tuvieron fronteras para ir construyendo una ciudad y por ende una provincia y nación vigorosa, pero si en algo Cuenca es incomparable es en la multiplicada entrega de bardos, de novelistas, de verdaderos abanderados de los diversos géneros literarios que supieron esculpir en las más floridas frases, con su palabra alegre y desbordada de sensibilidad: poemas, novelas, cuentos, todos ellos labrados no con una retórica alambicada, sino conteniendo un mensaje que elevaba al pedestal que le corresponde a la belleza natural de esta ciudad de los cuatro ríos que se ancló para siempre en el nudo del Azuay, de esta ciudad cuyos recados poéticos vestidos de galantería dibujaron la ternura y donaire de sus mujeres, para con un lenguaje maquillado de subidas emociones se compusieran recitaciones dedicadas a resaltar los más encumbrados ideales, sazonados con encendidos anhelos de justicia y verdad, todo ello para desembocar siendo el gran elemento motivador que ha hecho de esta ciudad y esta provincia, una auténtica sede de un espíritu comunitario que hoy, sin que esto sea una exageración, sirva de ejemplo para otras urbes y recintos de la patria, a lo que hemos de añadir que esta Cuenca propietaria de un patrimonio de multiplicadas virtualidades sea el epicentro de la amabilidad, pues su gente con la sobriedad de su educación, su apego indeclinable a las normas del trato social, la colocan como una colectividad donde la actitud respetuosa de su gente la distingue de otros sectores del territorio patrio.
Pero para quienes formamos la familia universitaria y politécnica hay algo que nos contagia de satisfacciones, hoy la universidad de Cuenca ha vuelto a ocupar nuevamente los más altos sitiales que por su condición de Centro Académico, de Investigación Científico Tecnológica y de Cultura Superior le pertenece. Han quedado atrás aquellos momentos donde ciertos brotes extraviados de violencia, pretendieron convertir a la Universidad en una especie de campo de batalla donde intereses facciosos se enfrentaban buscando utilizarla para fines o intereses que no correspondían ni corresponden a la elevadísima misión de un centro de estudios superiores, en esto hay que decirlo con toda entereza, mucho ha tenido que hacer la comunidad de docentes, estudiantes y funcionarios, pero sería injusto dejar de mencionar la inmensa tarea, la decisión sin renunciamientos, que por el rescate del honor y dignidad de la universidad han hecho en estos últimos años, hombres de
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