La Doctrina Secreta 6

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supremo Inmanifestado, la universal Sabiduría sin nombre”. Considerados Vajradhara y Vajrasattva como dos en uno, son la Potestad que desde un principio venció y sometió al mal, permitiéndole que dominara sólo a los hombres viles de la tierra, pero no a los que lo despreciaran y odiasen. Fácil es comprender el significado esotérico de esta alegoría. Vajradhara-Vajrasattva exotéricamente es el Dios ante quien tiemblan los espíritus malignos, que le juraron no impedir la propagación de la Buena Ley (la religión buddhista). Por lo tanto, este personaje dual representa en el canónico y dogmático buddhismo tibetano, el mismo papel que Jehovah entre los judíos, el Metatron entre los cabalistas y el arcángel San Miguel entre los cristianos. Sencilla es la demostración. Miguel es “el arcángel de la faz de Dios”, es decir, el que representa a su Maestro. “Mi faz irá delante de ti” (en inglés: “presencia”), es decir, delante de los israelitas, dice a Moisés (7). “El ángel de mi [Su] presencia” (hebreo: “de mi faz”), etc. (8). Los católicos identifican a Miguel con Cristo, de quien le suponen ferouer o “faz” en sentido místico. Éste es precisamente el concepto de Vajradhara o Vajrasattva en el buddhismo septentrional; porque Vajrasattva en su aspecto superior de Vajradhara (o Dorjechang) sólo se manifiesta a los siete Dhyân Chohans o primitivos constructores y esotéricamente es el Atman o séptimo principio de los “Siete” colectivamente considerados. Exotéricamente hay acerca de él muchas fábulas en el Kâla Chakra (9). Se dice que Vajradhara o Dorjechang (la sabiduría) reside en el segundo mundo arûpico, lo que lo relaciona con el Metatron del primer mundo de los espíritus puros, o mundo briático de los cabalistas, quienes llaman a este ángel El-Shaddai, el omnipotente y poderoso. Metatron es en griego ...... (Mensajero), o gran Instructor. Miguel lucha con Satán (el Dragón) y lo vence junto con sus rebeldes ángeles. Varasattva, llamado también Vajrapâni o dominador de los espíritus malignos, vence a Râhu, el enorme Dragón que está en continuo intento de devorar al Sol y a la Luna (eclipses). “La guerra en el Cielo”, de la leyenda cristiana, está basada en haber descubierto los malos ángeles la mágica sabiduría de los buenos (Enoch) y el misterio del “Árbol de la Vida”. Quienquiera que lea los exotéricos relatos de los panteones indo y su derivado el buddhista, advertirá que ambos se basan sobre la misma primitiva y arcaica alegoría de la Doctrina Secreta. En los textos exotéricos (indos y buddhistas), los dioses mazan el océano para extraer el Agua de la Vida, el Amrita o Elixir del Conocimiento. El dragón roba parte del amrita y en castigo lo expulsa del cielo Vishnu (10). Lo mismo nos dice el Libro de Enoch; y el apóstol San Juan lo poetiza en el Apocalipsis. Y ahora, la alegoría, con todas sus fanáticas supersticiones, es dogma de fe. Según diremos más adelante, las bibliotecas de los lamas tibetanos contienen muchas obras secretas y medio secretas, con las detalladas biografías de insignes sabios. Muchos pasajes de ellas se han embrollado adrede, y otros extravían al lector que carece de clave, porque un solo nombre encubre a distintos instructores que ejercieron análogo magisterio. Así se encuentra una serie de “Buddhas vivientes”, y a varios maestros se les da el mismo nombre de Buddha. Dice Schlagintweit: Cada Buddha humano tiene un Dhyâni-Buddha y un Dhyâni-Bodhisattva. El ilimitado número de los primeros, implica también ilimitado número de los segundos (11). [Pero si esto es así –como lo justifica el uso exotérico y semiexotérico del nombre- el lector debe fiar en su propia intuición para distinguir los Dhyâni-buddhas de los buddhas humanos, con sumo cuidado de no aplicar al gran BUDDHA de la quinta raza todo cuanto se dice del “Buddha” en libros intencionadamente velados. En uno de estos libros se exponen extrañas y oscuras afirmaciones que la autora transcribe bajo su exclusiva responsabilidad, puesto que pocos son capaces de advertir el significado oculto, bajo palabras que alteran el sentido superficial] (12). Dícese que cansado Shankârachârya de su cuerpo mortal a la edad de treinta y tres años, “lo dejó” en la cueva a que se había retirado, y el Bodhisattva, que animaba su inferior personalidad, quedó libre de la carga de las culpas que no había cometido. Al propio tiempo se añade que: A cualquier edad que se desprenda uno voluntariamente de su cuerpo, a la misma edad habrá de morir violentamente contra su voluntad, en la vida próxima. Comentario. Ahora bien; el karma no podía actuar sobre “Mahâ Shankara” (como se llaman las obras secretas), pues, como avatâra, no tenía ego propio, sino un Bodhisattva, una voluntaria víctima propiciatoria. Por lo tanto, hemos de prescindir de este punto, puesto que karma no puede actuar injustamente. En esta historia está envuelto algún terrible misterio que jamás podrá desentrañar el no iniciado. Sin embargo, acude a los labios la pregunta: ¿A quién, entonces, castigó karma? Responda quien lo sepa. Dícese que algunos siglos más tarde encarnó Buddha en el cuerpo de * * *, y cincuenta años más tarde, después de la muerte de este adepto, reencarnó en la persona que se llama Tiani-Tsang. No se nos da pormenor alguno acerca de estas reencarnaciones. Solamente se afirma que el último Buddha había de apurar los residuos de su karma, cuya acción ni los mismos dioses eluden, y estaba obligado a ocultar más profundamente ciertos misterios, cuya incompleta revelación motivó que se interpretaran erróneamente. He aquí el pasaje que arroja algo de luz sobre el asunto: Nacido cincuenta y dos años demasiado pronto en la persona de Shramana Gautama, hijo del rey Zastang (13) y se retiró cincuenta y siete años demasiado pronto en la persona de Mahâ Shankara, que se cansó de su forma externa. Esta punible acción suscitó el enojo del rey Karma, quien mató la nueva forma de * * * (14) a los treinta y tres años (15) de su vida, que era precisamente la edad del cuerpo abandonado (16). En su inmediata existencia murió a poco más de los treinta y dos de edad y en la siguiente a los ochenta, según las crónicas (ilusoriamente), pero a los ciento en realidad. El Bodhisattva escogió el cuerpo de Tiani-Tsang (17), y después el Sugata fue Tsong-Kha-pa, quien por ello se convirtió en De-zhin-Shega-pa o Tathâgata (18). El Bendito pudo

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