Escritor andaluz: Gustavo Adolfo Bécquer

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Gustavo Adolfo Bécquer – Escritor andaluz -

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Gustavo Adolfo Bécquer Bastida, nació en Sevilla el 17 de febrero de 1836. Quedó huérfano en la niñez, lo que hizo que fuera muy sensible. Enfermó de tuberculosis y murió en Madrid el 25 de diciembre de 1870. Sus rimas son poemas llenos de dolor y amor. Están escritos con palabras que son a su vez suspiros y risas, colores y notas, porque sus poemas tienen música, pinceladas de colores y nos hablan suavemente al oído de penas y alegrías Viajó por toda España buscando relatos que conservaran la tradición y la memoria de las gentes de los lugares que visitó. Con todo ello escribió sus leyendas que son narraciones breves llenas de musicalidad y pasión en las que aparecen damas y caballeros medievales, castillos abandonados, iglesias derruidas y, sobre todo, fantasmas. Cuando Bécquer tenía tu misma edad, aún no sabía si quería ser pintor o escritor. Cuando se hizo mayor decidió que quería ser poeta. Es el poeta romántico que ha dejado una huella más honda en la literatura española. Gustavo Adolfo Bécquer – Escritor andaluz -

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Todos decían que Bécquer era el hombre perfecto para escribir poemas, lo malo era que con la poesía no ganaba ni para pipas. Además estaba mucho tiempo enfermo en la cama. Cuando se enamoraba y le daban calabazas, sus poemas de amor eran impresionantes.

Esa pregunta se la estaba haciendo siempre y escribía y escribía sin parar.

¿Qué es poesía , dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? Poesía… eres tú.

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Los Condes de Borges y de Alcudiel, junto a sus hijos y pajes salieron de cacería, montados a caballo por las tierras de Soria.

Alonso, el hijo de los condes de Alcaudiel, empezó a relatar una leyenda, la del Monte de las Ánimas. Al parecer, a este monte que llamaban de las ÁNIMAS, pertenecía a los Templarios, que eran guerreros y religiosos a la vez. .

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Alfonso les contó que allí se inició una batalla hasta que el rey finalizó la lucha. El monte fue abandonado y en la capilla de los templarios se enterraron los

Cuenta la leyenda que cuando llega la noche de los difuntos las almas de los muertos corren junto con los animales del monte y nadie quiere estar ahí en dicha fecha.

cuerpos de los caídos en la batalla.

Una vez en casa de los Condes y reunidos junto a la lumbre, Alonso le dijo a su prima que le gustaría hacerle un regalo para que se acordara siempre de él y le regaló un broche. Ella, para retarlo, le dijo que le regalaría su banda azul, pero que se le había perdido en el monte de las Ánimas, que si quería su regalo, debía ir por ella.

Alonso se sentía muy fuerte a la hora de luchar con cualquier bestia, pero le aterrorizaba la idea de ir a ese oscuro lugar en aquella fecha tan indicada y sintió miedo. Entonces vio una sonrisa de burla en su bella prima y se dirigió, aterrorizado, a recuperar la banda perdida para contentar a Beatriz.

Las horas pasaron y Alfonso no volvía, Beatriz se desveló al creer oír su nombre en una pesadilla. Al despertarse, no pudo volver a conciliar el sueño y muy asustada se puso a rezar. Gustavo Adolfo Bécquer – Escritor andaluz -

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Sobre su reclinatorio, donde solía arrodillarse para rezar, estaba su banda azul, ensangrentada y desgarrada.

Beatriz pasó una noche llena de miedos escuchando las campanas de la iglesia tristísimas. Cuando se hizo de día, pensó que todo había sido un mal sueño. Entonces la vio…

Cuando los criados entraron en la habitación de Beatriz para anunciarle que Alfonso …

¡¡¡MUERTA!!!

MUERTA DE MIEDO

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Íñigo es un montero, que un día va de caza con su amo Fernando. Cuando ven a un ciervo, le lanzan una flecha que, certera se clava profundamente en el cuerpo del ciervo. Éste, herido trata de huir. El cervatillo para salvarse huye hacia un lugar conocido como la fuente de los Álamos, donde según se dice, habita un espíritu maligno. La fuente de los Álamos es conocida por todos los campesinos de la comarca, pero ninguno se atreve a acercarse a sus profundas y silenciosas aguas. Fernando pretende seguir al ciervo que se había adentrado en tal lugar, pero Íñigo, su montero, le advierte del peligro, y le dice que la caza está perdida, pero Fernando, orgulloso, se adentra para recuperar esa pieza, la cual era la primera herida por sus manos. Fernando, a pesar de todos los avisos de su montero, quiere proseguir su camino detrás de su presa. Íñigo, se interpone frente al caballo de Fernando y le corta el camino, pero éste da un rodeo y, sin cambiar de idea, se lanza a todo galope tras el ciervo herido.

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Fernando regresa sin el ciervo muy serio y ensimismado. A partir de ese día, Fernando vuelve una y otra vez a la Fuente de los Álamos y a su regreso, cada vez se le ve más taciturno. Días más tarde, Íñigo pregunta a su amo el porqué de tanta tristeza y por qué tenía esa palidez en su piel, como si algo le preocupara. También le pregunta en qué ocupa todas las horas que pasa cada día en la fuente de los Álamos; a lo que su amo Fernando le responde que en aquel hermoso lugar logró ver unos hermosos ojos verdes entre el rocío, unos ojos que lo tienen prisionero de amor y que busca cada día. El montero le advierte, lleno de terror y asombro, que esa mujer es en realidad un demonio que quiere apoderarse de su alma. Finalmente, un día, Fernando, consigue encontrarse cara a cara con la misteriosa mujer a la orilla de la fuente. Entonces, Fernando, le confiesa, que está totalmente obsesionado y enamorado y, que si ella fuese un demonio, igual la amaría siempre y en la eternidad. Al final, Fernando es atraído al interior del lago, por aquella hermosa mujer.

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Hoy la tierra y los cielos me sonríen; hoy llega al fondo de mi alma el sol; hoy la he visto.., la he visto y me ha mirado... ¡Hoy creo en Dios!

Por una mirada, un mundo, por una sonrisa, un cielo, por un beso... ¡yo no sé que te diera por un beso!

Asomaba a sus ojos una lágrima y a mi labio una frase de perdón; habló el orgullo y se enjugó su llanto, y la frase en mis labios expiró. Yo voy por un camino; ella, por otro; pero, al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día? Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?

Los suspiros son aire y van al aire. Las lágrimas son agua y van al mar. Dime, mujer: cuando el amor se olvida ¿sabes tú adónde va?

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Como se arranca el hierro de una herida su amor de las entrañas me arranqué, aunque sentí al hacerlo que la vida me arrancaba con él.

Para que los leas con tus ojos grises, para que los cantes con tu clara voz, para que se llene de emoción tu pecho hice mis versos yo. Para que encuentres en tu pecho asilo y le des juventud, vida, calor, tres cosas que yo no puedo darles, hice mis versos yo.

¡Quién fuera luna, quién fuera brisa, quién fuera sol! ¡Quién del crepúsculo fuera la hora, quién el instante de tu oración! ¡Quién fuera parte de la plegaria que solitaria mandas a Dios! ¡Quién fuera luna quién fuera brisa, quién fuera sol! ...

Para hacerte gozar con mi alegría, para que sufras tú con mi dolor, para que sientas palpitar mi vida, hice mis versos yo. Para poder poner antes tus plantas la ofrenda de mi vida y de mi amor, con alma, sueños rotos, risas, lágrimas hice mis versos yo.

Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos, la imagen de tus ojos se quedó, como la mancha oscura, orlada en el fuego, que flota y ciega si se mira al sol. Gustavo Adolfo Bécquer – Escritor andaluz -

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Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán. Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar, aquellas que aprendieron nuestros nombres... ésas... ¡no volverán! Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar, y otra vez a la tarde aún más hermosas sus flores se abrirán. Pero aquellas cuajadas de rocío cuyas gotas mirábamos temblar y caer como lágrimas del día... ésas... ¡no volverán! Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar; tu corazón de su profundo sueño tal vez despertará. Pero mudo y absorto y de rodillas, como se adora a Dios ante su altar, como yo te he querido..., desengáñate, nadie así te amará. Gustavo Adolfo Bécquer – Escritor andaluz - Malusanhi


1.- Obras Completas 2.- Volverán las oscuras golondrinas Canción 1 Canción 2 3.- Leyendas - El monte de las ánimas Canción ilustrada 4.- ''Los Ojos Verdes'' 5.- ¿Qué es poesía? 6.- El rayo de luna 7.- Leyenda: El beso 8.- Maese Pérez el organista 9.- Bécquer: biografía 10.- Asomaba a sus ojos una lágrima 11.- Rima VII: Del salón en el ángulo oscuro Canción 12.- Rima XII Porque son niña tus ojos 13.- Rimas XL, XLI, XLVI, XLII 14.- Rimas LIII, A Casta, XXXVIII, XXX, XXXVII, XXXIV 15.- Habrá Poesía 16.- Amor eterno

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