Las especies Los individuos que pertenecen a una misma especie tienen una característica fundamental: la capacidad de reproducirse entre sí y de dejar descendencia fértil, es decir, hijos también capaces de reproducirse. Todas las especies reciben un nombre científico en particular que se forma mediante dos palabras en latín. Los seres humanos, por ejemplo, pertenecemos a la especie que se llama Homo sapiens. Esta forma de nombrar a las especies permite que personas de cualquier parte del mundo puedan referirse a ellas sin dar lugar a confusión: cada nombre científico está relacionado con una única forma de vida. Los nombres no científicos se basan, por lo general, en el aspecto externo, pero a veces se refieren a más de una especie. Por ejemplo, la palabra “elefante” se asigna para nombrar dos especies diferentes: Loxodonta africana, que se desarrolla en África, y Elephas maximus, que vive en Asia. Estos elefantes pertenecen a dos especies distintas porque no cumplen con el requisito de reproducción y no pueden producir descendencia fértil al cruzarse. En algunos casos, los individuos de distintas especies pueden reproducirse, pero su descendencia no es fértil. Esto ocurre, por ejemplo, si se cruza una yegua con un burro, de lo que se obtiene una mula, y si se cruza un caballo con una burra, de donde se genera un burdégano. Ni las mulas ni los burdéganos son especies, porque no son capaces de reproducirse, y como son el resultado del cruzamiento de dos especies distintas, reciben el nombre de híbridos.
El aspecto no es un buen criterio para determinar si dos individuos pertenecen o no a la misma especie. En muchas especies, como sucede con los leones, los machos y las hembras son bastante diferentes.
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Capítulo 1
En situaciones de cautiverio, los leones y los tigres pueden cruzarse y generar híbridos. Un tigrón surge del cruzamiento de un tigre y una leona, mientras que un ligre resulta de la cruza de un león y una tigresa.