69.
Amamos a Dios y a nuestros prójimos cuando cambiamos nuestro
comportamiento. No podemos ser instrumentos de amor si nos aferramos al egoísmo y la avaricia. Jesús nos llama a amar, pero también nos llama a una conversión, a un cambio radical de nuestro estilo de vida y actitudes. Su mensaje es claro: no podemos ayudar al mundo hasta que no cambiemos nuestra manera de vivir en él.
70.
Amamos a Dios y a nuestros prójimos cuando desafiamos a aquellos que
obran mal. No sólo debemos responder al sufrimiento que ya existe, sino también desafiar a la gente, las empresas y los gobiernos que continúan explotando a los débiles, destruyendo la tierra, perpetuando la violencia y produciendo más armas. Seguimos el ejemplo de Jesús, quien confrontó a las autoridades de manera no violenta, usando la fuerza del amor 41, y adherimos a nuestros Principios Sociales, los cuales afirman "el derecho de los individuos a disentir cuando así se los exige la conciencia" 42.
71.
Cualquiera que haya experimentado el amor genuino, reconoce su poder.
Cuando contemplamos el mundo con los ojos de la fe podemos ver que hay amor
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