El género en cuestión

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de las distribuciones indecisas, su circulación difusa, su coagulación inutilizable y peligrosa. El objetivo es vigilar la conducta de cada cual, apreciarla, sancionarla. (Foucault, 1998: 146-147). La ciudad es una interrelación de espacios interconectados a cuerpos productivos e improductivos, la cual produce una ecuación en donde los lugares cobran sentido de acuerdo al género que se pertenezca, a los discursos que se produzcan, a las disruptivas propuestas. Esta geografía con sentidos corporales específicos cobra lugar para explicar por qué los cuerpos lésbicos, trans, intersex, homosexuales, y queer son ubicados en la zona de desinfección, en los centros de torturas, para producir otros nuevos cuerpos, los regulados. El cuerpo debe ser disciplinado para permanecer de pie, evitar ir al baño en el tiempo perteneciente a la producción, evitar las conversaciones y otro tipo de distracciones que hagan perder tiempo, evitar alterar la subjetividad normativizada. Todo ello va produciendo un sentido de disciplina y obediencia que modifica hábitos fundamentales de la cotidianidad. Su hexis corporal, entendida por Bourdieu “como un conjunto de actitudes, representaciones y percepciones que los sujetos tienen sobre el cuerpo” (Bourdieu, 2000:159), se transforma con el disciplinamiento y los hábitos que la dinámica hegemónica de género impone sobre los cuerpos. Los cuerpos que encarnan la norma se vuelven uno solo en el espacio, su forma y su esfuerzo más inmediato. A modo de conclusión No pretendo decir que esta reflexión concluye en estos cortos párrafos que he designado para conclusión. Sin embargo, cierro este análisis con algunas precisiones. Beatriz Preciado en su texto “Manifiesto contra-sexual” define que más que una nueva naturaleza la contra-sexualidad, es el fin de la naturaleza como orden que legitima la sujeción de unos cuerpos a otros (Preciado, 2002: 18). Siguiendo a esta autora, la contra-sexualidad es un análisis crítico del binomio sexo-género, y se convierte en una apuesta hacia la fisura total que marcó un contrato para hombres y mujeres a partir de la heterosexualidad. Cuando Preciado nos anuncia que este contrato más que político entre ciudadanas y ciudadanos ha sido más sexual y genérico que otra cosa, lo que hace es invitarnos a romper la inyección genérica en nuestras vidas y espacios más cotidianos. Este contrato social que cuestiona la autora en mención, es oportuno para decir como la ciudad es una fábrica disciplinar sexo- genérica, la organización de los espacios es productiva con una clara división sexual a partir de la naturalización incuestionable del género, lo que a su vez garantiza la cohesión social. En ese sentido, la contratación de las subjetividades en el espacio pasa primero por su condición hetero-sexo-genérica, determinando cuál es su rol dentro de la misma y su relación con los objetos, tal como citaba en un inicio a MerleauPonty somos los cuerpos que los demás perciben, y estos cuerpos percibidos son productos del disciplinamiento de lo natural para inscribirse en ellos lo cultural. De tal forma que, el objetivo central de este ensayo es señalar como los espacios y la distribución de los mismos corresponden a una tecnología discursiva donde el sexo-género se extiende para normar y disciplinar. Además de señalar como los (yo-es) lésbico, trans, intersex, homosexuales y queer no pueden ser des-corporeizados, des-espacializados y des-temporalizado, ya que son precisamente 44


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El género en cuestión by Editorial Mar Abierto - Issuu