Querencias Francisco Magaña

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Querencias

FRANCISCO MAGAร A

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Querencias


Querencias | Francisco Magaña

Primera edición: marzo de 2018 D. R. © Francisco Magaña D. R. © Mano Santa Editores

Portada de Francisco Magaña, serie viajes técnica mixta, 70 x 90 cm. Director de la colección: Jorge Esquinca Cuidado editorial: Emmanuel Carballo Villaseñor Diseño y diagramación: Luis Fernando Ortega

Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico


FRANCISCO MAGAร A

Querencias

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FA L S A A L A R M A

No fue el viento en los cristales ni el temblor de las hojas en el patio Fue un susurro —casi un engaño de tu voz llamando al rezo en la mañana— lo que me hizo dudar de tantas cosas: del olor a gardenia en la cocina del silencio en la noche de un septiembre sin fin en la memoria y de tantas cosas más entre ellas de tu muerte y de tantas cosas más

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CON F I R M ACIÓN

Me dice en la sala que quiere un camarón como mascota —un gusano, afirma, pero lo que trae y deja en la mesa es un camarón. Le digo que me recuerda a Nerval. —¿Porque los tres estamos muertos? —me pregunta.

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R EV EL ACIÓN

A Bárbara Jacobs

Me despierto sudando y no me encuentro en casa. Estoy acostado. A punto de amanecer, intuyo. En una cama noble, de sábanas de aire y base dura, grata a mi espalda. La puerta permanece abierta. Entran y salen mis muertos en alegre convivencia con mis vivos. No veo rostros sufriendo, no escucho llantos, quejidos. Mi madre me toca el hombro y me pregunta: “Peludo ¿vas a ir siempre a México?” Y yo le digo que sí, que espero los boletos. “Qué bueno, para que veas a tus amigos, eso te ayuda”, responde. Y de pronto, alcoholizado, ya estoy en el suelo, extendido a plan. Le cuento a mi padre lo que me pasa. Se sienta junto a mí, murmurando que lo bueno es estar juntos, que ya estoy de pie.

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Lo compruebo. Aún siento su mano entre mis cabellos, revoloteando. Cierro los ojos, sonrío. Así me duermo sin sueño y con testigos. Sin saber donde estoy, eso no importa.

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L A S F OR M A S DE L M I L AGRO

A Vicente Rojo

Algo ha de aparecer ya sucedido. Una línea, una “T”, algún volcán que hace guiños a la primera letra del abecedario. Algo para llenar los ojos de contento y de asombro y de luz, de algarabía. Algo ha de aparecer cuando las formas se inventen otra vez al ser miradas —algo nuevo y de siempre. Y por saberlo voy a tientas, con cuidado, para no destrozar la epifanía: el mirar desde el fondo, corazón, desde tu centro, las formas del milagro que se tejen con soportes y técnicas diversos. Suspensivos los puntos me acompañan y por fin me decido y una vez más abro el libro iluminado por el rojo color, por el prodigio. 9


VOL C A N E S

A Jordi Boldó

I

Hay un volcán que se dibuja a solas que a solas se colorea. Que hace de los colores el muestrario del ánimo que avanza y avanza hacia adentro muy dentro. No se deja mirar este volcán de día. Para hacerse —y hacernos— es en la noche donde instala el mejor escenario que pregunta a la pregunta la misma interrogante que nació con la primera exhalación del mundo. De colores, silbidos de colores. En el viento el volcán es una fiesta. 10


II

Son niveles de tierra los que forman la mítica estructura del volcán. Accidentes sin fin, protuberancias. Caminos como tal: horizontales que simétricas construyen una a una las líneas y las bases que moldean el triángulo de cobre que festeja la gracia del color, todos sus dones. Bajo ellos porque sí, bajo ese techo busco cobijo y el Patrón concede que el consuelo me llegue por los ojos. Ya está entonces la mirada plena de vida, en silencio, orando y al orar, resucitando.

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III

Miran arriba hacia el cielo miran exhaustos —después de recorrer toda una vida— los volcanes que hoy quisieran dejar en su trayecto un ánimo de luz de luz interna que ilumine paciente el recorrido de una letra y de otra, de un vocablo y en fin que ilumine el nacimiento de la palabra para que salga al mundo con la imagen estruendo refulgente que conforme el sonido vacilante, trémulo y frágil, que origina la presencia del volcán: esa oración que a medianoche salva.

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IV

Desde el fondo en que estoy me reconstruyo. Junto uno a uno mis pedazos, cuento fragmentos y reúno el total —o eso creo— de mi osamenta. Expulsados que fueron del incendio, volaron esparcidos en terrenos extraños, en una casa que se viste de amarillo y regresa a posarse en otro lado —el izquierdo, donde habita el corazón—, pobres huesos tan solos de sí mismos estos que me hacen hoy ser el remedo de esa oración lámpara de vidas que son todas aquellas que se fueron a mirar en el gris su recompensa.

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V

Tres volcanes que forman uno solo. Tres colores que en uno se concentran. Tres el número santo que es testigo de una inclemencia contra el lienzo, de un dejarle a la tela que descubra los misterios que guarda en sus entrañas. Poco a poco y de lejos, de muy lejos, aparecen los rasgos, las siluetas, los contornos que alternan sus hallazgos y hacen luz en los ojos y en las venas. Puestos ya en erupción se reconocen. Su linaje es de dioses, son gigantes tan dóciles y hermanos de una oración tan íntima que nos bendice al alba.

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CUMPLEAÑOS

(mo d e lo 19 61)

A Mario Heredia

Miro la taza, vuelvo a ella. A tocarla con suavidad, como en un ritual. Transparente y brillante, lucidora. La tomo con cuidado, reverencia. Dos semanas, quizá, de no tocarla. La ceremonia de moler, calcular, hervir, hace días que fue interrumpida por fiebre, distensión abdominal y desequilibrio de la presión arterial que de la sistólica —alta, con frecuencia— descendió como el ánimo hasta el 40 infierno 40 de la diabólica y el doctor unas gotas y el doctor que pregunta ¿ya mejor? Miro la taza y me acuerdo y qué de pronto, me digo, el sudor frío y el cansancio desarman los sentidos, nublan la vista, aflojan el alma. Qué de pronto, me digo.

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V I AJ E ROS I N F R EC U E N T E S

A Gabriela y Miguel

En Tapalpa una vez, ¿cosa de meses? pasee una vez con Magdalena en Tapalpa. Dejamos la cabaña de Gabriela y Miguel donde Mario, Alfredo, Jorge, Gabi, Luis y Ale hacían magia con el momento descubriendo de nuevo la amistad. Pero yo pasee con Magdalena en Tapalpa, y qué frío aquella tarde para nosotros tan trópicos. Poco a poco nos alejamos y la cabaña se perdió en la neblina. En el bosque, Magdalena me sorprendió: con una Parker 66, resina gris, capuchón dorado y punto fino. Para que escribas el viaje, me dijo, por si es que nunca vamos a Tapalpa.

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SI N R E SPU E STA

A Gabriela Cuevas

El domingo llamé. Siempre que lo hago temo interrumpir. Pero lo sigo haciendo. Todavía, a Dios gracias, necesito escuchar a mis amigos. El domingo llamé. No sabía —¿cómo saberlo?— que la Intempestiva había llamado antes a sangre de su sangre.

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E STA R

Estar donde la luz del sol acaso refleja sin remilgos la conciencia. Donde además todo es sombrío. Donde todo. Donde el silencio es la tela que el color convierte sin dudar en fiesta. Algazara del alma, romería, explosión en la lucha constante del sendero: para ver en lo ignoto lo que uno solo nos muestra y multiplica como el gozo de ser de madrugada memoria y horizonte: comunión del callar con el remanso bendición del sueño.

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FE

Para saber quién soy me llamo a solas. El instante se quiebra. La respuesta me convence de añadir, de borrar en el papel —tan minúsculo a veces— los rostros que descubren descubrirme cuando no hay nada más sólo pintura en letras desdobladas, sólo color y líneas y maneras de llegar a ese espacio tan mancha, a ese vuelo que me ayuda a indagar por la presencia llenadora de paz, y en el sosiego, me muestra a quien ya soy y sin saberlo acaso: una mirada, una necesidad, un testimonio y un afán de acercarme al papel y celebrar la fe que me endereza.

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PI E DA D

El tiempo observa. Desde la calle aún de tierra recuerda el paso tímido de la casa al parque. Un paso más, un paso menos. En la película, fresca la imagen de la sonrisa sin motivo, el asombro ante el vuelo de los zanates, el calor sin conciencia, arrebatado. Cuando sólo eso aparece entiendes qué piadosa es a veces la memoria.

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POR VENIR

Me cuentan dicen escucho que cuando llegaban visitas al rancho, mi padre huía con su perro al monte. Allá se encaramaba a un árbol hasta que calculaba que todos se habían marchado. Eso me cuentan, dicen, escucho. Mi hijo podrá decir que el suyo, con pena y lento subía los escalones que lo llevaban al cuarto. Que tenía perro, podrá decir. Y una tristeza tan lenta que parecía nostalgia.

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¿NA DIE?

¿Quién enciende la luz y permanece inmóvil frente a los ojos de los muertos invisible a la mirada de los vivos?

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GLORIA

En el panteรณn colores desahuciados por la lluvia crucifijos en pedazos y tumbas rodeadas de basura. Mira alrededor y se acuerda. De cuando estaba vivo se acuerda.

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VOZ DE RODI L L A

Como si nada el árbol deja que pase un murmullo entre sus ramas y tan triste, como el pájaro que ya no lo visita, dibuja con calma un otoño dibuja como el torpe balbucear de una plegaria y después un rostro que se borra eso dibuja sólo eso

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BATA L L A PE R DI DA

Nace su reino a escondidas. Recorre las arterias el cuerpo todo que anda por inercia. Silenciosa, ruin, como la mala hierba. Como quien vuelve a la casa de la infancia con aliento que agoniza.

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AMANECER

A Eusebio Ruvalcaba

Por algo ha de ser. Tan pequeño tal vez pero quién sabe. O tan grande que apenas entra en un suspiro, en un parpadear sin darse cuenta. ¿Qué, después de la oración? Deutsches requiem, de Brahms y regresar a un recuerdo grato, a uno doloroso que es mirar hacia adentro para averiguar cómo sonará el día. Cuántas cosas en un poco tiempo. Con cuántas cosas esperamos otro amanecer y el viento afuera.

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PA I S AJ E S

Entre visiones trae el insomnio una voz que dice: “has fallado”. Así de pronto y tan potente. Digo que sí, respondo que eso es cierto. Porque no fui feliz, lo escribió Borges y por aquello “del arte que entreteje naderías”. En otras cosas no, eso aseguro. “Acaso fiel como el azar prefiera”, lo firmó don Rubén Bonifaz Nuño, la vida me mantuvo en la feliz certeza de mirar el milagro en el poema y de mirar el poema en los colores. A una pasión que es dos pedí cobijo, y la lluvia y el viento y los amigos no me dejaron ir tan pronto, sin antes compartir con mis querencias este espacio, esta hora, esta alegría. No me dejó la vida, irme sin llevar a mi esposa y a mis hijos a vivir los paisajes que hoy me salvan.

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RFC

Quien esto escribe, oriundo de Paraíso, en Tabasco, hijo de Yolanda y de José; hermano de Guadalupe y José —el triunvirato de los nombres raros—, declara que desde niño supo que sin ellos sería nada, que escucharlos, ahora que los patrones no están, es otra forma de gozarlos a través de un pacto no pactado en una llamada, siempre y cuando haya para pagarle al señor Slim. Puede decir y dice, quien esto escribe, que amó hasta la inconsciencia los libros, los lienzos, las tintas y el idioma al que se asomó con más pasión que conocimiento. Puede decir y dice, pues, que en la música se asomó al cielo y que por la amistad resucitó muchas veces. Que vio, con el agua ardiente entre la sangre, el amanecer de los otros, que una tarde lloró al escuchar las campanas llamando a misa de seis, que en Jacona, con los trapenses, aprendió aquello que aún no olvida. Que lloró 28


leyendo “En la calzada de Jesús del Monte”, que la Biblia que lee fue la de su madre, que de su padre el escritorio que ve nacer estás líneas. Quien esto escribe, puede decir y dice, que a 44 grados a la sombra, señor don SAT, sería buena noticia que obrara en él el milagro de la devolución.

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MEDIA NOCHE

A Jorge Arturo Caraveo Morillo, in memoriam

A las tres o a las cuatro y de rodillas Va callada mi voz diciendo Padre Padre Que en nosotros estás y por nosotros Vives: en el rosario paso de los días En la bruma canción de incertidumbre Que cierra los ojos atropella el sentido Primero de la vida. En la oración La nada se concilia con el tiempo Y nada pasa sobre nada ardiendo. Una vez fui señal de podredumbre Y otra una luz alumbró los residuos Los escombros y otra vez fui aquel sueño Disuelto en el espacio a medianoche Capataz de mi sombra alucinado Con los ojos inmersos en su fondo Profusión fui a destiempo de las horas Ahogadas en sus propios desvaríos 30


Rezo y vómito fui hablante a solas Y a solas respondedor de la inconciencia Que mañana seré. Cuál rostro me prestará El suyo para andar en la tierra En el olvido me pregunto quién soy Y la memoria no hace caso a mi voz Nadie responde a ver si así mañana Es la apariencia de que todo está bien Y hay que seguir continuar arañar Las lisonjas lo que sobra las migajas Dame fuerzas Señor Dame tu nombre Como amparo Dame la voz Para seguir mirando un poco más La dicha desventura de los dones El día lepra de la esperanza Los oscuros nombres del olvido La razón sin porqué de la penumbra Empecinada en la traición la sangre El hurto violación de la cordura 31


Para seguir mirando El asco renovado a cada instante El alba que al nacer se desmorona Como arena en las manos del sediento Los recuerdos los sueños los fracasos Quiero seguir mirando Hasta que nadie esconda la venganza El odio la blasfemia En la sangre además Hay nombres Que gritan Embozados Un canto de esperanza Y todo es sueño De ser sin despertar En la sangre además Hay otros cantos otros silencios Y mucho más que palpita Una imagen no más una imagen En las ondas concéntricas del agua Formadas por la caída de la tarde 32


Donde puedan quererse las ausencias Donde fogata o no los resplandores Existan como llamas de sí misma Llego a casa Con el júbilo que cede la mañana Y alegre así sin más alegre Sin ganas de mirar atrás —¿Dónde el ayer?— Con ganas nada más De abrir la puerta Y de cerrarme a todo Todos duermen llueve Oigo la voz —tan clara— Que pregunta al niño que fui Dónde quedó la rosa azul Del jardín de la abuela Los lápices de colores Las pelotas dónde No hay reclamo en el tono Es sólo una pregunta más Como otras muchas 33


De las que se quedan regresan En la brisa en el tiempo En el instante sutil Que nos sostiene Atentos a escuchar esa voz Una vez más Toco un poco de ti tu lejanía Miro en tus ojos el día tan empezando Apenas y dejo de mirarte presintiendo Que estás en el silencio Me digo que es aquí en esta noche Por primera vez desde tu ausencia Noche Me dices que es de ayer la música Que vibra en el violín Noche Y una voz que no es la tuya Abre flanco a la memoria Y no De rodillas cabizbajo con la culpa Y el asco con la rabia impotente 34


De no detener la caída vano El esfuerzo me digo y quisiera Quedarme así deshecho fracturado Del alma y en pedazos repulsivo Y dador de lástima con razón Olvidado de la gracias de vivir Aún me acuerdo de mí de mi camino De pasos alegres sin titubeos Del deseo en la sangre y de la herencia —Un rosario una foto una moral— Que gustoso acepté ante el sepulcro Era agosto también como memoria Ardiente de un clavo que expandiendo Mostró sus atributos en mi cuerpo Aún recuerdo “Francisco” me decía “Ya es hora de mirar todo de nuevo” Y era gloria el impulso de saberse Otra vez resucitado por la magia De una voz única voz del mundo Al infinito de mi vida Voz De luz alumbrando la mañana 35


—Tras el pabellón aún a oscuras— Y la noche y la vida y los reveses Alegres de un sentir la mano Protectora y exacta de la vida Luego vino en silencio la caída Sórdida y libre en su derrumbe y quieta Como el pedazo inmóvil de una carne Putrefacta a media calle con moscas Alrededor zumbantes el delirio De verse en otros sueños derruidos Como sombra total de alguna sombra De sangre y desperdicio de locura En la impotencia en el grito soez De la amargura y en el fondo Señor Muy en el fondo allá una luz tan Pequeña como el hábito del Desahuciado luchaba en soledad Por no apagarse por no irse así Sin presentar sus armas su desvelo: Por aceptar vencido su derrota Pequeña flama destello más de mí 36


—Casi apagado exhausto demolido— Que de la luz más modesta de la Sombra: pobre flama tan frágil En su miseria ardiendo, flama mezquina Con tan poco de vida pequeñita Fue de nuevo mirar hacia el abismo En el fondo escuchar la voz oscura De gutural tono cavernoso En el fondo a saber porqué la noche Fue promesa de un resquicio más claro Que la escenografía triste que de la Presa abandonada a sus captores Un desierto además una mentira La posible salida la escapada ¿Una mentira así? ¿Sólo un fulgor Engañando la conciencia? Una mentira Dice la falsa voz la siempre Casi inaudible susurrante Seductora voz que a todo engaña Falso arcano de nada balbuciente Prodigio en el silencio que rescata 37


De sí el llanto el balbuceo del Arrepentimiento sin ser más Que aguda estancia en el fracaso Hediondo y miserable renegando De sí de otros y de todos aquellos Que la vista alcance que el recuerdo Traiga a la memoria máscara de quién Si no de la afrenta hacia sí mismo Del asco de los pies a la cabeza Y de la piel al alma y del alma al alba Del vómito del asco del temblor En las manos de ojos rojizos turbios Como el olor del pantano en madrugada Con su vaho de niebla y repugnancia Líbreme Dios de mí mismo repetía Con Cristóbal de Castillejo sabedor De las ruinas infames que rodean Nuestro cuerpo desde adentro y desde Fuera coraza de pudrición lamento Y de vuelta a la inconsciencia sea Pues una forma de mirar la gracia 38


Devastada de la mentira y el Alcance sin fin de la ignominia Y eso y otro además otro consuelo Vano temporal y muy poquito un nuevo Amanecer el mismo un trago más El mismo el único el por siempre Allí en la conciencia y en el cuerpo Pero no en el arrepentimiento Otra vez entonces la esperanza —el llanto imbécil de la esperanza— en la oración de ahora y buenas noches.

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ÍNDICE

Falsa alarma ...................... Confirmación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Revelación ...................... Las formas del milagro . . . . . . . . . . . . . . . Volcanes ...................... Cumpleaños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Viajeros infrecuentes . . . . . . . . . . . . . . . Sin respuesta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Estar ........................... Fe ............................. Piedad .......................... Por venir ..................... ¿Nadie? ...................... Gloria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De rodillas la voz ............... Batalla perdida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Amanecer ...................... Paisajes ......................... RFC . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Medianoche . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Querencias poemas de Francisco Magaña, se terminó de imprimir el 16 de marzo de 2018. Ese mismo día, en el año de 1892, nació en Santiago de Chuco, Perú, el poeta César Vallejo. Encomendamos este libro al odumodneurtse de su poesía, y a su alma doliente. Se utilizaron tipos Baskerville. La edición estuvo al cuidado del autor y los editores. Impreso en los talleres de Ediciones de la Noche Calle Madero # 687 Col. Centro 44100 Guadalajara, Jalisco. México. Tel. (33) 3825-1301 (con 3 líneas) Fax (33) 3827-1026 edicionesdelanoche@gmail.com



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