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Forma materializada

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Biografías

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Guillermo Monsanto

Desde hace 14 años el COLECTIVO CINCELES le ha proporcionado oxígeno al campo de la escultura. A partir del 2009 este grupo de artistas ha propuesto figuraciones en torno a la talla directa de diferentes tipos de rocas alcanzando resultados apreciables para la cultura artística contemporánea. Los continuos talleres en los que se han embarcado desde los albores de la agrupación han redundado en el efectivo diálogo de las piedras, como mármol, alabastro, ónix, esteatita, entre otras con elementos como bronce, hierro, resina o madera.

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La exposición PETRAMORFOSIS trata, entonces, de la conexión existente entre los escultores y la materia. La manera como cada uno resuelve el problema que le plantea el bulto en bruto y el modo en que abstraen sus ideas para darles la forma materializada en un objeto tridimensional. Hay en muchas de las composiciones una sublimada sensualidad. Inclusive, la mayoría de las piezas parecieran ser el alter ego de cada escultor.

Para el visitante hay otra realidad; sus curvas provocan al tacto, a la caricia, a la contemplación por medio de distintas experiencias. El catálogo hace patente una curación sólida. Encabeza la lista Beverley Rowley con el mármol titulado “La Siguanaba” en la cual se aprecian valores técnicos bien matizados. El contraste de texturas y las acertadas intervenciones sugieren de por sí, pero dejan las posibilidades para una lectura acorde a la pericia del observador. Rowley goza de una presencia constante en el campo de la estatuaria aportando una huella positiva para la disciplina.

La esteatita es una roca metamórfica muy popular porque es suave al cincel y generosa por sus vistosas vetas. Fer Andrino, “La diosa del orgullo”; Angie Chung, “Constructivism”; Mafer García Pellecer, “Lukav”; Maris Pascual de Bianchi, “Para guardar”; Manuel Estrada Crespo, “Ave fénix”; y, Arturo Maldonado, “El astrólogo de Izmir”; son un buen ejemplo de la diversidad figurativa que conforma el conjunto total. Tanto las abstracciones como las figuraciones poseen características que identifican con claridad el progreso por el que ha transitado cada uno de los artistas.

El alabastro es muy atractivo debido a las posibilidades estéticas que ofrece. Sus trasparencias y la conexión permanente con la luz solar y artificial es un complemento que siempre le suma valores adicionales. Se expresan con este material Betty Paiz, “Esencia”; Luisa Aguilar de Ayau, “Bicenta, Vicenta, la poetisa cautiva” (es una creación conmemorativa que, sin lugar a duda, señala hacia otro tipo de imaginería alternativa); Marcela

Ramazzini Giordani, “Encuentro” (que comparte con Chung, Maldonado, Santa Marina y Fernández de Pérez, un sabor arqueológico que le suma valores a sus propuestas); Mere de Godoy, “Coincidir”; Virginia Santa Marina, “Develar sin tapujos”; Liliana Remis, “Belle Dame” (cuyos accidentes fueron aprovechados, como también lo hizo Ana Lucía Figueroa, para generar la idea de un fino y luminoso cristal); Elizabeth Pinto, “Fusión”; y Ana Lucía Figueroa, “Evolucionando”.

El mármol como piedra que ha dado pábulo a escultores de todas las épocas quedó en las manos de Aída Santo de Girón, “Bugarach”; Sonia Reyes, “Marea Alta”; Luz María Anckermann, “Serenidad”, Gabriela Penabad, “Secretos del mar”; y Clemencia Bendaña, “Momento”.

El ónix, un poco más duro que los mármoles blancos y verdes, representa retos que incluyen herramientas más especializadas y fuerza particular. En este material proponen Ana Lucrecia Ortiz, “Coexistir” (al que fusiona con sapiencia el hierro a figuras antropomorfas);Vera Ramírez, “Fuego Interno”; y Tony Miranda, “Noble”. También hay un trabajo en otra piedra más dura todavía y que puede considerarse como semipreciosa. Se trata de la obsidiana de Julieta Urrutia, “Kintsugi” (que trae a colación el rescate de piezas fracturadas a las que se les incorpora lámina de oro. En este caso la escultora exalta los accidentes del soporte brindándole una renovada lectura).

David Ordóñez Lacayo presenta una serpentina, talla directa, nombrada “Diálogos nocturnos”. Este artista, de amplia trayectoria, navega cómodamente en este campo y esta obra es clara muestra de ello. La armonía visual lograda en el conjunto le otorga una belleza particular como objeto creativo. Con esta misma piedra también destaca la propuesta de Silvia García Granados, “Reencuentro”. Jenny Fernández de Pérez, “Naturaleza sublime”, cierra el bloque de participantes con una creación que incluye elementos antropomorfos, zoomorfos y botánicos, ejecutada en una piedra mezcla tipo nefrita (variedad dura de grano fino emparentada con el jade).

Este colectivo sobresale por su continua labor y por la perseverancia. Algunos de sus integrantes han conseguido ya espacios alternativos de relevancia y con ello han ampliado el campo de acción de la agrupación. La formación individual, sumada a la experiencia crítica de los compañeros, suma para percibir la pertenencia de un cuerpo de especialistas. Además, redunda en propuestas iconográficas singulares.

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