Emprendedores 57

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Criterio

A PROPÓSITO DE UNOS 72 “ABRILES”

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omos mortales, no tenemos vida eterna. histórica, lo que significa que cuentan con una Afirmar lo contrario es una ilusión, un perennidad, aunque de una índole muy diferencreer en la quimera. A la inmensa mayote. Ello quizá obedezca, en estos casos muy ría de individuos nos salva del olvido total, particulares, a que la humanidad requiere de la que es una demostración de lo irrevocable de la memoria como prevención, retiene los nombres muerte, un recuerdo, poco duradero, que corre a de los grandes tiranos para señalarlos acusacargo de una o dos generaciones de nuestros sedoramente, aunque todavía no existe un verres queridos, parientes y amigos, que, en su ordadero “fármaco” para prevenir, menos “curar” den, se quedan aguardando el turno que generalla maldad, particularmente en el campo de la mente llega sin aviso previo. Esto demuestra, una política, no obstante los aproximadamente 28 Marco Robles López vez más, nuestra fugacidad existencial. siglos de ciudadanía. Para unas pocas personas, generalmente adultos, rara Pues bien: salvando esas excepciones, ilustres y trágivez jóvenes y prácticamente nunca niños, el recuerdo es más cas, que enorgullecen y que avergüenzan al género humano, perdurable: se encuentran protegidos del olvido total por sus respectivamente, la mayoría de seres humanos nos damos grandes obras, sus acciones, sus talentos, en el campo de perfecta cuenta de que no podremos ser recordados durante las ciencias, de la literatura, de las artes, de la moral. Esto les centurias, desafiando al tiempo; nuestros nombres no se conpermite trascender. También, aunque más raramente, aquella servarán en los anales de la historia, menos nos perennizareperennidad les beneficia a unos cuantos atletas y deportistas. mos, y únicamente tenemos consciencia de que vamos a moEn estos casos la muerte física, que es irrevocable e inevita- rir en algún momento o que “nos ha llegado la hora”. Es decir, ble, no afecta al campo de lo espiritual, a las hazañas del inte- nuestras vidas se asemejan un poco a una primavera y luego lecto. Por esta razón recordamos a los insignes pensadores, a un otoño. Sin embargo, como compensación a la extinción a los sabios o poetas, luego de trascurridos 20 o más siglos individual y a ese olvido inexorable, somos imperecederos exde su fallecimiento. Es decir, forzando un poco los conceptos clusivamente como especie y esto siempre y cuando el play percepciones, y recurriendo a neta no agote sus enerlos ejemplos más antiguos, pogías vitales, mientras no demos manifestar que la muercausemos la desaparición Los seres humanos, incluso cuando nos ente filosófica no les ha llegado ni de los demás seres vivos, contramos en los “años dorados” –alusión creo que a futuro les llegue a del maravilloso mundo al otoño, cuando las marchitas hojas de los Sócrates, el famoso “Tábano de la flora y del reino aniárboles se vuelven amarillas, como el oro y de Atenas” o “Comadrón de mal, de las indispensables ideas”, a Platón, el insigne penfuentes de agua y de la caen al suelo-, todavía estamos activos y no sador de la “caverna” o Aristótierra, nuestra maravillosa perdemos las iniciativas, aunque los ritmos teles, “la inteligencia”; tampoco progenitora. Por lo mismo, sean más reposados. les llegará la muerte política a no debemos creer ni afePericles, Alejandro Magno o rrarnos a la denominada Julio César; continúan vigenexcepción humana: ha tes Homero, los tres legendarios poetas y dramaturgos Sófo- sido la creencia o tesis filosófica –acepte el inteligente lector cles, Eurípides y Esquilo, estupendos renovadores del teatro este planteamiento como mejor le parezca o le convenga a su griego; el célebre Virgilio; la ilustre Safo de Lesbos que fundó concepción teórica del mundo y de la vida- más perniciosa de una academia poética para muchachas y destinó inspirados los últimos siglos, porque desgraciadamente dicha idea nos poemas al amor y a la belleza; científicos como Arquímides, ha permitido agredir implacablemente a la naturaleza y hacer aunque su muerte no haya dejado de ser trágica y absurda; con el planeta lo que se nos ha venido en gana. una matemática y filósofa como la bella Hipatia de Alejandría, Pero, ¿a qué viene el título de este artículo? A que los secuya violenta muerte no dejará de conmovernos. En estos ca- res humanos, incluso cuando nos encontramos en los “años sos, verdaderamente excepcionales, el fino tamiz de la his- dorados” –alusión al otoño, cuando las marchitas hojas de los toria retiene sus nombres como paradigmas para las nuevas árboles se vuelven amarillas, como el oro y caen al suelo-, generaciones, y por lo tanto podemos estar de acuerdo con B. todavía estamos activos y no perdemos las iniciativas, aunque Russell, quien decía que el registro de las grandes hazañas los ritmos sean más reposados. En estas condiciones, anhees una derrota del tiempo; sin embargo, miles de millones de lamos retrasar los relojes y derrotarle al tiempo, que se hace seres humanos, una vez cumplido el ciclo vital, no son rete- perceptible a nuestro entendimiento y sentidos por la dinámica nidos por ese filtro y se precipitan a los abismos insondables de la vida, por el movimiento incesante y el fluir de las cosas. del olvido, pasadas esas dos o tres generaciones que se en- Sin embargo, aquello no es factible, porque todo ciclo vital, sin cargan de recordar a sus muertos. Además, en esta compleja excepción, tiene su término. Únicamente el llamado destino, y contradictoria contemporaneidad, el dilema casi irresoluble que significa ese conjunto de sucesos de la existencia, las alees: ¿socialización o desarraigo, con relación a la muerte? Así grías y tristezas, los triunfos y derrotas que nos depara la vida, de rigurosos y selectivos son los recuerdos y los registros de constituye un gran arcano, el más viejo dilema de la humanila historia. dad y debemos enfrentarlo con estoicismo, es decir armados Sin embargo, también a los grandes represores no les lle- de dignidad, quizá la genuina y única nobleza que ha tenido el ga la “muerte política” y, admirablemente, tampoco la muerte Homo sapiens a lo largo de milenios. www.emprendedores.org.ec

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Año 9 / No 57 / 2013

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