Más allá de la montaña
cuela porque ya trabaja de peón; los menores de diez, siete, cinco y dos años son la alegría de su madre. Son sumamente pobres, pero José esconde su miseria, por orgullo, alejándose de sus compañeros. Viven pobremente; sin embargo, José, alcohólico e irresponsable, se gasta la paga semanal en trago. “Cuando se chuma -dice Lourdes- se vuelve bocón y peliaringo”. “Antes era peor, recién casados estuvo muy enfermo, con tuberculosis -Lourdes recuerda como tantas veces peleaban-. “Vamos a casa, ya es tarde -le decía, mientras él se sentaba en el camino, con la botella en alto- ¡Nos va a coger la noche y está lloviendo! Espera mujercita, un traguito más”. Ella cansada, se alejaba. Él quedaba borracho en el camino, durante toda la noche. Tomaba cada semana, dos o tres días. “Principiaba a toser y a botar sangre, le dolía la espalda, estaba una lástima. Los médicos le dieron remedios, pero él no les perdonaba que le quitaran el trago”. *** Desde que comienza el programa de salud, la señora Toaquiza se apoya en la promotora; el hecho de ser visitada diariamente hace que Lourdes, que no tiene muchas amigas, se confíe a ella. Ya no tiene que pasar envarada y con la cabeza alta, como le exige el marido, sino que se muestra como realmente es. Hoy, cuando llega la promotora, le cuenta que Antonio está con las comezones; también el marido y los otros niños. El doctor llega por la tarde. Lourdes le muestra las piernas del niño, donde 132