La Atalaya, Mayo de 2014 ¿Quien puede ver el futuro?

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1 DE MAYO DE 2014

¿QUIÉN PUEDE VER EL FUTURO?


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Vol. 135, No. 9

Tirada media: 45.944.000 EN 213 IDIOMAS

MAY 1, 2014

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Semimonthly SPANISH

LA ATALAYA es una revista que tiene ´ ´ como proposito honrar a Jehova, el Dios Soberano del universo. Consuela a la gente anunciando que el Reino de Dios —un gobierno que se halla en los cielos— pronto ´ acabara con la maldad y transfor´ ´ mara la Tierra en un paraıso. ´ Ademas, promueve la fe en el Rey reinante de dicho gobierno, ´ Jesucristo, quien murio para ´ que pudieramos alcanzar la vida ´ eterna. Esta publicacion, editada ´ sin interrupcion desde 1879, ´ es polıticamente neutral y reconoce ´ la Biblia como maxima autoridad.

TEMA DE PORTADA

¿Quién puede ver el futuro? PÁGINAS 3 A 7 Algunos aciertos en un mar de fracasos 3 ¿Quién puede ver el futuro? 4 ․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․

Y TAMBIÉN Conversaciones con un testigo de Jehová: ¿Creen en Jesús los testigos de Jehová? 8 ¿Lo sabía? 11

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Ejemplos de fe: Sobrevivió al dolor de una espada 12 Preguntas sobre la Biblia 16

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´ Esta publicacion se distribuye como parte de una ´ ´ obra mundial de educacion bıblica que se sostiene con donativos. Prohibida su venta. A menos ´ que se indique lo contrario, las citas bıblicas se ´ han tomado de la version en lenguaje moderno ´ Traduccion del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (con referencias). The Watchtower (ISSN 0043-1087) is published semimonthly by Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.; L. Weaver, Jr., President; G. F. Simonis, Secretary-Treasurer; 25 Columbia Heights, Brooklyn, NY 11201-2483, and by Watch Tower Bible and Tract Society of Canada, PO Box 4100, Georgetown, ON L7G 4Y4. Periodicals Postage Paid at Brooklyn, NY, and at additional mailing offices. POSTMASTER: Send address changes to Watchtower, 1000 Red Mills Road, Wallkill, NY 12589-3299. 5 2014 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania. Printed in Canada.

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´ ¿QUIEN PUEDE VER EL FUTURO?


TEMA DE PORTADA

Algunos aciertos en un mar de fracasos ¿Le gustaría conocer el futuro? A muchas personas sí. Por eso hay tanta gente que trata de predecirlo, con mayor o menor éxito. Por ejemplo: LOS CIENTÍFICOS gastan grandes sumas de dinero y se va-

len de equipos sofisticados para pronosticar cosas como los efectos de la contaminación en la Tierra, el tiempo para mañana, etc. LOS ANALISTAS PROFESIONALES se dedican a predecir ten-

dencias políticas y económicas. Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del mundo, es conocido como el Oráculo por su habilidad para predecir qué inversiones tendrán éxito. Otro analista, Nate Silver, utiliza las estadísticas para hacer predicciones sobre diversos temas, desde política hasta premios cinematográficos. ALGUNOS DOCUMENTOS ANTIGUOS han sido interpretados

como profecías. Por ejemplo, muchos creen que los confusos escritos de Michel de Notredame (Nostradamus), del siglo XVI, se están cumpliendo hoy. El ciclo de un calendario maya que terminaba el 21 de diciembre de 2012 llevó a muchos a pensar que ese día sucedería un cataclismo. VARIOS LÍDERES RELIGIOSOS han predicho tragedias mun-

diales para advertir a la gente y ganar adeptos. El profeta catastrofista Harold Camping y sus seguidores anunciaron por todas partes que la Tierra sería destruida en 2011. De más está decir que se equivocaron. LOS PSÍQUICOS afirman tener habilidades especiales para

predecir el futuro. Edgar Cayce y Jeane Dixon predijeron con éxito algunos acontecimientos del siglo XX, pero muchas de sus predicciones fueron equivocadas. Por ejemplo, Dixon predijo que en 1958 comenzaría la Tercera Guerra Mundial, y Cayce dijo que Nueva York se hundiría en el océano a mediados de los años setenta. ¿Hay alguna manera de saber con seguridad lo que ocurrirá en el futuro? Sin duda es una pregunta que vale la pena hacerse. Si pudiéramos prever los acontecimientos, nuestra vida sería muy diferente, ¿verdad?

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¿Quién puede ver el futuro? años dando un pronóstico del tiempo acertado, ¿confiaría en él? ¿Escucharía su pronóstico para mañana? Seguramente. De igual modo, si descubriéramos que todas las profecías de Dios se han cumplido, sin duda querríamos saber lo que ha predicho para el futuro. LA CAÍDA DE UNA GRAN CIUDAD: Si alguien predi-

jera la destrucción de una ciudad que ha sido poderosa durante siglos y la profecía se cumpliera, sería algo sorprendente, ¿no es cierto? Pues Dios predijo por medio de uno de sus portavoces Randy Olson/National Geographic Creative

Todos pensamos en el futuro. Todos nos preguntamos cómo será nuestra vida y la de nuestros seres queridos: “¿Vivirán mis hijos en un mundo mejor? ¿Será destruida la Tierra? ¿Hay algo que pueda hacer para tener un buen futuro?”. Es natural que queramos saber la respuesta, pues deseamos tranquilidad, seguridad y estabilidad. Si supiéramos lo que pasará en el futuro, podríamos prepararnos física y emocionalmente para enfrentarlo. Entonces, ¿qué nos depara el futuro? ¿Puede alguien saberlo? Quienes se dedican a hacer predicciones han tenido algunos aciertos, pero también muchos fracasos. Por otro lado, se dice que Dios puede predecir con exactitud lo que va a ocurrir. Su Palabra, la Biblia, afirma que él “declara desde el principio el final, y desde hace mucho las cosas que no se han hecho” (Isaías 46:10). ¿Cuántos aciertos ha tenido? ¿SE HAN CUMPLIDO TODAS LAS PROFECÍAS DE DIOS?

¿Por qué debería interesarnos saber cuántas de las profecías que hizo Dios en la antigüedad se han cumplido? Bueno, si un meteorólogo llevara

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Una muralla reconstruida entre las ruinas de Nínive


la destrucción de Nínive (Sofonías 2:13-15). ¿Se cumplió esta profecía? ¿Qué dicen los historiadores? En el siglo VII antes de nuestra era, al parecer quince años después de que se pronunciara la profecía, los babilonios y los medos atacaron Nínive. Dios había dicho que la ciudad llegaría a ser “una región árida como el desierto”. Aunque la ciudad y sus alrededores cubrían una zona de 518 kilómetros cuadrados (200 millas cuadradas), los conquistadores no la conservaron para su beneficio, como era de esperarse. Al contrario, barrieron con ella. ¿Hubiera podido algún analista político predecir aquellos sucesos con la misma precisión? “HUESOS DE HOMBRES QUEMARÁ SOBRE TI”:

¿Quién se atrevería a predecir —con trescientos años de anticipación— que un hombre quemaría huesos humanos en un altar, así como su nombre, la familia de la que provendría y la ciudad donde estaría ese altar? Si una profecía tan extraña como esta se cumpliera, sin duda su autor se haría famoso. El portavoz de Dios dijo que un descendiente del rey David, de nombre Josías, quemaría huesos de hombres sobre un altar en la ciudad de Betel (1 Reyes 13:1, 2). Tres siglos más tarde llegó al trono un descendiente de David, Josías, un nombre poco común en aquella época. Tal como se predijo, él “tomó los huesos de las sepulturas y los quemó sobre el altar” de Betel (2 Reyes 23:14-16). ¿Es posible que alguien hubiera dado una profecía con tantos detalles sin la ayuda de un ser superior? EL FIN DE UN IMPERIO: Si alguien predijera que

una persona que aún no ha nacido conquistará a una de las naciones más poderosas que existen usando una estrategia de ataque singular, ¿verdad que sería asombroso? Pues eso fue lo que Dios hizo: anunció que un hombre llamado Ciro conquistaría un imperio. También predijo que liberaría a los judíos de la esclavitud y apoyaría la reconstrucción de su sagrado templo. Además declaró que, como parte de su estrategia, Ciro

Algunos profetas predijeron con exactitud la caída de Babilonia 1 DE MAYO DE 2014

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secaría las aguas de un río y que se dejarían abiertas las puertas de una ciudad (Isaías 44:27–45:2). ¿Se cumplieron todos los detalles de la profecía? Los historiadores concuerdan en que Ciro conquistó la capital de Babilonia, lo cual resultó en la caída del imperio. Para ello realizó una maravillosa obra de ingeniería a fin de desviar las aguas del río que la atravesaba; por decirlo así, lo secó. Lo que es más, las puertas de la ciudad se habían quedado abiertas, y el ejército entró por ellas. Posteriormente, Ciro liberó a los judíos y mandó que se reconstruyera el templo de Jerusalén. Esto fue algo extraordinario, pues él ni siquiera servía al Dios de los judíos (Esdras 1:1-3). ¿Quién sino Dios podría haber predicho con tantos detalles este acontecimiento histórico? Estos son solo tres ejemplos de las profecías de Dios que se han cumplido. Y no son casos aislados. Josué, líder de Israel, les dijo a los israelitas algo que ellos ya conocían: “Ustedes bien saben con todo su corazón y con toda su alma que ni una sola palabra de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado. Todas se han realizado para ustedes. Ni una sola palabra de ellas ha fallado” (Josué 23:1, 2, 14). Así es, los israelitas sabían que las promesas y profecías de Dios se cumplen. ¿Por qué tiene tanto éxito? Porque su manera de actuar es muy diferente a la de los hombres. Saber esto es importante, ya que algunas de las profecías de Dios que todavía no se han cumplido cambiarán nuestro futuro para siempre. LAS PROFECÍAS DE DIOS Y LAS PREDICCIONES HUMANAS

Los hombres hacen sus predicciones basándose en investigaciones científicas, análisis de tendencias y hasta en poderes sobrenaturales. Luego, por lo general, se sientan y esperan a ver lo que pasa (Proverbios 27:1). A diferencia de los hombres, Dios conoce todos los datos. Él entiende completamente la naturaleza de los seres humanos y sus inclinacio-

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Analizar las profecías bíblicas nos ayuda a ver un detalle interesante de la personalidad de Dios. Al decirnos lo que hará en el futuro, demuestra que no es indiferente, que se interesa en la humanidad. En efecto, desea que todos tengamos un futuro brillante.

nes. Así que, cuando lo desea, puede prever cómo actuarán las personas o las naciones. Pero Dios puede hacer algo más: puede controlar y cambiar factores para obtener el resultado deseado. Él declara: “Así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados [...;] tendrá éxito seguro” (Isaías 55:11). En cierto modo, algunas de las predicciones de Dios son anuncios de lo que él mismo hará en el futuro. Y se asegura de que todas se cumplan. ¿CUÁL ES NUESTRO FUTURO?

¿Hay algún pronóstico confiable acerca de nuestro futuro y el de nuestros seres queridos? Si supiéramos que un huracán se acerca, seguramente prepararíamos un plan de emergencia. Pues bien, así mismo podemos reaccionar ante la profecía bíblica. Dios ha anunciado grandes cambios para el futuro, y no se parecen en nada a lo que dicen los pronosticadores. (Vea el apartado “Lo que Dios dice del futuro”.) En la Biblia hay muchas profecías que nos dicen qué le ocurrirá a la humanidad, y podemos conocerlas. Dios mismo dice que él es quien “declara desde el principio el final, [el] que dice: ‘Mi propio consejo subsistirá, y todo lo que es mi deleite haré’” (Isaías 46:10). Todos podemos disfrutar de un maravilloso futuro. ¿Le gustaría saber cuál es? Pregunte a los testigos de Jehová. Ellos no son psíquicos; tampoco hablan con los espíritus ni tienen poderes especiales. Estudian la Biblia y pueden explicarle lo que Dios hará en el futuro.


Lo que Dios dice del futuro A diferencia de lo que dicen los profetas catastrofistas, Dios afirma que la Tierra nunca será destruida (Salmo 104:5; Eclesiastés 1:4). Dios no permitirá que los seres humanos terminen de arruinar el planeta (Salmo 92:7; Revelación [Apocalipsis] 11:18). Dios sabe que la mayoría de las religiones lo deshonran y no hacen caso de la Biblia; por eso las destruirá (Revelación 18: 4-9). La gente mala será destruida por el gobierno celestial de Dios, no por el ser humano ni por las fuerzas de la naturaleza.

“El futuro de los inicuos verdaderamente será cortado.” (Salmo 37:10, 38; Daniel 2:44.) Las personas que obedezcan a Dios vivirán para siempre en un paraíso en la Tierra. “Vigila al exento de culpa y mantén a la vista al recto, porque el futuro de ese hombre será pacífico.” (Salmo 37:11, 37; Revelación 21:3, 4.) En la Biblia, Dios nos dice lo que tenemos que hacer para recibir su aprobación y cómo podemos “escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder” (Lucas 21:36; Juan 17:3).

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CONVERSACIONES CON UN TESTIGO DE JEHOVÁ

¿Creen en Jesús los testigos de Jehová? Para ver el desarrollo de una típica conversación con un testigo de Jehová, imaginémonos que un Testigo de nombre Antonio visita a un señor llamado Luis.

CREER EN JESÚS ES FUNDAMENTAL

Antonio: Hola, Luis. ¡Qué bueno verlo de nuevo! Luis: Lo mismo digo. Antonio: Le traigo los últimos números de La Atalaya y ¡Despertad! Estoy seguro de que le interesarán los temas que traen. Luis: Gracias. Por cierto, me alegra que haya venido hoy porque hay algo que quiero preguntarle. Antonio: Sí, dígame. Luis: El otro día estaba hablando con un compañero de trabajo y le comenté que sus revistas son muy interesantes. Pero él me contestó que no debería leerlas porque los testigos de Jehová no creen en Jesús. Yo le dije que se lo preguntaría a usted cuando volviera. ¿Es verdad que ustedes no creen en Jesús? Antonio: Gracias por preguntármelo. Al fin y al cabo, para saber qué cree una persona, lo mejor es preguntarle directamente a ella, ¿no le parece? Luis: Sí, tiene razón. Antonio: Los testigos de Jehová sí creemos en Jesús. Y no solo eso; creemos que no podemos salvarnos si no tenemos fe en él. Luis: Me lo imaginaba. Lo que pasa es que, como mi compañero me dijo lo contrario, me

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dio curiosidad. Y como nunca antes habíamos hablado del tema... Antonio: Entiendo. Quisiera mostrarle algunos versículos de la Biblia que explican por qué es vital creer en Jesús. Son versículos que usamos mucho cuando le predicamos a la gente. Luis: De acuerdo. Antonio: Empecemos con las palabras que el propio Jesús le dijo a uno de sus apóstoles. Están en Juan 14:6: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”. Según este versículo, ¿cuál es la única manera de acercarnos al Padre? Luis: Mediante Jesús. Antonio: Exacto. Y eso es lo que creemos los testigos de Jehová. Déjeme hacerle una pregunta. Por lo que usted ya sabe de la Biblia, ¿en nombre de quién hay que orar? Luis: En nombre de Jesús, ¿no? Antonio: Eso es. Por eso, todas las oraciones que yo hago las hago en el nombre de Jesús. Y todos los Testigos hacen lo mismo. Luis: Qué interesante. Antonio: Veamos ahora lo que dice Juan 3:16. Este versículo es prácticamente un resumen de la vida y el ministerio de Jesús en la Tierra. Incluso se le ha llamado el Evangelio en


miniatura. ¡Así de importante es! ¿Le gustaría leerlo? Luis: Claro. “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” Antonio: Gracias. ¿Había leído ese texto antes? Luis: Sí, lo he escuchado en mi iglesia. Antonio: Es bastante conocido. Analicémoslo bien. Jesús dijo que gracias al amor de Dios podremos tener vida eterna, pero ¿qué necesitamos? Luis: Fe. Antonio: Exacto, y específicamente fe en el Hijo unigénito, Jesucristo. Y esa idea, la de que necesitamos tener fe en Jesús para conseguir vida eterna, se expresa en la página 2 de la revista que le di, La Atalaya. Ahí dice que esta revista se publica, entre otras cosas, para promover la fe en el Rey del Reino de Dios, Jesucristo, “quien murió para que pudiéramos alcanzar la vida eterna”. Luis: Ah, pues ahí está. ¡Si hasta su revista dice que ustedes creen en Jesús! Antonio: Claro. Luis: Entonces, ¿por qué dice lo contrario la gente? Antonio: Supongo que por varias razones. Puede que algunos simplemente crean lo que les han dicho. O quizás se lo haya enseñado un ministro de su iglesia. Luis: ¿Y no pudiera ser porque se llaman testigos de Jehová y no testigos de Jesús? Antonio: Sí, pudiera ser. Luis: Oiga, ¿y por qué hablan tanto de Jehová? “YO LES HE DADO A CONOCER TU NOMBRE”

Antonio: Porque el nombre de Dios es Jehová, y creemos que es indispensable usarlo. Je-

sús mismo lo usó. Me gustaría mostrarle lo que le dijo a su Padre en cierta ocasión mientras oraba. ¿Podría leer Juan 17:26? Luis: Sí. “Y yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté en ellos, y yo en unión con ellos.” Antonio: Muchas gracias. ¿Se fijó en que Jesús dio a conocer el nombre de Dios? ¿Por qué lo habrá hecho? Luis: Eh... No sé. Antonio: Bueno, leamos un versículo que lo explica, Hechos 2:21. Dice: “Y todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo”. Como vemos, para obtener la salvación hay que invocar, o usar, el nombre de Dios. Seguramente Jesús sabía esto.

No podemos salvarnos si no tenemos fe en Jesús Luis: Por supuesto. Antonio: Por eso era tan importante para él que sus seguidores conocieran y usaran el nombre de su Padre: porque es necesario para obtener la salvación. Y por esa misma razón, los Testigos hablamos tanto de Jehová. Para nosotros es muy importante que las personas conozcan y usen ese nombre. Luis: Pero las personas saben quién es Dios aunque no sepan su nombre o no lo usen. Antonio: Tal vez, pero Dios nos dio a conocer su nombre para que se nos hiciera más fácil acercarnos a él. Luis: ¿Cómo? No entiendo. Antonio: Véalo de este modo: casi todos sabemos que hubo un hombre que abrió el mar 1 DE MAYO DE 2014

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Rojo y recibió los Diez Mandamientos, ¿no es cierto? También sabemos que hubo un hombre que construyó un arca para salvar a su familia y a los animales. ¿Qué pasaría si no supiéramos sus nombres? Básicamente no nos afectaría, ¿verdad? Ni siquiera nos afectaría no saber cómo se llama el hombre que vino del cielo a morir por nuestros pecados, ¿no le parece? Luis: Es cierto. Antonio: Sin embargo, Dios hizo algo muy especial; se aseguró de que supiéramos cómo se llamaban: Moisés, Noé y Jesús. Saber sus nombres los hace más reales para nosotros, aunque no los conocimos en persona. Luis: Nunca lo había visto así, pero suena lógico. Antonio: Por eso, los Testigos usamos tanto el nombre de Jehová: porque queremos que las personas confíen en él, que lo vean como alguien real, como un amigo. Pero a la vez reconocemos que Jesús desempeña un papel sumamente importante en nuestra salvación. ¿Me permite mostrarle otro versículo que confirma esta idea? Luis: Sí. Antonio: Ya habíamos leído Juan 14:6, donde Jesús dijo que él es “el camino y la verdad y

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la vida”. Veamos ahora Juan 14:1. ¿Quiere leer la parte final? Luis: Sí. Dice: “Ejerzan fe en Dios, ejerzan fe también en mí”. Antonio: Gracias. Según este versículo, ¿es una cuestión de elección? Es decir, ¿tenemos que escoger entre tener fe en Jehová y tener fe en Jesús? Luis: No. Jesús dijo que debemos tener fe en los dos. Antonio: Así es. Y de seguro estará de acuerdo conmigo en que no es suficiente decir que tenemos fe. Hay que demostrarlo. Luis: Sin duda. Antonio: ¿Y cómo se puede hacer eso? ¿Qué le parece si hablamos de esto en otra ocasión? Luis: Me parece bien. Para más información, lea el capítulo 12 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, publicado por los testigos de Jehová. También disponible en jw.org.

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¿Tiene alguna duda sobre un tema bíblico? ¿Le llama la atención determinada práctica o creencia de los Testigos? Si así es, ¿por qué no les plantea el asunto la próxima vez que los vea? A ellos les encantaría conversar con usted.


¿LO SABÍA?

¿Por qué se les rompían las piernas a los criminales que eran colgados en un madero? El Evangelio de Juan dice que cuando Jesús y dos criminales fueron colgados en maderos de tormento, los judíos le pidieron a Pilato que les rompiera las piernas y, una vez muertos, bajara sus cuerpos (Juan 19:31). La Ley de Moisés establecía que si se colgaba el cuerpo de un criminal en un madero, “no debería quedarse toda la noche” en él (Deuteronomio 21:22, 23). Al parecer, los judíos seguían esa misma norma con los criminales que eran ejecutados por los romanos. En el caso de Jesús y los otros dos hombres, romperles las piernas aceleraría su muerte y permitiría que fueran enterrados antes de que se pusiera el Sol, momento que marcaba el inicio del sábado. Muchas veces, el condenado a muerte era clavado de pies y manos a una estaca en el suelo y, cuando esta se levantaba, el peso de la persona recaía en los clavos, lo cual le causaba un dolor terrible. Su posición le impedía respirar a menos que apoyara los pies, y el único apoyo que tenía era el clavo. Al rompérsele los huesos de las piernas, ya no podía apoyarse y en poco tiempo moría de asfixia o de un choque circulatorio.

¿Cómo se utilizaba la honda en las batallas de la antigüedad?

RELIEVE CON HONDEROS ASIRIOS ATACANDO UNA CIUDAD AMURALLADA JUDÍA

David mató al gigante Goliat con una honda. Al parecer aprendió a usar esta arma durante los años que fue pastor (1 Samuel 17:40-50). La honda aparece en el arte egipcio y asirio de tiempos bíblicos. Consiste en un pedazo de cuero o tela con dos correas o cuerdas amarradas a los extremos. El dueño del arma colocaba en el cuero o tela una piedra lisa de entre 5 y 8 centímetros (2 y 3 pulgadas) de diámetro y unos 250 gramos (9 onzas). Luego tomaba con una mano las correas por los extremos, giraba la honda sobre su cabeza y soltaba una de las dos correas; la piedra salía disparada con gran velocidad y precisión. En Oriente Medio se han desenterrado muchas piedras de honda empleadas en batallas antiguas. Un guerrero experimentado podía lanzar piedras a velocidades de entre 160 y 240 kilómetros por hora (100 y 150 millas por hora). No se sabe a ciencia cierta si la honda tenía el mismo alcance que el arco, pero podía ser igual de mortífera (Jueces 20:16).

© Erich Lessing/Art Resource, NY

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EJEMPLOS DE FE | MARÍA

Sobrevivió al dolor de una espada ARÍA cayó de rodillas. El dolor era indescriptible. En sus oídos retumbaba el último gemido de dolor de su hijo antes de morir, tras sufrir horas y horas de tortura. El cielo llevaba rato oscurecido, aunque era pleno día. Entonces, la tierra se sacudió con violencia (Mateo 27:45, 51). A María debió parecerle que Jehová estaba hablándole al mundo, diciéndole que no había nadie a quien le hubiera dolido más la muerte de Jesús que a él. Allí, en el Gólgota, o “Lugar del Cráneo”, mientras las tinieblas daban paso a la luz del atardecer, María lloraba a su hijo (Juan 19:17, 25). De seguro estaba inundada de recuerdos. Probablemente le viniera uno en particular a la mente: treinta y tres años atrás, ella y José habían llevado a su querido bebé a Jerusalén para presentarlo en el templo. En ese lugar, un anciano llamado Simeón comenzó a profetizar por inspiración. Predijo cosas extraordinarias sobre el niño, pero también mencionó que, un día, María sentiría una larga espada atravesarle el corazón (Lucas 2:25-35). Solo en ese momento tan trágico logró comprender el significado de aquellas palabras. Se ha dicho que la muerte de un hijo es el dolor más intenso que puede sufrir el ser humano. La muerte es un espantoso enemigo y de un modo u otro nos hiere a todos (Romanos 5:12; 1 Corintios 15:26). ¿Es posible sobrevivir a sus heridas? El análisis de la vida de María, desde el comienzo del ministerio de Jesús hasta un poco después de su muerte, nos enseñará mucho sobre la fe que la ayudó a resistir un golpe tan terrible.

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“TODO CUANTO LES DIGA, HÁGANLO” Retrocedamos tres años y medio. María podía percibir que se avecinaba un cambio. Incluso en el pueblecito de Nazaret, la gente estaba hablando sobre Juan el Bautista y su conmovedora invitación al arrepentimiento. Jesús veía este hecho como una señal de que había llegado el momento de comenzar su ministerio, y María lo sabía (Mateo 3:1, 13). Pero la ausencia de su hijo significaría un desequilibrio para ella y su familia. ¿Por qué? Todo parece indicar que José, el esposo de María, había fallecido. De ser así, ella conocería bien el sentimiento de pérdida. Ahora a Jesús no solo lo llamaban “el hijo del carpintero”, sino “el carpintero”. Por lo visto, había tomado las riendas del negocio de su padre y se había convertido en el sostén de la familia, la cual incluía por lo menos seis hijos nacidos después de él (Mateo 13: 55, 56; Marcos 6:3). Aun si le estuviera enseñando el oficio a Santiago —que al parecer era el que le seguía en edad—, su partida no sería fácil para sus hermanos y su madre. La situación ya era de por sí complicada para María. ¿Temía este nuevo cambio? No podemos saberlo. Pero hay una pregunta más importante aún: ¿cómo habrá reaccioLa última vez que los Evangelios mencionan a José es durante un incidente que tuvo lugar cuando Jesús tenía 12 años. Después de ese momento, solo hablan de María y los hermanos de Jesús. De hecho, en una ocasión se llamó a Jesús “el hijo de María”, no de José (Marcos 6:3). Como Jesús no era hijo biológico de José, sus hermanos realmente eran sus medio hermanos (Mateo 1:20).


nado al enterarse de que Jesús se había convertido en Jesucristo, el Mesías prometido? Hay un relato bíblico que nos ayudará a descubrir la respuesta (Juan 2:1-12). Jesús fue a ver a Juan para que lo bautizara, tras lo cual se convirtió en el Mesías, o Ungido de Dios (Lucas 3:21, 22). Entonces comenzó a seleccionar a sus discípulos. Aunque su labor era urgente, pasó tiempo con sus familiares y amigos en ocasiones festivas. Una de ellas fue en el pueblo de Caná, ubicado a unos 13 kilómetros (8 millas) de Nazaret, al parecer en la cima de un monte. Allí se celebró una boda a la cual asistió con su madre, sus discípulos y sus hermanos. Durante la fiesta, María se dio cuenta de que había un problema. Quizás alcanzó a ver que los familiares de los novios se miraban con nerviosismo o se susurraban al oído. ¿Qué sucedía? ¡Se había terminado el vino! Entre los judíos, este era un terrible descuido que dejaría en vergüenza a la familia y arruinaría la boda. Angustiada, María se dirigió a Jesús. “No tienen vino”, le dijo. ¿Qué esperaba que hiciera? No sabemos, pero ella comprendía que él era un gran hombre y que haría cosas admirables. Tal vez esperaba que comenzara en aquel preciso momento. En otras palabras, le estaba diciendo: A María, una espada le atravesó el alma

“Hijo, por favor, haz algo”. La respuesta de Jesús debió tomarla por sorpresa: “¿Qué tengo que ver contigo, mujer?”. Algunos han interpretado estas palabras como una falta de respeto, pero se equivocan. En el idioma original expresaban una simple objeción. Jesús solo le estaba recordando amablemente a su madre que a ella no le correspondía dirigir su ministerio. Jehová, su Padre, era el único que podía hacerlo. María, que era una mujer prudente y humilde, aceptó la corrección de su hijo. Aunque Jesús compartía su preocupación por los recién casados, ella se dio cuenta de que no podía seguir dándole instrucciones; al contrario, ahora ella y los demás tenían que seguir las instrucciones de él. De modo que se limitó a decirles a quienes estaban sirviendo en la fiesta: “Todo cuanto les diga, háganlo”. A continuación, Jesús realizó su primer milagro: transformó agua en un vino de excelente calidad. Como resultado, “sus discípulos pusieron su fe en él”. Y María también; para ella, Jesús ya no era tan solo su hijo, era su Señor y Salvador. Los padres de hoy tienen mucho que aprender de la fe de María. Es cierto que ninguno ha criado a un hijo como Jesús, pero todos se enfrentan al mismo reto: ver a sus hijos convertirse en adultos. Y es que la tendencia es seguir tratándolos como si fueran niños, pero eso no es apropiado (1 Corintios 13:11). ¿Cómo pueden los padres ayudar a sus hijos adultos? Una manera es dejándoles saber que confían en ellos, en que desean obedecer a Jehová y en que él los bendecirá a cambio. Sus expresiones humildes pueden hacerles mucho bien. Sin duda, Jesús agradeció tener el apoyo de su madre durante los trascendentales años que siguieron. “SUS HERMANOS [...] NO EJERCÍAN FE EN ÉL” Durante los tres años y medio que duró el ministerio de Jesús, a María se le menciona pocas veces en los Evangelios, lo cual es comprensible. No olvidemos que probablemente era viuda y que, como tal, tenía que atender sola a sus hijos, algunos de los cuales quizás todavía vivían 1 DE MAYO DE 2014

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bajo su techo. En esas condiciones le hubiera sido muy difícil seguir a Jesús por todo el país (1 Timoteo 5:8). A pesar de ello, no dejó de reflexionar en las enseñanzas que aprendía del Mesías ni de acudir a las reuniones de la sinagoga local, como siempre había hecho su familia (Lucas 2:19, 51; 4:16). ¿No podría ser, entonces, que estuviera presente cuando Jesús habló en la sinagoga de Nazaret? ¡Qué emocionante debió de ser para ella oírlo decir que se estaba cumpliendo en él una profecía mesiánica de siglos de antigüedad! Pero de seguro la angustió mucho ver que el resto del pueblo le daba la espalda a su hijo. ¡Incluso intentaron matarlo! (Lucas 4:17-30.) Por si fuera poco, Juan 7:5 dice que ninguno de los cuatro hermanos varones de Jesús compartía la fe de su madre. Allí leemos: “Sus hermanos [...] no ejercían fe en él”. Jesús tenía por lo menos dos hermanas. ¿Cómo reaccionaron ellas? La Biblia no lo dice. En cualquier caso, María sufrió el dolor de vivir en un hogar dividido por cuestiones religiosas. Tuvo que aprender a permanecer fiel a Dios y a la vez esforzarse por ganar el corazón de sus hijos sin ser intolerante ni insistente. En una ocasión, los familiares de Jesús —incluidos de seguro sus hermanos—, lo buscaron para llevárselo, pues decían: “Ha perdido el juicio” (Marcos 3:21, 31). María no pensaba eso, desde luego, pero decidió acompañar a sus hijos, tal vez con la esperanza de que escucharan algo que los hiciera creer en él. Pero ni siquiera los milagros y las extraordinarias enseñanzas de Jesús lograron cambiar su opinión. “¿Qué más se necesita para llegar a su corazón?”, quizás se haya preguntado María al borde de la desesperación. ¿Y usted? ¿Vive en un hogar dividido por cuestiones religiosas? En ese caso, el ejemplo de fe de María le dará ánimo. Ella nunca dio por perdidos a sus familiares no creyentes. Quería que vieran la alegría y la paz que le producía su fe. Además, siempre apoyó a su hijo. ¿Lo extrañaba? ¿Hubo ocasiones en las que hubiera preferido seguir teniéndolo en casa? De ser así, supo controlar sus sentimientos. Para ella era un honor darle su res-

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LA ATALAYA

Muchas de las ilustraciones de Jesús reflejan la educación que recibió de José y María

paldo incondicional. ¿Está usted animando a sus hijos a poner a Dios en primer lugar? “UNA ESPADA LARGA TE ATRAVESARÁ EL ALMA” ¿Fue recompensada María por poner fe en Jesús? Jehová siempre siempre bendice la fe de sus siervos, y ella no fue la excepción (Hebreos 11:6). Imagínese lo feliz que se sentía cuando oía los sermones de su hijo o cuando otras personas se los contaban. Al escuchar las ilustraciones de Jesús, ¿habrá pensado María que se basaban en sus recuerdos de infancia? Él habló de una mujer que barrió su casa hasta encontrar una moneda extraviada, de dos mujeres que molían harina y de una mujer que encendió una lámpara y la puso sobre una base. ¿Habrá recordado María a Jesús de niñito a su lado mientras ella realizaba esas mismas labores? (Lucas 11:33; 15:8, 9; 17:35.) Cuando Jesús dijo que su yugo era suave y su carga ligera, ¿habrá pensado ella en alguna tarde soleada de mucho tiempo atrás en la que José le enseñó a su hijo cómo construir un yugo para que un animal pudiera cargarlo sin lastimarse? (Mateo 11:30.) Sin duda, María sentía una gran satisfacción al reflexionar en el privilegio único que recibió de Jeho-


vá: criar y educar al niño que llegaría a ser el Mesías. ¡Y qué feliz debió hacerla escuchar al mayor maestro de la historia! Un maestro que era capaz de extraer las lecciones más profundas de los objetos y escenas más ordinarios. A pesar de ello, María no perdió la humildad. Su hijo nunca la aduló y mucho menos le hizo creer que mereciera devoción o adoración. En cierta ocasión, una mujer le gritó a Jesús: “¡Feliz es la matriz que te llevó[!]”. Pero él respondió: “No; más bien: ¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!” (Lucas 11:27, 28). De igual modo, cuando le dijeron que su madre y sus hermanos venían de camino, dijo que todo aquel que creía en él era como su madre o su hermano. ¿Se habrá ofendido María? Al contrario; de seguro comprendió el punto que quería resaltar su hijo: que los lazos espirituales son mucho más importantes que los familiares (Marcos 3:32-35). Con todo, es imposible describir con palabras el dolor que sintió al ver a su hijo agonizando en el madero. El apóstol Juan, también testigo presencial, incluyó en su Evangelio este revelador detalle: María se mantuvo de pie “junto al madero de tormento de Jesús”. Nada impidió que esta leal madre apoyara hasta el final a su querido hijo. Este la miró, y aunque cada respiro era una agonía y cada palabra, un suplicio, le pidió a Juan que se hiciera cargo de ella. ¿Por qué él, si Jesús

tenía hermanos? Porque no eran creyentes. Con esta acción demostró lo importante que es para un hombre de fe cubrir las necesidades de los suyos, sobre todo las espirituales (Juan 19:25-27). Finalmente, cuando Jesús murió, María sintió cumplirse las palabras que había escuchado años atrás: que una espada le atravesaría el alma. Si es difícil imaginar su dolor, mucho más lo es imaginar la alegría que experimentó tres días después, cuando tuvo lugar el más grande de los milagros: la resurrección de su hijo. Pero eso no fue todo; poco después, Jesús se le apareció a su medio hermano, Santiago, seguramente en privado (1 Corintios 15:7). Esa reunión les tocó el corazón a Santiago y a sus demás medio hermanos. ¿Cómo lo sabemos? Hechos 1:14 dice que a los pocos días estaban junto con su madre en una reunión cristiana, orando sin cesar. Como vemos, habían aceptado que su hermano era el Mesías. Incluso dos de ellos, Santiago y Judas, escribieron una carta de la Biblia cada uno. La última vez que se menciona a María es en aquella reunión, orando. ¡Qué mejor manera de terminar, y qué ejemplo nos dejó a todos! Su fe le permitió sobrevivir a la espada que le atravesó el alma y recibir la recompensa celestial. Si imitamos su fe, también nosotros sobreviviremos a cualquier herida que nos produzca este mundo malvado y recibiremos una recompensa que superará todas nuestras expectativas.

María estaba encantada de ver a sus hijos aceptar el cristianismo


PREGUNTAS SOBRE LA BIBLIA

¿Quién gobierna el mundo? Mucha gente cree que Dios gobierna el mundo. Pero si eso fuera cierto, ¿habría tanto sufrimiento? (Deuteronomio 32:4, 5.) La Biblia enseña que en realidad el mundo está en manos de un gobernante cruel. (Lea 1 Juan 5:19.) ¿Y cómo consiguió ese individuo el control sobre el mundo? Al comienzo de la historia, un ángel, Satanás, se rebeló contra Dios y les propuso al primer hombre y la primera mujer que se unieran a él (Génesis 3:1-6). La pareja decidió hacerle caso, con lo cual se sometió a su autoridad. El único que tiene derecho a gobernar a la humanidad es el Dios todopoderoso, pero él quiere que la gente le obedezca por amor (Deuteronomio 6:6; 30: 16, 19). Lamentablemente, la mayoría ha cometido el mismo error que Adán y Eva. (Lea Revelación [Apocalipsis] 12:9.)

¿Quién solucionará los problemas de la humanidad?

Si Dios gobernara el mundo, ¿habría tanto sufrimiento?

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¿Permitirá Dios que Satanás gobierne el mundo para siempre? De ningún modo. Y lo que es más, mediante Jesucristo, Dios remediará todo el daño que ha causado el Diablo. (Lea 1 Juan 3:8.) Dios le ha dado autoridad a Jesús para eliminar a Satanás (Romanos 16:20). Entonces, Dios gobernará a la humanidad y se encargará de que viva como él quería desde un principio: feliz y en paz. (Lea Revelación 21:3-5.)


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