Medios, identidades, formación
dores en la plaza pública (Rico, enero de 1988), el montubio tenía como escenario la comunidad rural. Aquellos Chigualos permitían el intercambio de cantos (a capela); mismo contexto que los amorfinos. Se percibe otra nueva analogía con alguna tradición pasada respecto al escenario. Así, el espacio de vida e intercambio de estas estrofas es la comunidad rural. Podría asociarse con la tradición de romances más bucólicos de la pequeña aldea. Especialmente se advierten algunas semejanzas del Chigualo con los -autos de pastores- estudiados en el romancero castellano por Maximiano Trapero (1983). Estas obras “suelen representarse la noche de la Navidad dentro de las iglesias de los pueblos y en torno a la «misa del gallo»” (p. 7). Cabe señalar que en la hibridación cultural en América Latina (García Canclini, 1997) se ensamblan ambas tradiciones. Los Chigualos se sustentan en la tradición precolombina y reúnen lengua y tradición hispana tomando especial relevancia en las fechas navideñas, por ellos es conocida también como la “Navidad de los Montubios” (Palomeque, 2013, p. 26). La estructura del amorfino favorece la reproducción del verso. En otras palabras, junto con el ritmo y la rima, métrica y tal conformación9 provee al amorfino de una suerte de invocación. “Juntas, palabra y voz, en la piel del montuvio son atrevida musicalidad de rimas y armonías” (Cusme Salazar, 2012, p. 47). Algunas evidencias se observan en cómo la forma y el fondo se fijan entre sí. Sí resulta oportuno disociar su unidad para el estudio, ambos elementos, la forma y el fondo, quedan anudados en el plano estético (Pantigoso Pecero, 1978). Quiere esto decir que la métrica ejerce una trascendental influencia en la naturaleza del amorfino -en su musicalidad- tanto por el ritmo interno como por la rima (Barres, 2014). 9
Una breve genealogía de esta se encuentra en M. Durango (1980).
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