Cartas Pastorales de Manos Unidas 2014

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Diócesis de Teruel y Albarracín

Un mundo nuevo, proyecto común

C

Monseñor Carlos Manuel Escribano Subías, Obispo de Teruel y Albarracín.

elebramos este año la LV Campaña contra el Hambre de la ONG católica Manos Unidas. El lema de este año- un mundo nuevo, proyecto común- recuerda a toda la sociedad la necesidad de crear un tejido social, en el que todos somos necesarios, para construir un mundo nuevo de justicia, paz y solidaridad. En este proyecto debemos colaborar todos.

Esta Campaña tenemos la fortuna de poder realizarla a la luz de la última Exhortación Apostólica del papa Francisco, Evangelii Gaudium (EvG), que nos ofrece claves imprescindibles a la hora de servir a los pobres. Estas nos estimulan, sin duda, para que desde nuestra identidad cristiana podamos aportar también nuestro grano de arena en la construcción de ese mundo nuevo. Todos debemos colaborar en esta gozosa utopía que no hace sino poner ante nuestros ojos el sueño de un mundo más fraterno y justo. Los católicos de un modo especial. Así nos lo recuerda Francisco en su escrito: “una auténtica fe -que nunca es cómoda e individualista- siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra. Amamos este magnífico planeta donde Dios nos ha puesto, y amamos a la humanidad que lo habita, con todos sus dramas y cansancios, con sus anhelos y esperanzas, con sus valores y fragilidades. La tierra es nuestra casa común y todos somos hermanos. Si bien «el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia». Todos los cristianos, también los Pastores, están llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor. De eso se trata, porque el pensamiento social de la Iglesia es ante todo positivo y propositivo, orienta una acción transformadora, y en ese sentido no deja de ser un signo de esperanza que brota del corazón amante de Jesucristo” (EvG 183). Esa presencia de Jesucristo en la vida del creyente que suscita una respuesta de fe, tiene consecuencias ineludibles en la vida de la caridad y en el compromiso social: “Confesar a un Padre que ama infinitamente a cada ser humano implica descubrir que con ello le confiere una dignidad infinita. Confesar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana significa que cada persona humana ha sido elevada al corazón mismo de Dios. Confesar que Jesús dio su sangre por nosotros nos impide conservar alguna duda acerca del amor sin límites que ennoblece a todo ser humano. Su redención tiene un sentido social porque Dios, en Cristo, no redime solamente la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los hombres. Confesar que el Espíritu Santo actúa en todos implica reconocer que Él procura penetrar toda situación humana y todos los vínculos sociales” (EvG 178). Caminamos cerca de muchos hombres y mujeres de buena voluntad en la construcción de un mundo nuevo, pero lo hacemos desde nuestra identidad y desde nuestra fe: “Desde el corazón del Evangelio reconocemos la íntima conexión que existe entre evangelización y promoción humana, que

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