Letras 25 de octubre

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[ Letras ] DE CAMBIO

SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 25 DE OCTUBRE DE 2014 |

Hacia una teoría crítica de la locura De Fanon a Guattari ida y vuelta PORCARLOSA.BUSTAMANTE |PAG.2

A buen recaudo ALASAZÓNNETZAHUALCÓYOTL ÁVALOSROSAS|PAG.4

YO,YO,YOY PLATERO:SOBRE ELEGODE LOSPOETAS ANA B. ARRANZ | PAG. 5

¿ERAJIMIHENDRIX TANORIGINAL COMOSECREE? PORGREGKOT|PAG.6

Candil de la calle y oscuridad de su casa CARTASAPÓCRIFASESTEBAN MARTÍNEZ |PAG. 7

Anabelle: un caso para la araña PORFAUSTOPONCE|PAG.8


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Hacia una teoría crítica de la locura De Fanon a Guattari ida y vuelta PORCARLOSA.BUSTAMANTE

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na teoría crítica bien podría ser el intento por cumplir el programa trazado por Marx en la línea de una carta: “La autoclarificación de las luchas y anhelos de la época”1. Ese programa com-pacto fue desglosado en su momento por autores como Karel Korsch, el Gyorgy Lukács de Historia y conciencia de clase y, sobre todo, Max Horkheimer. Para este último, una teoría crítica tendría que formar parte de las luchas de un presente –en su caso, los años veinte y treinta del siglo pasado– que se esforzaba por esclarecer las características de la sociedad capitalista, y en especial las condiciones bajo las cuales la teoría misma era producida. Frente a los afanes cientificistas que entendían a la teoría como una suerte de mera constatación del orden de las cosas tal y como ellas son dadas al investigador, Horkheimer señala que “lo que está dado en cada caso no depende únicamente de la naturaleza, sino también del poder que tenga el hombre sobre ella. Los objetos y el tipo de percepción, el planteamiento de los problemas y el sentido de las respuestas ponen de manifiesto la actividad humana y el grado de su poder”2. La nota de Horkheimer alerta respecto a una condición que no debe perderse de vista: una teoría cualquiera resulta en buena medida de las condiciones sociales e históricas en las que ella misma ve la luz. Para el caso que aquí interesa, tendría que pensarse en la locura como un tipo de objeto que no está sencillamente dado ante los investigadores por la naturaleza, lo que sea que eso signifique. Ella resulta también, al menos en parte, de esas condiciones sociales e históricas que determinan a cualquier cosa que se estudie. Pero más todavía: hay que tener presente que lo que pensamos de la locura es también un producto de ciertas circunstancias sobre las cuales no debe dejarse de arrojar luz, en vistas de la emancipación que habría que buscar frente a lo que oprime y excluye en un momento dado –por ejemplo, el nuestro. Así, una teoría crítica de la locura podría comenzar por echar mano de autores que han tomado en cuenta la relación entre locura y sociedad, en algún sentido complejo de dicha relación. El martiniqués Frantz Fanon 3 o el francés Félix Guattari4 pueden ser autores de esa clase. En ambos casos las condiciones sociales de un presente determinado –la guerra de Argelia o el París de los años sesenta– son lo que obliga a replantear el tema del papel de la psiquiatría frente al conflicto o la crisis que acompañan a los movimientos que se pretenden revolucionarios. Y en ambos casos también se mantiene la alerta respecto a la manera en que la teoría puede limitarse a perpetuar condiciones de opresión y exclusión sin más, o bien por el modo en que ella puede contribuir a los procesos transformadores que apuntarían hacia posibilidades no existentes aún pero que

ACERCADELAUTOR:

Licenciado en Filosofía por la Facultad de Filosofía “Samuel Ramos Magaña” de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Cursó la Maestría en Filosofía de la Cultura en la misma institución. Ha ejercido la docencia en diversas preparatorias de la ciudad de Morelia, así como en la Facultad de Filosofía. Es autor de diversos artículos en revistas y obras colectivas. Sus intereses tienen que ver con la crítica, la filosofía del lenguaje y la filosofía de la educación.

DUARTE VITORIA

podrían emancipar a los seres humanos respecto a los límites de lo insoportable. Pero entre Fanon y Guattari hay algo más: la obra del primero pudo influir en el pensamiento del segundo, y eso habría permitido a Guattari internarse en dominios que van más allá de lo que Fanon pudo imaginar en su momento. Sin embargo, tal vez Guattari –cercano, como se sabe, a Deleuze y al postestructuralismo en general– requiera por su parte ser leído a la luz de las intenciones originales de Fanon para evitar un riesgo con el que frecuentemente se topa el discurso actual de cierta filosofía al tratar con la locura: el riesgo de una romantización que haga de aquélla un objeto deseable para quienes se asumen como “marginales” respecto a la sociedad, sin que ello afecte en lo más mínimo las condiciones sociales percibidas como opresivas y excluyentes. Ese riesgo puede aclararse con ayuda de una obra imprescindible: la historia de la locura en la época clásica de Michel Foucault. Ahí se establece que la modernidad inicial –la de la época del renacimiento europeo– asume ante el hecho de la locura dos actitudes princi-

pales: lo que Foucault llama “experiencia cósmica” y “experiencia crítica”. Esta última se ejemplifica con la actitud de Erasmo de Rotterdam y escritores parecidos, que ante las desmedidas pretensiones de la razón humana oponen –siguiendo la tradición cristiana y paulina– “la locura de Dios, más sabia que la sabiduría de los hombres”. Así, la locura es para Erasmo y quienes se le parecen un límite que permite colocar en su justa dimensión la condición humana y sus alcances. El humanismo cristiano de Erasmo y demás es un hito en la historia del pensamiento que desconfía de sus propios alcances y que intenta situarse sensatamente frente a sí mismo. Pero, por su parte, la “experiencia cósmica” de la locura supone más bien que en el fondo de la realidad se agita el sinsentido, y que la razón es meramente algo como una precaria cobertura para el caos que no deja de golpear desde abajo y desde todos lados. Esa perspectiva anuncia, para la historia de la filosofía, la noción de “voluntad” en Schopenhauer o la “metafísica de artista” del primer Nietzsche, según la cual lo trágico y dionisiaco, y ajeno a la razón, se agita en el


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fondo de todos nosotros –acercándonos peligrosamente a la locura fundamental del universo mismo5. Yendo más allá del propio Foucault, cabe preguntarse si esa cierta fascinación renacentista por la locura como “experiencia cósmica” se ha prolongado justamente en actitudes que encomian la locura como un estado en el cual es posible conectarse con las regiones más profundas del ser. Uno de los problemas de esta perspectiva, el que más importa aquí, es que esa conexión puede convertirse casi inmediatamente en una desconexión respecto a las condiciones históricas y sociales que inciden en la locura misma. Desde una perspectiva más amplia, el “loco transgresor” que experimenta la profundidad de todas las cosas termina por convertirse en un “loco inofensivo”, capaz de desempeñar el papel de marginal justamente al interior del sistema respecto al cual pretende colocarse al margen. Ante semejante riesgo, pensadores como Fanon o Guattari destacan precisamente por no dejar de atender a lo que la sociedad y la historia hacen con la locura. Nada de romántico hay, por ejemplo, en Los condenados de la tierra de Fanon. El capítulo “Guerra colonial y trastornos mentales” consiste en una relación de casos que el psiquiatra Fanon pudo atender en Argelia durante la guerra contra el dominio francés. Para todos ellos, nuestro autor teje explicaciones que encuentran un denominador común justamente en la violencia desatada, pero también y sobre todo en la propia situación colonial. Frente a la psiquiatría algo más clásica, Fanon encuentra en la guerra colonial misma el factor que desata las psicosis reaccionales que conducen a los pacientes ante él: “(...) aquí es la guerra, esa guerra colonial que con mucha frecuencia se manifiesta como un auténtico genocidio, esta guerra que trastorna y quiebra al mundo, la que constituye el acontecimiento motivador. Psicosis reaccional, si quiere utilizarse una etiqueta ya establecida, pero dándole aquí una prioridad singular a la guerra concebida en su totalidad y en sus peculiaridades (…)”6. De hecho, para Fanon es el colonialismo entero el que provoca la locura latente que termina manifestándose en las psicosis: “Como es la negación sistemática del otro, una decisión furiosa de privar al otro de todo atributo de humanidad, el colonialismo empuja al pueblo dominado a plantearse constantemente la pregunta ‘¿Quién soy en realidad?’ “.7 No es entonces una fuerza misteriosa y “natural” la que suscita el estallido de las psicosis reaccionales. La sociedad colonial, su violencia cotidiana, es el elemento larvado que con el estallido de la guerra da lugar a trastornos manifiestos. Una lección similar es aprendida por Guattari, a través del contacto con la vanguardia psiquiátrica de la Francia de los años cincuenta y sesenta, pero también a través de la militancia en la “oposición de izquierda” que enfrentaba al estalinismo de la época8. Llegado el momento, Guattari aplicaría las herramientas de esta variante crítica de la psiquiatría a la comprensión del fenómeno del 68: “Hay allí, fenomenológicamente, una característica del surgimiento revolucionario: aparece algo que la víspera era completamente impensable; la imaginación está liberada, aspira a tomar el poder. ¿Era un delirio?”9. La última pregunta es la que remite al tema de la locura, o por lo menos al de los estallidos psicóticos – o lo que una psiquiatría algo más tradicional consideraría tales. En términos más o menos freudianos, la revuelta de los estudiantes ostentaría tal vez el aspecto de un “retorno de lo reprimido”, específicamente de lo reprimido de antes de la revolución bolchevique –por los síntomas “anarquistas” y “espontaneístas” que los jóvenes de aquel entonces parecían exhi-

bir. Pero Guattari, a diferencia de la ortodoxia estalinista, encontraría algo bastante interesante y esperanzador en ese mayo parisino: “¿(…) no es el síntoma de que los medios de defensa secretados por el conjunto de la sociedad no están ya en condiciones de responder a sus pulsiones profundas?”10. Así, como Fanon, Guattari relaciona los síntomas inmediatamente con las condiciones sociales de un lugar y un tiempo determinados. Eso le permite encontrar más tarde –en El Anti–Edipo, escrito a dúo con Gilles Deleuze11– la manera de entender la psicosis individual en términos del campo social, mediación imprescindible para cualquier tipo de fuerza presuntamente “natural” que aflorara en la superficie y provocara la ruptura que hace de alguien un “loco”. Y así también es como Guattari se aleja de la concepción romantizada que hace

colectiva, de agenciamientos colectivos de deseo y de subjetividad que en algunas circunstancias, en algunos contextos sociales, pueden individualizarse”12. De este modo, la “micropolítica” propuesta por Deleuze y Guattari se ofrece como una crítica a la idea de que el ámbito de lo psíquico es cualquier tipo de instancia primigenia que se enfrenta a un contexto, y también a la idea de que la locura puede explicarse como resultado de un desajuste entre lo personal y lo social. Esta perspectiva puede dar lugar a concepciones muy poderosas, que seguramente indicarían que la locura y sus síntomas bien podrían dar cuenta de que un cierto orden en la economía del deseo se encuentra en condiciones de ser destruido y dar lugar a nuevas circunstancias, potencialmente libertarias respecto a lo dado. Pero también es justamente esto lo que marca para nosotros la

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Mayo del 68 es una suerte de psicosis reaccional colectiva, pero es mucho más que eso...

del loco alguien capaz de conectarse con las fuerzas más profundas de la realidad, pero que en los hechos convierte a los presuntos trastornados –y también a los que se regodean en serlo– en falsos “transgresores” de un orden social, al cual dejan básicamente intacto. Mayo del 68 es una suerte de psicosis reaccional colectiva, pero es mucho más que eso: es la constatación de que una sociedad dada ha topado con los límites de la represión que es capaz de ejercer, y tal vez eso mismo anuncie que la revolución está a la vuelta… siempre y cuando el orden de lo dado no encuentre la manera de diferirla una vez más. Un Guattari más maduro hará más tarde, ya en la década del ochenta, una recapitulación de su propio trayecto y del momento de la obra conjunta con Deleuze: “La concepción de deseo en el campo social que Gilles Deleuze y yo intentamos desarrollar, tiende a cuestionar la idea de que el deseo y la subjetividad estarían centrados en los individuos y resultarían de la interacción de hechos individuales en el plano colectivo. Partimos de la idea de una economía

necesidad de regresar a alguien como Fanon. Deleuze y Guattari utilizan en El Anti–Edipo el término “deseo” como nombre de una categoría bastante ambivalente. Por una parte ella alude a algo que precede a la represión y que, por tanto, no tiene que ver con la carencia de algo –permitiendo así hablar en términos que trascienden la tendencia freudiana a ver como patológica cualquier manifestación que transgreda el orden de lo dado. Pero el “deseo” del que se habla en El Anti–Edipo también se acerca bastante a lo que antes se había descrito como fuerzas originarias de la realidad, algo parecido a lo dionisiaco en Nietzsche y por tanto susceptible de propiciar una actitud favorable hacia lo que Foucault habría llamado “experiencia cósmica” de la locura. ¿Cuál es el problema con esto? Que la locura corre así el riesgo de convertirse en objeto de pura afirmación, y de entenderse como algo deseable en la medida en que expresaría flujos de deseo liberados, tal vez en la forma de “líneas de fuga” -como dirían Deleuze y Guattari ya en Mil mesetas13.


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Los inconvenientes aparecen cuando de este modo se llega a mistificar la fuga por ella misma, y de este modo se pasa de largo por los aspectos negativos de la existencia humana en general y de la locura en particular. Frantz Fanon, el psiquiatra anticolonial preocupado por los seres humanos, se convierte aquí en un correctivo necesario: la locura brota, para él, como psicosis reaccional de una vida que se derrumba ante condiciones que oprimen y excluyen. No conviene engolosinarse con la locura cuando lo que ella expresa ciertamente podría ser el deseo tratando de escapar, pero a costa de sufrimientos que nadie merece vivir. A pesar de la fascinación de Deleuze por lo afirmativo –contagiada tal vez a Guattari en la teoría de las “líneas de fuga” – habrá que tomar en cuenta lo negativo de la locura, eso que destruye –aunque sea en nombre de la afirmación de la vida– a quienes tienen que ver de frente el horror de la guerra o el horror algo más difuso y cotidiano de una sociedad que no deja que los seres humanos puedan respirar.

Notas Karl Marx en una carta a A. Ruge de septiembre de 1843, citado por Nancy Fraser en “¿Qué tiene de crítica la teoría crítica? Habermas y la cuestión del género”, en Seyla Benhabib y Drucilla Cornell (eds), Teoría feminista y teoría crítica. Ensayos sobre la política de género en las sociedades de capitalismo tardío, Ed. Alfons el Magnànim, Valencia, 1990, p. 49. 2 Horkheimer, “Apéndice” a Teoría tradicional y teoría crítica, Ed. Paidós, Barcelona, 2000, pp. 79–80. Cfr. también la introducción de Jacobo Muñoz a la misma obra, pp. 9 ss. 3 Frantz Fanon (1925–1961) fue un psiquiatra y filósofo de raza negra, nacido en el dominio francés de Martinica. Participó como soldado francés en la segunda guerra mundial, y como médico en las Fuerzas de Liberación Nacional durante la guerra de Argelia. Es considerado como el gran precursor de los actuales estudios sobre la condición poscolonial. 4 Félix Guattari (1930–1992) fue un militante comunista “de izquierda”, filósofo y psicoanalista francés. En lengua castellana es conocido sobre todo por su trabajo conjunto con Gilles Deleuze. Sin embargo, actualmente hay una tendencia a prestar más atención a su propio pensamiento independiente. 5 Cfr. Michel Foucault, Historia de la locura en la época clásica, vol. I, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1986, pp. 13 ss. 6 Fanon, Los condenados de la tierra, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1986, pp. 230 – 231. 7 Fanon, op. cit., p. 228. 8 Cfr. al respecto los capítulos I al III de la primera parte de François Dosse, Gilles Deleuze y Félix Guattari. Biografía cruzada, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 2009, pp. 35 ss. 9 Guattari, “El estudiante, el loco y el katangueño”, en Psicoanálisis y transversalidad, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 1976, p. 267. 10 Guattari, op. cit., p. 267. 11 Cfr. Deleuze y Guattari, El Anti–Edipo, Ed. Paidós, Barcelona, 1985. Ver especialmente cap. 1, pp. 11 ss. 12 Guattari y Suely Rolnik, Micropolíticas. Cartografías del deseo, Ed. Traficantes de sueños, Madrid, 2006, p. 274. 13 Cfr. Deleuze y Guattari, Mil mesetas, Ed. Pre–Textos, Valencia, 2004. Ver especialmente cap. 9, pp. 213 ss. 1

A buen recaudo A LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSAS Recaudo hace cocina, y no Catalina Vetusto dicho popular

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ablando de términos en desuso, verbos y sustantivos de la palabra “recaudo” están “a buen recaudo” en nuestro imaginario popular mexicano. No así, en el del Antiguo Continente. La palabra procede del español antiguo y hoy mismo ya no se utiliza en la Madre Patria, aunque la Real Academia lo refiera en ciertas locuciones adverbiales tales como: poner a buen recaudo, lo que significaba garantizar el cuidado de algún bien. Antiguamente recaudo se guisaba en otros términos, en los mismos que nuestras verdaderas abuelas y madres lo utilizan cada día de nuestros días, con un sentido más que práctico en la cocina. Eso lo asistiremos en párrafos posteriores. De momento, habré de referir a la paremiología como un vocablo griego que significa colección de refranes. Se trata del estudio de los proverbios populares con la intención de reconocer o recobrar tradiciones, costumbres y conocimiento antropológico en general. En España, el estudio de los dichos se remite al siglo XV como una concesión del humanismo prevaleciente con la intención de exaltar el valor de la cultura popular en términos paralelos a los apotegmas grecolatinos. Así, el mismísimo Erasmo de Rotterdam hizo un compendio de adagios educados junto a los que recitaban las villanas ancianas ibéricas tras el fuego. De los proverbios se exprime y tamiza la información acumulada a través de siglos de historia, lo que nos da cuenta de la cultura en términos lingüísticos, religiosos, astronómicos o, en casos más terrenos: gastronómicos. Dichos y refranes nacían habitualmente como síntesis de chistes o cuentos y eran apegados a supersticiones, aunque también existieron los de origen ilustrado que provenían de bibliotecas y sermones conventuales de la Edad Media: como

los que relata Il Nome della Rosa, de Umberto Eco. Eran formas literarias confeccionadas con singular retórica, en la que se sazonan: la elipsis, la antítesis, el ritmo, el paralelismo, y los juegos de palabras. De parte de la Academia Mexicana de la Lengua podemos encontrar que el recaudo se reconoce principalmente a través de la paremiología, y particularmente mediante la cita que encabeza esté artículo: “recaudo hace cocina, y no Catalina”. Así podemos observar a tan recurrido potaje como una buena provisión de verduras y legumbres, lo que en cláusulas populares se consideraba básico; ergo: más importante que la propia cocinera. En el argot culinario nacional, pero capitalmente en nuestra realidad más íntima, cálida y aromática: la de la memoria infantil, el recaudo es la salsa esencial de nuestros alimentos; sazón esencialmente maternal que nos daba la bienvenida al hogar después de la salida de la escuela.

LANOTA,LARECETA,OELREMEDIO

Mi madre me reiteró que el recaudo es elemental para una persona que actualmente se procura así misma a través del cuidado digno y los alimentos naturales. Me apuntó, que se hace a partir de tres ingredientes básicos (un jitomate, cebolla mediana y un diente de ajo; además de un puño de sal). Me contó que existen algunas versiones, al menos en la región centro occidente. 1. En licuadora, en crudo y colado: que se puede guardar en el refrigerador en un recipiente de vidrio hasta que se ocupe para la sopa aguada o el arroz rojo. 2. La que se prepara para ya, previo hervor, posterior molienda con la propia agua de cocción e inmediata prestancia para freírse y preparar: carne deshebrada, picadillo o albóndigas. 3. Ya sea crudo o cocido, al que se le agrega aceite, o perejil, o cilantro, o algún tipo de chile, o especia, para una salsa picante en particular o para un guiso en especial.


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Yo, yo, yo y Platero ARTÍCULO ::EdicionesLiliputiensespublicalaantología“Divademierda”,enlaquerepasaconhumorelegodelospoetas.Másde70poetasaportansusversos cargadosdeironía.PORANAB.ARRANZ

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oesía soy yo. Y al resto, que les den”. Seguro que es así, de forma tan egocéntrica, como hubiese rematado Gustavo Adolfo Bécquer su famoso poema en caso de no haber sido Bécquer el autor del mismo, sino Tony Manero, el protagonista de Fiebre del sábado noche, metido a poetarraco en horas bajas, en vez del bailarín hipersensible, estupendazo y hortera que fue. Poetas, horteras, divas, dancing kings... La cosa promete. “Yo”. Pero con “yo” de yoísta. Y es que el ego, al parecer, es ese caniche orondo, gordo gordísimo, eternamente mosqueado y vocinglero que, ladrando cada minuto que pasa, acompaña a todos los artistas en general -y, cómo no, a los poetas en particular- que se precien de serlo. De ahí que Ediciones Liliputienses, editorial especializada en acercar a España la mejor poesía que se hace en América Latina, haya decidido encerrar a ese caniche en una perrera en formato libro de casi 200 páginas que sorprende, sobre todo, por su propuesta irreverente y repleta de buen humor. “Todo empezó unos meses atrás -comenta Fabio Betancour, responsable de la edición, selección y prólogo de Diva de mierda-, cuando un joven escritor mexicano de cuyo nombre no quiero acordarme me envió un poemario para que considerase la posibilidad de publicarlo. Cursé el correspondiente acuse de recibo y prometí responder tan pronto como me fuera posible. Sin embargo, se ve que para el autor lo de tan pronto como fuera posible equivalía a de inmediato, ya que, al día siguiente, me volvió a escribir para preguntarme si ya lo había leído. Le contesté que tuviese en cuenta que, además de la editorial, tengo dos niños y un trabajo de sufrido profesor de instituto, razones por las que le rogaba que me concediese algo de tiempo, el justo para encontrarme en condiciones de contestarle con conocimiento de causa. En aquel instante, pareció conforme con mis explicaciones”. “Hasta que unos meses más tarde -prosigue Betancour con su inusual historia-, sin ningún preámbulo (y se ve que cansado de esperar), me escribe de nuevo para llamarme ‘completo imbécil’ y ‘maldita diva de mierda’. Estupor. Luego, al contarle lo ocurrido a mi amigo Luis Arturo Guichard, éste me propuso que le diese la vuelta a todo aquello y me riese del asunto creando una colección denominada Diva de mierda. Acto seguido, María José, mi mujer, matizó la idea inicial de Luis Arturo y precisó que quizá lo mejor sería no una colección, sino una antología, un libro colectivo que exprimiese el tema del ego y la vanidad en el mundo del arte”. Dicho y hecho. ¿El resultado? Pues una de las escasas antologías realizadas en este país que, por fortuna para el lector de poesía, se pueden leer como si se tratase de un juego repleto de ironía, humor y actos que llevan, directamente y sin pasar por caja, a la carcajada. La lista de poetas participantes es tan larga como repleta de calidad. Aquí van algunos de ellos: Arturo Accio, Vanna Andreini, David Benedicte, Timo Berger, Isabel Bono, Enrique Cabezón, Javier Cánaves, Matías Escalera, Juan Carlos Marset, Juan Carlos Mestre, Itziar Mínguez Arnaiz, Eduardo Moga, Cecilia Quílez, Cristina Ramírez, Ada Salas, Felipe Zapico y Jesús Zomeño. Una oportunidad para tomar la temperatura a la actual poesía que se escribe en español, a la vez que un disfrute para el lector en el que los versos se convierten, por una vez, en una bomba cargada

de ironía. Que ustedes lo disfruten con salud. Ahí van dos ejemplos:

Polvo de estrellas Todos los horrores provienen de los aplausos. Thomas Bernhard

A él se lo escuché: al científico, al escritor: a John Gibbin: Básicamente, dijo, somos polvo de estrellas. Convendría no olvidarlo. Tenerlo siempre presente. Polvo. No estrellas. DAVID GONZÁLEZ

Palomo cojo Mi misión ser el pesado de Rafael Alberti del siglo que empieza mi objetivo aún me faltan algunos años eso supongo pero como él me dejaré crecer una absurda melena blanca y peroraré las rimas

sin tino ni sentido de coplero del Partido pero como él inauguraré institutos de la ESO con mi nombre y apellido dejaré mecerse mi melena al viento gaditano del Levante pero como él reabriré algunas chekas en franquicia pero como él galoparé momificado por los cócteles oficiales del Estado dadme 20 o 30 años para hacer realidad mi sueño tan sólo eso 20 o 30 años para hacerlo realidad mi sueño para convertirlo en vuestra peor pesadilla. DAVID BENEDICTE © El Mundo (España).


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¿Era Jimi Hendrix tan original como se cree? ARTÍCULO ::PocosguitarristassontanadmiradoscomoJimiHendrix.Perolosmitosquerodeansutalentopodríanterminarporhacerledaño.PORGREGKOT

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or estos días, una película biográfica (Todo está de mi lado, dirigida por John Ridley) recuerda los comienzos del legendario guitarrista y músico, que adopta mil formas convirtiéndose en una estrella internacio-nal. El filme se centra en los años 1966-1967, cuando Hendrix llegó a Londres y fue “descubierto” por la realeza del rock británico, incluidos Paul McCartney, Eric Clapton y Jeff Beck. La historia deja la sensación de que Hendrix era el cometa Halley del rock en guitarra, un revolucionario único que llegó a Londres en plena forma, mucho antes de su innovador álbum debut de 1967, Are you experienced?. Los libros de historia dicen que la aparición de dicho álbum fue comparable con un movimiento de placas tectónicas bajo los pies de la cultura. Hay un antes y un después de la guitarra de Hendrix. Pocos instrumentistas de rock han sido tan admirados, y menos aún han creado su propia aura y marcado su propia era como lo hizo él. La muerte de Hendrix en 1970 ni siquiera dolió, habiendo ocurrido apenas tres años después de su instantánea aparición como estrella de rock. Todo esto por parte de un hombre que hablaba en voz baja y no parecía dejarse llevar por lo que el negocio de la música tenía que ofrecer. Sin embargo, en “Voodoo Child”, uno de sus temas más reconocidos, Hendrix canaliza esa capacidad para crear mitos cargados de testosterona que es característica de uno de sus ídolos, Muddy Waters, cuando declara: “Bueno, la noche en que nací / Señor, juro que la luna se volvió rojo fuego”. Estoy bastante seguro que la luna no se volvió rojo fuego el 27 de noviembre de 1942 y seguramente Hendrix sabía que sus legendarios poderes no fueron creados por eventos cósmicos, sino por virtudes no tan míticas como el oído refinado, el gusto sagaz y el trabajo arduo. Por una combinación de sangre, sudor y cerebro, Hendrix no puede ser equiparado al éxito fugaz de un estudiante que, mediante un intenso entrenamiento y su talento innato, trasciende a sus maestros. Todos los que creen en el mito del cometa Halley, perjudican a Hendrix y a su ética de trabajo.

Un poco de ciencia ficción Al igual que sus antecesores, Los Beatles, considerados los salvadores del rock ‘n’ roll, Hendrix se consideraba un hábil sintetista de lo que ya existía y no como una entidad completamente nueva. Solía decir que canalizaba el blues hacia sus propias creaciones con “un poco de ciencia ficción”. En las entrevistas, era generoso enumerando sus fuentes de inspiración, que eran abundantes. Así como años antes de ponerse trajes y darse la mano con la reina Isabel II de Inglaterra, Los Beatles pagaron sus cuentas tocando innumerables horas en los escenarios improvisados del barrio rojo de Hamburgo, Hendrix trabajó en el aguerrido ‘circuito chitlin’, que acogía a todos los músicos del sur, como un sicario al que no le daban mucho espacio para presumir por temor a que opacara a los artistas que le pagaban. Trabajó con los Isley Brothers, quienes no alcanzarían mayores éxitos hasta años más tarde, y con Little Richard, que intentaba retornar al

El guitarrista y compositor Jimi Hendrix.

rock ‘n’ roll luego de varios años de exilio religioso. Mientras tanto, prestaba atención a las innovaciones de guitarristas cuya talla iba desde Buddy Guy a Les Paul. En la canción “Testify” de los Isley Brothers, Hendrix encontró una oportunidad para realizar un solo de cuatro en el cual homenajeaba al joven Guy, un guitarrista de Chicago que ya jugaba con la distorsión y el sostenimiento sin lograr entusiasmar a sus jefes conservadores de Chess Records. Clapton y Hendrix se encontraban entre aquellos que tomaban notas; sus discografías están repletas de citas de Guy.

Una leyenda que vale la pena recordar Hendrix también retenía los toques líricos de Curtis Mayfield en los innumerables sencillos de Impresiones, como se puede apreciar en “The wind cries Mary” y todas las obras de arte de blues. En algunas partes de “Foxy lady” Hendrix le dio forma a las repercusiones de una manera que había sido abordada por guitarristas como Link Wray y Bo Diddley en la década de 1950 y continuada un paso más allá por los Yardbirds en la década de 1960.

En 1958, Hendrix reinventó “Hold it” de Bill Dogett con “Purple haze”, y Duane Eddy mediante el tema “Peter Gunn” de Henry Mancini. También se impregnó del jazz de John Coltrane y Albert Ayler, como es evidente en el sonido vanguardista que creó en “I don’t live today”. Pero la lección más importante que Hendrix aprendió de sus antecesores fue el uso de la actitud más que de la técnica. En manos de Guy o Bo Diddley, la guitarra era un equipo de sonido en lugar de un instrumento con un vocabulario propio. Hendrix vio las posibilidades que se escapaban de las normas de los libros y, a diferencia de Guy, encontró una banda, un representante y una empresa discográfica que le permitieron deambular salvajemente sin miedo. Dejó atrás cientos de canciones y obras en curso mientras grababa un puñado de álbumes de estudio para ser lanzados oficialmente, un testimonio de lo mucho que le gustaba explorar y de lo difícil que era de complacer. Persiguió incansablemente, hasta su muerte, los sonidos que escuchaba dentro de su cabeza, como si supiera que esa era la única manera de crear una leyenda digna de ser recordada. © BBC Culture.


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Cada vez la soberanía de la naciones va siendo más débil, más disminuida, menos operante… y cada vez más sometida a los imperativos del comercio y de las finanzas…

Candil de la calle y oscuridad de su casa CARTASAPÓCRIFAS ::PORESTEBANMARTÍNEZ

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n un principio fue cuestión de la simple fuerza; por un largo tiempo se le atribuyó un origen divino; más tarde se dijo que era propia del pueblo; luego se la convirtió en una abstracción. Sí, estimados lectores de la presente, me refiero a la soberanía, a eso que es fundamento del poder político de un apersona o grupo en la se halla la máxima autoridad de un Estado. Si bien recuerdan, vendrá a sus mentes que la soberanía, el poder del Estado en la Grecia clásica, fue el de los hombres libres, estructura que afectó incluso a la, por un tiempo, democrática Atenas, ya que la democracia de dicha ciudad fue ejercida sin tener en cuenta para nada a las mujeres y menos a los esclavos, quienes ni siquiera eran considerados como humanos, por lo que se puede decir que en Atenas todo lo más que hubo fue una limitada y discutible democracia, pues los hombres libres eran los que únicamente tenían derecho al voto. Más tarde, en la Edad Media, se afirmó el pensar de que, como todo venía de Dios, según enseñaba la iglesia, preponderantemente en ese tiempo, se dio en la idea de que la soberanía, el poder para gobernar, era un don o una gracia que Dios concedía gratuitamente a ciertos individuos. Esta creencia de que el poder venía del cielo, de que era de origen divino, fue admitida con respeto y sumisión por los de arriba, por los menos… ya que así convenía a sus intereses y privilegios… y también por los de abajo, por los más… así se lo enseñaron, con la iglesia a la cabeza… y por la fuerza de las costumbres y usos del Medievo… y si había alguna rebeldía, ahí estaba el derecho divino para reprimirlos y meterlos al redil de la obediencia.

La teoría de que el poder venía de Dios, prevaleció mayormente hasta los tiempos de la Revolución de independencia de los estadounidenses y la Revolución Francesa, que se hicieron en nombre de la libertad y de la igualdad de todos los hombres. Estas ideas tomaron desde sus inicios vertientes distintas, pues pensadores hubo, como J.J. Rousseau a la cabeza, que afirmaron que la soberanía residía en el pueblo lo que llevó a la consideración del sufragio universal. Otros, por el contrario, sostuvieron que la soberanía radicaba en la Nación; considerando a la Nación distinta de los miembros de las diferentes clases que la integraban, por lo que puede decirse que fue una abstracción que, como todas las abstracciones, era una puerta de la generalización que a su vez, filosóficamente hablando, puede llevar a muchos sitios… la Soberanía Nacional pronto demostró que podía tener características diferentes… que correspondían a la clase en el poder… prontamente mostró que era la burguesía la que heredaba el poder divino de los reyes al defender la propiedad privada y sujetar el derecho al voto a la misma, con lo que negó jurídicamente y en la práctica que la soberanía residiese en el pueblo y al mismo tiempo igualmente rechazó la igualdad de todos los hombres… las mujeres ni en cuenta fueron tomadas en eso de votar. Verdad es que con el correr del tiempo y obligada la burguesía por las luchas de los grupos interesados y decididos a reclamar sus derechos ciudadanos, se fueron subsanando esas injusticias, imponiéndose poco a poco el sufragio universal… pero no es menos verdad que en esas rectificaciones persistieron y persisten sobre todo los de-

rechos de los que más tienen, los dueños a lo bestia de tierras, talleres, fábricas, medios de manipulación, finanzas, etcétera… pues los que más tienen supieron… y saben… como aceitar la máquina del Estado para que todo cambie y todo siga igual, para practicar la política gatopardesca… y así llegó la globalidad, donde ni Dios puede negar… pues para eso tienen sus lobbys y cabilderos.. el predominio de la economía (capitalista por supuesto) y las finanzas sobre la política… globalidad en la que, con eso del adelgazamiento del Estado, cada vez más persistentemente demandada por la economía capitalista de mercado y de las finanzas… con lo que cada vez la soberanía de la naciones va siendo más débil, más disminuida, menos operante… y cada vez más sometida a los imperativos del comercio y de las finanzas… imperativos que por perseguir las ganancias económicas, agudizan las diferencias entre ricos y pobres, impidiendo con ello el logro de los objetivos primordiales de la democracia… ¿Qué pensar, qué decir de los políticos que permiten ese estado de cosas; los que admiten respetuosa y sumisamente e imponen con dureza a sus conciudadanos los ajustes económicos, las reformas laborales que van contra los derechos adquiridos de los trabajadores, los recortes en el gasto público y otras medidas de austeridad exigidas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional?... pues servidor los ve como dice el dicho popular: “como candiles de la calle y obscuridad de sus casas”… y ustedes, estimados lectores de la presente, ¿Cómo los sienten y los ven? Con los mejores deseos y siempre a sus órdenes para lo que gusten y manden. EL GATO PARDO.


8|LETRAS~CAMBIODEMICHOACAN

SÁBADO25DEOCTUBREDE2014

Annabelle: un caso para la araña RESEÑA ::Estemiércoles22deoctubreseestrenólapelículaAnnabelledeJonhR.Leonetti,precueladelaexitosacintadeterrorElconjurodeJamesWan,basadaen hechosreales.PORFAUSTOPONCE

A

nnabelle cuenta la historia de un matrimonio compuesto por John (Ward Horton) y Mia (Annabelle Wallis), que es atacado por dos miembros de una secta satánica (un hombre y una mujer); el encuentro termina con los invasores muertos y con una dulce muñeca perteneciente a Mia, quien tiene colección de muñecas, poseída por el espíritu de una entidad maligna que responde al nombre de Annabelle Higgins. La idea de hacer la precuela de Annabelle fue iniciativa del propio James Wan y del productor de El conjuro, Peter Safran. Wan estaba fascinado con la muñeca Annabelle y estaba convencido que debía tener su propia película. A Safran le pareció una buena idea de tal manera que buscaron a Leonetti —colaborador de Wan— para desarrollar esta tarea. Al respecto, Wan comentó: “He sido muy afortunado de tener a John a mi lado, filmando en la mayoría de mis películas, así que fue una transición natural el que John dirigiera Annabelle. Su estilo visual, su pasión por esta historia y su habilidad innata de conectar con el elenco y el equipo, fue el pack completo. Tuvimos mucha suerte de tenerlo en esta película.” Por su parte, Safran afirmó: “John y James han trabajado juntos por mucho tiempo y sus mentes están conectadas. Los tres trabajamos muy de cerca en El conjuro, es por eso que existe cierta confianza entre nosotros como equipo creativo”. Al proyecto se unió el guionista Gary Dauberman, cuya historia hizo click con la visión de Leonetti: “La perspectiva de Gary de cómo puede que todo esto se haya iniciado fue genial; la historia era intrigante y tenía una capa psicológica genial. Annabelle facilita el terror de una manera increíble porque es real, y nada es más aterrador que eso.” Por su parte, Dauberman deseaba trabajar con el equipo creativo en cuestión debido a la trayectoria de los susodichos: “No podía esperar a jugar en este parque con estos muchachos. Todos adoran un buen susto, y esa era nuestra meta principal.”

Dos fotogramas de la película Annabelle.

La actriz Annabelle Wallis, protagonista de la cinta, agrega: “Todos han tenido un juguete que pensaban que cobraba vida en las noches. Definitivamente [la historia] resonó conmigo y pienso que también lo hará con muchas personas.” Ward Horton, que estelariza la cinta junto a Wallis, fue víctima de la historia: “Me encantó el guión. Me tocó profundamente y al mismo tiempo me hizo preocuparme por los personajes.”

La verdadera Annabelle La cinta está basada en hechos que fueron reportados como reales por la pareja paranormalista de Ed y Lorraine Warren, quienes se toparon con este caso de posesión allá por los años 70, hecho sobre el cual está basada la cinta El conjuro. La historia es la siguiente: Una madre compró una muñeca de trapo (Raggedy Ann Doll) a su hija Donna, que resultó tener un “comportamiento extraño”: primero, la muñeca cambiaba de lugar y posteriormente atacó a miembros de la familia. Se llamó primero a un espiritista que no pudo con el caso, y luego a los Warren que pudieron contener a la muñeca… aunque no por mucho tiempo. Una vez con la muñeca en su poder, durante el trayecto a casa, los frenos del vehículo donde iban los Warren fallaron y casi pierden la vida. Ya con la muñeca en casa, descubrieron que ésta comenzaba a levitar, por lo que hicieron un estuche especial para ella. Los acontecimiento extraños cesaron excepto para quienes iban a visitarlos a su Museo de lo Paranormal en Connecticut, y osaban insultar o burlarse de la muñeca. Quienes lo hicieron estuvieron involucrados en accidentes fatales o perdieron la vida. La historia “verdadera” de la muñeca puede leerse en el sitio de los Warren: www.warrens.net.

Disturbios adolescentes En Francia, la corrida de la cinta Annabelle ha generado disturbios en algunos cines de Francia

de tal manera que ha sido retirada de exhibición en tres ciudades: Marsella, Montpellier y Estrasburgo. Resulta que diversos adolescentes han estelarizado comportamiento vandálico, como trifulcas, lanzamientos de palomitas y desgarramiento de asientos, entre otras. ¿Fenómeno social o psicológico? Expertos opinan que sí; sin embargo podría tratarse de una estratagema mediática. De igual manera, ¿será real el caso de Annabelle? ¿O sólo existe en el imaginario de los Warren y su Museo Paranormal?


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