Se desconoce el sitio preciso de donde procedían los tarascos y existen diferentes versiones sobre su origen. Algunos investigadores ubican su lugar de procedencia en América del Sur, debido a la semejanza entre el idioma tarasco y las lenguas habladas en el Perú, y suponen hubieran entrado a Mesoamérica a través de las costas del Golfo de México. Otros afirman, basados en fuentes aztecas, que los primitivos tarascos se encontraban entre los chichimecas. Lo cierto es que en el periodo Posclásico los tarascos o purépechas se encontraban en la región del actual estado de Michoacán y precisamente la propia tradición de este grupo menciona como patria original el pueblo de Zacapu (Tzácapu en idioma tarasco), situado en el mismo Michoacán. Michuacan que significa <<lugar de pescadores>>, era una localidad situada a orillas del lago de Pátzcuaro, y fue llamada por los aztecas Tzintzuntzan <<lugar de colibríes>>. Constituía la capital tarasca, y más tarde dio su nombre a la región entera. De acuerdo con la Relación de Michoacán, la historia de los tarascos comienza con la llegada, a principios del siglo XIV, de un caudillo de nombre Ire Thicatame, procedente de una región que ocupaba parte de los actuales estados de Guanajuato, Jalisco y Michoacán, quien penetra con su tribu en las tierras aledañas a Zacapu, y desplaza a los gobernantes locales mediante acciones guerreras. El expansionismo de los tarascos les permitió formar un gran imperio que compitió en poderío con el de los aztecas, a quienes incluso pudieron vencer cuando éstos trataron de conquistar el territorio tarasco. Al momento de la conquista española, en 1520, gobernaba Tangoaxan II, quien se negó a aliarse con los aztecas para combatir en contra de los europeos; diez años después, otro gobernante, llamado también Caltzontzin, fue hecho prisionero y ejecutado por órdenes del capitán español.
Economía
La economía de los tarascos se basaba en primer lugar en la agricultura, y cultivaban principalmente maíz, frijol, calabaza, chile, y también algodón y tabaco. En segundo lugar, estaba la pesca. Por último, la caza y la recolección eran también actividades importantes.
Religión El panorama religioso del pueblo tarasco se encuentra descrito en la Relación de Michoacán, pero no existe representación iconográfica alguna de las deidades que integraron el panteón tarasco. El dios supremo era Curicaveri, <<el gran fuego>> o <<el gran quemador>>. Curicaveri residía en cada llama y también en cada estrella del firmamento, siendo por ello una deidad nocturna, pero era asimismo una deidad solar relacionada con la creación. El culto a este dios y la vida religiosa en general se desarrollaba en torno a las hogueras y el humo que despedían éstas era el máximo contacto entre los hombres y el dios. Cazonci, <<sacerdote supremo>>, era el representante del dios en la tierra, por lo cual se le consideraba divino y al morir era incinerado para facilitar su camino. Se menciona además una deidad femenina, Cuerauaperi, como la creadora y <<la madre de todos los dioses de la tierra>>, pero al parecer era también <<la que hace morir>>, es decir, se trataba de una diosa de la vida y la muerte, y a ella estaban dedicados los sacrificios humanos y las ofrendas de sangre. Por otro lado, se dice que esta diosa fue la que dio a los hombres las semillas y enseñó a cultivarlas, pero también era ella quien producía las épocas de hambre y escasez. Otra diosa importante era Xaratanga, hija de Cuerauaperi, relacionada con la luna y la fertilidad.
Manifestaciones artísticas En el arte tarasco destacan las formas arquitectónicas de tradición local, como las plataformas piramidales llamadas yácatas (incluir imágenes), en la escultura, lo más notable es la marcada influencia del Altiplano Cen-
Tarascos 21 | ARTEENMEXICO