Micromachismos en movimientos sociales

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MICROMACHISMOS EN MOVIMIENTOS SOCIALES Índice: 1. 2. 3. 4. 5. 6.

Introducción. Definición de micromachismo. Concepciones erróneas del feminismo. Cómo detectar los micromachismos. Tipos. Conclusión. Bibliografía y nota de las autoras.

1.- INTRODUCCIÓN. Este texto ha sido redactado con la intención de visibilizar y eliminar los comportamientos micromachistas tan presentes e ignorados en nuestra organización. Consideramos que es importante atajar este problema porque no debemos permitir que mujeres se vean infravaloradas en el día a día por miembros que se consideran feministas y pertenecen a un colectivo también feminista. 2.- DEFINICIÓN DE MICROMACHISMO. Definimos los micromachismos como las maniobras interpersonales que realizan los varones para mantener, reafirmar, recuperar el dominio sobre las mujeres, o para resistirse al aumento de poder de ellas, o aprovecharse de dicho poder. Pequeños, casi imperceptibles controles y abusos de poder cuasi-normalizados que sin ser muy notables, restringen y violentan insidiosa y reiteradamente el poder personal, la autonomía y el equilibrio psíquico de las mujeres, atentando además contra la democratización de las relaciones. Dada su invisibilidad, se ejercen generalmente con total impunidad. (…) Son de uso reiterado aún en los varones "normales", aquellos que desde el discurso social no podrían ser llamados violentos... (Luis Bonino) Nosotras entendemos que los micromachismos son una serie de actitudes ejercidas por las personas –tanto hombres como mujeres– que coartan los derechos de la mujer en sus relaciones personales. Estos se dan incluso en personas con formación e ideología feminista de manera involuntaria, pues son producto de la socialización: Los varones crecen ejerciéndolos y las mujeres permitiéndolos, ambos inconscientemente. Decimos que son ejercidas tanto por hombres como mujeres –a diferencia del anterior texto citado de Luis Bonino– porque no sólo los hombres tienen interiorizados estos comportamientos: Las mujeres, al permitir que les sean ejercidas estas actitudes, también poseen comportamientos micromachistas. Nate y Esther P. Comisión Feminista del Movimiento de Acción Estudiantil


Además, también los cometen de forma directa, como en el uso del lenguaje o en actitudes con sus relaciones entre mujeres, cuestionando a quienes, en su lucha feminista, tratan de salir de esta espiral heteropatriarcal. Son ejercidos por ambos ya que los micromachismos son comportamientos –en la mayoría de ocasiones– inconscientes y, aunque la mujer no quiera oprimirse a sí misma lo hace –o se deja hacer– involuntariamente. <<(…)Que coartan personales.(…)>>.

los

derechos

de

la

mujer

en

sus

relaciones

Los micromachismos condicionan directamente las relaciones de las mujeres con su entorno e incluso consigo mismas. Por ello sus derechos se ven directamente atacados, por ejemplo, a la hora de tomar decisiones en nuestra organización, quedan más legitimadas –e incluso se asientan más– las opiniones de los hombres y estos parecen figuras de autoridad sin haber cosechado mérito especial. De hecho, consideramos que las mujeres tienen que hacer mucho más para ser consideradas al mismo nivel que su homólogo varón. (…) Y dejé de bailar, de reír a carcajadas, de rascarme el culo, de preguntar lo que no entiendo, de opinar lo que pienso, de compartir lo que siento, de pedir ayuda, de ponerme faldas, de ir a la playa, de comer o llorar en la calle, de ir sin sujetador, de pintarme, de salir sin pintar, de bajar a la calle despeinada, de usar esa ropa que dicen que no me pega nada, de llamar a quien echo de menos, de tomar la iniciativa, de decir que no, de decir que sí, de quejarme, de vanagloriarme, de estar orgullosa, de admitir que estoy asustada (…). (Faktoria Lila – Enseñar las vergüenzas) Las mujeres ven reducida su autoestima cuando se percatan de que, con el mismo argumento, sus opiniones no son aceptadas, sus réplicas no son tomadas en cuenta... y las del hombre sí. Todo esto se justifica por el simple hecho de ser mujer, por la distinción de género que nos impone la sociedad. Pero los micromachismos no sólo afectan a la autoestima sino también a la autoeficacia y el autoconcepto. Cuando una mujer recibe comportamientos micromachistas pero ni los percibe ni los recrimina sino que los acepta como “normales”, éstos se convierten en parte de los pilares en los que se fundamenta su autoconcepto. Este término hace referencia a la imagen que tiene una persona (en este caso, la mujer) de sí misma. La aceptación de comportamientos micromachistas como base de lo que piensan las mujeres de sí mismas repercute de forma que éstas ven mermadas sus capacidades a la hora de desempeñar cualquier actividad, es decir, no sólo afecta a cómo se ven a sí mismas sino que además influye en las actividades que creen poder y no poder hacer, esto es, la autoeficacia. Las consecuencias de esto son realmente negativas, porque de forma indirecta e involuntaria se está anulando a las mujeres. <<(…)Estos se dan incluso en personas con formación e ideología feminista de manera involuntaria, pues son producto de la socialización (…).>>

Nate y Esther P. Comisión Feminista del Movimiento de Acción Estudiantil


Pensamos que esto nos sucede a nosotras mismas –mujeres y hombres–, que poseemos una formación feminista, porque tenemos estos comportamientos muy interiorizados. Se debe a la educación que hemos recibido, desde nuestra infancia y hasta nuestros días, además de que vivimos en una sociedad heteropatriarcal que invita a cometer estas actitudes las cuales tratamos de eliminar. Esta educación es también producto de la cultura antes descrita, donde los roles de género son determinados incluso antes del nacimiento y no se puede romper con ellos por estar estos muy asentados en nuestro entorno. 3.- CONCEPCIONES ERRÓNEAS DEL FEMINISMO. En algunas organizaciones, a veces, se comete el error de pensar que son feministas por el mero hecho de autodenominarse como tal. “Cuando llegue la revolución llegará el feminismo”. Llegará, pero sólo si lo construimos, pues el feminismo no surgirá de la nada. Para construir es necesario darle la importancia que merece y no relegarlo al segundo plano. “Primero la revolución, luego el feminismo”. No. El feminismo también es revolucionario y no habrá –no en el siglo XXI– revolución sin él. “La revolución será feminista o no será”, decían muchas, y no se equivocaban. El feminismo no es una causa secundaria. El feminismo no es un problema menor. El feminismo no es algo que las organizaciones de izquierdas deban obviar. El feminismo no existe si no se construye. “Hay cosas más importantes que hacer”. Mentira. Estas organizaciones están copadas por mujeres y la causa feminista es primordial.

Nate y Esther P. Comisión Feminista del Movimiento de Acción Estudiantil


“Pero si ya hay igualdad”. Quien piense esto es porque no es consciente de que aún existen machismos y micromachismos. La igualdad no es un concepto reservado para una situación sin violencia física machista, sin violencia explícita (ambas, de todos modos, presentes en nuestra sociedad), sino también crear espacios libres de violencia invisible, simbólica, estructural; donde la mujer se sienta libre para “opinar y tomar la iniciativa” (Texto anteriormente citado).

Este problema se acentúa en organizaciones con una alta media de edad. Las generaciones anteriores a la nuestra crecieron en un ambiente mucho más machista que el actual, sobre todo en el Estado español con la dictadura franquista. Esto desemboca en que, aún con ideologías más abiertas a los cambios sociales y nuevos tiempos, las personas que crecieron en este contexto tienen serias dificultades para asumir la problemática de los micromachismos (y de los machismos). Son sobre todo esas personas quienes piensan que la igualdad llega con la supresión de la violencia física machista. El “vivimos en igualdad” antes citado responde a ello. Para hacer más evidente que esta falsa igualdad podemos tomar el ejemplo de nosotras mismas: Hemos crecido en esa supuesta igualdad pero seguimos reproduciendo los mismos comportamientos machistas de generaciones anteriores. Si tenemos igualdad, ¿por qué nos comportamos como nuestros padres y nuestras madres? Por todo esto debemos hacer hincapié en que las organizaciones y los movimientos sociales no son feministas por el mero hecho de proclamarse como tal; hay que trabajar el feminismo. Es importante que nosotras mismas tomemos conciencia de que el trabajo feminista no sólo ha de ser sino que ha de ser primordial.

4.- CÓMO DETECTAR MICROMACHISMOS. TIPOS. Estando convencidos de que machismo no es sólo lo que visibilizamos normalmente (maltrato físico, insultos directos a la mujer…) sino que también lo es toda actitud que conserve los roles de género que devalúan el papel de la mujer a una jerarquía inferior y la menosprecia e infravalora, creemos que es importante la labor de detección y combate a las citadas actitudes micromachistas. Para detectarlas lo primero y fundamental es asumir que existen estas actitudes y que las cometemos, aunque sea de forma involuntaria. Todas somos parte de una sociedad machista, nos hemos educado en ambientes también machistas y somos producto de una socialización heteropatriarcal. En el caso de las mujeres, es importante que ellas mismas sepan diferenciar sus propias conductas, aquellas que realmente ejercen porque quieren y lo sienten, de aquellas que responden a imposiciones externas, producto de la socialización. Por ejemplo, cuando una mujer tiene la posibilidad de hablar en público y no lo hace habría que diferenciar entre cuando no quiere decir algo –bien porque no tenga nada que decir o porque verdaderamente considere que no es oportuno– y cuando en el fondo sabe que tiene que decir algo y quiere hacerlo pero por otro lado cree que no es importante o siente que lo que quiere decir “no es lo suficientemente bueno”. Nate y Esther P. Comisión Feminista del Movimiento de Acción Estudiantil


Una vez visibilizado esto habría que hacer un análisis de las relaciones que tenemos para luego saber afrontar la problemática de los micromachismos. Como hemos indicado, en primer lugar analizaremos las relaciones entre la mujer y su entorno. Habría que distinguir entre las posibles actitudes micromachistas y las que responden realmente a los lazos que se crean entre un número de personas. Por ejemplo, a la hora de pagar la cuenta en un bar tenemos dos situaciones parecidas que en el fondo son distintas: Por un lado, la micromachista, donde un hombre invita a la mujer sistemáticamente porque siente la obligación social de hacerlo y por otro lado la que se puede dar en una relación verdaderamente equilibrada entre amigas o pareja, donde pague indistintamente él o ella sin menosprecio machista alguno. Aclarado esto es importante mantener una actitud de alerta para detectar las actitudes micromachistas, tanto para no cometerlas como para percatarse de ellas. En el caso de que hayan sido realizadas por nosotras mismas, habría que hacer autocrítica y visibilizar el conflicto ante todas para que, aquellas que no lo han percibido, sean conscientes del problema. Por otro lado, cuando son percibidas en boca de otras, hay que tomar una actitud asertiva y empática. Muchas de estas actitudes son involuntarias y hay que tenerlo en cuenta para no criminalizarlas. Se debe indicar de forma constructiva, indicando otra manera de actuar respetuosa con la dignidad de la mujer. Es importante considerar que no siempre el hombre –e incluso la mujer–va a aceptar lo que le hemos recriminado y aquí se puede generar un conflicto en el que no debemos ceder: No dejaremos nunca de remarcar estas actitudes aunque nuestros comentarios no sean bien recibidos, el empoderamiento es vital. Micromachismos en las asambleas Es muy frecuente en los movimientos sociales que se organicen asambleas en las que participan tanto mujeres como hombres. En éstas, podemos observar una serie de micromachismos bastante frecuentes que suelen pasar inadvertidos. Aunque son actitudes típicamente masculinas, no son únicamente llevadas a cabo por hombres, también las mujeres adoptan actitudes masculinas y micromachismos para desenvolverse en espacio de poder y tomas de decisiones como son las asambleas. Por parte de los hombres:  

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Utilización de lenguaje sexista/racista/homófobo. Utilización del lenguaje inclusivo e incluso el femenino genérico pero después se emplean expresiones como: macho, hijo de puta, cojonudo, de puta madre, coñazo, por mis huevos, putada, etc. Uso expansivo del espacio por parte de los varones. Uso expansivo del turno de palabra por parte de los varones. Tono de mitin a la hora de exponer su argumentación. Atribución de las ideas a los varones. Aunque la original sea de una mujer y la repita un hombre, la autoría sistemáticamente es de un hombre. Concesión de autoridad moral, intelectual o de experiencia automática a los varones.

Nate y Esther P. Comisión Feminista del Movimiento de Acción Estudiantil


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Escaso respeto del turno de palabra de las mujeres o de los hombres no machos alfa: es el momento de mirar el móvil, de ir al servicio o de hablar con la compañera. Alzamiento de voz por parte de los hombres para dar peso al discurso. Dejar los temas traídos por las mujeres para el final del orden del día (cuando o no se llega o el cansancio impide la discusión).

Por parte de las mujeres: Estas son actitudes bien consecuencia, bien determinadas por, pero que influyen en la perpetuación de los micromachismos. Las mujeres están frecuentemente desempoderadas en las asambleas.     

Pedir excusas antes de comenzar a hablar. Excesivo miedo escénico. Recalcar una y otra vez: “es mi opinión”, como quitando peso a su argumentación. Escasa determinación a la hora de expresar sus ideas: tono de voz, comunicación no verbal, búsqueda de apoyos y de refuerzo, no reivindicación de sus ideas. Ceder fácilmente ante las argumentaciones masculinas contrarias a las suyas.

Tipos de micromachismos Atendiendo a la clasificación de Luis Bonino: 1. Utilitarios: Tratan de forzar la disponibilidad femenina aprovechándose de diversos aspectos “domésticos y cuidadores” del comportamiento femenino tradicional, como en la no responsabilización sobre lo doméstico y aprovechamiento y abuso de los roles tradicionales que asignan el cuidado a las mujeres. a. No responsabilización sobre lo doméstico: Comprende diversas formas de no implicarse en las tareas domésticas, que puede ir desde la falta de implicación parcial a la total. De esta forma se la obliga a ella a organizar lo que “sus ayudantes” deben hacer en casa, y la sobrecarga que esto supone. b. Aprovechamiento y abuso de la capacidad “femenina” de servicio: i. Naturalización y aprovechamiento del rol de cuidadora en lo doméstico: - Delegación del trabajo de cuidado de los vínculos y las personas: Forzar a la mujer a cumplir el mandato sociocultural de ser la encargada de cuidar las relaciones conyugales, familiares e incluso con las amistades. Esto se consigue porque el varón elude su responsabilidad, obligando así a la mujer a hacerse cargo de ésta. - Requerimientos abusivos solapados: Exigencias que se realizan sin una petición explicita que terminan logrando que la mujer cumpla el pedido. Por ejemplo, cuando un hombre pegunta Nate y Esther P. Comisión Feminista del Movimiento de Acción Estudiantil


ii.

durante la comida “¿dónde está la sal?” y la mujer es quien se levanta y la lleva hasta la mesa. - Negación de la reciprocidad en el cuidado: Comportamiento del varón para reafirmar su masculinidad tradicional que rechaza ofrecer cuidado o ayuda a la mujer cuando ésta lo necesita. Naturalización y aprovechamiento de la “ayuda al marido” en lo laboral: Estrategia micromachista que naturaliza los aportes laborales femeninos para el mantenimiento o desarrollo de su trabajo. Es decir, se quita importancia a la aportación que realizan las mujeres en el terreno profesional.

2. Encubiertos: Intentan ocultar su objetivo de imponer las propias razones abusando de la confianza y credibilidad femenina. a. Creación de falta de intimidad. i. Silencio: Es una maniobra de imposición de los propios intereses porque impone el silencio a quien está con él. De esta forma se crean espacios de tensión. En ocasiones, se acompaña de la “expectativa de telepatía”, por la que se presupone que la mujer debe adivinar qué está pensando el varón. ii. Aislamiento y mal humor manipulativo: Un paso más allá del silencio; el hombre desaparece de los espacios comunes (aislamiento físico) e incluso actúa de forma desagradable (aislamiento mental). iii. Avaricia de reconocimiento y disponibilidad: Diversos comportamientos de reticencia a reconocer la valía de las mujeres como personas, sus necesidades, valores y aportes al bienestar psicofísico masculino y familiar. Provocan la sobrevaloración de lo mínimo que el varón aporta a la relación. b. Pseudonegación: Hay una falsa comunicación dado que el hombre parece dispuesto a hablar para negociar una solución a la situación, pero no está dispuesto a cambiar su postura u opinión. Suele ir acompañada del “apartamiento del diálogo”, esto es, culpar a la mujer por sus malas formas; por ejemplo, con la exclamación “¡Si me lo hubieses dicho de otra manera!”. c. Inocentización: Consiste en declararse sin responsabilidades en cuanto a determinados hechos en lo cotidiano. Esto deriva en el varón libre de responsabilidades y “con potestad” para exigirlas a la mujer. i. Inocentización culpabilizadora: Responsabilizar a la mujer cuando ésta no hace algo “bien”, teniendo en cuenta que bien = cumplir su rol tradicional. Tiene la intención de culpabilizar a la mujer con expresiones como “exageras” o “estás loca”.

ii. Autoindulgencia y autojustificación: Maniobras que intentan bloquear y anular reclamos femeninos legítimos ante acciones o inacciones del hombre que desfavorecen a la mujer. Algunos Nate y Esther P. Comisión Feminista del Movimiento de Acción Estudiantil


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f. g.

ejemplos son echar balones fuera, hacerse el tonto, minusvalorar sus propios errores o culpabilizar a otras de ellos. Engaños y mentiras. Paternalismo: El hombre actúa de forma protectora con la mujer, minusvalorando sus capacidades, sin tener en cuenta que ella es capaz de hacer cualquier cosa por sí misma. Hay ciertas situaciones en las que esto se hace más evidente como en aquellas situaciones donde el hombre, en forma de macho, trata de demostrar su “hombría” en actividades que requieren fuerza, maña u otras habilidades. Un ejemplo claro lo observamos en comidas familiares, donde el hombre cocina en la barbacoa, más violenta, compleja y peligrosa, y la mujer en la cocina, desempeñando labores más tradicionalmente ligadas a ellas que, casualmente, no son tan elogiadas o valoradas. Abuso de confianza. Desautorizaciones encubiertas: El hombre, valorando la situación desde su perspectiva androcéntrica, se hace cargo de situaciones tradicionalmente masculinas, coincidente con las de más complejidad, como en el ejemplo del punto e. Paternalismo.

3. De crisis: El hombre se percata de que la mujer se está empoderando y actúa con el objetivo de impedir que ésta sea más independiente para conseguir que ella no reclame cambios en su conducta machista. a. Resistencia pasiva y distanciamiento: Oposición pasiva y abandono con el fin de debilitar la fuerza que lleva a la mujer a un aumento de su autonomía. b. Darse tiempo: Ante la exigencia de la mujer de un cambio por parte del varón, él reconoce la validez de la petición pero la alarga en el tiempo hasta que algo (como la inminente ruptura) lo obligue a llevarla a cabo. c. Aguantar el envite: El varón no cede su posición y aguanta “hasta que ella se canse”. d. Refugio en el estilo: Paralizar un reclamo alegando que no fue dicho de “la manera correcta” (la que se espera socialmente de una “buena” mujer). 4. Coercitivos: Demuestran y retienen poder utilizando la fuerza psicológica y moral masculina: a. Uso expansivo-abusivo del espacio físico y tiempo para sí: Los hombres se apoyan en la idea de que el espacio y el tiempo son elementos que pueden utilizar sin consultar, negando a las demás el derecho a hacer lo mismo. b. Apelación a la superioridad de la lógica varonil. c. Las coacciones a la comunicación. El hombre se cree con poder para decidir cuándo se habla y cuándo no, atendiendo a su propio estado anímico. d. La insistencia abusiva para lograr fines. No entienden un NO por respuesta.

Nate y Esther P. Comisión Feminista del Movimiento de Acción Estudiantil


5.- CONCLUSIÓN. Como hemos observado a lo largo del análisis, los micromachismos están mucho más presentes en nuestro día a día en los movimientos sociales de lo que podamos pensar a simple vista, incluso aunque quienes lo conformen se declaren feministas. A veces por desconocimiento, a veces por aprovechamiento, son muy frecuentes en nuestro día a día. Machismo no es sólo agredir física, sexual o verbalmente; va más allá, y si somos feministas debemos velar porque éste desaparezca por completo de las organizaciones que tratamos de construir día a día. Si nosotras queremos transformar la sociedad a través de estas organizaciones, tratemos entonces de hacer lo propio con la causa feminista: Tratemos de que en nuestros grupos de trabajo se construya lo que queremos ver en la sociedad: Un mundo feminista.

“Y ahora no tengo tiempo para sentir vergüenza. Estoy ocupada viviendo.”

Nate y Esther P. Comisión Feminista del Movimiento de Acción Estudiantil


6.-BIBLIOGRAFÍA Y NOTA DE AUTORAS. “Micromachismos -el poder masculino en la pareja ‘moderna’-”, de Luis Bonino en Voces de hombres por la igualdad. Compilado por J.A. Lozoya y J.C. Bedoya. “Enseñar las vergüenzas”, de Faktoría Lila. “Dosier de micromachismos en asambleas”, de #Acampadasol. “Día 12. Micromachismos”, de Nuria Varela.

Este documento ha sido realizado por Esther P. y Nate para el Movimiento de Acción Estudiantil (MAE). Se permite la difusión total o parcial del mismo siempre que se citen las fuentes y no haya ánimo de lucro en ello.

Nate y Esther P. Comisión Feminista del Movimiento de Acción Estudiantil


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