Crónicas de nuestro pueblo cpr vía augusta

Page 1

Colegio Público Rural “VÍA AUGUSTA”


Este en un trabajo escolar sin ánimo de lucro, de autoría colectiva. Su finalidad es solo el ser compartido con quien desee conocerlo, creado para fines exclusivamente educacionales. Este proyecto no obtiene ningún tipo de beneficio económico, ni directa ni indirectamente. Queda prohibida su venta, distribución y comercialización.


Este libro ha sido realizado por los alumnos y alumnas del Colegio Público Rural Vía Augusta, en Obejo, Villaharta y el Vacar; con la valiosa colaboración de sus abuelos y abuelas; de nuestros mayores de la Residencia Municipal de Villaharta; padres y madres, así como de sus maestros y maestras en el año 2016 - 2017.


Gracias por vuestras raíces… Para celebrar el Día del Libro del año 2016 al 2017, las elegidas son historias vivas, las de nuestros mayores, a cual más merecedora de ser reconocida y agradecida. En el año 2017 queremos devolveros tantas aportaciones. En cada casa tenemos un tesoro con nuestros abuelos, con nuestros mayores, que nos recuerdan lo duras que pueden ser las circunstancias por las que tiene una persona que atravesar, pero con la calma y la seguridad de una lucha vencida, con la


tranquilidad que da el haber demostrado una y otra vez, lo que fueron capaces de superar. También nos enseñan con qué poco se puede disfrutar siendo niños. Si alguno o alguna de nuestros mayores no tuvieron la posibilidad de aprender a escribir como deseaban, nosotros nos hemos prestado durante este año. Bueno, nuestros alumnos y alumnas, que han puesto cada uno su granito de arena, para que tengamos ahora la recopilación: “Crónica de

nuestros pueblos: Historias de nuestros mayores”,


que dan lugar a un libro de “elaboración propia”, que ocupará el lugar de honor de nuestra biblioteca y de quienes queráis acceder a tantos recuerdos y anécdotas. En una sociedad eficiente, rentable, productiva, que enfatiza la belleza, la juventud, la competitividad, parece que a nuestros mayores no les diéramos el lugar que les corresponde. Los consideramos “un estorbo o una carga” cuando pierden toda o parte de su autonomía. Bueno, eso sí, después de aprovechar todas sus energías y su tremenda utilidad,


si se necesita que cuiden de los pequeños para ir a trabajar, o como pilar que soporte el embate de los vaivenes económicos familiares, en estos tiempos que corren. No deben sentirse solos ni tristes. No lo merecen. Nos hace falta su historia viva, sus recuerdos, su experiencia vital, su calma, su cariño, su energía. Desde el cole queremos hacerles llegar nuestro agradecimiento y reconocimiento; por lo que fueron, por lo que son, por lo que entregaron, por lo que sembraron.


Aun así, siempre estaremos en deuda con ellos y con ellas, y no debemos olvidarlo nunca.


LA FIESTA DE LOS JUDAS Pasada la Semana Santa, el Domingo de Resurrección era tradición celebrar la “Fiesta de los Judas”, que consistía en vestir unos muñecos con ropas viejas, que se llenaban de paja y se colgaban de los balcones. A la salida de misa, los hombres con trabucos les disparaban a los “Judas” metiéndoles fuego. Estos “Judas” casi siempre imitaban a personajes públicos.

Alex Olmo Ruiz


LA CANCIÓN DE MI ABUELA SOLEDAD

TRISTE DE MI CAPILLA

Triste de mi capilla, que anoche la perdí. Dígame usted, señora, dónde voy a dormir. Ya te he dicho soldado, que dormirás en el patio. No, señora patrona, que me arañan los gatos. Triste de mi capilla, que anoche la perdí.


Dígame usted señora, dónde voy a dormir. Ya te he dicho soldado, que dormirás en la calle. No, señora patrona, que corre mucho aire. Triste de mi capilla

Daniela Alcaide Becerra


MI ABUELO Mi abuelo se llamaba Ignacio Pérez Caballero. Empezó a trabajar con trece años; con los mulos, arando y sacando aceitunas. Le gustaba mucho cazar, los perros y todos los animales. Esa fue su vida.

Sara Pérez Alonso Amara Pérez ALonso



LA JUVENTUD DE ANTIGUAMENTE

Antiguamente las relaciones de novios no eran como ahora. Antes los novios tenían que ir a ver a las novias a los campos, porque antes, la gente vivía más en el campo que en el pueblo. Algunos las tenían que ver cuando las mandaban a por agua, o a lavar al río o a la fuente, porque los padres no estaban de acuerdo con la relación, o hasta que se lo decían a los padres. Por eso se escondían para verse. Los jóvenes, para divertirse se iban mucho a los ríos en verano para pasar el día, porque no había piscinas. También los jóvenes, como no había discotecas, se iban a los cortijos y tabernas, para hacer pequeñas fiestas. Antes, en algunas tabernas había salón de baile, donde los jóvenes se reunían para bailar y pasar un buen rato, que a la vez les servía para conocerse. Cuando llegaba la feria, hacían muchos bailes. Los más populares eran: El baile de la patata, el baile de la albahaca, el baile de la escoba, etc.

Alejandro Cioaca Barrios



EL DÍA DEL CAFÉ: El día 13 de noviembre, (San Diego),

era

costumbre celebrar el día del café en las que las

chicas casaderas se juntaban en una casa que tuviera un gran salón para invitar a los chicos a merendar. Ellas

ponían

la

mesa

con

los

mejores

manteles, la adornaban con flores y hacían el café, chocolate, churros y galletas.

Cada una de las chicas llevaba dos tazas,

(una para ella y la otra para el chico al que ella quería invitar).

Los chicos no sabían de quien era cada taza,

pero al llegar al salón ya se encargaban ellos de preguntar a los demás, y ponerse al lado de la taza de la chica que le gustaba, para cuando

comenzara la merienda, sentarse junto a su chica y merendar con ella.


Los chicos solían llevar para la merienda anís y

caramelos. Después de merendar se salían a la calle a jugar al carro o a los cordones.

Esta merienda era una forma de relacionarse

ambos sexos en tiempos de menos permisividad y esto favorecía el inicio de nuevos noviazgos.

Hoy día se sigue celebrando, aunque de forma muy

diferente.

Ana Jara Caballero


Cuando mi abuela era pequeña, jugaba así con sus amigas: ataba un hilo en la aldaba de la puerta de la casa de enfrente. Se escondían tras la puerta de su casa y tiraban del hilo, sonaba la aldaba, se asomaba la vecina y no veía a nadie. Se entraban…tocaban… salían… no veía quién había sido y se reían mi abuela y sus amigas, ¡ja, ja, ja!

Belén Nevado Moreno



LA INFANCIA DE MI ABUELA Por la mañana me levantaba, me vestía y me iba a la escuela, pues entonces así se llamaba. Leía y me ponía a escribir.

Enseguida eran las doce; no había recreo, recogíamos y salíamos. Luego, a comer y a

irme a jugar con mi amiga Ana y mi amiga Micaela. El juego consistía en jugar a las

bolas. Donde estaba el depósito del agua antes, había una charca, cogíamos agua y

hacíamos platos, luego íbamos a por espigas las pelábamos, hacíamos mojo, que así se llamaba y nos las comíamos.

Los jueves, con mis amigas al catecismo. Yo en mi grupo

siempre era la segunda, y mi amiga

Ana, la primera. Conseguíamos bonos, que los juntábamos y nos daban juguetes, estos eran los juguetes que teníamos.

También cosíamos en la escuela en papel, bolsas para meter la pizarra y el pizarrín.

Yo me quité con 10 años, pues tenía que ayudarle a mi madre a guisar y también ir a por leña.

Luego, pronto me hice mayor y ya iba a coger aceitunas. Por aquellas fechas, ya empezaban los bailes. Rafaela Valero y Víctor Pelayo Galán Moreno


LA VIDA DE ANTES Antiguamente,

muchas

familias

vivían

en

el

campo. Nosotros vivíamos en un cortijo a tres kilómetros de El Vacar.

Mis padres tenían cabras, gallinas, cerdos… así

que

siempre

teníamos

leche,

huevos

y

carne.

del

eran

También teníamos un huerto que regábamos con agua del pozo. Los

días

más

esperados

año

la

matanza y la merendilla. Para ir al colegio, mi

hermano y yo teníamos que ir andando, pues no había coches.

Dionisio Ruiz Ruiz y Claudia Ruiz Sá,nchez


“La amistad no se trata de quién vino primero o quién te conoce más tiempo, se trata de quién llegó y nunca se fue”. “Contada por el abuelo Nasser” Ayoub Zaidi


JUEGO DE LAS TARDES DE VERANO: Los muchachos se iban a las cercas a

esconderse entre el forraje,

a jugar a “Levanto

la malla” que consistía en contar hasta 20 y si veían levantarse a alguien, decían: ¡Zorro que te

vi! Y el que podía salvarse, llegaba al sitio y decía, ¡levanta la malla! Al día siguiente el

dueño andaba buscando quién había pisado su siembra.

Este aviso lo tenía un carpintero de este

pueblo: “Hoy no se fía, mañana sí. Si doy, pierdo mi jornal de hoy; si fío, pierdo lo que es mío y

si presto, al pagar ponen mal gesto. Para evitar todo esto, ni fío, ni doy, ni presto”.

Pilar Márquez y Nerea Gómez


NUESTRA INFANCIA Antes, los niños de Villaharta no tenían piscina e iban a

bañarse al “Lopillo” en plena siesta. El agua de la alberca, estaba llena con el agua helada de un pozo que había junto a una higuera. Pero igualmente disfrutaban con lo que tenían. Por otra parte en la temporada de las aceitunas venían los

“Arrieros”, que eran unas personas que acarreaban las

aceitunas con burros. Iban adornados con unos “aparejos” de muchos colores y llamativos con grandes cencerros en el cuello.

Esto

coincidía

con

los

carnavales

y

todos

nos

disfrazábamos y cantábamos:

”Este carnaval no me sale novio, no me pinto más, ni me

echo los polvos, ¡ay que guasa! ¡y reguasa!

Que me ha salido un novio que no entra en casa, porque no quiere,

porque le da vergüenza de las mujeres”.

Los niños lo pasaban bien con pocas cosas, jugaban en la plaza, la lonja de Cristino y por las calles del pueblo. Pero disfrutaban de este nuestro pueblo, “Villaharta”.

“Vivida y narrada por Encarni Ortiz Dueñas, para

Marta Octavia David”


LA TARARA “Tiene la tarara un vestido blanco que sólo se lo pone jueves santo. La tarara si, la tarara no, la tarara madre, que la bailo yo. Tiene la tarara un dedito malo que no se lo cura ningún cirujano. La tarara si, la tarara no, la tarara madre que la bailo yo. Tiene la tarara un cesto de frutas y si se las pido me las da maduras. La tarara si, la tarara no, la tarara madre que la bailo yo. Tiene la tarara un cesto de frutas que si se las pido me las da mejores. La tarara si, la tarara no, la tarara madre, que la bailo yo.

Tiene la tarara unos pantalones que de arriba a abajo todos son botones.

La tarara si, la

tarara no, la tarara madre, que la bailo yo. Tiene la tarara un vestido verde lleno de volantes y cascabeles”.

Sandra Panadero López


, salía “La Encantá”


LA ENCANTÁ Era todos los días al atardecer, cuando al parecer, se veía en

“El Peñoso”,

una luz flotar. Se decía que del algarrobo, un árbol que hay en “El Peñoso” salía “La Encantá”. Los niños del pueblo, no querían ni pasar

por allí. Por muchos

años que pasen, siempre nos acordaremos de “La Encantá”, al pasar por el algarrobo.

Julia Ruiz Herráiz



MI ABUELA SOLE Cuando era pequeña, mi abuela jugaba con su prima a ser Lola Flores, y mi abuela, Mari Fé de Triana; la prima siempre ganaba, porque cantaba mejor. Mis titas y mi madre, cuando eran pequeñas, cogieron tres cachorros y se fueron al campo a cazar conejos. Se perdieron y mi abuela buscándolas, las encontró tarde y las castigó.

Antonio Alcaide Becerra





EL TANQUE SE SALE Esta historia que voy a contaros, sucedió hace años. Aviso que acaba con final feliz y me la cuentan mis abuelos;, mis titas y mi madre, que la vivieron en primera fila. Fue un día de primavera, muy soleado. Mi abuela Carmen no dejaba salir a mis titas y a mi madre, fuera de la calle Calvario, que era donde vivían y les tenía terminantemente prohibido asomar la nariz a la plaza. Ese día vino un convoy a hacer maniobras a Obejo. Y como aquí nunca habían visto eso, se escaparon de donde estaba mi abuela. Los soldados se pararon en el polideportivo, que antes solamente era una explanada, y como ellas, también estaban todos los niños de Obejo. Les hicieron muchas preguntas y estuvieron viendo los tanques, hasta que llegó la hora de despedirse. Los niños se adelantaron para verlos, y se pusieron en un patio que sigue estando en la calle Córdoba, para decirles adiós. Empezaron a desfilar y los niños con entusiasmo, le dijeron adiós. La mala suerte fue cuando un soldado se despistó y uno de los tanques fue a parar al patio donde estaban los niños. El día soleado, se volvió en un día gris; solamente se oían gritos y llantos. Los niños que pudieron, escaparon por diferentes calles, pero algunos quedaron atrapados entre los escombros.


Mi abuelo al escuchar lo sucedido, fue a casa a preguntar a mi abuelo dónde estaban mis titas y mi madre. Ahí fue cuando le dio un patatús a mi abuela y se desmayó. Mi abuelo fue a buscarlas. A mi tita Carmen la encontraron con una pierna atrapada en los escombros, junto con otras niñas. Mi tita Rafi, mi tita Marina y mi madre pudieron escapar por otros lados, con muchos más niños. Al final, todo quedó en un susto, con piernas y brazos rotos, sin nada grave que lamentar. Al día siguiente, volvió de nuevo a brillar el sol y al poco tiempo los soldados trajeron regalos para todos. Aquí se cumple el refrán, “La curiosidad mata al gato”.

FIN

Pablo Pedrajas Ruiz




LA VIDA DE MI ABUELO Mi abuelo es José: Empezó a trabajar con 6 años guardando marranos. A los 8 años trabajó en la panadería y con 12 años en el Bar Morales y en la tienda. En el pueblo había dos cines. Mi abuelo vendía caramelos para las personas que iban al cine y había mucha gente.

A los 17 años mi abuelo alquiló el Bar Morales en el que estaba trabajando. Estuvo hasta que se jubiló. En los inviernos venía mucha gente a la recolecta de aceitunas. Cuando podía se escapaba a los cortijos a bailar. En aquellos tiempos había pocas fiestas: San Benito, San Antón, Navidad y Semana Santa.

Entonces en esas fiestas es cuando comían comidas especiales como albóndigas y escabeche.

Nerea Pérez Alonso




CÓMO LAVABAN LAS MUJERES LA ROPA En el pueblo las mujeres iban a lavar la ropa a una fuente que le decían “Los Helechos”, que está por detrás de la Loma de Obejo. Había abundante agua, llevaban un barreño de hierro y un lavadero de madera y el jabón que hacían las mujeres en sus casas.

Llevaban la ropa dentro del barreño en la cabeza hasta “Los Helechos”, que estaban a unos dos kilómetros de

Obejo. Mi abuela, como era más pequeña, iba con sus primas a lavar al “Pozo de la Cruz de la Fuenfría”, que era de mi

bisabuela.

Esperaban a que la ropa se le secara porque no podían con ella mojada. Algunas mujeres que iban a “Los Helechos” se llevaban a sus bebés en brazos o con sus mecedoras. Muchas de estas mujeres lavaban la ropa de otras personas para poder ganar un jornal porque así se ganaban la vida.

Como no existían lavadoras, el trabajo lo tenían que hacer estas pobres mujeres. En las casas, como no había luz

eléctrica, se alumbraban con candiles, que se hacían con aceite y una tarcia (que era de trapo) para que alumbrara de noche. Esta es la historia de mi abuela cuando era pequeña.

Israel Sánchez Olivares





LOS TRABAJOS QUE HACÍA ANTES MI ABUELO EN EL CAMPO

Antes no había tractores y las labores del campo se hacían con burros. Se hacía barbecho, que era la primera reja que se le daba a la tierra. Luego se sembraban con otra reja todos los cereales: avena, cebada, trigo, garbanzos,…

Cuando la recolección se hacía, se regaban con hoces de mano para recolectar todo el grano. Se llevaban a la era

con un carro tirado por mulos, y a eso se le llamaba barcina. Una vez en

la era se trillaban el trillo tirado por

mulos. Una vez hecha la trilla, cuando hacía aire en la era, se aventaba y así se separaba la paja del grano. Cuando estaba limpio el grano se metía en sacos y se traían a Obejo.

La paja se traía en barcinas que estaban

hechas de cuerda y la paja se metía dentro de ellas y se guardaba en los pajares.

Israel Sánchez Olivares


MI ABUELO Mi abuelo trabaja en el huerto y cuida a mi abuela. Mi

tito

cuida

los

olivos y me ayuda en las tareas.




CONOZCO MI PUEBLO

La otra tarde me estuve acordando cómo serían las fiestas de antes, de cómo sería por ejemplo, “San Antón”. Cogí mi silla y me senté al lado de mis abuelos Pedro e Isidra, a que me contasen muchas cosas. “San Antón” es una fiesta muy popular aquí en Obejo, ya que es uno de nuestros patrones, y como dicen ellos, el patrón de los aceituneros. Antiguamente la gente se iba al campo la temporada entera de la aceituna, pero ese día para ellos era una fiesta importante, ya que se reunían con todos sus amigos, familia, etc. Hacían misa y procesión con su santo por todo el pueblo, y al terminar empezaban los bailes. Según una anécdota de mis abuelos, ese día siempre había ruptura de parejas, ya que tanto los novios como las novias, bailaban con forasteros y acababan enfadándose.

Miguel Ángel Losilla López




DE RONDA

De esta historia hace ya unos añitos, porque es de cuando mi abuelo Cándido era joven. Antiguamente en el invierno, para la recolección de las aceitunas, se iban las familias enteras a los cortijos para varios meses; se iban un montón de familias. De día,

trabajaban duro recogiendo las aceitunas y por la noche, de vez en cuando, se iban de ronda. Iban de

unos cortijos a otros y se juntaban en uno de ellos, donde tocaban música y bailaban. Mi abuelo, junto a su hermano Francisco y otros amigos, eran los músicos.

Juan Casado Savariego



EL VACAR En el Vacar mi abuela tomaba una tostada con leche “migá” para desayunar y para darle de comer a las muñecas, pan machacado y para beber, agua caliente. Mi abuela jugaba a las canicas, al “Veo veo”, a la “Tanga”, al “Pilla, pilla” y a la “Comba”. El padre de mi abuela le hacía un columpio de soga, porque su padre era pastor y vivía en el campo. También esquilaba ovejas y la madre de mi abuela le enseñaba a coser, a ayudarle en la casa: hacer la cama, lavar los platos, poner la mesa, quitar la mesa, fregar, barrer, guisar, lavar la ropa, tender la ropa, planchar ropa, quitar el polvo, limpiar los cristales… Un día unos lobos se colaron en el rebaño. Mi abuela se escondió debajo de la cama. Cuando mi bisabuelo y mi bisabuela echaron a los lobos , mi abuela no abrió la puerta;

creía que era el lobo y como tenía miedo, no quería

salir de debajo de la cama. Otros días, mientras bisabuelo estaba con las ovejas mi abuela jugaba con las muñecas. Le encantaba ir a la fiesta de San Benito; para comer por el camino hacían un rosco con huevos pinchados. Allí había muchos puestos, tiraban naranjas y podían conseguir peluches,: osos, serpientes, tortugas… También había caramelos, chupachús, piruletas…Cuando llegaba a su casa, iba “rendía” y se dormía hasta el día siguiente.

Rocío Rodríguez Urbano



HISTORIA DE MI PUEBLO CONTADA POR MIS BISABUELOS Un suceso importante que pasó, fue que Antonio, tío de mi bisabuela, murió ahogado en una mina. Es una historia muy triste para ella. Fueron a cortar una viga de la galería y se cayó dentro de un pozo que había en la mina; tenía cuarenta y tres años.

Una vez pasó un avión que hacía maniobras y había unas mujeres lavando y tendiendo ropa, creyeron que eran

blancos donde disparar y las mataron. Los veranos se pasaban un poco duros porque no había agua, se la daban los maquinistas del tren. Vivían en chozas y en aquellos tiempos solo había tres casas, que eran negocios. Los

hombres trabajaban en el campo cortando monte y leña, para cargarlas en las maquinas del tren. Las relaciones con los vecinos eran muy buenas, se ayudaban unos a otros en lo que podían. Las mujeres no trabajaban, se dedicaban a las casas y a sus hijos. Se usaban de pañales … ¡trapos! Mi bisabuela tuvo cinco hijos; se criaban en el campo. A los que sus papás tenían cabras, los alimentaban de su leche y a los que no, les daban papilla de harina tostada con agua y azúcar.

Daniela Martín Arribas (El Vacar)



LOS RECUERDOS DE MI ABUELA EN BAENA Mi abuela me cuenta que cuando era pequeña en Baena su pueblo, salía todos los días a la calle con una amiga…: Jugaba a saltar a la comba al corro a la pica al “pilla-pilla” y a las canicas. Ella disfrutaba mucho. Mi abuelo le hacía a mi abuela farolas de sandía;: le sacaba la carne de detrás, le ponía una cuerda y se iba a la calle cantando “La farola del mar”. En los veranos como no había piscina se iban a bañarse a el río, allí pasaban el día con toalla. La familia lo disfrutaba mucho. Las mujeres mayores en verano salían a la calle a tomar el sol, hacer punto y coser, lavaban en la calle en las pilas y se bañaban. Lo más duro fue cuando mi bisabuela estuvo en la guerra, todo el mundo tenía mucha hambre, muchos días no tenían qué llevarse nada a la boca. Los inviernos los pasaban alrededor del brasero de picón. Mi abuela recuerda como en Navidad iban por las casas de Baena con sus amigas cantando la canción de. “Dame el aguinaldo carita de rosa que no tienes cara de ser tan roñosa y si me lo das por casualidad, que te toque el gordo de la Navidad”.

Estos son los recuerdos de mi abuela y mi bisabuela en el pueblo de Baena.

Adrián García Ramos


“Marzo ventoso

abril “aguanoso”,

sacan a mayo florido y hermoso”. Daniela Martín Arribas




CANCIONES DE MURGA Estas son algunas canciones que cantaban nuestros abuelos en las murgas (chirigotas típicas del Carnaval de Villaharta). “El caballo que se enteró,

que lo cambiaban por un burro, le ha dicho al señor Alcalde, yo me voy a Monterrubio.

Y ha pasado por el Viso, y pueblos más adelante,

y lo han ido a encontrar por el Señor Practicante. El caballo sabe mucho

y también sabe correr veremos si se vuelve Urbano que ha ido a por él”. “Madre que eres una tuna, que has gastado todo el dinero

que he ganado en las aceitunas. ¡Ay, José, mátame! que tienes mil razones, que he gastado todo el dinero que tenías para los lechones”


“Esto es para mí la mentira más gorda del mundo, Me contó mi abuelo que en una ocasión, pasó por un lavadero, donde había cien mujeres lavando ropa, y no se oía ni el ruido de una mosca”

(Contada por el papá de Sergio Wuyanfu Pérez Sinoga):

*Letras de murgas antiguas. Tienen el sentido de caricaturizar situaciones cotidianas. Los hombres decían esto de las mujeres, exagerando y parodiando. Alguna frase como la de “¡Ay, José, mátame!”, o “Madre que eres una tuna”, que entonces se decían en un tono exagerado, pero se toleraban, hoy pueden resultarnos despectivas o amenazantes hacia la mujer.



COSAS TRADICIONALES DE OBEJO Mis abuelos bailaban con una cuerda y a los bolindres en el suelo. Mi abuela cuando era pequeña, hacía muñecos de trapo, y los niños hacían cuadros de palos y caballos de madera para jugar. Algunos niños iban al colegio y otros no, porque estaban en el campo trabajando con sus padres. BAILES POPULARES En Obejo bailaban las jotas aceituneras, los hombres y las mujeres en los cortijos. HISTORIA DE LA FANTASMA DE OBEJO En “El Peñoso”, hay un algarrobo. Los novios se iban a charlar, y las madres no querían que se fueran allí. Se pusieron de acuerdo y una madre se puso un día una sábana blanca encima y les asustaban, y se iban a otro sitio.

Paula Herruzo Parra



MI ABUELO Mi abuelo de chico, se iba con su padre a trabajar cuidando marranos. Jugaba con una pelota de trapo, o al trompo.

En el verano iba a bañarse al río. Todos los años, cuando llegaba el mes de junio, aquí en Obejo se

acababan los pastos para el ganado, y se iba toda la familia a la campiña cordobesa, donde estaban los trigos recién segados y a la espera de los girasoles. Me cuenta mi abuelo que el camino era muy duro, se tardaba cinco días a pie. La ruta era: salir de Obejo hacia El Vacar, Estación de Obejo y Cerro Muriano; pasando por mitad de Córdoba, hasta llegar a Santa Cruz. Este camino es el denominado “Cañada Real Soriana”. Hasta que no lloviera, no podían volver a Obejo. Dormían en el suelo y de almohada se ponían las monturas de los caballos. Cada vez que pasaban por una carretera, mi abuelo avisaba a la Guardia Civil para que parara el tráfico, evitando así algún accidente. Durante el duro camino pasaban muchas penurias. Algunas veces les robaban el ganado y los zorros atacaban a las crías. Mi abuelo cuidaba de un animal en peligro de extinción: la cabra andaluza.

Manuel Antonio Olivares Becerra




FIESTAS TRADICIONALES DE OBEJO Mi abuela y mi abuelo cuando eran pequeños jugaban a juegos que hoy día no jugamos, como por ejemplo a los cordones. Se cogían de la mano de dos en dos y hacían una gran cadena para pasearse por todo el pueblo. Mi abuelo bailaba el trompo, que era una peonza que se lanzaba con una cuerda, y a los bolindres, que eran unas bolas con las que jugaban. BAILES TRADICIONALES Los hombres y mujeres en los cortijos bailaban las jotas aceituneras. HISTORIA DEL FANTASMA DE OBEJO En El Peñoso existía un fantasma que vivía en un algarrobo que aún existe. Según mi abuelo, salía por las noches para asustar a la gente. Algunas veces lo vieron por la calle Almocara vestido con una sábana blanca, dos agujeros grandes en los ojos y un cántaro en la cabeza. Según mi vecina Ani me cuenta, era una persona que asustaba a la gente para que no saliera por la noche. El fantasma se dedicaba a robar ganado de las cercas y corrales, pero nadie lo cogió nunca, por eso siempre ha existido la leyenda del fantasma del Algarrobo.

Marta Herruzo Parra



EL FANTASMA DE OBEJO

En “El Peñoso”, existía un fantasma que vivía en un algarrobo que aún existe. Según mi abuelo, salía por las noches para asustar a la gente. Algunas veces lo vieron por la calle Almocara, vestido con una sábana blanca, con dos agujeros grandes en los ojos y un cántaro en la cabeza. Y, según mi vecina Ani, me cuenta que era una persona que asustaba a la gente, para que no salieran por la noche. El fantasma se dedicaba a robar ganado de las cercas y corrales, pero nadie lo cogió

nunca, por eso

siempre ha existido la leyenda del fantasma del algarrobo.

Marta Herruzo Parra




ANÉCDOTA DE MI TÍO ABUELO Esta anécdota le pasó a mi tío abuelo hace muchos, muchísimos años, cuando era joven. Tenía una manada de vacas por aquella época, varias de ellas tenían terneros. Como ya eran muy grandes había que destetarlos y se los quitaron a las madres. Bajaron a la manada a una parcela en el campo, y se llevaron a los terneros a otro pueblo, encerrados solos. Fue en la Feria de Julio, cuando se celebraba la fiesta en la plaza, por la noche llegó la sorpresa. Llegaron a la plaza las vacas buscando a sus hijos. La gente corría, dejando las mesas solas, y algunos se refugiaban en la caseta municipal, mientras que las vacas mugían desesperadas. Las vacas habían roto el cercado, y fueron tras sus hijos guiándose por los mugidos de los terneros. Después del susto la gente acabó riendo.

Henkry Fernández Flores



LA FIESTA DE LA DANZA DE OBEJO La danza de Obejo se celebra en San Benito, y forma parte de los festejos del pueblo. Después del baile se repartían buñuelos.

UNA CANCIÓN Agua, Padre Eterno. Agua, Padre Mío. Que se van las nubes, sin haber llovido.

TRABAJO DE OBEJO En Obejo el principal trabajo era en el olivo, la recogida de aceitunas.

EN PRIMAVERA En Rumanía durante la primavera celebramos la Pascua, y coloreamos huevos de madera que chocan uno con otro.

Ana Condrea



MI ABUELA

Hizo la comunión, y se trasladaba en burro desde el cortijo al cole. Salían a jugar a la carretera en los recreos, y jugaban al corro y a los caniches. Solían comer cocido, arroz y migas de bellotas. Su casa era grande y de piedra. En el cortijo tenían cabras y perros, y sus padres eran agricultores. Ella era la más pequeña de las hermanas, y cuando fueron mayores se vinieron a vivir al pueblo.

Laura Pérez Ruiz



CÓMO LAVABAN LA ROPA

Cuando mi abuela era pequeña, no existían las lavadoras .Entonces lavar la ropa era un gran trabajo. El día que tenían que lavar la ropa, ,las mujeres se levantaban muy temprano, casi de madrugada; preparaban la merienda y cogían un baño de zinc o una cesta llena de ropa. Se la ponían sobre la cabeza y tenían que ir andando más de dos kilómetros, hasta un arroyo que se llamaba de Las Serranas y está en el cerro de la Solana. Cuando llegaban, , se ponían de rodillas y restregaban la ropa hasta dejarla bien limpia. Cuando eran manchas difíciles, , la ponían al sol con jabón para que se le quitara la mancha. Cuando terminaban de lavar, tendían la ropa y esperaban hasta que se secaba y volvían al pueblo.

Natalia Alex Pizarro



LA GUERRA MUNDIAL Mi tío me contó que mi abuelo fue sargento en el ejército y combatió en la guerra mundial. La guerra empezó en 1939 y terminó en 1945.

Claudio Marian Dima.



LA HISTORIA DE VILLLAHARTA

Antiguamente no era un pueblo, era un palacio, en el que vivía gente adinerada. En el palacio había un Duque que se llamaba Señor de Albendín. El pueblo empezó en la calle Calvario. Los obreros construían chozas a cambio de trabajo para el Duque. No tenían ni médico ni maestro, pero sí tenían unas excelentes aguas medicinales o aguas de hierro, (Agua agria). También carecían de luz; tan solo tenían por la noche, pagando diez céntimos de peseta, (una perra gorda). El agua la cogían de los pozos. Alberto Flores Ortíz



HISTORIA DE LA PANADERÍA DE EL VACAR

Antiguamente, venían muchos camiones de leña y harina para hacer el pan, en el horno de la panadería de El Vacar. Mi papá vivía al lado de la panadería, y entraba el olor por la ventana de su casa en verano. Así sabía que los panaderos estaban haciendo dulces. Él soñaba con dulces, “croasanes”... El colegio de mi padre estaba al lado de la panadería y los panaderos iban a llevarles a los niños recortes de dulces y ellos les dejaban estar en la panadería viendo como lo hacían.

Jesús Maldonado Díaz



Mi abuelo y mi tío se acostaban juntos en dos camas diferentes en el mismo cuarto. Mi abuelo fue a tocar la trompeta y, para no despertar a mi tío que estaba durmiendo la siesta, no encendió la luz y se puso un calcetín verde y otro rojo. Cuando se fue, mi tío se despertó y se dio cuenta de que un calcetín era suyo y otro de mi abuelo y fue a decírselo a mi abuelo. Cuando llegó, mi tío, le levantó los pantalones y le dijo: -Te has equivocado de calcetines.

José Ramón Nevado Moreno



INUNDACIÓN DEL BARRIO DE CAÑERO EN CORDOBA. (Contada por mi abuela Isa)

Sucedió la noche del día 26 de enero de Enero de 19600 .Después de toda una tarde alertas porque el arroyo estaba muy crecido; sobre las 10 de la noche comenzó a desbordarse. Yo estaba en la casa de al lado con mi amiga y me fui corriendo a la mía, mojándome los pies, muy divertida, pero cuando empezó a venir el aluvión del agua por la calle de enfrente; fue fatal. Las gentes que vivían en las casas bajas, tuvieron que salir corriendo y sacar en volandas a los ancianos y a los enfermos. Nosotros nos fuimos a la plantas de arriba y allí estuvimos toda la noche. Mis hermanos y yo nos acostamos vestidos y mis padres pendientes estaban, por si nos tenían que rescatar. Toda la noche estuvo pasando la Guardia Civil con caballos e incluso barcas y el agua seguía cayendo a manta. A la mañana siguiente el agua había retrocedido, pero todo era un barrizal. Los efectos tardaron mucho en repararse, porque mucha gente lo perdió todo. Hasta animales que entonces criaban en los patios: gallinas, conejos, etc. Con el tiempo, el arroyo fue canalizado y no volvió a pasar más.

Alba Ruiz Moure



LA HISTORIA DE MI ABUELO LAMRI

Mi abuelo vivía en el este. Él nació en el año 1916. Con dieciséis años se fue a Argelia con un primo suyo. Vivió allí muchos años. Cuando Argelia estuvo en guerra con Francia, mi abuelo aprendió a ser pintor de profesión y lo mandaron a trabajar al Sahara. Con veinticuatro o veinticinco años volvió al este para casarse con mi abuela y consiguió trabajo en Argelia. Mi abuelo se construyó una buena casa y tuvo una buena vida

Marwa Zaidi Aissat.



Mi pueblo se llama El Vacar porque hace más de mil años se llamaba Alcaba que significa cuesta de las vacas y es porque entonces había mucho tráfico de gente, ganado, mercancías y ejércitos y como tenían que subir una cuesta muy empinada tirados por bueyes, se le quedó ese nombre: “La cuesta de los bueyes o vacar”. Lucía y José son un matrimonio mayor que viven aquí desde que se casaron y cuentan que tenían que ir a por agua a “La fuente del cordel”, cargando cántaros; que no tenían luz ni baño, ninguna comodidad, en general. José trabajó muchos años en la panadería de El Vacar, haciendo pan en los auténticos hornos. Hace muchos años, en mi pueblo había un colegio que al principio estaba al lado de la iglesia y luego lo hicieron donde ahora. Había más de cuarenta niños y unos profesores como la Seño Gloria, Doña Mari o Encarnita que a veces se iban al campo a coger setas y dibujar. Como cada vez había menos niños, tuvieron que cerrar y algunos niños tuvieron que ir a un internado en Espiel y otros a Córdoba.

Laura de Austria Medina



LA HISTORIA DE MI ABUELO

Cuando mi abuelo era pequeño, vivía en el campo. Allí tenían gallinas, cabras, gatos, perros, etc. .Un día, había un águila volando por encima de los pollitos, y mi bisabuelo le dijo a mi abuelo que le gritara, para que se fuera. Mi abuelo se escondió detrás de una mata, para cuando el águila se posara, asustarla, que se fuera y no se comiera a los pollitos. Pero el águila no se posó en el suelo, sino que bajó, cogió los pollitos y volvió a subir. Mi abuelo le echo la bronca a mi abuelo. Él le explicó, que pensaba que se iba a posar en el suelo.

Araceli Bernal Sánchez



MI PUEBLO VILLAHARTA

Villaharta está situada en Sierra Morena. Su historia viene, según me cuenta mi bisabuelo Pedro, de cuando los Reyes Católicos le dieron estas tierras a Fernando Páez de Castillejo, y con el tiempo se formó Villaharta. Había un gran palacete, en el que el Duque Albendín gobernaba en estas tierras y sus obreros empezaron a hacer la Calle Palacio, construyendo sus chozas y cabañas. Ahí empezó la primera calle. Los niños no tenían juguetes, los fabricaban ellos, como el balón de papel y la muñeca de trapo. Se alimentaban de la caza y la agricultura de sus huertos. Villaharta es muy conocido desde hace muchos años por sus aguas medicinales o Aguagria. Las más conocidas fuentes son: Fuente Agria, La Bastrilla, El Cordel, La Boca del Infierno, Los Angelitos y San Rafael.

Miriam Flores Ortiz



MI ABUELA DOLORES

Cuando mi abuela tenía diez años, vino a Villaharta desde la Mogea. Como no había teléfonos, mi bisabuela se asustó, y fue por la noche al pueblo. Luego fueron a casa de mi tita y se la llevó. Cuando encontraron a mi abuela, le dijeron que no fuera más al pueblo.

Lola Galán Márquez



DE MI ABUELA DOLORES Mi abuela, vivía en el campo. Su abuela le dijo a mi abuela, que le llevara a su hermano con ella. Su madre le dijo que se lo trajera y no sabía dónde estaba. Estaban buscándolo y, una vecina le encontró en la cama durmiendo.

María Galán Márquez



Un hecho importante para el pueblo de Villaharta, fue la construcción de la central térmica, ya que el pueblo creció y vinieron muchas empresas con muchos trabajadores y matrimonios. Una anécdota fue que un hombre, arando, tropezó con un objeto, que era una olla de barro. Paró el trabajo y alarmó a todo el pueblo pensando que estaba llena de monedas de oro. ¡Cuál fue su sorpresa! La olla estaba vacía. Los momentos más divertidos eran la feria, el carnaval…Los jóvenes jugaban al corro, sacaban a su mozo y cantaban: “Si en este carnaval no me sale novio, no me pinto más ni me echo los polvos” (Cancioncilla). Los momentos más duros eran los trabajos en el campo, en invierno, cogiendo aceitunas. También iban a lavar la ropa a “La serrana”, un arroyo donde se lavaba sobre una piedra. La relación con los vecinos era muy familiar. En verano, se sentaban en la calle a tomar el fresco con el botijo de agua y a contar chistes. Los amigos de otros pueblos venían a pasar las fiestas con nosotros. Íbamos al baile, de paseo y bajábamos al agua agria. Por la noche subíamos andando al pueblo.

Elena Moreno Calvillo



CINCUENTA Y DOS AÑOS DE LA CAÍDA DE UN AUTOBÚS AL RÍO GUADALQUIVIR EN CÓRDOBA

El día veintiséis de abril de 1964, jugaba un partido de fútbol el Córdoba contra el Levante. Un autobús urbano que saló desde la plaza de las Tendillas, en el que iban los últimos rezagados que acudían al partido, tuvo un trágico accidente. Al llegar a la Cruz del Rastro, el autobús se precipitó al río Guadalquivir donde llegó a sumergirse por completo. Este suceso vistió de luto a la ciudad de Córdoba.

Gonzalo Ruíz Moure



RECUERDOS DE EL VACAR

Antiguamente, la panadería “El Vacar” era la venta de Pedro Molero, que era mi tatarabuelo. La casa que hay al lado de la panadería, era la posada de mi tatarabuela,; y el corralón que hay junto a la casa, eran las caballerizas donde guardaban los coches de caballos. Allí se hospedaban los huéspedes que iban de viaje hacia otros pueblos. La venta de Pedro Molero está escrita en la Historia de El Vacar, y ya existía desde antes de la guerra. El castillo de El Vacar lo construyeron los árabes y de ahí proviene su nombre, Mano de Hierro, y esto también está escrito en la Historia de El Vacar.

Agustín Sánchez Puerto



LA VIDA ANTIGUAMENTE Antiguamente, las niñas, cuando no tenían muñecas, hacían unas de trapo y los niños, unos caballos con berenjenas. También los niños jugaban con arados de palos. Algunos niños iban al colegio y otros no, porque estaban con sus padres en el campo; o también iban al colegio durante el curso, menos los tres meses de aceitunas, porque se iban al campo para ayudar a sus padres. Las personas que estaban en el campo, como no había agua, se lavaban en los ríos y para transportarse iban en burros, o, los más jóvenes, andando. Hasta que inventaron los coches e hicieron carreteras. Para ir a Córdoba las personas iban andando o en burros hasta El Vacar y allí cogían el tren. El primer medio de comunicación que inventaron fue la radio, que ahí era donde oían las noticias.

Araceli Barrios Herruzo



LA VIDA DE MI ABUELA

Voy a contar como vivía mi abuela: Cuando era niña, solía jugar a la pelota, ella y su hermana se hacían columpios con una “soga” y una tabla. A su hermana le gustaba jugar a cocinar y mi abuela a coserle vestiditos a las muñecas, que entonces eran de trapo. Voy a contar una anécdota que me causa mucha risa: Las muñecas de mi abuela eran de trapo, y una vez los reyes le trajeron una muñeca de cartón, que con el tiempo se ensució y la bañó, pero claro, al ser de cartón se rompió. Cuando mi abuela era ya más mayor, se levantaba y desayunaba, lo típico, y le ayudaba a mi bisabuela a hacer pan, fregar, etc y después ayudaba a mi bisabuelo a labrar, cultivar el sembrado, etc Cuando llegaba el domingo venía al pueblo e iba al cine y a los salones de baile, donde conoció a mi abuelo. Mi abuela se lo pasaba muy bien, pero era una gran trabajadora

Isabel Mª Escribano Rodríguez



HISTORIA DE OBEJO

Me cuentan mis abuelos que la gente, después de la guerra , pasaron muchas necesidades y mucha hambre . Aquí en Obejo hubo una familia, que se puso a coger bellotas en una finca privada , para comer. Entonces el dueño de aquella finca denunció. En el cuartel, el cabo de la guardia civil le dijo al dueño de la finca que si no quería que le robaran las bellotas, que le colgara morcilla en los chaparros.

De Claudia Fernández Mata, contado por mis abuelos



CUANDO MI ABUELA ERA JOVEN El nacimiento de mi abuela fue en Obejo en plena sierra cordobesa y allí transcurrió. Cuando tenía 4 años empezó a ir al colegio en parvulitos. Su colegio estaba situado en “Las Torres” y actualmente es la guardería.

Así transcurrió sus días hasta que pasó al instituto. Obejo es un pueblo muy pequeño pero a la vez “muy grande”. Sus habitantes son personas cariñosas y de gran

corazón. La mayoría de los habitantes vivimos de la agricultura y del ganado.

Cuando llega la época de invierno todos nos dedicamos a la recolección de la aceituna, y en verano a la recogida de

la almendra. La aceituna es trasladada a la cooperativa donde es molida y se hace un rico aceite para el tostón molinero. Este aceite es metido en cubas para ser trasladado al exterior. Qué queréis que os cuente más de mi pueblo. Tiene tres fiestas muy importantes: San Antonio, que es el 17 de enero, y San Benito que es el patrón de mi pueblo el 21 de marzo. Ese día es muy importante porque los habitantes del pueblo nos dirigimos desde el pueblo a la ermita. Algunos van a caballo y otros, en coche. Antiguamente íbamos en caballo o andando porque no había tantos coches como hoy.

Por Obejo pasaron varios pueblos colonizadores que nos dejaron sus pequeños recuerdos como “ Las Torres”, en el

lugar del mismo nombre y la parroquia de San Antonio Abad. También nuestras madres se tenían que desplazar a “Fuente Honda” o a ”Los Helechos” por no haber agua. El agua de beber se traía en un burro con unas aguaderas que tenía cántaros y con ese agua bebíamos y cocinábamos los alimentos. Obejo era divertido por sus carnavales y por las famosas gachas del 1 de noviembre, Día de los Santos. También pasábamos el tiempo jugando al corro, los cordones y las chinas. El 20 de enero íbamos a por enebros y hacíamos una gran candela en la plaza y jugábamos al corro los muchachos y las muchachas.

Este fue el pueblo que la vio nacer y en él hizo la comunión. Ya solamente me queda por deciros que soy de Obejo y

lo llevo en mi corazón.

Francisco José Fernández


LA VENDIMIA


En los meses de septiembre y octubre el pueblo se quedaba vacío con los jubilados y los niños, porque los adultos y muchachos de 12 o 14 años se iban a la vendimia. Unos iban a Francia y otros a la Mancha. Los que iban a Francia llevaban las maletas a “tentebonete” de comida porque allí era todo más caro. Pero en la Mancha iban mantenidos. Los niños más pequeños se quedaban con los abuelos o familiares más cercanos. La vendimia era un trabajo duro porque echaban ocho horas agachados cortando uvas. Allí se cobraba el jornal el doble de lo que se cobraba aquí y además trabajaba toda la familia: hombres, mujeres y menores, que aquí estaban parados . Cuando acababa la campaña volvían con las maletas vacías, pero muy contentos porque traían más dinero del que ganaban aquí en todo el año.

Javier García Becerra



LA FERIA DE MI PUEBLO

Antes, la feria de San Benito de julio, era muy distinta por las cosas que yo veo y me cuenta mi padre. Dice que, cuando él tenía mi edad, los niños tenían muchas ganas de que empezara la feria, porque venían todas las familias que se habían ido a trabajar fuera del pueblo y con ellas venían sus niños que eran sus amigos. Se ponía el pueblo muy lleno.

La feria se hacía en la plaza y allí se ponía la caseta de baile, que había que pagar para entrar. En la

calle de la cooperativa ponían los cacharritos: una caseta de tiro, un tiovivo chico y una barquilla. Parecen pocas cosas pero ellos se lo pasaban muy bien, porque no tenían ni piscina, ni polideportivo, ni parque.

Mª Ángeles García Becerra



Es una experiencia religiosa Mi bisabuela Ascensión, la madre de mi abuelo materno vivía en el campo con su marido y sus seis hijos. Su marido trabajaba haciendo las tareas del campo y con sus animales, y sus hijos se iban al pueblo a trabajar para las familias más ricas. Ella se quedaba en su cortijo haciendo la comida y las tareas del hogar. Un día ella se encontraba en la candela cocinando y llamaron a la puerta. Cuando iba para ver quién era, se encontró a un señor alto, con barba blanca y con una túnica marrón bastante estropeada. El hombre tenía cara de buena persona. Al ver al hombre cansado, le pregunto que si necesitaba algo y el señor sólo le pidió un vasito de agua. Cuando se lo dio, mantuvieron una conversación. El hombre mientras se bebía el agua le dijo a ella que, “en siete días las estrellas comenzarían todas a correr y cuando eso pase, empezaría la guerra civil”. Ella fue a soltar el vaso y cuando fue a decirle adiós ya no estaba allí. Salió fuera y lo llamó, pero ya se había ido. Todo lo que él le contó, fue pasando tal como le dijo. Con el tiempo se supo que ese hombre es un santo muy querido llamado Fray Leopoldo.

Juan Luis Hernández Sáez



LA NIÑEZ DE MI ABUELO

Antiguamente, cuando mi abuelo tenía 8 años se tuvo que poner a trabajar con su padre. Se dedicaba a poner trampas para poderle dar de comer a sus hermanos, que eran pequeños. Él pasaba mucho miedo porque su padre era diabético y llagaba muchos días a las 9 y a las 10 de la noche y lo dejaba solo en el campo mientras que él iba mirando otras trampas. Al día siguiente tenían que salir otra vez a seguir poniendo y quitando trampas, lloviera o no lloviera, porque era el pan de cada día. Después, esos pájaros que cogían los vendían, porque un hombre se dedicaba a comprarlos y venderlos en El Vacar.

María Hernández Savariego



“EL CARA QUEMÁ”

Érase una vez un hombre que después de la guerra, se dedicaba a ir por los cortijos haciendo cosas malas. Algunas de las cosas que hacía, era coger a los hombres y los ataba a las patas de los caballos y luego le daba al caballo para que corriera. Otras veces se disfrazaba de mujer y, cuando les abrían la puerta, les apuntaba con una escopeta y les hacía matar a todos sus animales .Después él se comía lo que le apetecía y lo demás lo dejaba tirado. A las mujeres que se encontraba les quitaba a sus hijos, se los llevaba muy lejos de ellas y los dejaba tirados en el campo. Al final lograron dar con él y en un enfrentamiento con la guardia civil murió. Como le tenían terror, lo enterraron en el cementerio de Pozoblanco para que la gente lo viera.

Raúl Ruiz Herráiz



LA JUVENTUD Y LA VEJEZ DE MIS ABUELOS Mi abuelo y mi abuela se conocieron por los años 50. Estaba mi abuela escardando trigo en el campo, con mi bisabuela y otras dos mujeres más y se le acabó el agua que tenían para beber. Entonces mi abuela cogió el cántaro y se fue a un pozo que había cerca de donde trabajaban a coger el agua.

Mientras mi abuela sacaba el agua, llegó mi abuelo con otro cántaro a por agua de

otra cercana, y le dijo mi abuelo a mi abuela: rubia, deja que yo te saque el agua. A mi abuela le dio vergüenza y se fue. A los pocos días estaba mi abuela en la calle y vio pasar a mi abuelo con un burro cargado de leña. Desde ese día empezaron a verse más a menudo. Mi abuela tenía 15 años y mi abuelo 19. Estuvieron juntos de novios 5 años y el pasado 6 de octubre hicieron sus bodas de oro. Tuvieron 5 hijos, viven felices y comen perdices.

Yasmina María Sáez Cirmaci



LA ÉPOCA DE MI ABUELA Cuando mi abuela era joven no había televisiones, ordenadores, tablets… El pueblo estaba muy viejo y ahora están haciendo muchas cosas para arreglarlo. Coches sí había, pero ella siempre me dice, “Quien podía tenerlo, lo tenía y si no, iba en burro”. El colegio no estaba donde está ahora, sino en la guardería., en el piso de arriba. Había más niños que ahora y sus padres se los llevaban al campo para que los ayudaran. ¡Piscina no había! No me lo puedo creer. Si no fuera por unos niños que fueron al Ayuntamiento a pedir que la pusieran, no habría hoy. Mis abuelos iban todos los años a cortar uvas. A mi madre y a mi tía, también se las llevaban. ¡Cómo ha cambiado mi pueblo!

Isabel Zaidi Sabariego



REDESCUBRIENDO VILLAHARTA ANTIGUA Y SUS CURIOSIDADES Hechos: _ Al construir la térmica de Puente Nuevo,, vinieron muchas personas y empresas y le dieron vida al pueblo. Anécdota: _ Un hombre estaba arando y se tropezó con una olla. Fue al pueblo a alarmar a los demás porque creía que había monedas de oro, pero la sorpresa fue que no había nada. Momentos divertidos. _ La feria y el carnaval; en éste las niñas sacaban a las parejas y cantaban : ”Si en este carnaval no me sale novio no me pinto más ni me echo los polvos” Momentos duros: _ Trabajar en el campo y tener que ir a lavar las prendas al arroyo en piedras grandes. Relación vecinal: _ En verano, se sentaba la gente en la calle con el botijo y contaban chistes. Amigos: _ Los amigos se reunían en las fiestas con los demás, iban a bailar y de paseo , por ejemplo a Fuente Agria.

Antonio Moreno Calvillo





VILLAHARTA ANTIGUA, SEGÚN TERESA RUIZ

En la feria del

7 de mayo, se celebraba “San Rafael”, luego lo cambiaron al 16 de

julio, ”Día del Carmen”. Se hacía un baile, ponían una noria chiquita y un puesto de turrón y jugábamos a las chapas. Entonces, no había farolas, solo bombillas. Había un coche, al que llamaban “La Rubia”, de Carlos Doval, que tenía un estanco y luego estaba el camión de Cristino que transportaba gaseosas y sifones; había solo caminos de tierra. Todos los domingos de Resurrección se iban a la merendilla. En los carnavales salían comparsas, actuaban Rufinillo, Elías , Zagala, Muñecas y Jenaro. Había dos colegios uno de niños y otro de niñas. Estaban la iglesia, el puesto de la guardia civil. Había un cine de invierno y otro de verano .En el de verano se hacían bailes .Tenían un bar. Se celebraba la Romería de la virgen de Fátima, que la recogían en El Vacar y el día del café, el 13 de Noviembre. Había pregonero, al que llamaban “El Ché” y anunciaba cosas como las corridas de toros. Había fuentes de agua agria y balnearios .Eran aguas buenas y curativas para el riñón, hígado, diabetes e hipertensión.


Las calles estaban hechas de boliches, (piedras pequeñas). Las casas eran antiguas, con muros anchos y en las fachadas había aldabillas. Para guardar los animales disponían de corrales. También

hacían matanzas. No se lavaba la ropa en las casa, sino que lo

hacían en el arroyo de las Serranas y también la secaban. Las plantas habituales en las casa eran las gitanillas, el geranio, toronjil del moro, perejil, lirios, hierbabuena y albahaca. En Navidad se salía a pedir el aguinaldo. Antiguamente también los vecinos se sentaban al sol para hablar. El 2 de febrero celebrábamos la Candelaria, se jugaba al corro y a los cordones, hacíamos muñecos con sal y se quemaba.

Inmaculada Sánchez Guerrero



MEMORIA DE MI ABUELA DE OBEJO Una anécdota que recuerda, es cuando estaba en el campo jugando en lo alto de unas piedras, uno le tiró una piedra a la cabeza y me dio en la ceja. También recuerda cosas malas, como cuando su niña era pequeña y se metió entre las vacas. Se asustó mucho, hasta que pudo sacarla de allí. Lo que más le divertía era cuando estaba en el campo con su hermana y vecinas; hacía muñecas de trapo, pues las vecinas eran costureras. También se acuerda de otras cosas como por ejemplo, lo que le pasó a un pastor mientras vareaba un chaparro para darle de comer a las ovejas, ,pues se le apareció San Benito.

Ahinoa Olivares Fernández




CURIOSIDADES DEL VACAR Antiguamente, El Vacar era una estación de trenes. .Los hombres, iban a recoger madera para que los trenes funcionaran, así ganaba la gente dinero. También había familias que no traían la leña para conseguir dinero, (como la entrevistada) pues eran labradores. La gente vivía en chozas, solo había tres casas: Avenida de la Estrella 2 de Espiel, donde vivo yo; avenida de la Estrella número 10 de Espiel también y avenida de la Estrella 8 de Villaviciosa.. Los marqueses dejaban a los habitantes hacer chozas y casas.. Se llamaban Dª Isabela que era la madre y sus hijos D. José Luis, D. Fernando y D. Jaime. Los maquinistas de los trenes de mercancías traían agua a los habitantes para que lavaran sus ropas. Para beber agua potable iban a pozos muy lejanos. Los ciudadanos compraban la comida a unos señores que venían en burros, el pan lo compraban en la panadería, la casa de la avenida de la Estrella 10, de Espiel. Cuando la entrevistada tenía 10 años vinieron los militares que construyeron los polvorines. Los curas que daban la misa a los militares también daban misa a los habitantes. Cuando la gente se casaba en El Muriano, volvían a El Vacar en el tren de carbón

Iván Romero Calero



RECUERDOS DE INFANCIA DE MI BISABUELA Recuerda que el momento más duro de su infancia es cuando ella tenía 5 años , que mataron a su padre durante la guerra. Junto con su madre y hermanos, tuvieron que desplazarse a Granada. El recorrido fue largo y duro, ella apenas podía andar pues llevaba dos muletas. Durante la guerra no se podía jugar. Cuando terminó, jugaban en la calle con los niños, a saltar a la comba. Unas de las canciones que cantaban era, ”Que llueva, que llueva “y “La Tarara”.

Un refrán que recuerda: ”No dejes

para mañana lo que puedas hacer hoy” Un poco más tarde fue a un colegio interna, donde aprendió a coser. Los veranos eran muy calurosos y debían ir a bañarse al río. Los inviernos eran muy fríos y difíciles; no tenían suficiente dinero para comprar un brasero. El trabajo en el campo era muy duro.

Raúl Fernández Gómez



ANÉCDOTAS Y RECUERDOS DE EL VACAR.

Hace muchos años, en el castillo de El Vacar, se encontró una galería con 3 kilómetros de longitud, que llevaba a una fuente. Hace muchos años vinieron a grabar una escena de la serie Curro Jiménez, “El bandolero mano de hierro”, en la estación de trenes de

El Vacar. Salimos todos, incluido yo y aunque no hablé me gustó mucho salir en la serie y conocer al actor. Antiguamente la romería se hacía en el campo; se cocinaban paellas y nos lo pasábamos genial.

Juana Mª Sánchez Puerto



CONOZCO A LAS PERSONAS DE MI PUEBLO .-Biografía de Antonio: Antonio, nació en 1943, y ha llegado a ser profesor en un I.E.S. Siempre, ha sido muy buen estudiante y sociable; se casó con Mari Carmen y siguen felizmente casados desde entonces. .-Mari Carmen: Ella tenía que ir al colegio con una lata llena de carbón para calentarse y para no quemarse, la cogía con un alambre. También sufrió mucho por la pérdida de tres hermanos. -. Mi abuelo: tenía una cabra en su terraza y le daban de comer. -. -La niña del pozo: tres casas más arriba de donde vivía mi abuelo, vivía una niña que murió, pues la mató su padre empujándola a un pozo. Dicen que todavía se la escucha hablar. . -Juegos: En la Calle

Mayor ,jugaban a las chapas, las llenaban de jabón y las lanzaban a la fuente por el

bordillo. Perdía al que se le cayeran.

Antonio, Mª Carmen y Vera Canals Caballero



COSAS COTIDIANAS Hace muchos años,

mis abuelos me cuentan que

Obejo es muy humilde. -

A la entrada del pueblo se veían a las señoras con los cántaros

de

agua

en

la

cabeza

que

llegaban

de

llevarnos agua en la Fuenfria. También iban a por agua a “El pozo de oro”. -

En la calle Córdoba, Antonio el sacristán sembraba el huerto, con su tienda pequeñita. En la puerta de la tienda ponía chuches, chicles, altramuces, etc.

-

En la entrada estaba la panadería de Don Pedro Molina.

-

Como el pueblo no tenía agua potable, a la entrada de la calle Calvario pusieron un grifo donde la gente se abastecían. También en la plaza del Corazón de Jesús.

-Al paraje llamado “Los helechos”, iban las mujeres a lavar la ropa, a unos lavaderos que habían en una fuente. En aquellos tiempos en el pueblo había carpintería, fragua, dos molinos de aceite, zapatero, juez, guardia civil, etc.

Coraima Mª Flores Perea




RECUERDOS DE MI ABUELA ISABEL Cuando yo era joven, en los inviernos, todos nos íbamos del pueblo a los cortijos a coger aceitunas. También venían forasteros de pueblos vecinos como El Viso, Belalcázar, Dos Torres, etc. El jornal duraba siete horas lloviera o no y nos íbamos al tajo con los niños pequeños de solo unos meses a los que cuidaban sus hermanos mayores de apenas siete años. Metíamos a los pequeños en una canasta y los poníamos al lado de la candela y si llovía le poníamos un capote por encima para que no se mojaran. Cada tres horas el hermano mayor se lo llevaba a su madre para que le diera de comer y luego vuelta a la canasta, a la vez que cuidaba de la candela. Por las noches hacíamos bailes en los cortijos cercanos más grandes, como La Calera, Calderón y Las Niñas. Si no había radio, se tocaba algo como una sartén y una botella de anís. Si había radio se ponía Radio Internacional donde había un programa de nueve a once de la noche que se llamaba “De España para los españoles” en el que ponían canciones de tres en tres y mandaban saludos a los españoles que estaban en el extranjero. Cuando sonaba la canción dejábamos todo lo que estábamos haciendo y bailábamos las tres canciones. La recogida de la aceituna se empezaba para La Purísima (8 de diciembre), y duraba hasta últimos de marzo. Cuando se acababa un tajo, poníamos una bandera, (trapo blanco), en el último olivo y le decíamos a las demás cuadrillas vecinas: “¡Ahí van los cigarrones¡ “; y al día siguiente hacíamos “La Panduerca”, (fiesta en el cortijo), y así todos los años.

Paula García Becerra, E.S.O


POLICÍAS Y LADRONES Me cuenta

mi abuelo que cuando era pequeño, él y sus

amigos jugaban a policías y ladrones; Un día estaban jugando a este juego, él era el policía y cuando vio a un ladrón dijo: ¡Alto!

¡Te mate!

Apretando a la vez para

tirarse un pedo y simular el sonido del disparo, cuál fue su sorpresa que se terminó cagando.

Verónica Hernández

Savariego 2 ESO



OBEJO EN LA ÉPOCA DE LOS 60

Esto era lo que había en aquella época: En el pueblo de Obejo se jugaba a la comba, a los cordones… Las mozuelas se iban a la carretera: allí las pretendían los muchachos. Iban a la Unfría a coger agua, porque no había agua potable en las casas. Cuando iban a lavar la ropa, tenían que ir hacia La Loma y se paraban a que fuera de día para ver el camino, ya que madrugaban para que otras personas no les quitaran los lavaderos. En el verano, el día de La Virgen de Agosto (15 de agosto), se iban al río de comilona; Iban parejas, pero también iban muchachas a guardar las parejas, para que no estuvieran solas. En el invierno iban a coger aceitunas, solo venían al pueblo el día 17 de enero para San Antón. Mi abuelo se iba desde La Calera a Carderín (que hay de distancia 25 km) , la noche de Nochebuena para ver a mi abuela y cuando acababan de cenar, él se volvía; salía andando de verla de noche y llegaba a La Calera por la mañana. Según mi abuela, mi abuelo se iba como venía, ¡No se comía ni una rosca! Porque a ella, mi bisabuela no la dejaba salir ni a la puerta del cortijo. Pero impedírselo no sirvió de nada, porque como resultado acabaron casándose.

Ana Mª Madrid Sáez



MI ABUELA Mi abuela de pequeña no iba al colegio, se iba con sus padres a cuidar marranos. Mientras cuidaba los marranos, llevaba un zurrón donde echaba las almendras para aprovechar el tiempo y llevar algo a casa. Cuando ya se hizo mozuela iba a lavar a la “Fuenfría”, fuentes y ríos; se llevaban almuerzo ya que tenían que esperarse a que la ropa se secara. También iba a coger aceitunas. Las fiestas eran en los cortijos que la llevaba su padre. En el tiempo libre hacía labores como bolillo, croché, punto de cruz… En verano se refrescaba en ríos y arroyos. Más tarde se echó novio. Como su padre no quería que tuviera novio, cuando él iba a verla, su padre le azuzaba los perros para que se fuese. Después de unos años se casaron y tuvieron ocho hijos. Los pañales eran de tela. A lo largo de los años tuvieron doce nietos que disfrutan con nosotros cada momento.

Olga María Olivares Becerra. E.S.O




LAS FIESTAS DEL PUEBLO Cuando mi abuelo era pequeño siempre estaba en el campo. Con 10 años empezó a trabajar y con 15, se vino a trabajar con los albañiles. Con cualquier cosa se divertían en el pueblo. En Obejo había tres grandes ferias: -

El 17 de Enero se celebraba con una fiesta muy grande, en las que venían muchas personas de los pueblos de alrededor a la fiesta del pueblo.

-

El 21 de Marzo había una fiesta de la Romería de San Benito.

-

El 11 de Julio, también era la fiesta de la Romería en San Benito. Era la fiesta grande del pueblo.

Antiguamente se empezaba la feria con la Romería de San Benito y hoy en día se empieza la feria el Jueves más próximo a su día que es el 11 de Julio y luego la Romería. El día de San Antón se celebraba con la profesión del Santo y la danza de las espadas. Había otras fiestas que eran el día de la Candelaria, que se celebraba el 2 de Febrero y otra era el 15 de Agosto, que se iban de Perol al río. Otra fiesta que era muy famosa era el Corpus Cristi, que se celebraba un Jueves o el día del Señor, a partir del próximo Jueves a los cuarenta días de Semana Santa. En la fiesta del Corpus Cristi se hacía la misa y a continuación una procesión, visitando los altares vivientes. Otra de las fiestas más importantes era el 2 de Mayo, que se hacían las cruces de Mayo. Los aceituneros hacían una candela grande en la plaza y hacían un corro, cantaban, jugaban,…

Silvia Olmo Flores. ESO




EL TIEMPO QUE NOS TOCA VIVIR Mis abuelos me dicen que los tiempos corren demasiado rápido, tan rápido que no nos da tiempo a apreciar todo lo que tenemos. Antes ellos solo tenían dos pares de mudas y nosotros ahora no sabemos lo que tenemos en el armario. Que es bueno avanzar en las tecnologías, pero que nunca se nos olvide hablar y de tratarnos como personas. Antes los enseñaban a decir “Hola” o “Buenos días” a las personas, pero eso ahora se está perdiendo (dicen que no se lleva). Antes iban con unos pantalones rotos, porque no tenían y ahora los compramos rotos o los rompemos a cosa hecha. Dice mi abuela que ahora nos sacamos los ojos por cualquier tontería y, sin embargo, antes la gente era más buena y natural, se ayudaban unos a otros,; la gente que vivía en la misma calle o barrio eran como si fueran familia, las puertas estaban siempre abiertas,; por la noche se sentaban al fresco cada uno en su puerta y contaban como les había ido el día. Los vecinos servían de amigos, familia, de niñeros… Lo que encartara. Que si alguien enfermaba, lo sentían y si alguien tenía una alegría, ellos también se alegraban. Todo sanamente. Cuando mi abuela tenía mi edad, cuenta que todas las chicas estaban juntas y se divertían jugando a los cordones, al corro, a la patarra… pero siempre juntas. En cambio ahora no es igual. Antes, no tenían recursos para maquillarse ni para comprarse ropa. Dice que se las tenían que ingeniar con azúcar, con rulos caseros… para estar guapas. Pero tenían mucha más clase y elegancia que las de ahora, teniéndolo todo como lo tenemos y eso, que ellas trabajaban de sol a sombra en el campo. Mi abuelo dice que ahora todo lo que se come son porquerías; todo lo que le echan al chóped y a la mortadela es comida-basura. Antes se hacía matanzas y se aprovechaba todo lo del marrano. Con esto se abastecían todo el año y lo conservaban en productos naturales como la sal, el pimentón y el aceite. Con esto conseguían tener


lomo en orza, el chorizo en aceite, las costillas saladas, el jamón curado… dice mi abuelo que esos sabores no los han conseguido los adelantos de hoy. Que cuando iba a la cooperativa, compraba el aceite a granel para echarlo en una orza y conservarlo todo el año. Este sabor también se ha perdido, ya el aceite no sabemos de dónde viene. Lo que los abuelos han querido enseñar a sus hijos y nietos,

es saber valorar a las personas y las cosas. Que no por tener mucho, vas a ser

más feliz. Porque la riqueza crea la avaricia.

En ciertas cosas la vida ha mejorado, pero en otras parece que

somos menos humanos y más egoístas. Que antes con menos eran más felices.

Marina Pedrajas Ruiz ESO



EL PEZ. Un día de primavera, mi abuela Francisca y su prima, se fueron a pescar a un río para entretenerse. Allí se pusieron a pescar y se lo pasaron muy bien porque pescaron un pez el cual pesaba cinco kilos. Ellas muy contentas por ello, querían pescar otro, pero no fue así porque llegó la policía y por aquellos entonces a las personas que pescaran, se las llevaban al cuartel. Ellas al ver que llegaba la policía, se pusieron a llorar. Los guardias al ver que eran muy pequeñas y que tenían mucho miedo, les dijeron que se llevaran el pez y se lo comieran, pero que no volviesen a pescar.

Almudena Rodríguez ESO



CÓMO ERA EL PUEBLO CUANDO MI ABUELA ERA PEQUEÑA Las calles estaban empedradas y terrizas, no había agua. Al cole no llevaban bocadillos, allí le daban leche en polvo. En el recreo no tenían ningún tipo de juguetes. Un hombre hizo un cochecito de tablas y las ruedas de corcho. Cuando llegaba a su casa, le daban una perra gorda. Con eso el coche le daba una vuelta. Por cada perra gorda, que era como un céntimo, le daba

un

paseo.

Por

la

tarde

merendaban un cantero de pan y aceite. Se iban a la era de mamá Claudia, y se echaban a rodar por la cuesta.

Noelia Pérez Ruiz


Agustina Agustina nació en Dos Torres, provincia de Córdoba en el año 1931. Eran cinco hermanos; José, Enrique, Manolo, Juan y Chon. Sus padres se llamaban Leocadio y Vicenta. De muy joven, se mudó a Cerro Muriano, donde su familia puso un negocio de picón y carbón. Allí aprendió a leer y escribir en la escuela. Agustina en ese tiempo, se dedicó a llevar las cuentas del negocio de la familia. Conoció a José, su futuro marido, y se casaron. Vivieron en Cerro Muriano varios años y por la crisis de los 60 su marido se fue a Alemania. Ella se trasladó a vivir a Córdoba con sus dos hijos pequeños María y José. Agustina, mientras José estaba en Alemania, trabajó de cocinera en un bar; después, atendió a una señora en su casa y al final, se colocó en la Diputación de lavandera.


Cuando su marido se vino de Alemania, se colocó con ella en el Psiquiátrico de Córdoba, donde se jubiló con el cariño de sus compañeros y jefes, como la empleada de más años de servicio. Agustina se jubiló y pasa sus años en Córdoba. Después se fueron ella y su marido con su hijo Pepe a Cerro Muriano, y en la actualidad, está en la Residencia de Villaharta, donde vive con sus compañeros, atendida por las personas del centro que la cuidan y la quieren. Pues bien, esta es Agustina y un pequeño recorrido por su vida.


Benita Milagros Me llamo Benita Milagros. Nací en Obejo el día 11 de julio del año 1936, y me pusieron Benita de primero porque nací el día de San Benito. Mi madre se llamaba Cediana y mi padre Gabriel, pero él murió cuando yo tenía 4 añitos. Lo mataron al estallar la guerra. Primero estuvo 4 meses preso en la Iglesia de Obejo y después lo mataron en el “Campo del Negrito”. El motivo sería porque era de “gente pudiente y de derechas”. Fuimos cuatro hermanos y mi madre, ya viuda, se dedicó a criarnos a los cuatro, vendiendo tierras poquito a poco, las cuales había heredado de sus antepasados. Así nos sacó en aquellos tiempos y sola.


Fui a la escuela porque mi madre me obligaba, pero no me gustaba. No aprendí a leer ni a escribir porque no le puse empeño. Ya de mocita, se casaron mis hermanos y yo me quedé al cuidado de mi madre. Me dediqué a ella hasta que murió, que ya me quedé solita. He trabajado en el invierno en la aceituna y en el verano a servir en las casas. Soy soltera y sin hijos. Me ha gustado siempre ir a misa y todo lo relacionada con la iglesia. Como no puedo vivir sola, por eso estoy en la Residencia Municipal de Villaharta, donde me cuidan estupendamente y estoy rodeada de una gran familia.


Encarnación Nació el 27 de Enero del año 1927. De familia trabajadora en el campo. De nueve hijos que tuvieron sus padres, ella es la tercera de todos. Su infancia fue trabajando en el campo desde muy chiquitita. Sus padres tenían un cortijo y animales y para sobrevivir hacían trueques, que era cambiar unas cosas por otras. Por ejemplo, si tenía leña para el horno pues a cambio le daban harina. Todos


los alimentos que ellos sacaban de sus animales los llevaban al pueblo en una burra para cambiarlos por otra cosa. No pasó tanta hambre porque tuvo esta suerte de poder cambiar alimentos por otras cosas, para cubrir sus necesidades. Cuando estalló la guerra, saquearon el cortijo y no les dejaron nada. Tuvieron que irse andando hasta Miguel Turra (Ciudad Real) con la burra, y allí estuvieron tres años hasta que se terminó la guerra. Su padre desde muy joven enfermó y su mujer trabajaba para sacar adelante a sus nueve hijos. También los hijos trabajaban desde bien chiquititos y cuidaban de los hermanos. No pudo ir a la escuela por lo que no sabe leer ni escribir. Una vez vueltos al cortijo después de la guerra, tuvieron que comenzar de nuevo, porque no tenían nada. Con mucho esfuerzo, lo fueron logrando poco a poco. Por las noches dormían con una manta y un saco encima.


Conoció a su marido porque trabajaba en el cortijo de al lado; talando chaparros y haciendo carbón. Se casó con veinticinco años y vivían en el campo; arrancando garbanzos, cogiendo aceitunas, cavando patatas, cogiendo bellotas y leña, vendiéndolas…. A los treinta y siete años, se vino a vivir al pueblo a la casa de su suegra. A los sesenta y nueve años, se quedó viuda. Actualmente vive en la Residencia Municipal de Mayores, arropada por todas las personas que también viven aquí y por los trabajadores; pero sobre todo por su hija Rafi que la visita a diario, para darle todo el cariño del mundo y que no le falte nada.


Enriqueta Me llamo Enriqueta, soy de Villafranca. Nací en el año 1929; o sea, que me pilló toda la guerra. Recuerdo que cuando empezó la guerra, mi madre estaba en Córdoba, y cuando fue a coger el tren no la dejaron y tuvo que salir corriendo hasta Villafranca, porque si no, la metían presa de la revolución tan grande que se había formado al estallar la guerra. Recuerdo correr y correr, siempre de un lado para otro. Corríamos al campo a refugiarnos de las bombas. Corríamos toda la familia por la Sierra hasta Puerto Llano, que allí nos subieron en un tren de mercancías como si


fuésemos animales, hasta llegar a Segorbe (Provincia de Castellón). Estuvimos en casas particulares repartidos toda la familia. Tuve suerte de no pasar hambre, pero sí que la había. Allí fui al colegio y estando en el recreo, tiraron unas bombas en el pueblo. Mi madre salió en busca mía y de mi hermana, desconsolada hasta encontrarnos. Al año fuimos a Úbeda (Jaén). Estando en la finca de los propios terminó la guerra y recuerdo que la gente quería irse para Almería, para coger un barco e irse al extranjero. Pero, al amanecer del día siguiente, la policía los echó de vuelta.

Me casé con treinta años; tuve tres hijos. Me he dedicado a la costura, pero he trabajado también en el campo. Ahora, estoy aquí porque no puedo estar sola y valerme por mí misma.


Luciana Soy Luciana Pérez Cabrera, nací en el año 1945. Viví la época de la posguerra,“los años del hambre”. Mis padres eran vendedores de jamones, queso, embutidos, morcones, etc. Tenían una empresa. Tuvieron nueve hijos y yo soy la cuarta de todos ellos. No fui al colegio porque tuve que ayudar a mis padres con la empresa. Con nueve años, me dejaban vendiendo en un puesto en Cañete de las Torres y me recogían a las tres de la tarde. Después, me llevaban a mi casa que para seguir vendiendo allí que era donde teníamos el supermercado (en la misma casa). Cuando ya terminaba, siempre iba a misa y era muy amiga de los curas a los cuales ayudaba mucho dándoles jamones, queso…


Con quince años, me iba con mis amigas a hacer reuniones de biblia y a visitar a los pobres enfermos, que también ayudábamos con todo lo que podíamos; sábanas, comida, leche, etc. y los domingos les ayudábamos a bañarse. He sido muy feliz soltera, rodeada de toda mi familia. He estado casi setenta años manteniendo el negocio familiar de vendedora de jamones, queso, embutidos, morcones, etc. Ahora en la actualidad, vivo en la Residencia Municipal de Villaharta porque he tenido varias caídas en mi casa y problemas de salud, y ya no puedo estar sola.


Manuel Me llamo Manuel, nací el 28 de Febrero de 1930. Mis padres, Manuel y Ana, tuvieron cinco hijos y yo soy el tercero de mis hermanos. Soy de familia trabajadora en el campo. Pasé mi infancia bien. Fui a la escuela y aprendí a leer y escribir y sumar y restar. Cuando era chico jugaba con mis amigos a la bilarda, al escondite, al pilla y pilla, al trompo y me divertía mucho. Con ocho años empecé a trabajar cavando pies de olivos con un hombre, y así estuve tres o cuatro años. Ganaba unas custro pesetas y se las daba a mi madre para que pudiese comprar comida para mantenernos. Después, ya trabajé en la aceituna y en el campo a la edad de los diecisiete años. Con veintisiete años me casé con María y tuvimos tres hijos.


He estado cuarenta años trabajando en la “EleetroMecánica”, de electricista. Allí hacían monedas, tubos de cobre, y pletinas de cobre para hacer los transformadores. Me jubilé a los sesenta y cuatro años de edad, porque cerraron la empresa. Después, me he dedicado a viajar. He visto todas las capitales de España, Francia, Italia, Portugal, Holanda, etc. En avión me he montado dieciséis veces. Durante veintiocho años, he veraneado en Benidorm. Me he dedicado también al fútbol. He sido árbitro veintinueve años y soy del Barcelona hasta la muerte. Anécdota: Me ha gustado cazar pájaros con trampas; zorzales, perdices, avefrías… y luego, nos las comíamos con arroz.


QUEREMOS AGRADECER A TODOS VUESTRA COLABORACIÓN, MEDIANTE LA ENTREGA DE ESTAS HISTORIAS ENTRELAZADAS, PARA QUE SIGAN UNIDAS EN NUESTRA MEMORIA Y EN LA DE NUESTROS NIÑOS, DONDE PASADO, PRESENTE Y FUTURO, SE DAN LA MANO. OBEJO, VILLAHARTA Y EL VACAR, EN EL MES DE MAYO, DEL AÑO

MMXVII.

COLEGIO PÚBLICO RURAL “VÍA AUGUSTA”



Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.