Tomo 3 Revista Manifiesto

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Exportaciones e importaciones en Venezuela. ¿Cómo se diluye la renta? / Manuel Sutherland De lejos se nota que el alza importadora devora de manera sustancial los ingresos petroleros; la sobrevaluación de la moneda y el atraso tecnológico de décadas de bajísima inversión, van convirtiendo a cualquier país que esté en nuestra situación en un gigantesco Centro Comercial, un mall de nación. Se está importando (no sólo el Estado) desde lácteos, pollos, carnes y hasta CASAS. Sí leyeron bien. ¡Casas! Un verdadero y empobrecedor despropósito. Esta situación debe dar un giro drástico. Con esta base es imposible tan siquiera colocar desde el capitalismo corriente los soportes económicos-productivos necesarios para el fortalecimiento de la subjetividad productiva de la clase obrera, lo cual pueda a su vez estimular la hegemonía y organización obrera en aras de hacerse un solo puño contra la clase capitalista que nos subyuga. El insólito crecimiento de las importaciones, no se corresponde con ninguna necesidad productiva nacional y no tiene ninguna relación con la formación bruta de capital fijo, que desde los años de 1975 viene en franco declive. La centralidad del incremento en las importaciones del país, dividido en el sector público (importaciones de alimentos, plantas eléctricas etc.) y el empresariado (importación de bienes manufacturados y alimentarios) se deben a la sobrevaluación del tipo de cambio y a la pérdida enorme de productividad de la industria nacional, imbuida en un proceso en el cual la inversión brilla por su escasez. Así, con viejas maquinarias y costos laborales y administrativos mucho más altos que en países vecinos, la producción venezolana viene en caída libre y el gobierno a sabiendas de la incapacidad del empresariado local, ha optado por la importación directa de los bienes de consumo inmediato, cuya escasez pudiera restarle una cantidad importante de votos. Las nacionalizaciones parciales no han tocado los resortes productivos centrales de la economía local. En su mayoría se han orientado a recompensar a la burguesía

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local, por maquinaria obsoleta o por empresas cuya rentabilidad (sin esclavizar a sus trabajadores) es una quimera. La poca voluntad de concentrar y centralizar de manera efectiva la propiedad industrial en un órgano de decisión que pueda nuclear las actividades de cada unidad de producción de acuerdo a un plan productivo, hace que los cambios en las empresas nacionalizadas, sean diminutos. De hecho, como en otros artículos hemos resaltado, luego de 13 años de gobierno bolivariano, al menos el 70% del PIB sigue estando (según las Cuentas Nacionales del BCV) en manos del sector privado. La impresentable negación a abrir espacios sólidos para que la clase obrera participe en la gestión, administración y toma de decisiones en la empresa; muestra que la perspectiva que se tiene en cuanto a la “liberación de la clase obrera” mediante el dominio de sus facultades productivas, parece no estar en los planes de la dirección gubernamental, que ha preferido importar los productos más ridículamente fáciles de producir en el país, que ya hemos mencionado anteriormente: leche líquida, pollos y hasta viviendas familiares. Sin comentarios. El rol parasitario de la burguesía local: su papel alienador e improductivo A pesar de que ha disminuido sensiblemente en número, la clase capitalista es –por lógica- más fuerte y ha consolidado su papel explotador. ¿Cómo es el mecanismo? Las tasas de productividad de la economía venezolana son muy bajas. Altos salarios (en comparación con el sudeste asiático), mercado pequeño, obsolescencia tecnológica, ser víctimas de la acumulación originaria y el atraso científico, son causantes de la baja productividad nacional y de la falta de competitividad internacional. Eso, impulsado por el uso rentístico del provento petrolero, hace que la vía expedita para que nuestros empresarios hagan fortuna sea la importación de mercancías baratas y su venta en el mercado local a altos precios. La sobrevaluación del bolívar es una herramienta que permite al empresariado local la absorción de renta y toda clase de negocios parasitarios muy lucrativos. La baratura de las divisas es una bendición para la consolidada burguesía importadora que puede comprar


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