La meta un proceso de mejora continua es scribd com 189

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— Entonces, ¿cuántas cerillas habrá movido cada uno de vosotros como media después de una serie de vueltas? — Tres y media por vuelta —dice Andy. — ¿Y después de diez vueltas? — Treinta y cinco —dice Chuck. — ¿Y después de veinte vueltas? — Setenta —afirma Ben. — Vamos a verlo. Un largo suspiro suena al final de la mesa. Evan me mira. — ¿No le molestaría que no jugase, señor Rogo? — ¿Y eso? — Porque creo que me va a aburrir. — A mí también —añade Chuck—. Venga a mover cerillas, ¿para que? — Os diré lo que vamos a hacer. Para hacerlo más emocionante, pondremos premios. Digamos que cada uno tiene que mover un mínimo de 3,5 cerillas por vuelta. Todo el que mejore esa cifra, que mueva de media más cerillas, no tendrá que lavar esta noche los platos. Y el que la saque peor, tendrá trabajo extra después de la cena. — ¡Eso sí! —dice Evan entusiasmado. — ¡Me gusta! —añade Dave. Ahora todos se han alborotado. Practican con el dado. Mientras tanto dibujo una cuadrícula. Mi intención es apuntar las cantidades que se desvían de la media. Todos empiezan con cero. Si el número de cerillas movidas es de 4, 5 o 6, entonces apunto una ganancia de 0,5-1,5-2,5, respectivamente. Las desviaciones, por supuesto, se acumularán. Si, pongamos por caso, alguien termina con 2,5 sobre la media, entonces la próxima vuelta empezará con esa cantidad y no desde cero. Eso es lo que ocurriría también en la fábrica. — Bien ¿preparado todo el mundo? — Preparados. Entrego el dado a Andy. Saca un dos. Andy toma dos cerillas de la caja y las coloca en el cuenco de Ben. Al sacar un dos, Andy ha perdido 1,5 de su cuota y yo anoto esa desviación en la cuadrícula. Le toca a Ben, que saca un cuatro. — ¡Eh, Andy!, necesito un par de cerillas más —exige. — No, no, no, no. Ese no es el juego. Sólo puedes pasar las cerillas que ya tengas en tu cuenco. — Pero sólo tengo dos. — Entonces, sólo puedes pasar dos. — ¡Bah! Y pasa sus cerillas a Chuck. Le apunto también una desviación de —1,5 en su casilla. Ahora a Chuck. Saca un cinco. Y, nuevamente, sólo hay dos cerillas que mover. — Oiga, esto no es justo —se queja el chico. — Claro que lo es. Se trata de mover cerillas. Si Andy y Ben hubiesen sacado un cinco, tú tendrías cerillas para mover. Pero como ellos no lo han hecho, tú tampoco puedes. Se le escapa una aviesa mirada sobre Andy: — La próxima vez procura sacar un número más alto. —- Oye, ¿y qué culpa tengo? — No preocuparos —interviene Ben—, ya lo recuperaremos. Chuck pasa sus escasas dos cerillas a Dave y yo apunto de nuevo una desviación de -1,5 también en la casilla de Chuck. Miramos a Dave tirar el dado. Saca un uno. Por tanto, pasa una cerilla a Evan. Evan también saca uno. Coge la cerilla y la pone al final de la mesa. Tanto para Dave como para Evan apunto una desviación de -2,5. — Bueno, vamos a ver si la próxima vuelta nos sale mejor. Andy agita su dado durante lo que parece casi una hora. Le gritan que tire ya. El dado rueda sobre la mesa girando. Miramos. Es un seis. — Muy bien. — Adelante, Andy. Coge seis cerillas de la caja y se las entrega a Ben. Apunto una ganancia de 2,5 que coloca su cuota en 1,0. También Ben saca un seis. Se producen nuevas aclamaciones. Pasa las seis cerillas a Chuck. Apunto el mismo resultado de Andy a Ben. Pero Chuck saca sólo un tres. Así que, después de pasar tres cerillas a Dave, le quedan otras tres en su cuenco. Y yo anoto una pérdida de —0,5 en la cuadrícula. Tira Dave y saca otro seis. Pero sólo tiene cuatro cerillas para pasar (las tres de Chuck y otra que tenía de la


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