Más allá de la montaña
conocer los problemas con que se enfrentaban los campesinos: escasez de tierras, falta de trabajo, alto costo de la vida, enfermedades, trabajo permanente en la casa, carencia de servicios, etc. Entre el grupo de mujeres existía las que tenían una posición económicamente cómoda, y que querían trabajar en un proyecto comunitario para mantener su “status” dentro de la comunidad, y las que veían esta posibilidad de trabajo como el único recurso para sobrevivir. Sencillas y algo tímidas, la mayoría eran jóvenes, de edades entre los quince y cuarenta años. Vestían en forma muy variada; las jovencitas y las más instruidas con ropa completamente al estilo occidental, pantalones de colores vivos, zapatillas deportivas o faldas rectas, medias y zapatos de tacón. Las casadas y las mayores usaban falda ancha, blusa y chalina, siempre con sombrero, incluso en la ciudad. Eso sí, todas con el pelo largo lacio en trenzas o suelto y adornadas con grandes lazos, a la moda del momento. Desde que empezó el curso, comenzaron los juegos y las dinámicas de grupo, para distender el ambiente. Se sentaban juntas, reunidas por comunidad; esto siempre ocurrió, hasta el final del proyecto, aunque hubo acercamientos entre compañeras de distintas comunidades. El curso fue duro, muy intenso para ellas. Al poco tiempo nos dimos cuenta que había dos grupos perfectamente diferenciados, por un lado las jóvenes solteras que habían avanzado más en los estudios, y por otro las casadas, que hacía años que habían terminado la escuela primaria y tuvieron que actualizarse en todo. Un proyecto de investigación de las características del que 38