impuesta. A todas nos toca, aun que en diferentes grados: desde el piropo indeseado, hasta el sexismo en el ambiente de trabajo y el femicidio.


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En muchas calles se puede leer, con letra firme y contundente:

Contra la violencia patrialcal autodefensa feminista. El significado de esta declaración se esclareció durante el encuentro, en un taller que contó con la participación de más de 90 mujeres, bajo la coordinación de compañeras que nos acercaron herramientas tratando de contribuir a un proceso experiencial y compartido: no hay Maestras, no hay manuales, no hay imposición. El planteo es ponerle el cuerpo, imaginar y practicar respuestas ante las agresiones habilitadas por la sociedad patriarcal, que vivimos cotidianamente en todos los ámbitos de nuestra vida: en la casa, la calle, la familia, el lugar de trabajo, los transportes públicos, los hospitales, las escuelas… Aprendemos a ser conscientes de nosotras, a reconocer nuestra fuerza, a explorar y usar nuestros recursos, a registrar cuando alguien invade nuestro espacio vital y a saber poner límites, a imaginar respuestas colectivas y solidarias ante todo tipo de agresiones machistas. Se trata por un lado, de desconstruir los condicionamientos que nos fueron impuestos desde la primera infancia: como niñas y mujeres nos enseñan a quedarnos calladas, quietas,

amedrentadas, dependientes, encerradas en nuestras casas -que a menudo se transforman en el lugar de mayor peligro para las mujeres. Por otro lado, queremos construir lo que nosotras elegimos como nuestra seguridad. Queremos salvaguardar nuestra libertad, lograr cambiar de actitud y reconocer nuestro valor, para erradicar la violencia. Para eso es importante trabajar también las relaciones de poder entre nosotras, lograr reconocer nuestras complejidades y contradicciones, y acercarnos al reconocimiento mutuo y al trabajo horizontal, aunque sea a menudo dificultoso. Porque la autodefensa empieza por la relación que tenemos con nosotras mismas, y se refuerza en colaboración con las otras. Empecé esta reflexión con la frase de Audre Lorde porque todo lo que venimos haciendo empieza por romper el silencio y el aislamiento, y no relegar nuestras decisiones. Y me quedo deseando que esta experiencia se multiplique, se difunda, se llene de creatividad y de sueños de más mujeres cada vez, para que ya no necesitemos defendernos, y usemos nuestra energía para ocupar el mundo y nuestras vidas con nuestras propuestas. Gracias a todas las compañeras que llenan nuestro camino de ímpetu y fantasía .


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TALLER 57: MUJER Y SU ROL EN LA RELACIÓN DE PAREJA

Las relaciones entre los sexos no son hechos naturales sino configuraciones sociales, que están atravesadas por roles históricamente conformados y sistemas de representación, constituyen modos de comunicación que expresan nuestra herencia cultural y guían nuestras conductas y actitudes, no pertenecen al ámbito de lo privado en la medida en que son expresiones de una práctica social. Desaprender estereotipos y conformar vínculos horizontales de equidad implica creatividad y actitud crítica hacia nosotras mismas, nuestras relaciones y la sociedad. Mujeres de diversos lugares y posiciones ideológicas compartieron en el taller 57, sus reflexiones y experiencias en una deseosa necesidad de expresión y escucha, para arribar si acaso a alguna construcción colectiva o simplemente para llevar a cabo ese acto del compartir: pedir, dar, recibir, repartir las palabras. Y es que las palabras son curativas y con-vocantes. De las 36 o 40 mujeres que estuvieron presentes en las tres jornadas, la mayoría tenía algo para decir y mucho para escuchar. «Desaprender», «creatividad», «autonomía», «parir a una nueva mujer», «desacralizar el amor» son ideas y conceptos que abrieron importantes grietas de reflexión con el fin de poner en cuestión las desigualdades en las relaciones de pareja.

Los estereotipos son aquellos modelos de conductas, actitudes y representaciones que conforman lo que «una mujer», «un hombre» debería ser o hacer y tienen gran peso social en las formas de relacionarse con el otro/a, un ejemplo claro de ello es la división sexual del trabajo, que en el contexto del siglo XXI hace que la mujer siga cargando con todo el peso que significa una sobreexplotación laboral invisibilizada: «atender» la casa, los hijos y al marido, además de tener un trabajo afuera del hogar. Desarraigar esas prácticas para conformar nuevas y equitativas maneras de compartir las tareas de pareja y familia implica también observar cómo educamos a nuestros hijos y como fuimos educadas nosotras, en un acto de reflexión introspectivo que permita reconocer los gestos cotidianos que llevamos a cabo para reafirmar estos mandatos sociales y a partir de allí comenzar una tarea de des-anclaje. También resulta de fundamental importancia, construir un espacio-tiempo propio de autoafirmación y autonomía que no fomenten relaciones de dependencia en la pareja. En este ámbito, descubrir y elegir lo que deseamos pone en jaque las actitudes de condescendencia, a las que nos aferramos muchas veces las mujeres en pos de sentirnos necesitadas o imprescindibles. Explorar nuestra subjetividad y alimentar un proyecto propio de búsqueda y


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amor a sí misma, es un acto de egoísmo necesario para relacionarnos con el otro/a, en una relación en la que los dos tienen el mismo grado de importancia. «Parir una nueva mujer» significa que además de pensar y decir, tenemos que hacer cosas para recrearnos, libres de los mandatos, prejuicios y culpas morales que coartan nuestra capacidad de decisión, porque la liberación no es una ni se logra de una vez sino a partir de cotidianas prácticas de libertad. Por ejemplo, uno de los prejuicios de fuerte estigma social es la «soledad» de la mujer, separada o sin pareja, como si la única relación digna de ser el centro de importan-cia fuera la relación de pareja, situándo en un segundo plano la relación con una misma y con otro tipo de vínculos. La felicidad no depende de una relación sino de un estado con una misma que se proyecta hacia el resto de nuestros afectos, esto es tan importante como saber concluir vínculos que nos hacen daño. Por eso, debemos desmitificar al amor, como único y suficiente motor de los vínculos, porque un concepto universal y mágico del amor, puede llevarnos a caer en esencialismos románticos que impiden pensar en múltiples motivaciones para estar en pareja o disolverla. Así pues, las relaciones de pareja son experiencias de conocimiento en donde no existe el «éxito» o «fracaso» sino la opor-tunidad de haber vivido aquello que me dejó un aprendizaje y la capacidad de volver a vivirlo con otras personas una y otra vez. Todo está por hacerse, no hay formato para ser feliz, un estereotipo de feminidad y masculinidad está en crisis, debemos desandar caminos y crear nuevos, para así construir a través de la reflexión conjunta, modos dinámicos y creativos de estar con el otro/a, nuevas maneras equitativas de relacionarnos en la diferencia que cada uno es. Éstas fueron solo algunas de las conclusiones que tantas voces femeninas nos dejaron pensando.



FotografĂ­a: Cecilia Sosa


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MUJER

ARTE

CULTURA

Y

El taller Nº 52, “Mujer: cultura y arte”, del Encuentro Nacional de Mujeres, abre sus puertas a las tres de la tarde del sábado 11. Es una pequeña replica de lo que está pasando en muchas escuelas de Salta. Muchas de las que integran el taller vienen de otras provincias. El viaje, el almuerzo y no conocer la ciudad las atrasa. Las pocas salteñas participantes tienen el gesto de impuntualidad de la provincia. El aula se llena con más de 35 mujeres, hay que buscar otro lugar. Cuesta arrancar. El taller se divide. Una de las pautas para que los talleres funcionen es el número de sus integrantes: garantiza que todas se escuchen y que todas puedan hacer uso la palabra. Se lee el temario. Para romper el hielo se hace la presentación de las integrantes. Se manifiesta la diversidad. Hay aplausos de bienvenida para las que cuentan que asisten por primera vez al encuentro. Romina es de la Escuela de Arte Dramático del Metropolitano, Laura es docente de arte en Córdoba, Érica es una chica punk que trabaja en los barrios, Verónica es de Rivadavia, pertenece a una organización campesina. Ana es de Buenos Aires. Es cantante y militante del Partido Obrero.

Tomar la palabra La consigna política de Ana es clara. Conoce bien de qué está hablando. Se refiere a la Ley de la Música y a las políticas públicas para los artistas. Declaraciones directas para que empiece el debate. Se caldea el ambiente y hay caras de desaprobación. Una voz interrumpe para apoyar su discurso: ¡Ninguna década ganada! Algunas, enojadas por la frase, se van. Pero primero discuten. Y es así: en el Encuentro todas pueden decir lo que piensan. El resto se

la tiene que bancar. No es tolerar, es respetar. Afuera las cosas empiezan a agitarse. Un grupo de mujeres con banderas están en la puerta del taller Nº 60: “Mujeres y fuerzas de seguridad”. No quieren que se realice. Lo están escrachando al grito de ¡NO SON MUJERES, SON ASESINAS!. En el aula crece la preocupación, algunas quieren salir. Otras, que empiece el debate. Las ventanas de la puerta son la tele por donde se mira lo que pasa.


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Todas somos Evelia Las que quedan en el aula empiezan otra vez. El debate se dilata. Toma la palabra una salteña, Liliana Tejerina. Es la cuñada de Evelia Murillo, la maestra asesinada en El Bobadal. Cuenta el hecho al detalle: las condiciones de la escuela, los pasos del asesino, el disparo, Evelia que se desangra en el piso, la niña que le saca el celular a la maestra, los alumnos que corren descalzos por el monte. El llanto le gana a Liliana e interpela al aula. Pide permiso para compartir un poema que escribió. En todas se nota la profunda preocupación sobre los femicidios. Como es el taller de arte, algunas consideran que el foco está cambiado. Pero el tema atraviesa muchos otros. Entonces, cuál es el rol de la mujer en el arte quiere saber Natalia.

Instrumento de lucha El ENM sigue siendo para intelectuales, reflexiona Joce. La primera jornada terminó, pero afuera las que se encuentran cuentan cómo están viviendo la experiencia. La frase queda en el aire y es cierto: muchas de las que asisten a los talleres son intelectuales, artistas, mujeres preparadas. También están las que se animan a ir por primera vez y no son jovencitas. Verónica quiere opinar sobre lo que escucha y otras le dicen cómo funciona. Pide la palabra y espera su turno. Tímidamente se presenta, habla sobre la organización campesina de Rivadavia a la que pertenece. Trabaja tejidos, cuenta los procesos y que además da talleres sobre eso. “Yo no sé nada”, reconoce, sin embargo su voz encanta a todas, que la escuchan atentamente. Le hacen preguntas, quieren saber más sobre sus experiencias. Demuestran que nadie puede decir qué se sabe y cómo. Nati se saca las zapatillas y se toca los pies. Eso llama la atención de Verónica, que le dice que en su época los adultos no la dejaban sentarse

así ni hacer eso, era mala educación. Natalia le explica que es bailarina y además instructora de pilates. Le habla de la importancia que tienen los pies para ella para pensar la postura. Además, de la experiencia de conocerse. Cuenta que les recomienda a todos conocer su cuerpo, tocar sus partes, los pies, las piernas. Porque el cuerpo es nuestro instrumento. Es el turno de una profesora de Buenos Aires. También es su primera vez en el Encuentro. Está muy emocionada y cuenta que siempre tuvo las mismas inquietudes que Verónica. Habla de las diferentes intervenciones que se hacen por la legalización del aborto. No está a favor, puede entender que a partir de diferentes manifestaciones artísticas se quiera llegar a eso, pero le parece que muchas son violentas. ¿Por qué mostrar el cuerpo?, pregunta. Las respuestas no tardan: ¿Y qué hay de los cuerpos que vemos en la televisión, los cuerpos estereotipados?, le contestan. Los que tienen a Violetta como representante de la cultura, argumentan. Y qué bueno que Verónica no la conoce, agregan. ¿Hasta dónde se puede llegar desde el arte con el cuerpo para que no sea una falta de respeto para el otro? ¿Y qué pasa con los que violentan nuestros cuerpos?

La mala palabra Domingo, 9 de la mañana, segundo día, hay recambio. Las mujeres llegan de a poco. Hay caras nuevas. Los talleres que se abrieron la tarde anterior son más irregulares. El debate se debe retomar con el orden de discursos anotado durante la primera jornada. Las que tienen la palabra todavía no llegaron. Las nuevas quieren presentarse. Lo hace primero Lucia Ávila, diputada provincial de La Rioja. Habla de su experiencia de lucha en Famatina. “El arte, instrumento de lucha”, parece ser la consigna generalizada. Desde el cuerpo, las acciones colectivas, motivo de reflexión y sobre


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todo trabajo en conjunto y comunidad. En el grupo hay mujeres que pertenecen a colectivos artísticos, centros culturales, barrios, casas de artistas. La mayoría autogestionados. Docentes cordobesas del grupo Artes Visuales en Lucha cuentan cómo se enfrentan al continuo recorte de cargos, horarios y en los currículos de los diferentes niveles. Por otro lado, docentes muy jóvenes del Centro de Actividades Juveniles parecen no notar de lo que les están hablando. Cuentan que les pagan poco. Fabiana, que es acróbata, relata encantada su experiencia con adolescentes. Érica lo hace de la misma manera. Se refiere a la cultura popular y al feminismo. Entran en pugna los espacios culturales: ¿Quién se hace cargo? ¿El Estado? ¿Cómo se mueve el artista? ¿Cómo gestionan materiales, lugares, sonidos? La idea que más prospera es que el arte no genera demasiadas ganancias y que eso es algo que todas percibieron desde chicas. Giran en las voces diferentes visiones de arte y de artista. Muchas piensan que el arte es la fuerza reparadora que necesita el mundo para cambiar las difíciles situaciones que cuentan y que a la vez no parecen darse cuenta que viven. Otras opinan que el arte es la alternativa que necesitamos para modificar nuestra vida y para salvar a muchos de la calle. ¿Y quién salva a los artistas? El artista es un trabajador, había dicho Ana al comenzar el taller. ¿El artista come? ¿El arte es política? Y por otro lado está el artista porque si, que tiene algo que decir pero que no vende lo que hace. Es peligrosa esta definición. ¿Quiénes son los que pueden darse el lujo de hacer las cosas porque sí? El mundo de los artistas siempre fue para los privilegiados que podían tener ese momento de “ocio”, pero genera sospecha si la que lo afirma está defendiendo políticas públicas y además pertenece la agrupación COLINA. En varias ocasiones, las mujeres se niegan a escuchar un discurso político, afirman que se

presentan desde sus inquietudes individuales. Resulta un poco ingenua la postura de salvar al mundo desde el arte y no querer que sea político. Además, la misma participación en el Encuentro es una cuestión política. No hace falta pertenecer a una agrupación para que así sea. Juntarse a debatir sobre temas que nos preocupan todos los días es político. Lo mismo que prestar la voz, visibilizar a las mujeres que pelean todos los días.

(In) conclusiones Suele decirse que algo cambia en las mujeres que asisten al Encuentro. Es difícil terminar un taller. Queda sabor a poco. Sobre todo si hay que concluir, si hay que consensuar. Negociar ideas y que se noten todas las voces. Todo se vuelve un caos: la cultura, el ajuste, la comunicación, la Ley de la Música, la Ley de Medios. ¿Somos alternativas? ¿Quién se hace cargo de los espacios? ¿Hay políticas concretas? ¿Para quiénes son? ¿Qué hacemos con los recursos? Hay acuerdo en pedir una mención especial al caso de Evelia murillo. También es general el repudio a los hechos de violencia que se vivieron en la apertura del Encuentro y afuera de la escuela. Se manifestó una sospecha por la inclusión del “Mujeres y fuerzas de seguridad” en el mismo establecimiento que “Mujer, cárcel y sistema penitenciario”. Hay frases fuertes en relación a las mujeres trans. Enojos y gritos. También aplausos y risas. Una semana después, Glo dice: “Parece que hay algo que tenemos que probar”. No tenemos que probar nada, somos como somos. Por eso también es importante hablar de los desacuerdos, de las discusiones. Y sí, algo cambia en la mujer que asiste al Encuentro. Enfrentarse a una diversidad de realidades cambia la propia, la llena de dudas. Después llega lo que se construye a partir de la experiencia. La certeza de que hay espacio para el cambio. La fuerza de saber que aunque somos diferentes estamos juntas.


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Martha Amorocho Lo llevo puesto 2004




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CRÓNICA SOBRE

LA ALDEA Meses antes, tomando unos mates, discutiendo sobre corrientes filosóficas feministas, el precio cada vez más alto de la yerba y alguna que otra historia de amor y desamor. Seguramente planeando alguna nueva actividad, taller, salida, evento y porque no, conteniéndonos un poco y aplacando la ansiedad y el vértigo que significa habitar el cuerpo, construir el género y defender la libertad como mujer en una sociedad medieval, patriarcal y opresora como esta. Algunas nos preguntábamos: ¿cómo será?, otras, las que tuvieron la suerte de estar en el anterior, explicaban que jamás íbamos a poder dimensionar las sensaciones inmensas que se tienen al vivirlo. Para pensarlo primero: reflexioné en nuestro encuentro como grupo, cuando me subí al tren, que ya casi estaba funcionando. Había escuchado comentarios, duras críticas hacia las acciones y sus consecuencias de este grupo de chicas que “de manera resentida con odio hacia el género masculino actuaban de manera desubicada en la calle”, “tremendo que algunas de ellas siendo chicas universitarias, salgan a pintar las paredes de la calle como barrabravas”. Y a mí que me llamaba la atención su nombre, por lo chocante, por lo tenas, por lo provocador y por lo poético. Tmabién las caras todas

familiares de las chicas que lo integraban, tan con ganas hacer cosas, de ser vistas. Las seguí desde el principio, mujeres de la música, de la poesía del arte y la filosofía, reunidas con un alto contenido político. Me generaba mucha curiosidad porque de alguna manera me veía reflejada en ellas, y por otro lado me hacía un poco de ruido esto de la lucha de género, y si realmente era necesario el feminismo, si no estaban cometiendo un error al sectorizarse, a ponerle cara de mujer a la lucha, defendiendo causas que nos competen a todos los géneros. Una de las chicas del grupo, comenzó una relación con un amigo con el que yo vivía en ese momento, los admiraba por su igualdad en la pareja y su desprejuiciada y justa manera de quererse. Fue inevitable sentir empatía. Ya por el sólo hecho de su postura como mujer frente a esta circunstancia. Y por ayudarme a visualizar que cosas eran las que para mí quería. Tomé conciencia de alguna manera de que un montón de problemáticas sociales, políticas y económicas, por las que me veía atravesada y que hasta el momento vivía y encaraba sola, en una lucha individual, no eran solo mías. Me vi inmersa en el problema general. Me sentí comprendida. No tuve más dudas ni prejuicios, ya estaba siendo parte, porque ellas eran partes


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E EL RUIDO EN mías. Comencé a sumarme a las actividades. No estaba sola. Con el tiempo, a lo largo de los encuentros, desahogos y algunas intervenciones teatrales realizadas en contextos bastante marginales, cuyo resultado fue muy impactante, y hasta incluso nos desbordo por la dimensión de las problemáticas que se nos presentaban, fui comprendiendo que las causas que nos unían eran mucho más importantes incluso que el género, que todas tenían que ver con problemáticas que sufrimos las mujeres hace siglos y que vimos terriblemente naturalizadas. Eso no nos colocaba en un lugar de resentimiento ni superioridad frente a los hombres, sino frente a una sociedad desigual que coarta nuestros derechos y nos invisibiliza. No odiamos a los hombres, solo por ser hombres, queremos construir a la par de ellos una sociedad diferente e inclusiva. He aquí la magia de mi primer gran encuentro, con tan hermosas mujeres. Eh aquí el porqué del feminismo. Nos generaba mucha expectativa que un encuentro de esta magnitud se hiciera en Salta. Pensábamos en todas las mujeres de otros lugares que iban a venir con ideas, que están construyendo cosas similares u opuestas,

pero que están en movimiento. Estábamos listas para pensar, cuestionar, debatir, pero no para lo que íbamos a sentir. Un par de días antes debatíamos acerca de si hacer una intervención teatral agresiva (en el sentido de la carga emotiva), o alegre y optimista. Pensábamos en la temática, y cuál era la problemática más fuerte en Salta, se tornaba difícil elegir, en la gran y apestosa ensalada de problemáticas que nos caracterizan como ciudad (estadísticas alarmantes en femicidios, violencia de género, abuso, prostitución, muertes por abortos, maternidad en edades tempranas, etc.) Cualquier posicionamiento nos parecía difícil. Hasta qué punto íbamos a exponernos nosotras a diferencia de muchas otras que venían de afuera teníamos que seguir viviendo y dando la cara acá, frente a todas las repercusiones posteriores, y el amarillismo (no inocente) de los medios de comunicación. Finalmente se planificó una intervención en contra del femicidio (siempre con lugar a la improvisación) dado que al parecer estos hechos ya son casi costumbre del pueblo católico apostólico romano y días antes nada más se nos hacía carne un último suceso. Una amiga me despertó más temprano de lo acordado, “ya no puedo dormir”, me dijo


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“necesito salir a la calle y ver qué está pasando”, “bueno, vamos” le respondí y comenzó nuestro día... ya el barrio estaba invadido de mujeres que iban a alojarse en las escuelas de ahí cerca. El aire que se respiraba era diferente, las caras de la gente, su sorpresa, su disgusto, su incomprensión. “- qué hacen todas estas vagas por acá”, comento el almacenero, “no tienen ningún quehacer en la casa que andan molestando”, y esa fue la prueba para mí de que el encuentro era necesario. El día había llegado. Era tanta multitud de mujeres que se iban identificando y reconociendo por el empoderador pañuelo verde característico del encuentro, que nosotras nos desencontramos, estuvimos dispersas en un principio para la apertura, y cada una vivió esa tremenda sensación de diferentes lugares y maneras, particularmente las chicas que estaban conmigo y yo. Estábamos muy emocionadas, el estadio vibraba de canciones, de aplausos, y a nosotras de tanto en tanto se nos escapaba un lagrimón... Particularmente, me interesaban todos los talleres, pero por una cuestión de afinidad elegí el de arte y cultura, el mismo se desarrolló con mucha armonía, muchas propuestas y contactos que se iban haciendo para acordar planes de acción a nivel nacional, la lucha a través del arte, la mujer en el arte, su lugar en la sociedad como artistas. Se plantearon también muchas problemáticas de limitaciones e inivisibilización del arte como algo no inocente de parte del estado. Y sobre todo se destacó que el arte es una de las mejores maneras de canalizar emociones, de expresar y de manifestar problemáticas, como así también un medio posible para tratar de resolverlas. Cerca de las conclusiones nos trenzamos en algunos debates políticos, diferentes visiones y maneras acerca de cómo afrontar las problemáticas que habíamos tratado. Pudimos llegar a un consenso, y cuando finalmente se


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acercaba la hora de la marcha, el segundo día de taller, se notaba la euforia y ansiedad en cada una de nosotras por salir a encontrarnos con el resto de las compañeras. La discusión quedo allí en el aula de la escuela, “a la calle compañeras!” que ahí somos todas iguales. La marcha fue un momento que nos sobrepasó, nos llenó de emociones, no dejábamos de abrazarnos, era casi un estado de ensoñación, demoramos un raro hasta encontrarnos todas poder alzar nuestras banderas. No somos muchas en el grupo, pero nos sentíamos inmensas. No nos parecía real la magnitud del acontecimiento, algunas marchamos en corpiño ,y más tarde desnudamos nuestros torsos pintados, fue una prueba muy fuerte y simbólica considerando que el centro de la ciudad es un lugar que frecuentamos cotidianamente. Para mi mostrar las tetas por el mismo lugar por donde otras veces anduve, vestida formalmente curriculum bajo el brazo mendigando por algún trabajo indigno, fue una experiencia sublime y muy simbólica en reclamo a las luchas cotidianas. Encontramos, muchas, pocas, mejor aún tantas que fuimos, pero la sensación de encuentro fue una experiencia por la que nos vimos felizmente atravesadas. Pienso en los encuentros como momentos espejo, donde uno puede ver su posición reflejada en el otro, verse a la cara, reconocerse, chocarse y construir también desde la diferencia. Más de 35 mil momentos espejo, y aseguro haber visto caras de emoción, de tristeza, lagrimas, sonrisas, gritos, cantos, capuchas, rostros jóvenes, y otros no tanto, pero sobre todo el reflejo de la lucha por lo justo, todas por todas, codo a codo... debo reconocer que me fortaleció y alegró el alma haberme visto en tantos hermosos reflejos. He aquí la maravilla de seguir encontrándonos donde intentan siempre callarnos y desencontrarnos. Logramos al menos momentáneamente terminar con el silencio de la aldea.


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Mujer y Deporte

ATENCIÓN ESPACIO DE LUCHA DISPONIBLE Mi desilusión

Este taller fue uno de los pocos, poquísimos sino tal vez el único espacio del encuentro, en donde la polémica, el debate, la crítica, la reflexión profunda, en fin, las tensiones pasaron de largo. Todo se trató de una puesta en común de experiencias y vivencias propias de las mujeres acerca del deporte, en mucho de los casos contando los obstáculos materiales-económicos y hechos de discriminación sufridos en su cotidianidad. Las reflexiones se mantuvieron en la superficie, sin siquiera amenazar con calar hondo sobre algunas cuestiones. De hecho los planteos no sorprendieron, ya que fueron los mimos de siempre:

La falta de ayuda económica y de infraestructura por parte del Estado. Las edades adecuadas en la que se debiera iniciar los distintos procesos de aprendizaje del deporte. Se sumaron también sin análisis, sin críticas ni búsqueda de causas, a manera de no desentonar con el marco en que se desarrollaba el taller, las siguientes problemáticas: La discriminación que sufre la mujer en este ámbito debido al machismo.

La importancia del deporte en la salud, la estética y la recreación.

La necesidad de las mujeres de aspirar a las dirigencias deportivas.

La falta de condiciones materiales y económicas para desarrollar el deporte.

Lo beneficioso, que es realizar actividad física adecuada durante el embarazo.

La ausencia de políticas estatales de acceso libre y gratuito al deporte en la etapa adulta.

La responsabilidad de la maternidad, que recae en la mujer e imposibilita los tiempos y


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espacios, para que ésta, desarrolle alguna actividad física o deporte. En el tramo final sucedió, cosa graciosa y paradójica, puesto que por lo único que se debatió y provoco un mínimo de tensión en el lugar, fue mediante un intercambio de “ordenes” (ya que un par de jovencitas habían recibido la orden de su coordinadora de no dejar que se exprese cuestiones fuera de la temática del deporte), cuando se discutía, si dejar o no, asentado en la hoja de conclusiones finales, la solidaridad con las mujeres que quedaron varadas y no pudieron llegar a destino.

Lo que esperaba… …y no se planteó: Percibir al deporte en la actualidad, como una mera herramienta de dominación por parte de un sistema heteropatrial-capitalista: Tener presente el uso del deporte en campañas de política partidaria. Reflexionar la banalización y el vaciamiento de sentido para convertir al deporte en un nicho más del mercado. La relación íntima que hay en la enseñanza del deporte y la educación física, con la instrucción

y las formas militares: Siendo deportistas y profesor@s de educación física, ¿Cómo fuimos educad@s? ¿Cómo queremos ser educad@s o educar? ¿Pensamos continuar educando desde las relaciones jerárquicas, desde el orden, la división tajante de géneros, las imposiciones y mandatos, estimulando la competencia con la lógica de la guerra; vencidos y triunfadores?, o tal vez podamos plantearnos nuevos paradigmas (en vez de educar solo para obedecer órdenes), educar para la reflexión, la crítica, la liberación, la diversidad, etc. Los deportes femeninos como espacios vacíos de autorreflexión, en el que es evidente la ausencia total del feminismo en este terreno: ¿Somos víctimas sumisas de las muchas y tantas discriminaciones que sufrimos por ser mujer? o ¿Qué hacemos al respecto?, ¿Cuáles son las desigualdades, nos damos cuenta cuales son, las denunciamos, hacemos campañas, nos apoyamos, somos solidarias entre nosotras?, o, simplemente, lo tomamos como hechos machista familiares en nuestra cotidianidad, no tan graves y que cada una, vea por su parte, como lidiar con el problema. Organizarnos, ¿Pero qué lucha emprenderemos?: ¿Luchar para que se nos garantice las condiciones económicas-materiales y continuar siendo una herramienta más de dominación, educando según la lógica este sistema opresor y machista? O, luchar por un cambio de paradigma donde el deporte sea una forma de medio de expresión político, que deje de ser un utensilio y comience a tener sentido simbólico propio de quienes lo realizamos, y quienes lo realizamos dejemos de limitarnos a impartir y obedecer órdenes, para tener las herramientas y la libertad de pensar como queremos que sea y signifique el deporte.


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DIBUJANDO ESPACIOS

SAGRADOS Y

PRO

FA NOS


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Así serán capaces de distinguir entre lo santo y lo profano, entre lo impuro y lo puro (Levítico, 10:10) En su célebre estudio sobre las representaciones de lo puro y de lo impuro, Mary Douglas establece la relación entre suciedad y desorden en los términos siguientes: “Creo que algunas contaminaciones se emplean como analogías para expresar una visión general del orden social” (1973:16) . La preocupación por la limpieza y el orden, contra lo sucio y desordenado ha caracterizado una serie de reacciones de un sector de la sociedad salteña, desde la preparación, durante el desarrollo, hasta los enfrentamientos frente a la catedral y aún después de terminado el encuentro. La estructuración en torno a dos polos, es decir, la lógica binaria y toda una serie de oposiciones que de alli se desprenden (lo Puro/ impuro, Masculino/femenino, Orden/desorden, Civilizado/salvaje, Católicos/paganos, Interno/ foráneo, Vida/muerte), terminó por caracterizar todo este fenómeno. Con ésta lógica se fue configurando una cartografía de lo sagrado/profano asociados respectivamente al poder de la irresurrección. Omitiendo por completo el objetivo e interés mismo del Encuentro que fue el de discutir sobre problemáticas que afectan de manera significativa a las mujeres y que constituyen un fleo para la sociedad entera . Ejemplos concretos de esta configuración los vemos en distintos momentos y etapas de la

realización del encuentro: En las discusiones y polémicas previas al Encuentro sobre el recorrido de la Marcha así como las campañas mediáticas contra el Encuentro mismo. En el enfrentamiento frente a la catedral, entre un grupo de católicos y de algunos grupos minoritarios de la marcha, entre los que significativamente podemos mencionar el grupo de las denominadas entre las que podemos mencionar. En la campaña de limpieza de la ciudad iniciada ayer martes por la mañana. La marcha, la catedral y la limpieza de la ciudad Una semana previa un comunicado advierte el peligro que amenaza salta en términos apocalípticos: “Un vendaval que amenaza a la familia!”; “Un terrible temporal se está preparando para caer sobre nosotros”. El Encuentro de mujeres se anuncia como cual llegada de los barbaros en el alto medioevo: “[…] A su paso, las vandálicas hordas abortistas- feministas, dejaron la ciudad plagada de pintadas blasfemas, inmorales y llenas de odio […]” Esto se sustentaba en hechos sucedidos en los encuentros previos. Y es así que un grupo de jóvenes lanzan una campaña de prevención alertando a la sociedad salteña, bajo el nombre de “Cuidado Salta”: “Movidos por la hostilidad, violencia, desorden, intimidación y provocación con los que se expresan muchas de estas mujeres año tras año, queremos, como salteños, advertir y concientizar a nuestros conciudadanos a lo que va a estar expuesta nuestra Salta durante ese fin de semana”, (InformateSalta, Viernes, 03 de Octubre de 2014) En lo que se refiere al recorrido, se impidió el paso por el centro, por la plaza 9 de julio, donde se concentra la sacralidad y el Poder. Si


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comparamos el circuito del recorrido de la Marcha con el plano turístico y el circuito religioso de la ciudad, podemos ver que la Marcha de mujeres fue relegada a la periferia de lo que se considera el corazón de la ciudad, donde se concentran la gran mayoría de monumentos e instituciones de importancia. En cuanto al enfrentamiento entre grupos antagónicos frente a la Catedral Basílica, tenemos al grupo de católicos, muchos hombres, como el año pasado en San Juan, unidos protegiendo la Iglesia y rezando el padre nuestro o el ave maría con rosario en mano, otros arrodillados, mientras que según la prensa escrita las mujeres del Encuentro « emitían sus canticos ». Esta irrupción de las mujeres en el espacio sagrado, masculino y asociado al poder hegemónico, fue visto como una transgresión y ruptura del orden patriarcal y jerárquico de la sociedad. Tenemos frases de parte de los opositores que van en ese sentido : « Esas mujeres desnudas, que aberración » « Estaban quemando la bandera papal » « No deberían permitir a las auto convocadas » “Quemaron una imagen de la Virgen María y bailaron alrededor del fuego a los gritos”. Entre las actividades más significativas del post-Encuentro cabe resaltar la campaña de limpieza de la ciudad que se instaló un día después del Encuentro (martes 14 de octubre a las 9 de la mañana) ,como lo menciona un diario local:« Las calles quedaron colmadas de residuos y se formaron microbasurales ». La denuncia de la suciedad física se articuló con la de la “suciedad moral”, uno de los términos más utilizados ha sido el del “asco”, y el de la “repugnancia”: “Que asco degenerados ya no se puede vivir en esta Argentina por dios ahora todo está bien, qué esperamos para nuestros hijos? que tristes y sucios ejemplos son una manga de pervertidos todosssssss dios los va a castigar no se puede hacer eso que falta total de respeto realmente esto me da asco total”; “Que ASCO

realmente un asco yo no me siento identificada con estas minas que quieren ser llamadas MUJER, les quedo grande la palabra”

De lo sucio a lo maléfico La asociación con Satanás y otros demonios no dejo de manifestarse “Estas minas terribles sequito de mujerzuelas de satanás”; “Las extremistas quemaron imágenes de Cristo, la Virgen María y el Papa Francisco mientras danzaban alrededor del fuego, imitando a los antiguos aquelarres” Estos términos, pertenecientes al campo semántico de la suciedad y de lo endemoniado para caracterizar las acciones del grupo de mujeres del encuentro, se oponen a los términos pertenecientes al campo semántico de la limpieza y pureza que caracteriza el accionar de los opositores al encuentro: “Los católicos estuvimos en la catedral sin parar de rezar.”; “En Salta hay católicas con convicción y que defendemos nuestros ideales, felicito a todas mis compañeras que participaron y se pusieron la camiseta de Cristo”. En el espacio-tiempo del encuentro se llevo a cabo una inversión del orden social, y tal pareciera que una vez repuesto el orden, las cosas deberían volver como antes. Sin embargo, este espacio-tiempo de inversión del orden jerárquico, opresor y hegemónico, debe significar un paso más hacia la búsqueda de una sociedad más justa e igualitaria. Donde ni mujeres, ni niño/as, ni hombres sean violentados por las injusticias de clase, de género y étnicas.


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“Llevo la cruz de una sociedad esclava” Fotografía: Cecilia Sosa


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PARA UNA CRÍTICA DE LA VIOLENCIA La semana que le precedió al 11, 12 y 13 de octubre, fui a dar clases –soy docente- y me encontré con que mis alumnos me formularan reiteradas veces la siguiente crítica al ENM: ¿Por qué tanta violencia en la protesta, si supuestamente esas mujeres están en contra de la violencia? ¿Por qué las pintadas? ¿Por qué los torsos desnudos? ¿Por qué “Muerte al Macho”? ¿Por qué “la única iglesia que ilumina es la que arde”? ¿Por qué “el aborto es vida”? Hablé tantas veces del hecho, que hasta terminé haciendo un esquemita de tres columnas: la violencia como fenómeno –síntoma- generalizado en la sociedad contemporánea; la violencia de género (a sus variantes – física, psicológica, simbólica, económica, patrimonial- ) y la violencia como forma de protesta. La cuestión es que lxs pibxs no quedaron muy satisfechos con ésta distinción. Les seguía pareciendo una amoralidad, un exceso la forma de protesta de las mujeres del ENM, frente a las demandas. Me daba cuenta en la charla, que éstas eran demasiado abstractas, o demasiado invisibles, e incluso aparecían un mero capricho para la mayoría de ellos. Es entonces cuando decidí preguntarme sobre la violencia como forma de protesta en los ENM. Las personas crecidas en esta sociedad demócrata repudian la violencia, por el sólo hecho de que genera más violencia. Y ese hecho parece repugnar a las personas bienpensantes, convencidas de que lo político puede solucionarse sólo por el medio del consenso. Es muy escandaloso decir que la violencia en distintos niveles es inextirpable y mucho más que lo político en sí es un ámbito de violencia. Ya que esto es tan difícil de deconstruir, decidí

detenerme en la crítica hacia las prácticas feministas de los ENM. Por lo menos para revisar, lxs actorxs involucrados y sus finalidades, es decir, ¿a quienes les sirve estas formas de manifestación históricas, casi rituales de los ENM? Aquí me refiero al tetazo, a las pintadas con aerosol, el escrache a la catedral, las intervenciones de matrimonios gays, misas negras, quema de símbolos, representaciones religiosxs y/o opresivxs. Entonces viene la primera dicotomía de los actores que intervienen: La mujer que protesta y el espectador de tal protesta. Sin embargo, para complejizar la cuestión, debemos tener en cuenta los tipos de espectadores. Tenemos al menos cinco: 1) Otrx compañerx de militancia que acompaña en la protesta; 2) personas en general que están de acuerdo con las causas pero que solo viven la marcha desde afuera, 3) compañerxs de militancia – en general de izquierda- para quienes estas formas de expresión no suman nada, 4) espectadores –no todos católicos-, para quienes constituye una fuente de violencia material hacia el patrimonio cultural, la propiedad privada, etc. 5) Espectadores católicos, que además de la violencia patrimonial, estos encuentros constituyen violencia simbólica hacia todo lo que creen. Dejaré afuera los hechos de


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violencia física, ya que considero que es el resultado de varios factores que se dan históricamente (en general una larga campaña anti ENM y una serie de boicots y acuerdos entre policía, gente de la iglesia y el gobierno) Sólo un análisis superficial de la forma de protesta. Podemos decir que si no sirve al espectador, ya que no puede deconstruir fácilmente el mensaje de esas protestas, entonces podemos decir que sólo sirven a las mujeres que participan del encuentro. Dato no menor, sabiendo que es una experiencia única para cada una de ellas, cada una, dependiendo su edad, el momento de militancia, la convicción, las dificultades con las que viaja, etc., practicará estas formas como un acto de suma liberación y empoderamiento de su cuerpo, y como aprendizaje en su militancia. Es entonces que entendemos porque no se vé ni la legitimidad de la demandas, ni lo simbólico de las protestas, porque estas mujeres que se hacen presente en tan grande número no constituyen un objeto de identificación, más bien todo lo contrario, son las mujeres totalmente Otras. Tirando para el lado de lo negativo, (son porteñas, gringas, hippies, bailan, alegres, no tienen vergüenza). El mensaje que pueden dejar, sólo puede ser negativo. Por último y para desenredar esto, Benjamín dice en la “Para una crítica para la violencia” que (…) la tarea de una crítica de la violencia puede definirse como la exposición de su relación con el derecho y con la justicia (…) Sobre todo en lo que respecta al primero de estos dos conceptos, es evidente que la relación fundamental y más elemental de todo ordenamiento jurídico es la de fin y medio; y que la violencia, para comenzar, sólo puede ser buscada en el reino de los medios y no en el de los fines.

Por ser una batalla cultural, es inútil acordar que fin es justo para ejercer violencia. El feminismo, necesita repensar sus prácticas de violencia simbólica como medio, ya que acordamos que nuestros fines son justos. Si nuestras demandas son justas, frente a una cultura machista, católica y conservadora, que se piensa a sí mismo como protector de valores justos también, suele acordar la violencia como medio para neutralizar el desorden o la amoralidad. Entonces ¿Cuándo hay que ejercer violencia? ¿Qué tipo de violencia se acuerda cuando se dice que a estas mujeres “hay que meterlas presas”, o “cagarlas a tiros a todas”? De nuevo, ahora apliquemos esto a la violencia como forma de denuncia, ya que si la violencia es un medio, podría parecer que el criterio para su crítica esta ya dado. Sería cuestión de revisar en cada caso específico, es si constituye un medio para fines justos o injustos. En un sistema de fines justos, las bases para su crítica estarían ya dadas implícitamente. Pero las cosas no son así (...) Permanecería sin respuesta el problema de si la violencia en general, como principio, es moral, aun cuando sea un medio para fines justos. Pero para decidir respecto a este problema se necesita un criterio más pertinente, una distinción en la esfera misma de los medios, sin tener en cuenta los fines a los que éstos sirven. Entonces, la protesta debería cambiar, evolucionar, transformarse, si es que quiere ser dirigida hacia ese sector de la población. Cabría preguntarse ¿Qué tipo de protesta habría que hacer? ¿Infinitos paneles debates, en donde discutiríamos infinitas veces la cuanta vida tiene un feto y porque es más importante que la madre? Que yo sepa esto viene pasando hace 29 años y aún sin resultados. Para pensar. Para terminar, poner el ojo sobre la violencia es de alguna manera, focalizarnos en un hecho que todos quieren evitar, la confrotación no es deseable en sí misma, si no es como medio para otros fines. Por lo tanto es un desvío mental, para que no quede en el aire, ésta sensación de injusticia de los vecinos salteños, a pesar de que se vislumbre a lo lejos, demandas justas.


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REFLEXIONES

Y HABLADURÍAS ¡Me encanta! Me encanta que los varones hablen, mal o bien, del encuentro nacional de mujeres, me encanta que hablen, que enjuicien y se expresen. Me encanta que opinen respecto de lo que pudieron ver en la televisión, de lo que pudieron leer en la prensa gráfica on-line, de lo que pudieron escuchar de alguna amiga o familiar que participó del encuentro, me encanta que lo hablen entre varones y que se genere sobre todo polémica. Me encanta que el tema se halla instaurado en sus lenguas y que comiencen a hablar de las mujeres. A propósito, leí en algún Facebook de un amigo el siguiente comentario: “Nunca escuche hablar tanto de las mujeres como en ésta última semana” y simplemente ello me pareció genial. Me imagino que te estarás preguntando ¿Pero si la mayoría de los varones están hablando mal de las mujeres lesbianas que se besaron en frente de la catedral salteña –de qué sirve que estén hablando-? ¿Y si además los varones están hablando mal de las mujeres que usaron sus cuerpos como bandera, mostrando públicamente sus senos y el trozo con leyendas como “No soy la mujer de tú vida porque ya lo soy de la mía” “ni una menos” “en mi cuerpo yo decido” “el aborto legal no conviene al capital”, entre otras, y en realidad solamente están hablando de lo mal que les pareció que hayan mostrado las “tetitas” –como lo expresó la mayoría a quienes he estado escuchando

atentamente- y qué además están hablando de lo mal que hicieron quedar al resto de las mujeres del encuentro por éste acto al parecer blasfemo – de qué sirve que estén hablando, si están hablando negativamente? Escuchar a las propias mujeres católicas y a muchas otras mujeres ajenas de participar del encuentro, a pesar de que se realizó en la misma ciudad en que habitan y perderse de vivir la grandiosa experiencia liberadora que es estar rodeada de 30.999 mujeres, voces, sentires, pensares, senos, vaginas, diálogos e intercambios de experiencias…. perderse todo eso y simplemente caer en la re-re-re- producción de la (des) información que se trasmitió a través de los medios salteños oligárquicos, patriarcales y católicos, en su mayoría. Entonces, me pregunto ¿De qué sirve hablar con ellas del encuentro? Recordemos que la última vez que se realizó el encuentro en Salta fue en el año 2002; después de 11 años el encuentro tiene lugar en nuestra provincia por segunda vez. Tremendo encuentro, sin duda, en una de las provincias más religiosas, machista, misógina, oligárquica y heteropatriarcal del NOA; y que además se caracteriza por un pensamiento único, donde todavía se discrimina y se condena la homosexualidad en los espacios públicos, donde existe el femicidio, donde se agrede verbalmente a la mujer por la calle, en dónde la violencia y el


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maltrato en el ámbito doméstico aún se toma como natural, dónde muchas mujeres transmiten de manera errónea a sus hijas que la mayor meta en la vida que una mujer puede soñar es el matrimonio y la maternidad, donde un varón cree tener el derecho para vulnerar un cuerpo, del sexo opuesto o igual, donde se cree en la palabra de quienes detentan el poder, los mismos quienes tienen juicios políticos por malversación de fondos, por actos ilícitos y corruptos, donde se concibe que la arquitectura, el paisaje al igual que el turismo son más importantes que la lucha por la igualdad de derechos, donde se cree que la materialidad económica llenará todos nuestros vacíos, donde existe discriminación por ser heterosexual, homosexual o transgénero, donde homosexuales se discriminan entre si y donde se discrimina por portar un pene o más bien por no portarlo, donde se cree fervientemente que la histeria es sólo un estado que le es propio a la mujer y no al varón. A ver, me encanta que finalmente las mujeres estemos en boca de todos y todas, sobre todo de “ellos y ellxs”, me encanta que los medios instauren las problemáticas que existen en la actualidad en torno al género en nuestra provincia, me encanta que tod@s nos expresemos, conjeturemos, que opinemos, que argumentemos de alguna u otra forma y digo que me encanta en el sentido que éste es el ámbito y el camino para comenzar a desarmar el rompecabezas que no es dado socialmente como lo natural, en tanto formas de ser y no ser, de estereotipos instaurados, no cuestionados sino impuestos desde el imaginario social colectivo desde hace miles y

miles de años. Por eso mismo me encanta esta revolución de conciencias, es en esta revolución de conciencias es en la que me permito vislumbrar un mundo más humano. Entonces, todo hasta aquí es una gran ventana para primero deconstruir, y luego, construir alternativas de nuestras formas contemporáneas de “ser mujer” en la que necesariamente contemplemos en primer lugar, incluso antes que la maternidad, nuestra autonomía y empoderamiento en los diversos espacios de la esfera social ya sea pública, privada e íntima, como fin principal del desarrollo humano. Esferas sociales por las cuales todos los seres humanos transitamos, así también la mujer, las mujeres, nosotras. Es absolutamente enriquecedor que a partir de éstos diálogos, debates que se gestaron, que se gestan y que se gestarán a raíz del Encuentro Nacional de Mujeres en nuestra provincia, una pueda tirar un centro, en esos intercambios cuando advertimos y planteamos que la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral fue aprobada en el año 2002 en Salta y que aún hoy en el 2015 existan fuertes barreras, principalmente de las instituciones religiosas, que


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dificultan implementarla efectivamente, en su mayor extensión en las escuelas debido a los tabúes y mitos que existen en torno a la sexualidad; hablo de los tabúes a la hora de abordar la educación sexual integral de manera científica, contemplando la integración en la diversidad de seres que conformamos y construimos ésta sociedad. También, cuando una advierte que muchos argumentos se caen cuando en el debate se instaura y se desconoce que la provincia declaró en septiembre del corriente año el estado de emergencia por violencia de género, a raíz de los femicidios de Evelyn Beatriz Rivero (38) en Orán, de Abigail Antelo (17) de Salvador Mazza y de Evelia Murillo (41) en la comunidad originaria El Bobedal de la localidad de Tartagal, quien defendió a una niña estudiante wichi. Debatir, conversar, dialogar es una gran oportunidad para comenzar a desnaturalizar todos los prejuicios preexistentes en torno a las cuestiones de género, principalmente en el diálogo con los varones y con nuestras pares, las propias mujeres que en cierta medida viven y aceptan sin cuestionar los mandatos heteropatriarcales y extemporáneos. El feminismo seguramente no tiene todas las –respuestas- para dar solución al complejo entramado social, pero sí que tiene muchas propuestas concretas más humanizadoras. Tampoco existe algo así como – ¡Hola, yo tengo todas las respuestas! - y lo digo en el sentido en que las

religiones tampoco tienen todas las respuestas, la religión no deja lugar a la complejidad humana contemporánea. Desde una perspectiva personal, el Encuentro Nacional de Mujeres en nuestra provincia fue un gran éxito, más allá de todo lo negativo que se pueda argumentar. Se constituye como éxito en el sentido en que muchas mujeres pudieron involucrarse por primera vez en sus vidas en un espacio en que se abordaron las problemáticas que directa o indirectamente nos toca de cerca como mujeres, fue un éxito porque muchas conciencias comenzaron a reflexionar, a cuestionar mandatos, a analizar sus propias realidades, a reconocer la opresión, el machismo y la violencia desde los más diversos ámbitos en donde desarrollamos nuestras vidas; fue un éxito porque surgieron propuestas alternativas para cambiar el estado actual de violencia hacia la mujer, fue un éxito porque muchos varones también reconocieron la violencia que sobrellevan desde lo heteronormativo respecto a la privación que se impone ante las nuevas formas de “ser varón”, de las nuevas masculinidades como alternativa para alterar un estereotipo fuertemente marcado, fue un éxito en tanto que se visibilizaron muchas cuestiones ante quienes les damos el poder de gobernarnos, para alzar nuestras voces y hacernos escuchar y dejar en claro que queremos y exigimos un cambio radical en la estructura social moderna o primitiva, según como se vea…


staff

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Grupo Heraclítoris

Colaboraciones especiales

Fotografía

Valentina Ovejero Vane Márquez Josefina Soria Paola Royano Cecilia Gutierrez Patricia Benítez Fernanda Salas Gloria Guantay Florencia Hinojosa Ingrid Muñoz Cecilia Guerrisi Belén Martínez Ro Farías Sofía Gil Samanta Fernández

Andrea FLores Fernanda A. Chamale Rosa Machado Carolina Vaca Carrió Ángel Zerpa Ana Azurmendi Mariana Vacci Palmira La Riva

Cecilia Sosa Juliana Romeo Arte, Diseño y Diagramación

Belén Martínez BOU Diseño no convencional

Gonzalo Aguirre

La revista se construye como un espacio de encuentro de voces en donde tod@s podemos expresar libremente nuestras ideas. Si queres publicar en la revista escribinos a: revistaheraclitoris@yahoo.com P U B L I C A C I Ó N

I N D E P E N D I E N T E


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