Las cincuenta cabezas de la hidra
JMOS
EL VISITANTE
Detuve mi carrera al ver la sombra de un ángel proyectada delante de mí. “Sin duda se trata de una composición”, me dije y eché una mirada a los árboles que había junto al camino. Eso me dio la oportunidad de normalizar mi respiración y frecuencia cardiaca, y seguir con mi preparación del maratón que correría dos meses después, el día de mi muerte.
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