Anderson, benedict comunidades imaginadas

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Estados más avanzados de Europa, casi la mitad de la población seguía siendo analfabeta (yen la atrasada Rusia la cifra llegaba casi a 98%), concluiremos que las "clases lectoras" eran gente de cierto poder. Más concretamente, además de las antiguas clases gobernantes de las noblezas y los grandes terratenientes, los cortesanos y los eclesiásticos, aparecieron estratos medios de funcionarios plebeyos de menor nivel, profesionales y burguesías comerciales e industriales. A mediados del siglo XIX Europa contemplaba un rápido incremento de los gastos públicos y en la magnítud de las burocracias estatales (civiles y militares), pese a no haber guerras locales de importancia. "Entre 1830 y 1850, el gasto público per capila aumentó en 25% en España, 40% en Francia, 44% en Rusia, 50% en Bélgica, 70% en Austria, 75% en los Estados Unidos, y en más de 90% en Holanda.'?" La expansión burocrática, que también significaba la especíalización de los burócratas, abría las puertas del favoritismo oficial a un número mucho mayor de personas de origenes sociales más variados que hasta entonces. Véase incluso la maquinaria estatal austrohúngara, decrépita, llena de sinecuras, cargada de nobles: el porcentaje de hombres de clase media en los estratos superiores de su servicio civil aumentó de Oen 1804 a 27 en 1829, 35 en 1859 y 55 en 1878. En las fuerzas armadas surgió la misma tendencia, aunque característicamente más tarde ya un ritmo más lento: el componente de clase media del cue~o de oficiales aumentó de 10 a 75% entre 1859 y 1918. 5 Si la expansión de la clase media burocrática fue un fenómeno relativamente común, que ocurría a tasas com,. Hobsbawm. TheAl:"of Rroohuion, p. 229. 25 Peter J. Karzenstein, Disjoined Partners. Austria and Gennany since 1815, pp. 74, 112.

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parables en los Estados avanzados l en los atrasa~os de Europa, el ascenso de la bu~guesl~ comercIal e mdu~ rrial fue por supuesto muy disparejo: generalIzado y rapido en algunos lugares,.lento y ,~sporádico en otros. Pero en todas partes este ascenso debe entenderse en su relación con el capitalismo impreso vernáculo. Las clases gobernantes preburguesas producían su cohesión en cierto sentido fuera de la lengua, o por lo menos fuera de la lengua impresa. Si el gobernante d~ Siam tomaba como concubina a una noble malaya, o SI el rey de Inglaterra casab~ con una princ:sa espa~ol~, ¿hablarían alguna vez seriamente entre SI: ,La soh~an­ dad era producto del parentesco, la relación de clientela y las lealtades personales. Los nobles "franceses" podían ayudar a reyes "ingleses" en contra de monarcas "franceses", no con base en la lengua o la cultura comunes, sino en parientes y amigos comunes, ap~rte de los cálculos maquiavélicos. La magnItud rela~lva­ mente pequeña de la aristocracia tr~~icional, la f~e.za de sus bases políticas, la persolllficaCl~n de las relaciones políticas implicadas por la re!aclOn sexual y la herencia significaban que su cohesión como clase era tan concreta como imaginada. Una nobleza analfabeta podía actuar como una nobleza. ¿Pero la burguesía? Esta era una clase que, en sentido figurado, llegó ~ serlo sólo después de muchos intentos. El propletano ~e una fábrica de Lila estaba relacionado con el propletano de un fábrica en Lyon sólo por terceras personas. No se conocían por fuerza; no solían casarse ~nos con las hijas de los otros, ni heredar unos la propIedad de otr~s. Pero llegaron a imaginarse de manera general la e.xl5tencia de miles y miles de personas como ellos mediante la lengua impresa. Esto era apenas imaginable para Una burguesía analfabeta. Así pues, e~ terrmnos de la historia mundial fueron las burgueslas las pnmeras

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