Epistemología aplicada: metodología y técnica de la producción científica - Héctor Maletta

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Ciencia y producción científica

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investigador individual usualmente trabaja en equipo con otros científicos, ya que su proyecto concreto de trabajo se engarza con el de otros. Esos otros pueden estar físicamente integrados en el mismo instituto o centro de investigación, o pueden formar un equipo “invisible” diseminado por el mundo, pero su trabajo estará interconectado. Del mismo modo, cada individuo investigador o cada equipo está en permanente relación con una comunidad científica más amplia, a la que se dirige cuando escribe, y de la que espera recibir comentarios, críticas, aportes o elogios. Esa comunidad comparte una problemática, usa el mismo lenguaje técnico, lee las mismas revistas especializadas y se encuentran unos con otros en congresos, seminarios, foros de Internet y otras formas de encuentro y discusión. La ciencia no es un todo acabado, un acervo dado de conocimientos. Es algo que se hace, un conjunto de prácticas o actividades socialmente organizadas. Está inserta en un conjunto mayor de prácticas sociales que abarca todos los otros aspectos de la vida social. La actividad científica, por otra parte, es desde sus orígenes una empresa internacional o global que (si bien está condicionada por las instituciones nacionales) trasciende las fronteras y condicionamientos de los países y tiende a tener características de fenómeno mundial, lo que se ha acentuado todavía más en la época más reciente. La actividad científica y académica no ocurre en el vacío, en un cielo platónico de ideas puras, sino en el mundo real. Tiene limitaciones físicas determinadas por la disponibilidad de aparatos y por la necesidad de respetar las leyes del mundo físico (por ejemplo, no se puede realizar un experimento sobre el nacimiento de galaxias), tiene limitaciones biológicas determinadas por el aparato cognoscitivo humano, y tiene limitaciones económicas, políticas y culturales pues la actividad científica ocurre dentro de la sociedad. Esto significa dentro de la sociedad humana mundial y dentro de una particular sociedad nacional. La actividad científica tiene un entorno institucional, necesita recursos económicos y sus protagonistas son seres humanos que padecen enfermedades, que se involucran con credos religiosos o doctrinas políticas, que respetan ciertos valores éticos, que deben respetar (aunque no estén de acuerdo) las disposiciones legales de los países donde operan, que tienen una vida personal y familiar. Todo esto influye, sin duda, sobre el curso de la actividad académica, pero no la define como empresa intelectual del ser humano, ni le otorga (o le quita) validez a sus contenidos. Las visiones epistemológicas tradicionales (incluyendo la positivista y la de Popper) no permitían conectar fácilmente la lógica de la ciencia con la sociología de la ciencia. Las visiones ultracríticas como la de Feyerabend o la de Shapin reconocen las conexiones sociales de la ciencia, pero tienden a arrojar al niño junto con el agua de la tina: en sus enfoques, la validez de la labor científica desaparece enteramente en el relativismo de los condicionantes sociológicos. En cambio, en el enfoque clásico de la sociología de la ciencia (de la que el mejor ejemplo es Merton), así como en el enfoque de Lakatos, se encuadra mejor la labor científica al insertar cada esfuerzo particular (un científico tratando de descubrir ciertos hechos o de probar cierta hipótesis) en una actividad colectiva mucho más amplia (el “programa científico” de la que ese esfuerzo particular forma parte, y la comunidad científica a la cual el investigador pertenece). La labor académica puede y debe ser analizada “externamente” teniendo en cuenta los factores psicológicos, sociológicos o culturales que la influyen. Pero la labor científica tiene también una dimensión “interna” que


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