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Martes 28 de Marzo de 2017

#AGRICULTURA

Jocote, producto que se olvida Las entidades que más consumen esta fruta son Puebla, Guadalajara, Ciudad de México, Veracruz, Tabasco y por supuesto Chiapas

LA FRUTA se corta verde, se pone en rejas de madera cubiertas e papel periódico para que madure. / C. Coutiño [CARLOS COUTIÑO] Chiapas, a raíz de la presencia de los españoles, contó con nuevos productos alimenticios, además de animales, que le permitieron dar mejor manejo a las acciones a emprender dentro de la agricultura y los campesinos vieron algo positivo en ello. Uno de esos frutos fue el jocote, que a través de los años se logró contar con tres tipos: el iguanita, de color amarillo redondo y muy jugoso; el jocote largo que en este caso es para la preparación del curtido; y el común o criollo que es el único que se traslada a cinco estados del país. Chiapa de Corzo es el municipio donde se inicia con el trabajo de la siembra el fruto, posterior a los años

fue Acala, Suchiapa, Ixtapa y en la actualidad en Jiquipilas y Cintalapa, aunque Chiapa sigue siendo el principal productor. La familia Alfaro se ha caracterizado en cosechar cada año un buen número de rejas que son vendidas a un comerciante que se encarga de llevarlo al Centro y bajío del país, donde se comercializa como un fruto de Chiapas, con el nombre de tejocote o simplemente jocote. Pero los chiapanecos, como el caso de Erika Guzmán, dice que sus abuelos acostumbran a hervir el fruto, pues para ellos es otra forma de consumirlo, a ella le desagrada pero antes así se consumía y era una delicia, salvo el caso de las nuevas generaciones que ya no lo cocinan. El jocote, dice don Artemio, que tiene su bajío cerca del Grijalva, que

ya la gente solo sabe que crece la fruta en esta temporada de Semana Santa y algunos lo consumen y otros no, porque debe tener su gracia, si se come caliente da diarrea, se puede comer frío de preferencia. Por el momento, las entidades que más consumen esta fruta son Puebla, Guadalajara, Ciudad de México, Veracruz, Tabasco y por supuesto Chiapas, indicaron los exportadores, que aseguran que a raíz de la venta de terrenos, la producción si disminuyó en cuanto a hectáreas se refiere. Existe la confusión de que el jocote es la ciruela, sin embargo, aunque hay cierto parecido, esto no es así. Arnulfo Hernández explica que la ciruela es de color guinda, más grande y totalmente suave al morder, mientras que el fruto chiapaneco es

duro pero su sabor es distinto al primero y ambos suelen ser al paladar una delicia, aunque depende de los gustos. Para quienes son productores señalan que el árbol no necesita de cuidados ni de agua, pues sola se cuida, solo esperan a que tenga la edad, en parte para que no le caiga nada pero a la fruta como agua de lluvia porque la pudre de inmediato, ese es el único cuidado insisten. La fruta se corta verde, se pone en rejas de madera cubiertas e papel periódico para que madure considerablemente y así puedan ellos enviarla a donde se tenga que comercializar, en tanto que no falta quien coma jocote verdoso con sal y chile, aunque esto no es muy recomendable. Para los especialistas el jocote es nativo y común, tanto silvestre como

cultivado en el sur de México y el norte de Perú y Brasil. Hay algunas plantaciones recientes comerciales en México y Venezuela. Es comúnmente plantado en la mayoría de las islas de las Antillas y las Bahamas. En todas partes los frutos se venden a lo largo de las carreteras y calles, así como en los mercados locales. Los exploradores españoles llevaron esta especie a Filipinas, donde ha sido ampliamente adoptada. El árbol se ha naturalizado en la mayor parte de Nigeria y ocasionalmente se cultivan por el fruto. Se ha plantado con poca frecuencia en el sur de Florida, principalmente como una curiosidad, pero con el incremento de la población hispana, cada vez se ve más el árbol en los jardines y patios de las casas.

Se presentó “Mi abuelo el luchador” en el Centro Cultural Jaime Sabines [REDACCIÓN] El Consejo Estatal para las Culturas y las Artes (Coneculta-Chiapas), en coordinación con la Asociación de Libreros del Estado de Chiapas A.C. y el grupo de Exalumnos del Tecnológico de Monterrey (Exatec), continúan

con las presentaciones de la campaña Chiapas Lee. En esta ocasión tocó el turno de “Mi abuelo el luchador” del autor regiomontano Antonio Ramos Revillas. Dicha presentación fue ofrecida al público en el corredor Tarumba del Centro Cultural de Chiapas Jaime Sabines y contó con la participación

de luchadores profesionales. “Mi abuelo el luchador” cuenta la historia de un niño que se siente muy orgulloso de las historias que vive su abuelo, quien ha luchado contra 20 contrincantes venciéndolos a todos, además de que redujo a tornillos a un robot, entre otras aventuras extraordinarias.

La publicación tiene ilustraciones muy coloridas realizadas por Rosana Mesa Zamudio, originaria de Xalapa, Veracruz. “Cuando escribes un libro estás pensando en un primer lector, que eres tú; si el libro no te gusta a ti, es muy difícil que a los otros también”, comentó Ramos Revillas.

Previo a la presentación se invitó a todos los niños a subir al ring para que vivieran en carne propia la experiencia y la emoción de saberse luchadores arriba del escenario; posteriormente se implementó un taller de elaboración de máscaras con el apoyo del programa Alas y Raíces.


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