Seamos personas de influencias

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alrededor». A todo el mundo le encanta un buen oyente y se sienten atraídos a ella o él. Y si escucha coherentemente a otros, valorizándolos por lo que tienen que ofrecer, es probable que desarrollen mucha lealtad hacia usted, aun cuando su autoridad con ellos sea informal o extraoficial.

Escuchar es una gran manera de ayudar a otros y a sí mismo Roger G. Imhoff urgió: «Permita que otros confíen en usted. Es posible que no lo ayude, pero ciertamente los ayudará a ellos». A primera vista, escuchar a otros parecerá que solo los beneficia a ellos. Pero cuando se convierte en un buen oyente, se ubica donde usted mismo puede ayudarse. Usted adquiere la habilidad de desarrollar relaciones fuertes, reunir información valiosa, y aumentar su entendimiento de otros y de sí mismo.

LO QUE COMÚNMENTE IMPIDE QUE ESCUCHEMOS Poca gente alcanza su potencial en lo que se refiere a escuchar. Si no es tan diestro escuchando como quisiera, lo primero que tiene que hacer es mejorar su habilidad para detectar lo que generalmente impide que escuchemos:

Exagerar el valor del habla Cierta vez un cómico describió oír como algo «compuesto de las rudas interrupciones entre mis exclamaciones». La actitud de muchas personas en cuanto a escuchar concuerda con esa declaración más de lo que quisieran reconocer. Por ejemplo, si le preguntara a seis personas cómo mejorarían sus destrezas de comunicación, la mayoría describiría la necesidad de llegar a ser más convincente o agudizar sus destrezas de oratoria. Pocos citarían el deseo de escuchar mejor. La mayoría de las personas exageran el valor de hablar y menosprecian el oír, aun aquellos en trabajos relacionados con personas, como las ventas. Pero la verdad es que la comunicación efectiva no es la persuasión. Es escuchar. Piense en ello: Nadie jamás perdió una venta por escuchar . Los buenos comunicadores saben cómo vigilar su promedio de hablar y escuchar. El presidente Abraham Lincoln, considerado como uno de los líderes y comunicadores más efectivos en la historia de nuestra nación, dijo: «Cuando me estoy preparando para razonar con un hombre, me paso un tercio de mi tiempo pensando en mí y lo que voy a decir, y dos tercios pensando en él y lo que va a decir». Ese es un promedio a seguir. Escuche el doble de lo que hable.

Falta de enfoque


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