Prosa Inducida

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PROSA INDUCIDA Cuentos y Relatos | Luis Makianich


PREFACIO El pensamiento inductivo parte de la observación como estimulación de la idea primaria y se desarrolla a partir de esta con un fin incierto. La mentalidad artística suele en general, utilizar el modo divergente para hacer avanzar un proyecto, sin prestar atención a los eventuales conflictos que surgiesen en su camino hasta tanto se empiece a figurar el concepto básico y es recién en ese punto donde el razonamiento deductivo empieza a ejercer su poder; aunque paulatinamente, puesto que a medida que avanza la concepción nuestro hemisferio cerebral derecho continúa inundando el boceto con una tormenta de ideas, las que lentamente van siendo encausadas hacia un incipiente objetivo: La realización. Elegí esta palabra, porque es la que considero oportuna a la hora de cristalizar el deseo último de un espíritu creativo, inclinado a traer sus ideas a la realidad. El personaje que trato de ejemplificar con este precepto es el alma del artista en constante ebullición, llámese pintor, compositor, arquitecto o escritor, salvando las distancias respecto a sus procedimientos, los que seguramente

estarán

embebidos

en

sus

respectivas

técnicas y condicionantes, pero que en esencia son las mismas. Yo particularmente me he visto involucrado en compartir las experiencias con estas disciplinas y siempre

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sentí la necesidad de interactuar con ellas, con el fin último de enriquecer los resultados. La mayoría de los cuentos y relatos que integran este libro, fueron desarrollados a partir de pinturas, música y arquitectura, y muchos de ellos han sido publicados en conjunto con la obra que le dio origen, tal vez con el oculto deseo de llegar al lector desde varios puntos de incidencia simultáneos, pero ahora estoy parado en otra vereda, y desde allí puedo ver que solo importa el resultado final; me refiero a que, gracias a los comentarios que he recibido en los diferentes blogs en los que he participado, he descubierto que muchas veces, el lector logra ver un diferente mensaje subliminal en cada trabajo, producto de su propia inspiración, y en la mayoría de los casos esas acepciones me han emocionado en forma diferente a lo que inicialmente he tratado de transmitir, con lo que concluyo que el verdadero valor de una obra de arte, no está en lo que el autor desea expresar, sino en el efecto que cause en su interlocutor. Con este volumen intento dar a luz el producto final, sin mencionar las ideas que lo originaron y que tal vez nada tengan que ver con lo que cada uno de ustedes desea ver en él. Luis Makianich

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CAPÍTULO 1|PASIÓN EN PROSA

“Architeuthis Dux y Las Ninfas” Pintura Digital de Luis Makianich, 2009

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LA ROSA CAUTIVA

Los ojos de Rolando recorren aleatoriamente las portadas en el escaparate de una tienda de libros usados. Su reflejo en la vitrina le devuelve una expresión temerosa, como si supiera que encontraría algún ejemplar que le dañase el alma. Junta un poco de coraje y se interna en el local a paso esquivo y con la mirada huidiza, pasando su mano por los lomos como si quisiera palpar el borde de los títulos en alfabeto Braille; escoge un volumen al azar y lo extrae del estante con la seguridad

que le confiere su

intuición, hasta abrirlo en la primera página, casi sin hojear el nombre en la tapa. Unas pocas palabras escritas con lapicera, a modo de dedicatoria enmarcan una rosa seca que alguien olvidó por años, provocando que la tinta se oxidase, haciéndola casi imperceptible al bajo contraste con el amarillento papel; sin embargo, a los ojos de Rolando, el color de la rosa pasa abruptamente del ocre al

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rojo, impulsándolo a voltear la página y sumergirse en el texto que le de la luz necesaria para enterarse del ardiente romance que envolviera esa furtiva dedicatoria. Avanza unas pocas hojas adelante hasta descubrir que hay algo discordante con lo que su imaginación le adelantara, y decide volver al principio, cuando descubre que el color de la rosa ha tomado un tono más pálido, hasta que el blanco le inunda el iris de tristeza, y acude a las últimas páginas como intentando descubrir de un vistazo un indicio que le dé un poco de tranquilidad, pero no lo logra; él sabe que en ese párrafo manuscrito está la clave de tal atrapante historia y retorna a él para descifrarla. Ahora el color amarillo del óxido en la tinta le confirma que una historia de celos ha puesto fin al atormentado amor que se encuentra cautivo entre dos hojas de un libro; en la perpetuidad que le confiere estar encarcelado en un ejemplar olvidado. Sumamente

angustiado, Rolando deja caer

el

volumen sobre una pila de libros que parecen burlarse de él, no solo por haberse conmovido con tal trágico romance, sino por no haber aprendido nunca a leer.

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ORIGAMI - “Un mago es capaz de convertir las hojas de papel en pájaros”. (Katsuhita Hokuasi)

Si hay un material que contiene mi verdad debe ser el papel. Si lo miro fijamente durante horas puedo ver el infinito; mi mente puede vertirse en él por completo y como en una mesa, buscar mis ideas desparramándolas con las manos hasta acomodarlas en su justa posición; ordenar el cosmos a mi gusto y ocultar detrás de cada pliegue los agujeros negros de mi vida, aquellos que se quedaron con lo bueno de mi, o simplemente con lo que hubiese querido retener ahora. Todo mi pasado se encuentra plegado en este viejo cofre que acabo de desempolvar en mi ático y se que en su interior me espera el tesoro que alguna vez creí tan inútil como otras veces invaluable: Mi viejos flexo papiros. Levanto la tapa del baúl, y mi cara siente el resplandor hasta ahora dormido del papel envejecido de una palomita, que tomo con mis manos cuidando de no lastimar sus sentimientos, luego de tan brutal abandono;

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acaricio su cola y sus alas me saludan como si no hubiera mediado el tiempo en nuestra indeleble amistad. Me aventuro a sacar los aviones y me vuelvo niño por un instante arrojándolos en todas direcciones para configurar el espacio de mi imaginación hasta ahora adormecida en el recuerdo de mis amigos. Un instante después, un temblor se apodera de mis manos y como desobedeciéndome se introducen en el cofre con cautela para tomar una extravagante rosa, de un pálido color amarillo, formada con indescifrables dobleces en los que mi amor tuvo lugar. La luz redujo el espacio a una mínima esfera albergando a mis dedos y su frágil cuerpo, el de Emilia en un poco de ayer. Desvisto sus pétalos suavemente a la vez que evoco en cada pliegue una caricia o un beso que alguna vez robé, y que recién ahora puedo descifrar. El papel me hace notar su queja, mostrándome sus cicatrices en los dobleces hasta que encuentro toda esa verdad acumulada, que duele y me espanta, por su notoria angustia y mi mezquina ausencia que evadió envejecer con ella. Una última hoja de papel que encuentro en el fondo del arca me tuvo hipnotizado desde hace varias horas, por su tersa textura, sin ajaduras ni dobleces, sin nada escrito en ella.

Emilia me la obsequió cuando nos despedimos y

recién ahora mi pecho late por ello. Concentro mis ojos en su superficie y mis dedos añoran modelar su cuerpo con tantos pliegues como sea posible, pero mi corazón se rebela y detiene la marcha, y mi imaginación se pierde en su infinita talla.

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FLORES

Al aproximarme a aquella esquina mi pensamiento se inunda de color, reprimiendo toda otra sensación que atempere su efecto afrodisíaco.

Cada mañana mi

semblante palidece como todo el entorno subyacente para destacar su abrumador colorido. interior de mi automóvil inunda

la

cabina

La música en el

se congela y una tenue bruma

desenfocando

todo

aquello

que

desconcentre mi mirada de su exótica belleza. Aún antes de llegar a verla toda la escena se prepara para su irrupción en ella conmoviendo a los transeúntes que aminoran su paso al acercarse a ese semáforo diariamente, apostando a ser detenidos exactamente antes de empezar el sublime acto. El tiempo se detiene a la señal de alto y sube el telón. No importa cuántas veces haya visto esta función ni cuántas antes me estremeció, cada vez es diferente, no porque ella haya cambiado sino porque cada día me siento distinto.

Los automóviles se detienen

totalmente conformando el palco y los peatones arrancan

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su marcha sobre las bandas blancas delineando el foro. Tras bambalinas emergen los malabaristas revoleando sus anillos y estacas de fuego, dando marco a la aparición de su estrella principal, que se acerca a la ventanilla de un auto detenido frente al mío. Allí esta ella, con su falda azul de lunares blancos y blusa asesina inclinándose hacia el conductor y ofreciéndole un ramo de rosas envuelto en rocío. El coro permanece estático por unos instantes que me parecen eternos. Ella apoya sus brazos en el coche y menea la pollera con suaves movimientos de cadera. Mi corazón también permanece callado y una fría gota de transpiración recorre mi mejilla estremeciéndome. Todo es más lento hasta que se detiene. Su cabello hace un leve movimiento hacia atrás y lentamente su cabeza gira clavándome sus ojos hasta herirme de muerte. Se incorpora y orienta su cuerpo hacia mí escondiendo el ramo de flores tras su espalda y se abalanza lentamente como un felino ante su presa. Sus movimientos me hipnotizan y su cuerpo se agiganta a cada paso.

Yo me hundo en mi asiento

reduciendo mi estatura, como entregándome a su feroz zarpazo.

Sus tres últimos pasos son seguro, martillo y

percutor para luego…Disparar. Caí mucho antes de escuchar el ruido, como desmayado y aterrorizado aprieto el botón en mi puerta que baja la ventanilla hasta que su melena se introduce en ella junto con su embriagante perfume y repitiendo el acto anterior apoya sus antebrazos cruzados en mi auto enseñándome el ramo como una afilada y brillante espada, amenazándome con su dulce estocada que asesta en mi antes de hacer contacto. Desenfunda el arma

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secreta de su sonrisa como haciendo alarde de su fuerza de ataque. Mi corazón late como el motor de un viejo camión guerrero, tan fuerte que no me permite oír sus palabras y en mi desesperación intento contestarle…pero mi voz también resultó inaudible, al menos para mí.

Al

verme entregado a sus encantos, me ametralla con una incontenible risa y me abandona herido a la gracia de Dios, arrojándome una rosa sobre mis humedecidos pantalones como tiro de gracia. Quedo tendido sobre mi asiento mientras la veo alejarse victoriosa por el espejo retrovisor en busca de otra víctima,

alardeando

su

aniquilación

“Flores…Hermosas y perfumadas flores…”

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al

grito

de:-


FANTASMAS

Un sorbo de mis propios fantasmas es la medicina que prescribo para mis años de soledad. Contenida por el cristal de mis desvelos, la dorada bebida se infiltra en mi ascendiendo por mis fosas nasales hasta tomar su puesto de avanzada en las colinas de mis recuerdos de vida y desde allí, poner en marcha su plan de desembarco hasta tomar por completo la cabeza de playa,

en una oleada de

melancolía que sacude mis emociones hasta arrancarme el desconsuelo de las entrañas y verterlo nuevamente en el vaso de whisky, rellenándolo hasta completar mis desvaríos; turbando

mi

visón

en

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fragor

de

la

batalla

y


ausentándome por un tiempo, dejando abandonada mi alma a su propia suerte. Allí

está

ella

de

nuevo,

flotando

entre

mis

pensamientos; conformando mi atmósfera con su grácil cuerpo desnudo bailando a mi alrededor; acariciando mi sien con sus cabellos cobrizos escondiendo su persistente mirar y su cínica sonrisa; ostentando la osadía de estar aquí donde debería estar su ausencia; manipulando mis ideas con mi pelo entre sus dedos, mientras me duermo en su pecho, aunque ni en ese sueño pueda acabar por deshacerme de ella. Sin embargo ya no ronda en mi su lujuria misteriosa ni sus ardides de engaño; como tampoco encuentro angustiante recordar su mórbida fascinación por hacer de mis amigos sus amantes, a escondidas de sus prejuicios y a la vista de mi celosa mirada. Mi embriaguez deriva en la encrucijada de saberme amado por su rebeldía o sufrir el dolor que su espíritu me impone solo con acecharme desde su oscuridad nudista, emplazando su belleza en todo punto al que dirijo la mirada, como la condena de venerarla, más que un castigo por haberla matado.

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BOCETOS

Carla se siente su propia sombra y desde ahí observa cómo su cuerpo es ignorado por el mundo.

Su andar

describe una línea en el suelo que le pertenece y controla con la mirada baja de su complexión

ausente.

Su

vestimenta gris intenta relacionar su forma con su sombra para sentir el peso de su anonimato en las plantas de sus pies, donde su vida se transmite a su alma. Allí ella siente el peso de su insignificancia, que contrasta con el brillo de la mañana reflejado en la vidriera de una tienda, donde ve pasar su vida de costado, como si no le perteneciera. Revisa los diseños en oferta, que se encuentran en el piso del escaparate, por no mirar de frente al maniquí que ostenta toda su gala en un vestido azul, y que la observa orgullosa desde su ilusión de marquesina. Temerosa de su propia presencia, empieza a andar hacia la puerta del negocio, cuando desde el interior una empleada la mira con desdén, haciendo que ella volviera sobre sus pasos, presa de su intimidación, cuando se topa de frente con una

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extraña mujer, quedándose parada ante ella con su débil estampa, congelada en su perturbación.

La señora le

sonríe y Carla por primera vez descubre que está viva y esboza también una sonrisa. -“Gloria…”- dice la dama extendiéndole una tarjeta personal - ¿y tú eres…? -“Carla…”-contesta con timidez elevando los ojos del piso lentamente hasta rozar su mirada, para luego devolverlos a su lugar. -“¿Me preguntaba si te gustaría posar para mi taller de dibujo…?”-Insiste la mujer aún con la tarjeta en su mano extendida, mientras Carla la toma y la lleva hacia abajo hasta

interceptar

su

propia

vista,

que

permanece

descendente. -“La belleza del cuerpo…arte y grafito”-dice la tarjeta y la dama continúa diciendo: -“La paga es buena…por solo unas pocas horas a la semana”. Carla Hace un leve movimiento de cabeza para mirarla y guardando la tarjeta en su bolso le dice:-“Tal vez…” para luego seguir su camino, cuando la mujer le grita a la distancia: -“Te espero esta tarde, como a las tres…” Carla se encuentra avasallada por esta nueva oportunidad de emerger de su mundo oculto, pero también piensa que tal vez aquella señora la escogió por su falta de presencia, lo que posiblemente sería algún tipo de atractivo para un artista; no obstante su curiosidad empieza a germinar en su cabeza y aparece un atisbo de luz en sus ojos que seguramente obrará a favor de acudir a la cita.

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Aquí está ella, de pie frente a la puerta de roble de una antigua mansión de Palermo Viejo, sin señas de ninguna especie de ser un taller de dibujo, pero bajo el timbre, un diminuto cartel reza: -“No suena…entre hasta el primer piso, gracias” El portón está abierto e inmediatamente las escaleras de mármol envejecido la invitan a subir apoyándose en una muy trabajada boiserie, y esta vez, con la cabeza apuntando hacia arriba, donde la espera…quien sabe qué. Una vez allí, un recibidor hexagonal da a tres puertas muy altas con vidrios unidos con plomo, a través de las cuales pueden verse algunos atriles y gente pintando o dibujando modelos vivos, con sus cuerpos desnudos bañados por una suave luz cenital, proveniente de sendas cúpulas vidriadas emplazadas sobre cada recinto.

Su

intuición o tal vez su timidez, la inclinan por entrar en la habitación con menos artistas, donde aún no hay un modelo. Gloria la ve atravesar la puerta, e inmediatamente se acerca a ella y la abraza en forma muy aparatosa, diciendo: -“Preciosa…! Me alegra mucho que hayas venido y tan puntual, porque aquí la gente se pone muy nerviosa con la espera” Carla afloja un poco su tenso rostro y esboza una tímida sonrisa en tanto Gloria la toma del brazo y la lleva hacia el centro del salón para presentarla a los artistas que ya se encuentran ubicados en torno a la tarima central, constituida por algunos bloques de madera donde se sienta o recuesta el modelo.

Mientras la anfitriona hace las

presentaciones, Carla mantiene la cabeza baja, haciendo

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una tenue reverencia ocular ante cada nombre en los labios de Gloria. -“Abril…Donato…Edgardo…Zulema

y

Renzo”

Concluye mientras le alcanza a Carla una bata diciéndole:“Toma, quítate toda la ropa tras ese biombo, y ponte esto”. Ella toma el quimono, y se dirige a cambiarse con el paso inseguro que la describe y da un rápido vistazo al grupo un poco antes de ocultarse tras la mampara.

Su

blusa… sus polleras… sus medias, aparecen una a una colgadas del bastidor hasta que Carla asoma remisamente vestida con la túnica, hasta que Gloria decide ir en socorro a llevarla hasta el tablado e inducirla a sentarse sobre el armazón de madera, ahora cubierto con un paño color ciruela. -“Veo que es tu primera vez”-Le dice a lo que ella responde con un leve movimiento de cabeza. –“Te sugiero que dejes caer la túnica cuando estés lista y solo sé tu misma…”-continúa diciendo:-“Esto no es una sesión de fotografía, aquí tenemos otros tiempos, y tu eres quien decide

cómo

son…puedes

estar

sentada…recostada…caminar o bailar…estar callada o hablar, si así lo deseas, y ellos sacarán lo que necesitan de ti para su obra”. Ahora, Gloria percibe en el rostro de Carla un poco más de soltura, y es cuando suavemente la mira a los ojos, y tiernamente le retira la bata de los hombros, dejando ver parte de su busto mientras le dice;-“Tu eres la dueña de tu belleza, y solo a ti te corresponde decidir cuándo es el momento de compartirla…” y se aleja despacio caminando hacia atrás como admirando su cuerpo, y para no romper el encantamiento.

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La luz baja cálidamente desde la claraboya sobre los hombros de Clara y ella siente que ha cedido un primer paso hacia lo desconocido que ya no podrá desandar. Su cuerpo empequeñecido aún más por su vergüenza, parece recibir mucha más luz que el resto de los presentes, de tal modo que ella se siente encandilada y desamparada ante el reflector de las miradas ajenas, indefensa y frágil, aunque curiosa y atrevida por primera vez. Abril, que se encuentra frente a ella, empieza a bocetar su cabeza y ella siente cómo sus ojos intentan penetrar en su mente, lo que seguramente no logrará en esta instancia por su renuencia a ser descubierta; no obstante, realiza algunos cuantos óvalos concéntricos, como para establecer un límite entre el papel y el grafito; luego hace lo propio con sus ojos pero le resultan impenetrables, y decide continuar hacia abajo, con su boca, el cuello, sus hombros… Clara percibe esto siguiendo la trayectoria del lápiz, y luego de un instante…ella suelta su túnica dejando todo su pecho al descubierto.

Abril

acaricia su busto con el grafito esfumando con sus dedos su voluptuosidad, haciendo que Carla desvíe la mirada hacia otro lugar, donde se encuentra Donato, que en ese momento está dándole forma a sus pechos con un trozo de carboncillo sobre un lienzo. Ella nota que sus pezones se resisten a su voluntad y cobran vida propia, por lo que decide pararse abruptamente, y en ese mismo instante, todo su físico yergue desnudo bajo la espléndida luz del cielo, que la encandila con su gloria. Levanta su mano hasta su cabeza para intentar cubrir el resplandor y por fin descubre que su cuerpo se ha desprendido de su sombra,

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aunque aún no le pertenece.

Gira sobre sí misma para

buscar a los otros artistas y en cada movimiento, descubre cómo su sombra proyectada dibuja su esbeltez con el color de su deseo pintado en la cara. Poco a poco la vida le vuelve a su rostro y ese chispear en sus ojos le indica que ya es tiempo, y decide caminar entre los atriles, para observarse desde afuera de su propio ser, desde la vista de todos ellos. Que Abril haya podido completar su mirada le indica que al fin fue liberada y su cuerpo todo, está dispuesto a permitirle entrar y bailar juntos hasta que la luz se extingue. Carla baja las escaleras ataviada de nuevo con su blusa y su falda grises, pero el color en sus pómulos y la soltura de su andar, nos muestra que ella ha abandonado su sombra, y ahora viaja en su cuerpo,

adelante y

recostada en sus pechos, a cielo abierto y con el viento jugando en su pelo. Se detiene en aquella tienda y mira de frente al vestido azul en el maniquí del escaparate, descubre a la vendedora con su vista y se dirige a ella con la decisión que la acompañará siempre, tomada de la mano.

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AMOR ANFIBIO

Rocío tiene dos amores, uno en la montaña y el otro en el mar.

La cortejan desde niña y en cada atardecer, se

disputan su belleza hasta que el sol se extingue. Ella juega con ambos saltando de uno a otro, entregando su cuerpo al viento que la mece como una hoja, desde su amante pétreo hasta los brazos de su amado néctar. Desde las alturas el peñasco la observa con celosa mirada que atraviesa el aire de su derrotero, en tanto el mar golpea al risco con húmedas bofetadas reclamando con furia su preciado momento y ella zurce sus penas en cada puntada con un hilo de viento y por aguja su cuerpo que los une en la playa, esa tela de encaje que bordase en la arena, como si fueran uno en lugar de dos lienzos. Al anochecer el cielo se suma a la riña, reclamando a Rocío con su sábana obscura de azul uniforme, y sedosos sueños que atrapan su alma, secuestrando a la ninfa de sus dos amores, que la esperarán ansiosos en la nueva mañana, recostada en la hierba de la montaña amada y flotando en el aire que sobre el mar descansa.

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CICLOTIMIA

Cuando desposé a María Silvia, no imaginé que debería lidiar también con María, Silvia y Sil. Todas ellas se me presentaron a partir de nuestra noche de bodas y naturalmente no pude negarme. Ellas siempre supieron de mi aversión al matrimonio a partir de mis evasivas suscitadas en cada conversación durante nuestro noviazgo y yo pensé, que mis diferentes estados de ánimo se mimetizarían en un único humor, cuando estabilizáramos

nuestra

relación. María Silvia me cautivó desde un principio con su ingenuidad, convirtiéndome en el gran maestro que nunca fui. Ella le dio a mi vida un propósito y éste se convirtió en la motivación que nos llevó a ser cónyuges, pero mis ansias

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de libertad, despertaron en María esa furia desenfrenada que me ató a sus decisiones, eliminando lo poco de hombre que me quedaba en ese entonces. Podría haber huido de sus dominios, pero Silvia me asustó aún más, cuando me amarró a nuestra cama para impedir que lo hiciera, y ayudada por María y María Silvia me mantuvieron secuestrado en nuestros aposentos hasta que la fatiga pudo conmigo. Al despertar en la mañana, sentí que su poder sobre mí había llegado al extremo de someter mi autoestima y sucumbí ante su atroz castigo… Fue entonces cuando

entró

Sil

en

la

recámara,

con

su

visión

incandescente y su expresión devastadora de sensualidad. Sin dejar de mirarme se dirigió hasta la cama y desató mis manos una a una mientras Silvia y María hicieron lo propio con las ataduras de mis tobillos. En ese momento podría haberme escapado, pero Sil me tenía hipnotizado con su avasalladora mirada y bajo el dintel de la puerta, vi a María Silvia acercándose lentamente, con su andar cohibido y el rubor en su rostro, en tanto Sil se acercó a ella y se fundió en su hermoso cuerpo aportándole su sensualidad, María y Silvia abordaron ese tren de erotismo hasta que por fin, María Silvia… Toda ella se acostó sobre mí, y me enamoró definitivamente. Después de veinte años de ser esposos, hemos descubierto que nuestra unión ha sido perfecta…Yo con mi ciclotimia y ellas con su esquizofrenia.

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DIVA “Según la mitología griega, Dionisio, dios del vino y el desenfreno, pretendía a una doncella llamada Amethystos, la cual deseaba permanecer casta. La diosa Artemisa escuchó sus plegarias, y transformó a la mujer en una roca blanca. Dionisio, humillado, vertió vino sobre la roca a modo de disculpa, tiñendo así de púrpura los cristales…”

Su cuerpo resplandece ante las miradas ávidas de la sensualidad de sus movimientos, contorneando la música y el destello de las luces en una apasionada danza, que describe su obscura belleza en un ardiente anhelo de poseerla. Sus caderas los sumergen en un frenético rito a la lujuria, suspendiendo sus cuerpos en la ingrávida sala, frente al candente arco del escenario. La tensión del espectáculo mantiene la conexión entre el público y la diva que lanza miradas hiriendo de muerte a quien alcanza el influjo de esos latigazos. cuerpo

Los púrpuras cristales que conforman su

transmiten

un

halo

de

desesperanza

en

el

espectador abrumado por sus desvaríos que emergen del

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brillo de sus fantasías y cuando las luces se apagan y la música calla, surge una ilusión en el aire, que como un alma en pena permanece en sus retinas hasta que el sueño se duerme. Al caer el telón. Amatista se quita su traje de cuarzos y se interna en un mundo de reclusión.

Su pensamiento

cambia de efervescente a calmo en ese mismo instante se apaga su luz; su expresión endurece y sus ansias se opacan como si las miradas de los espectadores alimentaran su alma. Ella evita el contacto con cualquier persona porque fuera de escena es como un fantasma, que flota en el aire del obscuro escenario, esperando las luces que reaviven el fuego que duerme en las tablas y el crepitar del aplauso descansando en la sala. Una noche, el sonido de un tímido golpe en la puerta preguntó por su musa que estaba dormida y una voz grave y dulce se escuchó tras el roble despertando la música de aquel sueño en su pecho, que latía más fuerte en su camerino, provocando que el traje que estaba colgado brillara de nuevo fuera de su cuerpo.

Se encontraba

desnuda, sin su hermosa armadura que la protegiera de ese amor intruso, que robase su anhelo de seguir siendo diva, con un ramo de rosas que como una espada asestara en su pecho con su galanteo. Al abrirse la puerta, ella estaba ahí parada sin su traje de luces pero aún así brillaba, y él se quedó atónito ante tan sutil belleza que agachó la cabeza y se arrodilló ante ella, sucumbiendo su gesto a un renunciamiento, abatido por ella que de cuerpo presente lo asestó con la daga, de sus ojos ausentes.

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Amatista está sola frente al espejo de luces que la admira y contempla vestida con su piel obscura, que se ilumina a sí misma con la mirada perdida en un sueño imposible para su casta vida. Ella se debe a su esencia de mujer de teatro y está comprometida con su propia virtud, que la vuelve una estrella solitaria alentando la existencia de miles de cuerpos obscuros que viven de la luz que le brinda la diva. Han pasado mil años en su calendario divino, y su piel ya no es tersa ni baila sobre las tablas, aunque sus ojos se internan en viejas fotografías que reviven la historia de la fiel heroína, su fantasma aún persiste en la quietud del teatro, iluminando a sus fieles entre acto y acto.

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CONCUPISCENCIA

Alicia suele pasearse por el cañaveral en busca de algún suceso que la despierte. Ella está adormecida en sus instintos desde la soledad del paraje en el que vive, lejos de lo mundano y el sonido mecanizado de las ciudades. Su juventud permanece intacta pese a su madurez, y su mirada examina cada minúsculo evento que la transporte en su imaginación hacia ese mundo tan desconocido como deseado. Dos insectos copulando entre las cañas atraen su atención por un momento,

cuando su mente

detona un arrebato de complicidad despertando su avidez por la lujuria, sustentada en un caótico y perverso impulso que la hace cuestionarse su virtud, que hasta hoy no ha

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tenido contraparte. Se recuesta entre las matas sin desviar la vista del erótico evento y sus manos imitan los movimientos complexión

de y

las

alimañas

reconociendo

acariciando su

su

voluptuosidad

propia hasta

estimular la depravación adormecida en su castidad, confundiéndose el pudor con su sensualidad y la pureza con su ansiedad, hasta que una maraña de sentimientos contrapuestos acaban por apoderarse de todo su cuerpo, cediendo a su deseo por sobre su voluntad. Los insectos se desensamblan haciendo una algarabía con sus elocuentes alas, revoloteando la figura de Alicia que los contempla extasiada hasta que se despiden rozándolas sobre ella y volando hacia el horizonte mientras ella los sigue con su mirada hasta el infinito, ese que presagia el nuevo mundo que se abre ante sus ojos.

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FEROMONAS “Las feromonas son sustancias químicas secretadas que tienen la particularidad de inducir cambios en el comportamiento de quien tiene contacto con ellas.”

El Vestido de luces de Marga siempre llamó la atención de Pam, desde que se convirtió en su asistente personal. No podía comprender cómo alguien tan poco amable e hiriente para con el prójimo podría convertirse en tamaña diva, querida por todo ese público que la ovacionaba cada noche con solo vestir ese traje de cuentas brillantes. Su cuerpo lucía más esbelto y hasta su sonrisa parecía cobrar vida propia, mostrando simpatía con la gente y transmitiendo un carácter que en su vida real no poseía. Los hombres estaban hipnotizados por el brillo y las transparencias

que

dejaban

entrever

su

exuberante

cuerpo, el que a su juicio no merecía semejante envoltorio; y las mujeres se deshacían en alabanzas para quien ella no consideraba estuviese a la altura de su valía. Ella misma sentía una atracción especial al verla bajar de escena reflejando el aplauso en todo su centellante cuerpo, la que 27


se desvanecía cuando la ayudaba a desvestirse y se quedaba con el traje en sus manos, junto con todo ese sensual aroma a gloria que apretaba contra su pecho antes de colgarlo en el armario y al volverse hacia ella, podía ver la Marga de siempre, con su gesto agrio y su sonrisa apagada. -“Hoy salgo para la Isla Catalina con unos amigos…”Le dijo mirándose al espejo mientras Pam terminaba de acomodarle el cabello –“Y no voy a necesitarte hasta la función del viernes”-Concluyó al tiempo que ella terminó de guardar su peluca en una caja circular. -“Está bien señora”-Le contestó Pam mirando de reojo su ahora desgarbado cuerpo desnudo mientras le alcanzaba una bata de un color apagado y sobrio, que Marga llevo hasta la ducha instalada en el camerino donde entró a tomar un baño. Pam se sintió invadida por un sentimiento extraño que la impulsó a abrir el armario en que se encontraba el traje y tomarlo nuevamente en sus brazos, cuando el aroma de Marga la invadió por completo, como si una fuerza ajena a ella la movilizara a quitarse toda la ropa e introducir su desnudez en él; admirar su belleza a través de sus cristales que conformaban su nuevo y escultural cuerpo, para luego salir del cuarto y dirigirse como una autómata tras bambalinas hacia el escenario vacío, que la esperaba atónito en su luminiscencia, regalándole una silenciosa ovación, solo para ellos dos, en su tan ansiado debut.

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NON TERMINATO

Por alguna razón las pinturas de Carla quedaban siempre inacabadas. En un principio se pensó que era el temor de finalizar algo y no saber cómo recomenzar pero yo nunca estuve de acuerdo con esa teoría, puesto que antes de terminar un trabajo su mente ya estaba reacomodándose

a

la

nueva

tela

que

se

estaba

preparando en el estudio y su mirada ya no se fijaba en la obra sino que solía desviarse repetidas veces hacia el cero absoluto del lienzo no comenzado, aquel que yo como su ayudante le armaba en el taller e imprimaba en el cuarto contiguo para no distraer su atención a quien posara para ella en cada ocasión. Si bien yo pasaba horas en el taller observándola trabajar, nunca supe exactamente como

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pasaba de los primeros bocetos sobre la tela y las manchas de color al momento en que su pintura adquiría el alma del modelo; en parte porque ella se resistía a que espíe del otro lado del bastidor, donde las musas tienen su fiesta y otro tanto debido a que ella siempre terminaba la obra durante la noche, cuando yo había acabado mis tareas y me retiraba a mis aposentos, en el altillo de su atelier, dejándola en compañía de sus castálidas y el joven de turno, que a esta altura ya estaría entregado a su don, que lo convertiría en un dios indeleble. Para cuando yo bajaba, la nueva tela ocupaba el atril, y el espíritu del modelo descansaba con cierto desdén contra una pared, pintado en el lienzo y alejado de la luz, como purgando su penitencia.

Casi

siempre

piso

encontraba a Carla durmiendo en el

cubriendo su cuerpo semidesnudo con algunas mantas empapadas en vino y los pinceles regados por el piso de madera teñida en óleo. Yo con mis dieciséis años y un para ese entonces, no muy formado cuerpo solía llevarla en brazos hasta su cuarto, donde la arropaba y cuidaba que durmiera su borrachera, hasta que la resaca lo permitiese. Esta situación se venía repitiendo desde que me contrató para ayudarla, cuando yo recién había escapado del orfanatorio, allá por mis quince, y ha pintado mucho desde entonces,

desde

hombres

maduros

hasta

jovencitas;

siempre con esa mirada que los desnudaba y los volvía a vestir en su lienzo, acariciando sus dones con pinceladas suaves y seductoras hasta que la noche se los entregaba extasiados de su arte y de su amor, que los plasmaba en un instante eterno, atrapándolos en un calabozo de tela y bastidor del que no podrían escapar, flanqueados por

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colores electrizados y perspectivas divergentes hacia ningún lugar, que por algún motivo no poseían puntos de fuga; pero lo más inquietante era ese elemento faltante, o simplemente esbozado en cada obra que se rehusaba a terminar

de

formalizar,

como

si

esperase

que

se

autocomplete, como una respuesta del cuadro al diálogo que ella le propusiera; una réplica del amor al arte que le fuera correspondido. Esta mañana, para cuando desperté, Carla había bajado temprano al estudio y ya se encontraba frente a la nueva tela repasando la última capa de imprimación cuando suena el timbre desde la puerta de calle y ella se apuró a abrirla con un entusiasmo que difícilmente hubiera mostrado en una tarea que me correspondía a mí, al punto que casi se topó conmigo bajando las escaleras y aún así fue ella misma quien acudió al llamado. Me dirigí al office a preparar café, para dejar constancia de cuál es mi función mientras veo entrar a una hermosa mujer adulta, de unos treinta y siete, (algo así como la edad que aparentaba Carla) vestida con un tapado de piel oscura y con un peinado muy armado y aparatoso. Carla la trataba como si la conociese de mucho tiempo atrás, y por su apariencia de ricachona,

pensé que se trataba de algún agente

artístico que compraría sus cuadros, ya que no parecía del tipo que cobre

para posar como modelo; sin embargo,

cuando se quitó el abrigo y pude ver su escultural cuerpo desnudo, comprendí que me había equivocado. -“Me gustaría que ésta vez pensaras en algo diferente.” -le dijo a Carla, lo que me llamó la atención puesto que ella nunca había aceptado sugerencias de

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parte de una modelo, al menos desde que empecé a trabajar aquí y por lo que pude entender, ellas se conocían anteriormente, ya que nunca la había visto posar. -“Mhm…Déjame ver Eugenia…”-Dijo Carla mientras la ayudaba a acomodarse bajo una claraboya para que la luz descubra las curvas de su cuerpo. -“Me refería a que…tal vez no debería estar sola en la escena.”-Dijo Eugenia mientras miraba hacia mí con ojos atrevidos. Yo reaccioné abruptamente echándome para atrás

y

derribando

unos

jarrones

de

madera

que

usualmente sirven para decorar el fondo y haciendo mucho ruido, el que se confundió con las risas de ambas, al verme sonrojarme. -“¿Sabés qué…?-Dijo Carla-“Creo que sería una magnífica idea”, mientras se dirigía a mí y me tomaba de la mano llevándome

hasta

el

tablado

en

el

que

se

encontraba Eugenia, y sin siquiera consultarme desabotonó el cinturón de mis jeans, y sacó mi remera hacia afuera, para luego dar un paso atrás y con su mano en la barbilla me dijo: -“Mejor te los sacas y listo” Las risotadas de ambas me confundieron un poco y por un momento no sabía si estaban hablando en broma o qué, hasta que me di cuenta de que era “qué”, cuando escuché a Carla decir con voz firme” -“Vamos, vamos que no tenemos todo el día”. La situación me molestaba bastante pero en todo éste tiempo, nunca había desobedecido una orden de Carla y no creí que ése fuera el momento de empezar a hacerlo, así que lentamente me quité los zapatos, levanté

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una pierna para sacarme una manga del pantalón, tropezando con algunos objetos del decorado, aunque sin perder mi compostura y logré desembarazarme del pantalón, estirando mi playera de modo que cubra completamente mis atributos, los que estaban deseosos de contradecirme. Carla me colocó parado a un lado de la señora, que para ese entonces estaba completamente desnuda y sentada a mis pies.

Luego se agachó hasta enfrentar a

Eugenia y colocando sus manos sobre su cabeza, la orientó hacia

mis

partes

nobles,

obligándome

a

que

mi

concentración pueda más que mi hombría de bien.

Se

alejó lentamente de nosotros caminando hacia atrás hasta tomar posesión del puesto de comando, entre su paleta y el atril. Tomó un gran pincel robusto y empezó a agredir la tela con vertiginosos guadañazos, los que podía ver desde atrás

del

bastidor

sensualmente

el

hasta

pincel

que en

su

se

detiene

boca

para

y

pone pensar,

provocándome nuevamente a resistirlo, lo que apenas logro, cuando Eugenia movió su mano del

piso y

tomándome con ella una pierna dijo:-“¿Qué tal si nos tomamos un descanso?” Para ese entonces no hubo concentración que valga y Carla se abalanzó sobre nosotros con todo su cuerpo desparramándonos a los dos por sobre las mantas del tablado. Yo caí encima de Eugenia y Carla sobre mí, por lo que pensé que ya no importaba contener mi erección, pero de repente, Carla cambió de posición y se posó sobre su amiga desplazándome con el pie contra los jarrones, donde me incorporé hasta sentarme tomándome

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por las rodillas a ver el espectáculo, que inusitadamente cobró un vuelco diferente a lo que supuse estaba ocurriendo. Carla empezó a golpear fuertemente a Eugenia quien devolvía lo que al principio parecían caricias con más energía de lo usual hasta que su amiga le gritó: -“¡Mejor que te vayas de aquí, y no vuelvas nunca más…!”, a lo que Eugenia contestó en el mismo tono, mientras se desenrolla de las piernas de Carla:-“Por algo tienes fama de nunca terminar tus obras”-Tomando su abrigo y marchándose de un portazo. La rabia de Carla empezó a disiparse de su cara, aún sentada con la vista hacia el suelo, hasta que lentamente empezó a levantar la cabeza dirigiéndola hacia mí, con una mirada entre tierna y seductora;

se levantó para

caminar hasta mí y me dio una mano para que me incorpore;

me sacó la remera dejando mi torso al

descubierto y me llevó de la mano hasta el tablado; acarició mi cuerpo, como para posicionarme y se alejó lentamente hacia atrás hasta llegar a su atril; puso un pincel en su boca y levantó la paleta; me miró de frente y sensualmente me dijo: -“Vamos a terminar esta”.

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OBSESIÓN

Rigoberto se encuentra sentado en la sala de espera de un consultorio psiquiátrico, con la vista perdida en un cuadro abstracto de contenido erótico instalado en una de las paredes, intentando contener la ansiedad que le provoca, sujetándose del apoyabrazos del sillón al que se aferra con vehemencia. Su mirada se evade hacia los diplomas colgados por algunos segundos, intentando desacoplar

sus

pensamientos

de

la

pintura,

concentrándose en los logros de este nuevo terapeuta. -“Especialidad

en

Compulsivos)-Método de

T.O.C.

(Trastornos

Exposición y

Obsesivo-

Prevención de

Respuesta”- reza uno de los títulos, lo que lo lleva a pensar

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un poco hasta que sus pupilas se instalan nuevamente en la pintura que mira con su insaciable voracidad, hasta que la puerta del consultorio descomprime el vacío que lo succiona hacia el colorido cuadro, cuando una esbelta secretaria se para bajo el dintel y lo convoca a pasar. Rigoberto siente el shock y su cara se ilumina con la exuberante figura de la mujer que desde el interior de su guardapolvo blanco le envía señales en código Morse con el roce de su piel sobre la tela; sin embargo, su timidez puede más que su deseo y se incorpora lentamente para acompañar a la joven hasta la oficina del doctor, y con un ligero ademán, logra que ella comience a caminar frente a él, cediendo la vista de su andar a sus libidinosas ansias de perseguirla. -“Soy el Dr. Kroffman”-Le dice un hombrecito entrado en años con un aspecto apacible aunque con voz enérgica, extendiéndole la mano mientras sostiene su historia clínica con la otra, casi sin mirarlo a la cara y concentrado en la carpeta, mientras Rigoberto sigue con la mirada el recorrido de la enfermera hasta que ésta se retira de la habitación. Recién en ese instante él le estrecha su mano contestándole el saludo: -“Mucho gusto, doctor” -“Veo que es su primera vez, en este procedimiento”Le dice el doctor mientras lo conduce a sentarse en un sillón de la sala.-“Sin embargo, aquí dice que usted ha padecido de este trastorno por mucho tiempo y ha probado con todo tratamiento que se ha cruzado en su camino…” -“Así es, doctor…y creo que mi obsesión por el cuerpo de la mujer se ha tornado en un gran problema,

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que me ha relegado a padecerlo no solo en mi trabajo, sino en mi vida personal”. -“Continúe, por favor…” Rigoberto sigue narrando los desarreglos en su vida, producto de esta enfermedad, que van desde las denuncias por acoso sexual por parte de sus subordinadas en la oficina hasta el distanciamiento de sus amigos, que lo acusan de desear a sus esposas, aún cuando en ninguno de los casos haya consumado algún hecho debido a su timidez.

El Dr. Kroffman, quién se mantuvo sentado

escuchando todo lo expuesto por Rigoberto con atención, se levanta de su sillón y empieza a caminar en torno a su paciente con la mano en la barbilla y la vista fija en el suelo mientras le explica el concepto de su procedimiento, al mismo tiempo que su secretaria entra nuevamente al consultorio y se dirige hacia una vitrina donde se guardan una serie de frasquitos con medicamentos, lo que hace que se disipe la atención de Rigoberto de las palabras del doctor. -“La

Terapia

Cognitivo-conductual,

consiste

en

enfrentar al paciente en forma deliberada al objeto o idea temida, ya sea directamente o con la imaginación”-dice Kroffman, mientras Rigoberto no puede quitar sus ojos de la enfermera, quien se acerca a él con unas pastillas y un vaso descartable con agua para que este tome, lo que hace casi sin mediar cuestionamiento alguno. -“Si bien este procedimiento es utilizado para obsesiones de otra naturaleza, yo creo que no hay razón alguna que lo inhabilite para ser usado en su caso…”continúa el doctor bajando el tono de su voz hasta hacerla

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casi inaudible, mientras su paciente parece adormecerse lentamente con la vista fija en la cadera bamboleante de la hermosa joven que vuelve a alejarse hacia una parte más obscura de la habitación, que ahora parece atenuar su

ambiente

hasta

que

las

sombras

empiezan

a

superponerse con las luces, del mismo modo que la voz del Dr. Kroffman empieza a confundirse con los pensamientos de Rigoberto, que se escuchan en su cabeza con más intensidad, hasta que se apoderan de toda su atención, quedándose solo con la muchacha, que repentinamente empieza a quitarse el delantal blanco, descubriendo su suave piel desnuda entre las luces y las siluetas de la habitación. La joven se le acerca lentamente y las sombras empiezan a descubrir su busto a la intensa luz de sus ojos, que chispean su deseo hasta que ella se sienta con sus piernas abiertas sobre su falda; y su cabello ahora suelto cubre su cara haciendo que el espacio se reduzca solo a ellos dos, en un ondulante movimiento de caderas que consuma su deseo en un inquietante beso furtivo. Las manos de Rigoberto ven la luz por primera vez a su ceguera táctil y recorren todo su cuerpo con voracidad manifiesta en cada caricia hasta que sujeta su melena con fuerza para hacerla suya. El éxtasis lo conduce a un estado de placidez que disminuye el tono de sus pensamientos hasta que se confunden con el suave rezo del Dr. Kroffman, que lo trae nuevamente en sí, mientras la habitación recobra su luminosidad habitual, trayéndolo a la realidad de su conciencia. -“¿Se encuentra usted bien?”-Le dice el doctor a la vez que le inspecciona las pupilas con una linterna, lo que

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no impide que Rigoberto busque a la enfermera por toda la habitación, aunque sin éxito, para luego contestarle, un poco decepcionado: - “Si…gracias” -“No quisiera adelantarme, pero en vista del efecto que ha hecho este tratamiento en usted, presumo que pronto se sentirá aliviado de esa obsesión que lo ha mantenido perturbado por el cuerpo de la mujer, y que gracias a su timidez, no lo ha llevado a cometer una atrocidad”-dice Kroffman y continúa:-“Le sugiero que se tome un descanso para volverme a ver en unos días para una revisión final”. Rigoberto se retira agradecido y rato después, entra la enfermera al consultorio con una expresión de espanto y le dice

a Kroffman:-“Doctor, ¿tiene

idea dónde se

encuentra el cuadro de la sala de espera?”

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HIPNOSIS

Es inútil que me resista, su presencia me vuelve irreversiblemente en trance. Desde el primer día que la vi, mis rodillas jugaron a ser hojas huyendo de su árbol de otoño, temblorosas y esquivas como pollitos recién nacidos escapando de un rayo de sol. Mi boca se secó para atrapar cualquier palabra que intentase huir de ella y mis ojos se tornaron vidriosos, como protegiéndose del calor de su aliento. Hoy su efecto persiste cada vez que entro en su órbita.

Mis ideas caminan erráticas por mi cabeza

rebotando en mis ojos y oídos por dentro, prisioneras de mi propio pensamiento, carcelero de mis debilidades. He

intentado

evadirme

de

su

gravitación

en

innumerables ocasiones con idéntica cantidad de fracasos, aunque cada revés se tornó en alivio una vez devuelto a su área de influencia. Cierro mis ojos y su escote permanece en mi retina por siempre, con sus planetas a punto de eclipsarse como dos copas de vino rojo estrellándose en un

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brindis astral, dejando su borla en el fondo y agitando su cuerpo frenéticamente contra el cristal, que muestra orgulloso los secretos de una vida compartida por dos almas que se funden en un solo instante, en un único beso. Otras veces el sonido de su vestido que frota suavemente su piel, se vuelve mezquino al esconderme los detalles que hubiese querido conocer y que se oculta victorioso en la música de sus aretes que tintinean mis desvelos. ¿Qué otra cosa podría un hombre como yo desear, sabiéndome el que la ostenta y quien la posee?

La

observo desde el interior de la barra, meneando sutilmente su cadera, con una mano en alto sosteniendo la bandeja, de mesa en mesa, arrojando miradas y sonrisas por doquier, como reconociendo su influjo, y proyectando su aura.

Los

parroquianos se envuelven en su perfume conforme ella pasa y le devuelven sus ojos entregados a sus dominios, que conforman

el

territorio

inexorable

de

su

imperio.

Súbitamente, ella alza su cabeza para mirarme desde su lejanía, sin más pretexto que convidarme a participar de sus pertenencias, pero con la certeza implícita de que soy parte de ellas. Yo le sonrío asintiendo mansamente mientras repaso una copa y la coloco sobre el mostrador, invitando a un feligrés con el vino de mis memorias, que él acepta complacido. Mi mente se disipa en el chorro de la bebida que se vierte en el vaso y por un momento pasan por allí mis momentos de angustia, cuando mis pensamientos logran escaparse de su territorialidad y me ahogo en melancolía. Por primera vez pude ver por mí mismo, sin su influjo conciliador.

Mis peores temores toman posesión de la

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batalla y se concentran en mis manos, que toman otro vaso y se aprestan a servirme, cuando mis ojos se rebelan contra mi insurrección y buscan la ayuda de ella…que aún me sostiene su hipnótica mirada.

Por un instante lucho, pero

luego bajo la botella apoyándola contra la barra, la que tapo y guardo en la vitrina. permaneció estático.

En ese momento todo

La gente, el murmullo, hasta el

ventilador del techo paró de girar, como si esperasen que algo cambiara en la monotonía de esa tarde de verano. Y algo pasó.

Mientras el ruido de la vajilla continúa su

acostumbrada melodía, y las voces susurrantes de los comensales se mezclan con el televisor, yo me quito el delantal y lo dejo bajo el mostrador. Sin mirar a nadie me alejo a paso normal hacia la puerta y abandono el local hasta encontrar mi vida. Ahora vivo en otro pueblo, y frecuentemente escucho comentarios de la gente, que afirma que aún me encuentro detrás de esa barra, con mi mujer, atendiendo a los parroquianos, y tal vez sea cierto…pero ya nunca podré averiguarlo, porque para ello, debería volver.

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EN EL UMBRAL

Dalel se pasa las horas sentada en el portal hasta que algún amor la convoque a dejar la casa y unírsele. Su mirada se esconde de mi indiscreción sepultándose en las hojas de un libro que la mantiene inocua de mis especulaciones.

La calma de la tarde se duerme en su

espera hasta que la luna le muestra el sendero que quizás un día compartirá su vida. Su pensamiento se cierra a las fisgonas miradas que pretenden desenmarañar las ansias del nudo de sus desvelos. Cada hoja que voltea sugiere un día más en su paciente demora, un nuevo año de su casta permanencia. En el interior, su casa aún abriga esperanzas de conservarla siempre en esa morada, ausente de sueños 43


por carecer de dueño y carente de lágrimas sin saber por quién deben caer. Hoy sus ojos emergen del libro que la baña en sueños y una sonrisa tenue se esboza en sus pómulos inflándose al viento de su esperanza tierna, todavía dormida en los mares de sus fantasías, convidándola a navegarlas en su imaginaria barca. Ese leve gesto provoca en mí un temblor, que sacude mi ánimo hasta hoy dormido en su pasiva estampa, como el inicio de un cambio que perturbará mi alma, acostumbrada a su quieta soledad acompañando a la mía. Ella cierra el libro que contiene sus ilusiones hasta ahora indemnes de mis fantasías y levanta su mirada hasta encontrarse con la mía, en medio de la calle donde la tarde temprana nos cobija de la siesta, pero aún no descubre que soy yo quien la observa oculto tras las sombras de mi persiana esquiva y sin embargo su expresión denota una ilusión distinta a aquella que la tuviera prisionera entre las hojas de su lectura, como si hubiera escapado de su reclusión perpetua sintiendo la brisa de su imaginación liberada, hasta hoy cautiva por las letras ajenas. Por fin Dalel se levanta del escalón de la puerta y se aventura a la acera que la separa del encierro que decidí por mi mismo para protegerme de ella. Sus ojos se estrellan contra mi postigo y con audaz paso se acerca a mi ventana esperando una respuesta a su presentimiento de ser observada por quien se sabe el dueño de sus anhelos, pero un silencio evasivo fue su único hallazgo, luego de tan desmesurado intento de recuperar su sueño.

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Su mirada


intenta una Ăşltima incursiĂłn a travĂŠs de las sombras llegando a asestarme con la punta de su angustiosa daga para

luego

volver

sobre

sus

pasos

hasta

sentarse

nuevamente en el umbral de su desesperanza. Mi alma queda abatida, y decido por fin liberarla de mi influencia, cediendo a la voluntad divina de asumir cada uno el mundo al que pertenece. Ella en la luz de su vida y yo en las sombras, donde debemos estar los muertos.

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ARCHITEUTHIS DUX Y LAS NINFAS

Norman bucea en los confines de su mente armado con su pluma como arpón y una botella de ron como linterna. La bebida lo ha mantenido iluminado desde que se abandonó a la soledad de escribir esa novela.

Para

embeberse del ambiente marino, está viviendo en una pequeña

embarcación

a

motor

que

se

encuentra

amarrada cerca del golfo San Matías, en el Atlántico sur, desde que se enteró que el Museo Nacional de Ciencias del Japón y la Asociación de Observadores de Ballenas de Ogasawara obtuvieron imágenes de un calamar gigante en su hábitat natural por esas latitudes. Ocasionalmente matiza su solitario trabajo con la visita de alguna joven

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lugareña a su bote, con la escusa del buceo deportivo, una de sus actividades náuticas preferidas.

Aunque por su

temperamento, él no suele mezclar el placer con su trabajo, a menudo confía a estas mujeres algunos pormenores de su novela en curso, porque eso le permitiría establecer un pronto vínculo con ellas, que seguramente lo conducirán a satisfacer sus libidinosas expectativas, las que una vez consumadas quedarán asentadas al concluir ese capítulo de su vida. Luego de una semana de pasar en limpio sus ideas con varias copas en su sistema, hoy Norman comienza un nuevo ítem en su libro con la llegada de Juliana, una dulce joven ávida de emociones e inocente de desengaños. Norman la ayuda a subir al barco tomando su bolso y dándole la mano hasta que aborda completamente. -“Pensé que habrías zarpado, disculpa mi demora” Dice Juliana -“No hay problema, estuve organizando el itinerario”Le contesta Norman mientras desamarra y separa el casco del muelle –“Tal vez tengamos que alejarnos un poco más de lo previsto para lograr avistar algo”. -“¿No estarás pensando ir hasta Malvinas?”- dice ella visiblemente preocupada. -“No te asustes, no estoy buscando un calamar gigante, sería casi imposible hallarlo, me conformo con encontrar algo que me inspire en mi novela”-contesta Norman -“¿Algo como qué?” -“Con

encontrar

simple

belleza

submarina

me

conformaré” –le contesta mientras se dirige al camarote

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levantando levemente el bolso de Juliana, indicándole que pase a desempacar.

-“Ponte cómoda mientras me

encargo se salir de la bahía”.

Él toma el timón mientras

Juliana baja al compartimiento a cambiarse de ropa hasta que vuelve a cubierta con una diminuta bikini, que le dispara muchas ideas a Norman, aunque no está pensando en su novela. Se zambullen un par de veces a tomar fotografías, como para justificar el viaje, y luego se preparan para la cena tomando una copa de vino en el camarote. Norman no se encuentra muy entusiasmado al ver la actitud esquiva de Juliana, que ya empieza a darse cuenta de las verdaderas intensiones de él, que insiste en que tomen más vino esperando algún cambio de disposición en ella, quien no muestra señales de tenerlo. -“¿Tú crees que vas a tener sexo seguro conmigo, como lo has tenido con Alicia, o con Carmen?”-dice Juliana con visible enojo. -“¿Las conoces?”-Pregunta muy intrigado Norman. -“Esto no es Buenos Aires, es San Antonio…Pueblo chico infierno grande, suelen decir”. -“¿Por qué aceptaste venir entonces…?” Le dice él mientras le sirve otra copa de vino, que ella toma muy segura de sí misma. -“Soy mendocina, y emborrachar

con

esto,

si crees

debes

que me vas

saber

que

a

nosotras

desayunamos con vino desde niñas, y por lo que sé, a vos sí que suele hacerte efecto”. Norman deja su copa y se levanta a buscar una botella de ron que guarda en una gaveta mientras dice: -

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“Entonces, vamos a equiparar las cosas… (Sirviendo ambas copas) Es cierto… a mí la bebida me afecta, aunque para bien, porque me inspira a hacer algo creativo, como amar”. -¿Amar? ¿Qué tiene de creativo eso? A menos que hables de crear bebes… (Mientras toma el contenido de su vaso y extiende la mano nuevamente. Norman le retira la copa y se sienta a su lado mientras

dice:-“Ya

es

suficiente…”

y

se

besan

apasionadamente. Súbitamente, algo golpea el casco de la embarcación, provocando que se aparten uno del otro sobresaltados.

Norman se levanta y sube a cubierta

cuando puede ver una lancha amarrada a su barco en medio de la noche.

Corre nuevamente al camarote a

buscar un arma que oculta bajo un asiento, cuando entran detrás de él Alicia y Carmen, vestidas con trajes de baño: -“¡Deja eso, solo queremos rescatar a Juliana de tus tentáculos!”-Dice Carmen. Norman guarda nuevamente el revólver en su escondite y se sienta nuevamente junto a Juliana, toma la botella de ron y sirve otras dos copas que toma de una vitrina que se encuentra sobre la pequeña mesa, mientras dice:-“Bueno, parece que ahora sí vamos a tener una fiesta”. -“Sigue soñando”-Dice Alicia mientras toma a Juliana del brazo y la hace levantarse de la mesa, cuando Carmen, pone una mano sobre su hombro y le dice: -“Tranquila…Tal vez él tenga razón… (Mientras le hace una seña con la mirada a Juliana) Una copa de ron no nos vendría mal, además es tarde para volver a la bahía

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y tenemos que esperar la marea alta para llegar a puerto”. Todos se sientan en torno a la mesa y beben hasta aturdirse. Norman espera que alguna de ellas empiece a echarle en cara el que las haya usado para satisfacer sus instintos, pretendiendo amarlas, pero ninguna lo acusa… Solo beben y lo miran con insistencia.

Norman bebe, y extiende sus

brazos por sobre los hombros de las jóvenes y por un instante se sintió en terreno peligroso, pero luego, las tres hermosas jóvenes empiezan a desvestirse y se abalanzan sobre él colmándolo de caricias y quitándole toda su ropa. El aroma a ron invade todo el barco y por su mente pasan decenas de imágenes que se grabarán por siempre en su memoria, una vez que las haya plasmado en su novela. En un exabrupto de placer y erotismo las tres beldades lo levantan en su inspirada levedad y lo llevan a cubierta donde la cálida noche se une a su fiesta y con una espléndida luna de testigo se zambullen en la inmensidad del océano, buceando en los confines de su mente, con una botella por linterna y tres hermosas ninfas como musas. La mañana lo sorprende recostado sobre su máquina de escribir, con el último capítulo de su novela terminado. Se despereza y se apresta a salir a cubierta a disfrutar del nuevo día. Desde otro barco amarrado en la marina un vecino le grita: -“¡Hey, Norman! ¿Cuándo vas a salir a navegar en ese bote?” -“Cuando pueda comprarle un motor, mientras tanto…solo vivo aquí”.

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SIRENA

Al atardecer el mar se confabula con el cielo ocultándome el horizonte y tendiéndome una trampa. El canto de las gaviotas enardece el rojo amainar del sol que se oculta cómplice de su picardía. Llevo un tiempo navegando

sin

rumbo

por

no

arribar

a

puerto

y

encontrarme con mi oscura realidad, aquella que me volvió un ermitaño en mi propia melancolía. La vida en tierra ya no me atrae desde que mi espíritu se enfadó conmigo y me abandonó a mi suerte, naufragando en las costas de mi empecinamiento, al buscar un alma gemela de inmortal belleza y voluptuosidad esquiva de mis pretensiones. Su encantamiento acaricia la celestial voz que desde la oscuridad de mi alma canta un ritual de muerte sobre mi tenue vida, que la escucha suspendida entre cielo y agua, volviéndose tan etérea como su melodía, para infiltrarse en la musa que la inspira y así pertenecerle como el aire al viento, viajando con ella por siempre, en el arrullo de su canto de sirena.

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VORAZ

Emilia lleva un diario invertido de su vida, no porque se cuestione sino para afirmar la correcciĂłn de sus actos. Su naturaleza analĂ­tica le confiere la pausa necesaria para una existencia tranquila en lo que a la toma de decisiones se refiere. No obstante su fortaleza de espĂ­ritu, ella siente la necesidad de asegurarse en cada encrucijada, llevando un libro de las alternativas posibles a los juicios tomados

y

desarrollando sus eventuales consecuencias. Cada noche al acostarse, se deleita releyendo sus aventuras imaginarias al comprobar que Roberta, (su personaje) sufre tormentosas vicisitudes que la hacen visiblemente infeliz, lo que realza la calidad de su propia

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vida, por contraposición. incapacidad relaciones

de

El relato cuenta sobre su

mantener

afectivas

cerca

un de

trabajo ella

y

estable, su

sus

economía

balanceada, en tanto que en su real existencia se conforta en

una

estancia

agradable,

trabajando

desde

su

computadora y relacionándose con todo un mundo virtual, que la halaga y complace conforme su ideal de vida. Luego de la acostumbrada lectura, cierra su diario al mismo tiempo que sus párpados, y se queda dormida, cuando comienza su verdadera historia…la de sus sueños. Allí Emilia se transforma en Roberta y vive una vida liberada y hermosa, sin traspiés ni complicaciones pese a lo arriesgado de sus actos, tirando por la borda todas sus ataduras, desafiando al infortunio y amando por doquier, sin prejuicio del dolor emergente. Cada día ella escribe el diario de la vida de Roberta que la Emilia de sus sueños borra de inmediato devorando el recuerdo de lo sucedido en las tierras de Morfeo y en las mañanas, sus ojos abren a la de todos los días, calma y prudente en su mundo ordenado de melancolía. Estos tres personajes creados por su propio ser, su consciencia y su inconsciente mantienen en equilibrio sus emociones que remoja cada día en el lago de sus recuerdos confundiéndolos en uno solo e indivisible. No importa cuán calmo parece estar, el universo reniega de ese estado y tarde o temprano algún elemento provoca el desequilibrio que mantiene al cosmos en constante movimiento. Definitivamente, el mundo de Emilia se ha detenido y una pausa en su último sueño le indica que algo importante cambiará su vida para siempre. Un

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simple llamado a su puerta desata la tormenta y ella está a punto de abrirle paso sencillamente contestando. El timbre la despertó abruptamente en la noche y aún algo confundida se coloca el salto de cama y se abalanza por las escaleras hacia el conmutador para ver en la pantalla quien llama. Un joven esbelto espera en el porche de entrada dándole la espalda a la cámara y esperando ser atendido. Emilia se inquieta un poco, ya que nadie antes ha venido a su casa, que es como un templo a su soledad y que ella atesora como la esencia de su tranquila vida. Al fin su curiosidad pudo más, y pregunta por el altavoz: -“¿A quién busca?” El joven, quien se ha alejado un poco del portero visor para observar el hermoso paisaje del lago, se voltea y acerca rápidamente hacia él contestando:-“¿Tu eres Roberta?” Emilia, que todavía se encuentra un poco aturdida por su último sueño, y visiblemente atraída por su visitante no tomó en cuenta por quién éste había preguntado y dice con voz un poco insegura:-“s…si, ¿quién me busca?...” El joven contesta con un marcado acento extranjero: -“Soy Mark, nos conocimos hace un tiempo por Internet. Viajo desde Austria hasta Puerto Deseado por cuestiones de trabajo, y decidí venir a visitarte…espero no importunarte”. Este incidente provoca una revolución en la cabeza de Emilia, que estalla en una erupción de preguntas sin aparente respuesta según su lógica analítica, provocando una interrupción en la comunicación con el visitante que se prolonga mucho más de lo debido. -¿Cómo supo de Roberta… y quién le dio su dirección? E impulsando sus

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graves temores, -¿qué tan peligroso puede ser permitirle el acceso a un desconocido?, -¿Qué tan seguro es este sitio, en el medio de la noche y la nada? Pero además estimulando sus más íntimas dudas… ¿Cómo será ser Roberta por una noche, fuera de su diario, y fuera de sus sueños…? Emilia quita el dedo del botón del altavoz en el portero eléctrico, se acomoda el salto de cama, alisa su pelo y con una expresión voraz, desbloquea el pestillo de la puerta.

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LAS AMAZONAS “Donde

quiera

que

los

griegos

ubicasen

a

las

amazonas…siempre era allende los confines del mundo civilizado” (Peter Walcot).

¿Cómo fue que sucedió, que nos sentimos atrapados por su influjo, aún con la certeza de tener el universo en nuestras manos?

Nos abarrotamos de tecnología, en un

desesperado intento de canalizar nuestros desvelos;

La

sociedad nos otorga la mayoría de los puestos jerárquicos, asegurándonos la potestad de todas las decisiones que nos confieran la supremacía de la especie. Nuestras familias se estructuran verticalmente, sustentándose en los más nobles principios, corporizándose en la educación de nuestros hijos y encumbrándonos a la cabeza, en un solemne acto de madurez social. Nuestra palabra es cuasi sagrada en ese

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ámbito y jamás una voz de mujer se interpuso en la cadena de consignas dirigidas hacia nuestros vástagos.

Esta

armonía se consolidó con la supremacía económica, que nos confiere el tener la atribución de los ingresos familiares, así como la decisión del destino de los fondos. Todo parece encuadrar según las convenciones de antaño, pero al ver la expresión de plácido acatamiento en esas hermosas criaturas, se me figura que algo sucede más allá de nuestra estructurada circunspección. Mientras trato de balancear mis cuentas bancarias en la computadora, escucho la voz de mi esposa Ainia conversando por teléfono con Helena, una de sus más íntimas amigas, conversación a la que no presté mucha atención, confiado en que no sería nada interesante para mí; “cosa de mujeres”-pensé. Poco después, ella me saluda desde la puerta con el celular en una mano, y la tarjeta de crédito en la otra, que levanta y agita brevemente mientras me dice:-“Bay cariño, hoy almuerzo con las chicas en el mall”, mientras hace un ademán de arrojarme un beso con la misma mano, aunque no sé si solo estaba besando la tarjeta. Al cerrar la puerta, mis ojos vuelven a la pantalla, cuando no sé si mi subconsciente me juega una broma y los números del banco empiezan a caer como fichas de dominó hasta convertirse en rojo fuego, lo que me provoca un sobresalto, dejando caer mi taza de café sobre el teclado, motivando un desastre mayor, y apagando abruptamente el monitor. Con semejante mal humor, decido recostarme en un sillón de la biblioteca a leer algún libro, el que elijo al azar entre los anaqueles. “Mitología griega”; me parece un excelente

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somnífero

para

tranquilizar

mis

ánimos

-pensé.

Efectivamente me dejo caer en el sofá, y el pesado volumen hace que mis párpados empiecen a temblar mientras abro su rígida tapa. Una antigua pintura con una hermosa mujer semidesnuda empuñando un sable y una lanza, acompañada por un feroz tigre obligan a mis ojos a permanecer abiertos hasta que leo: “Las Amazonas Andróctonas” (asesinas de varones).

Mi avidez por esa

lectura pudo más que mi sueño y comencé a devorar las páginas, abstraído como un niño en un videojuego. No fue el mito lo que me inquietó, sino comprobar que los nombres de los personajes como Helena, Mirina, Asteria e Hipólita coincidían con los nombres de las mejores amigas de mi esposa, hasta que también la encontré a ella en la frase:”Ainia, enemiga de Aquiles y una de las doce amazonas que acompañaron a Pentesilea a la guerra de Troya”.

Puras coincidencias, supuse al principio, pero mi

curiosidad me pudo y empecé a buscar entre las anotaciones de ella, su agenda, sus libros y ya no cupo duda; Todas las citas que tuvo en los últimos tiempos han sido con amigas cuyos nombres podía encontrar en este libro; Antíope, Cleta, Ares y ahora recuerdo…Pentesilea fue un nombre que me produjo mucha gracia cuando la conocí y mi mujer se rió de mí, tildándome de anticuado por no saber de la moda de nombres primitivos. Luego pensé que si todas ellas habían elegido su nombre conforme a una moda, tal vez se habían puesto de acuerdo

en

seleccionarlos

amazonas.

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de

entre

las

conocidas


Este último pensamiento me tranquilizó un poco, así que decidí volver a la computadora a continuar con mi balance, si es que encendía luego del cortocircuito.

Al

principio encendió con dificultad puesto que se había apagado forzadamente pero luego de un par de chispazos abre directamente en un sitio de la red algo extraño, donde se puede ver un video de una especie de templo moderno, sumergido bajo el agua con varias mujeres desnudas en poses artísticas, como en viejas pinturas, con sus cuerpos tallados en roca, agua, fuego, pero realizando ligeros pero sensuales movimientos, lo que denota que son reales. El nombre del sitio es “Antianiras.org”. Busco en el diccionario y descubro que ese nombre fue usado en la Ilíada para las amazonas, y significa: “las que luchan como hombres”. Preocupado, empiezo a navegar por el escenario virtual y descubro que algunas de las mujeres en él se parecen a las amigas de mi esposa hasta que reconozco la escultural figura de ella misma dándole la espalda a la cámara. Una sensación de abatimiento se apodera de mí, y permanezco atónito con los ojos puestos en la pantalla, intentando comprender que está sucediendo en esa infernal escena, pero nada sucede. Todas esas hermosas mujeres solo permanecen

recostadas

en

diversas

posiciones

contemplándose mutuamente y dejando que yo y quién sabe cuántos más las vean, sumergidas en el acuoso templo, invocando un rito que las promulga por su belleza las reinas de la creación. Su gracia está implícita en todos sus movimientos y el suave sonido de sus voces, aún sin pronunciar una sola palabra comprensible para nosotros, nos transporta a un clima de inestabilidad, como si

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flotáramos sobre un precipicio y solo estuviéramos a salvo mientras su encantamiento permanezca cerca de nuestras vidas. Entonces lo comprendí, y me dispuse a acatar sus órdenes como un manso cordero, sabiendo que mi existencia depende de su sola presencia.

Apago el

computador, y empiezo mi vida de nuevo. Unas horas después, se abre la puerta, y Ainia aparece cargada de bolsas del centro comercial, mira el espacio vacío en los estantes de la biblioteca y me dice:”Veo que estuviste leyendo…” -“Si, pero además estuve preparando la cena…una para los dos a la luz de las velas”.

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IDENTIDAD

Alicia estuvo sumergida en la pantalla de su computadora desde hace varias horas. Siente que sus ojos le arden pero aún así no quiere desconectarse del absorbente aparato.

Acaricia las teclas con suavidad

como buscando la tranquilidad que no puede tener desde que sucedió aquello.

Su cara se ilumina con luces de

diferentes colores en la oscuridad del ambiente y su cuerpo ligeramente vestido se transforma mimetizándose conforme la pantalla arroja sus distintas opciones.

Ella teme volver a

su realidad fuera del aparato, la que no quiere enfrentar por miedo a descubrir su verdadero yo.

Desde que su

cuerpo cambió, piensa que otra joven se encuentra en su interior, pero por el contrario, sabe que dentro de su cuerpo diferente es la misma persona. Por esa misma razón ahora se encuentra buscando contenidos en el mundo virtual, que la ayudarán a comprender por qué siendo ella misma se ve como una mujer totalmente diferente.

Busca al principio

en el mundo animal, primero en los reptiles, hasta entender la razón de su cambio de piel, pero ese no es su caso,

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puesto que todo su cuerpo es otro, luego se aboca a estudiar al gusano de seda y su metamorfosis, pero tampoco puede verificar en esto lo que le sucedió a su persona. Luego vuelve a la iguana, y piensa que podría haber algún punto de contacto con su situación al ver como su aspecto se confunde con el entorno inmediato para pasar desapercibida. De niña solía entrar en grupos de chicas con alguna afinidad a las que se acoplaba adaptándose a su mundo, sin importarle el tener o no algo en común con ellas.

“Es el síndrome de los huérfanos”,

piensa cuando evalúa esta posibilidad. Es el terror a estar siempre sola lo que motiva esa falta de carácter que indefectiblemente ocasiona que tarde o temprano se desvinculara de esas amigas. La realidad es que a sus veintitrés está sola en su habitación frente a un artefacto que la conecta con su familia virtual. De pronto, su monitor se vuelve negro y logra ver su rostro reflejado en él, lo que le produce pánico y se voltea a mirar hacia otro lado. Se aleja caminando hacia la cocina evitando cualquier espejo que le devuelva su realidad y le robe su cordura. Toma un vaso de la alacena y abre la heladera de la que saca una jarra con jugo verde espeso y con un pulso ligeramente débil se sirve un poco, a la vez que se sienta en el piso de espaldas a la puerta del refrigerador tras dejar el recipiente sobre la mesada. Ya sentada sostiene el vaso con ambas manos apoyándolas sobre sus rodillas y mirándolo fijamente, como buscando fuerzas para beberlo. Su cara aún está pálida por el susto, pero alza el vaso con la exótica bebida y lo lleva a la boca sin evitar mirar a través de su cabello la pantalla de la

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computadora, que ahora vuelve a presentar una imagen reconocida de los tantos sitios web que suele frecuentar. Alicia toma coraje y apoyando una de sus manos en el piso se levanta y vuelve a tomar su puesto frente al navegador. Reinicia su viaje recorriendo los lugares cotidianos como para recobrar el valor y trata de evitar cuestionarse, al menos por el momento, qué es lo que le ha pasado pocos días atrás. Decide visitar uno de los foros de intercambio a los que acostumbraba asistir, solo con el objeto de encontrarse con algún amigo imaginario y así sentirse acompañada. Alicia nunca antes se había atrevido a iniciar una relación real con sus amigos de la web, pero esta vez algo la hizo cambiar de opinión. Ella se siente poco confortable con su nuevo cuerpo, pero piensa que necesita proyectarlo hacia otras personas que no la hayan conocido en su otro estado. Además, ella no suele salir muy a menudo, y desde que se mudó al barrio de Palermo Viejo, solo se saluda con alguno que otro vecino ocasional. Al fin la oportunidad llama a su puerta y Matías, quién ya hacía unos días estaba tratando

de

convencerla

de

que

se

conocieran

personalmente, tiene su boleto ganador. A ella le llama la atención que el prefiriera no poner su foto en internet y no insistiese en conocer la suya alegando que las fotografías nunca expresan la realidad, pero lejos de preocuparse por eso, ella se siente estimulada a tener una cita con él, aunque esta sería en un conocido bar de Palermo, donde ninguno de los dos pudiera sentirse presionado. Es la mañana del viernes y Alicia decide no destinarle tiempo a su trabajo de traductora optando por dedicarse

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exclusivamente a su arreglo personal en vistas a su cita con Matías de esa tarde.

Algo ha pasado en su interior, y

aparentemente ya no siente fobia a los espejos y los enfrenta con decisión probándose ropa y zapatos como si el cuerpo que ahora lleva la hubiera acompañado toda su vida. La luz del sol inunda la habitación y los colores de su interminable guardarropa pasan por su esbelta anatomía, cambiándola en innumerables variantes de belleza.

Su

abundante cabellera rojiza de lo que ayer fue castaña, se posa con gracia sobre sus hombros desnudos al tiempo que su profunda mirada enmarcada por exuberantes pestañas agrede de muerte al pobre e indefenso espejo que esta noche

se llamará Matías.

La metamorfosis

se

ha

completado, pero esta vez es diferente ya que proviene desde su interior. El gusano de seda cambió su capullo por la radiante mariposa que aletea con gracia las coloridas alas de su vestido rojo realzando su esbeltez en sus pies elevados sobre sus tacos altos. Algo ha despertado su curiosidad.

¿Qué sentiría al salir a la calle con su nuevo

cuerpo?

Esa calle en la que ha evitado varear su

belleza por temor a ser descubierta y que alguna vez sintió indiferente. La noche cubre el cielo y la imagen de la nueva Alicia es proyectada hacia el interior de la habitación en todas las ventanas a la vez, como si muchas Alicias fueran su público y la admiraran desde la persona que fuera alguna vez en el pasado. Ella se pasea por una pasarela imaginaria que ha constituido a través de las ventanas hasta terminar en el espejo, donde repasa sus labios y sale por fin atravesando la puerta hacia la batalla final.

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La luz de mercurio parece dibujar su silueta a través de la espesa arboleda de las veredas de Palermo, como enmascarando su belleza para protegerla de las miradas indiscretas. En la esquina, Alicia ve llegar el ómnibus que la llevará hasta su encuentro con Matías. Sube lentamente por la escalerilla y camina hacia el fondo emulando el desfile de modas que todos los pasajeros disfrutan perplejos, cuyas miradas parecen cinceles dando el toque final a la escultura que ahora ella corporiza en forma altiva, orgullosa criatura de su propia femineidad. La puerta se abre y su demoníaca figura irrumpe en la burbujeante noche del bar. Alicia lanza los cuchillos de sus ojos hacia uno, dos…tres jóvenes solitarios con rosas rojas en sus mesas y en ese momento, sus tacos se clavan en el suelo petrificando su anatomía de un solo escalofrío. Uno de ellos, se levanta abruptamente y se acerca a ella recorriéndola con la mirada hasta que dice:- “¿Vos debés ser Elvira, no es así?” Los ojos de ella lo miran directo a la cara, pero su cuerpo aun sigue estremecido y sus labios no pueden esbozar ni una sonrisa…hasta que de pronto pronuncia un tímido -“no”. El joven baja la rosa que aun tiene en su mano y se va murmurando: - “Maldición”. Para entonces el joven número dos, se encuentra acompañado por una mujer y el tercero ha desaparecido de la escena, por lo que Alicia decide caminar hacia una de las mesas vacías que hay al lado de una ventana y se sienta recorriendo con su mirada cada recoveco del salón, esperando encontrar a quien pudiera parecerse a su cita,

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aunque no se imagina como debe ser su fisonomía. Como un acto reflejo echa un vistazo a su reloj de pulsera e inmediatamente lo cubre con su mano derecha, como para contener la ansiedad de volver a mirarlo aunque luego se da cuenta que no prestó atención a la hora y al intentar consultarlo de nuevo, se encuentra con su mano obstruyendo la visual, quitando la vista inmediatamente. Siente que todo el mundo está pendiente de su actitud, por lo que decide no volver a intentarlo.

Disimuladamente

busca por el salón algún reloj o indicio que le permita saber cuán tarde es para seguir esperando. La tenue luz del bar sumada a los helechos colgantes desde macetones ubicados entre las mesas le impide ver con claridad. La luz de la luna llena que se filtra desde la calle a través de las ventanas es batida por las aspas de los ventiladores de techo, produciendo una danza en claroscuro que atomiza el ambiente complicando aún más su búsqueda. Por fin, detrás de la barra puede ver el ansiado reloj que convierte su ansiedad en preocupación.

- “Las nueve y cuarto,

significa que ya no vendrá” -pensó mordiéndose el labio inferiorAlicia no puede disimular su decepción cuando de pronto puede ver al joven numero tres a través de la ventana visiblemente angustiado apoyado contra un farol de alumbrado en la vereda, apretando la rosa con una mano.

Ella

conmovida

pronuncia

un

escueto:

-

“¿Matías…?” El se incorpora rápidamente, y sin ocultar su alegría contesta:” -¡Si! ¿Alicia?” (Mientras trata infructuosamente de arreglar la rosa que destruyo con su mano) Luego resignado

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le ofrece el tallo sobreviviente y ambos comienzan a reír como si quisieran justificar lo ridículo de la situación. Matías desliza su cuerpo con destreza por el antepecho de la ventana para entrar al bar, y se sienta frente a Alicia. -“¡Hola de nuevo!” dice Matías. -“¡Hola!” Contesta ella mientras se acomoda el vestido que aun no siente que responde a las curvas de su cuerpo. Luego permanecen callados unos instantes mientras se observan mutuamente. Ella con una actitud presumida en tanto que él, la observa modestamente, sin poder disimular sentirse atraído por ella. Alicia rompe el hielo con un: -“No parecías tan Tímido por Internet”. -“No lo soy, pero en realidad no te imaginaba así, y estaba reorganizando mi frente de ataque” -¿y cómo me imaginabas?” -“Parecías mas retraída de lo que te ves ahora, es decir… parece que tu físico no corresponde con cómo te comportabas en la web” Alicia se queda un poco pensativa, como evaluando si corresponde contarle su incidente en la primera cita hasta que por fin sugiere:-“Tal vez no estés tan equivocado, y yo no sea quien parezco ser”. Matías la recorre con la mirada como si intentara descubrir algo en ella que no corresponda con lo poco que sabe de ella, lo que motiva que Alicia se sonroje.

El nota

esto, y busca algo que decir para cambiar de tema y lo primero que le viene a la mente es: -“¿Qué pensarías si te confieso que yo no soy Matías?”. -“¿Qué decís?” (Dice ella asombrada)

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Entonces él se da cuenta que está entrando en un área peligrosa a la que se había prometido no entrar al menos en la primera cita, pero cada palabra que dice lo interna más en ella. -“En realidad, lo fui hasta hace un año…” –Hace una pausa simulando que busca terminar la frase, pero en realidad lo que intenta es evitarlo, no obstante concluye:“Luego de un accidente me convertí en otra persona”. Alicia se inquieta un poco y en su cabeza revolotea una bandada de preguntas que se hace a sí misma. ¿Matías estará hablando en sentido figurado o realmente se convirtió en otra persona? -¿Sabrá acerca de lo que me ha sucedido a mi? Y si así fuera… ¿Cómo lo supo? -¿Habrá leído alguno de los comentarios que hice por chat en forma anónima y descubrió mi identidad? El nota que Alicia luce asustada por su comentario y trata de suavizarlo con una broma:-“Bueno, no te pongas así, que aun estoy vivo…” -“Contame del accidente”, le dice ella intentando que no abandone el tema. -“En realidad, no sé que me sucedió. Solo recuerdo haber despertado en una cama de hospital totalmente entubado y con la cara vendada y una enfermera acomodándome la almohada.” -“¿Y no recordás nada de tu anterior vida?” -Dice Alicia inquietándose. -“De

hecho

solo

olvidé

todo

lo

referente

al

accidente, que nadie supo decirme como fue, pero lo intrigante es que recuerdo todo lo anterior, solo que…” El se

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detiene abruptamente como si se percatara que no debería seguir hablando de ese tema. -“¿Qué?” ¡Continúa por favor!

(Alicia no logra

disimular su interés en este tema en particular). -“¿Sabes qué?... Tengo entendido que esta noche hay una competencia náutica en el lago de los bosques de Palermo… ¿Qué tal si caminamos un poco y vamos a verla?”… (Dice mirándola directo a los ojos para luego simular que busca a alguien girando la cabeza)…-“Además desde que estamos aquí nadie vino a atendernos”, concluye. La expresión de ella pasa de ansiedad, por el relato interrumpido, a preocupación por la invitación de alguien que aun no conoce demasiado a caminar de noche por el parque a solas. –“ehm…no sé, tal vez se esté haciendo tarde” dice titubeando. -“¡Tenés razón!” dice Matías, “me parece que voy muy rápido, tal vez deberíamos dejar la caminata para otro momento” Ella siente alivio, pero por otro lado, quiere saber qué es lo que estaba diciendo él antes de interrumpir su relato, pues sospecha que le había sucedido lo mismo que a ella misma, por lo que dice:- “En realidad me gustaría ir a tomar un helado”. -“OK, acá cerca hay un buen lugar, sobre la avenida”,

le

responde

complaciente

y

se

levanta

caballeroso a tomarla de la mano y ayudarla con su silla, para luego llevarla hacia la puerta del bar, desde donde mira al resto de la gente con un gesto triunfador hasta que por fin ambos abandonan el lugar.

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Ya en la calle, mientras caminan ella intenta retomar la conversación anterior con la esperanza que él continúe con el relato interrumpido. -“No terminaste de Contarme lo de tu accidente” Matías desacelera el paso como buscando en su interior fuerzas para decírselo y por fin lo hace. -“Te decía que me paso algo muy raro después de ese accidente, puesto que si bien no recordaba como ocurrió, mis recuerdos anteriores no correspondían con mi realidad” -“No te entiendo” dice Alicia algo excitada. -“Yo me encontraba en la cama del hospital, con 20 kilos más de lo que siempre pesé, y lo peor lo viví cuando me quitaron las vendas, y descubro que mi cara no se parecía en nada a lo que había sido siempre”. En este momento, ambos se detienen y se miran fijamente. El estaba expectante de la reacción que tendría ella ante semejante declaración y ella aliviada al saber que no era la única persona que había vivido esa experiencia, aunque prefirió no confesarlo, solo para asegurarse que había entendido bien. -” ¿No me decís nada...No te parece extraño?” pregunta desilusionado. -“Es que me resulta familiar, quiero decir que una vez supe de un caso similar” Matías la mira con desconfianza y luego decide poner las cosas en su verdadera magnitud. -“¿Si?... ¿Y también estuvo casi un año tratando de recuperar la identidad que se le había robado, junto con su trabajo, su departamento y hasta su vida entera?”.

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-“No

te

comprendo”-

dice

ella

sin

mirarlo

directamente a la cara. El comprende su esquiva mirada y tomándola por ambos brazos le dice exaltado:-“¡Vos sabés algo y me lo estás ocultando!” En este momento Alicia se sienta en un banco ubicado en el borde de la vereda y suelta su respiración, como invitándolo a que se siente a escuchar su historia. El hace lo propio mientras la sirena de una ambulancia que pasa por la avenida hace de preámbulo al relato de Alicia. -“Ese suceso similar al que hice alusión, me ocurrió a mi”. –Dice entre nerviosa y aliviada, para luego continuar:“Un día, me levanto en la mañana y descubro que mi cuerpo no es mi cuerpo, y mi cara ya no es la misma de todos los días” -“¿Así, sin más?... ¿Sin un previo accidente?” –dice Matías intrigado. -“Exactamente…Simplemente sucedió”. -“¿Y cuál fue tu reacción, y la de tu familia?” -“Jamás tuve una familia, y mis amigos siempre fueron ocasionales, porque yo viajaba mucho ya que trabajaba de azafata en Aerolíneas.

Hace poco más de

un mes, cuando sucedió, tuve un ataque de depresión, y me encerré en mi habitación. Me llamaron del trabajo y no se me ocurrió nada mejor que renunciar porque me dio pánico.” -“¿De qué vivís ahora?” –Le pregunta Matías. -“Tengo algo ahorrado, y además conservo un segundo trabajo como traductora para una editorial, que

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por años he realizado desde una computadora en casa o donde sea que esté”. -”O sea que nadie te ha visto desde que te ocurrió esto”. -“Exacto, pero y vos… ¿Cómo pudiste continuar con tu vida sin que alguien lo notara? -“Lo mío fue terrible. En el hospital, un psiquiatra trato de hacerme entender que padecía de una desviación esquizoide, provocada seguramente por el accidente, que por algún motivo nadie me supo decir cuál fue, y que mi mente había fabricado una vida anterior figurada para llenar los espacios vacios de mi memoria, como una salida emocional que atempere un poco la presión sufrida antes del shock”. -“Suena razonable, viniendo de un especialista”. (Dice Alicia un poco para consolarlo y otro tanto porque quería creer que tal vez haya alguna razón semejante para ella misma). -“Al principio llegó a convencerme, pero al salir del hospital decidí hacer mi propia investigación. Fue entonces que acudí a mi anterior trabajo, y consciente de que nadie me reconocería, pretendí ser un cliente del supermercado en el que recordaba haber sido encargado.

Lo primero

que me llamó la atención, fue comprobar que recordaba la exacta ubicación de todos los productos en sus respectivas dársenas, los nombres de los empleados, e incluso, me escabullí y entré en el área reservada para el personal a verificar si recordaba que había allí, y así fue.” -“Seguramente un profesional le encontraría alguna explicación a eso”, dijo Alicia deseando no equivocarse.

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-“Yo también pensé en eso, pero cuando estaba en el

sector

escalofríos.

depósitos,

sucedió

algo

que

me

produjo

Justo cuando estaba retirándome del área

restringida, aparezco yo y me pregunto enérgicamente: Señor, ¿Usted tiene autorización para estar aquí?... El impacto fue tan fuerte que me quede paralizado y no supe que contestar, así que solo dije: -Perdón, me confundí al entrar- y me aleje rápidamente como si hubiese visto un fantasma”. -“¿Tuviste la oportunidad de consultarlo con el psiquiatra del hospital?” – Dice ella un tanto decepcionada. -“En realidad no quise hacerlo, porque estuve un tiempo confundido y siempre pensé que lo que pasa dentro de mi cabeza es algo intimo entre yo y yo y francamente nunca creí que alguien de afuera, por más profesional que parezca debiera inmiscuirse.

Pero eso me sirvió para

ponerme en forma, porque a partir de ese momento comencé una dieta para bajar los kilos que recibí sin solicitarlos y empecé a tratar de recuperar mi cuerpo como yo lo recordaba, al menos para poder luchar de igual a igual con ese intruso, y ahora que lo logré, es mi intención recuperar mi trabajo, aunque tenga que competir conmigo mismo.” La conversación se prolonga por varias horas, hasta que Matías acompaña a Alicia a su casa. Ya en la puerta, ella evita toda posibilidad de acercamiento y se despide con un beso seco en la mejilla. Matías se aleja pensativo caminando con las manos en sus bolsillos en tanto que Alicia se queda apoyada de espaldas detrás de la puerta por un momento, con una expresión de satisfacción.

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–“Ha sido una noche reveladora”-piensa Alicia. Ahora puede hacer lo que Matías hizo y tratar de retomar su antigua vida volviendo a su viejo trabajo y tal vez enfrentar a su antiguo yo o bien puede acudir a algún analista que dé respuesta a sus más íntimas preguntas. Por fin se incorpora, se quita el calzado y camina hasta la cómoda, donde se sienta y empieza a sacarse el maquillaje, mirando fijamente al espejo que la admira. Lentamente se desprende los breteles hasta caer el vestido dejando su busto al descubierto.

Sacude su abundante

cabellera y sonríe al espejo victoriosa.

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DESOLACIÓN

Su Pensamiento se había detenido cuando ella lo dejó. Al cerrar la puerta el reconfiguró el área de su nueva vida,

circunscribiéndose

habitación.

a

las

dimensiones

de

esa

Su mente reproducía continuamente los

momentos que estuvieron juntos hasta el punto en que se estrellaban contra la superficie de la puerta, y por más que lo intentara, su imaginación no podía ir más allá.

Todo un

mundo se le había vedado y le dolía pensar en que le deparaba a ella detrás de la cerradura que él mismo se había fabricado para protegerla de su propia hostilidad. Alguna vez escudriñó

alguna explicación en el reloj de

pared pero no tuvo respuesta así como tampoco funciona

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ahora el intento de comprender el almanaque que pareciera burlarse de su ignorancia. “Es que el tiempo se detuvo para mí”, reflexionó… y la angustia acumulada no le permitía establecer aquellos momentos en el calendario. Empezó a extrañar la bebida blanca, aquella que le ponía significado a su vida. Se sintió atrapado en un corral que le impedía ir tras ella, creyó por fin que su amor por ella llegaría a enloquecerlo y no sabía por qué. Toda su vida pasaba por sus ojos continuamente, y se preguntaba qué fue lo que falló. Tal vez, la comunicación y se cuestionaba a sí mismo el no haberse propuesto comprender su lenguaje corporal. De pronto, comprendió que romper en llanto era la única solución a tanto tiempo de angustia y desolación. En medio del lloriqueo, se escuchan pasos detrás de la puerta cada vez mas apresurados…la puerta se abre enérgicamente y allí está ella…parada en el umbral, atrapándolo en pleno lamento desconsolado… Luego un silencio dramático se prolonga mucho más de lo que él hubiera deseado, y por fin ella exclama… ¿Pero mi amor, qué son esas lágrimas?... ¡Si solo tardé unos minutos en prepararte el biberón!

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EL ACECHO

No fue hasta que la joven Marcia enviudó que la vereda del parque zoológico le parece intimidante.

Es

desde entonces que evita caminar por ella durante las tardes. Eder, su perro lazarillo no parece inmutarse cuando por alguna razón su ama le indica que debe acompañarla atravesándola, pero debido a su instinto animal, él se mimetiza con su temor y ensancha su lomo brindándole una sensación de seguridad. Su ceguera la acompaña desde que era una niña, pero nunca necesitó un perro porque siempre lo tuvo a Emilio, su fiel amigo que se convirtió en su esposo. El fue sus ojos en la dulce niebla de su juventud y la luz de esperanza durante su madurez.

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Su voz guiaba su


camino cuando se apagó su risa y de pronto todo fue confusión.

La bruma turbó su mundo por primera vez

cuando su compañero la dejó.

Eder sabe que nunca

llenará el hueco que habita en su alma y simplemente calla. Ella aún no toma una decisión acerca de su relación con su perro guía, pero en su interior lo considera un intruso, la personificación de su propia impotencia. Ve en él más que una ayuda, una carencia, y lo manifiesta en la acidez del tono de su voz al ordenarle, no como a un fiel amigo sino a un súbdito. Esta tarde la caminata por el jardín zoológico se prolongó más de lo debido. Los paseos vuelven a Marcia la niña que alguna vez fue y los recuerdos inundan su mente simulando las imágenes que vivió, aunque acrecentadas por su frondosa imaginación y agigantada aún más por los relatos que Emilio alguna vez dibujara para ella. Además hoy es un día tan especial como aterrador. El día que su esposo murió en ese trágico accidente bajo las fauces de un tigre, en este mismo lugar. El porqué aquí y ahora no es fortuito y ella lo sabe.

Su necesidad de saber es más

poderosa que su temor, y la noche no la asusta, porque ella siempre fue noche. Los sonidos del bosque gritan la luz para Marcia y ahora es ella quien guía a Eder. Lo suelta y se interna entre los espesos árboles.

Su perro la sigue con

cauta fiereza hasta que un horrendo rugido inunda de luz el monte. El fiel compañero remoja la cabeza entre sus manos agazapando su tembloroso cuerpo pero no retrocede al ver a la audaz mujer caminando altiva hacia la terrible criatura. La fiera la rodea lentamente como estudiando sus movimientos cuando Marcia lleva sus manos a su pecho y

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comienza a desabotonar su blusa, luego su pollera hasta quedar completamente desnuda.

Imagina su propio

cuerpo visible a la luz de la luna filtrada entre los sonidos del bosque, desde donde la dulce voz de Emilio la invita a amarse una vez mรกs, sobre un lecho de sangre y carne comulgรกndose mutuamente en un rito de amor eterno.

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LA DANZA ORGÁNICA

Hay un momento en la noche en que la luz se atenúa y los sonidos se apagan; la ciudad parece adormecerse en su propia incertidumbre de saberse viva en un mundo estático, en el que el latido de su corazón se detuvo para tomar conciencia del rumor que incita a ya no despertar jamás. Jimena se acompaña a si misma por el taconear pausado sobre el adoquín humedecido con el sudor del barrio y el ondular de su pollerita de tablas abanicando la bocanada de humo que asciende desde una alcantarilla. Su mente ejecuta incoherentes frases musicales que se estrellan contra su cabeza convirtiéndose en rítmicos golpeteos que juegan a esquivar el andar de sus propios pasos, hasta que se mimetiza con los latidos en su pecho; y en el mismo instante en que se acerca al portal de la Bailanta, la alocada música desde el interior la invita a unírsele. Su entusiasmo parece exceder su frágil contextura acelerando el pulso y coloreando su rostro, cuando la

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metálica puerta se abre y de repente estalla un barullo ensordecedor que amalgama las risas con el ritmo dominante de ese lugar. Al correr la pesada cortina de tela, un imperio de luces y sonido se abre ante sus ojos, reflejando en sus retinas la efervescencia impetuosa de sus deseos. Un grupo de amigos aclama su llegada brindando por alegría en copas de cristal, mientras sus ojos buscan desesperadamente a aquel que fuera el tantas veces soñado príncipe, cuyo encantamiento ha impedido se percatara de su existencia; y Jonás se encuentra allí, recostado sobre una barandilla saboreando el acoso del que es victimado por tres de sus mejores amigas, las que ahora pasan a ser sus peores adversarias cuando les esgrime tajantes miradas que les son

devueltas con la

gracia de una reverencia y comienza la contienda por el preciado pretendiente, a punta de espada con sus pasos de baile, floreándose ante él con sensuales meneos y caídas de ojos. El joven rehúsa mostrarse interesado en el mágico altercado y se zambulle a la pista como parte del juego, en el que se siente la presa de la brutal cacería y las mujeres lo cubren con movimientos de brazos que pincelan su estampa tan ingenua como cautivante. Tras varias horas de agotador coqueteo, Jimena decide abandonar la pelea, al ver que su adonis no muestra señales de tomar partido y se acerca a la barra a ofrecer sus respetos a las contendientes, quienes parecen no haber agotado su parque de municiones; abre su pequeño bolso y toma una polvera con la que retoca sus pómulos como acariciando su magullado ánimo mientras toma asiento y pide una bebida. Se queda pensativa

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mientras recorre con la mirada los cuerpos ondulantes de sus amigas en torno al joven; es entonces cuando pretende entender el suceso que acontece frente a sus ojos, cuando todos

ellos

parecen

entretejerse

en

una

estructura

ondulante, que actúa en simpatía con la música que los envuelve y los mantiene en movimiento como un organismo único, que absorbe todo lo que se le acerca y lo incorpora a su masa asimilándolo; y por un instante, el vino en su copa la invita a olvidar su pena y a participar de ese hermoso sentimiento conjunto, que aflora del aura de luz y sonido que los envuelve sin dejar ningún resquicio, en el que pueda caber la aterradora soledad.

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RETAZOS DE VIDA

Su mano navega entre las olas de lana contenidas por el viejo canasto de mimbre de sus memorias. Toma una hebra de color azul e hilvana un pensamiento que la remonta a su temprana adolescencia, sentada a la mesa con su hermana Margarita, jugueteando juntas con el mantel de encajes y ocultando sus pícaros secretos de la mirada de papá, que las observaba sigiloso tras las páginas del diario matutino. Ata la punta a una cinta dorada; esa con la que atormentaba a Julián, su antiguo pretendiente, jugando a hacerle bucles mientras ignoraba sus ingenuos avances,

los

que

alguna

vez

rozaron

su

atrevida

imaginación mundana. No puede con su genio, y entrelaza

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el cordel rojo que hizo sucumbir a tantos otros candidatos a su sonrisa esquiva, allá por los tiempos de su rosada fragancia y su apetitosa estampa, la que dejase atónitos a más de un entusiasta. Por fin, un largo ovillo ámbar se une al tejido y por un largo rato disfruta su trama, saboreando cada caricia de su suave lana como cada beso de la madeja en su falda, como cuando su esposo apoyaba la cabeza en su regazo, descansando en su vientre del arduo esfuerzo diario, hasta que un lazo negro acaba con el sueño y lo amarra a su pecho junto a un hilo esmeralda que le diera la esperanza de terminar la tela de su amarga existencia… Pero una luz atraviesa las cortinas y le indica el camino de su evanescencia y desteje el lienzo de sus recuerdos

acomodándolo

en

el

canasto

de

su

desesperanza, que le permitiera seguir soñando en cada melancolía, con algunos andrajos de su vida pasada.

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AQUELARRE DE INMOLACIÓN Encapsulada

La gracia de Ester se esconde entre las piezas de un enigma. Su etérea imagen deambula en mi cabeza desde que la descubrí, en aquella mañana de otoño flotando entre las hojas secas a través de mi ventana. Ella jugaba a las escondidas con mi mirada aunque siempre presentí que sabía

de

mi

presencia

no

obstante

haber

evitado

conectarla con la suya durante todo el tiempo que me tuvo magnetizado. Los pájaros parecían conocerla y jugaban a su alrededor como si fuera una fuente, que calmara su sed de alegría en un día pleno de melancolía y yo, como un ave más, revoloteaba en su pelo fingiendo anidar mi amor en ella y bastó que levantara sus ojos hasta mí, para que absorbiera mi fascinación, en un hechizo que determinase mi cautiverio. Ya han pasado algunos años desde que fui atrapado por su esotérico influjo y mi vida se ha tornado dependiente de su misteriosa vivacidad, cambiando mis estados de

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ánimo conforme su voluntad los administre y ahora vivo en un halo de misterio entre lo que vivimos juntos y lo que nos pueda

ocurrir

desde

que

Ezequiel,

su

terapista

le

diagnosticó esquizofrenia. Él fue nuestro amigo desde que estamos juntos y se convirtió en su médico personal a mi pedido, durante uno de esos momentos en que la estabilidad emocional de nuestra pareja parecía desbordar lo que sentíamos el uno por el otro, pero por un instante dudé

de

su

evaluación,

pese

a

que

su

juicio

se

correspondía con mi perspicacia y decidí consultar varios especialistas, con la esperanza de conseguir una opinión diferente, que se ajuste a mis expectativas.

Fue cuando

conocimos a Tess, una anciana erudita en el arte de sanar que se apareció en nuestras vidas como por arte de magia, o

mejor

dicho,

simplemente

estuvo

ahí

cuando

la

necesitamos. -“Tu aura es muy colorida” –le dijo a Ester –“y te envuelve por completo”. Ester se quedó mirándola como a una aparición, sin contestarle y yo me sentí invadido en nuestra intimidad por lo que le contesté:-“disculpe...” (con aire inquisitorio y prepotente) -“¿Necesita algo, señora...? La mujer se acerca un poco a Ester ignorando por completo mis palabras y acaricia su pelo desde la cabeza hasta tomarlo suavemente por las puntas con ambas manos. En un principio me sentí alterado pero luego pude ver a mi esposa salir de su trance y regalarle una sonrisa, con lo que cambió mi predisposición hacia la extraña mujer, que mostrando una percepción muy aguda se alejó sencillamente

de

nosotros

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devolviéndole

el

gesto


cordialmente. Por un tiempo no volvimos a ver a la señora, pese a que a instancias de Ester volvimos diariamente por esa plaza en que la encontramos, frente a una de las clínicas que solíamos acudir, aún sin tener una cita programada y con algún infantil pretexto, hasta que por fin allí estaba ella de nuevo, con su cabello desgreñado y su cara arrugada, aunque con un porte demasiado erguido para alguien de su edad, lo que le daba un aire delicadamente sobrehumano. Al verla, todo el cuerpo de Ester se iluminó con los colores de la plaza reflejados por el sol en ese sitio y pude ver su ansiedad electrizando su rostro, que por primera vez en mucho tiempo mostraba signos de vida. Tomé del brazo a mi esposa y esta vez fui yo quien tomó

la

decisión

de

acercarnos

y

entablar

una

conversación con ella. Sin mostrarse sorprendida, Tess volvió a acariciar la cabeza de Ester y dirigiéndose hacia ambos dijo: -“Creo que ya es tiempo...” Repentinamente, un remolino de hojas secas las envolvió, obligándome a separarme momentáneamente de ellas, y otra vez me sentí excluido de la conversación. Instintivamente intenté participar como para recordarles mi existencia: -“¿A qué se refiere con eso?” -Dije cortando el halo que las envolvía. -“Esta niña necesita un momento para si misma” – Sentenció Tess, mientras apoyó suavemente sus manos sobre los brazos de ella provocando un leve giro que desacomodó

nuevamente

mi

posición,

dejándome

relegado nuevamente a un segundo plano mientras dijo:

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-“Se que posee un don que debe aflorar en condiciones naturales...” -“¿Se refiere a su esquizofrenia?” – la interrumpí algo ofuscado, en tanto ellas dirigieron sus agresivas miradas hacia mí, en el mismo instante que se levantó otra ventisca, obligándome a apartarme un par de pasos fuera de su influencia. Tess abandonó el círculo para dirigirse hacia mí, cuando el viento se disipó súbitamente e inspirada en esa calma me dijo: -“Los médicos suelen etiquetar ampulosamente lo que no comprenden”. Luego nos tomó del brazo a Ester y a mí, y comenzamos a caminar hacia uno de los márgenes de la plaza acompañados por unos pájaros que entonaban una alegre melodía haciendo el coro a las palabras de Tess: -“Ester ha sufrido graves intervenciones para corregir lo que siempre debió quedarse como está; su anatomía es normal pero su psiquis experimenta ciertas diferencias incomprensibles

para

la

ciencia,

que

debieran

ser

interpretadas por otras artes, a veces no reconocidas pero en su caso serían de gran ayuda”. No se que me sucedió, pero creo que en ese momento tuve fe en sus palabras, o quizás simplemente me abandoné al deseo de que fuese verdad y sucumbí al entusiasmo de mi amada. Llegamos a un portal de madera muy trabajado con algunos símbolos extraños con círculos y lunas y coronado por un vitraux en forma de medialuna con un pentagrama en la cúspide. Tess detuvo la marcha y soltó mi brazo para luego decirme:

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-“Hasta aquí llegas tú, momento”.

ahora Ester tendrá su

Se abrió la puerta de par en par y ambas

entraron hacia un rayo de luz que bajaba desde una cúpula vidriada que contenía los mismos símbolos que el portal y de pronto mi esposa quedó inscripta en una esfera luminosa que proyectaba el color del cristal en su cuerpo como un arco iris y oscureciendo todo a su alrededor, hasta que ambas hojas del portón se cerraron abruptamente, dejándome

afuera

del

recinto

tenebrosidad de la plaza.

y

en

medio

de

la

Aterrorizado me abalancé

contra el portal en busca de Ester, y descubrí que éste no estaba cerrado y al empujar la puertas vi que el lugar no emanaba luz alguna y en él no se encontraban Ester y Tess, sólo un inmenso salón envejecido y vacío. Salí de inmediato al atrio y pude ver una placa de bronce en la entrada del edificio que rezaba: -WICCA... “Do what you want” (haz lo que quieras). Una tormenta de tierra se levantó de pronto cerrando las puertas definitivamente, y el viento me trajo el sonido de una histérica risa que ascendió en un remolino hasta desaparecer entre los truenos.

Cinta de Moebius

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La ausencia de Ester ha sido el detonante

de mi

actual conducta. Ya pasada la crisis de mi desesperación por su infructífera búsqueda y las repetidas recriminaciones policíacas acerca de mi presunta vinculación con su repentina desaparición, ahora me encuentro sumido en la búsqueda de todo lo relacionado con aquel terrible evento, desde los desórdenes climáticos acontecidos en ese día, hasta la averiguación de lo concerniente a Wicca y los símbolos inscriptos en la cúpula y el portal de la vieja mansión, ahora demolida por las autoridades municipales, por considerarla riesgosa estructuralmente, debido al abandono por parte de sus ocupantes, que (según se dice) formaban una asociación que ha dejado de funcionar desde hace casi medio siglo. Si bien estoy compenetrado de todo lo relacionado con Wicca y la “Brujería moderna”, el haber leído los libros publicados por Gerald Gardner: “Witchcraft Today” (Brujería hoy) y “The Meaning of Witchcraft (El significado de la brujería), no creo estar capacitado para descubrir los indicios

que me lleven a comprender lo sucedido,

fundamentalmente porque en esos libros el fundador de esta religión, deja entrever que se trata de un legado que se transmite exclusivamente de sacerdote a iniciado dentro de los “Covens” o círculos privados de BTW

(Wicca

Tradicional Británica), por lo que ahora estoy considerando convertirme en un Wiccano ecléctico , ya que intento estudiar y practicar por mi cuenta, ante la imposibilidad de ser aceptado en algún aquelarre, llevado de la mano por la

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imperiosa

necesidad

de

conseguir

respuestas

y

mis

inocultables deseos de seguir los pasos de mi amada. En uno de los libros que encontré en la biblioteca, descubro un dibujo de la mansión con una leyenda que dice: “Aradia’s house”, inscripta en uno de los pilares del pórtico de acceso. Leo mas abajo y descubro que esta casa fue demolida en Londres en el año 1959, por lo que considero no debe ser la misma casa, aunque su estructura es idéntica a la casona demolida aquí, en el oeste de Los Angeles la semana pasada.

Movido por la curiosidad

decido ir a echar un vistazo por el lugar en que se encontraba la residencia, no sin antes retirar el antiguo libro, con el solo objeto de comparar el predio con el dibujo. Al llegar noto que en ambos casos, la casa estaba ubicada frente a una plaza con similares características y hasta encuentro que algunos elementos urbanos, como un farol de hierro fundido en la vereda y las rejas de las demás casas de la vecindad son idénticas a las correspondientes en el dibujo.

Una avalancha de extraños pensamientos

atraviesan mi cabeza, por lo que me acerco al vallado protector de la demolición y espío por una rendija en las chapas, comprobando que el lote está totalmente limpio hasta los cimientos y al apoyarme en la cerca, descubro que una de las planchas que configuran el perímetro del terreno está suelta y decido entrar, obviando todos los carteles de advertencia que hay en el terreno y que aconsejan no hacerlo. El rechinar de la placa metálica me recordó por un instante aquella terrorífica risa que escuché cuando desapareció Ester, y el viento encerrado entre las

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medianeras acentúa su efecto haciéndome temblar las piernas.

Todo se ve como desde afuera, salvo que en

medio del terreno hay una pequeña valla rectangular con cintas amarillas y negras de precaución, indicando que hay peligro de desmoronamiento, seguramente porque ahí debe encontrarse el pozo ciego. Me acerco con cuidado y levanto la diminuta roca que tapa la ventilación de la cámara séptica para ver hacia su interior, cuando un remolino se inicia abruptamente desde adentro y se amplía hasta los límites del terreno envolviéndome por completo y ocasionando que se abra la tierra tragándome junto con el vallado de advertencia y cuanta piedra suelta haya en el lugar. La obscuridad y el silencio siguen al accidente y por un tiempo permanezco semienterrado e inmovilizado por temor

a

que

el

derrumbe

continúe.

Abro

los

ojos

parpadeando intensamente para despejar la tierra de mi cara porque no puedo liberar mis brazos, aún atrapados entre los escombros. Intento moverlos ligeramente pero esto provoca que la tierra empiece a escurrir como en un reloj de arena absorbiéndome y acelerando el tiempo conforme muevo todo mi cuerpo en mi desesperación hasta caer en un tubo que se agranda como el interior de una botella, y ocultando la luz del sol definitivamente, impidiéndome ver el fondo...si es que hay uno al final de este vacío. Mis ojos se encuentran cerrados nuevamente, no porque no desee ver que ocurre a mi alrededor sino porque allí no hay nada...Solo un caer constante e infinito que parece reírse de mis especulaciones de salir airoso de esta estúpida aventura.

Este estado de suspensión me hace

sufrir alucinaciones, y sin mirar puedo ver a Ester gateando

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sobre

una tubo semitransparente alejándose de mí,

aunque ignorando mi presencia, como cuando la vi por primera

vez

aunque

pareciera

que

intenta

darme

explicaciones de lo acontecido, o al menos eso quisiera yo que esté sucediendo... Mi sueño parece terminar cuando la sensación de ingravidez se desacelera y empiezo a sentir el piso sobre mis espaldas muy suavemente, aumentando su presión en forma gradual hasta que el peso de mi cuerpo se apodera de la tierra en el fondo del abismo, y de a poco empiezo a sentir el dolor muscular que me trae a la realidad. Abro los ojos y descubro que me encuentro en el interior de la Vieja Mansión. Una tenue luz baja desde su cúpula y esta vez soy yo quien se encuentra inscripto en una esfera lumínica que proyecta sobre mi cuerpo un arco iris de color hasta que una enorme esfera metálica colgada de una grúa por un cable de acero destruye el portal principal y se balancea hacia mí estrellándose contra la burbuja en la que me encuentro y me protege del golpe, hasta que una voz desde el exterior de la casa y en tono desesperado da la orden de detener la demolición, en el mismo instante en que pierdo el conocimiento. Vuelvo en mí con una constante...el dolor en el cuerpo, aunque ahora siento que estoy recostado sobre una cama de hospital, por lo que puedo oír en los pasillos. No puedo abrir los ojos pero percibo la claridad a través de mis párpados y advierto los tubos y cables que me conectan a algún aparato médico que me anuncia con su regular pitido que aún estoy vivo.

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Se abre la puerta de la habitación e ingresan un médico y la enfermera que contesta a sus preguntas. -“¿Nombre del paciente?” -“Desconocido, llegó hace cuatro meses en estado de coma profundo, sin documentación alguna que lo identificase” -“¿Qué sabemos de él?” -“En

realidad,

Doctor,

hace

poco

cambió

su

condición y ha despertado, aunque solo se limitó a decir incongruencias, sin abrir los ojos, como si no deseara ver para luego volver a dormitar” -“¿Qué tipo de incongruencias?” -“Hablaba de una casa en Los Angeles, que pese a haber sido demolida el pudo ver su interior...o algo así. En realidad no comprendí que decía exactamente”. En ese momento decido que abrir mis ojos es lo más saludable para mi situación y haciendo un esfuerzo lo logro. La habitación está demasiado iluminada por lo que pido que bajen su intensidad:-“Por favor...la luz...” –La enfermera reacciona inmediatamente y acude a apagar la luz del aplique aunque deja el velador encendido, mientras el doctor Wilman, por lo que puedo leer en su gafete, se acerca a mi preguntándome: -“¿Se siente usted bien?” -“Un poco mareado”-contesto mientras hago el esfuerzo de ver alrededor de la habitación, ahora en penumbras y logro distinguir un almanaque en la pared que dice: -“London Hospital, 31 de octubre de 1959”. Mi mente necesita reacomodarse así que busco alguna explicación

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en las caras del doctor y la enfermera, que emerge de la sombra...hasta que puedo leer la etiqueta en su pecho: -“Tess” y luego su rostro sale lentamente de la oscuridad y descubro que es la misma bruja que me quitó a Ester...cincuenta años más joven.

Samhain

(31 de octubre : Hemisferio Norte / 1 de mayo: Hemisferio Sur)

Es el primero de los ocho Sabbats wiccanos.

Se considera

Samhain el punto de inflexión y comienzo del año wiccano, el fin del ciclo de la vida, donde todo vuelve a comenzar. Conmemora la muerte del dios y su viaje al Otro Mundo, mientras la diosa llora su muerte. En esta noche los wiccanos recuerdan a sus ancestros y antepasados. Se dice que debido al viaje del dios, las leyes mundanas del tiempo y el espacio están temporalmente suspendidas y la barrera entre los mundos desaparece. Para este tiempo es fácil comunicarse con los antepasados y espíritus de fallecidos.

No sé por qué lapso he estado dormitando en mi cama de hospital, navegando en ambos sentidos entre el limbo y mi conciencia, presumiendo estar suspendido entre el tiempo y mi espacio configurado por la escasa luz de una

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lámpara y los sonidos de los aparatos médicos que me circunscriben a mi estado de convalecencia. Si bien aún estoy algo confundido a raíz de los últimos eventos, no dejo de pensar en Ester y lsu entusiasmo por emprender el viaje que finalmente la alejó de mí; su expresión distendida luego de largos años de tensión por vivir en un mundo al que no pertenecía y me pregunto si la providencia habrá tomado cartas en el asunto, haciendo de mi desesperación por reencontrame con ella una contradicción que vuelve nuestro amor una paradoja; y la impresión que me dió ver a Tess cincuenta años rejuvenecida provocó que me sumerja cada vez más en este trance intermitente que me tiene atrapado en esta litera. La puerta se abre y una enfermera se acerca en la penumbra a agregar alguna sustancia en la bolsa de suero que cuelga junto a mí, como lo han estado haciendo en las últimas horas, seguramente la causa de mi estado de somnolencia constante, aunque paulatinamente mi visión se torna borrosa y empiezo a comprender que esta vez se trata de algún otro medicamento, por la reacción alucinógena que me causa. Ella se inclina sobre mí y reconozco nuevamente a la joven Tess que ahora mi mente convierte, como en una metamorfosis hacia la anciana arpía que conocí. Me mira desafiante y me dice: -“Ahora...es tu momento...” mientras una docena de sujetos se introducen por la puerta de la habitación y rodean mi lecho mientras los aparatos médicos a los que estoy conectado modifican su señal sonora en un zumbido ascendente que inunda la sala con un diabólico canto sinusoidal, al que todos los cuerpos adscriben en una

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autómata danza esotérica. Sus túnicas se deslizan por sus torsos hasta desnudar por completo cada figura, que ahora anexan a la flama incandescente de la hoguera que me consume en mi afiebrada estancia. Siento sus manos acariciar mi cuerpo sin tocarme, como una llama que me alivia dentro de este dolor extremo y por un instante pienso en sucumbir al deseo de su contacto, como si acabar con esa excitación fuera el único paso a mi salvación. Alguien se separa de ese cuerpo homogéneo en llamas y se recuesta sobre mí reconociendo con su cuerpo toda mi complexión e invadiendo mi rostro con su rojiza cabellera, que copia mis facciones como serpientes ondulantes hasta que lentamente apoya sus brazos en mis hombros y levanta la cabeza para observarme, y que yo pueda verla...El semblante de Ester se apodera de mi ardor y consume mi energía hasta que el fuego en la habitación se convierte en humo, que me ahoga por completo hasta caer en un sueño profundo, en el que continúo amándola hasta el final de mis tiempos. Al abrir los ojos, un rayo de luz que se filtra por la persiana americana se posa sobre el almanaque de la pared, que dice: -“Los Angeles Hospital, 31 de octubre de 2009”.

Yule

(20-23 de diciembre : H. Norte / 20-23 de junio H. Sur) Solsticio de invierno)

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Es el segundo de los ocho Sabbats Wiccanos.

Nacimiento del

dios. Coincide con el comienzo de la elevación del Sol y la espera de la primavera. La vida comienza a brotar y a renacer lentamente en la tierra.

Si bien mi cuerpo está prácticamente recuperado de las lesiones ocasionadas por el accidente, aún siento que mi aspecto psicológico está severamente dañado, por lo que he decidido visitar a Ezequiel, mi amigo y psiquiatra de Ester con el objeto de recibir algunas palabras que puedan cicatrizar un poco el trauma provocado por lo acontecido con ella. Estoy sentado en la sala de espera con la vista perdida sobre una revista que tomé de la recepción. Levanto la cabeza como un autómata, con la mirada en la nada hasta que una hermosa joven la intercepta al entrar en el recibidor y la sigo con la vista hasta que toma asiento en frente de mí. Nuestros ojos se enfrentan por un instante y me refugio súbitamente en mi lectura hasta apaciguar mi ansiedad, forzándome a leer algunas líneas de no sé cual párrafo de algún artículo que ni siquiera me interesa. Reacciono ante mi estupidez levantando nuevamente la cabeza, ahora con decisión hacia el lugar en que ya no se encuentra ella. La busco con desesperación por toda la sala y me sobresalto al ver que está sentada exactamente junto a mí. -“¿Te sucede algo?”-Me dice con voz suave y acercando más de lo debido su cara a la mía, haciendo que congele como un joven adolescente.

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-“¿Por qué lo dices?”-le pregunto tímidamente mientras

observo

que

ella

cruza

sus

piernas

provocativamente y posa su mano sobre mi muñeca al decirme -“Por nada...tranquilo”. Una

enfermera

abre

una

puerta

y

le

dice:-

“Tamara...ya deja de acosar al señor, la doctora te atenderá” y luego me dice:-“Horacio, Ezequiel lo espera”. Tamara hace un giro al pararse mientras descruza sus piernas quedando parada frente a mí, que ahora estoy de pie y se aleja hacia el consultorio haciéndome un guiño cómplice ante la celosa mirada de la asistente. Me quedo mirando su ondulante andar hasta que se detiene por un segundo en la puerta del consultorio, donde noto sus extravagantes aretes en forma de luna en sus diferentes fases, lo que me lleva a pensar en los símbolos que han venido asediándome desde que comenzaron los esotéricos eventos. -“¡Amigo mío...!”-exclama Ezequiel desde la puerta de su despacho con los brazos amenazándome con un fraternal abrazo.-“No sabes lo que me alegra volverte a ver ya recuperado...” (Mientras consuma el apretón contra mi pecho sin ocultar su alegría).-“Tenemos mucho de qué hablar...pasa por aquí.”-Tomándome por los hombros con su brazo y conduciéndome hacia el interior de la oficina, donde ambos nos sentamos en unos sillones que posee frente a su biblioteca. -“Noté que estuviste haciendo nuevas relaciones”sigue hablando con aire jocoso mientras le respondo con una sonrisa asintiendo con un gesto picaresco.

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-“Ahora en serio, (continúa) si bien me parece muy acertado esta predisposición a reacomodar tu vida, como amigo te diría que éste no es el sitio más adecuado para empezar de nuevo...” -“¿A qué te refieres...?”, le respondo un poco alterado. -“Bueno...tu

sabes

que

la

gente

que

puedes

encontrar en la recepción de una clínica psiquiátrica no es la más conveniente para alguien que acaba de salir de una relación traumática como vos”. -¡Qué estás diciendo...!-digo al tiempo que me levanto ofuscado. -“Por favor, Horacio, cálmate y toma asiento; tú sabes que soy tu mejor amigo y sería incapaz de lastimarte, pero también ambos somos conscientes que tu vida con Ester no fue normal bajo ningún aspecto, debido a su enfermedad, y no digo que no se hayan amado sino que las características de su afección, hacen que cualquiera que esté a su lado, pueda sentirse influenciado a alterar su buen juicio”. -“¿Me estás insinuando que estoy perdiendo la razón?”-continúo en mal tono. -“No, no dije eso...solo que hubiera preferido que te rodearas de gente que no pueda invocar tu angustia, al menos

hasta

que

estés

recuperado

anímicamente”.

Ezequiel dice esto mientras sirve dos vasos con whisky y se levanta a alcanzarme uno, mientras hace un ademán para brindar. -“Pero ahora, basta de lloriqueos, y a festejar que estamos bien...”-y mientras choca su copa con la mía me

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dice:-“¿Qué te parece si salimos a parrandear, como en los viejos tiempos?”. Me quedo mirándolo, ya más tranquilo pero me niego cordialmente:-“No por hoy, gracias amigo, pero necesito un tiempo para mí antes de empezar de nuevo...Tal vez en otra ocasión podamos salir a beber algo”. -“De acuerdo, vos sabés que nunca me gustó presionarte, pero lo tomo como una promesa”. Charlamos por un rato y luego decido dejarlo con sus pacientes, que se han amontonado en la sala de espera. Al salir a la calle, noto que el clima ha cambiado, y ya se respira un aire primaveral pese a que aún estamos en invierno:-“Curiosidades del sur de California”, pienso mientas me desabotono el abrigo y bajo la escalinata que se encuentra al frente del edificio, cuando Tamara, que aparentemente estuvo oculta tras una marquesina, se me acerca súbitamente y me toma del brazo. -“Te asusté...”-me dice con voz dulce. -“No...Pero me sorprendiste...gratamente debo decir” -“Es una tarde preciosa, y pensé que tal vez podríamos pasear...” En este momento se me figura la cara de Ezequiel advirtiéndome acerca de esta chica, pero algo me dice que debo seguir mis instintos y el tintinear de sus aretes hablan por mí:-“Sería estupendo... ¿y

en que estás

pensando?”-le digo. -En realidad, esta noche tenía pensado una reunión con unos pocos amigos en mi casa de campo, en las afueras de Riverside, aunque si no te gusta podemos dejarlo

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para otro momento... (Me contesta con la ansiedad impresa en sus cejas) -“¿Qué tipo de reunión...?”-le digo intrigado. -“Yo asisto regularmente a una escuelita...algo místico, donde nos reunimos las noches de luna llena...” -¿De ahí lo de tus aretes?-la interrumpo. -Bueno...sí, aunque no es nada serio... es como una festividad religiosa, pero que hacemos con el único fin de divertirnos y pasarla bien hasta el amanecer. -“Suena prometedor...”le digo entusiasmado. -“Espero que no te asuste, porque además como coincide con el solsticio de Invierno, hacemos dos fiestas en una, el Esbat y el Yule, donde veneramos a nuestro dios y nuestra diosa. -“¿Diosa...?” –Le pregunto asombrado. -“¿No me digas que sos macho-chauvinista?”-me dice con un sutil aire desafiante. -“Por el contrario...te diré que soy de mente abierta y dispuesto a probarlo todo” -“Lo supe desde un principio”-afirma con arrogancia. -“¿Cómo supiste?”. -“En ese consultorio, solo conoces gente así”. Este comentario me retrotrae a las palabras de Ezequiel, aunque

mi

curiosidad

puede más

que

su

advertencia y decido continuar con el juego. Llegamos a su auto y decidimos viajar inmediatamente hasta su casa en la campiña, ya que tenemos cerca de dos horas de viaje desde el centro Los Angeles. Durante el trayecto, Tamara me explica las características del ritual al que estamos por asistir, comentándome que el término Esbat proviene del

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francés S’ebattre, cuyo significado es divertirse; lo más importante es encontrarse cerca de todos los elementos por lo que se suele encender una fogata cerca de algún arroyo, rodeado de árboles y naturaleza y representan el momento en que los brujos realizan sus rituales mágicos, y es habitual que se organicen bailes, fiestas y cánticos. Ya en la estancia, abro la tranquera mientras Tamara enciende las luces del automóvil que iluminan el camino bordeado de sauces en la noche incipiente. Avanzamos unos doscientos metros hasta poder ver la vieja casona frente a nosotros. Al entrar noto que aún no ha llegado nadie y Tamara enciende el interruptor general de energía eléctrica, con lo que se activa el alumbrado exterior, así como las luces internas de la casa.

Los muebles se

encuentran cubiertos por telas para protegerlos del polvo, señal de que la propiedad es utilizada esporádicamente. Ella acondiciona el ambiente de inmediato moviendo algunas perillas en un panel que inicia una secuencia de luces, música y fuego en la chimenea. Me acerco al bar y sirvo un par de tragos, cuando se escucha una voz de mujer desde la puerta: -“Si vas a servir, no te olvides de nosotros” Veo a Tamara abrazando y saludando a dos mujeres y un hombre, que se acerca a mí con la mano extendida: -“Mi nombre es Javier, y ellas son Silvia y Sofía”. -“Horacio”-respondo mientras estrecho su mano y dirijo una sonrisa a las jóvenes que se aprestan a quitarse sus abrigos. -“Horacio...”- dice Sofía, “El consagrado de las divinidades...”

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-“¿Cómo dices?”-digo sorprendido. -“No le hagas caso, dice Silvia, ella es fanática del significado de los nombres y esas cosas...” En vista de que nadie más va a venir, decidimos ir al arroyo, donde comenzaría el ritual de Yule. Javier y yo, armamos un círculo cerca de la orilla con un pentagrama formado con unas varillas de caña en el suelo, encendimos una fogata en el centro y colocamos una vela en cada punta de la estrella así como en cada intersección mientras las chicas se quitaron toda la ropa y lavaron su cuerpo en el arrollo, invitándonos a hacer lo propio. Luego de frotarnos los cuerpos unos a otros con ciertas hierbas para purificarlos, nos sentamos en el círculo que contiene el pentáculo y Tamara esparce sal por el suelo para purificar el ambiente y alejar los malos espíritus. Luego barre la sal friccionando con una escoba de ramas vigorosamente por el piso, movilizando así las energías. Entre todos

los

presentes

disponemos

los

elementos

que

representan el aire, la tierra, el agua, el fuego y el espíritu en las cinco puntas de la estrella, como incienso de ámbar o manzana, (fruta tradicionalmente asociada al pentáculo por la disposición pentagonal de sus semillas), espigas de trigo, frutas o bebidas y un poco de agua salada. Tamara se levanta lentamente y empieza a bailar una extraña danza rítmica alrededor de nosotros pronunciando un cántico a la vez que deja caer algunos de los elementos comulgándose con el planeta y las energías circundantes buscando

protección

divina.

Se

sienta

nuevamente

configurando el círculo y empezamos un largo momento de meditación que termina bebiendo todos de un cáliz que

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contiene un brebaje muy fuerte mientras admiramos el fuego central chispeando nuestros deseos a la luz de la luna llena. El sonido del crepitar de la hoguera comienza una danza rítmica muy excitante y puedo ver el cuerpo desnudo de mi esposa Ester bailando entre las llamas, producto de mi borrachera, mientras todos nosotros acariciamos nuestros cuerpos en un agitado rito a su divinidad, hasta que el día nos anuncia que su dios ha renacido. Despierto solo al amanecer, con mis ropas cubriendo mi cuerpo entre unos matorrales muy diferentes al lugar en que pasé la noche, y mi pensamiento da vueltas en torno a un dolor agudo, como una corona de espinas, focalizado en cinco puntos diferentes de mi cabeza.

Imbolc

(2 de febrero H.N. / 1 de agosto H.S.) Se bendicen las semillas. Es el festival de la doncella, que se prepara para su crecimiento. Se celebran las primeras señas de que la primavera se está acercando. También conocido como “Fiesta de las luces”.

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No se por cuánto tiempo he estado caminando mareado entre las matas, y ahora siento la cabeza como sumergida en el agua; el sonido parece retumbar en mis oídos y mi visión continúa nublada, como si mi entorno inmediato se negase a tomar contacto conmigo. El aire que respiro se siente diferente, quemando el interior de mis fosas nasales y llegando a mis ojos desde adentro, con un mensaje diferente a lo que mis sentidos pretenden ocultar. La maleza golpea mi cara a cada paso que doy y mis brazos no parecen tener la fuerza suficiente para levantarse y protegerme, aunque aún así sigo avanzando con la esperanza de acercarme a la civilización lo antes posible. La mañana se levanta por sobre los arbustos y pareciera que mis ojos empiezan a responder a un claro en la vegetación que se avecina.

Un agudo zumbido parece

desplazarse en ese abra a gran velocidad hasta un punto en que disminuye bruscamente y desaparece. Al llegar ahí, descubro que se trata de una gran zanja luminosa que corta los árboles hasta el cielo, como si fuera una ruta en la selva, pero sin asfalto. Me acerco al borde y noto que el viento mueve las ramas hacia adentro y estas caen como sesgadas por una guadaña al tocar la luz y una bandada de pájaros la atraviesa sin recibir daño alguno. Luego de un rato, decido introducir mi mano lentamente en el ducto lumínico y siento como si lo sumergiera en un río bravo, que lo empuja en una dirección arrastrando el resto de mi cuerpo hasta que me veo envuelto en su torrente flotando a la velocidad de un rayo para luego desvanecerme. Al despertar, me encuentro dentro de una máquina tubular que escanea mi cuerpo como un tomógrafo

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mientras me deslizo sobre una cinta hasta llegar a un sector en que la banda cobra la forma de una silla, y mi cuerpo acomoda su posición a ella, mientras gira hacia una señorita vestida solo con un traje pintado en su cuerpo, que se me acerca e introduce una linterna en mis oídos, como estudiando mi anatomía. Intento hablarle, pero las palabras se niegan a salir de mi boca, y es entonces que pienso que el salón en el que nos encontramos está insonorizado. -“Mi nombre es Lena”- Me dice mirándome a los ojos sin mover sus labios-“¿y usted es?” -“Horacio”-intento

decirle

aunque

solo

puedo

gesticular y no escucho una sola palabra. -“Muy bien Horacio, lo estamos investigando puesto que apareció inconsciente en la estación de transferencia sin ninguna identificación”. Otra vez, su voz se escucha dentro de mi cabeza y por lo que entiendo ella también pudo entenderme aún sin que yo pudiera emitir sonido alguno. Lena mira una pantalla detrás del equipo médico y su expresión me dice que algo anda mal. -“¿Cómo

pudo

hacer

eso?”-me

dice

con

un

marcado asombro -“¿Cómo puede mentir telepáticamente si eso es virtualmente imposible?” -“¿Mentir?”-Pregunto esta vez sin mover los labios. -“Acabo de recibir el resultado de su ADN, y dice que su nombre es Alex y no Horacio”. -“Debe haber un error”-replico asegurándome de dirigir mi pensamiento hacia ella.

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-“Usted ya sabe que aquí no existen los errores, de hecho me dicen que su esposa ya fue notificada y está viniendo a buscarlo”. -“¿Mi esposa?...¿cómo es posible?”-pregunto otra vez gesticulando un tanto excitado, cuando la doctora sale de la habitación sin molestarse en contestarme. Me levanto de la silla un poco mareado y recorro el trayecto hasta la puerta tambaleándome cuando dos enfermeros entran a socorrerme tomándome por los brazos y sentándome nuevamente. -“Debe quedarse quieto”-dice uno de ellos-“Su esposa está en la recepción llenando los papeles del alta para que pueda volver con su familia. Esas palabras sonaron en el interior de mi cabeza para tranquilizarme, pero en realidad solo provocan que mi ansiedad y confusión se incrementasen. ¿Dónde estoy?, ¿Qué significa esto de la telepatía y de mi esposa, si ella está desaparecida desde hace mucho tiempo? ¿Por qué esta gente viste tan raro y este lugar es tan bizarro? Hace más de una hora que estoy esperando en esta sala y mi mente no ha hecho más que repasar los últimos acontecimientos, sin lograr comprender qué es lo que me está sucediendo. La puerta se abre nuevamente e ingresa Lena seguida de mi esposa, que también está desnuda con el cuerpo coloreado como el resto de la gente que he estado viendo desde que llegué. -“¡Ester!”-Exclamo con entusiasmo, mientras ella se queda mirándome perpleja, y la doctora la toma por los hombros y le dice con delicadeza:

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-“Por favor, tranquilícese Juliana, esto es parte de lo que le hemos comentado”.-mientras mi esposa parece tener un leve desmayo y Lena la orienta a sentarse en una butaca que se encuentra a su lado.-“Creemos que su esposo está pasando por una especie de amnesia temporal, lo que justificaría que haya podido mentir a pesar de la telepatía, cuando en realidad el piensa que es otra persona y seguramente piensa lo mismo de usted”. Fisonómicamente Ester está igual a cuando la conocí, pero no solo su nombre ha cambiado, sino su forma de moverse, sus gestos no se corresponden con mis recuerdos

de

ella,

como

interpretándola para mí.

si

fuera

una mala

actriz

Al pensar todo esto, me doy

cuenta que todos están mirándome fijamente, debido a que pueden oír mis pensamientos, lo que me inquieta sobremanera e intento pensar en cualquier otra cosa que no me ponga en evidencia, mientras Lena se dirige a mi supuesta esposa Juliana, para consultarla acerca de sus impresiones por mi extraño comportamiento. descubro que al darme la espalda, se me dificulta comprender qué le está diciendo exactamente, por lo que decido no mirar de frente a ninguno de los presentes para conseguir un poco de privacidad mental.

De reojo, puedo ver a Juliana

asintiéndole a Lena, y comprendo que acepta llevarme a casa con ella, por lo que me tranquilizo un poco, y decido acompañarla.

Al salir por la puerta, alguien me pide la

bata quirúrgica y se la entrego, cuando noto que debajo no llevo nada más que mi cuerpo desnudo coloreado. El interior del edificio parece estar vinculado al exterior por grandes ventanales que reflejan su propia

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imagen, por lo que las superficies vidriadas no le otorgan transparencias sino reflexión, provocando en mí un estado de suspensión que me impide saber exactamente en qué lugar estoy, sin embargo, no me preocupa desconocerlo porque en mi mente solo existe una duda que pesa por sobre todos mis cuestionamientos, y es saber qué sucederá con Juliana al llegar a casa. Luego de andar por algunos indescifrables pasillos, llegamos a un salón en el que se encuentran unas burbujas de cristal acondicionadas con butacas, y mi esposa me induce a que entremos en una de ellas

y

tomemos

asiento.

Una

bocanada

de

un

extravagante gas inunda la esfera y ambos nos quedamos dormidos.

Casi sin mediar un espacio de tiempo me

despierto en una casa compuesta por grandes paños vidriados, con una tecnología similar al edificio que acabamos de dejar, con vigas de acero y paredes circulares de concreto, donde solo puede esbozarse alguna tenue imagen del exterior que se confunde con las reflexiones de los ventanales. Mi esposa tarda un poco más en despertar, y puedo seguir con mis ojos cada pequeño movimiento de su cuerpo al desperezarse, y en este estado de inconsciencia, redescubro su belleza, esa que siempre tuvo para mí, cuando era Ester. Me mira fijamente y sé que puede leer en mí cuanto la amo, y que no me interesa que éste sea otro tiempo, y otro lugar, ni que yo sea Alex y no Horacio, porque cuando su cuerpo se abalanza sobre mí y nos hacemos el amor, todos mis recuerdos se funden en uno...y es único.

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Ostara

(20-23 de marzo H.N. / 20-23 de septiembre H.S.) Equinoccio de primavera. Llega la primavera, y el dios se enamora de la diosa, mientras la naturaleza se renueva. Los rituales conmemoran la fertilidad creciente en la tierra.

Cuando (Cuatro)

lo

despiertes... que

has

(Cinco)

vivido...(tres)

recordarás en

ese

todo... mundo

alterno...(dos) y estarás deseoso...(uno) de contarlo...(al tronar mis dedos). La voz de Ezequiel se confunde con las últimas imágenes en mi cerebro y pretendo no distinguir entre ambos mundos hasta que abro los ojos y me reubico en el consultorio de mi amigo, que me está observando de cerca, sentado junto a una lámpara de pie. -“Ya estás aquí”- me dice con voz pausada,-“¿Te sientes bien? -“No te enojes...”-le contesto-“pero hubiera preferido quedarme en ese otro lugar, donde el espacio y el tiempo no se corresponden con las personas que encuentras ahí”. -“Te refieres a Ester... y tú sabes que yo la puse en ese sueño, induciéndote

mediante frases subliminales, para

que puedas reconciliarte con tus ángeles y demonios”

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-“Tal vez sea así como tu dices, pero cuando estás en algo tan vívido como esto, te niegas a creer que solo fue mi imaginación y empiezas a pensar en otra cosa”. -¿En qué otra cosa?-pregunta Ezequiel. -“Tal vez no debería hablar con el psiquiatra de mi esposa de esto, si no quiero que me deje encerrado...” -“Voy a tomarlo como una broma, amigo y tal vez será mejor que te lo guardes para vos, puesto que la razón de este procedimiento no es que yo conozca tus conflictos sino que puedas resolverlos por ti mismo”.-Replica Ezequiel un tanto malhumorado mientras se levanta de su silla y se dirige hacia la puerta a encender el resto de las luces, y dar por terminada la sesión, aunque nunca hayamos admitido que lo fuera, sino un simple experimento amistoso. Me espera parado frente a la puerta mientras yo me levanto lentamente, tomo mi abrigo y me acerco a él para saludarlo con la mímica de un abrazo que no se consuma y salir de su consultorio con un seco “hasta luego”. Ya en la antesala del edificio, veo a Tamara que acaba se salir de su propia sesión con su analista y mi curiosidad

me

lleva

a

seguirla

por

unas

cuadras,

manteniendo la distancia para no ser descubierto, hasta que llega a su automóvil, un Mustang gris exactamente igual al que usamos en mi sueño, cuando Ezequiel me tuvo hipnotizado. Esta coincidencia me perturba un poco y sin darme cuenta continúo caminando hasta donde se encuentra ella, que desde el interior del auto me ve pasar y me mira fijamente, obligándome a devolverle la mirada y detenerme frente a ella.

Por un momento me quedo

inmovil, hasta que la situación se vuelve algo ridícula y

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decido

acercarme

a

la

ventanilla

del

lado

del

acompañante, e inclinándome la invito a compartir un café. Ella hace una pausa bastante prolongada mediante un gesto de duda bastante tonto hasta que me abre la puerta del coche. Yo me quedo parado por un momento pensando si esto sería una buena idea o simplemente me dejé llevar por un forzado “deja vú”, hasta que por fin, considerando lo avanzado de la situación opto por entrar al vehículo. -“Francamente, no sé porque estoy sentado aquí”digo sin siquiera haberlo meditado y me quedo esperando a que me insulte...o algo así. -“Yo sí”-me dice Tamara sin siquiera inmutarse por mi frase,-“Estamos aquí porque compartimos un viaje al otro mundo y ahora crees que nunca sucedió”. Giro mi cabeza para verla de frente y sus ojos me dicen que habla con la verdad y no puedo hacer nada para negarla. La seguridad de sus palabras me dejan la sensación de haberlo vivido y empiezo a creer que mi trance hipnótico no fue provocado por Ezequiel sino que Tamara lo motivó desde la otra habitación, llevándome a sus dominios, donde fui presa de su brujería, y ahora me encuentro cautivo de su mirada esperando que me devuelva a su encantamiento, y suplicando por que nadie haga tronar sus dedos. Sus ojos arden en mi sien y por un momento, Tamara, Ester y Juliana son la misma persona y como si algún brebaje extraño tomase posesión de mi conciencia, nuestro entorno entra en una rara mutación hasta convertirse en un exótico escenario, donde las leyes de la gravedad se

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confunden por una singular disposición de los edificios inscriptos en un insólito espacio foráneo. Y allí está ella, con su cuerpo desnudo coloreado, en varios posiciones a la vez, incitándome a sucumbir a su belleza, pero esta vez me niego a ceder y su furia la descubre en su asedio, motivando un cataclismo en el universo que nos rodea, que gesta un remolino tragándose todo el cosmos generado por su fuerza hasta que un grito terrorífico deglute mis esperanzas de sobrevivir, cuando me aferro al recuerdo de Ester, buscando un epílogo deseado dentro de ese infierno atroz...y el silencio abre mis ojos a la luz de mi certidumbre, desvaneciendo la ilusión de su hechizo y volviéndome a la vida con la imagen fascinante de mi esposa, flotando en mi cabeza como el ángel.

Beltane

(1 de mayo H.N. / 2 de febrero H.S.) Se celebra la unión del dios y la diosa, el período máximo de fertilidad. Es importante en la fiesta el fuego, debido a que Beltane significa:”El fuego de Bel”(dios Sol).

Estos festejos fueron duramente

desaprobados por la iglesia cristiana, por creer que promovían el libertinaje.

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Por momentos me aferro a la idea de que mis alucinaciones son solo eso y no parte de mi realidad, en la que se confunden mi pasado con mi ahora y mi mundo con aquel en el que desearía estar, junto a Ester y toda la magia que la circunscribe; pero su imagen me persigue en cada momento y cada lugar al que voy, evocada por mi propio deseo y ávida de sucumbir ante mi existencia, que la atrae a mí con cada pensamiento escabroso que persigo en el afán de reencontrarla. Sospecho que los sucesos que me acompañan se abren paso entre lo real e imaginario con el objeto de crear un nuevo espacio atemporal y paralelo que conviva con mi ilusión de estar vivo y coexistir con mi verdadero ser de ultratumba; ese que se pasea sin deseos de vivir por esta tierra insípida que me retiene contra mi voluntad. Camino como un zombi hasta que nuevamente me encuentro parado frente al consultorio de mi amigo Ezequiel, y sin mediar razonamiento alguno, entro hasta la recepción como si llevara un recorrido programado. La secretaria me mira asombrada y me dice: -¿Olvidó algo Horacio? La miro desorientado simulando buscar algo entre los sillones cuando Ezequiel abre la puerta de su consultorio y me hace señas para que entre. -“Está bien...-le digo a su asistente- Olvídelo”- y me dirijo a la oficina de mi amigo, ahora con paso seguro. -“No te esperaba tan pronto, pero me alegro que hayas recapacitado...”- Me increpa Ezequiel. -“¿Recapacit...? ehm, si, por supuesto he venido a disculparme por...”

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“No hace falta que sigas, para eso somos amigos y ya que estás aquí, quiero invitarte a una fiesta a la que asisto anualmente para esta época, y creo que nos hará bien a los dos” -“No se si tenga ánimos...¿Qué clase de fiesta?” -“Para eso son las fiestas, para levantarnos el ánimo y ésta en especial seguro que nos va a ayudar” -“¿Por qué lo dices?” -“He notado que desde que sucedió lo de Ester, has estado sumergido en una depresión que te impidió disfrutar de la vida y creo que ya es hora de que te recuperes”. -“Tal vez tengas razón”- le respondo para apaciguar nuestra relación, dado que hemos estado distanciados por largo tiempo y necesito estar acompañado por alguien cercano en este momento de desánimo. Ezequiel me contó que la fiesta se trata de una antigua

celebración

Celta

que

ahora

ha

sido

transculturada a esta región, convirtiéndose en una moderna festividad pagana, que restaura sus rituales convirtiéndolos en ceremonias religiosas que promueven la libertad sexual y la fertilidad de la imaginación.

En un

principio no me parece algo saludable para alguien en mi condición, pero conociéndolo a Ezequiel, por su desenfado hacia todo lo relacionado con la sexualidad, creo que sería algo muy divertido; pero lo que me llegó a inquietar un poco, es saber que cuando él se refiere a “modernas festividades paganas”, también involucra a la religión Wicca, lo que me predispone a iniciar una nueva incursión a esa cultura en la búsqueda desesperada de mi desaparecida esposa.

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La reunión se realizará en el campo de una amiga de Ezequiel, a unas pocas millas al este de Arrowhead, a orillas de un hermoso lago de montaña, con una frondosa vegetación que le daría una escala apropiada para la celebración

de

mayo,

que

se

caracteriza

por

la

exacerbación de la costumbre de vivir en estrecha relación con la tierra. Durante el viaje, mi amigo intenta persuadirme de que no está particularmente interesado en esta clase de religión pero que su espíritu libertino es más fuerte que su vocación y me sugiere que adopte una actitud similar si es que deseo pasarla bien.

Al llegar me encuentro con

algunas caras familiares, aunque ninguno de ellos parece reconocerme, por lo que creo que es gente que pertenece a ese otro mundo paralelo de mi subconsciente, que alguna

vez

ha

compartido

vivencias

conmigo.

Al

acercarnos a la medianoche, nuestros cuerpos desnudan sus ropas mundanas para internarse en el bosque a recoger flores con que adornarse unos con otros. Pareciera que con este floral ropaje, nuestra expresión se transforma en una mística adoración de la belleza del cuerpo y la naturaleza, con lo que todo el grupo pasa a ser parte de un único ente dedicado a saborear las delicias de su propia sexualidad. Al volver del bosque, encontramos un breve descampado a orillas del lago donde se ha emplazado un corredor bordeado por dos hilos de fuego que terminan flotando en el agua, y que arden esfumando el aroma de unas extrañas hierbas que nos invade desde nuestras fosas nasales y se incorpora a nuestro cuerpo como un elixir, ahuyentando nuestros malos pensamientos e invocando nuestro deseo de vivir y compartir nuestra pasión en una sola danza mágica,

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al ritmo de nuestros latidos.

El humo nos envuelve y nos

obliga a aproximar nuestros cuerpos unos con otros hasta que el contacto con la piel de una joven me produce escalofríos y paro de moverme. Ella continúa bailando en torno a mi figura, iluminada por los druidas, que utiliza la fricción como medio de ignición y acelerando mi pulso hasta equiparar la excitación del fuego, que nos acaricia, nos halaga y nos venera. Danzamos hacia el lago con el fuego confidente

que flota en el agua y sus piernas

abrazan mi pelvis con fuerza como todo su cuerpo, que me asfixia en su candente ardor y provoca en mí un deseo de confortarla como ella me conforta, pero sus movimientos esquivan mi agitación como invitándome a un doloroso juego, que ya había vivido y que prefiero ignorar, solo por no pasar de nuevo por ello. Siento el suelo líquido ascender por mis piernas que se encuentran en continua ebullición a medida que nos internamos en el lago y su pecho baja por mi rostro hasta sumergirme en ella, donde encuentro su cálida aceptación a mi apetito de lujuria, y cuando su cabello se apodera de mi rostro, siento estar en su interior donde me demuestra toda su magia encendida en nuestro vientre, concebido como unidad. En este instante único, ingreso al mundo paralelo que me ha acosado por estos tiempos y su cara cambia de contextura hasta convertirse en Ester, aunque su expresión es diferente, más suelta y atrevida; sometiéndome a su voluntad, pero con un atractivo especial, que me induce a aceptarla: su mirada. El reflejo del fuego en sus ojos le confiere una artificial calidez que nunca había tenido para mí, como si fuera una extraña criatura que me seduce y su fragancia desconecta

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mi aversión al peligro, oculto en mi embriaguez. Ya con mi confianza asegurada, se transforma en Juliana, Lena y Tess, cuando su iris quema el fondo de mi retina, hasta fijar en ella

esta

incandescente

y

aterradora

imagen,

que

permanece allí desde entonces. Sus labios pronuncian mi nombre y luego entiendo que me está invitando a compartir su mundo, como una oferta que no puedo resistir...tal vez por mi curiosidad. En el camino de vuelta, decido comentarle a Ezequiel mi experiencia esotérica y para mi sorpresa, no se muestra sorprendido, como si fuera algo de todos los días para él, quien gira su cabeza para mirarme y con voz grave me dice: -“Vos pensás que esto es algo casual, ¿verdad?” -“No te comprendo”, le respondo algo confuso. -“Esta fue tu iniciación, y en nuestra comunidad, solo un brujo puede iniciar a otro brujo”. Estas palabras continúan rebotando en mi cabeza durante todo el trayecto junto con la imagen de Tess, que aún está fija en mi retina, aunque va cambiando cíclicamente entre Juliana, Lena y Ester, en el recuerdo ácido de mi aventura sexual, que presagia un cambio en mi forma de leer estos eventos, los que espero poder interpretar con más propiedad, desde mi nueva y mágica cultura.

Litha

(20-23 de Junio H.N. / 20-23 de diciembre H.S.) Solsticio de verano.

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Es el día más largo del año, en el que el dios alcanza su máximo poder, antes de empezar a debilitarse. Es homenajeado con hogueras por la noche.

Desde hace ya un tiempo estoy recibiendo mensajes subliminales con imágenes invasivas que me someten a un estado de ansiedad constante. Estoy sospechando que se debe a mi obsesión por aprender todo lo referente a los rituales

wiccanos

y

la

magia

involucrada

en

los

acontecimientos que he vivido e inferido a través de mis sueños o estados de embriaguez, y en cada uno de esos trances mi subconsciente se ha estado fortaleciendo al punto de cobrar preponderancia sobre mi ser real. Poco a poco estoy empezando a comprender cómo debe haberse sentido mi esposa en su esquizofrenia, al desear vivir ese otro mundo que le había sido negado en el nuestro; el porqué de intentar suprimir de su realidad todo lo que la alejara de su vida paralela, incluyéndome a mí; o cómo paulatinamente se fue desconectando de su propia existencia hasta convertirse en una sombra de lo que fuera su cuerpo, proyectada por la luz de un sol que ni siquiera reconozco como real.

Ahora soy yo quien se siente esa

sombra y ella es la luz que me proyecta a través de un cuerpo que ya no parece pertenecerme; mis movimientos son regidos por una fuerza ajena a mi voluntad que me somete a sus deseos y los convierte en propios, como si fuésemos un único cuerpo indivisible; adueñándose de mis anhelos y convirtiendo el fruto de mi pasión en una fruta disecada de desinterés, esperando el momento de mi extinción, cuando se apague la última chispa de mi

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conciencia; pero por algún motivo, ésta permanece viva, en medio de mi borrachera que me acompaña desde que Ester se fue a su mundo dejándome a mi suerte; ya no por el deseo de reencontrarla sino por una causa diferente... La duda; esa que ha estado rondando en mi subconsciente desde un primer momento y que mi amor por ella ha logrado ocultar de mi entendimiento, pero que en este instante de incertidumbre acerca de mi propia vida, un viento de vacilación aviva la llama hasta convertirla en un rebrote vivaz, que me estimula a recelar todo lo que la envuelve y que podría justificar el

dolor que me ha

perpetrado. ¿Fue de alguna forma mi amor correspondido? No sé porqué me cuestiono eso ahora, si nuestra relación se basó en mi sobreprotección motivada por su enfermedad y su pasividad al respecto estuvo supeditada a mi preocupación por su bienestar. Bajo esas circunstancias, nunca le pedí correspondencia alguna, ante la urgencia de su afección pero ahora que siento su fuerte influencia en mi vida, descubro que fui yo el sobreprotegido y que siempre estuve atado a sus deseos. He estado bebiendo por varias horas, frente a la chimenea, que permanece apagada desde que el verano incipiente lo propuso, pero por alguna razón la enciendo para apagar la angustia que me aqueja, saboreándola hasta que las llamas consuman mis celos; y aquí están de nuevo

esas

imágenes

surgiendo

desde

las

llamas,

hostigándome hasta consumir mi sosiego. Ester vestida de diosa con encajes del reflejo de la luna sobre el lago; Ezequiel, como el dios sol, atrayéndome a las llamas como el cordero de sacrificio; y yo, entrando en el fuego como

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una ofrenda de amor, iniciando el ritual de la fusión de ambos dioses en un solo cuerpo. -“¿Cómo no lo pensé antes?” me digo a mi mismo mientras las imágenes de mi esposa y mi amigo brotan de las

llamas

acariciando

sus

cuerpos

ante

mi

vista,

conscientes de mi presencia y ausentes de misericordia. El fuego no parece hacer mella en mi alienado cuerpo y el alcohol en mi garganta parece avivar la sed de venganza que me atormenta, cuando ambos dioses se corporizan en Ester,

que

muestra

un

incipiente

vientre

de

mujer

embarazada y se acerca a mí con ternura, hasta acogerme en sus brazos. Con estas imágenes reproduciéndose cíclicamente entre las llamas me quedo dormido con el vaso de whisky en mis manos hasta que el fuego y mi sueño se extinguen. Despierto mirando las cenizas en los leños, que me instigan a recordar mi vívida pesadilla, y la luz del sol en la cara que a través de las cortinas, lejos de apaciguar mi ánimo lo inquieta, lo que me decide a llamar a Ezequiel para tratar de que su voz me ayude a borrar de mi mente el sinsabor de la noche anterior. -¡Horacio, que alegría oír tu voz...!”-me dice desde el auricular-“Pensé que la fiesta en la que estuvimos te ofendió de alguna manera”. -“¿Ofenderme...?

No,

de

ninguna

manera.”-Le

contesto calmado, intentando ocultar el desánimo que me provocó el reciente sueño. -“No sabes cuánto me tranquiliza, porque tal vez fue un poco extraña para alguien como vos, y no quisiera que se opaque nuestra amistad por haberte llevado a un lugar

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tan diferente al ambiente al que estás acostumbrado a frecuentar”. “En realidad...”-le digo haciendo una pausa como para reflexionar antes de hacerle una pregunta delicada”Quisiera consultarte sobre algo que me ha inquietado en estos últimos días...” -“Si es una consulta profesional... (Dice en tono jocoso) debería atenderte en mi consultorio para poder cobrarte”. -“No...(Le digo cambiando el tono para ponerle seriedad) es personal”. Ezequiel se calla un instante y luego me dice: -“Dispara nomás” -“Vos fuiste amigo de Ester antes de que yo los conociera y me casara con ella... (Hago una pausa para tomar el valor de continuar)-¿Asistió a estas reuniones en alguna oportunidad?”. -“Querido amigo... (Me dice con displicencia) ¿No te parece

que

estás

un

poco

grande

para

éste

cuestionamiento de celos?...pero, no, nunca asistió; y yo por mi parte entré a este grupo una vez que ustedes contrajeron matrimonio, para poder lidiar con mi soltería... (Y continúa diciendo) -¿Estás más tranquilo ahora?”. Su

forma

de

hablar

me

cohíbe

para

seguir

inquiriendo sobre su pasado, por lo que decido dejarlo para otro momento, y ya a punto de cortar la comunicación, Ezequiel me invita a una nueva fiesta wiccana, a la que acepto asistir, aunque por un diferente motivo, el que seguramente me llevará a resolver las cuestiones que me han estado atormentando.

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Ésta vez, nos encontraremos directamente en el punto de reunión, un mágico paraje a las afueras de Palm Spring, debido a que él asistirá un poco más tarde por una sesión de último momento que le surgió con uno de sus pacientes.

Durante

el

trayecto,

escucho

un

disco

compacto que me dio mi amigo, con algunas reseñas sobre el significado de “Litha”, la festividad que se celebra hoy en el solsticio de verano, donde los espíritus y hadas salen a mezclarse con los seres humanos, se divierten en torno a las hogueras y recurren a toda clase de trucos, desde bromas inocentes hasta agobiar con maldiciones horribles e incluso la muerte a quienes los ofenden. Lo que me impacta sobremanera es escuchar:-“La diosa está creciendo cada vez más alegre, enamorada y con la expectativa de tener su hijo” (debido a la relación que tiene con mi enigmático sueño el día de ayer). Al llegar al lugar designado, me encuentro con una multitud de personas, ésta vez ataviadas con túnicas translúcidas que sugieren sus cuerpos desnudos, visibles por la luz de la hoguera que se encuentra en el centro del área de celebración a cielo descubierto, y un poco más adelante, un baldaquino emplazado a modo de altar. Se me acercan unas jóvenes y me convidan con una copa de vino rojo y algunas frutas.

Detrás del fuego, unos

percusionistas inician unos movimientos rítmicos que nos inducen a mover nuestros cuerpos espontáneamente hasta que baja el sol y todo el lugar se circunscribe al espacio delimitado por la luz del fuego, que nos cobija y nos atrae como a mariposas nocturnas.

Un ballet de hermosas

mujeres cubiertas solo con flores empieza a realizar curiosos

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movimientos de una primitiva danza en torno a la fogata cuando

el

ardor

de

los

tambores

se

acentúa

simultáneamente con las llamas y nuestras copas son rellenadas con mas vino y polvos mágicos, que nos ponen a tono con la esotérica escena integrándonos en un abrazo conjunto y desinhibido. Las doncellas me envuelven con sus cuerpos y por un instante me encuentro flotando sobre una maraña de brazos que me acarician hasta provocarme un estado de excitación al que me abandono, cuando noto que sus brazos cobran la forma de serpientes que recorren todo mi cuerpo en múltiples direcciones hasta asfixiarme en un éxtasis desenfrenado.

Pese a que no me resisto a su

continuo alabeo, mi cuerpo cobra un vigor inusual, logro erguirme sobre la gran masa ondulante poniéndome de pie y descubro que en el altar se encuentran Ezequiel y Ester, ostentando los cetros del dios y la diosa ante la mirada de cientos de fieles que les rinden los honores. Perdido por mis celos, los enfrento con rencor en la mirada hasta que las serpientes se convierten en ramas y Ezequiel

acerca el

cetro al fuego convirtiéndolo en una antorcha con la que enciende el lecho de brazos secos sobre el que me encuentro en la hoguera que me consume, junto con el odio que llevo dentro.

Lammas o Lughnasadh

(1 de agosto H.N / 2 de febrero H.S.)

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Lughnasadh significa:”Los juegos de los funerales del dios Lugh”. Es la fiesta de la primera cosecha, la recolección e inicio de la muerte simbólica del dios. Los rituales sirven como recordatorio para propiciar una buena cosecha. En Lammas tiene lugar una fiesta del hada Aine, que era originalmente una diosa de la cosecha. Se decía que ella reclamaría un sacrificio humano para garantizar su logro.

Esa maraña de brazos convertidos en ramas secas aprisionan mi cuerpo que al apagarse el fuego se funde en un único tronco humeante de madera quemada. Como un leño caído arropado por mis cenizas, soy consciente de pertenecer a este mundo paralelo, aunque mis raíces aún se nutren de la sabia y mis recuerdos de humanidad que me lastiman.

Ester y Ezequiel son dioses en este nuevo

universo que nos contiene, al igual que yo; nuestra existencia permanece atada a nuestro pasado, y nuestros odios y rencores se mimetizan con nuestros restos en tanto nuestras imágenes de antaño son adoradas por los mortales que nos convidan con su sacrificio. Como asistiendo a mi propio funeral, mi cuerpo se resiste a abandonar su mundo pero mi mente, que permanece en el limbo, poco a poco empieza a aceptar su último destino a la vez que cuestiona si hay justicia divina en lo acontecido. ¿Qué me llevó a perseguir a mi amada a través de éste umbral, donde el odio se asimila a mi propio amor por ella? ¿Qué respuestas debo esperar en este nuevo cosmos en el que ya no deseo nada, y donde no le encuentro razón a mi inexistencia?

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Dentro de la obscuridad de mis pensamientos, una tenue

bombilla

de

luz

invade

mi

retina

y

como

apoderándose de mi silencio, un carraspeo grave se escucha en mis oídos, hasta que paulatinamente el mundo vuelve a mí disfrazado de habitación, deshaciendo todo mi mórbido sueño a manos de mi amigo, que ahora está apuntando a mis ojos con una pequeña linterna. -“¡Al fin…!”- Exclama Ezequiel, -“Pensé que no ibas a despertar…”-Mientras siento cómo mi sangre empieza a fluir por mis venas aturdiéndome con un silbido agudo al llegar a mis oídos. Intento recomponer mi postura desde el diván de consultas de Ezequiel cuando él me detiene por los hombros. -“Tranquilo…”-Me dice con serenidad, -“no debes incorporarte tan rápido, considerando que has estado desmayado por unas cuantas horas”. -“¿Qué me sucedió…? ¿Cómo llegué aquí y qué sucedió en Litha? ” -“De hecho, siempre has estado aquí y no en la fiesta de Litha”-Me dice en un tono muy calmado. “Te noté un poco irritable luego de nuestra conversación telefónica por lo acontecido en la fiesta de Beltane, en tu iniciación, así que convinimos que te volvería a hipnotizar para indagar acerca de qué te molestaba, cuando tuviste una especie de colapso nervioso durante el procedimiento, lo que nos tuvo muy preocupados a todos”. Recién me doy cuenta que no estamos solo los dos en la habitación, sino que también se encuentran su asistente y su socia, la doctora Marga, con quién comparte el consultorio.

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-“Pero… ¿y Ester…?” -“No te preocupes por nada, parte de lo que has estado presenciando fue provocado por el

experimento

hipnótico, y seguramente en el momento del ataque, tu mente reconstruyó las partes faltantes de la historia inducida por mí”-Me dice Ezequiel mientras Marga y la asistente me ayudan a incorporarme en el sillón –“Ahora tranquilízate y bebe esto”-Mientras me extiende una pastilla y un vaso de agua que yo tomo aunque con algo de desconfianza, cuando noto que

Marisa, la asistente de

Ezequiel lo mira algo preocupada. -“¿Qué sucede?-Le digo a mi amigo, cuando él y Marga me toman fuertemente por los brazos mientras Marisa me aplica una hipodérmica e inmediatamente sobreviene

un

desvanecimiento.

mareo

que

me

provoca

un

nuevo

Ésta vez permanezco consciente y de

nuevo en el limbo, donde mi mente no se resiste a comprender que mi realidad es no existir y mi mundo es la obscuridad, que lentamente se apodera de mi voluntad de pertenecerle.

Mabon

(20-23 de septiembre H.N. – 20-23 de Marzo H.S.) Equinoccio de otoño.

El día y la noche tienen la misma duración. La diosa llora a su consorte mientras envejece. La tierra se prepara para la ausencia del dios. Es un buen período para la meditación.

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Sumergido en éste estado de inexistencia, mi mente parece aclararse y puedo percibir lo que acontece en ese otro mundo que acabo de dejar para siempre. Como si flotara en la habitación mi espíritu parece asociarse al aire que respiran quienes acaban de asesinarme y por un momento siento que comparto sus especulaciones como si me internara en sus pensamientos.

Puedo ver la escena

anterior a mi deceso como si aún estuviera allí, aunque ellos no son conscientes de mi permanencia en el lugar. -“¿Tú

crees

que

fue

necesario

dormirlo

nuevamente?”-dice Marga mientras ayuda a acomodar mi cuerpo sobre una camilla en el centro del consultorio. -“No nos quedó alternativa.

Ester está por llegar

junto con el resto del grupo y ella no debe verlo consciente; más ahora que ella está a punto de ser ordenada en nuestro aquelarre y no puede tener dudas respecto a la pérdida de su esposo”.-Le contesta Ezequiel mientras mi etéreo estado entra en ebullición, al oír el nombre de mi amada, como si buscara fuerzas para volver a la vida. -“Démonos prisa y acomodemos el cuerpo de modo que sugiera su predisposición al sacrificio”. –Continúa mi

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amigo, mientras Marga y su asistente terminan de ubicar mi cadáver, aunque no siento sus manos sobre mí, ya que no estoy dentro, sino que me encuentro flotando sobre sus cabezas. Luego alguien baja la intensidad de las luces y empiezan a armar un pentáculo en torno a mí y encender velas en cada una de sus puntas. Mi ser parece no poder evadir la fuerza del círculo en que me inscriben y el calor de los cirios empieza a compenetrarse de mí hasta hacerse insoportable, como si el fuego consumiera definitivamente todo lo humano que aún perdura en mi interior. El resto del salón desaparece de mi percepción ahogado en la obscuridad en tanto el fuego aviva mi sed de ver que vendrá. A través del círculo de llamas, puedo distinguir la complexión de varios hombres y mujeres que lentamente empiezan a rodearme, con túnicas rojas que se deslizan hasta el suelo enseñando su desnudez, entrelazando sus brazos y comenzando una rítmica danza que aviva el fuego hasta embriagarme con su flameante luz. Una grácil silueta emerge de entre la sinusoidal masa humana internándose en el pentagrama, con una túnica blanca hasta posarse sobre mi cuerpo, que la espera recostado con la avidez de descubrir a Ester, mi amada esposa como en tantos otros rituales, ahora presentes en mi deseo. descubre

su

cabeza

dejando

caer

Esta vez, ella su

toga

hasta

enseñarme su angelical semblante y luego sus cálidos senos albergan mi esperanza de recibirla en mis brazos, que están sedientos de su belleza pero inertes en mi desesperación por abrazarla. Su mirada me enseña la tristeza empañada en sus ojos y me besa el rostro, para luego alejarse en su

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blanco atavío, como un ángel envuelto en su luminiscencia, que atesoraré por siempre en mi eterna agonía. Y

mi alma se eleva por sobre sus cuerpos, que

entrelazados danzan en torno a su diosa, que es venerada por ofrecer su magia y sacrificar mi vida.

De pronto los

brazos se convierten en ramas y se forma una jaula que la separa de la luz del día, condenándola a las sombras de la hechicería y aislándola de mi espíritu, que ansía protegerla. Como un ánima errática sobrevuelo su prisión desesperado por salvarla de su brujería deseando estar dentro de ella, para ahogar su pena en mi propia vida, pero solo soy un espectro y la obscuridad me llama a alejarme de ella, porque ya no pertenezco a su mundo y mi substancia se apaga.

Epílogo

De pronto una tenue luz ilumina mi estancia y ella siente mi presencia desde su prisión de ramas y deja caer la bata para mostrarme su vientre por última vez, abultado y hermoso, ensañándome el camino que viviremos juntos, una vez que mi semilla germine en Ostara, el próximo equinoccio de primavera.

131


CAPÍTULO 2 |FICCIÓN CONCRETA

“La Mujer Perfecta” Pintura Digital de Luis Makianich, 2009

132


EL ARROYO

Ella acostumbra venir al arroyo por respuestas desde que su memoria vertió su contenido en él. Como si pudiera revisar el pasado en su agenda líquida, sus manos acarician las páginas de agua en tanto sus rodillas besan la suave orilla de sus márgenes.

Cada prenda que sumerge

descarga en la historia de su amor un trago amargo de desesperanza.

Los

paños blancos quisieran ocultar su

secreto entre los pliegues, que sus

manos reniegan

prensándolos con ferocidad felina, hasta que derrotados hunden su grito ahogándolo en la profundidad de sus recuerdos.

La joven esconde la angustia en su hermosa

cabellera que llora una serena lluvia sobre el riachuelo y acompaña el lamento meciendo su cuerpo con una dulce 133


danza entre su espalda y su pelo. Su blusa emerge blanca, limpia de la noche anterior y la acomoda en el cesto de mimbre junto a las sábanas, cómplices de su madurez. La bella lavandera yergue su cuerpo sosteniendo la canasta, y antes de partir mira de reojo al arroyo confidente, que refleja su esbeltez, ahora inmaculada. Por un momento, se siente libre y sueña con retomar su vida en donde había quedado antes de su última aventura, pero esta vez siente que algo ha pasado y le impedirá voltear la página.

Sus pies descalzos sienten la

hierba que le reprocha en alfabeto braille la corta visita que ella acostumbra cada día después. Allá abajo, el torrente susurra con indiscreción lo que arriba el mismo cauce finge no saber. Ella cierra sus oídos a la acusación pero su interior le grita a latidos su vergüenza, la que esta vez no puede ignorar. Su corazón la aturde en un galopar intempestivo hasta que súbitamente el arroyo calla. La mujer, aun desorientada se sienta lentamente a contemplar el extraño suceso en que las aves se suspenden en vuelo, los arboles se niegan a acompañar al viento y el agua se

estabiliza hasta congelarse bajo la cálida

temperatura ambiente. Como un viejo fonógrafo, el bosque retoma su música en lenta aceleración y el viento por primera vez afeita las matas a contrapelo cuando sorprendentemente, la cuenca invierte su curso vertiendo sus aguas rio arriba, hasta secar completamente su lecho. La desconcertada doncella se pone de pie, y comienza a caminar maravillada hacia el centro del arroyo seco y sus pies sienten el limo del fondo como el sedimento

134


de sus turbulentos recuerdos de vida, que ahora se apoderan de su piel y la bañan sumergiéndola en su memoria hasta ahogarla en un rio de excitación. Las aves acompañan la escena con un diabólico canto invertido que sucumbe ante su efervescente frenesí.

El posterior

silencio estalla en una estampida de la vertiente que inunda la depresión violentamente, escondiendo los recuerdos de la ninfa en el lecho del arroyo enamorado.

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NAVEGANTE

En las noches, cuando los sueños se ven como realidad, el barco siente el poder del viento insuflando sus velas; las olas de ensueño acarician su casco como una amante nocturna emulando las sábanas que copian sus cuerpos en excitante movimiento y confundiéndose con su espesa arboleda donde debiera haber agua. El siente su cuerpo flotar entre ramas flameándose al viento en la tormenta verde de sus pesadillas, que reprochan la suerte de ser un árbol estanco en lugar del navío que su imaginación balancea, navegando las copas de sus frondosas velas que aturden el canto de su melancólico viaje, cuando el amanecer le implora que deje libre a su sueño, porque el día lo busca y ahora es de nuevo su dueño. Sus raíces lo atraparon desde que era pequeño, y lo

tienen

prisionero

en 136

su

estoico

archipiélago,


permaneciendo inmutable por siempre a la orilla del rio que lo seduce y se jacta de ser escurridizo mientras él está quieto con su tronco clavado en la tierra, que lo atrapó desde el día en que emergió a esta vida. El cielo lo llama durante la mañana a crecer en lo alto de su copa y mientras sus ramas se aferran a la ilusión del navío flameando como velas su casco encallado les dice con amarga tristeza que ese viaje no es dulce, ni tampoco cierto. El atardecer le ofrece una alucinación temprana, amotinándose a Febo que anuncia oscurecer el bosque, para que pueda emprender el viaje que cada noche comienza con la puesta del sol, hasta hoy su carcelero. La oscuridad se acopla al motín a bordo y comienza la rebelión de siempre que provoca la lucha entre la raíz y su tronco, por liberar el espíritu que lo consagró navegante en las aguas ficticias convertidas de ramas como frondosas olas azotadas por el viento. Pero esta vez él supo que fue solo un sueño y consciente de esto se abandonó a su suerte, dejándose morir por dentro hasta el

ocaso;

desatendiendo su imaginería ambiciosa y conformándose por siempre con su quieta realidad, olvidando sus ansias de viajar por el mundo que desde siempre le fue negado. La providencia se apiadó de su alma y desató una tormenta que arrebató la calma de la noche y un inesperado rayo cortó las ataduras entre su raíz y el casco, que cayó al rio como un grito liberado, ahogando su sed de vida en una muerte dulce, navegando orgulloso hasta el nuevo día.

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EL AVE ANDRÓGINA

Allá por cuando la vida parecía haberse extinguido, y la naturaleza cobraba un giro hacia lo inerte, la resistencia estaba encabezada por ni nada más ni mucho menos que un juguete mecánico. Un pajarillo de metal que ocultaba las lágrimas de su último dueño y amigo conocido; un sobreviviente de la hecatombe que llevara a la humanidad al abismo definitivo;

perdurable solo en la memoria

integrada de sus máquinas y utensilios y arrasada por su propia sed de autodestrucción que lo condujera al éxito irremediable de su macabra empresa. Con la débil energía remanente llevó su mensaje hasta las máquinas que aún sostenían la información y mantuvo una conversación con los fantasmas de la red, despertando sus ansias por seguir viviendo.

Millones de bites acudieron al llamado y se

reinició la reconstrucción, empezando por los bancos de memoria acumulados durante siglos; gigabytes de pinturas, poesías, videos periodísticos y películas de ficción pasaron por la gran telaraña informática hasta recomponer la esencia de la especie perdida; esa que alguna vez enfundó la gloriosa espada de la evolución. Pero ya no quedaba un solo trozo de tejido vivo que pudiera utilizarse para clonar la especie y en un principio se pensó que tamaña empresa

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sería

imposible

hasta

que

nuestro

mecánico

pájaro

pronunció: -“Archie”… y todas las computadoras se tildaron por un momento al escucharlo. –“Ese es mi nombre”continuó el ave mientras decenas de buscadores se pusieron en marcha para encontrar el significado, con la subsiguiente respuesta:-“No hay resultados disponibles para esa palabra…” -“Es solo un nombre…”-insistió Archie, -“uno que fue elegido para mí simplemente con el corazón, sin ninguna razón de ser más que el nombrarme y hacerme suyo”. Las

máquinas

volvieron

a

tildarse,

sin

poder

comprender la inútil razón de ponerle nombre a un objeto mecánico, hasta que Archie voló hacia las imágenes de algunas pinturas abstractas acumuladas en un museo virtual y dijo:-“Todas ellas tienen un nombre…”, y señalando varios objetos acumulados en los sitios del ciberespacio:-“Como estos también los tienen… Es como si el hombre necesitara apropiarse de algún objeto inanimado como un oso de peluche, o un juguete para poder brindarle su amor sin salir lastimado…” Entonces

las

máquinas

lo

comprendieron…

y

empezaron a reconstruir un mundo con la esencia que les faltaba…el amor, acumulado en miles de objetos que el hombre había adoptado, contándoles sus más íntimos deseos y las cosas que le aterraban. Ya no serían de carne y hueso, porque sus genes se habían perdido para siempre, pero todos ellos contenían lo bueno y lo malo de la humanidad, y ahora… están dispuestos a disfrutarlos por el resto de su eternidad.

139


LA FUENTE

El río explora la belleza de su cuerpo femenino, imitando

sus movimientos con un canto sinusoidal.

Su

danza hace una sutil reverencia a uno y otro lado descendiendo a saltos desde el cielo a la profundidad rocosa, donde la fuente apaga la sed de su juventud. Un rayo de luz se cuela entre las piedras y el reflejo de su propia virtualidad, dibujando en las paredes de la gruta la imagen del sueño que alguna vez tuvo al verla reflejarse en él. Ella se sumerge invitando al agua a imaginar amarla, y abanica sus brazos acariciando el líquido cuerpo de su amado, que la sostiene ingrávida en su perfume ausente. Su cabello juega con sus onduladas formas a pincel y tinta

140


en su página blanca, coloreando su musa de imaginario canto y desafiando el vuelo del ave migrante. El riachuelo es consciente de su elección pasada cuando un soplo de vida la acarició en su espalda, olvidándola hermosa en su madurez temprana mientras su amor la esperaba en su acostumbrada estancia, presurosa de amor en su tardía avaricia y ausente de pena en esa encrucijada.

Cada

baño es un sueño de su vida pasada, que comparte con él, su bienaventurado amante, quién descansa en el lecho de sus dulces memorias, vírgenes de llanto y doloroso encanto. El río le muestra su angustia y su rabia, mordiendo a las rocas en cada descarga que fluye desde el ayer lejano hasta su día temprano, sacudiendo su cuerpo con irascible estruendo, arrebatándole el sueño al agua mansa de su adolescente sosiego.

Ella acepta el reproche de su

ancestral amado, que se convirtió en olvido cuando la fuente le propuso el juego de sentirse una mujer indeleble. Ella vive por siempre su belleza inmutable y a él lo convirtió en agua para acompañar su idilio vertiendo sus cenizas fúnebres en el cauce manso, que danzará por siempre acariciando

la

figura

que

lo

condenó

a

servirlo

eternamente esclavo. Hoy el torrente castiga su atroz amor mezquino secando por fin el fluido llanto que por años embelleció el estuario de su forma inmaculada y la fuente que alguna vez fue fiesta, hoy se convirtió en el entierro de los cuerpos de su amada y el lecho de un río seco.

141


INFIERNO

Me resulta muy difícil establecer el punto de inflexión de mi existencia; aquel en el que se podría decir que ha cambiado algo significativo para mí; incluso no me atrevo a pensar que pudo haber sido el día que morí.

No es el día que dejé de existir, porque

de hecho aún existo, o no podría estar pensando todo esto, ni recordar siquiera todo lo que he vivido cuando aún tenía un cuerpo que se ajustase a mi espíritu. Todavía tengo presente la mayoría de los sucesos que acontecieron durante mi vida, sin embargo, me cuesta diferenciar entre aquellos que me hicieron feliz y 142


aquellos en los que sufrí del infortunio. Es que en el lugar en el que estoy no existen parámetros para evaluar las diferencias.

Mi cuerpo se atormentaba

constantemente con situaciones que ahora no me parecen significantes en lo absoluto; sentía placer por experimentar las vicisitudes de la vida que aquí me resultan irrelevantes, inclusive actuaba según reglas de convivencia con mis semejantes que hoy, en donde me encuentro serían absurdas. Aún así, no creo que el momento en el que cambié del estado sólido al gaseoso, si es que así puedo llamarlo, fuera el mismo en el que un cambio se produjo en mí. En este “no lugar” no tenemos códigos ni reglas a seguir; no existen las leyes de la física, al menos como las conocíamos en vida, puesto que el fuego no quema ni nos devora, ya que tiene la misma composición que lo que acá llamamos nuestro cuerpo;

podemos

comer,

pero

no

necesitamos

alimentarnos y el vino no sacia la sed ni cambia nuestra actitud, que de hecho es siempre la misma; y el amor…no existe, como nunca existió para todos los que habitamos el infierno. ¿En qué momento de esta eterna agonía, empecé a sentir la necesidad de tener un propósito? Con este cuestionamiento me introduzco en las ardientes flamas de la piscina pública, ya no con mi acostumbrada razón de intentar sentir placer con el contacto físico de alguna condenada mujer, sino con 143


el ferviente deseo de escudriñar en la historia de su anterior vida, buscando algún indicio que me haga comprender alguno de mis porqués.

Una hermosa

mujer de cabello cobrizo me mira con avidez y me acerco a ella intentando no sucumbir a su belleza para poder cumplir con mi objetivo. -“¿Cómo están las llamas?”- le digo para romper el hielo. -“Ardientes”- me dice zambulléndose en mi cuerpo y abrigándome de caricias. Yo intento atemperar un poco la situación invitándola a jugar un juego “distinto”, que es lo que todos acá añoramos:-“¿Qué tal si hacemos algo nuevo?” -“¿Qué puede haber de nuevo que no hayamos jugado ya?” -“Tal vez conversar”- contesto con seguridad. Ella se queda mirándome intrigada para luego decirme:-“No… no creo que estés loco, porque a esos no los condenan al fuego eterno”. Mientras me observa de arriba abajo inclinando su espalda hacia atrás como si se apoyara en una llamarada, que brota detrás de ella como provocándome para luego preguntar:-“¿Y bien…?” -“¿Y qué pensarías si lo estoy? ¿Acaso no puede suceder que por error haya sido condenado?” -“Eso

sería

interesante,

¿quién

sabe

la

cantidad de variantes entretenidas que podría yo 144


hacer con un desequilibrado?”- dice mi hermosa joven seduciéndome con su mirada. -“Entonces juguemos a que ambos lo estamos, y pongamos reglas”. -“¿Reglas?” -“Exactamente.

Llevamos

una

eternidad

haciendo lo que nos venga en gana; sin prejuicio de lastimar a nadie, porque aquí nadie puede ser lastimado; sin importarnos si el otro goza cuando tenemos sexo, porque es solo un juego y abusamos de la gula y la avaricia porque nada de eso puede cambiarnos

nuestra

actual

agonía;

así

que

instituyamos un código de comportamiento, como si en realidad importara”. -“Suena divertido”, dice otra joven que oyó nuestra

conversación

y

se

acercó

a

nosotros

acariciando nuestros cuerpos como invitándose a participar.

Mi compañera le devuelve sus caricias

como aceptándola en el juego y yo intento contener la situación proponiendo: -“De acuerdo, tal vez sería un poco engorroso crear una serie de reglas para este juego, por lo que sugiero

que

utilicemos

las

viejas

normas

de

convivencia que solíamos tener en nuestras vidas pasadas

aunque

nos

parezcan

inútiles

en

medio…y así podemos empezar de inmediato”.

145

este


-“Muy Bien, empezamos por ponernos nombres, o mejor, ¿qué tal si utilizamos los que solíamos llevar?”dice mi compañera:-“Soy Sofía” -“Soy Mara” -“Yo

Dante, y propongo que empecemos

recordando qué nos trajo aquí” -“Yo engañe a mi mejor amiga Elvira con su esposo Julián y ella nos mató a ambos suicidándose después; por supuesto que están aquí en la piscina”Dice Mara mientras levanta su mano hacia ellos, agitándola para saludarlos:-“Hey, chicos, ¿por qué no se integran?- les dice mientras hace una risita pícara y ellos se acercan a nuestro grupo junto con otros espíritus que nadan sobre las llamas hasta nosotros, frotando sus cuerpos con los nuestros, que es como un saludo común en estos lares. -<<El juego se llama “Estamos vivos”, y la consigna es observar la antigua ley del “Innombrable” en la tierra>>- les digo a todos con entusiasmo. -“Empecemos contando nuestros “pecadillos” del

otro mundo para establecer una base para el

diálogo- Dice Sofía. -“No creo que funcione”,-dice Julián, “cuando engañamos a Elvira con Mara y ella nos asesinó, pensamos que lo nuestro había llegado a su fin, y sin embargo, ahora no solo estamos juntos los tres, sino que

tenemos

sexo

grupal

molestos”. 146

sin

siquiera

sentirnos


-“Tiene

razón

Julián”-dice

Elvira,

“¿Cómo

podremos actuar con esas viejas reglas si ni siquiera podemos

sentir

resentimiento

por

los

hechos

pasados?” -¿No sienten curiosidad por saber cómo se siente el remordimiento?”-les digo, “o la pasión”. -“Si mal no recuerdo…” Dice un espíritu del grupo, “La pasión sólo nos llevaba a la decepción, y respecto al remordimiento, ya deberías saber que los que llegamos aquí, a este infierno, lo hicimos por elección”. -“No te comprendo, ¿estás diciendo que no eres un condenado?” “Ninguno de nosotros lo es…Todos llevamos la vida que quisimos; quién robó, lo hizo porque pensó que así estaría mejor; quién violó, satisfizo sus deseos, así como el que mató, lo hizo por alguna razón que lo benefició, y el estar aquí, es el resultado lógico de una vida llevada a cabo con voluntad de venir a seguir haciéndolo, sin sufrir las consecuencias de esas reglas que ustedes desean rememorar con este juego”. -“¿Cuáles consecuencias?”-le pregunto un tanto ofuscado. -“Me refiero a que desde que estamos aquí, no importa si tenemos sexo con una mujer que no nos pertenece, nadie resulta afectado y por ende no afecta el desarrollo de nuestras existencias, ya que por no “gozar” de la pasión, o del amor, ese acto es 147


considerado intrascendente y como es costumbre aquí, no desemboca en la menor discusión, que es algo que ya habíamos olvidado.” -“¡Hasta ahora!”- replico:-“Desde que estamos aquí, esta es la primera discusión que se produce, y con bastante “pasión”, si me lo permiten. ¿No creen que este hecho amerita que nos replanteemos nuestros verdaderos deseos?”. -“Muy

cierto”-dice

Sofía:-“Nunca

me

había

divertido tanto desde que robé aquella joyería en Paris”. -“No entiendo por qué te resultó tan divertido ese evento”- Alguien comenta. -“Ahora

que

lo

pienso,

creo

que

era

la

adrenalina recorriendo todo mi cuerpo, al saberme en peligro de muerte…me hacía sentir viva”. -“¡De eso exactamente se trata este juego!”insisto:-“Si podemos recordar lo que nos hacía sentir estar vivos, podremos revivir”.

En ese momento las

llamas de la piscina cobran más fuerza y todos nosotros podemos sentir su calor, y hasta se sintieron algunos quejidos provenientes de la multitud que se ha agolpado en torno a nosotros y están participando del juego.

Algunos

de

nosotros

empezamos

a

preocuparnos por este acontecimiento, que rara vez ha ocurrido en esta eternidad. -“¿Qué fue eso?” –comenta alguien asustado.

148


-“Debe ser Lucifer, castigándonos por desafiar sus reglas”-dice alguien más. -“¿Reglas?”-dice Sofía, “aquí no hay reglas, y es por eso que estamos en este lugar”. -“Eso es correcto”-les digo a todos:-“Julián estaba en lo cierto al decirnos que estamos en el infierno como resultado de lo que quisimos durante toda nuestra vida; este infierno está en nuestro espíritu y somos nosotros los que decidimos qué sentir y cuándo no debemos hacerlo”. -“Si es así, ¿por qué siento el fuego y el ardor de las llamas me está quemando?”-se escucha decir a alguien. -“Creo saber qué sucede”-respondo:-“Este juego nos despertó la memoria y estamos aprendiendo a sentir, como en nuestra vida pasada, y si soportamos el dolor, también podremos sentir el perfume y apreciar la belleza de nuestros cuerpos, y hasta sentir la pasión…y el amor”. Al decir esto, las llamas se agigantan y se escuchan terribles estruendos que nos atemorizan, como no lo habíamos estado en toda nuestro eterna existencia, de tal modo que nos abrazamos unos con otros y esta vez sí pudimos sentir la textura de nuestros cuerpos, como nunca antes, y lo gozamos como si fuéramos felices por primera vez, y ya no importa el fuego, porque sentir el dolor es como una bendición.

149


Los truenos se escuchan cada vez más fuertes y ahora se pueden ver terribles rayos que caen desde arriba hasta que una milagrosa lluvia inunda la flameante piscina, apagando su ignífuga flama con una celestial tormenta de agua y pasión, envolviendo nuestras almas que se encuentran entrelazadas en un rito de amor, corporizado en todos nosotros flotando en su gracia. Y la noche se vuelve día, y despertamos abrazados en la hierba húmeda, con un cielo hermoso cobijándonos, junto a maravillosos sonidos de los pájaros volando entre fragantes árboles frutales, desnudos como Dios nos trajo al mundo…de nuevo.

150


LA MUJER PERFECTA

El

profesor

Neurocibernética

Roger en

Hertz el

dicta

Instituto

la

Cátedra

Tecnológico

de de

Massachusetts. Su obsesión por el trabajo lo ha llevado a desconectarse del mundo exterior, limitando su vida de relación a lo estrictamente profesional.

Conoció a su

esposa Sandra en la universidad y la convirtió en parte de su equipo de investigación, con lo que su círculo social se redujo aún más, circunscribiéndose exclusivamente al ámbito académico. Ambos están alojados en un dúplex en una de las nuevas torres de la ciudad por lo que el contacto con sus vecinos es prácticamente nulo. La fascinación de Roger por el comportamiento del cerebro humano motivó el desarrollo de varios trabajos en los que 151


descubrió como relacionar las mediciones de información neuronal

con

los

patrones

de

comportamiento

del

individuo; pero lo que más atrae la atención de Roger, la tarea que lo ha mantenido ocupado en los últimos tiempos, es desenmarañar los factores que ocultan el misterio más importante de la humanidad…el cerebro de la mujer. Otro día en su rutinaria vida, y Roger mira a su esposa por sobre las páginas del diario matutino.

Ella toma su

desayuno como si fuera el último, vestida aún con un salto de cama que no disimula en nada su sobrepeso, detalle que la expresión de Roger no sabe ocultar; como tampoco puede verse la cordialidad en sus modales en respuesta a las habituales frases que le dirige ella, con la simple intención

de

compartir

alguna

insípida conversación

durante el desayuno. -“¿Hoy tienes clases en el MIT?”- pregunta ella mientras digiere parte de una tostada con un sorbo de té. -“Por la mañana, pero no te olvides que en la tarde ambos

tenemos

que

resolver

lo

del

protocolo

del

laboratorio, para conseguir los fondos para el desarrollo”responde con aire malhumorado. -“Está bien, por lo visto a mi me toca todo lo aburrido…”-contesta Sandra. Roger hace una sutil mueca de desprecio y se sumerge en las páginas del periódico con el obvio objetivo de desestimar la discusión que su mujer le propone; voltea la página sin leer una sola letra como reafirmando que se terminó la charla y se concentra en la fotografía de una joven atleta olímpica que lo atrae por su esbelta figura. Su esposa se levanta de la mesa con los trastos del desayuno y

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se dispone a lavarlos mientras él la espía por sobre el periódico no pudiendo evitar hacer una comparación con la fotografía de la joven.

El se queda pensativo en esa

posición por unos instantes hasta que Sandra le hace un guiño al ver que la estaba observando, lo que provoca que Roger

estire

el

diario

abruptamente,

aunque

luego

recapacita y baja levemente una esquina del papel para hacer una rápida mueca parecida a una sonrisa. ¿Cómo es posible que en tan poco tiempo la mujer que yo adoraba cuando me casé haya cambiado tanto? –se pregunta Roger

volviendo

a

mirarla,

ahora

de

espaldas

y

corroborando con la fotografía del diario. Esta pregunta siguió rebotando en su cabeza durante todo el día, incluso ahora, que se encuentra dando una clase para sus alumnos en la universidad, flota en su mente como si fuera uno de los temas a tratar en su disertación. Se aproxima al pizarrón y escribe:-“Los mecanismos neurales y neuronales en las funciones del cerebro”, para luego darse vuelta y decir a la clase:-“El análisis asistido por computador de la estructura neural y la transmisión de señales, son los métodos empleados para desentrañar los principios del diseño biológico… ¿Alguna pregunta?” Una estudiante en el centro de la sala levanta su mano y Roger la autoriza con un movimiento de cabeza a preguntar, cuando ella deja sus libros sobre su pupitre y se pone de pie, acomodándose la falda resaltando su bien formada figura: -“¿Cuándo usted dice <<diseño biológico>>, se refiere a que se puede diseñar un organismo como un ser humano mediante la cibernética?”

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El profesor Hertz se toma unos segundos para responder mientras camina por la tarima mirando a la hermosa joven y a su esposa, que está sentada en las primeras filas de asientos, dirigiendo la vista en forma evidente hacia una y otra hasta que al fin contesta:-“Elvira, ¿no es así…? Y ahora dirigiéndose a toda la clase: -“Ya sabemos que la cibernética humanista busca lograr el equilibrio

del

ser

humano

reprogramando

acondicionamientos adquiridos durante la infancia a través de la psicosíntesis o balance de los dos cerebros, (me refiero a la teoría del premio nobel en medicina Dr. Roger Sperry), logrando el balance de las identidades física, mental, psicológica y espiritual, (tal como fueron definidas por Aristóteles en el siglo III a.C.)…” Un largo silencio se escucha en la sala y alguno que otro suspiro le hacen saber que el auditorio espera por alguna aclaración, por lo que Roger toma aire y continúa:-“Me da la sensación que aquí nadie leyó la bibliografía programada para hoy, así que me temo que tendré que ser más específico…” (Dirigiendo la vista hacia el centro de la sala, donde se halla aquella joven); entretanto, Sandra se percata de ello y se da vuelta para mirar de frente a la estudiante, que se siente acosada por sus dos profesores al mismo tiempo.

El se da cuenta de

esto, por lo que decide continuar su alocución minimizando el hecho. -“Ustedes saben que en nuestro laboratorio hemos estado

haciendo

mediciones

neuronales

en

algunos

estudiantes que se han prestado a ello durante el transcurso de este semestre, con la finalidad de especificar qué áreas del cerebro se relacionan con nuestro desarrollo físico, para

154


así

poder determinar si nuestro cuerpo está siendo

moldeado por nuestra mente, así como nuestra cara tiene los vestigios de la vida que estuvimos llevando, por nuestros gestos que se van acostumbrando a ella después de numerosas veces que utilizamos los músculos faciales…” el profesor Hertz hace un recorrido visual por toda la sala para captar la atención del alumnado y luego continúa:-“Bien, me gustaría suponer, que con la recopilación de todo ese material, tendríamos las herramientas para poder moldear a una persona físicamente injertándole bancos de memoria en las áreas apropiadas conforme nuestra experiencia lo indique;

del mismo modo funcionaría suprimiendo los

recuerdos perniciosos para nuestro organismo…” Se siente un murmullo en la sala que es interrumpido con el timbre que señala el final de la lección del día.

El profesor se

despide del alumnado dando algunas indicaciones para la próxima clase y los alumnos empiezan a evacuar la sala, salvo Elvira que se acerca a él sosteniendo sus libros contra su pecho y con una ingenua voz le dice: -“Profesor…Yo no tuve oportunidad de colaborar con el programa de <<donación de memoria>> y me gustaría participar, si aún estoy a tiempo”.

Al escuchar esto, su

esposa Sandra, que se encontraba recogiendo algunos cables de los equipos de proyección deja todo en una silla y se acerca a su marido rápidamente para escuchar su respuesta. -“Estaremos encantados, señorita… (Contesta Roger galantemente) nos vendría bien contar con la memoria de una joven con un cuerpo tan cultivado como el suyo en el programa”-

mientras

mira

155

a

Sandra

y

a

Elvira


alternativamente un par de veces haciendo alusión a las diferencias físicas entre ambas a lo que su mujer le contesta visiblemente ofuscada: -“¡Déjate de babeos, viejo verde…! Y vamos que ya es tarde y tenemos la reunión de protocolo en el laboratorio”.

Roger esboza una sonrisa para sugerir que

acepta la broma y luego dice: -“Se me ocurre algo interesante… ¿Por qué no vienes a la reunión con nosotros y hacemos ya mismo la descarga de tus bancos de memoria y de paso hacemos una demostración

para

los

delegados

del

protocolo…?

Además, sería una excelente forma de persuadirlos de que aporten los fondos al instituto para la investigación… ¡Una belleza joven siempre es una buena herramienta para convencer a estos carcamanes!” Tras la expresión de disgusto de Sandra y la entusiasta aceptación de la joven Elvira, los tres se dirigen al cuarto piso donde se encuentra el laboratorio, donde Roger empieza a preparar a su estudiante solicitándole que se dirija a los vestidores y se coloque un ajustado traje de látex, que contiene una serie de circuitos impresos recorriendo todo

su

cuerpo,

conectándose

con

las

terminales nerviosas, incluso sobre su cara.

principales Mientras el

profesor recibe a los invitados, su esposa acompaña de la mano a la hermosa Elvira hasta el equipo cibernético sin dejar de mirar con evidentes celos su voluptuoso cuerpo ahora bañado de circuitos impresos en goma. El profesor Hertz se dispone a explicar el procedimiento a la comisión evaluadora mientras Sandra toma posesión de la consola de comandos y Elvira, con su exótico traje se pasea por el

156


equipo que consta de un par de cintas deslizantes, un disco y una esfera giratorios, así también como una cama elástica, para que pueda desplazarse y hacer toda una gama de movimientos físicos durante la lectura de memoria. -“Como podrán ver… (Empieza a decir Roger) El traje que luce nuestra joven voluntaria, nos va a proveer la información que transmiten sus terminales nerviosas al cerebro,

mediante un circuito inalámbrico a nuestra

consola de grabación”. Luego hace una pausa para ver la expresión de los invitados, aunque sus sonrisas idiotizadas solo le demuestran que están hipnotizados por la belleza del cuerpo de Elvira, así que continúa explicando:-“Habrán notado que no hemos dispuesto contactos en su cabeza, salvo por los de la cara, debido a que las lecturas no se dirigen a su cerebro, sino a nuestras computadoras, que cumplen la función de masa encefálica virtual. Cada señal se acumula en una celda determinada por la ubicación que le corresponde según el mapeo previo que realizamos en las últimas lecturas y así podemos contar con áreas de estímulo para futuras intervenciones.” -“¿A qué se refiere con futuras intervenciones?”, pregunta uno de los invitados. -“Permítanme

explicarles

mientras

realizamos

el

procedimiento”-dice Roger. Sandra enciende las máquinas y el traje de Elvira empieza a graficar sus circuitos con rayos lumínicos que recorren todo su cuerpo, mientras esta desarrolla

actividades

acrobáticas

entre

las

distintas

plataformas. –“Cada movimiento de su cuerpo registra un impulso

en

un

determinado

157

banco

de

nuestras


computadoras,

quedando

almacenado

para

futuras

operaciones el efecto que produce en su cuerpo.

Un

cerebro normal recuerda estos impulsos y los aplica al modelado del físico a través del tiempo, produciendo una enzima que lo materializa en desarrollo muscular, posición corporal, acumulación de grasas, etc. Con el desarrollo de nuestro programa, intentamos comprimir todo el ciclo guardando la esencia que produce la modificación del estado físico para en un futuro aplicarlo a personas con cierta deficiencia física, producto de no haber tenido una vida sana, no solo desde el punto de vista fisiológico, sino sicológico.

Un ejemplo de esto es el stress, que deriva en

una mal función física en las personas que lo padecen.” Sin dejar de observar a la hermosa joven haciendo sensuales movimientos, alguien del auditorio pregunta: -“¿Podríamos decir entonces, que si se hiciera el proceso inverso de re-grabar el contenido de los impulsos de esta señorita en el cerebro de…digamos, mi esposa, ella se vería igual?” En este momento las sonrisas de todos los espectadores se iluminan como arbolitos de navidad, (aunque bien podría ser por el reflejo de las luces emanadas por el cuerpo de Elvira) y por alguna razón, la cara de Sandra también parece iluminarse. -“En realidad, (dice Roger) aún no hemos avanzado a la fase dos de este experimento, porque todavía no hemos colectado una suficiente cantidad de lecturas neuronales, y ese es exactamente el papel que esperamos ustedes cumplan…y no me refiero a que aporten su memoria, sino mas bien su dinero (hace una pausa), porque

158


se necesitan donantes a los que debe pagárseles como en un banco de esperma”. -“¿Pero sería posible?”- insiste el invitado. -“Solo hasta donde nuestra imaginación nos lo permita… (Dice el profesor y continúa) Este casco que mi esposa y socia tiene a su lado… (Sandra toma un casco con conexiones a la computadora y se lo coloca haciendo un gesto infantil y gracioso) Sería el encargado de transmitir esos impulsos almacenados a otra persona, aunque nuestra búsqueda estará basada en la curación de enfermedades tales como la obesidad, etc., es decir solo atenderemos cuestiones específicas, porque trasferir íntegramente los impulsos de todo el cuerpo a otro cerebro podría traer daños colaterales, como pérdida parcial de la memoria o incluso alucinaciones o recuerdos que jamás hayan sucedido”.

Mientras Roger continúa con su alocución,

Sandra se encuentra sentada frente al panel de control, aún con el casco puesto en su cabeza mirando los plásticos movimientos de Elvira iluminada, y un impulso irresistible la hace

colocar

sus

dedos

sobre

el

teclado

de

computadora, y teclea:-“Transferencia total…enter”.

la La

pantalla empieza a mostrar una barra en movimiento indicando el traspaso de archivos entre el disco y su cabeza, hasta que se puede ver un cartel que dice:“Transferencia exitosa”. Un instante después, Sandra toma conciencia de lo que ha hecho y se quita el casco súbitamente, sintiendo un escalofrío que le recorre todo el cuerpo, hasta que se queda inmóvil en su sillón, sin pronunciar palabra alguna.

159


La reunión de protocolo terminó exitosa, y ahora Roger y su esposa se dirigen en su automóvil a casa, donde toman una copa de vino festejando la nueva asignación de fondos para su proyecto, pero ella no pronuncia ninguna palabra y su esposo, aún muy excitado por el increíble día le dice:-“¿Te pasa algo…? Casi no hablaste esta noche. -“Estoy cansada, mejor me voy a acostar”-responde ella mientras deja la copa de vino casi sin terminar y se dirige al dormitorio. El toma el resto de la copa de ella y se queda sentado en un sillón del living a disfrutar de los recuerdos del día. A la mañana siguiente Roger despierta solo en la cama y abre un ojo para buscar a su mujer que por el sonido del agua deduce que está en el baño, tomando una ducha. Se levanta y se dirige a orinar cuando puede ver a través de la mampara translucida la figura de una esbelta mujer que no parece ser la suya. Se refriega los ojos, y aún semidormido dice:-“¿Estás ahí…?” La voz de su esposa se escucha desde el baño:-“Si…” Lo que él toma como una alucinación y baja hacia la cocina diciendo:-“Preparo el desayuno y salgo un rato a buscar el periódico”. -“OK”-dice Sandra tomando una toalla y secando su nuevo escultural cuerpo mientras se observa en un espejo; luego va hacia el dormitorio y sobre la mesa de luz encuentra la billetera de Roger, revisa sus documentos hasta tomar conciencia de su nuevo estado y todavía algo confundida se dirige a la puerta del departamento para poner el cerrojo y conectar la alarma. Por su mente pasan

160


algunos recuerdos confusos, sobre relaciones sexuales a escondidas con su profesor de la universidad, e incluso sobre

su

propia

identidad.

La

situación

es

tan

desconcertante que decide llamar a la administración del edificio. Toma el teléfono y mientras observa a Roger por el portero visor, le dice al oficial de seguridad en el auricular: “Hola, soy Elvira… Vilches, del piso cuarenta y seis; quiero informar sobre un intruso merodeando en mi casa; se encuentra en la puerta de calle con una bata de cama y un periódico bajo el brazo…Por favor, desde ahora niéguenle la entrada al edificio,

gracias”.

Sandra deja

caer la toalla y esboza una sonrisa mientras contempla su hermoso cuerpo, de reojo en el espejo.

161


EL CONTRATO

La risa de Ofelia no deja resquicios de duda, sinsabor no tiene cabida en su vida.

el

Sus amistades fueron

seleccionadas de la más alta ralea en el mundo del arte y la

sofisticación.

Frecuentemente

se

encuentra

acompañada por el adonis de turno que es la envidia de sus leales amigas. Su piso en las alturas de Broadway suele ser el centro del universo en lo que a todos ellos se refiere e indefectiblemente cada noche de gloria de la diva culmina en una glamorosa fiesta en su agasajo.

Hoy se estrenó

“Fausta”, Su último éxito musical y su voz entona el más placentero timbre de su alegría en el cristal de sus copas de burbujas.

Su cuerpo se bambolea grácilmente entre un 162


grupo

y

otro

agradeciendo

su

cálida

recepción

y

desplegando todo su encanto en sedas y marfil, hasta que se deja caer en un sillón, donde la esperan algunos seguidores agazapados a sus pies.

Con el correr de las

horas y las copas, los invitados se van desvaneciendo y pronto llega el momento en que se despiden de ella los últimos asistentes, que Ofelia acompaña hasta cerrar la puerta. En ese momento, ella siente el mareo producto del vino y un día ajetreado y apoya levemente su cuerpo contra la madera del portal, para luego bajar la intensidad de las luces, quitarse los zapatos y caminar casi a tientas hasta recostarse en un sofá. Toma el control remoto para bajar la música y disminuir un poco la llama de la chimenea cuando algo en él no funciona bien y las llamas lanzan una bocanada de humo imprevista que emerge de los leños sobresaltándola. La música empieza a tocar una esotérica danza de percusión que se intensifica al igual que el fuego. Ofelia mira la flama extasiada por su belleza y se queda pensativa contemplando el chispear de colores que emergen de la hoguera hasta que se corporiza en la figura de un joven con apariencia de sacerdote que camina humildemente hacia la diva. Ofelia no se inmuta ante la aparición tal vez debido al efecto que aún tiene la bebida sobre ella, pero poco a poco sus pupilas se dilatan y su expresión cambia hasta mostrar su asombro, mientras éste pronuncia sus primeras palabras:-“He venido por lo del contrato…” –La mujer, todavía un poco aturdida intenta repreguntar pero de su boca solo salen algunos carraspeos y el hombre continúa diciendo:-“Según los términos de esta carta, con su firma…” (Le extiende la hoja de papel, que

163


contiene unos cuantos símbolos incomprensibles firmados con la estampa de unos labios rojos). Ella balbucea algunas palabras incoherentes y luego toma conciencia de la situación y se levanta rápidamente increpando al intruso:-“¿Quién es usted, y que hace aquí a estas horas de la noche? ¡Llamaré a seguridad!” -“Es inútil que se exaspere…y nadie la va a oír, porque este momento es un lapsus de tiempo solo para nosotros dos, el resto del mundo está detenido”- contesta el joven. Ella se asoma al amplio ventanal y puede observar que la ciudad está muerta. Sus luces de neón detenidas en el tiempo no destellan, los automóviles parados en el medio de la calzada y la poca gente que aún anda por la calle está

como

congelada

en

medio

de

su

aparente

movimiento. Este estado de ilusión le basta para volver su mirada al religioso y tomar en sus manos el contrato, cuyos símbolos empiezan a moverse fuera del papel animando una misteriosa danza que le ayuda a comprender su significado y los labios estampados cobran vuelo como una mariposa hasta posarse sobre los suyos en un mágico beso carmesí. Ese preciso instante trae a su memoria los términos del acuerdo y cae abatida sobre el sillón, esperando la sentencia que termine con su actual vida.

El joven se

acerca a ella y la ayuda a quitarse la ropa para luego llevarla en brazos hasta la recámara, acomodarla en su cama y arroparla hasta que Ofelia se queda dormida. La mañana abre sus puertas al nuevo día y la joven despierta enroscada en las sábanas con la cabellera destripada sobre su decolorada cara, con manchas

164


oscuras de delineador en sus pómulos y la pintura de sus labios dibujada en su rostro. Se incorpora y la cabeza le da vueltas arrastrando toda la habitación en un frenético remolino hasta llegar al baño, que le ofrece volver el estómago en el mismo instante en que el tornado es devorado por el escusado. Se incorpora hasta el lavabo y se apresta a vislumbrar qué será de su vida asomándose al espejo, que le devuelve su realidad con una cachetada del botiquín que esconde sus pastillas para las jaquecas.

Se sirve un

trago de agua con el que toma las píldoras en un sacudón de cabeza hacia atrás, que recompone su mirada hasta fijarla nuevamente en el espejo que le devuelve sus ojos desafiantes hasta que una sonrisa define el duelo. Sin dejar de mirarse extiende la mano hacia el grifo que enciende la ducha y lo gira con suficiencia. Toma el cepillo y comienza a amansar su cabello hasta hacerlo suyo nuevamente. Su sonrisa en el espejo nos dice que se apresta a renegociar el contrato y otra vez, su risa no deja resquicios de duda, el sinsabor no tiene cabida en su vida.

165


HORROR INTRÍNSECO

Ni bien la vi ella me atrapó. Todavía tengo presente su mirada clavada en mí, como si intentara conocer mi interior de un golpe de vista, uno que asestó al primer intento y a partir de ese instante quedé como adormecido y ausente de voluntad. Mis ojos recorrieron su cuerpo a la vanguardia, inspeccionando cada sector del campo de batalla, aunque consciente de que sería una contienda perdida desde el inicio. La obscuridad era su aliado y me aturdía la ausencia de sonido, esa música que existe en mi interior advirtiéndome…un mal augurio…presagio de la nada.

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Ella se abalanzó sobre mí con lentos y precisos movimientos de su cadera, bajando la cabeza e izando su penetrante mirada que se protege con sus cejas como escudo, desplegando sus brazos como fuerza de ataque hasta albergar todo mi cuerpo que se encogió ajustándose a su ofensiva, evocando con una plegaria su piedad. Todo mi ser sucumbió al primer contacto con la tersa textura de su piel, cuando sus piernas y sus brazos rodearon todo mi sometido cuerpo ante su majestuosa plenitud.

Como un

intento desesperado de responder a su ofensiva le clavé mi lanza penetrando su bajo vientre sin indulgencia.

Ella

respondió a mi bélica acción introduciendo el húmedo puñal de su boca en la mía, apretándome con sus labios y sofocando mi escaramuza de inmediato.

Estuvimos

conectados por nuestras bocas y nuestros vientres hasta que una brecha se generó en su pecho y su abdomen vinculándolos, y sentí cómo ésta se abría y me tragaba convirtiéndome en parte de su contextura; sentí

el

significado de estar dentro de ella con una profunda placidez hasta que sucumbí al deseo de pertenecerle por siempre. A partir de allí ya no hubo futuro para mi, y mi pasado ha desaparecido por lo que sólo me queda un presente constante, y desaventurado. Ahora mi identidad ha sido fagocitada y ya no me pertenezco, aunque existo dentro de otro ser. Desde que conocí a mi mujer, solo veo a través de sus ojos y siento lo que ella desea.

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EL DÍA QUE NO AMANECE

Realmente debí estar muy cansado para quedarme a dormir a un lado de la carretera.

Ayer fue un día

agobiante, podría decir que interminable.

Cada parada

en mi ruta representó una discusión con mi entrevistado. Las inspecciones de obras ya no son tarea placentera para mí, sino todo lo contrario. Los tiempos han cambiado y la gente ya no es lo que fue, cuando las vacas gordas. Lo que más me asusta es que yo también he cambiado y me siento obligado a negociar con ellos con los códigos de la compañía, aún sabiendo que no son razonables para los tiempos que vivimos.

Con todo esto, me acosté en el

asiento trasero de mi jeep, deseando no tener que 168


despertar.

Pese a que logré dormir profundamente

desperté temprano…y estoy desde hace horas esperando que amanezca.

Desciendo del auto y hago un poco de

fuego para prepararme un mate, aprovechando mi pereza matinal para colocar la yerba lentamente, saboreando las tenues llamas chispeando sobre las ramas secas e iluminando mi cara. Cada tanto levanto la cabeza para mirar el cielo preguntando por la mañana…pero la respuesta es nada. aunque

se

desconcierto

sigue

Mi reloj parece haberse detenido, moviendo

y

marca las

ocho…Mi

es compartido por los sonidos del campo,

que empiezan a oírse como desconociendo las reglas del alba.

Los pájaros cantan, un gallo se escucha a lo lejos

despertando al coro de su granja que inicia el primer compás de la sinfonía que espera interpretar la batuta de un sol…que no asoma a la escena.

Los animales

enloquecen como el preludio del ensayo de una orquesta en su momento culminante, antes de empezar la obra y yo, su único público alzo la mirada al azul profundo de la noche clamando por el inicio de su indefectible primer acto. Mi desesperación y la de los animales del campo nos hacen buscar con la vista el oriente, como si esperáramos a nuestro amo en la puerta, que se ha retrasado. Nada. Desesperado apago el fuego sin haber tomado un solo mate y subo al vehículo consternado, enciendo las luces y arranco el motor, que al principio se niega a hacerlo mostrando su desánimo, una sensación que comparto. Tomo la carretera hacia atrás hasta una calle no asfaltada que conduce al este, como yo había visto ayer. Acelero levantando una polvareda que deje en claro que viajo

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hacia la mañana.

Lo hago por varias horas y el paisaje

nocturno continúa indeleble. Los faros del auto iluminan mi cercano horizonte y esa es la única luz que éste puede ver. El combustible se acaba y quedo varado en el medio de la nada con las luces encendidas, que poco a poco van perdiendo la vida hasta emitir su último suspiro en la escarcha flotando en el aire. Con la aflicción de las últimas oscuras horas no se me ocurrió encender la radio para ver si había alguna noticia que explique lo que está sucediendo. Mi estupidez se desquitó conmigo al mover la perilla y descubrir que ahora es tarde para intentarlo, con la batería del auto completamente descargada. Abro la puerta y salgo a la interminable oscuridad a orinar la rueda trasera como una forma de castigo al pobre coche, que me devuelve el insulto salpicándome. El frío de la noche me invita a recostarme sobre el capot del auto, aún tibio y boca arriba con los dedos de las manos entrecruzados bajo mi cabeza, decido contemplar la belleza del ahora más indescifrable que nunca infinito. No es sino hasta este instante que me percato que las estrellas han desaparecido y no logro encontrar la luna. Por primera vez en lo que llevo de existencia estoy completamente solo. Los sonidos del campo ahora se vuelven inaudibles, el mundo parece haberse detenido y mi corazón no late. Ya no hay razón para mantener mis ojos abiertos, pero tampoco la hay para cerrarlos. El aire no huele a nada y pretendo no respirarlo. Por única vez en la vida…Ruego. Espero. No sé cuánto tiempo ha transcurrido desde que inicié este trance. Pero algo está sucediendo. Un punto de luz se

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dibuja en el centro del firmamento al mismo tiempo que una leve vibración se siente en el viento a través del movimiento de las ramas en los árboles. punto luminoso

Súbitamente el

se amplifica en un gran círculo que

proyecta un hermoso cielo azul sobre una gigantesca pantalla rectangular emplazada un escalón más abajo. gran

cono

es

perforado

por

una

estructura

El de

circunvalación multicolor que se multiplica en forma descendente con una multiplicidad de patrones de repetición hasta llegar al suelo. La luz proveniente del gran hueco en el cielo, esboza miles de formas diferentes sobre la

superestructura

iluminada,

convirtiéndola

en

una

gigantesca pirámide multiangular con caras planas de sección

curvilínea,

geométricamente

que aunque

se en

corporiza forma

rotando

aleatoria

conformando una escalera que me invita a invadirla.

y Mi

cuerpo, aún en trance se deja guiar por la luz y comienzo el ascenso utilizando mis piernas y brazos como lo haría un arácnido describiendo una telaraña en toda su dimensión fractal. El cono iluminado termina en un aro posicionado en la superficie de la esfera nocturna, dividiendo la luz de la obscuridad y hacia él escalo. Al llegar a la cima, el gran entramado continúa hacia el celeste infinito con su misma ley de generación pero algo me dice que debo dejar de subir. En ese punto, el cielo es mi suelo y puedo ver mi vida entera en cada cristal de su estructura.

Mis sucesos se

enfrascan atrapados en cada forma así como mis angustias y mis temores. Todo está allí para que pueda comprenderlo y solo tengo que mirar dentro de la luz. Me doy cuenta que cada crisis de mi vida está contrapesada por cada

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momento de sosiego y atadas por la misma encrucijada. Es como

un

diagrama

para

explicar

lo

hasta

ahora

inexplicable. Cada conflicto atado a su solución y cada dilema a su justa decisión. Esta revelación me sofoca y me quito la ropa para sentir mi libertad en la piel. Mi ansiedad por la búsqueda de respuestas se torna frenética hasta que mi cuerpo languidece. Noto que envejezco rápidamente y mi organismo no acompaña la voracidad por saber. Me detengo. A mi regreso, los cristales vuelven a ser multicolores, ocultando las respuestas a medida que rejuvenezco.

El

grandioso edificio se repliega lentamente permitiéndome llegar al suelo.

La pantalla se apaga y el aro de luz se

reduce a un punto nuevamente hasta que por fin desaparece. Todavía es noche y mi cuerpo está fatigado. Me recuesto

en el asiento trasero de mi vehículo y me

quedo dormido. Amanece.

El gallo toca diana y el resto de los

vientos se le acopla en una brillante obertura.

Me

desperezo con la gracia de quien goza de la alegría matinal.

Realmente fue un sueño reparador tanto en

cuerpo como en espíritu.

Siento que en adelante podré

lidiar con mi trabajo y atender a la gente con la humanidad que se merece. Si bien no conozco todas las respuestas, me tranquiliza saber que hay una correcta para cada dilema y solo debo buscarla con el corazón sano. Solo hay una pregunta que no tiene una explicación en mi sueño… -¿Qué hago desnudo en medio del campo?

172


INTROSPECCIÓN VITAL

El Dr. Hugo Hoffstain es un joven cirujano con clínica propia, equipada con la más alta tecnología, gracias a la herencia familiar, de una familia que ni siquiera merece llamarse propia. Abandonado por sus padres naturales, fue criado por una pareja de ancianos que practicaron la medicina durante toda su vida hasta jubilarse, quedando a expensas de su soledad, sólo mitigada por la alegría que les proporcionase el niño Hugo, a quien mantuvieron en una burbuja, límpida de toda bacteria que amenazara su felicidad. Víctimas de su nostalgia, los Hoffstain indujeron a su protegido a que abrazara la carrera que ellos han sabido 173


amar todos estos años, a lo que éste accedió no solo por agradecimiento, sino para satisfacer su incipiente paranoia hipocondríaca, fomentada desde sus padres adoptivos. Hoy su vida profesional es exitosa aunque no se puede decir lo mismo respecto de lo social. El aislamiento a que estuvo sometido durante la niñez, se ve reflejado hoy en su adicción al trabajo, a tal extremo que lo prioriza respecto a la vida de relación; su especialidad: El estudio de su propio cuerpo. Desde un principio pensó que debía protegerse de cualquier agente externo que afectara su salud; empezando por pensar que la mayoría de las veces en las que ocurre una anomalía es por producto de nuestro propio descuido y poca rigurosidad con la higiene y la dieta. Con el paso del tiempo esta filosofía se convirtió en una obsesión y hasta llegó a pensar que un enemigo habita en su interior, sometiéndose a toda clase de estudios introspectivos para satisfacer su curiosidad, aún cuando ningún síntoma avalara la necesidad de establecer un diagnóstico. Empezó por su aparato digestivo, realizando ecografías de esófago y estómago; realizó estudios en su hígado y páncreas;

hasta se permitió someterse a una

rectoscopia para prevenir el cáncer de colon y llegó a hacerse extirpar el apéndice, por cualquier eventualidad que pudiese acontecer en el futuro. La ausencia de sintomatología, lo llevó a justificar sus fracasos en la vida social con supuestas zancadillas que le propinara su “enemigo interno” apelando a su sistema nervioso, como cuando se quedó enmudecido frente a Julia, aquella joven de la universidad y todo su cerebro ordenaba que dijera algo apropiado, o cuando pese a que siempre mantuvo su

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cuerpo en perfecto estado y sus músculos le jugaron una mala pasada, al tropezar exactamente frente a ella durante aquella maratón.

Hoy el sistema nervioso de Hugo debe someterse a una exigente prueba más, puesto que debe encontrarse con Julia, a recordar viejos tiempos, y no puede fallar.

Ya

en un bar con Ella, Hugo teme que su enemigo lo agreda nuevamente, interponiéndose en sus avances con la joven, y tartamudea un poco desde el principio, lo que Julia toma con simpatía. -“Ah!”- dice Julia siendo sarcástica, “Eras humano”. Hugo se paraliza como en aquella ocasión en que enmudeció ante ella, pero luego logra sobreponerse y responde: -“Si, sólo cuando bebo” y se sirve otra copa de vino. -“Hubiera jurado que no bebías”-contesta ella. -”Solo en grandes ocasiones”-poniéndose la copa en la boca mientras habla, tiñendo de rojo su camisa blanca, y sin ocultar su enojo deja la copa para continuar…”Como puedes ver, esta es una gran ocasión para mí,

ya que

indefectiblemente la arruino”. -“No entiendo tu punto”- dice Julia intentando ignorar su torpeza para calmarlo. Hugo intenta evadir los impulsos de terror que provienen desde su interior y por fin se confiesa. -“Creo que hay algo o alguien en mi interior que interfiere en todo lo que deseo, algo así como un enemigo íntimo que comanda mis movimientos desde mi cerebro, haciéndome obrar como un idiota en ocasiones, con el

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simple propósito de impedir que me relacione con gente que me interesa”. Julia no hace caso a tal confesión y le sugiere:“Nada que más vino no pueda solucionar” (levantando su copa para brindar, incitándolo a hacer lo propio).

El

comprende que la conversación no va por el camino esperado y decide hacer a un lado sus temores aceptando la implícita invitación de Julia de cambiar el diálogo verbal por juegos de miradas y caricias. La velada continúa en su consultorio, luego que Julia le pidiera conocerlo. Hugo abre la puerta con una botella de vino en la mano, enciende las luces e inmediatamente la conduce al quirófano, que es su orgullo personal. -“¡Esto es espléndido!”-exclama Julia al ver la inmaculada sala plagada de sofisticado equipamiento médico, mientras se recuesta en la mesa de operaciones, sugiriéndole a él que se acerque a ella.

Hugo no se

percata de esta señal romántica por parte de ella, entusiasmado con mostrarle sus máquinas y le dice: -“Con esta computadora, yo podría programar el bisturí

laser

de

modo

tal

que

pudiera

operar

automáticamente, siguiendo el proceso de corte que yo le imponga de antemano”. -“¡Que

interesante!”-exclama

Julia

visiblemente

decepcionada por la actitud pasiva de Hugo. -“Y con este equipo… (Continúa sin advertir la expresión de Julia) hasta podría operarme a mi mismo sin temor a fallar por su alta tecnología”. -“¿Sabes qué…?-(Dice Julia ofuscada mientras se baja de la mesa metálica) Deberías hacerlo, y de paso

176


extirpar a ese enemigo que llevas adentro y te impide gozar de la vida”. Ella toma su abrigo de una silla y abandona la sala de un portazo. Hugo camina hasta un espejo que se encuentra frente a la computadora y mirándose fijamente se dice:-“Te lo advertí, esta es la última vez que voy a permitirte interponerte con mi vida”-mientras enciende la pantalla y teclea algunas coordenadas en el equipo. “Que estés en mi interior no te da derecho a usurpar todo mi cuerpo”mientras se acuesta en la camilla de operación. “Esta vez te vas a quedar de tu lado”- mientras mira fijamente al bisturí laser con una sonrisa desafiante. El equipo termina el ciclo de calibrado y un brazo se desplaza verticalmente con el haz laser sobre la cabeza de Hugo pasando por su frente entre ambos parietales, su tráquea, el tórax su vientre y la pelvis hasta que su cuerpo se abre en dos como un melón, con un corte seco y preciso. La porción izquierda de su cara muestra media sonrisa de satisfacción en tanto la derecha, muestra su media sonrisa con una expresión diabólica en la mirada.

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INVASIÓN

La

repentina

ausencia

de

sonido

lo

inquietó,

motivando que se acercara a la ventana para ver qué sucede. Tímidamente abre con sus dedos dos bandas de la cortina horizontal y un ardiente cielo se proyecta en su cara e inunda la habitación con una trama de bandas negras y rojizas. No puede evitar el horror apoderándose de su rostro cuando aquellas personas se funden en una masa gaseosa que los convierte en otra cosa.

Súbitamente aquellos

anuncios apocalípticos que había visto pocos días atrás se apoderan de su mente y toma conciencia que el mundo como lo habíamos concebido ya no iba a ser igual. Una lluvia espesa cambia la fisonomía de la calle hasta que el aire torna en agua dejando por fin todo sumergido.

El

siente que su cuerpo empieza a acomodarse a los nuevos requerimientos

de

su

hábitat.

La

metamorfosis

comenzado y nosotros ya no seremos humanos.

178

ha


MULTITUD

Se balancea en el sillón de su escritorio con movimientos aleatorios, como si persiguiera el vuelo de una mosca,

con la

vista

sumergiéndose

en los

diversos

vericuetos del cielorraso o las paredes de su oficina, como si la idea jugara a las escondidas con él, y a él le gusta jugar. En un estante de la biblioteca, algunos libros desordenados dibujan una figura con llenos y vacios producidos por alguna que otra estatuilla o vasija que ahora intenta garabatear en su block de notas, como si quisiera registrar el instante.

Arroja el anotador sobre el

escritorio y se vuelve a recostar en el sillón apoyando sus pies descalzos sobre la mesa, utilizándolos como una mira telescópica

para

revisar

la 179

habitación

con

más


detenimiento.

Descansa la vista en los colores de un

cuadro colgado sobre la chimenea pero sin prestarle demasiada atención, pues lo conoce hasta el hartazgo. “Rolando Maure Publicidad”, escrito en letras de molde sobre un cristal, le recuerdan abruptamente que no está en su hora de descanso, y que necesita un concepto para antes que suene el teléfono… “-Suena el teléfono”. Se incorpora de un salto al mismo tiempo que toma el auricular. -“Habla Marco…“ (Dice respondiendo al llamado) “ah, Rolando -¡Por supuesto que tengo algo! Aunque me gustaría contártelo cuando lo tenga un poco más pulido… Si, ehm… es sobre gente…” – le dice al teléfono mientras se acerca a la ventana a buscar algo que decir. –“Si (titubeando), trata acerca de mucha gente caminando en muchas direcciones, con distintas cosas en sus cabezas, compartiendo un mismo espacio…” (Se detiene y su rostro se ilumina como si al fin supiera exactamente que decirle a su jefe) – “No importa lo que ellos tienen en su mente…” (dice con seguridad) “Bringspace.com lo contendrá”… Un largo y profundo silencio llega desde el teléfono apoderándose de la habitación, como el preámbulo de un terremoto hasta que sus rodillas empiezan a temblar. De pronto su rostro se relaja y una risita casi histérica se contiene hasta decir: -“Gracias Rolo”, pero aun tengo mucho por… (Al oír el tono cuelga el auricular) ¡Trabajar! – grita casi eufórico mientras se deja caer en su trono de triunfador, arremangándose y retomando su computadora con decisión pero sin apretar ninguna tecla.

Repasa con

la mirada todo el recorrido por la pared, el cielorraso, la

180


biblioteca… (Intentando reconstruir su idea madre) hasta que llega al colorido cuadro y se bloquea nuevamente. Se recuesta en el sillón, se balancea y lentamente susurra… - “¡Que lo parió! “ Marco estuvo dormitando sentado más de una hora hasta que súbitamente se levanta y se dirige al ventanal, para ver la gente pasar unos pisos más abajo en la calle peatonal Florida.

Un grupo de transeúntes se encuentra

amontonado

torno

en

a

unos

músicos

callejeros

y

rápidamente, la estrechez de la calle motiva que la aglomeración creciera provocando el descontento de algunos que no pretenden quedarse a contemplar el espontaneo evento. Entusiasmado busca el celular en su bolsillo y toma una serie de fotografías de la multitud, como si quisiera retener secuencialmente el momento hasta que por fin esta se disipa.

De

vuelta

en

su

escritorio

realiza

las

impresiones fotográficas, las que abanica sobre la mesa para analizarlas una por vez. Se abre la puerta, y una hermosa joven se para en el umbral con los ojos cerrados y haciendo un ademán de tocar a la puerta en el aire: - “¿Marco, está visible?” -“Hola Mara, siempre estoy visible para vos, aunque a veces es mi ropa la que no lo está”. -“Si, ya me advirtieron acerca de cuán poco pudorosos son los creativos en esta oficina”. (Contesta sarcásticamente) -“Es que para ser creativo no hay como desnudarse de prejuicios…si querés podemos ponernos a crear algo juntos… Ponete cómoda… “(Replica Marco insistiendo en tutearla) -“No, gracias”, -dice Mara, pero esa no es la razón

181


de mi visita. “Necesito que me haga una actualización de la cuenta Bringspace.com, si es que tiene algo armado”. -“No, aun no”, (contesta seriamente) “aunque me podrías dar una ayudita, ya que estas aquí. fotos y decime que ves”. tamaño carta y

se

Marco

le

Mira

entrega

la

estas fotos

sienta reclinándose hacia atrás

esperando su respuesta. -“No sé, ¿hay alguien que debo reconocer entre esta gente?” -“No se trata de eso, ¿no notás algo llamativo en la secuencia fotográfica? Las fotos fueron tomadas por espacios de un minuto aproximadamente”. -“La Verdad, no veo nada irregular “(dice la joven convencida). Marco se reacomoda en su sillón a la vez que toma las fotos de la mano de Mara, las observa por un momento y luego dice: “-Fijate que en todas las fotos, las personas están mirando en diferentes direcciones, porque venían caminando y la gran aglomeración de gente los detuvo…” -“¿y?,”- dice Mara. -“Al sacar las fotos distanciadas en el tiempo de una misma situación, se logra el efecto de confusión y paralización de diferentes poses en todas las fotos, pero con la característica de que en cada una de ellas se repiten las posiciones pero con diferentes personas…” -“¡Ah!, ahora sí… Si no me explicas no pego un ojo en toda la noche” (Dice ella sarcásticamente). Marco sonríe –“Te dije que aun no lo tengo pulido. ¿Qué tal si nos vemos la noche del sábado y te muestro los resultados?”

182


-“¡Eres

incorregible!”

(Exclama Mara

tuteándolo

mientras sale de la oficina negándose con un ademán) Marco no se inmuta y continúa pensativo con los ojos puestos en las fotografías. Saca una grabadora de sonidos del cajón de su escritorio y comienza a dictar sus ideas. Mientras habla, se levanta del sillón y comienza a aflojarse la corbata y la camisa al mismo tiempo que se zambulle en el sofá que se encuentra cerca de la ventana para

mirar

la

aglomeración.

gente

pasar

y

esperar

la

próxima

No tarda en suceder y dicta: “Abril 22,

hora 16:25”… “-La multitud se torna espesa y los cuerpos que se desplazan en diferentes direcciones empiezan a detenerse.” “Hombres y mujeres, en variados atuendos quedan atorados en una gran masa humana y muchos de ellos están enfrentados en un espacio reducido con una separación casi imperceptible.” Marco hace un gesto de incrédulo asombro y continua narrando a su grabadora de mano: -“Algo extraño se percibe en esta situación, debido a que todas estas personas están invadiendo mutuamente su espacio personal, no obstante no acusan ningún tipo de expresión que denote incomodidad o molestia”. -“A (Continúa),

diferencia

del

caso

de

un

ascensor…”

“Muchos de ellos están enfrentados, lo que

provocaría una actitud muy diferente a lo que puedo observar aquí.” La gran masa humana comienza a desentramarse y cada transeúnte continúa su trayectoria hasta que la gran nube se disipa completamente y Marco deja de grabar. Luego se queda unos instantes pensativo hasta que

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se incorpora súbitamente, se calza, se acomoda la camisa, ajusta su corbata y se abalanza hacia la puerta, saliendo de la habitación a paso ligero por la oficina general. En

su

trayecto localiza a Mara que estaba parada conversando con un compañero de trabajo y sin detener su marcha, la toma de la mano y literalmente la arrastra tras sus pasos diciéndole:

-“Vení, vamos a tomar un café… - ¡ah, y no es

acoso… es trabajo! ”

Mara con un gesto de estupor y

una ligera sonrisa resignada, mira a su compañero mientras se aleja con Marco y le hace un ademan para saludarlo. Ya en marcha le insiste a Marco:”-¿trabajo?” -“En realidad es un experimento, para el que necesito un testigo”, (le contesta mientras se para frente a la puerta del elevador casi vacío sin entrar).

La puerta de

otro coche se abre y puede verse que esta atestado de personas, posa su mano sobre la cintura de la joven y prácticamente la obliga a entrar delante de él, lo que ella hace encogiéndose de hombros, no solo como un gesto de asentimiento sino también como solicitando permiso para invadir el espacio personal del resto de los pasajeros en el ascensor. Luego, y con mucha incomodidad ambos se posicionan mirando hacia la puerta como el resto de la gente que se hallaba en el interior.

Ya

en

la

planta

baja, el reducido compartimiento estalla hacia la puerta al descomprimirse, y Marco toma de la mano a Mara con la clara intensión de impedir que la multitud los separe. La entrada del edificio daba directamente a la peatonal Florida y al salir continuaron caminando hacia el embudo que se producía a mitad de la cuadra, donde se

184


encontraban aquellos artistas callejeros, y ahora podía escucharse su música. La pareja se detiene frente a ellos y Mara suelta la mano de Marco aunque se posiciona francamente a su lado. El flautista comienza a ejercer su encanto en el ambiente y rápidamente la gente proveniente de todas direcciones

comenzó

a

agolparse,

provocando

un

acercamiento poco usual, al punto que ya no quedaban intersticios entre las personas.

La

música

los

envolvió

hasta que ya no se oía ningún otro sonido, y el golpeteo de los corazones comenzó a aunarse en un ritmo único y desquiciado como si proviniera de un solo organismo alienígena.

El calor del mono cuerpo se empieza a sentir y

pareciera que todo el grupo pierde el conocimiento, hasta que por fin, la maraña empieza a destramarse lentamente y los

cuerpos

comienzan

a

desvincularse

del

extraño

organismo. Marco, ya repuesto toma la mano de Mara pero una voz diferente a la de ella exclama: “-Oiga… ¿Qué cree usted que está haciendo?”. Al ver que la dama en cuestión no es Mara, Marco suelta su mano abruptamente, y casi sin disculparse, gira la cabeza buscando a su compañera preocupación

pero

no

logra

con evidente ubicarla.

Busca

infructuosamente en todas direcciones por lo que decide volver hacia la oficina.

Al principio no repara en que la

joven de su confusión vestía exactamente igual a Mara pero poco después se percata de ello, y voltea a mirarla, pero ya había desaparecido entre la multitud.

185


Ya en la puerta del edificio saluda al portero quién le devuelve el saludo,

aunque no con mucha convicción.

Le sucede lo mismo cuando intenta bromear con un colega que subía en el ascensor colmado al que esta vez decidió no abordar.Las

puertas

espejadas

de

éste

se

cierran y por fin descubre, en su reflejo… que él ya no es Marco.

186


LAS GRUTAS

Cuando la aniquilación final se produjo lo primero que le vino a la mente fue hacerse a la mar. momento

Jonás

pensó

que

su

vida

no

En ese

cambiaría

demasiado, puesto que desde que perdió a su familia se había vuelto un ermitaño y de hecho estuvo viviendo en esa vieja embarcación por casi seis años. ¿Qué tan lejos debía navegar para alejarse de ese terrible recuerdo? Desde que descubrió que es inmune decidió abandonarse tanto física como mentalmente al libre albedrío de Quien lo ha puesto en ese padecimiento.

El estado de su navío

también deja mucho que desear y él jamás ha realizado un viaje más allá del faro, pero esta vez el horizonte lo tienta 187


con promesas de hostilidad, y eso es exactamente lo que su resentimiento necesita. Con la tormenta incipiente Jonás se interna en el mar de su desesperanza con rumbo a la ideal soledad, la que le confiera el anticuerpo al virus de su memoria, que le otorgó su inextinguible desapego a la vida.

Los nubarrones se

confunden con la noche y la luna emerge victoriosa mofándose de su ironía. Él entiende que es otra broma del destino, que parece no presentarse aún, pero las cartas están echadas y no hay vuelta atrás.

La calma marina

invoca a Jonás a meditar sobre qué dirección tomar. La cuestión es… ¿en qué lugar de un mundo deshabitado se hará sentir menos la soledad? Una brisa orienta su cabello indicándole el curso a tomar.

Súbitamente despliega las

velas y pone proa al Sur. Su corazón late en el Golfo de San Matías, y lo puede oír desde ahí.

“La costa Patagónica

siempre estuvo en soledad”, pensó…”y no notaré la diferencia”. Las imágenes de horror que vivió estos últimos años lo llevan a dormir de día y avanzar de noche, como lo ha estado haciendo desde entonces.

Se acostumbró a

desafiar la oscuridad por no alimentar sus ojos con esa visión de espanto que le imponen las mañanas, y se niega a repetir el horrible suceso en su mente cíclicamente hasta que lo vence el sueño. El ron ahora no es una solución ni un problema, puesto que ya no le queda más. Solo el suave ondular del bote meciéndose sobre la cuna del mar lo mantiene en paz consigo mismo. Gradualmente el rechinar del casco se acelera a medida que crece su oscilación, en contrapunto con los bajos sonidos de una incipiente

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tormenta. Jonás sube rápidamente a cubierta a replegar las velas y tomar el timón, como invitándola a pelear, pero luego recapacita y comprende que su destino ha llegado, y simplemente abandona el timón para subir a lo más alto del palo mayor a esperar que su suerte ponga fin a su eterna agonía.

Como un gigante enfurecido el cielo se

inclina a embestirlo y con las olas como brazos sacude la pequeña embarcación como a un niño malcriado, provocando que Jonás caiga sobre cubierta perdiendo el conocimiento.

Al

amainar la tormenta el

velero

virtualmente destruido aparece hincado entre otros pocos barcos en ruinas en el viejo puerto abandonado de La Bahía de San Antonio, con el cuerpo tendido boca abajo de Jonás en cubierta, aún desvanecido.

Un corpulento

cangrejo recorre su cuerpo hurgando entre las algas que afloran de su camisa para luego alejarse hacia la barandilla semi destruida de la embarcación, que le sirve de rampa de evacuación hacia el lecho arenoso de la bajamar. Algunas horas después, Jonás siente un pinchazo en su espalda y abre los ojos.

El sol del atardecer le da la

bienvenida sacudiendo sus pestañas y frunciendo sus párpados, hasta abrirlos completamente. La sombra de la cabeza de un niño le cubre la cara, con lo que se incorpora rápidamente y protegiendo del sol sus ojos con la palma de una mano logra ver que son varios los chicos que lo rodean y

estos

se

apartan

asustados

al

ver

su

pronta

reincorporación. -“¡Hola!”(Dice Jonás como en un acto reflejo). Los niños revolotean a su alrededor gimiendo y gesticulando su asombro sin pronunciar palabra alguna. El

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decide sentarse sobre un escalón de cubierta para no intimidar a sus descubridores debido a su altura, e intenta comunicarse con ellos nuevamente, con voz suave y gestos aplacadores. -“Me llamo Jonás”, (intenta mirando al mayor de ellos, que es desgarbado de apenas unos diez años de edad.) -“Jon aas…” (Repite el chico con dificultad para pronunciar y manifestando no comprender las mínimas reglas de educación). -“Donde

están

sus

mayores…”

(Insiste

con

la

esperanza de tener alguna respuesta racional, aunque no lo consigue). Luego revisa una a una las caras sucias de los chicos cuando súbitamente la embarcación se mueve en forma brusca provocada por el primer oleaje de la marea alta, haciendo tambalear a todos y motivando que los chicos huyan hacia todas partes gritando palabras sueltas de un idioma desconocido. correr

con cierta

Jonás se queda mirándolos

nostalgia,

quizás

invocando

algún

recuerdo familiar de aquellos de la buena época, de los que ya casi había olvidado, en tanto que el resto de los barcos varados en las llanuras inter-mareales de la bahía, comienzan su danza de mástiles y reflejos alabando al Dios que inunda al puerto en pleamar hasta que el milagro del atardecer culmina su obertura al plácido segundo acto de la noche. Luego de reacondicionar mínimamente los restos de su barco y su cuerpo, Jonás se recuesta en cubierta a contemplar la sinfonía de luz y color provocada por el banco de caracoles ubicados en el brazo este de la bahía,

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a contraluz de los mástiles de los barcos, ahora erguidos como la batuta del director de orquesta, ansioso de comenzar su ópera. Destellos de diez mil colores se filtran entre las grietas de la madera quemada proyectando sus velas fantasma, que alguna vez fueron viento. La cabeza de Jonás no deja de imaginar que fue de sus tripulantes, pero en un intento desesperado por olvidar pretende no interesarse. Aunque no lo deseaba, la música de color que emerge del fosforo de las caracolas, lo embriaga lo suficiente como para zambullirse y flotar por entre los cascos destruidos hasta ingresar en el camarín de uno de los veleros.

La oscuridad del interior es matizada por el

espectro de luz que se cuela por las gruesas fisuras del casco, como un humo fantasmal bajo el agua que revive lo acontecido antes de acaecer el desastre.

Gran parte de

lo que ocurrió, él puede reconstruirlo atando cabos con lo que tuvo que vivir en su tierra. Allá también se quemaron las naves entrantes hace poco más de un lustro con el único propósito de impedir la llegada de nuevas pestes, cuando el virus mutó en una inimaginable cantidad de variantes.

Cada tanto emerge la cabeza para respirar y

sus lagrimales permanecen ahogados en la angustia de recordar los gritos de los inmigrantes devorados por las llamas, aunque el agua salada pretenda ocultarlo.

Su

memoria no quiere hacerlo, pero su cuerpo sigue las directivas de su morbosa curiosidad y se dirige a otro barco en busca de alguna respuesta a sus contradicciones. ¿Por qué no había cuerpos ahogados, o incinerados como solía haber en Buenos Aires? ¿Quién los había sacado de ahí y con qué objeto?

¿Esos chicos están solos aquí…?

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Tal vez


esa sea la respuesta a su falta de dicción y educación y tal vez por esa misma razón lucen tan desarrapados

Su

curiosidad pudo más y decidió volver a su barco y conseguir una linterna para buscar a los intrigantes niños, pero cuando aborda, descubre que el casco estaba dañado y hacia agua, con lo que no podría pasar la noche en él.

Toma algunas cosas del camarote para hacer

fuego, y una precaria tienda de campaña con el bote auto inflable y desembarca, dejando a su casa hundiéndose para siempre. Con la linterna en la mano se dirige a pie hasta la playa buscando algún indicio de vida, pero sin alejarse de la orilla, puesto que no se atreve a internarse en un despoblado al que no le conoce su historia. Luego de una hora de caminata descubre Las Grutas de San Antonio Oeste, que se encuentran salvando el risco entre las playas y la villa.

Jonás está cansado para volver por su tienda y

siente que las grutas es un buen lugar para pasar la noche y decide internarse en busca de cobijo, hasta que la luz del día le permita seguir con su búsqueda. El resplandor del banco de caracoles ilumina la entrada de la gruta principal, por lo que Jonás decide apagar la linterna en son de ahorrar el consumo de baterías e internarse en ella guiado por el reflejo considerando que solo necesita penetrar un poco para protegerse de la noche. Tan sólo consigue conciliar el sueño por un par de horas debido a que es su costumbre dormir durante el día y la razón de su cansancio fue el desafortunado viaje hasta encallar en la bahía.

Pero tampoco lo deja dormir su

curiosidad, así que sale de la cueva para procurarse una

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antorcha que arma con algo de hierba y unas ramas secas que encuentra en la boca de las grutas.

Así empieza su

expedición internándose al abrigo de las llamas que dibujan su ansiedad en las paredes rocosas.

Apenas camina un

par de minutos a paso adormecido, cuando encuentra un sector del túnel que fue aparentemente sellado con rocas sueltas y algo de argamasa. Intenta mover algunas piedras para abrir un hueco, cuando siente un rugido desde el interior que lo asusta y hace que resbale entre las rocas. Desde el piso logra ver algunas fisuras en el techo de la caverna que dejan entrar la tenue luz del cielo, por lo que decide volver de día y probar de nuevo en la claridad. Jonás vuelve a la entrada de la gruta para acostarse y dormir, considerando que en la mañana deberá buscar a los niños así como averiguar que misterio encierra la cueva tapiada. Se pregunta si habría otros sobrevivientes adultos, aunque sospecha que no, por la apariencia cuasi animal de los chicos que ha conocido esa tarde y cómo han sobrevivido si seguramente tenían tres o cuatro años cuando la humanidad se extinguió.

Pero lo que más le

preocupa, es comprender qué sentido tiene su propia vida en un mundo acabado para el ser humano. El amanecer describe a la bahía como una hermosa mujer desnuda en su piel de arena, donde debiera haber agua. Jonás despierta asombrado por la ausencia de la masa acuática desde el desértico horizonte hasta la boca de las grutas, donde él se encuentra y se incorpora atónito ante tan mágica escena. Da unos pasos por la inmensa playa hasta tomar conciencia de que no es un sueño y que el mar, sencillamente se fue, dejando a San Antonio aislado

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en arena del mundo acuático. Repentinamente empieza a formarse como un espejismo, en el horizonte de arena una gran ola de pájaros migratorios que avanzan en forma amenazante hacia la costa desértica donde se encuentra Jonás.

El cielo se oscurece como con una nube formada

por miles de alas agitándose al unísono en tanto que la arena de la bahía cambia su color gradualmente desde el horizonte dorado a la azul gloria de la pleamar, terminando en la orilla con un hermoso ribete de encaje espumoso. El mar ha vuelto. Ya en la playa, las gaviotas revolotean confundidas en múltiples direcciones hasta encontrar el rumbo hacia la gruta mayor, que consiste en dos cavernas de grandes dimensiones que se comunican entre sí en el interior del acantilado.

Jonás decide seguirlas para ver el particular

accidente geográfico con luz diurna cuando descubre un centenar de cadáveres humanos destrozados por aves y animales que se zambullen en un banquete de ensueño y glamur.

Al ver esto intenta vomitar lo que no ha comido,

debido al ajetreado día anterior y se arroja al suelo tomándose el estómago con ambas manos. Al ponerse de pie, se apoya en una de las paredes rocosas de la gruta y observa casi con sadismo un grupo de perros salvajes destrozando lo que queda de una osamenta cuando uno de ellos lo mira amenazante y empieza a gruñirle, al tiempo que se le suma el resto de la jauría. Por un instante, Jonás piensa en escapar hacia la playa, pero recapacita y comprende que en el llano sería presa fácil de las fieras, y decide escalar las paredes de la gruta, pensando que así no lograrían alcanzarlo, pero uno de ellos consigue hacerlo

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y muerde su pié ferozmente haciendo que sangre mucho, cuando Jonás alcanza a tomar una piedra suelta de uno de los escalones del muro y golpea al perro en la cabeza, haciéndolo desbarrancarse.

El resto de los animales

continúa gruñendo desde abajo, pero el incidente logra desalentarlos y pronto abandonan la cacería cuando empiezan a competir por las presas del compañero herido. Jonás completa el ascenso y desde la cumbre puede ver otra jauría de perros viejos recostada en la hierba, cuidando al pequeño grupo de niños de ambos sexos en torno a una fogata, que juegan alegres a estar vivos. Jonás

permanece

oculto

entre

las

rocas

contemplando la escena por varias horas, tratando de comprender cuál será el destino de este nuevo orden de vida, en convivencia con la naturaleza y habiendo perdido toda ganancia intelectual y cultural lograda a través de los tiempos, donde el hombre fue el rey de la creación.

A

través de los gestos de los chicos y la mirada de los viejos animales, pudo asimilar que estos últimos, que fueron en otro tiempo las mascotas familiares, se constituyeron en guardianes de la salud de los niños cuando la humanidad concluyó su ciclo para luego convertirse en sus criadores. Hay un solo elemento que lo desconcierta, y que constituye quizás lo que marcó la diferencia entre el hombre y el resto de la naturaleza… El fuego. Aquel que los protege, que los abriga y purifica lo que ingieren. Pronto se percata de que la próxima bajamar está por comenzar y se escabulle por la playa hasta su barco, para poder rescatar algunas cosas del compartimiento hasta ahora sumergido y el bote inflable que le permitirá

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volver a su último mundo conocido, el que él mismo se había fabricado con algunos recuerdos y un vaso con ron. Su pie herido le impide caminar normalmente por lo que se demora un poco más de lo esperado en llegar al barco hundido en la arena, y para cuando llega descubre a los chicos incendiándolo en un ruidoso juego macabro de salvación. Jonás se desespera y corre a los saltos sobre su pie sano, gritándoles obscenidades a los malcriados niños, cuando tropieza y cae a sus pies, en un ataque de pánico y estupor.

Desde el suelo de arena, contempla la mirada

ingenua de

esos

pobres

animalitos, que lo rodean

lentamente y se pregunta cuál sería la razón por la que él habría sido elegido para sobrevivir en este mundo salvaje… En ese momento lo pudo ver por el cambio en los ojos de los cachorritos y fundamentalmente en sus afilados dientes, cuando uno de ellos le arroja alcohol de quemar sobre su ropa y una antorcha encendida le cuenta la historia que se escribirá.

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PASIÓN SIN RIESGO

Electra siente el deseo de amar intensamente, pero su instinto la aferra a sus temores; su educación la ha llevado a mantener su virtud intacta y su conducta intachable habla a las claras de su madurez, para una joven de sólo veinticuatro años de edad. Sus más íntimas amigas han estado reprobando su actitud respecto a su sexualidad en forma constante y ella siente que en lo más profundo de su ser, algo ha quedado inconcluso, aunque aún no ha dado el primer paso para un cambio en su vida, es consciente que su temor es tan intenso que jamás se atreverá.

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Hoy recibió una carta muy particular, con un sobre color habano y en el remitente un sugestivo logotipo que contiene la imagen de una pareja entrelazada con la forma de un corazón y “Virtual Passion Studio” como el nombre de la organización.

Electra abre el sobre con

cuidado y descubre una invitación muy bien presentada con una tarjeta de crédito pre-pagado a su nombre para ser utilizada en el establecimiento, con una inscripción que dice:” válido hasta el 12 de septiembre del presente año, RSVP”. Le llama la atención que esa es precisamente la fecha de su vigesimoquinto cumpleaños. Mira la nota por ambos lados y no encuentra ninguna referencia que le indicase el tipo de servicio que ofrece la supuesta compañía más sólo puede hallar un número telefónico y un código que seguramente le servirá para ser atendida y que reza:”Afrodita”. En ese preciso instante suena el teléfono y decide dejar la tarjeta y la invitación sobre una mesa ratona del living para atender la llamada. -“¿Hola…?”-le dice al auricular, mientras su expresión cambia de intrigada a una sonrisa y continúa…”no Patricia, no me fue tan bien con Marcelo, como de costumbre”, (su sonrisa comienza a desdibujarse mientras recibe el regaño de su amiga)-“Es que no tolero que luego de una noche genial, todos los hombres pretendan la misma cosa…” mientras Electra escucha lo que Patricia tiene que decirle se ofusca y le contesta bruscamente:-”Ya estoy cansada que todas ustedes pretendan que piense distinto al respecto” y corta la comunicación abruptamente mientras se arroja en un sillón desconsolada. Mira hacia la mesa en la que dejó el sobre y se levanta para tomarlo de nuevo, lo abre y levanta

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el auricular del teléfono para discar el número indicado en la invitación. Luego pronuncia el código:”Afrodita”, y espera ansiosa…Hasta que una voz en el aparato hace que ella

conteste

con

nerviosismo:

-”jueves

8

de

septiembre…dieciséis horas”; espera un tono, anota una dirección en su agenda y cuelga. Hoy es el día.

Un taxi la trajo hasta aquí y está

parada en la puerta del edificio en cuestión; una torre frente a la bahía, con un aspecto de alta tecnología coronado con un sobrio cartel de acero que dice:”Virtual tech”. Ya en el mostrador de seguridad del hall, el encargado le pregunta:-” ¿a qué compañía se dirige?” -“A Virtual Passion Studio” -“Piso trigésimo sexto “- le indica el recepcionista. Ella atraviesa el gran hall de múltiple altura hasta la isla de ascensores, sin dejar de apreciar cada detalle del sofisticado edificio. Ya en el piso treinta y seis, una joven empleada ataviada elegante la recibe y le indica que la siga, mientras comienza a caminar por los amplios pasillos del piso. Electra, que aún no sabe exactamente a qué ha venido,

intenta

averiguar

con

la

joven

guía:-“¿Esta

compañía se dedica exactamente a qué?” -“Proveemos un servicio de estimulación virtual” -“¿Estimulación?

¿Qué

tipo

de

estimulación?”

repregunta aún más desconcertada. -“Creo que va a ser mejor que le explique el Dr. Cosmo, que es quién la va a atender” (Dice esto último mientras abre la puerta del consultorio donde se encuentra el especialista, que inmediatamente le extiende la mano a

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Electra, que ahora se encuentra completamente asustada y con visible nerviosismo). -“Yo soy el Dr. Cosmo, y comprendo que se encuentre nerviosa por ser su primera vez”. -“¿Primera vez de qué?- dice mientras toma la mano del doctor, quién aprovecha su mano para llevarla hasta unos sillones que se encuentran en la habitación. -“Póngase cómoda y tranquilícese, que Usted no va a hacer aquí algo que no desee”. Electra se sienta con las manos sobre sus rodillas y los ojos bien abiertos esperando la explicación que la atormenta desde el día que recibió su invitación. Luego de una pausa que el Dr. Cosmo hizo mientras traía unos extraños instrumentos hasta la mesita ubicada frente al sillón en el que se sentó ella, él toma asiento a su lado, con una pequeña linterna en su mano y empieza a revisar sus ojos uno a uno, al cabo de lo cual le dice:-“ahora no me queda ninguna duda…” (Hace una larga pausa mientras Electra se pone más tensa aún) y continúa:”Sus ojos… son realmente hermosos” (estallando en una carcajada que termina de descolocar

a

la

joven,

quién

se

echa

hacia

atrás).”Discúlpeme, concluye el doctor, es que no pude contenerme al ver lo intrigada que se encuentra, pero tranquilícese que ya mismo le voy a contestar todas sus dudas.” -“En realidad no se para que vine, y además no creo que necesite un médico” -“Ni yo soy uno”, dice el Dr. Cosmo, “mi doctorado es en sociología” (haciendo todos los instrumentos médicos a un lado). Y continúa:” Y yo sé exactamente para que vino”.

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-“¿Si...?”-dice interesada. -“Usted tiene un problema para relacionarse con los hombres y espera que esta compañía le ayude a solucionarlo”. -“¡Yo no tengo problemas para relacionarme con los hombres!”-dice ofuscada mientras toma su bolso y se levanta apresuradamente. -“Lo sé, pero cálmese…Usted es una joven muy hermosa y no debe tener ningún tipo de problemas para relacionarse con ellos, sólo que su cuerpo interfiere con sus verdaderos deseos”. Electra no entiende muy bien lo que el doctor quiso decir, pero su curiosidad basta para darle una segunda oportunidad de convencerla.-“Por favor, si es tan amable de seguirme”-dice el doctor, mientras la induce con un ademán de dirigirse hacia otra habitación donde hay equipo médico sofisticado, incluyendo una especie de tomógrafo vertical. -“Pensé que dijo que usted no era médico…sin embargo todo este equipo pareciera ser…” -“En efecto, (la interrumpe) lo es, aunque el uso que le damos aquí es diferente”. -“No comprendo…” -“Como sociólogo he estudiado el comportamiento de las personas por muchos años, y descubrí, que en esencia todos reaccionamos de la misma forma ante determinadas circunstancias, solo que las características de nuestro físico interfieren con nuestras decisiones cuando se encuentran con el físico de un ser del sexo opuesto”. El Dr. Cosmo se acerca al Tomógrafo y le hace un gesto a Electra para que se acerque a él. “Si me permite hacerle una

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demostración, lo comprenderá mejor…por favor, colóquese aquí, sobre esta plataforma”. -“¿Aquí?”- dice la joven un poco incrédula aunque se para en ella. -“Exacto…y no se preocupe, que no corre ningún riesgo, ni siquiera debe cerrar los ojos”, mientras enciende el aparato que la escanea de arriba hacia abajo y en una pantalla se puede ver el cuerpo desnudo de Electra, pese a que ella se encuentra vestida, provocando que se ruborice ante el Dr. Cosmo que mira hacia el aparato con una mirada inexpresiva y profesional, lo que tranquiliza un poco a la muchacha.

Simultáneamente al escaneo, otras

pantallas en los equipos adyacentes arrojan una cantidad de datos, aparentemente relacionados con los impulsos de rubor que emite Electra, lo que el doctor analiza haciendo algunos gestos de conformidad a los resultados. –“Como puede ver, junto con un equipo interdisciplinario de científicos, hemos adaptado esta tecnología para poder reproducir todas las condicionantes físicas que un cuerpo puede transmitirle a la mente que lo habita y así poder analizar las reacciones que se presentan cuando entran en relación con otro ser, en este caso del sexo opuesto”. -“O sea que estoy aquí como un conejillo de Indias, para que ustedes puedan aprehender más sobre la gente…” -“No, porque eso ya lo hicimos…ahora lo que hacemos

es

darle

a

la

gente

la

oportunidad

de

experimentar en un cuerpo virtual lo que su propio cuerpo no le permite, por las trabas que le pone su mente, por su cultura, su educación y su raciocinio, que actúa en forma

202


negativa respecto de su pasión”. El doctor deja de mirar los resultados en el tomógrafo y mira a Electra fijamente hasta decirle:”-¿Cree estar preparada…?” Ella duda un poco pero su curiosidad puede más, por lo que contesta:”Tal vez…no sé… Sí” -“Prosigamos entonces…Usted recibió una tarjeta de crédito pre pagado, ¿no es así?” -“Si, aquí la tiene”-contesta mientras le extiende la mano con la tarjeta. El doctor la toma y la pasa por una ranura que la escanea en uno de los aparatos para luego invitar a la joven a sentarse en un sillón que se encuentra incorporado a una máquina, de la que sale un manojo de cables. -“Siéntese aquí, por favor”-mientras le devuelve la tarjeta de crédito. Ella hace lo que el doctor le sugiere en tanto éste llama a su secretaria para que comience a conectarla al aparato, empezando por colocarle una especie de casco en la cabeza, unos lentes especiales y unos guantes, para luego hacer unas pruebas con el equipo, que provoca en Electra una serie de cosquilleos por todo el cuerpo. -“¿Esa sensación es normal?”, pregunta ella. -“Es perfectamente normal” (dice la asistente), -“por favor no se mueva y quédese tranquila que el doctor y yo la estaremos monitoreando desde otra habitación, para no interferir con sus reacciones”. Al salir la joven asistente y el doctor se atenúan las luces de la recámara lentamente hasta oscurecer el cuarto completamente. Una esfera de luz empieza a configurarse en la habitación a través de los lentes tridimensionales, y

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descubre que aunque mueva la cabeza, esta permanece en el mismo lugar, centrada en su visión. La esfera empieza a transformarse en una habitación y se amplía de modo que la incluye a ella misma en la escena, pudiendo verse desnuda desde afuera de su cuerpo, aunque cuando el holograma se desplaza, ella siente la presión del piso en sus pies, así como la diferencia de texturas y temperaturas entre la alfombra y el mosaico cuando ella camina por el cuarto. Es una sensación extraña y agradable a la vez, poder sentir lo que la figura siente pero no tener injerencia en los movimientos que ella realiza; como si su mente no comandara sus propios movimientos y se comportara como una

autómata.

Su

doble

de

cuerpo

hace

un

reconocimiento por el lugar, tocando, oliendo y mirando en todas

direcciones,

como

si

quisiera

establecer

los

parámetros para que Electra se adueñara del espacio, y fundamentalmente de su nuevo cuerpo, aunque ahora no le pertenece. Una leyenda en la base de los cristales del lente perturba un poco su realidad virtual: -“Fin de fase uno. Cargando fase dos”. Se reconfigura el lente cambiando la distancia focal, de modo que ella queda fuera de la escena, y ahora su visión coincide con los ojos de la modelo, percibiendo sus movimientos en su propio cuerpo, no sólo en sus pies, sino en toda ella, como si de repente hubiera tomado el control de ella misma, pero no sabría cómo hacerlo, ya que su mente sólo es capaz de percibir lo que su cuerpo siente, sin embargo la señal parece ser en una sola dirección, porque ella no posee ningún control. “Fase dos finalizada…Comenzar”.

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Desde su nuevo cuerpo, Electra mira a través del ventanal la hermosa imagen de la bahía desde el piso treinta y seis, hasta que un sonido se escucha dentro de la habitación. La imagen gira buscando su origen y una de las paredes parece desmaterializarse, ampliando el espacio hacia el cuarto contiguo, donde se encuentra la figura de un hombre joven sentado en el suelo, de espaldas, mirando hacia los ventanales y totalmente desnudo. Electra siente en todo su cuerpo el impacto de la situación, y pretende esconderse del sujeto, pero su cuerpo parece tener vida propia y permanece inmóvil.

Su visión se enfoca en el

holograma del joven y empieza a acercársele lentamente. Electra siente su respiración muy fuerte y por un instante no sabe distinguir si se trata de la suya o la de su doble. Empieza a sentir el perfume natural del hombre, el que le resulta familiar y poco a poco éste empieza a levantarse del suelo, girando lentamente hasta quedar parado de frente a ella. -“¿Marcelo?”-se pregunta a sí misma, aunque en voz alta y sin embargo consiente que su imagen no lo dijo, ya que no se escuchó en la escena. -“Electra…aquí estamos por fin” levantando su mano para acariciarle el pelo y su mejilla, lo que la hizo estremecer, y horrorizarse por la situación, que no puede dominar. Ella intenta alejarse de él, pero su espalda choca contra el respaldo del sillón de la sala de intervenciones que la sostiene, y gradualmente la presión de su espalda se siente cada vez menos que las caricias de Marcelo, sin comprender quién está regulando la intensidad de sus

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sensaciones, si la máquina o ella misma, que lentamente parece ir cediendo a sus más íntimos deseos. Marcelo se aproxima a ella hasta posicionar su cuerpo imperceptiblemente cerca y la besa, despertando infinitas percepciones de cada una de las partes de su cuerpo sobre las de él, y en ese momento lo abraza aceptando lo irreversible de la situación. -“Lo lamentamos, el saldo de su tarjeta de crédito pre pagada se ha agotado…Por favor, introduzca otra tarjeta…”- dice la máquina dejando impresa en pantalla la última escena vivida y encendiendo las luces de la sala de controles donde se encuentra Electra, quién se desconecta todos los cables bruscamente, arroja el casco y los lentes de realidad virtual sobre el sillón y se decide a salir del salón, aún con los guantes puestos, cuando entra el Dr. Cosmo tratando de calmarla.

Ella se quita los guantes y se los

arroja en la cara gritándole: -“¡Ustedes

son

unos

abusadores!...

¡Este

procedimiento es prácticamente una violación!” -“¡Por favor, señorita, cálmese! –Dice el doctor“Nuestra compañía obró bajo la solicitud de su prometido, quien nos pidió que mantengamos todo en secreto, ya que era un obsequio sorpresa por su cumpleaños”. -“¿Mi prometido? ¿Y quién certificó eso? ¡Tendrán que vérselas con mi abogado!”Contesta ofuscada mientras se dirige a los ascensores. Ya en la calle, La joven llama un taxi, cuando detrás de ella sale Marcelo e intenta disculparse:- “Electra, por favor perdóname, no pensé que te lo tomarías a mal…” Cuando se detiene un auto de alquiler y Electra entra en él,

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casi ignorando a Marcelo, que se introduce en el auto detrás de ella. -“No debiste hacerlo sin mi consentimiento”-dice ella cuando el taxista se da vuelta para observarlos esperando que terminen de discutir.

Ella lo mira y luego le dice a

Marcelo:-“Ya basta, terminemos con esto…” Mientras Marcelo cierra la puerta del automóvil y el conductor les pregunta: -“bien… ¿A dónde los llevo? Electra mira muy enojada a su compañero y le dice: -“¿Tu casa o la mía?”

207


SUEÑO ETERNO

La fiebre mantuvo mi cuerpo flotando durante varios días y no importa cuán intenso fuera el impulso que mi cerebro le diera a mi sistema nervioso, mis músculos no obedecían su mandato permaneciendo tiesos, sin la menor tonicidad que diera movimiento a nada de mí, solo que mis oídos aún registran el bip del equipo médico al que me hallo conectado, y mis ojos logran captar a través de mis párpados cerrados la tenue luz que emana la pantalla del osciloscopio en la habitación oscura del hospital, en sintonía con mis pulsaciones que percibo como rayos atravesando todo mi sistema sanguíneo hasta mi corazón, que está muy cansado, y me lo transmite en código Morse con una arritmia muy calculada, como advirtiéndome que el fin de mis días está cerca.

Doy por sentado que nadie, a

excepción de estas máquinas está velando por mí en este cuarto. Esta maldita peste está cobrando vidas sin pausa y 208


es lógico que eso suceda, y no dejo de pensar en cuántas personas están pasando por lo mismo, sin la posibilidad de hacer algo al respecto. Bip…bip…bip… (Mi única compañía) Bip…bip…bip… (Mi esperanza rítmica) Bip…bip…bip… (Mi alivio al dolor) Bip…

bip………

bip……………..

Biiiii……………

p…………

………………………………………………. Terminaron los rayos en mis arterias, pero puedo oír los pasos detrás de la puerta y gritos tras ella, que alarman de mi condición. Se enciende la luz en mi habitación, lo que puedo notar sin abrir los ojos que ya no puedo abrir.

Siento un shock eléctrico en mi

pecho que sacude todo mi cuerpo pero aún no puedo moverlo.

Siento otro que parece recordarme los rayos

atravesando mi

corazón y llevando su fuerza hasta mis

extremidades, aunque estas no responden al impulso.

El

líquido vital parece reacomodarse por todo mi cuerpo hasta nivelarse en todo el sistema por un momento… Un tercer shock pasa directamente desde mi pecho hasta mi cerebro recargándolo de energía… aunque siento que es una energía diferente a la que estoy acostumbrado; toda la sangre en mi cuerpo se estabiliza nuevamente e inunda mis aurículas y ventrículos como nunca antes; una sensación muy extraña se materializa en mi mente a través de sonido del líquido nivelando cada órgano de mi cuerpo, que permanece quieto y esta vez, parece ser permanente. Ya no siento ensancharse a mi pecho por lo que creo que he dejado de respirar, aunque siento pasar el aire a través de mis fosas nasales y mi boca…pero esta vez en un solo sentido, y ya no regresa. Me siento solo, atrapado en un cuerpo que ya no me obedece. Ya no me pertenece, por

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lo que me refugio en mi cráneo, que parece ser el único lugar al que puedo llamar hogar.

Sin embargo, todavía

tengo algún contacto con el exterior; oigo los sonidos de la habitación, fundamentalmente agudos, como sollozos y lloriqueos, algunos sonidos metálicos, como de piezas de una camilla chocando entre sí. De pronto, percibo algo inesperado… el contacto de una mano sobre mi brazo, con fuerza, y mi cuerpo que se mueve, aunque sin que yo lo ordene; otras manos me toman con fuerza y mi cuerpo que se desplaza, aunque en sentido horizontal, elevándose de la cama hasta posarse en otra superficie, algo más dura. Siento el movimiento de translación junto con esa superficie y el sonido de una camilla golpeando contra una puerta, el aire que golpea mi cara, sonidos confusos, como de otro lugar, mas grande y concurrido; siento la velocidad en las plantas de mis pies desnudos, otra puerta que se abre, un silencio abrupto, y la obscuridad de nuevo. Ya no tengo dudas que mi cuerpo ha muerto. No dejo de preguntarme por qué aún mi mente ostenta la conciencia de este hecho si mi cerebro también debería estarlo. Tal vez esas descargas eléctricas que recibí cuando mi corazón dejó de latir cargaron mi masa encefálica acumulando la energía necesaria para que mis neuronas continúen conectándose y produciendo la sinapsis que les permite comunicarse entre sí, transformando la señal eléctrica en otra química.

En este momento, siento una

sobrecarga en la zona límbica de mi cerebro, como una molestia detrás de mis ojos, que se manifiesta como “temor a desaparecer”. Me doy cuenta que si mi masa encefálica está alimentándose de una sobrecarga eléctrica para

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poder seguir existiendo, cuando ésta se agote también lo haré yo. Mi desesperación me lleva a recorrer mis bancos de memoria para intentar recordar lo que pude haber aprendido sobre mi propio cerebro y me conecto con una neurona que tiene esta información:”El cerebro humano adulto, puede generar nuevas neuronas. Estas nuevas células se producen en el hipocampo, región relacionada con la memoria y el aprendizaje. Las células madre, origen de esas neuronas, pueden constituir así una reserva potencial para la regeneración neuronal de un sistema neurológico dañado…”

Esto me permite suponer, que

mientras mi cerebro permanezca activo, utilizando las áreas de memoria y aprendizaje, su estructura se regenerará manteniéndome “vivo”. Nuevamente siento que la camilla en la que me encuentro se desplaza y esta vez creo que me suben a una ambulancia,

por

el

sonido

de

la

sirena,

que

inmediatamente se apaga, tal vez porque es de noche y no desean molestar…pero, ¿qué digo? Si no la encienden es porque entonces no hay urgencia, y no intentarán revivirme. El motor se detiene y me bajan con muy poca delicadeza, y puedo escuchar las voces del chofer y alguien más que dicen: -“Éste es el último por hoy, así que vamos a tener que bloquear la entrada de la cueva para que no se propague”. -“¿Trajiste la sustancia para espolvorear sobre los cuerpos?”. -“Sí, está en ese barril”.

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El terror se apodera de mí, y siento como esa área de mi cerebro detrás de mis ojos manifiesta una intensa actividad. Siento que mi cuerpo cae bruscamente sobre una superficie blanda…y creo que son más cuerpos. Un olor muy fuerte intensifica la actividad de ese sector encefálico y pronto comienzo a sufrir de un ardor en diferentes

partes

de

mi

superficie

corporal

que

inmediatamente desaparece, dejándome incomunicado permanentemente con el mundo exterior. Ya no puedo oír, ni sentir los otros cuerpos…ni siento ese apestoso olor. No

cuánto

tiempo

ha

pasado

desde

mi

incomunicación, aunque eso no debería tener importancia en mi condición.

Solo me ha preocupado mantener

estimulando el intercambio neuronal para seguir existiendo, que es lo único que me importa, aunque también me perturba la soledad.

Paseo por todas las celdas de

memoria que me hagan recordar momentos felices, y hasta infelices, con tal de seguir adelante.

Pero llega un

momento en que mi fatiga mental me convoca al sueño, y yo me resisto todo lo posible por temor a no despertar. Luego, recuerdo que durante el sueño, nuestro cerebro consume el mismo veinte por ciento de energía corporal, alimentando pensamientos inconscientes, y esta idea me doblega hasta el nuevo día. -“¡Hey!”-(Siento que alguien me llama) -“¿Cómo es posible, si perdí todo contacto con el exterior? Ya no tengo oídos” -“Estoy en tu mente, soy Juan” -“Es imposible, nunca conocí a ningún Juan, o estaría en alguno de mis bancos de memoria”

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-“Es que aún no me conoces, yo también estoy muerto, y esto es simplemente telepatía” -“¿Cómo dice?” -“Yo experimentaba en psiquiatría cuando estaba con vida, y aún lo tengo en mis células de memoria, además, no estamos solos, he logrado comunicarme con el resto de la gente de esta cripta común” -“¿Ellos también pueden comunicarse así?” -“Por supuesto, no me costó mucho transferirle mis conocimientos hasta que aprendieron, y descubrimos que aprender estimula el crecimiento neuronal que nos alargará la vida” -“Hola, mi nombre es Enrique” dice alguien más -“Hola a todos”- digo para abreviar _”Bienvenido”-dicen a coro -“No

entiendo

su

entusiasmo,

estamos

aquí

irreversiblemente muertos, sin nuestros cuerpos y ustedes parecen tan contentos” -“Aún existimos, y eso es lo que cuenta, y todavía contamos con nuestros huesos.”-dice Juan -“Pero ya no nos pertenecen”-contesto ofuscado –“ni siquiera responden a nuestros impulsos” -“Yo no estaría tan seguro”-dice Enrique –“Yo practicaba la telequinesis y creo que podría enseñarles a hacerlo con nuestros propios huesos” -“Es

una

locura”-dice

alguien

–“Sin

músculos,

tendones ni sistema nervioso, sería imposible activar los movimientos” -“No estoy de acuerdo con esa observación”-dice Juan –“Ustedes sabrán que cada célula de nuestro cuerpo,

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incluidas las de nuestro sistema óseo, poseen toda la información genética de nuestra vida pasada, e incluso la de nuestros antepasados…” -¿Y…? –dice alguien -“Nuestros cerebros tienen el recuerdo de cómo se sentían nuestros movimientos más comunes y creo que podríamos reproducir el mecanismo para que nuestros huesos

se

alineen

en la

posición

adecuada

y

así

aprenderemos nuevamente” No puedo disimular mi entusiasmo con esa ridícula idea y me sumo a los comentarios sugiriendo: -“¿Qué tal si nos concentramos en algún movimiento automático, como bailar, por ejemplo?” -“¿Sin música?”- alguien comenta -“Pensemos en alguna canción de esas que con sólo escucharla, los pies se empezaban a mover solos y nos lanzaban hacia la pista de baile”-propongo Nuestras mentes se aunaron en un solo deseo y un bongó empieza a golpear muy agresivamente; Unos gritos selváticos se intercalan en su esotérico ritmo hasta que una voz se escucha en nuestras cabezas: “Please allow me to introduce myself I’m a man of wealth and taste…”*

Los gritos selváticos y el bongó continúan, pero nuestros esqueletos permanecen inertes. “I’ve been around for a long, long year stole many a man’s soul and faith and I was round when Jesus Christ

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had his moment of doubt and pain”*

Es entonces cuando siento que una falange de mi pie izquierdo hace un leve movimiento y un suspiro se escucha desde la música que todo el grupo estaba sintiendo. “Made damn sure that Pilate washed his hands and sealed his fate”*

Y nuestras pelvis articularon nuestras cinturas y extremidades

hasta

que

nuestros

cuerpos

enteros

comenzaron a bailar al ritmo de: “Pleased to meet you hope you guess my name But what’s puzzling you Is the nature of my game”*

Y todos enloquecimos de felicidad y mientras gesticulamos, con todo nuestro cuerpo expresamos la angustia acumulada hasta extirparla de nuestro ser, y cantábamos con nuestras mentes: “Ooo, who, who Oh, yeah what’s my name tell me, baby, what’s my name tell me, sweetie, what’s my name Ooo, who, who Ooo, who, who…”*

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Súbitamente, el encantamiento se esfumó y nuestros esqueletos se desplomaron, cuando decido manifestar la duda que me inunda: -“Esto es parte del sueño al que me negaba a ingresar cuando mi cansancio me desbordaba… ¿No es así?”-digo indignado –“Ustedes no existen y nada de esto estaría sucediendo si no hubiese decidido dormir un poco…” -“Tal vez sea cierto”-me contesta José –“Pero lo que sucede en tu cerebro en este estado, es lo único que te queda, y aquí no hay tiempo, porque tú haces las reglas en tu sueño y despertar o seguir soñando es tu prerrogativa”. Su razonamiento me parece lógico, como si hubiera salido de mi propio cerebro, así que solo me queda decidir si debo despertar o asumir cual será mi sueño eterno…

“Ooo, who, who Oh, yeah what’s my name tell me, baby, what’s my name tell me, sweetie, what’s my name Ooo, who, who Ooo, who, who…”*

*Fragmento de: “Sympathy with the devil”. De Mike Jagger y Keith Richards (The Rolling Stones).

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VIRTUALIDAD

Esta mañana se levantó decidida a rediseñar su perfil. Luego de ducharse contempla su cuerpo desnudo frente al espejo y determinada a acabar con toda evidencia de la mujer que fue, rocía con aerosol todos los cristales reflejantes de la casa. Cubre su cuerpo con una playera y se prepara el desayuno mientras medita sobre algunos aspectos de su nuevo yo.

Abre la licuadora e

introduce cada pieza de fruta combinada con una determinada idea para su nueva configuración. Esta vez el batido debe resultar perfecto y su nuevo ser…Exquisito. Vuelca el contenido de su imaginación en un gran vaso y lo lleva consigo hasta el escritorio, donde se encuentra la computadora. Mientras la enciende lleva el recipiente a su boca y bebe un sorbo

de su propio diseño como para

apropiarse de su espíritu y comienza a construir su mentira virtual.

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Apoya las yemas de sus dedos sobre una tabla digitalizadora y un rayo de luz emerge desde el centro de su escritorio, sosteniendo una diminuta figura tridimensional de mujer suspendida en él. Conforme mueve sus manos la efigie gira y se transforma como si modelase en barro su propio

cuerpo.

Una

voz

electrónica

se

escucha

preguntando:-“¿Nombre...?” – ella saca un libro de uno de los cajones del escritorio y lo abre al azar para luego tipiar: “Meryl” y luego repetir en voz alta para escuchar por si misma

su

nuevo

nombre:-“Meryl…sí,

creo

que

es

apropiado”. En los siguientes minutos Meryl amasa la figura flotante hasta complacer sus expectativas para luego concentrarse en su cabeza, que ahora es amplificada casi a tamaño natural por su computadora.

Como si se

maquillara da forma a su imagen haciendo y deshaciendo conforme su humor le imprime deseos hasta que por fin el modelo resulta de su agrado. Vuelve al tamaño inicial y lo observa girar hasta que su cuerpo desnudo llena de alegría su alma.

Pasa varias horas probándole vestidos de los

catálogos más prestigiosos del mundo, que tiene a su mano gracias a la red, disfrutando cada instante como una niña con su muñeca, ensayando frases sugeridas para diferentes ocasiones, hasta quedarse dormida en el instante en que sus manos se separan de la tabla y su sueño se esfuma en el aire. Al despertarse a la mañana siguiente, descubre que durante la noche su mente siguió configurando los distintos pasajes de su vida, con las nuevas características de su personalidad y que ahora sí, estaba lista para salir al

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mundo; ensayar su nueva historia que le depare un nuevo futuro; un nuevo día, nueva vida. Con sus nuevas armas se introduce en la guerra por el amor soñado, participando en un grupo de conversación de

los

tantos

ciberespacio.

que

pudo

elegir

en

el

interminable

Meryl desplaza todo su encanto en un

escenario virtual compartido por una docena de personas de ambos sexos y excelente predisposición a la batalla. Los temas que se abordan son variados y pronto el grupo se va sectorizando

por

decantación

de

la

diversidad

de

afinidades hasta que el suyo se reduce a un triángulo cuyo vértice más alto es Elías, y su competidora es Cintia. El trío pasa a un nuevo y más reducido escenario donde pueden apreciarse de cuerpo entero suspendidos sobre la superficie de sus respectivos escritorios con una esfera de entorno proyectado como sala de reunión. Los tres se encuentran ataviados conforme la ocasión pero algo de superficialidad se nota en su conversación pese a que todos cuentan con la ayuda de algún programa que supla su evidente falta de intelectualidad. Elías narra sus aventuras como cazador en África mientras Cintia lo escucha con idolatría, lo que provoca que Meryl se muera de aburrimiento. No tarda en desconectarse del aparato y lo intenta nuevamente con otro grupo, hasta que comprende que su propia apariencia la induce indefectiblemente a caer en el mismo tipo de situaciones una y otra vez.

Cambia de Nombre y de

personalidad tantas veces como su deseo de amar se lo pide, y ahora es Rosa, como otras veces fue Carmen, Elvira o Cleo; Pero esta vez algo parece ser diferente. Por primera vez es deseada por alguien a quien ella le corresponde; y

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no hay una tercera mujer en discordia.

Sus palabras se

entrecruzan en el espacio cibernético formando frases que parecieran salir de uno u otro en forma indistinta y finalmente,

Rosa cree haber encontrado una mentira

eficaz que la conduzca al amor de su vida; que siente y piensa como ella desea y seguramente podrán ser felices por siempre en el ciberespacio, hasta que Andrés pronuncia una frase que la deja pensando:-“Uno no es lo que es, sino quién pretende ser…” Rosa se siente un poco perturbada y se queda sin palabras, por lo que deja por un momento a Andrés y se dirige al sanitario.

Por su cabeza pasaron nuevas

interrogantes acerca de su amado y de sí misma. ¿Él es quien ella cree que es? Cómo saberlo, si toda su relación se construyó sobre fantasías. ¿Cómo pensar en que Andrés la ame como ella es, si ni Rosa misma lo sabe? Pensando esto rompe en llanto y enjuaga su cara en el lavabo para borrar la última huella de su dolor. Dirige su mirada al espejo y descubre que éste aún se encuentra opacado con aerosol y no le devuelve su reflejo. Pasa su mano por el cristal y advierte con sorpresa que su apariencia no difiere de su actual aspecto virtual y en su bata puede leer la inscripción…”Rosa”. Rosa termina de acomodarse el cabello, y deja caer su salto de cama al piso descubriendo su cuerpo por completo; Se mira al espejo girando levemente a uno y otro lado y con una sonrisa de satisfacción se dirige al encuentro de su amado, que la espera impaciente en su mundo virtual.

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ILUSIÓN RUPESTRE

Desde que los hongos empezaron a devorar el cielo, la humanidad entera se dispersó aleatoriamente, como si correr fuera una forma de escaparle a la muerte. En poco tiempo solo quedamos unos pocos grupos de desconocidos intentando ocultarse de la radiación a como dé lugar. El nuestro vino a parar a la montaña, y con el temor a cuestas irrumpimos en la entrada de una mina abandonada de cobre, con una expresión definida por el agotamiento y la presunción de haber encontrado nuestro último hogar. Ya en el interior de la cueva, sus paredes continúan reflejando

los

flashes

cobrizos

221

de

las

explosiones,


empujándonos hacia la oscuridad, como si ésta nos diera la tranquilidad necesaria para reacomodar nuestras ideas. A medida que nos internamos, algunas voces de descontento empiezan a pronunciarse, ocultas en el anonimato que nos confiere la oscuridad. -“¿Qué esperamos que nos suceda aquí?” –Dice una mujer muy alterada, mientras el horrible sonido exterior se extingue lentamente, a medida que caminamos hacia adentro, obrando de tranquilizante en todos nosotros, lo que provoca que mantengamos el silencio por un largo rato, como un preciado tesoro, aunque en nuestros cráneos continúan rebotando estas últimas palabras intentando que alguno de nosotros las conteste. Súbitamente una luz azul ilumina al grupo, lo que me sobresalta hasta comprender que se trata de un teléfono celular que alguien abrió para poder ver a su alrededor. Algunos gritos acompañan al evento hasta que todo vuelve al callado entorno que hemos creado, con la salvedad que ahora podemos ver tenuemente nuestros rostros asustados, convocándonos a intentar calmarnos.

Nuestros ojos

parecen acomodarse a la nueva atmósfera lumínica y puedo ver a una chiquilla asustada junto a su madre y decido tratar de apaciguar su temor, acariciando su cabecita, lo que me produce un estado de tranquilidad al ver su expresión de aceptación, como si ella intentara calmarme a mí. -“¿Vieron eso?”- Dice la niña señalando una pared rocosa que parece moverse a la luz del celular. Pareciera que una figura rupestre brotara desde los pliegues de la roca en el reflejo lumínico provocado por el aparato. Todos

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nos quedamos viendo la aparición con cierto interés, como si tratáramos de olvidar la verdadera razón por la que estamos aquí. -“Son dos carneros luchando”-Dice un joven desde la penumbra

que

enciende

la

luz

de

otro

Teléfono,

ocasionando que otras paredes se iluminen y generen nuevas ilusiones ópticas en las rocas de cobre. -“Aquí puedo ver un bisonte dorado”- dice otro niño sin poder contener su alegría. -“¿Donde?-Pregunta alguien más. -“Aquí… ¿ves?”-Contesta el niño dibujando con su dedo en la roca. Muchos de los adultos cuestionan estas visiones pero otros deciden encender sus teléfonos celulares para producir más imágenes en las paredes que los niños recorren con los ojos chispeantes y sonrisas dibujadas en sus rostros hasta que todo el auditorio se convierte en una fiesta de color, abrumándonos de energía hasta que nos quedamos dormidos, borrachos de luz, sobre la plácida textura de las rocas, que nos cobijan hasta el fin de nuestro sueño… y de nuestro mundo, del que solo quedan vestigios emplazados en las paredes… Nuestra pintura rupestre.

223


UTOPÍA

En ningún tiempo y en ningún lugar debiera encontrarse Utopía, una Ciudad Ciclotrónica, de estructura lineal y complexión espiral con origen indefinido y extensión infinita.

Su

única

calle

está

integrada

por

un

superconductor que provee de energía de la ciudad y a su vez genera un campo magnético sobre el que transita un tren a ultra velocidad y conecta las diversas barriadas, aunque su único fin es el intercambio de insumos, puesto que los habitantes jamás se desplazan de sus hogares, al menos no físicamente.

El campo electromagnético que

produce el superconductor les provoca nauseas, aunque a los Mactrolls,

(alienígenas hostiles que han invadido la 224


ciudad en los últimos años) les provoca la muerte, y es por eso que los nativos decidieron permanecer cerca de la espiral, que les brinda protección. Sus edificios son estructuras biotécnicas, que como si fueran árboles crecen paralelamente a las familias que los ocupan, proveyéndolas no solo de cobijo sino también de alimento.

Así cada núcleo familiar se identifica con las

características arquitectónicas de su vivienda creciendo y transformándose

conforme

los

nuevos

requerimientos

sociales se suceden, y a medida que nos desplazamos por la espiral, notamos cómo los distintos grupos étnicos se mimetizan

con

arquitectura.

las

diversas

especies

o

estilos

de

Pareciera ser que sus diferentes alimentos

determinan no sólo su contextura física, sino también su preferencia sociocultural así como su forma de vida, organizada según un orden natural sencillo y cierto. Como en todo organismo biológico, la simple perfección de su estructura suele ser agredida por agentes externos

con

el

único

propósito

de

probar

su

funcionamiento, y es por este motivo, el que una nave de algún otro sistema arriba a esta comarca, en una misión tan incierta,

como

implacable.

La

luminosidad

y

su

transparencia se ocultan de la noche con destellos de una sombra artificial que emerge de sus tentáculos opacando la esfera principal. Sus motores suavizan el sonido del viento que se asfixia entre las velas abultadas arriándose para amortiguar el descenso, con el firme propósito de ocultarse de los pobladores, que sólo perciben la escasa brisa del verano sobre las frondosas ramas de sus habitaciones. Los ocho brazos se prolongan desde el casco principal

225


amarrándose a los árboles aledaños como una hiedra envolviendo un muro, aferrando su osamenta al suelo como un ancla, para luego aflojar la presión descansando con un suspiro del fluido hidráulico hasta apoyar suavemente su estructura en el piso. Las sombras de la noche caen sobre la nave como un manto obscuro que cubre su cuerpo deslizándose lentamente y ésta reacciona modificando las distintas superficies de su contextura de modo que se mimeticen con el entorno inmediato, provocando un efecto de transparencia fantasmal hasta desaparecer por completo. Algunos sonidos metálicos aislados se escuchan en el interior por unos momentos, pero se confunden con los habituales quejidos de la noche en el bosque hasta que repentinamente una escotilla se abre en el vientre del navío, dejando escapar un bostezo iluminado en cuya aureola se inscribe un organismo bípedo, que desciende con cautela hasta perderse

en la espesura de la

vegetación. Un segundo individuo, armado de un ave que posa en su hombro derecho salta ágilmente hasta los matorrales en tanto que un ser de aspecto metálico hace lo propio pero sin mover sus articulaciones, deslizándose en el aire como una pluma en el viento.

La puerta se cierra

lentamente con un suspiro hidráulico hasta cegar su luz emergente convirtiendo la noche en un sólo espacio de nuevo,

uniforme de sombra y silencio, como un testigo

anónimo y discreto. La enigmática terna se sumerge en la selva ocultándose de los lugareños y comienza su camino haciendo un rodeo hasta alcanzar una de las torres que soportan el superconductor elevado, donde esperan el momento preciso para abordar el tren, que consiste en una

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oleada de esferas en continuo movimiento hasta que una de ellas se separa de la línea tomando la desviación ascendente que logre detenerla exactamente en lo alto de la torre de abordaje, inmediatamente por debajo de la plataforma de acceso sobre la que esperan los tres alienígenas. Krocba, el de mayor rango y primero en bajar de la nave, introduce su mano en un cubo lector ubicado en la baranda de la tarima y el piso se abre como un diafragma, al igual que la cúpula de la esfera metálica del tren para permitirles el acceso. De su interior asciende una bocanada de humo de color verde, que suspende a los tres en un colchón de

aire, que

gradualmente los

va

posicionando en forma descendente en el centro de la esfera, hasta que ésta cierra su escotilla.

En el interior

Arnais, el joven atleta y Jack, el androide se muestran curiosos al ver que sus cuerpos permanecen suspendidos en un campo ingrávido, en tanto su jefe los observa calmado, con una sonrisa presuntuosa. -“Tranquilos…”, les dice con aire suficiente: -“Quédense quietos durante el arranque”, Jack obedece mecánicamente, en tanto Arnais lo mira displicente y continúa revisando las paredes de la esfera metálica aprovechando la falta de gravedad.

La esfera

empieza a girar en su lugar hasta alcanzar una rapidez tal que se vuelve transparente, permitiendo ver el exterior con mucha claridad, y la vista es sólo obstruida parcialmente por el cuerpo del joven Arnais y su ave rebotando aleatoriamente

por

las

paredes

del

casco,

aunque

lentamente hasta que Krocba lo toma por un brazo y lo sienta junto a ellos en las virtuales butacas de aire comprimido, donde se reencuentra con su aguilucho que

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se posa de nuevo en su hombro. La cabina se desplaza por la rampa descendente acelerando en forma gradual hasta alinearse con el resto de las esferas del tren una vez alcanzada la velocidad apropiada. El viaje ha comenzado y la expedición sigue su curso. El cubículo de cristal les deja ver la inmensidad del bosque

en interrelación con las torres de viviendas

biotécnicas

interconectadas

unas

con

otras

por

el

superconductor, que lleva la savia que alimenta a la población con los insumos necesarios para la vida y la sociedad. Cada estructura posee una forma diferente pero armónica, colonia

respondiendo que

las

al modo

habita,

pero

de vida de cada manteniendo

las

características del barrio. Krocba señala a sus dirigidos un sector de la ciudad, haciendo un movimiento indicador con la cabeza, y luego dice:-”Fíjense en ese grupo de torres, bajo los árboles más altos del bosque…” -“Sí, se pueden ver luces filtrándose por la corteza de los

edificios”-

entusiasmo.

contesta

interrumpiéndolo

Arnais

con

En ese momento una decena de feroces

arácnidos metálicos aparecen entre las rendijas de la madera atacando a los ocupantes de los edificios con armas

lanzallamas

mientras

las

familias

indefensas

abandonan sus hogares en busca de la protección del magnetismo del ciclotrón, aunque no todos lo logran. -“Creo que encontramos el primer lugar donde investigar”

-completa el comandante y sin detenerse le

ordena a Jack:-“Hazme un pronóstico de este cuadrante y busca

una

zona

en

donde

podamos

pasar

desapercibidos…” y continúa dirigiéndose ahora a ambos:-

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“Recuerden que no debemos tomar contacto con los aldeanos ni involucrarnos en esta etapa de la expedición”. El androide hace unos ruidos en su interior y su armadura metálica parece reacomodarse para permitir visualizar una especie de ordenador en el que se ve la pantalla esbozando algunos gráficos mientras Krocba introduce su mano en el prisma lector de la cápsula para indicarle que comience la desaceleración por la rampa ascendente que los separe del ciclotrón para ubicarlos sobre la plataforma de egreso. La esfera es nuevamente opaca y esta vez, la puerta diafragma es inferior, y se abre permitiendo que los impulsores del colchón de aire sostengan sus cuerpos, y lentamente desciendan a través de la escotilla. El grupo baja

de

la

torre

inmediatamente

estación

entran

en

de

una

transferencia de

las

e

viviendas

desocupadas, según el informe de Jack, para instalar el equipo que llevan en sus mochilas y así poder empezar con el reconocimiento del área. Arnais extiende su mano y Scaneye, su aguilucho se posa en él extendiendo sus alas mecánicas permitiendo ver ciertas luces y conexiones rotar y desplazarse por su cuerpo hasta quedar totalmente expuestas. Su amo le introduce un chip con instrucciones e inmediatamente alza el vuelo recorriendo todas las ventanas por donde el edificio exhala luz, grabando todo aquello que pudiera servir para su misión. Jack abre su chaleco metálico y desensambla una variedad

de

equipo

electrónico

con

el

que

está

conformado su pecho y lo instala en un sector vacío de la habitación. Krocba adopta una posición de sentado pero sin silla y ejerciendo presión sobre los dedos de sus pies se

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sienta al mando en el flamante panel de instrumentos armado por el androide, que ahora adopta una posición de mesa de trabajo, agachado y con ambos brazos extendidos. reflectores

De sus manos salen rayos de luz como orientados

hacia un mismo punto en la

habitación, donde se configura un área esférica luminosa, dentro del cual puede verse una escena que está siendo grabada por el aguilucho metálico que ahora está sobrevolando el edificio. La imagen muestra un espécimen humano con una piel ligeramente verdosa vistiendo una coraza vegetal muy colorida con pies triangulares y aplanados

como

hojas,

hablando

en

un

idioma

desconocido. Krocba le dice a Jack: -“Sintoniza el canal del habla correctamente”.

La boca del androide se abre y su

dentadura comienza a girar como el dial de una radio, mientras el sonido emitido por el hombre en la esfera paulatinamente va entrando en sintonía hasta volverse un idioma reconocible por el grupo. Krocba mira a Arnais y le dice:-“Ahora es tu turno” El joven camina hacia la esfera luminosa y se introduce en ella, en tanto Jack abre y cierra sus brazos hasta hacer coincidir el holograma del humano con la estatura de Arnais. Luego de unos instantes, éste sale de la esfera con un nuevo aspecto similar al holograma pero con los rasgos propios de sí mismo. Comienza a hablar en el idioma del holograma y Krocba puede ver su traducción en las pantallas que soporta Jack en su espalda. -“Correcto” –Dice éste mientras se para y se dirige hacia la esfera para repetir la operación con su propio

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cuerpo y luego le ordena al androide:-“No olvides guardar los parámetros para futuras modificaciones, considerando que cada colonia tiene rasgos diferentes en función del lugar donde se alimentan”. Jack asiente con la cabeza y comienza la conversión de su cuerpo al estado original desarmando el equipo y re-ensamblándolo en su pecho. El ave vuelve entrando al cuarto por la ventana y se posa esta vez en el hombro de Jack, para recargar baterías. El dúo arbóreo camina por el bosque mimetizándose con los arbustos. Unos niños con su apariencia aparecen súbitamente con armas de juguete jugando entre sí e ignorando a Krocba y Arnais, cuando dos Mactrolls descienden de los árboles y atacan a los infantes golpeándolos con sus brazos mecánicos. Arnais reacciona de inmediato y se abalanza contra una de los arañas cortando una de sus patas con su espada iónica, mientras su jefe le ordena que no interfiera en el ataque, pero el otro Mactroll al ver la acción de Arnais contra su compañero arremete contra ambos, olvidando a los pequeños que huyen por el bosque. Krocba despliega un escudo de su traje y una lanza telescópica y embiste a éste ayudando a su discípulo en la confrontación. Ambos consiguen abatir a sus atacantes, quienes no contaban con que dos nativos (como

ellos

aparentaban

sofisticado armamento.

ser)

pudieran

poseer

tan

El capitán mira los metálicos

cadáveres y luego dirige sus ojos directamente a Arnais mientras dice:-“¿qué parte de –no involucrarnos- no entendiste?” -“Pensé que los colonos eran nuestros empleados, y los Mactrolls nuestros enemigos” –dice Arnais.

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-“No debes confundir empleados con esclavos, ni tampoco enemigos con competidores… –contesta Krocbade hecho, esta ciudad se está convirtiendo en una carga para la Corporación, debido a la incipiente insurrección de los colonos”. -“¿Y que están haciendo aquí los Mactrolls?” -“Ellos están intentando apoderarse de la ciudad porque les resulta más rentable controlarlos que a nosotros, debido a su proximidad y se quedarían con la totalidad de la explotación, sabiendo que para la Compañía una guerra tan lejana sería inviable”. -“¿Pero, entonces: Cual es nuestra misión aquí?”Pregunta el joven Teniente. -“Nuestra misión está limitada a la simple observación y compilación de datos que les permitan evaluar la continuidad de factibilidad en el actual emprendimiento”. Luego de reacomodar su vestimenta los soldados salen del área arbolada y se internan en la zona de montaña, el sector de las minas de cobre.

Llegan a otro

edificio biotécnico, que apoya solamente una columna cilíndrica en el suelo y se eleva ramificando las diferentes recámaras que soplan luz a través de sus grandes ventanales,

a

la

vez

que

desafía

la

gravedad

acompañando al viento con movimientos ondulantes como un inmenso hongo. Una compuerta se abre en la base y ambos se introducen en el cilindro que impulsa hacia arriba la plataforma de apoyo mediante un chorro de aire comprimido hasta llegar a la subestación donde deben bajar y seleccionar el conducto flexible a tomar, cada uno de ellos orientado según la rama de destino. En este punto,

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ambos reciben tele-instrucciones de Jack que desde el puesto

de

vigilancia

transmite

hacia

un

adminículo

insertado en el traje de los dos. -“Ducto tres Este” – dice la metálica voz, y ellos abordan el ramal correspondiente hasta llegar al sector de esparcimiento exterior, una plaza elevada ubicada en la intersección de dos ramales que sirve de acceso a las unidades de vivienda y como lugar de reunión de los parroquianos.

De pronto ven a un grupo de mineros

caminar por la plaza y se esconden de ellos rápidamente, cuando descubren que la coloración de su piel no concuerda con la que ellos llevan. Jack, que los observa desde la estación de vigilancia les dice:-“Calma…ya estoy haciendo los arreglos para solucionar eso”. coloración

cambia

del

verde

musgo

Pronto su al

cobrizo

correspondiente a la colonia a la que acaban de arribar e Inmediatamente ambos se mezclan entre otros mineros que se dirigen hacia un sector donde se mezclan entre otros mineros que se dirigen hacia un sector donde se mezclan entre otros mineros que se dirigen hacia un sector donde se encuentra un grupo mayor. La gente se acomoda en torno a un orador sentándose en el suelo inclinado con una suave pendiente para permitir que todos pudieran verlo El ágora se colma en su capacidad y el disertante comienza su alocución con voz suave pero firme.-“Quiero agradecerles su presencia el día de hoy.

Sé que esto es muy

comprometido para todos pero creo que ha llegado el tiempo de decidir si debemos seguir siendo esclavos del sistema, nutriéndonos de la espiral a cambio de todo nuestro esfuerzo en las minas, o si reclamamos la libertad de

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elegir el destino de nuestras vidas” El conferencista hace una pausa para poder observar los rostros de la gente, que parece no conmoverse por sus palabras y hace otro intento un poco más personalizado. “Jojha…” espectadores:

–Dice

señalando

a

uno

de

los

-“¿Qué sentiste cuando la corporación te

separó de tu esposa e hijos, debido a que descubrieron tardíamente que tus habilidades no correspondían con la colonia a la que pertenecías, por composición

genética

durante

tu

un error en tu gestación?

Y

tú,

Mhaktom…” (Señalando a otra persona) –“¿Crees que si quedas inválido tras un posible accidente en la mina te van a seguir manteniendo vivo…?” Levantando la vista hacia todo el auditorio… “-¿Cuántos minusválidos conocen desde que están aquí y cuántos accidentes presenciaron?” Krocba y Arnais cruzan una mirada de preocupación a la distancia. Ellos se habían separado para captar mejor el

sentimiento

de

la

gente

durante

el

discurso,

y

disimuladamente se aproximan uno al otro para poder organizar el plan a seguir. Uno de los oyentes exclama: “¿Cuántos de ustedes están dispuestos a abandonar la seguridad del ciclotrón para vivir en el campo interno de la espiral, con el consiguiente riesgo para sus familias?”. Esto afloja un poco la expresión de aflicción de ambos infiltrados, con lo que Arnais se atreve a exclamar con entusiasmo: -“¡Es mejor vivir con seguridad!”.

Al decir esto, el

joven siente que todas las miradas del pueblo se le clavan en su espalda, (incluida la de Krocba que le lanza un vistazo

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amenazante por haber puesto en peligro la misión) hasta que alguien le replica: -“¡Tú no pareces de esta colonia… yo nunca te había visto por aquí!” El joven Arnais hunde su cabeza en su cuerpo como esperando un milagro… cuando una voz de mujer contesta al inquisidor: -“Yo lo invité, él vino conmigo”

La masa enardecida

parece atenuar su excitación mientras el muchacho, quién no puede evitar su asombro, gira lentamente su cabeza para descubrir a su ángel de la guarda, una hermosa joven de piel semitransparente vestida

con

delgados

y ampulosa cabellera cobriza, pétalos

de

una exótica

flor,

combinadas con el sofisticado perfume de su cuerpo. Krocba mira la escena aliviado e intenta integrarse un poco al grupo aprovechando el momento de confusión en que se encuentra la gente y realiza algunos comentarios moderadores con algunos asistentes para terminar de tranquilizar

los

ánimos,

subrepticiamente.

Arnais,

y

poder que

salir aún

de se

la

plaza

encuentra

embelesado con la joven, no nota la intensión de su jefe y se queda conversando con ella mientras su compañero abandona el ágora y se aleja dejándolo a merced de la dama. La asamblea continuó por varias horas y los ánimos del público se fueron volcando en forma creciente hacia la postura de revelarse a la Corporación que los sostiene a riesgo de perder todos los beneficios que eso significa. Hubo varios oradores pero el momento culminante es ahora,

cuando Ishania, la bella muchacha toma la

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palabra. Arnais la ve virtualmente flotar hasta el podio con su andar femenino y se prepara para aplaudir cualquier cosa que ella diga, mostrando una incondicional y desbordante alegría por el contenido de lo que ella pudiera decir. -“Ustedes saben que no pertenezco a la colonia…” – Empieza diciendo. “Tampoco pertenezco a ninguna de las barriadas que se alinean en la espiral Ciclotrónica, ni me nutro de su especia, ni mi familia lo hace…y como pueden ver, aún gozo de buena salud”. La hermosa joven levanta su frondoso cabello color cobre y lo suelta sobre su voluptuoso y perfecto cuerpo translúcido, provocando un estruendoso aplauso en la libidinosa muchedumbre iniciado por el joven Arnais. La bella Ishania hace una graciosa y sutil reverencia y continúa: -“En el campo interno de la espiral, no tenemos lujos, ni especia, pero tenemos dignidad…y sobre todo ¡Libertad! Para vivir donde queremos y con quien nos amemos…” – Dice esto último suavemente,

y lo hace mirando

provocativamente a los ojos de Arnais, quien se ruboriza y al principio no puede sostenerle la mirada pero luego cobra valor y se la devuelve desafiante hasta terminar en una sonrisa. Al terminar el mitin, la gente se dispersa orgullosa y la joven pareja se aleja

caminando lentamente hacia los

campos interlineales de la espiral, donde vive Ishania.

El

joven galante acompaña a la doncella embriagado por su perfume cuando ella le dice: -“¿No te intriga saber por qué te protegí?” (Sin mirarlo de frente ni detener la marcha). Arnais, que hasta ahora estaba en una nube de encanto

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cae virtualmente a tierra y para de caminar, mirando a la dama con cara de carnero degollado, sin saber que decir. Ella continúa hablando al ver que él se queda sin habla. – “Yo sé quién eres y a qué has venido a la ciudad”. -“¿Cómo sabes que no pertenezco a la ciudad?” replica él aún desconcertado. -“¡Si no lo sabía, ahora lo sé!” contesta ella con sarcasmo “aunque no sé si aún debo preocuparme por ello… ¿o sí?” Lo incita provocativa recostándose contra una gran roca en la penumbra del atardecer. Arnais accede a la invitación acercándose a ella y la abraza dulcemente. A la mañana siguiente, el valiente guerrero llega al cuartel orgulloso de su última contienda, aunque al ver a Scaneye, su fiel aguilucho volando en círculos sobre su cabeza en señal de bienvenida, toma conciencia de su situación y aminora la marcha como para darse tiempo a pensar alguna excusa que darle a su capitán, quién lo espera ansioso de saber sobre sus avances en campo enemigo. Krocba lo recibe diciendo:-“Tenemos trabajo que hacer, ya me contacté con la Corporación y están esperando nuestras medidas disuasivas, para frenar el motín”. -“¿Medidas

disuasivas?”

–pregunta

tímidamente

Arnais. -“Sí, y como estábamos sospechando, no tenemos mucho tiempo” replica el comandante. “Scaneye estuvo consiguiendo material de otras barriadas, y Jack recopiló información sobre otras veinte asambleas disidentes en lugares estratégicos de la ciudad… ¡Es hora de secuestrar a

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los instigadores y reconfigurarlos para un nuevo régimen de readaptación social!” -“No creo que con eso logremos algo. Ayer en el mitin, la gente tomó coraje y se decidió por la sublevación por unanimidad, por lo que no creo que reiniciar a los instigadores sea suficiente”, dice El joven Arnais con desesperación. -“En ese caso se les cortará el abastecimiento de esencia para desalentar a las masas” – contesta Krocba, “Lo importante es terminar con los cabecillas y el más importante de ellos, es tu dulce Princesa” –completa el jefe con una mirada de advertencia a su subordinado. Arnais comprende que está siendo implicado por su jefe pero decide continuar en esa postura. –“Ishania no le pertenece a la Corporación, ella nació naturalmente en los campos interlineales de la ciudad y no se tiene el poder de reiniciarla genéticamente” -“Entonces simplemente tiene que desaparecer por el bien de la sociedad”. –Sentencia Krocba.-“Y esa va a ser su misión” –y concluye con aire militar: -“¿Comprendió soldado?” -“¡Si…mi

comandante!”,

responde

Arnais

cuadrándose ante un oficial superior. Krocba le da instrucciones a Scaneye, para que localice e inocule un suero re-iniciador a los incitadores mediante el aguijón provisto en sus garras, y ordena a Jack activar la suspensión temporal de la provisión de la especia que fluye por el ciclotrón, para presionar a los disidentes a que vuelvan a sus respectivas tareas de colección de insumos. Arnais sabe que la especia que sirve de nutriente

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para los humanos que viven en las viviendas biotécnicas, contiene además una droga con un componente adictivo, que obliga a los trabajadores a mantener una incondicional fidelidad a la Corporación, por lo que no sería conveniente suprimírselas por mucho tiempo, si se pretende mantener la factoría funcionando, es por eso que no presta atención a las directivas de Jack y se aboca a impedir las de Scaneye, con la escusa de cumplir sus propias órdenes. Sostiene a su aguilucho con una mano y finge impulsarlo por la ventana a la orden de:-“¡Vuela por tu misión!”, cuando en realidad lo que hace es extraerle la tarjeta de memoria que la contiene. -“Con su permiso, mi capitán…voy por mis órdenes” – Dice el joven teniente haciendo una formal reverencia, y sale de la habitación con la venia de Krocba. Al rescatar a su fiel aguilucho, el joven le implanta nuevas directivas, que consisten en localizar a su amada y advertirle sobre los planes de su jefe. El plan de Arnais es convencer a su jefe que abandonan la ciudad con la misión cumplida pero previamente destruir el abastecedor de especia y permitir que la comunidad comience una nueva vida en libertad, viviendo del trueque entre colonias en lugar de hacerlo de las migajas que la Corporación les ofrece por su trabajo. Una vez hecho esto, los tres soldados se reencuentran en la nave para emprender el triunfal regreso. -“Ya estamos todos”, dice Arnais. Krocba le sonríe y le contesta: -“Te equivocas…” (Cuando ve salir de otra recámara a Ishania, quién se ubica al lado de su jefe)“ahora estamos todos” continúa incluyendo a la bella mujer, y ordena a Scaneye que lo arreste por traición. El

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aguilucho vuela sobre su hombro y le aplica un aguijón que lo deja paralizado mientras el capitán sigue explicándole:“Ella es una infiltrada que trabaja para la Corporación desde que era una adolescente y fui yo quién la reclutó. Era una carta en la manga que me permitía controlar la insurrección en nuestra ausencia, ya que se nos hace inviable enviar expediciones periódicas”. Krocba da las instrucciones finales a Jack antes de partir, y redacta el informe que Scaneye graba en su disco de memoria.“Misión fallida. Factoría improductiva a raíz del triunfo de la insurrección.

Personal infiltrado Ishania y Teniente Arnais

caídos en cumplimiento del deber.

Recomiendo la

interrupción del suministro de especia y abandono de la ciudad. Fin del reporte.”

Luego da unos pasos hacia la

hermosa joven y la besa en la frente. -“Lamento no haber estado cuando perdimos a tu madre, hija mía”, después toma de los hombros al aturdido Arnais, y le dice:-“Siempre supe que serías el indicado para ella…hijo mío”. La nave tardó unos minutos en desenmordazar los tentáculos de la tierra, como si se resistiera a dejarla, hasta que por fin da un salto glamoroso hacia el infinito paisaje del cielo nocturno. En tierra quedan Arnais e Ishania con los ojos puestos en la maravillosa estela de luz que como fuegos artificiales anuncian el día de la independencia. Ella lo toma de la mano y le dice: -“Vamos a casa…”

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YO CADÁVER

Contrariamente finalmente morí.

a

lo

que

hubiese

deseado,

No es que menosprecie este funesto

estado ni mucho menos, lejos de aborrecerlo yo diría que hasta pudiera haber estado peor;

de hecho, aún soy

consciente de mi propio fallecimiento, así como años antes de esto me he ido acostumbrando al griseado de mi cabello y hasta a mi digna calvicie; el no mucho menos solemne abdomen

como a la majestuosa papada y el

avance riguroso de mi arrugado cutis me fue motivando a sobrellevar una honorable vejez. Luego de estos paulatinos adversos acontecimientos, he llegado a establecer una filosofía del infortunio, que me ha llevado a sobrellevar mi nefasto ser por la senda del optimismo póstumo. No pretendo tener una muerte dichosa ni un desenlace aciago para justificar mi adversidad, sino por el contrario, creo que he conseguido a lo largo de todo este tiempo el luctuoso legado de la sabiduría; aquella que se consigue con las 241


experiencias de vida e incluso, (ahora lo sé) con la posibilidad de poder funestar mi propia suerte. Si, ya sé, qué de mis órganos en descomposición y mi esqueleto tieso con mis desgarrados músculos asiéndose a algunos de mis huesos… Bueno, viéndolo desde esta perspectiva, no me quedan tan mal como mis primeras bolsas bajo los ojos o mi encorvada espina dorsal; en realidad hasta diría que me asientan bastante bien, considerando el infortunio que he tenido que sobrellevar durante mi agonía. Mas ahora solo se me ocurre pensar en mi futuro, para alejarme de esa amenaza de extinción que yergue sobre mis huesos. Nunca acepté la derrota ni lo haré ahora, que he conseguido salir adelante tras mi fallecimiento, lo que me indica que no fue el final sino solo un escalón en el proceso, e indefectiblemente mi expiración me conduce a un nuevo estado de las cosas que auguran un desenlace positivo. Quisiera creer que tantos años de dolor y sufrimiento, de amor y desencuentros, no fueron en vano y tras ese pesar solo me queda suponer que mi muerte no es más que una nueva forma de agasajar mi vida; un reencuentro con mis emociones y mis sentimientos; la pasión hecha carne en la transformación del polvo al polvo, de las cenizas a las partículas, aunque el procedimiento fuese realizado por esos gusanos que degluten lo que queda de mi cuerpo para convertirlo en parte de su infinito cósmico; aquel que nos espera avasallando nuestras esperanzas con sus póstumas promesas de vida eterna.

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EXTRANJERO Arribo

Buenos Aires, 08 de Febrero de 1955

El cuerpo fue hallado a las 6:30 de esta mañana desnudo y tendido boca abajo en playa Carrasco, cerca del muelle de pescadores; con sus signos vitales débiles se lo trasladó al Sanatorio Del Norte, donde fue derivado a la sala

de

Cuidados

Intensivos;

durante

varias

horas

permaneció inconsciente hasta que entrada la noche súbitamente abrió sus ojos, sin que nadie lo presencie. -“¿Viste al paciente de la cama 4?”-pregunta una enfermera al ayudante de guardia, sentado tras una cortina que lo separa de la sala de cuidados para no molestar con la luz a los internos.

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-“¡¿No está…?!- Pregunta alarmado moviendo la cortina para verificarlo con sus propios ojos…

La noche cálida de la ciudad se presta para caminar bajo la luz de los faroles, que narran su historia en el adoquinado, salpicado del sudor de la urbe que descansa de un día agobiante. El hombre viste ahora un traje gris con sombrero oscuro y zapatos negros que reflejan su aire masculino; y su porte erguido denota su carácter maduro y firme. En la vereda de enfrente, otro hombre camina en sentido contrario abrazado a dos jóvenes mujeres que bromean entre sí haciendo alusión a su presencia de este lado de la calle; cruzan la calzada con la obvia intención de enfrentarlo y al acercarse, él detiene su marcha, esperando que muestren sus intenciones.

Una de las

mujeres se dirige a él haciéndole un ademán de pedirle lumbre para su cigarrillo, el que se encuentra adosado a una larga boquilla blanca y él se percata que quién la acompaña, lleva un grueso cigarro encendido en la mano que intenta ocultar tras su espalda. -“Analía…”-Dice ella mientras lo enciende tomando su mano para acercarla al cigarrillo, y mirándolo desde abajo en tanto espera que se presente, lo que él no hace, debido a que está atento a los movimientos de sus acompañantes. -“¿El tuyo…?”-Insiste Analía, sin soltarle la mano con que toma el encendedor todavía encendido.

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El cierra el capuchón con un hábil movimiento de sus dedos y poniendo la otra mano en la barbilla de ella, la obliga suavemente a levantarla hasta que la enfrenta a su cara.-“Arcián…”-Responde con firmeza. Las cuatro siluetas se alejan hacia la obscuridad de la calle hasta perderse en un callejón, que los conduce a un sombrío edificio de Barrio Norte, al que entran sigilosamente, tomando la cabina de enrejado metálico del ascensor hasta que la penumbra los oculta en el piso superior. -“Ahora…algunos de nosotros tendrán lo que vinieron a buscar…”-Dice Analía mientras lo abraza para besarlo y su compañera cierra la puerta del cuarto, en tanto el otro hombre desenfunda un cuchillo y se lo clava a Arcián en su cintura, quién sin mostrar dolor alguno, toma su mano y la tuerce hasta que logra separarla de él, quedándose con el arma insertada en su cuerpo. Con la otra mano empuja a Analía contra su amiga y ambas caen violentamente sobre la cama; luego toma el cuchillo de su cintura y lo quita mostrándole su expresión indolora a su oponente mirándolo a la cara, lo que hace que éste se levante del piso y huya aterrorizado por las escaleras.

Arcián cierra la puerta y

lentamente se dirige hacia las mujeres que aún están petrificadas por el miedo juntas en la cama…abrazándose entre sí y sin que medie ninguna palabra empiezan a desvestirse una a la otra, y la noche se consuma.

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Esta mañana fueron encontrados los cadáveres de dos prostitutas en un departamento de Barrio Norte; Las pericias forenses no determinaron

aún la causa de las

muertes, sin embargo se filtró la información que ambas jóvenes carecían de algunos órganos vitales.

Incitación

Buenos Aires, 18 de Febrero de 1968

El carnaval en la Avenida de Mayo va cobrando todo su esplendor; las comparsas le abren paso entre la gente bailando en la calle a las carrozas iluminadas representando a cada una de las barriadas. La alegría dibujada en las máscaras pretende ocultar el verdadero

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rostro de una sociedad envuelta en su propio cinismo y que estalla para esta época con la maravilla de luz y color engendrada por su excitación. Un cuerpo de infinitas caderas conforma la gran serpiente sinuosa con su sexualidad perfumada de música alegre y alcohol. Ojos de rebosantes miradas ocultan sus pretensiones detrás de un antifaz, capaz de deglutir el aliento del corso con una sola bocanada de humo, que se esfuma hacia la madrugada que finge no llegar nunca. Manos incontenibles alabean la complexión de seductoras muchachas casi sin rozarlas y sintiendo su candor que se esparce en el aire, acabando por adornarse con caricias deseadas y no concretadas. Cuplas de jóvenes se entrelazan acariciando sus cuerpos con gracia y deseo, lamiendo sus bocas y bebiendo sus copas. Todo parece encajar entre sí como piezas de un mismo rompecabezas, amachimbrando sus formas en movimiento y cambiando de color como de pareja en un erótico baile de amor y lujuria que parece no terminar nunca, mientras la comparsa se siente. Al apaciguarse las luces y alejarse la música, un grupo de hombres y mujeres jóvenes se retrasan de la murga y se escurren entre las calles laterales, como escapando del jolgorio imperante y buscando la quietud de la noche en los angostos pasajes del centro, aquietando sus bríos y entregándose a su sed de arrumacos con la pareja de turno hasta que se posan en una fuente en el interior de una plaza inscripta en un callejón, como aves en reposo, luego de migrar de apareo. Abrazados de dos en dos y de tres en tres, comienza el enamoramiento que surge

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dulce del vino, embriagados de luces se abandonan a su sensualidad dormida. -“¿A vos no te había visto en este grupo?”-Dice una muchacha entre dormida y mareada a lo que el hombre responde: -“Es cierto, solo que me confundí de grupo y pretendí mudarme de amistades” -“¿Y tu nombre es…?”-Le retruca un joven -“Me dicen Arcián…” Todos se miran entre sí y luego uno de ellos levanta una botella de cerveza y dice:-“Brindo por el amigo Arcián…que ahora juega para nosotros”-y todos asienten con botellas y vino, y no les importa la diferencia de edades, como si de pronto todo se vale, cuando es carnaval. Unos

minutos

después,

todos

entran

en

el

departamento de uno de ellos a dormir la mona de tanta parranda, cuando Arcián levanta una copa y dice:“¿Acaso esto fue todo?… ¿Qué clase de juventud es esta?” Los

demás

se

quedan

mirándolo

como

esperando

sugerencias de un adulto y estas no se hacen esperar. -“Yo en mis veintes, no paraba hasta hacer el amor con cada mujer del grupo, pero veo que las cosas han cambiado en quince años”. Algunos muchachos sienten el golpe bajo, y se desembarazan de su mujer de turno para arrinconarse contra su propia pareja, pero una de las mujeres rechaza al suyo levantándose del suelo y recostándose contra Arcián, sin provocar en su novio la menor reacción salvo el despecho de besar a otra joven. Arcián afloja su corbata, y

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otra chica se levanta y se quita toda la ropa, dejando solo su antifaz, como señal de que la fiesta continúa, para luego sentarse sobre las piernas de él; y la música recomienza y el licor hace otra ronda, y los vestidos caen hasta que la sexualidad retoma el control de la noche…sin penas ni llantos, todo es amor y alegría hasta que la desazón cae.

Subordinación

Buenos Aires, 25 de Junio de 1978

Un único y terrorífico grito de miles de voces desgarra la angustia emergente de los últimos minutos desesperados en el estadio, que ocultan siniestros años de ceguera y dolor en la algarabía ciudadana por obtener el trofeo que los hace invencibles ante los ojos del mundo. El gran Coliseo estalla en Núñez desparramando gente entusiasta que en todas direcciones fluye su alegría incontenida como una

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erupción volcánica, cuya lava celeste y blanca tiñe de júbilo y bronca las paredes de una ciudad, cubierta en el humo de papel picado que absorbe por un momento la sangre derramada en todo este tiempo de subordinación al poder impuesto por la sordera cívica. Por primera vez, sin una sudestada que lo provoque, las calles se ven inundadas de euforia manifiesta en cánticos y risas que conforman la gran masa homogénea exaltada en sus lágrimas, que no se deciden por una causa porque tienen el mismo efecto. La policía montada conduce la manada hacia la plaza que recibe el cauce desbocado con un destino previsto, y como allá en el matadero…su éxtasis se aquieta y todo se vuelve sumisión. Desde el balcón rosado, las sombras cobran su premio sacando ventaja de la confusión, y la masa enardece entre vitoreos y gritos, que confunden la mística de tan glorioso evento, con la lucha profusa de algunos desubicados, matarifes infiltrados de un matadero ajeno. Dragones humeantes metálicos irrumpen de pronto en la multitud desarmando la fiesta con agua y con bombas de humo, el ejército ataca con balas de goma y la gente presencia una pesadilla bizarra, con gritos y risas mezcladas con fuego y con llanto. Se dispersa la celebración ante el común suceso, usual para todos los convocados, que viven a diario esas intrusiones en su vida, como si no les perteneciera a ellos, sino a los matarifes. Ya en las calles paralelas a las avenidas unos grupos desarmados caminan orgullosos de haber sobrevivido a la brutal embestida de sus gobernantes de turno, repasando

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pancartas oficiales en las paredes que anuncian la dicha de ser “argentinos derechos y humanos”, festejando un día glorioso en que su camiseta azul y blanca ondea en lo más alto del futbol mundial. Sus mejillas degastadas de gritar y llorar de alegría confusa de dolor y empatía, de unos con otros que por primera vez salen de un estadio sin una barra enemiga que refutara el resultado con cadenas y piedras, y aún así volver a casa como si la gran batalla la hubiesen tenido con el propio hermano, quien los hubiera molido a palos. En una esquina cualquiera un hombre maduro reparte panfletos que ostentan contarles lo que no está sucediendo, con pinta de extranjero, quien no debería insultarlos de ese modo, ya que todos saben que es cierto lo que las pancartas de estado declaran, acerca de su humanidad y derecha postura, aunque en esta contienda se les hubiera torcido la espalda, a fuerza de macanas y brutalidad

policíaca.

El

hombre

parece

resuelto

de

persuadirlos a todos, que esa vida es mezquina y que deben resistirla, pero la masa se esconde en recetas programadas por la extrema pobreza de ser subordinados y el orgullo surgido de ese gran día engrandece las ínfulas de ser argentino, y una vez más los gendarmes arrinconan al intruso y esta vez es el pueblo quien se une a ellos para defender lo que es suyo, propinándole a aquel tremenda paliza, al grito de:-“Subordinación y Valor”, de modo que nunca pueda olvidarse que el orgullo argentino permanece vivo, aún a sabiendas que ese es un mal gobierno, y en extremo violento, pero les ha dado el triunfo que jamás consiguieron.

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Cuando las

papas

queman…Debe

hacerse

el

estofado, y ningún extranjero está invitado a ese asado.

Maldita Seducción

Buenos Aires, 12 de Febrero de 1981

Sus manos acribillan el teclado como intentando despertar el demonio que duerme en el interior del piano, aunque éste se niega a despertar hasta que un alarido desgarrador lo trae a este mundo en bata de cama. “We will rock you”, acerca al micrófono un deseo de acabar con la música para siempre, pero sus oídos parecen inmutables y su entusiasmo arremete una vez más contra la salud de quienes se nieguen a escuchar; desinhibidos rugidos pseudomusicales pretenden penetrar sus tímpanos contra natura hasta que con una relajada expresión de aceptación acaten su mandato, en resignada comunión con tan diabólica tortura. Sus piernas golpean el suelo con toda la furia acumulada de su eufórico ritmo hasta que algunos débiles golpecitos en la puerta del departamento pretenden disociarse de él con un tímido pero persistente llamado. Arcián tarda unos segundos en abandonar su trance hasta que sus dedos se detienen como una araña

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petrificada sobre las teclas y un áspero grito continúa exhalando a través de su boca hasta que por fin se esfuma como un débil chillido en el aire. Corre su bata por detrás del banquillo y se levanta súbitamente a abrir la puerta; posa su mano sobre el picaporte y luego de inhalar profundamente tira abruptamente de él hasta ver la delicada figura de su vecina de abajo, que levanta sus hermosos ojos verdes hasta encontrarse con los suyos, no resistiendo su fuerza y bajándolos nuevamente hasta su cintura,

donde

se

detienen

al

ver

que

su

bata

desabrochada deja ver más de lo que debiera. Arcián se cubre amarrándola con el cinturón de tela y ella levanta nuevamente su vista, ocultando su perturbación, la que se convierte en agresividad, cuando una suave voz sale de su boca como dardos envenenados: -“¿No cree usted que algunas personas

prefieren

dormir la siesta un sábado a la tarde?”-Le dice ahora más decidida. Arcián mira a la joven con cierto desdén y cierra la puerta lentamente con un suave empujón mientras se da vuelta y camina hasta la cocina, luego se detiene y corre nuevamente

hacia

ella,

abre

la

puerta

y

le

dice

apoyándose en la baranda de las escaleras: -“He notado que te ha llamado la atención ésta música, y da la casualidad que tengo dos plazas para el concierto de Queen en Vélez esta noche… ¡en un par de horas bajo y te toco a la puerta!”-Sentencia y vuelve a entrar en su departamento mientras la muchacha se queda petrificada con la mirada bloqueada en el punto donde hace unos segundos se encontraba su insoportable nuevo

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vecino”. Arcián camina por el salón al mejor estilo Robert Plant y deja caer el micrófono al piso con arrogancia, y se dirige a tomar una ducha agradeciendo los aplausos de su imaginario público, los que se confunden con el chillido que produce el equipo de sonido, hasta que ambos se extinguen. Sus nudillos dan un par de firmes golpes en la puerta de madera, que tiene un pequeño gafete que reza:”Alicia González”; ella la entreabre vestida

con una bata de

cama, asomando su delicado rostro oculto a medias por su oscura cabellera; sus ojos intentan entender que sucede cuando Arcián irrumpe en su departamento empujando la puerta y mirando hacia todos lados cuando dice:“Lindo…pero creo que aún no estás lista, y considerando lo que puede tardarse una mujer, entiendo que no llegaremos al recital”. Alicia se queda mirándolo perpleja, cuando él continúa: -“Creo que entonces, pasaremos a la segunda parte de este romántico encuentro, donde nos quedamos aquí haciendo el amor hasta el amanecer, y dejamos la salida para otro día”. Alicia, lo mira desconcertada de arriba abajo con sus ojos desorbitados…y luego respira hondo, camina hacia atrás, lentamente gira su cuerpo hacia el dormitorio y deja caer su salto de cama.

Bendita Decepción

Buenos Aires, 13 de Febrero de 1981

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Sus ojos recorren cada banda de luz que los postigos de la ventana filtran sobre las paredes del cuarto, tratando de recomponer cada espacio en sombras con el fresco recuerdo de una noche estupenda. Repasa en su mente las diferencias de esa habitación con la propia ubicada un piso más arriba y balancea la posibilidad de instalarse con Alicia definitivamente; casi en ese mismo instante, ella se voltea hacia él en la cama adornada por sus atributos que tamizados

por

su

cabellera

parecen

mucho

más

exuberantes en posición horizontal de lo que aparentaban anoche, cuando por primera vez se fijó en ella. El posa su mano en su cadera cuando Alicia abre los ojos, y por un instante siente que algo anda mal, cuando su mirada parece no aceptarlo como lo ha demostrado hasta la madrugada,

cuando

ambos

se

quedaron

dormidos

envueltos entre sí. Súbitamente Alicia se sienta en la cama dándole la espalda y se coloca una bata que estuvo colgada del respaldo mientras le dice sin mirarlo: -“Creo que ya es hora que vuelvas a tu casa, porque debe estar por llegar mi novio”. Arcián se queda un poco pensativo con la vista en el cielorraso, hasta que de repente se incorpora y salta sobre sus pantalones, sube el cierre y toma su camisa y sus

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zapatos mientras se dirige a la puerta, la abre y girando la cabeza levemente hacia ella, se despide con un seco adiós. Unos minutos después, se escucha un suave golpe en la puerta y Arcián acude a abrir, cuando Alicia asoma su cabeza por la ventana contigua a la entrada mostrándole su mano con el calzoncillo que olvidó en su departamento. Se escucha en la calle que un automóvil se detiene frente a la puerta del caserío y Alicia le dice en voz baja: -“Me voy corriendo…Debe ser Omar”, cuando Arcián la toma por la muñeca de la mano que tiene la prenda y la introduce a la fuerza por la ventana, hasta abrazarla por dentro de su camisón y apretarla contra su pecho, besándola apasionadamente. Alicia oye los pasos de su novio en el piso de abajo y cierra el cortinado de la ventana para no ser vistos por él; Forcejea con Arcián, aunque intentando no hacer ruido hasta que ambos escuchan a Omar golpear la puerta de Alicia con suavidad, pero insistentemente. Cada golpe en la puerta motiva un cambio de expresión en la cara de ella, pasando desde el miedo a ser descubierta hasta la mirada pícara de una mujer transgresora, cuando Arcián acude a su incitación arrojándola contra la mesa del comedor, y derribando todo lo que se interpusiese en su camino, desgarrando su salto de cama, su camisola y su ropa interior hasta someterse a sus deseos. Abajo, Omar empieza a llamar a su novia mientras sigue golpeando la puerta: -“Alicia… ¿Estás dormida aún? …Debemos ir a misa… ¿Lo olvidaste…?”-Mientras Alicia arremete con todas sus energías contra la pelvis de Arcián, como si ese fuera el

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momento que hubiese esperado por todo ese tiempo para desenmascarar sus temores y sus ansias de exterminar su propia hipocresía; y Arcián acaricia todo su cuerpo, bajando sus manos por debajo de sus brazos, hasta llegar a sus piernas que cuelgan de la mesa como los tallos espinosos de dos rosas, sin lastimarse ni lastimarla, mientras su boca recorre el valle de sus pechos hasta su vientre, provocando un descontrolado grito de placer en Alicia, que se confunde con los gritos de Omar, clamando por ella en su puerta, como si la alentara a que goce, lo que parece no haber hecho nunca antes. De pronto el silencio de abajo calla también arriba, y ambos sienten su respiración acompañar los pasos temerosos en la escalera, que se acercan a lo que sería el inevitable desenlace y sus corazones laten al mismo Tiempo que los tímidos golpes en la puerta. Arcián acude a abrirla y Omar intenta asomar su mirada hacia el interior mientras dice:-“¿Alicia se encuentra acá?”- a lo que Arcián responde:-“Si…pero no para vos” y cierra lentamente la puerta.

Estupro Institucional

(Basado en un hecho real) Buenos Aires, 18 de octubre de 1976

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Elena crea sus propias fantasías acerca de su futuro mientras camina por la soleada mañana de la Ciudad Universitaria de Núñez, llevando sus cuadernos de apuntes apretados contra su pecho y disfrutando la vista del alegre campo de deportes que rodea los distintos edificios del complejo, mientras se dirige desde el primer pabellón, de Cálculo Matemático hasta el tercero, de Arquitectura. Una oleada de automóviles aparece de repente, siguiendo el mismo recorrido y uno de ellos se detiene junto a ella invitándola a subir.

Elena reconoce a uno de los

pasajeros como un compañero en una materia y lo hace sin mediar una sola palabra. Es costumbre en esos parajes el llevar estudiantes de un edificio a otro debido a la falta de medios de transporte. En el interior del vehículo, se cruzan algunas palabras entre los pasajeros acerca de algunos cambios en el calendario académico hasta que el automóvil se detiene en las inmediaciones de la escalera metálica (por siempre provisoria) de entrada a la planta baja, que de hecho está en el segundo piso (cosa de arquitectos). El conductor le pide amablemente a algunos de los ocupantes que lo ayuden a llevar unas carpetas hasta el bar del segundo piso, (el quinto, si se cuenta el entrepiso entre la planta baja y el primero-si yo a esta altura también estoy algo confundido-) a lo que todos acceden inclusive Elena. Dicha escalera se encuentra entre ambos pabellones, lo que produce un túnel de viento muy violento

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que generalmente viene del Río de la Plata, considerando que los edificios se encuentran ubicados exactamente en su margen oeste. No importa cuán arreglado esté el cabello de Elena, al llegar al segundo piso ella se ve como una bruja desgreñada y al entrar al gran salón de accesos, el ambiente los vuelve a la realidad nacional, con barricadas de policías solicitando identificaciones a los alumnos nuevos y palpando de armas a discreción, lo que es cosa de todos los días por lo que ninguno se preocupa por ello, y menos Elena, que ya hace cuatro años que acude a esa facultad y todos los guardias ya conocen su cara. Justo antes de enfrentar las mesas donde se encuentra el vallado policial, Arcián, quien estuvo subiendo las escaleras detrás de Elena le ofrece ayudarla con las carpetas, a lo que ella responde amablemente:-“Gracias, pero ya estoy llegando, es usted muy amable”. Un policía observa la escena y decide pedirle a la joven que abra las carpetas y su cartera con el obvio motivo de revisar sus pertenencias, aunque no le pide identificación puesto que ya la había visto en estos últimos años. Ella mira intrigada hacia donde supuestamente se encuentra Arcián pero no logra verlo, cuando apoya sus carpetas en una mesa mientras abre su bolso. Un oficial, entretanto se apresura a abrir las carpetas, y descubre unos afiches improvisados con la imagen del Che Guevara, e inmediatamente toma del brazo fuertemente a Elena, quién se queda perpleja, gritando muy nerviosa:-“Eso no es mío, alguien me pidió que lo llevara por él” El policía la mira con tranquilidad y le dice:

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-“No te preocupes, yo te conozco y seguramente vamos a resolver este malentendido”- mientras la lleva del brazo hacia el núcleo de hormigón armado que contiene las escaleras y los ascensores acompañado por otros dos policías, los que llevan las cosas de Elena consigo; entran en un baño de servicio ubicado bajo las escaleras y ni bien cruzan la puerta, su actitud cambia para con Elena, empujándola contra la mesada de los lavabos. -“Por favor señor, ya le dije que esos papeles no son míos…me los pusieron”- Dice la joven muy asustada, mientras entran los otros dos policías dejando la puerta del baño entreabierta y colocando un banco de madera con las patas de hierro (de los que suelen estar regados por toda la facultad) para evitar que se cierre, un poco para alardear de su impunidad y que todos aprendan la lección. -“Ya lo sabemos, estos siempre se lo plantan a alguien porque son unos cagones que nunca dan la cara… y a ese que intentó ayudarte también lo conocemos, sabemos quiénes son cada uno de ellos”-dice el más grande de los policías, que ahora la vuelve a tomar por ambos brazos. -“Entonces… ¿Qué quieren de mí?”-pregunta Elena. -“Lo que nos venimos preguntando cada día que te vemos,

es

cómo

te

verías

sin

esta

pollerita”-

e

inmediatamente le arranca la falda de un manotazo y la arroja al piso mientras ella grita aterrada y otro policía de baja estatura intenta sostenerla por detrás, cuando el primero se desabrocha el cinturón

y la da vuelta

tomándola por la parte trasera de su cabello, haciendo que agache la cabeza hasta sus rodillas, cuando empieza

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a penetrarla por detrás. La gente pasa por detrás de la puerta evitando mirar hacia adentro y haciendo oídos sordos a los gritos de Elena que es sometida por su boca simultáneamente, cuando Arcián pega una patada a la puerta tomando el banco con ambas manos y golpeando contundentemente con él al agente mas corpulento cuando el que estaba custodiando la entrada desabrocha el seguro de la cartuchera de su pistola cuarenta y cinco; el policía

bajito

lo

detiene

diciéndole:-“No,

pará…que

después ¿Quién se aguanta el papeleo?”-mientras saca su macana del cinturón y comienzan ambos a pegarle a Arcián hasta derribarlo, y ya en el suelo, el grandote, que recién se incorpora empieza a patearle la cabeza, cuando la pistola del segundo hombre se cae de su funda abierta y Arcián

consigue

alcanzarla,

sacándole

el

seguro

y

disparando contra ellos, mientras grita:-“¡Tomatelás piba!”- y ella sale corriendo semidesnuda por los pasillos hasta quedar cubierta en una multitud de estudiantes que por fin deciden socorrerla, ocultándola del resto de los guardias de la facultad. Arcián se incorpora, aunque muy dolorido por la golpiza y ve que ha herido en el estómago al agente de pequeña estatura, cuando el más corpulento intenta sacar su arma y Arcián le dispara en la entrepierna, al ver que aún sigue asomando su miembro del pantalón, haciendo que caiga al suelo gritando de dolor. Se acerca a la puerta y mirando al segundo oficial, saca el cargador del arma y le extrae una bala, la que le muestra mientras dice:-“Esta la guardo para vos…”-luego arroja el cargador dentro de un inodoro y le tira el arma al agente que lo mira asustado en tanto Arcián termina la frase:-“…por si te vuelvo a ver,

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y…ah! Perdóname por lo del papeleo que te espera”mientras sale por la puerta y se escabulle entre la multitud.

Nuevos Aires

(Basado en un hecho real) Mar del Plata, 10 de diciembre de 1983

Asume el gobierno de la República el Dr. Raúl Alfonsín; primera vez que el pueblo ejerce el sufragio desde los eternos tiempos de la dictadura militar y como por arte de magia el aire nos transmite un aroma de libertad, no respirado por la gente en mucho tiempo. La Ciudad de Mar del Plata es el refugio veraniego de los porteños desde hace un siglo y en esta época del año se produce una migración temporaria llevando su población estable de medio millón de habitantes a cinco millones, convirtiendo a este pintoresco pueblito costero en una terrible e histérica hiperciudad que derrocha su stress en las hermosas playas de la perla del Atlántico, el mismo que sus pobladores han

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estado acumulando no solo por el último año, sino por los pasados treinta. Arcián se ha movilizado en estos meses como contrapartida de su falta de trabajo estable, y en busca de alguna oportunidad que surja a partir de la afluencia turística. Se encuentra conduciendo su automóvil por la bajada de la Avenida Colón, hacia el Torreón, cuando otro auto se coloca a su lado, y el conductor, un hombre con el cabello rapado estilo militar se encuentra insultándolo como si hubiera cometido alguna torpeza en el tránsito. Arcián mira hacia él, y nota que va acompañado de su mujer y dos niños pequeños, por lo que baja la ventanilla del acompañante y se disculpa por lo que hubiera podido hacer; no obstante el sujeto continúa insultándolo en forma arrogante, hasta que él tuvo un arranque de ira y le grita: -“Me parece que no te das cuenta que el turno de los milicos ya paso, y ahora te vas a tener que acomodar a tu nueva situación…” El hombre, visiblemente ofuscado inclina su cuerpo hacia la falda de su mujer, sentada a su lado y extrae una pistola oficial

de la guantera, con la que

apunta

encolerizado a Arcián, quien no se quedó a ver si disparaba, acelerando su automóvil en la bajada hacia la rambla Peralta Ramos. El enajenado extraño se embarca a una

desquiciada

persecución,

sacando

el

arma

amenazante por la ventanilla mientras su esposa intenta detenerlo gritándole y golpeándolo con histeria. Arcián no puede creer lo que ve a través del espejo retrovisor y se inscribe en una carrera contra la locura en la que nunca se sabe quién ganará. Mientras

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cruza semáforos en rojo y


contraviene toda señal de tránsito que se le aparezca, Arcián recuerda la frase que osó decirle al milico en su propia cara, luego de años de soportar su autoritarismo desmedido y por su mente pasa una sensación de satisfacción que se confunde con terror, lo que lo incita a acelerar más aún. Cada vez que decide enfrentar la situación y detenerse, ve al loco asomar su cabeza y su brazo armado por la ventanilla y descubre que la locura lo está alcanzando por lo que intenta perderlo en las calles laterales a la costa, comprobando que no da resultado hasta que encuentra una seccional de policía en el barrio de Los Troncos y estaciona su automóvil exactamente en la puerta, donde se encuentran apostados un par de efectivos.

Pocos

segundos

después,

el

frenético

perseguidor pasa lentamente a su lado y le hace una veña con los dedos índice y pulgar extendidos, a modo de revolver, y continúa desplazándose hacia adelante hasta doblar la esquina. Arcián gira la cabeza hacia los policías en la puerta del destacamento, los que le sonríen en forma sarcástica, y una gota de sudor que cae por su mejilla, le indica que quizás haya que esperar un poco más para olvidar la represión y respirar nuevos aires, y tal vez, otro poco para decidirse a encender el auto y volver a casa.

Arcián

Buenos Aires, 9 de Febrero de 1955

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Arcián es consciente que su misión en ésta tierra lejana dista mucho de lo que hubiera deseado, alejado de los suyos para siempre, sin posibilidad de contactarlos de por vida, y sin la certeza de que aún velen por él, quienes ahora lo creen muerto; y lo que más lo aqueja es no saber cuándo ni por quién será contactado, para rendir su informe; pero como contraparte, el siente la necesidad de pagar su deuda con los suyos, ahora que ha vuelto a la vida en un cuerpo diferente, sin limitaciones más que vivir en un mundo aquejado de injusticias y desamparo, con la ventaja de no tener que involucrarse en las vidas ajenas y la desventaja de no padecer su sufrimiento.

Despierta entre dos jóvenes hermosas que acarician su cuerpo, asombradas de lo ínfimo del rasguño sufrido en la cuchillada que recibió anoche por parte de su dueño, ahora dado a la fuga. El las mira sonriente mientras les dice:-“He tenido suerte últimamente…el cuchillo dio primero en un libro que tenía en el interior de mi saco”. -“Ambas

creímos

que

estábamos

con

un

superhombre…” -“¿Y ahora ya no?”, pregunta mientras se da vuelta y abraza a una de ellas mientras la otra se sube a su espalda jugando a montarlo como una jinete, en el mismo momento

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que entra su representante de un portazo, con un revolver en la mano y dos guardaespaldas de gran porte. -“¿Creíste que te ibas a salir con la tuya sin represalias?”- Dice el hombre, mientras golpea con la culata en su cabeza dejándolo desmayado a los pies de la cama. La sirena de un patrullero lo despierta y puede ver los cuerpos de ambas muchachas tendidos uno sobre otro en la cama, que se encuentra totalmente ensangrentada. Siente los pasos en la escalera de la policía, y se escabulle por la ventana, para no verse comprometido con este homicidio; no comprende la razón por la que aún está vivo y no se queda para averiguarlo. Ya en la calle, puede ver que su camisa tiene manchas de sangre, que supone debiera ser de las jóvenes asesinadas, pero luego descubre dos

orificios

de

bala

en

su

pecho

y

su

espalda,

aparentemente de entrada y salida apenas continúan sangrando, sin producirle dolor alguno, hasta que siente un mareo y pierde el conocimiento, cayendo sobre el adoquinado en pleno día. Abre los ojos sobre la arrugada piel de una mujer de avanzada edad, que lo mira con desconfianza, aunque dulcemente le dice: -“No se mueva…aún está muy débil”-Mientras le seca la frente con un paño blanco. -“¿Dónde estoy…?”-Pregunta Arcián con voz tenue. -“Quédese tranquilo hijo, nadie vio cuando lo entré a casa, aunque me costó mucho…Es pesado usted, claro que mi vecina y su hijo me ayudaron”.

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-“Fueron a llamar a una ambulancia”-Contesta la anciana, cuando Arcián se incorpora abruptamente y se queda sentado debido a otro mareo, que le impide moverse, a lo que la mujer le dice: -“De acuerdo, quédese aquí que todo va a estar bien”-mientras sale a buscar a su vecina para impedir que haga la llamada, e inmediatamente regresa para advertirle que no llegó a tiempo, cuando se encuentra con la cama vacía; Se sienta en ella y con un suspiro en la boca dice: -“Estos chicos, siempre apurados…”

Marion

Mar del Plata, 15 de enero de 1985

Arcián

descubrió, un par de temporadas atrás,

poseer una facultad especial para adivinar sucesos en determinado tipo de situaciones, lo que lo llevó a probar suerte en el casino de Mar del Plata en más de una oportunidad, logrando algunas respetables ganancias y tener una cómoda vida, sin hacer un gran esfuerzo; nunca 267


abusó de este don por no llamar la atención y porque pensó no necesitar más dinero que el requerido para vivir discretamente. Hoy acaba de obtener algunas fichas extra en las mesas de punto y banca y decide tomarse un trago en el bar cuando una hermosa joven, vestida de largo se para junto a él y pide una limonada al encargado de la barra. Arcián empuja hacia adelante la caja de madera que contiene sus fichas y gira levemente el taburete en dirección de la mujer como para llamar su atención, provocando que ella se aleje un poco y lo mire con cierto desprecio, lo que no impide que él despliegue su más cautivante sonrisa. Ella vuelve la vista al frente de la barra, como ignorándolo y sin mirarlo, en voz muy baja le dice a Arcián: -“Como verás…estoy trabajando y si no estás dispuesto a pagar por ello, mejor ni lo intentes”. Arcián, que por primera vez en la noche erró en adivinar una situación, se para y le dice al camarero” -“Por favor guardame esto”-mientras empuja un poco más las fichas hacia él, toma fuertemente del brazo a la jovencita y le dice: ”-Vos…acompañame”-llevándola hacia la puerta con leves presiones de sus dedos pulgar e índice sobre el antebrazo, como indicándole el camino, mientras ella decide seguirlo sin hacer demasiado escándalo, ya que no sería conveniente en éste lugar. -“Nunca me hubiera imaginado que usted es policía…”-le dice cuando llegan a la puerta de calle -”Y jamás me había equivocado en eso”.

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-“Esta también es la primera vez para mí, hubiera jurado de eras una respetable señora”-mientras suben a un taxi que espera en la parada frente al casino. -“¿Un taxi…qué clase de policía sos?” -“Uno al que le gusta joder”- Le dice al oído y luego le ordena al conductor:-“Al Hotel Hermitage, por favor”.

A solo un par de cuadras de ahí, se encuentran ambos en la puerta de la habitación de Arcián, la que él abre para permitirle pasar a Marion, la joven prostituta, quién lo hace lentamente mirando a su alrededor mientras se quita toda la ropa a medida que camina hasta el dormitorio de la suite. -“Veo que estás apurada”- le dice Arcián -“El tiempo es oro…”-Responde, mientras se da vuelta abruptamente enseñándole su escultural cuerpo desnudo con arrogancia y arrojándole su corpiño en la cara. Arcián la mira atónito, y por primera vez se queda sin palabras; ella cambia su altiva expresión y le dice:-“¿Acaso, nunca viste a una mujer?”. Arcián se quita el corpiño de la cara y lentamente empieza a caminar hacia ella mientras se desabotona la camisa completamente, mostrándole su abdomen. -“Nunca había conocido a una de mi especie”-dice él

mientras

la

muchacha

mira

el

suyo,

como

comparándolos. -“¡Tú no puedes estar aquí!... ¿Cuál es tu misión?”-Le dice mientras Arcián continúa desvistiéndose.

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-“Posiblemente sea la misma que la tuya”-y se saca el pantalón, acercándose hasta quedar muy próximo a ella. -“A mí se me ordenó nunca salir de ésta ciudad”replica mientras Arcián pone la mano en su busto, mirándola como lo haría un chico a su nuevo juguete. -“Bueno…eso puede variar, según el caso”. -“¡Imposible!”- dice ella haciendo caso omiso a las caricias de él-“Uno sólo de nosotros por población, es la consigna general…” -“No es mi culpa que la mía se traslade aquí cada verano”-concluye él, mientras hace que ambos caigan sobre la cama y empieza a hacerle el amor, a lo que ella no contesta quedándose quieta con la mirada en el cielorraso, mientras balbucea algunas frases incoherentes“No puede ser…me dijeron…yo aquí sola…sola…” Arcián se posiciona sobre ella y sin decir nada más la mira de frente y lentamente ella parece salir del trance hasta que acepta la propuesta de Arcián y se aferra a su cuerpo con ambas piernas sobre su cadera, dejándolo hacer lo que él desea, hasta que su propio deseo se confunde con el de él, y sus cuerpos parecen amalgamarse en uno sólo, salvo por una lágrima que corre por su joven rostro, el que parece distante… en otro tiempo, en otro mundo.

El Diario Estanco

Mar del Plata, 10 de febrero de 1980

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Marion

despierta en su habitación plagada de

muñecos de peluche, que la abrazan y acompañan en sus noches tranquilas, cuando la ciudad duerme. En su mesa de luz, un libro la espera apoyado en la base de la lámpara del velador, con una nota adosada que dice:-“Por favor, léeme”.

Se despereza apretando algunos ositos y se

incorpora sobre un costado de la cama fijando la vista en la nota, aunque sin comprender que significa hasta que sus ojos desempañan su pereza que parece retrasar su amanecer. Por fin adopta una expresión de extrañeza y toma el libro con ambas manos, y lo abre en la primera hoja, sumergiéndose en él como si continuara soñando. -“Mi vida en palacio no fue muy desagradable hasta que me la quitaron…”-hace un gesto de estupor pero luego continúa leyendo.-“Ese mundo era muy diferente a éste y sin embargo parecía que lo estricto de las reglas no interfería en lo que a placeres se refiere. Yo deseaba satisfacer a cada uno de los edecanes que me habían asignado y jamás hubiera pensado en evitarlos, dado que siempre fueron amables conmigo, y yo, como todas las demás mujeres de la corte teníamos cualquier cosa que pudiésemos desear al alcance de la mano, a excepción de frecuentar a alguien que no perteneciera a nuestro círculo, lo que perecía un despropósito para cualquier mujer que se encontrara allí.”-Marion deja el diario sobre la mesa, y

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camina hacia el baño, consciente de que esa lectura no le aporta nada que no supiese, aunque al cerrar el libro, puede notar que algunas hojas han sido arrancadas, lo que no recuerda haber hecho, como tampoco el haber iniciado un diario, y esto la deja intrigada de modo tal que no puede sacarse la idea de la cabeza de seguir leyéndolo. Entra en la ducha luego de quitarse el camisón, y el agua en sus ojos refresca su memoria hasta el momento en que fue detenida por la policía de palacio, por encontrarla teniendo sexo con uno de los jardineros, situación que ahora le parece una torpeza, y ni siquiera recuerda la cara del muchacho. Haciendo un esfuerzo, evoca el instante en que fue condenada a muerte y repasa cada paso que dio hasta el cadalso, con las expresiones de cada uno de sus maridos, que la miraban con desaliento, aunque en ese lugar no cabían los sentimientos personales, razón por la cual fue enviada aquí, luego de su deceso, en este cuerpo renovado, aunque idéntico. Marion sale del cuarto de baño envuelta en una toalla y decide continuar su lectura, porque no recuerda los días pasados en esta ciudad, aunque tal vez sea que no hay nada importante que recordar.

Solo sabe que está

aquí con una misión de aprendizaje, no solo para ella sino para su especie, que espera un reporte final una vez que su trabajo concluya; que no debe involucrarse con la gente para no ser contaminada con sus problemas, ya que de nada sirven en su mundo; que para ello debía buscar una ocupación acorde a sus inquietudes y que no la obligue a exponerse ante el pueblo, por lo que eligió el oficio de prostituta, algo que le agrada, que le da la posibilidad de

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escuchar sin tener que explicar, lo que resulta muy conveniente a sus propósitos. Toma el diario una vez más y lo abre en la segunda hoja, donde explica sus relaciones con diferentes hombres de la ciudad. -“Hoy tuve un encuentro con el encargado de seguridad del intendente, un teniente primero del ejército, quién me contó algunas cosas horribles mientras teníamos sexo. Me pareció que lo excitaba contar las atrocidades que había hecho a lo largo de su carrera militar, y cuando le pregunté si no temía decírmelo a mí, una puta, me dijo que era muy católico y que no podía confesarlo con su cura porque temía que éste tendría una mala impresión de él, y no podía comprometerse, dado que lo conocía muy bien”.- Marion toma aliento y se preocupa por no poder recordar nada de lo que está leyendo, aún cuando está fechado en el día de ayer; con desesperación insiste en la lectura:-“ En medio del coito decidí interrumpirlo para preguntarle cómo pensaba hacer para que yo no comente lo que hizo, lo que lo enojó mucho y me arrojó al piso golpeándome

fuertemente

y

advirtiéndome

que

su

personal se encargaría de eso por él”-en este momento, Marion se quita la toalla del cuerpo para buscar algún indicio de golpes, o moretones sin ningún resultado y ansiosa continúa leyendo:-“Al retirarse el teniente me dejó totalmente lastimada con la cara deformada por los golpes y moretones en todo el cuerpo…me lavé en el baño y luego me acosté en la cama a escribir esto, porque sospechaba que mañana no lo recordaría, como me ha sucedido otras veces…cuando escuché unos pasos detrás

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de la puerta…”-Aquí descubre que faltan algunas hojas del diario y en ese momento Marion advierte unas pequeñas manchas de sangre en el piso de madera que alguien intentó borrar y se apresura a terminar de leer:-“Apareció un joven soldado, quien me vio en la cama magullada, se quitó el cinturón con el arma oficial dejándolo en la mesa de luz, luego bajó sus pantalones hasta sus rodillas y abusó de mí, mientras amenazaba con matarme luego, sin importarle que me resista o no, cosa que no hice; él se quedó dormido sobre mí, y me decidí a escribir esto”.-Esto es todo lo que se encuentra escrito en el diario, y Marion, que no posee ninguna cicatriz ni moretón en el cuerpo se queda pensativa hasta que siente unos pasos detrás de la puerta, se esconde tras el armario y ve entrar al joven soldado, que ahora sí reconoce, lo ve pasar al baño y volver con una toalla mojada, agacharse a terminar de limpiar las manchas de sangre y abandonar nuevamente la pieza. Marion, que ahora sabe que tiene un nuevo cuerpo, se viste rápidamente con ropa casual, toma su diario y se escabulle por la escalera asegurándose de no ser vista.

La Botella de Klein

Buenos Aires, 21 de marzo de 1962

*1.-En topología, una botella de Klein es una superficie no orientable cerrada de característica de Euler igual a 0 que no tiene ni interior ni

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exterior. Fue concebida por el matemático alemán Christian Félix Klein, de donde se deriva el nombre.

Al llegar el otoño el amanecer en Buenos Aires adquiere un tono diferente, no solo por el colorido dorado de sus parques y plazas sino por el sonido humedecido de sus pájaros de acero oxidado, revoloteando sobre las cúpulas de los viejos edificios de la Avenida de Mayo, bailando orgullosos su minué entre esquina y esquina, donde se percibe ese volver a encender las máquinas dormidas durante todo el verano. El tráfico aún remolonea en su cama adoquinada en tanto los porteros les barren sus veredas como estirando las sábanas de una larga noche pesada y calurosa; aireando el cuarto para olvidar los últimos momentos de placer y borrachera; curando la resaca remanente en este lunes tan incierto como esperado.

Estos días de cambio son propicios para el

recuerdo y la melancolía como un desayuno que nos prepare para empezar un nuevo tiempo cargado de compromisos y apresuramientos; que nos devuelva la ansiedad por conocer nuestro porvenir, aún cuando indefectiblemente éste se repita cada ciclo con las mismas situaciones, salvo que quienes las vivimos estamos un año más envejecidos. 275


Arcián, sin embargo no siente que el tiempo esté en su contra; por el contrario, el percibe que cada momento es un cambio contundente en su forma de ver las cosas; un atisbo de improvisación que le confiere la libertad de acción que jamás tuvo en su mundo; ese que en estos tiempos el pretende revivir simultáneamente, entre sus pensamientos y sus vivencias; en cada vuelta a la esquina; en cada pasaje que lo invita a entrar y revivir su historia. A paso acelerado como quien está volviendo de trasnochar se ven algunas muchachas caminando en diferentes direcciones, con su ropa de noche lo que las distingue de la gente que lentamente se dirige a sus fuentes de trabajo, con la pesadez que les impone esa duda que invoca la pregunta de si se está haciendo lo correcto, o simplemente lo necesario. Entre toda esa multitud esparcida por la ciudad Arcián se detuvo a observar a una niña de aproximadamente doce años que se paraba en cada vidriera de la calle, fascinada por su excitante colorido, en contraste con el pesado gris de los muros que las contienen. Es muy niña para andar sola por la calle; lo que llamó su atención y decidió seguirla, conservando cierta distancia para no asustarla. La claridad de las primeras horas del día se poza en su cabello rizado hasta que la sombra del gran arco del Pasaje Barolo se la arrebata, y se introduce en la galería hasta desaparecer en ella. Él se apresura y entra tras ella, pero ya no está allí; en su lugar una joven un poco mayor y vestida de otro modo, camina con la misma fascinación por la luz emergente de las vidrieras interiores del pasaje. Si bien es muy temprano aún y los negocios aún permanecen cerrados, todavía se mantienen iluminados

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con una tenue iluminación decorativa, lo que les da un aspecto lúgubre pero atractivo a la vez. Arcián camina por el centro del gran pasillo para no llamar la atención de la joven y se para bajo la majestuosa cúpula, sin resistir la tentación de recorrerla girando su cabeza hacia arriba, hasta que sus ojos se inundan de inmensidad y tiene que dejar de hacerlo. Un extraño impulso lo lleva a voltear la vista rápidamente hacia la chica y nuevamente no logra encontrarla, pese a que recorre todo el vestíbulo con la mirada, emulando una carrera contra las moscas. La ansiedad le provoca un mareo y tiene que sentarse en el borde de una fuente, situada en uno de los bordes del Pasaje La Piedad.

Esta situación termina por confundirlo

aún más. ¿Qué está haciendo de pronto al aire libre y en un lugar que se encuentra a varias cuadras de donde empezó el mareo? El cielo se encuentra oscuro con la misma intensidad que el cielorraso del Barolo, solo que ahora son gruesos nubarrones lo que provocan ese estado y el sonido no es el de las calles mecanizadas por el tránsito sino que vive la misma sordera que provoca estar en esa galería; y allí

está

la

niña

de

nuevo,

caminando

con

casi

imperceptibles saltitos la alegría de ese nuevo lugar, ahora solo para ellos dos. Él la mira absorto en su propia visión, cuando la jovencita se aproxima a la otra esquina y se inclina en un aljibe, que por cierto no debería estar allí, y como si el fondo la llamara, simplemente se arroja en él. Pasmado por el extraño suceso, se incorpora e intenta correr hacia el pozo, aunque con dificultad por su aún persistente mareo y al llegar a él, desaparece en su propio espejismo. Hipnotizado por el blanco resplandor de la Iglesia

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La Piedad, a la vuelta de la esquina, encuentra la imagen de la mujer del Pasaje Barolo, ahora un poco más madura, regalándole una sonrisa desde la vereda de enfrente, cuando un colectivo que se interpone entre ellos pasa por la angosta calle Rivadavia, y también desaparece, cuando Arcián decide abandonar la búsqueda y retomar su camino, el que le dará el alivio de volver a su ciudad, la de todos los días, desde que fue desterrado de su mundo.

Cuerpos Reciclados

Buenos Aires, 14 de julio de 1985

Al crudo invierno de la ciudad hay que agregarle el desánimo de la gente en cada conversación que se escucha en la calle. Uno siente cómo el mundo se viene abajo en cada sudestada y en éstos tiempos

se busca

cualquier excusa para quedarse en casa, abrigado por el recuerdo de los tiempos cálidos y acogedores de las vacaciones de verano. A esta altura Arcián se siente uno más de esos nostálgicos porteños, aunque sus recuerdos no son tan vívidos como debiera, dado que ha notado que su memoria ha entrado en un estado de deterioro tal, que no 278


logra atar dos situaciones del pasado entre sí. El supone que el haber vivido solo todo este tiempo sin poder entablar amistad con ningún vecino, debido a las restricciones de su misión, puede haber influido en dicha amnesia. Ahora se encuentra sentado tras la ventana, en su habitación, contemplando las gotas de lluvia que bailan en el vidrio al compás de los transeúntes que en la calle esquivan el ondular de las baldosas flojas de la vereda, sujetándose de sus paraguas, como para darle algún sentido lógico a su uso, puesto que no impide que se empapen de todos modos. Todos ellos, con sus grises atuendos impermeables contribuyen a completar la imagen de soledad que Palermo Viejo les

inflige

a los

habitantes,

en

ésta

melancólica tarde de domingo. Alguien llama a la puerta y Arcián, que pasó todo el día en casa, toma una bata y se decide a abrirla, con la extrañeza dibujada en la cara de quien nunca ha esperado por alguien. Como un pollo mojado, allí se encuentra Marion, que se abre paso entre la puerta y Arcián entregándole su impermeable mojado mientras dice:“Arcián, ¿no es así?”- Cuando éste se queda asombrado mirando cómo ella camina con exagerados sensuales pasos hasta girar hacia él y sentarse en una silla, cruzando sus esbeltas piernas. -“¿Y vos sos…?”-Pregunta Arcián mientras se la come con la mirada desde abajo hacia arriba, y al llegar a su busto ella adopta una posición más erguida, como para resaltarlo a través de su blusa. -“Aunque no me recuerdes, nos conocemos…y bastante…”-Dice ella con voz suave, en tanto él cierra la puerta y arroja el abrigo hacia un perchero

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a la vez que camina hacia ella, agachándose en posición de cuclillas hasta igualar la altura de sus ojos y tocándole levemente con su dedo índice la rodilla, le dice: -“Ayudame a recordarlo, por favor…” cuando sube su mano por su pierna hasta llegar a su falda, provocando que ella se levante bruscamente y encienda un cigarrillo, que saca de su pequeño bolso con un poco de nerviosismo. -“No estoy aquí por eso…he venido a advertirte sobre algo importante para nosotros dos.”-Dice Marion dejando el cigarrillo sobre un cenicero, mientras empieza a desabotonarse la blusa para mostrarle su abdomen. Esto detiene a Arcián, quién parece empezar a recordar a la joven y se sienta en la silla, ahora desocupada, un poco confundido. Marion extrae una libreta de su cartera y se la arroja a Arcián para que la examine mientras le dice: -“Aquí llevo documentado lo que ha pasado con nosotros en Mar del Plata hace unos meses hasta que nos despedimos, y que luego, como supongo ambos hemos olvidado”.-Arcián revisa muy por encima el diario de Marion y aún desconcertado pregunta: -“Aquí solo veo cosas que has vivido vos con alguien más, y a mí ni me nombras…” -“Fíjate casi al final…” -“Sí, ¿y…?” -“He descubierto lo que nos estuvo sucediendo en todos estos años, que han pasado sin que recordemos cosas sustanciales en nuestras vidas”.

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-“Si estás pensando en formalizar algo conmigo, solo porque tuvimos sexo, no has llegado a buen puerto”Responde Arcián socarronamente. -“Sos mas estúpido de lo que pensé”- y le retira la libreta de las manos mientras se encamina decidida hacia la puerta, cuando Arcián la toma por la cintura y la detiene, intentando seducirla nuevamente, hasta que la expresión de desprecio de Marion lo hace desistir y decide soltarla, cuando ella abre la puerta y se voltea hacia él para decirle:-“Si estás conforme con este destino, allá vos, pero te aseguro que podríamos cambiar las cosas…” y se queda mirándolo fijamente hasta ver su rostro confundido, por lo que decide insistir:-“He notado que cada vez que algo grave me pasa, amanezco en un cuerpo totalmente reconstruido, sin señas de golpes mi maltratos, a la vez que recuerdo solo algunos momentos de lo sucedido, como simples flashes de algo sucedido hace algún tiempo, por lo que decidí llevar un diario, que me ha ayudado a reconstruir mi vida en las mañanas”.-Arcián empieza a entender que lo que le está sucediendo a él, es comparable en cierto modo con lo que Marion le está insinuando.-“Un día, pude ver cómo un soldado volvió por mis restos y limpió la escena del crimen, sin saber que mi cuerpo sustituto lo estaba observando”. -“¿Cuerpo sustituto…?”- Dice Arcián. -“¿De qué te extrañas, si tu sabes que nuestros originales ya están muertos y nosotros somos solo clones de aquellos…o es que no puedes imaginarte que quienes nos crearon no podrían repetir la clonación las veces que quisieran?”.

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-“Entiendo tu punto, pero… ¿Con qué propósito piensas que lo harían? -“Pienso que somos conejillos de indias, para mejorar nuestra especie, y estamos aquí porque buscaron un medio inhóspito para lograr que pudiésemos adaptarnos a las condiciones más adversas, como el crimen, la maldad, el amor…” Arcián se acerca a la ventana y mira a través, como si buscara

una forma de comprobar sus palabras en la

gente que pasa por la calle. La incesante lluvia y lo agresivo de sus movimientos intentando protegerse de ella acentúan la idea de que ese es el lugar indicado para ese experimento y se vuelve a mirarla para expresarle que empieza a creerle. -“Aún

estamos

expuestos

a

su

vigilancia…”-Dice Marion, “debemos quitarnos nuestros falsos ombligos que seguramente poseen el posicionador satelital que controla nuestros movimientos, y a esta altura ya nos deben tener identificados, porque no deberíamos estar juntos”. -Ambos cortan la parte de su piel que contiene los dispositivos, cuando sienten pasos en las escaleras del edificio, por lo que Arcián se quita toda la ropa y le arranca la pollera, arrojándose ambos sobre la cama, fingiendo hacer el amor. Un hombre abre en silencio la puerta y se queda observándolos hacerlo como si nunca hubiera visto a una pareja de enamorados. Arcián le dice cosas románticas a Marion, especulando con llamar la atención del intruso, quién nunca habría oído eso durante el inexpresivo e insípido acto sexual de su especie, esperando

282


que piense no sería buena idea destruir dos especímenes de

su

propia

raza

que

hayan

aprendido

a

amar

apasionadamente, lo que seguramente sería todo un acontecimiento para ellos. Al escuchar las sensibleras frases de Arcián hacia Marion, el extraño decide alejarse y dejarlos continuar con el acto en tanto ella parece sensibilizarse con la ternura de Arcián y su cuerpo se empieza a mover con una sensualidad diferente a la acostumbrada frialdad con que solía hacerlo en sus sesiones de prostituta, apropiándose del cuerpo de él como si se abrazara a su propia sexualidad, sintiendo por primera vez el gozo de compartir el mismo sueño de liberación mental, hasta que los fluidos de ambos se

amalgaman

a

sus

formas

ahora

casi

humanas,

desinhibidas de su propia complexión, tan extraña para ellos como estimulante. Arcián, ahora consciente de que su plan funcionó, y el verdugo se ha ido, siente una sensación de libertad que lo distiende y empieza a comprender que lo de Marion no fue fingido, y especula con aprovecharse de este sexo tan diferente al usual siguiéndole el juego, hasta que

descubre

que

él

también

está

sufriendo

una

transformación, que lo estimula a continuar amando hasta que ambos caigan rendidos en los brazos de Morfeo. Arcián despierta en la mañana en su departamento de Buenos Aires, y se baña como todos los días, cuidando de no mojar su falso ombligo, al igual que Marion hace lo propio en Mar del Plata.

283


Madre Naturaleza

Mar del Plata, 21 de Septiembre de 1985

Arcián se encuentra parado frente al romper de las olas en Playa Chica, con la vista perdida sobre la espuma que se filtra entre los dedos de sus pies y las rocas, sin comprender qué está haciendo en la costa del Atlántico fuera de temporada, alejado del ámbito para el que fue estipulado su trabajo, consciente que no debería estar ahí, cuando la gente que debe estudiar se encuentra en Buenos Aires para ésta época del año; aunque también sospecha que alguna motivación que aún no entiende lo ha traído hasta allí.

Su mente le ha traído algunos

contratiempos últimamente, debido a algunas cosas que le cuesta recordar, así como algunas imágenes que aparecen muy claras en su cabeza, como si realmente las hubiera vivido, como esa mujer, que dice conocerlo y lo citó en ese lugar unos días atrás, motivando que se trasladara desde Buenos Aires, cuando usualmente no habría acudido a un pedido como ese, que lo distraiga de su misión. Marion se acerca a Arcián desde la vereda costanera y él la reconoce por su forma de caminar, aunque solo puede ver una joven muy abrigada, con las

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manos en los bolsillos de su gamulán, con las solapas levantadas cubriéndole el rostro casi por completo, junto con su cabello maltratado por el viento. Ella lo mira por las rendijas de su pelo y le dice: -“Veo que esta vez sí me reconoces.”-“En realidad…”-dice Arcián -“Ahora que te veo de cerca, se me hace un poco más difícil”. -“¡Te

han

vuelto

a

clonar!”-Responde

Marion

alarmada-“No entiendo porqué a mí no me lo han hecho, luego de aquella noche, porque en tal caso, desde ese momento yo sí puedo recordarlo todo”. Arcián la mira con cierta extrañeza, aunque poco a poco, parece ir entendiendo lo que sucede, como si esta vez pudiera asimilarlo con más facilidad. -“Creo que empiezo a recordar ciertas cosas, si me ayudas a hacer memoria, tal vez…” Marion lo mira con el desánimo impreso en la cara, por tener que explicarle todo nuevamente hasta que al final decide hacerlo, aunque con muy poca paciencia:-“Te contaré lo que creo está sucediendo y de a poco irás entrando en materia”. Ella le explica todo el asunto de que son clonados continuamente

con

procedimientos

de

manipulación

genética, con el presunto objetivo de hacer que su especie se adapte a las condiciones de este nuevo lugar, mediante injertos de órganos humanos, que a través del tiempo los convertirían en una raza capaz de soportar los grandes cambios en el ecosistema que se avecinan en el planeta, provocados por el hombre y por esa misma razón, su especie, con origen en insectos estará más capacitada

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para sobrevivirlos, debido a su gran capacidad de adaptación. Al terminar su explicación, Arcián, que parece haber asimilado bastante le pregunta: -“¿Si yo fui clonado esta última vez, por qué será que recuerdo algunos de esos pasajes y otros no?”. -“Probablemente,

los

órganos

que

nos

fueron

injertados en el proceso conservan alguna información de lo que nos ha sucedido en anteriores cuerpos y nuestros cerebros sacan sus conclusiones por si mismos”. -“¿Qué hace que vos tengas más conocimiento que yo de lo sucedido en este último tiempo?”- Dice Arcián, aún un poco incrédulo. -“La última vez que regeneraron tu cuerpo, por alguna razón evitaron hacerlo con el mío, y pienso que la causa es que ya debo haber alcanzado el grado de optimización esperado…aunque creo que algo debe haber fallado,

porque

provenientes

siento

del

algunas

interior

de

mi

molestias

inusuales

cuerpo”-Marion

se

desabotona el abrigo y toma la mano de Arcián para posarla sobre su vientre, cuando este siente un pequeño golpe y la quita inmediatamente. -“¿Qué fue eso?”- dice él asustado. -“Es

lo

que

quería

mostrarte…Me

ha

estado

sucediendo desde hace algunos días, y es por eso que te convoqué hoy”-Arcián aún no comprende y ella al ver su cara de desconcierto continúa: -“Creo que voy a tener tu hijo”. Arcián se aleja unos pasos de ella horrorizado y le dice:

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-“¿Cómo es posible?, nosotros somos insectos, y nuestros cuerpos…” -“Ya no…”-contesta ella-“y ahora debemos decidir que queremos ser, porque ellos piensan que nuestros cuerpos ya no nos pertenecen y yo estoy sintiendo una necesidad, que nunca antes había experimentado, la de formar una familia”. -“¿Una Familia?”-Exclama Arcián aterrado-“¡Eso es indecente!, es…” -“Veo que tú aún eres un insecto y es inútil que te diga todo esto, pero yo ya no me siento así”-Dice Marion mientras se da vuelta y empieza a irse de su lado, cuando Arcián se queda parado sin saber qué hacer, solo viendo a Marion alejarse. Un vehículo utilitario que se dirige hacia abajo por la costanera se detiene junto a Marion, y dos hombres bajan súbitamente tomándola por los brazos e introduciéndola en el por la fuerza.

Arcián que se

encuentra mirando la escena reacciona inmediatamente y corre hacia ellos saltando sobre el parabrisas del automóvil provocando que este se estrelle contra un farol de alumbrado siendo él despedido hasta quedar tendido en la vereda; se levanta enérgicamente y abre la puerta trasera del coche rescatando a Marion e intentando escaparse con ella de los secuestradores, cuando uno de ellos hace un disparo sobre Arcián derribándolo junto a Marion que cae junto a él, quién la sostiene fuertemente de su brazo. -“No sé qué carajos está haciendo”- le dice uno de los

hombres-“Usted

no

tiene

derechos

sobre

ellos,

(refiriéndose a Marion y su embarazo) nos ha costado mucho esfuerzo este emprendimiento y ustedes son solo

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condenados a muerte que decidieron aceptar servir a su país para purgar sus culpas, permitiéndonos usar su cuerpos en beneficio de nuestra especie”. -“Nadie nos dijo que moriríamos varias veces en esta misión”-dice Marion enfurecida mientras Arcián utiliza esa energía para incorporarse y derribar a sus adversarios con certeros golpes de puño, mientras les dice: -“Nuestra deuda quedó saldada con nuestra primera muerte y en cada clonación nos volvimos mas humanos…y como hombre les digo: ¡Nadie se mete con mi familia!”. Arcián ayuda a Marion a incorporarse sobre sus piernas y haciendo una repasada visual sobre los cuerpos de los insectos desparramados por el piso, la toma del brazo y poza su otra mano sobre su vientre y empiezan a caminar diciéndoles: -“Vamos a casa, familia”.

Epílogo

La belleza de la ciudad de Mar del Plata es besada por el mar continuamente y el sol se esconde tras las cierras en un nuevo atardecer, que no oculta que la tierra aún sigue cambiando; aún así el habitante de este mundo se sigue preguntando si es responsable por esos cambios mientras

otros

se

preparan

para

lo

irremediable…

Simplemente adaptándose.

“Al final, las cucarachas heredarán la tierra”.

288


CAPÍTULO 3 | N ARRATIVA REFLEXIVA

“Tribulaciones Tribales” Pintura Digital de Luis Makianich, 2009

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OCURRÍ

Abracadabra… Mi cuerpo se cierne a todo lo que me rodea como si el espacio fuera tragado por mi propia voracidad, concerniente a aquello que me sucedió alguna vez, y que ahora

está

presente

en

mi

complexión;

se

hace

omnipotente como una estrella en un infinito finito, o un corredor estrecho que se cierra sobre sí mismo para no abdicar ante el final. Sin tiempo para el tiempo, me protejo de las horas contando hacia atrás, como si de esa forma los recuerdos pasarán mas tarde de lo previsto y mi futuro fuese el argumento de una mentira piadosa que alguna vez recibí, a cambio de la verdad que aún no sucede. Plano 290


como una hoja de papel alisada contra sí misma, escribo mis memorias; aquellas que viviré cuando lo necesite y no ahora, que solo las deseo; manchando mi historia por ambos lados, para ver al trasluz qué es lo que soy y lo que debiera ser en un único golpe de vista, en un solo acto de vida. Al tronar mis dedos… La espera se torna amarga como en aquellos tiempos que andaré soñando con volver aquí, como he estado antes de lo que me sucederá entre el mañana y el hoy, vagando en la inmensidad de mis recuerdos; luchando en la pequeñez de mi inconsciencia hasta que la burbuja estalle y me auto procree de la mano de mi propio universo autocontenido; asociándome a la idea de mi fascinación por lo uniforme, lo equivalente y lo manifiesto; mutilando mi autoestima en infinitas partes, que sumergidas en su auto semejanza se mimeticen con la verdad o simplemente con la verosimilitud a su esencia concordante; nunca antes tan real ni tan cierto como lo fuera mañana al ver la luz. Un toque de la varita… Renací.

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LA TRIBU

Los leños colorean con fuego sus arrugados rostros al caer la noche; múltiples ojos chispean concéntricos un solo sueño,

una

esperanza,

un

deseo.

Corazones

como

tambores resuenan al ritmo de sus mentes; sumidas en un vuelo humeante como mariposas nocturnas estrellándose contra el vidrioso velo de su desaliento. Las llamas esculpen la historia en sus largas cabelleras; trenzando sus demonios con sus espirituales ancestros, y convocándolos al rito de sus etéreas plegarias, hasta hoy dormidas en la madera quemada. El más anciano se encuentra sentado con sus piernas cruzadas y la mente en suspenso sobre sus cabezas, que 292


sienten su aura candorosa y quieta, como el tenue brillo del lago y la luna besándose a oscuras de miradas discretas. La tribu presiente en un solo suspiro que las épocas tristes se irán desvaneciendo, con solo ver la hoguera alimentando sus almas y acelerando su pulso en el fragor de la danza. Las llamas chispean su alegría ignifuga desafiando su aliento de inocente osadía, creyendo en un sueño de hambruna y miseria; bailando su pena de lluvias sin trigo, de humo sin fuego y de dolor sin llanto. Con fe en la memoria de sus antepasados, que vivieron del bosque y de sus riquezas; alimentando el suelo con sangre y su carne, se lanzan en busca del precioso tesoro, de cazar su dieta con arcos y flechas. Pero el monte ahora es otro, y ya no se oye en la noche, ni el ave en vigilia ni la presa asustada, porque durante el día, cuando nada duerme, se escuchan las sierras que talan su alma.

293


ALBEDRÍO

Los tiempos modernos han llevado a una nueva concepción de las reglas de convivencia entre los seres vivos. Los acontecimientos propiciados por el hombre a lo largo de estos últimos milenios, le dieron la certeza que el desprecio por el prójimo solo lo puede conducir a la destrucción

de la raza, sin prejuicio que la propia

naturaleza intervenga en el conflicto emergente de este comportamiento.

Solo los más inteligentes pudieron

sobrevivir a este cataclismo y la supresión de la raza humana nos dejó el legado de comprender que el uso de la razón fue el detonante de su propia desaparición. Luego de asimilar que solamente la pasión los condujo por el 294


camino de la verdad absoluta, y al descubrirla ha llegado a descartar su perimido razonamiento, y ahora el instinto administra sus decisiones sin lugar a dudas, puesto que la divergencia no tiene cabida cuando se conoce la verdad. El amor, la vida y la muerte son parte de esa certeza y ahora solo se dejan llevar por la certidumbre de la naturaleza sin temor a equivocarse, como el resto de los animales porque son parte de ella. ¿Qué han ganado? –La mentira, el engaño y la hipocresía ya no existen y el mundo en el que viven es perfecto… ¿Qué han perdido? -El discernimiento.

Esta predicción ha sido basada en un hecho real (en proceso), aunque fueron cambiadas algunas circunstancias por atentar contra el libre albedrío de las especies involucradas.

Dios.

295


AUTORRETRATO

Siempre creí que con solo ver la cara de la gente, uno podría conocer lo esencial de su persona; que las huellas en su cutis eran señales de vida que podrían leerse como en un viejo papiro y en sus ojos, estaría la clave para penetrar en su conciencia y aprender todo lo referente a su reputación, aún sin hablar una sola palabra con ella. Con estas premisas anduve altivo por mi vida sabiéndome un conocedor

de la cualidad

humana.

Sin temor

a

equivocarme taladré en la superficie del rostro de mis amigos y enemigos, mis amores y desamores hasta convencerme de sus cualidades, las que pretendí asociar a las mías en un juego de simbiosis y desaires, avenencias y discordias, las que incorporé a mis hábitos sociales cuando la providencia me convidó a asimilarlas. Como en un conjuro aterrador, hoy me encontré con el único rostro en este mundo que resultara impermeable a mi visión introspectiva…Me refiero a mi propia fisonomía. Luego de años de evitar la vista franca sobre el espejo,

296


siempre empañado por las circunstancias que atenuasen mi semblante, o el ánimo inmerso en una mirada que opacase la imagen, hoy me he encontrado con un perfecto extraño, quien me observa desde el interior del cristal con la obvia intención de conocer mis debilidades; con esquivo aire intelectual pretende obstaculizar mi defensa provocando gestos en mi propia cara que evadan toda conclusión anticipada,

para avanzar en una

retrospectiva soñada, o simplemente establecer cuál será el perfil del combate que defina la faz más propicia de mi rostro, donde se establecerá el campo de batalla. Cada arruga en sus pómulos sugiere la fatiga del músculo que generó una sonrisa o un gesto amargo a lo largo de una vida, así como aquel destello en el iris configura una estrella que ha seguido eternamente en busca de algún sueño nunca cristalizado, y que ahora parece opacarse a la luz de esta pasmosa realidad, donde el dibujo de su semblante me devuelve hecho trizas, como un paño humedecido por el sudor de su frente. Ya desnudo de inquietudes, mi contendiente clama por su propia suerte desafiándome a liberarlo de mi semblante, entrecerrando los ojos a la luz de los recuerdos, hasta que nuestras pestañas tamizan las experiencias pasadas por el filtro de una ajetreada memoria, donde la juventud declama asiendo la bandera de la felicidad, y clavando el asta en el pecho de mi conciencia, que sangra su alegría sobre mis párpados, obligándome a cerrarlos definitivamente, hasta alcanzar otro sueño… que me permita vestir un nuevo aire en el ceño de mi incipiente vejez.

297


EL NAVÍO INDISTINTO

Jonás, como muchos otros, lleva un barco en su interior. El viento resopla en su mente y su musa despierta ante semejante impulso, desplegando sus velas hacia un mundo nuevo de colores y formas que transmite a sus manos como los hilos en una marioneta. Su sangre entra en ebullición como las calderas del navío que con rumbo incierto zarpa de su letargo, que abandonado en la orilla vigila su paso por esta nueva aventura. El clima constante le augura un arribo a algún puerto lejano incitándolo a moverse

con

desmesurado

empuje,

hasta

que

su

estimulación amaina en el altamar de su inspiración, desinflando

sus

ansias

y 298

aminorando

su

marcha;


provocando la calma en su tormentosa agonía, inerte de ingenio sin un soplo de poesía. Su pintura está quieta, en su mente y su tela, pero su corazón aún late con un tono profundo y un ritmo salvaje encerrado en su pecho.

La

mirada perdida en los lienzos del cuarto buscando alguna brisa de su imaginación perdida entre las telas colgadas, como velas de un barco varado en las aguas de su intuición tardía, improvisa un bosquejo que desate la furia del ciclón en la popa, como un soplo de suerte que despierte a la muerte. Jonás siente el murmullo de una nueva marea que le canta al oído su sonata divina y su cuerpo despierta con un nuevo aire fresco pincelando su vida con la fuerza del viento.

Los colores sonríen y las formas lo aturden en un

vendaval de ideas desafiándolo a pelear con su pincel como espada y su visión como daga, en la gloriosa batalla de su pintura acabada. Su navío llega a puerto, satisfecho de carga y en cuanto pisa tierra él se encuentra perdido en un mundo extranjero y sin descanso su anhelo está esperando a lo lejos, invitándolo a hacerse a la mar de nuevo, sin importar el rumbo como tampoco el destino, porque si el viento resopla su vida tendrá un objetivo.

299


ACERCA DE LA INVOLUCIÓN

El hombre, autoproclamado ”Rey de la creación”, debido a que posee la primacía de la razón, (razón por la cual puede permitirse adjudicarse a sí mismo el mérito de razonar) posee también debido a ella, la herramienta para cuestionar esta verdad y sumergirse en el océano de la duda. Tal vez el absurdo sea el mecanismo favorito de quienes nos instauramos como críticos de lo absoluto, pero una vez que nos aventuramos a navegar en él, sentimos que la duda es nuestro medio líquido y las certezas de la tierra firme son menos claras cuando más nos alejamos de la orilla. 300


Unas horas después, cuando el horizonte es circular y ya no una línea recta, comprendemos que nuestra perspectiva obtusa es la razón principal por la que nuestro razonamiento flaquea. Es entonces cuando observamos que cuando la verdad no es exacta, lo más probable es que sea totalmente falsa. Decidimos entonces dar un manotazo al timón y virar 180 grados, como una forma de aproximarnos rápidamente a la verdad, si es eso lo que finalmente estamos buscando. Cuando hablamos de buscar, nos referimos a la búsqueda por excelencia, la que tal vez nos de la pauta que nos muestre hacia donde debe apuntar nuestra brújula, y cuando ya estamos a punto de hacernos la pregunta que ponga proa al desenlace…se presenta la tormenta, que desbarata todos nuestros planes dejándonos a la deriva. Luego del naufragio, nos encontramos en la isla solitaria de nuestro razonamiento y ahora despojados de toda herramienta mundana, llámense verdades absolutas de nuestro mundo, que ahora pierden todo valor. Nos remitimos a lo inmediato, procurándonos alimento y albergue, y en un principio nos comportamos como animales…

Entonces

asoma

el

primer

indicio

de

humanidad… Si, la razón. -¿Será

posible

que

ante

una

emergencia

se

manifieste primero la intuición antes que nuestro raciocinio? -¿Habrá alguna relación entre nuestros estímulos irracionales y nuestras necesidades espirituales? -Cuando

nos

comportamos

¿Equivocamos el camino?

301

como

animales…


En medio de este delirio, cuando nos sentimos afiebrados por las dudas revoloteando en nuestra cabeza, pueden surgir nuevas certezas que nos alejen aún más de la tierra firme de nuestro conocimiento. Nos preguntamos si el resto de los seres vivos, aquellos que no poseen nuestro bien tan preciado, no lo habrán superado en alguna instancia de su evolución. También pensamos que el pensamiento de la humanidad se desarrolló casi completamente analizando y hasta imitando el esplendor de la naturaleza, como el vuelo de los pájaros con los aviones, los peces con los barcos, etcétera. Es entonces cuando esa idea atroz nos inunda y no podemos resistir el deseo de expresar lo primero que nos viene a la mente. Si todas las especies de la naturaleza se comportan en forma perfecta para lo que fueros creadas, y no poseen nuestro don del razonamiento… ¿No será que están en un escalón superior de la evolución? Si

el

hombre

necesita

esforzarse

por

varias

generaciones para perfeccionar lo que le fue dado usando su razonamiento, y lograr lo que los animales poseen en última instancia: La verdad absoluta… ¿Puede considerarse el ser más evolucionado? El hecho de que se crea que el hombre es la última especie en aparecer sobre la tierra… ¿No explicaría su falta de desarrollo? -¿No será que cada uno de los animales ya pasó por su instancia racional y la búsqueda de la verdad absoluta, y una vez hallada perdió esa habilidad del raciocinio, dada su caducidad por ya no serle útil?

302


Conclusiones: Observemos el estado de la evolución humana hasta el momento. Los adelantos científicos en los últimos tiempos han sido tan avasallantes que bien podríamos decir que se auspicia una aproximación a la verdad mucho más cercana a lo que pudo haber estado en los últimos diez años. Los

avances

telecomunicaciones,

en

la

informática

hacen

que

el

y

en

las

conocimiento

se

globalice, provocando que el hombre común disponga de la verdad como cualquier otro ser humano. Y

lo

que

considero

más

importante

en

este

razonamiento: El indicio más grande que nos muestra que el hombre está acercándose más y más a la verdad absoluta, es que su

comportamiento

actual

se

está

alejando

de

humanidad y se mimetiza con la cruda verdad animal.

303

su


RÍO EN LLAMAS

El río trae un mensaje del cielo, desde lo alto de su montaña. En su reflejo se muestra la angustia de miles de nubes que enturbian la vista y lo vuelven de barro, como invocando al demonio que duerme en su lecho y obnubilando al cosmos que invariablemente nos vigila. El siente un ardor en sus venas que fluyen esquivas de lo que le ocurre y el viento nos trae un esotérico ritmo de piedras cantando una discordante aria. El bosque se calla como presintiendo algo que se presentará pronto en la obscura mañana, pero el cielo no suelta su furia, como si no supiera que el día lo invoca a pelear por su vida y omitiera el duelo ignorando su ofensa. 304


En solo un instante, el agua cambia su tono, y una bruma espesa oculta su lecho; unos peces afloran inertes a la superficie como si fueran expulsados de su mundo sin previo aviso y junto a una irregular efervescencia el cauce explota en múltiples direcciones hasta que una brecha de fuego se abre paso en el barro, quebrando la cuenca desde abajo del calce y mostrando la furia de un infierno en la tierra que como un dragón de ultratumba resopla su fiebre, reclamándole al viento su vapor en el aire.

Sus

llamas por fin emergen resoplando su lumbre dibujando en el cielo sendas llamaradas que provocan un puente a la esfera celeste, uniendo el diabólico abismo con el firmamento, pero desde las alturas, el reino celestial niega el paso, interponiéndole un obscuro escudo de humo y cenizas, separando la noche del día con sus uniformes en la batalla y pertrechando sus fuerzas en los confines del tiempo. Ya hacia el fin de la noche una erupción de lava cambia el curso del río, que por un instante bregó por su ventura y cauterizó la herida que produjo en su lecho con el magma emergente de su propio enemigo, hasta que el manto de sangre que se formó en la pelea coaguló en la llaga renovando su suerte. En el fragor de la lucha quedaron mil memorias, de futuros perdidos y pasados olvidados y muchas veces nos preguntamos si el azar o la providencia son parte de este juego o simplemente el destino ya escribió nuestra historia, y aunque nunca sabremos quién ganó la batalla, esta guerra continúa, y es de nuestra competencia.

305


ESTUDIO DEL TIEMPO INVERTIDO

Supongamos que los planetas de nuestro sistema solar no describen órbitas concéntricas alrededor del sol, sino que son desprendimientos gaseosos que se alejan de él siguiendo una única órbita helicoidal durante millones de años, lo que haría imposible para nuestra especie hacer una medición exacta, dado lo breve de nuestra presencia aquí, dando como resultado una cierta cantidad de planetas que a medida que se alejan de su origen van cambiando

sus

condiciones

físicas,

no

solo

por

su

distanciamiento de la fuente de calor sino por su envejecimiento, ya que a medida que se alejan reciben las huellas de vida en su superficie, como estratos en la corteza 306


de un árbol, pero que en sus núcleos mantienen la misma composición gaseosa que su progenitor. De ser

esto realidad, nos encontraríamos ante la

verdad de que cada planeta que fuera generado por la misma composición contaría la historia de su similar más cercano al sol, y podríamos decir que el pasado de cada uno se encuentra en el que le sigue en la sucesión cíclica y por lo tanto el planeta más lejano es el hermano mayor y el más cercano el menor. Podríamos entonces, estudiando a Marte conocer nuestro pasado y a Venus nuestro porvenir, como cuando realizamos excavaciones en nuestra corteza terrestre para escudriñar en nuestros orígenes. La paradoja, es que si quisiéramos conocer nuestros orígenes, no deberíamos estudiar nuestro pasado, sino concentrarnos en nuestro futuro. Este absurdo se fundamenta en la intuición, en lugar de hacerlo con un dato correcto, aunque tampoco podemos negarlo, porque no contamos con

tecnología

para medir las orbitas planetarias en su verdadera escala temporal. Con el debido respeto a los hombres de ciencia, me inclino a pensar que hay tantas posibilidades de acertar con la intuición como usando exclusivamente el raciocinio. Si esto resultara ser verdad, y nuestros orígenes se hallaran en el futuro, la herramienta más adecuada para buscar en él no sería la razón, sino precisamente la pasión.

307


LA BELLEZA DE LO EFÍMERO

La belleza guarda relación con el tiempo que la ostenta y por alguna razón somos conscientes de ella por la brevedad de su influencia. Al esfumarse el cuerpo que la contiene su imagen permanece en nuestras retinas hasta grabarse indeleble en la memoria.

Un momento de

permanencia en el universo la hace perdurable y el hueco que ocupa su lugar pasa a formar parte de una constelación de ausencias que se ocultan en vacíos omnipresentes. -¿Cuál es el propósito de su existencia si no es apreciada?

308


-¿Por qué nos esforzamos en comprender su esencia intelectualizándola, cuando se precisa un solo instante para descubrirla? -¿Significa algo bueno o una simple distracción activada para movilizarnos? -¿Es real o solo existe en quien la percibe? Una escultura en la arena permanece hasta que el mar decide pasar su mano sobre ella, acariciándola y salvando la imagen en su memoria líquida; guardando en su superficie plana el vacío impreso de su evanescencia. El artista siente que su ofrenda le da a su musa una nueva

vida,

renovando

su

apasionado

apetito

por

descubrirse esculpida con las manos de su amado y la noche baja sobre la playa como una prensa que al abrirse en la mañana imprime su estampa en el cielo, desde donde Febo abre su único ojo dorado que admira el sublime milagro amanecido de un amor furtivo, recostado en la arena de sus recuerdos.

309


PARA LECTORES AUTOMATIZADOS DE LETRAS VACÍAS

Gran parte de mi vida la paso figurándome algún ídolo. Por lo general pierdo aquello que es el valor espiritual que éste puede llegar a brindarme.

Si tal vez escucho un

disco (en el que me supongo el intérprete), como cuando leo un libro y creo ser su autor. Este cuento está dedicado a aquellos soñadores que sienten lo mismo que yo.

Por otra parte si leo un libro que

pueda llegar a interesarme como para suponerme su autor, pero que no es tan interesante como para terminar de leerlo, mi atención se desvincula de lo que es la maquinaria de mi trabajo espiritual de leer, efectuando este acto automáticamente. A todos aquellos que al igual que yo, puedan leer inconscientemente, les lego el derecho a creerse dueños de este cuento, ya que no es mío, sino que surgió en su imaginación. Toda persona tiene la verdad en el cuerpo, aunque no siempre ésta es propietaria del método para enseñarla. Necesitaría entonces de quien fuese el locutor, la boca de

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su cerebro que desahogue su sabiduría. No necesita del significado, por lo menos en apariencia, de lo que le brinde el autor, porque en esa realidad el vacío que necesitaría llenar con la palabra que servirá como recipiente de su sabiduría, es su verdad (la de cada lector). Los más tímidos consigo mismo comienzan una vez más el relato, cuando advierten que su imaginación se apoderó de lo que el cuento pudo haber sido si lo hubieran leído, para devolvérselo a su conciencia cuando el infra consciente advierte que el cuento, relato o lo que sea está llegando a su fin. Pero si no a la primera, es a la segunda vez de comenzado, la libertad creativa de nosotros, inconscientes lectores de letras vacías, ya es una realidad. No es mi intención poner en evidencia el argumento de este relato, como tampoco el de privarlos de que mientras lean esto, sin prestar atención al escaso contenido que pueda llegar a tener, puedan ustedes recrear una obra de arte, siguiendo la regla clásica de “planteo, desarrollo y desenlace” para ajustarse al final que yo les imponga en las últimas líneas, que es cuando vuelven a la realidad del sueño en que vivo…

La casa quedó vacía. Julio se aproxima a la ventana que alguna vez fueron sus ojos. Bajo el reflejo del sol irritado en lágrimas, llueve sangre. Julio ya no está ahí, porque ya no hay nadie.

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ACUÑADO INDELEBLE

Jacinto Robles siempre se preguntaba qué era lo que lo motivaba a escribir; a plasmar en un pedazo de papel lo primero que le venía a la mente; a transgredir con su imaginación

lo

que

usualmente

fuese

una

verdad

indiscutible con el simple objeto de refutarla. Su naturaleza lo puso en la vereda de enfrente de cualquier discusión, sin importar el tema ni el motivo que lo impulsase a confrontarlo, siempre solía encontrar un punto de vista diferente

que

lo

avalara

en

sus

argumentos

e

indefectiblemente pretendía salir victorioso aún cuando el resultado terminase dañando sus verdaderos intereses. Generó

mecanismos

de

312

defensa

para

cualquier


controversia a tal punto que llegó a considerárselo “El rey de la polémica”, aunque ese mote sonara un tanto a sorna según su propia apreciación. Hoy Jacinto se ha distanciado de sus amistades y se encuentra recluido en una pequeña embarcación, que lo aisla de las contiendas verbales y lo mantiene a salvo de sus propias sentencias y frases acuñadas por su espíritu de contradecir la realidad que lo abruma. El ha comprobado que escribir es como mantener una discusión consigo mismo, y por lo tanto no existe la posibilidad de salir herido; de hecho, al desarrollar ambos lados del diálogo, siempre está a tiempo de cambiar de bando, como en una partida solitaria de ajedrez, donde uno siempre gana. Cada vez pone proa a un diferente puerto que le de el punto de partida para un nuevo viaje hacia lo desconocido, y así poder descubrir un nuevo mundo de historias y sucesos; de conflictos y soluciones que lo ayuden a vivir en carne propia cada evento como si fuese propio, pero desde cada diferente ángulo, donde sufrir y gozar se dan la mano a sabiendas que de todos modos, la historia terminará cuando él lo decida, con solo cerrar la tapa de su ordenador portátil. En todo este tiempo, descubrió un único conflicto que no pudo resolver…El haber acuñado en su alma el vacío que le provoca haber vivido una vida imaginaria, de la que quedan algunos vestigios en el interior de su computadora, pero ningún vívido recuerdo dentro de su corazón.

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AGONÍA, LA ÚLTIMA BATALLA

En cada parpadeo se pierden decenas de imágenes que jamás regresarán; cada estímulo que mi visión reniega, produce una dicotomía entre mi olfato y mi oído que se disputan la verdad como si fuera el bien más preciado y haciendo alarde ambos de su continua fascinación por lo apreciable desde su eterna perspectiva a diferencia de mis ojos, que presumen de recomponer con ilusión lo que mis párpados les censuran, la indómita naturaleza del universo se acongoja ante tan irreverente competencia que desde un único ser se revela a su ambivalencia y reacciona con indescifrables

artimañas

para

equilibrar

lo

que

mi

imaginación sustituye en pos de sentirme seguro en un 314


mundo que me desafía a seguir habitándolo, pese a su caótica apariencia, que acentúa mis dudas y mis miedos. No obstante lo limitado de mis sentidos, me siento inclinado a creer que lo que percibo es real, (dentro de lo que mi conciencia certificaría como tal) y todas las elucubraciones que mi mente compone a partir de la observación, parecen estar de acuerdo con esa teoría; a no ser por la aparición de otros seres en el sistema que confrontan con mi forma de pensar, y desdibujan todo esquema que yo pueda esbozar con la finalidad de sentirme seguro. -¿Serán esos otros reales o simplemente parte de lo que mi fantasía simula para convivir en un mundo inhóspito y árido? Tal vez estos milisegundos de imágenes que me son vedados son la razón de mi intuición, que me provoca a crear otros actores en esta comedia, que despierten mi inspiración simulando una virtual clarividencia que reprima mi ansiedad de conocer la verdad, o quizás yo soy solo parte del capricho de otro individuo que me imaginó en su mundo para recomponer sus propios milisegundos faltantes. Si ese fuera el significado de mi existencia, mi respuesta a eso podría ser parpadear más despacio para ganar terreno dentro de su mundo y obligarlo a imaginar más de lo que sus

sentidos

le

descubren,

o

cerrar

mis

ojos

hasta

provocarme el sueño y forzarlo a recomponer todo un día de su vida…o mejor aún, cerrarlos definitivamente y acabar con la nuestra.

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CAPÍTULO 4 | TEXTOS URBANOS

“El Portal” Pintura Digital de Luis Makianich, 2010

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LA NAVIDAD OCULTA

Para esta época del año el espíritu navideño suele flotar en el aire, escondiéndose en los copos de nieve que se precipitan sobre la ciudad, albergando con su gracia las cúpulas de los edificios que ostentan su majestuosidad, rasgando el cielo nocturno con las afiladas espadas de sus pararrayos e iluminando la noche con sus elocuentes guirnaldas, que chispean un silencioso canto a la festividad dibujada en los pómulos rosados de los niños, exuberantes de su alegría intermitente; las veredas reflejan la colorida proyección de los escaparates, atrapando sus miradas alocadas en su propia fascinación. Cuando la nieve llega al suelo, ese espíritu contenido en sus cristales forma una espesa capa que protege a ese 317


mundo con su helada coraza, pero también lo aísla de ese otro universo subterráneo y paralelo, que subsiste bajo las alcantarillas, desde donde exhala un último aliento que se condensa en su calabozo. En ese otro lugar, los habitantes tienen sus propia fiesta cobijados bajo el asfalto, y arrullados por los trenes que estremecen todo con su arrolladora vibración, aunque pareciera que sus tiempos son diferentes, y el afiebrado andar de los caminantes sobre la capa de nieve se espeja mas pausado en quienes se cobijan con ella, como si se congelaran sus movimientos y cuando el tren subterráneo cesa su jornada, la festividad comienza sobre las veredas en tanto el submundo apaga la luz de sus velas. Solo un tenue resplandor asoma desde el fondo del túnel, en una de sus minúsculas cavernas adyacentes, flanqueada

de

las

vías

del

tren

por

una

cortina

rudimentaria, hecha con sogas y arpillera. Es la guarida de Daniel y Facundo, un niño y su perro que habitan la cripta desde hace treinta y cinco años del calendario canino. Daniel no conoce exactamente su edad, aunque solo recuerda los últimos cinco, desde que huyó del hospicio y conoció a Facu, porque antes de eso, su mente no registra evento alguno. Una lámpara de kerosene ilumina su cara con irregular intensidad, resaltando sus mejillas exultantes con los ojos

puestos

en

un

catálogo

de

vibrante

colorido,

anunciando las ofertas de una gran tienda de juguetes. Su fiel amigo lo observa con sus ojos humedecidos y pretende no saber lo que acontece, luego de varios años de haber enterrado el mito del gordo colorado que ahuyentaría sus

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penas con un paquete envuelto en azul y con un moño dorado. Lo que sí sabe Facundo, por la mirada de su amigo, es que esta Nochebuena será diferente, no por causa de la providencia sino porque intuye que Daniel tiene un plan, y que no lo incluye a él. -“Esta vez debo salir solo”-le dice su amo, mientras le coloca el collar y anuda la correa contra un hierro retorcido que emerge de la pared de concreto. Dobla la revista, la guarda en el bolsillo trasero de sus pantalones y se coloca un abrigo que ha guardado para la ocasión, capaz de cubrir los harapos que viste usualmente. Escupe en su mano y se aplasta el pelo contra su cabeza para lucir mejor, abre levemente la cortina y echa un vistazo hacia afuera intentando que su ausencia pase desapercibida, hasta que abandona el refugio. Al

subir

por

las

escaleras

del

subterráneo

se

encuentra con Catalina, una indigente con el cabello desgreñado. -“Yo en tu lugar no saldría este día”-le dice la anciana mujer. -“¿Por...? ”- replica Daniel con aire altivo. -“Es solo un consejo, hoy es uno de esos días en que los niños salen en familia, y si te ven puede que te lleven...” -“No a mi...”- responde aún en tono presumido, como si tuviera todo planeado, y continúa subiendo hacia la cálida luz de las marquesinas que lo atraen como a un insecto volador, acelerando su paso conforme asciende y de pronto, se ve envuelto en un torbellino de transeúntes que revolotean sobre la vereda en todas direcciones con sus hijos tomados de la mano, conformando una multitud

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de familias móviles arrasando cuanto regalo encuentran en los escaparates.

Un policía lo ve deambulando entre la

gente y se le acerca diciéndole: -“Hey, muchacho... ¿Estás perdido?” Daniel horrorizado grita lo primero que le viene a la mente: -“¡Papá...!”-mirando hacia una familia que acaba de pasar por su lado y escapa de la situación tomando de la mano al último eslabón, una niñita de unos cuatro años de edad, que lo mira asombrada aunque lo acepta sin forcejear, en tanto el oficial queda perdido en la multitud y los chicos se sueltan de las manos para entrar con sus padres a una tienda de regalos, ocasión que Daniel aprovecha para hacer lo propio y desembarazarse del grupo, regalándole una sonrisa a su ángel salvador que lo saluda con la manito mientras él se esconde en un tipi armado en uno de los exhibidores internos de la tienda, donde permanece oculto hasta la hora del cierre. Mientras tanto, saborea en la revista que guarda en su bolsillo, lo que será su Nochebuena, con su nueva familia de juguetes, que lo amarán toda la noche hasta que el reloj cucú cante las doce, de su primera navidad acompañado. Los altavoces le dicen que el momento ha llegado y la gente empieza a abandonar el lugar dejando todo ese mundo imaginario a su disposición, desde el momento en que las puertas se cierran y los sonidos enmudecen ante la llamada de su ansiedad. Daniel sale arrodillado a través de una abertura en la carpa y por un instante, su fantasía empieza a tomar posesión de la juguetería; su entusiasmo lo desborda y corretea por todo el lugar tomando y arrojando cada

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muñeco que le salga al cruce, entablando un combate con cada soldado de plomo que lo amenace

y

descargando toda su agresión acumulada en sus años de soledad. Pero al final de la guerra, como en todas ellas, la sensación de victoria no se parece a lo que él hubiese deseado y nuevamente se encuentra solo entre un millar de juguetes abatidos en lo que fuera su campo de batalla. El silencio se apodera del catastrófico escenario hasta que escucha un rasguido en la vidriera y puede ver la desaliñada melena de su perro Facundo asomándose con la apariencia de haber ganado su propia pelea, a saber por su correa destrozada.

Daniel siente que otra vez los

cristales lo separan del mundo al que desea pertenecer y tomando un objeto contundente, lo arroja hacia el vidrio que le impide volver con Facu... y pasar las navidades en familia.

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LA PIRÁMIDE

Gertrudis

recuerda cada instante de sus visitas al

Museo del Louvre como si fueran hoy. Si bien sus años de juventud han quedado atrás, ella presiente que ellos volverán ni bien su cuerpo atraviese su majestuoso pórtico y su andar será grácil como en aquellos años, flotando entre Da Vinci y Caravaccio, desde “El David” hasta “La Victoria Alada”, de tal modo que hasta se atrevería a seguir el recorrido largo, guiándose con su bastón sobre la extensa línea roja, como si esta fuese una vía eléctrica que la proveyese de la energía necesaria para lograrlo. Cuando

emigró

a

América,

sus

recuerdos

permanecieron dormidos esperando por ella todos estos años en el interior de su alma, y aunque su cuerpo se fue desgastando, su espíritu se mantuvo intacto como si el tiempo no hubiera pasado para él; y ahora que ella ha

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vuelto, parece despertar de ese letargo oliendo ese aroma añejo de los vinos franceses, que se encuentra impregnado en las paredes de la ciudad parisina. Sus ojos no dan crédito a lo que ven, cuando una nave extraterrestre acristalada de forma piramidal parece emerger a la superficie exactamente en medio de la plaza de accesos del Louvre, cuando su alma se desploma y parece no volver a despertar, dejando a su cuerpo ahí parado, como una autómata que se desplaza hacia ella llevada por la multitud, casi sin mover sus piernas y sin necesidad

de

utilizar

su

bastón.

Aquella

inmensa

maquinaria parece deglutirse a la gente que simplemente se somete a ser engullida como pasta de espagueti, y Gertrudis voltea a ambos lados mirándolos impávida, sin poder escapar de su abominable succión hasta que una inmensa

boca

de

escaleras

mecánicas

los

deglute

íntegramente hacia su estómago subterráneo. Desde ahí comienza su recorrido siguiendo las líneas de colores, que como los intestinos de esa inmensa maquinaria la conducen a cada una de sus salas. Ahora sus recuerdos son vagos y no importa la pintura que esté viendo, la magia ha desaparecido y por un momento, siente que todas son vanas reproducciones de los originales que alguna vez tuvo el

placer de conocer. Ella mira a su alrededor y no logra

identificar

a

ningún

humano,

solo

ve

cuerpos

desplazándose entre las galerías con guías turísticos encabezando sus manadas, y leyendo instrucciones para interpretar las obras colgadas en las paredes del museo, como

si

fuera

necesario

un

instructivo

para

poder

disfrutarlas. Ella se ve a sí misma como uno más de esos

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borregos, esperando ser llevados al matadero intelectual, donde sus partes serán servidas a la mesa de esta nueva sociedad mecanizada, hambrienta de arte y sedienta de historia, en un restaurante de pintura rápida. Gertrudis abre los ojos y se encuentra aún en el suelo frente a la gran pirámide, que empieza a girar como la punta de una broca hasta hundirse nuevamente en la tierra, liberando la plaza del Louvre de su maléfico encantamiento, y su alma parece volver en sí, como despertando de un mal sueño, aunque ya no se encuentra en el cuerpo de ella, porque ya no le pertenece, y ambas deciden entrar al museo como ellas lo recuerdan, en todo su esplendor al abrirse el portal divino, que las espera con su arte, en su recorrido eterno.

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FUNERAL DEL LABERINTO

Marco decide separarse del grupo ni bien arriban a “Piazza San Marco”, con el simple propósito de saborear a solas el legado de su padre, fallecido recientemente y que ahora comparte desde Buenos Aires la iniciativa de su hijo de reposar sus restos en las aguas de la Venecia que lo vio nacer. Piensa que ese funeral debe ser algo íntimo y los amigos que lo acompañan nada tienen que hacer ahí, cuando sus cenizas se esparzan en el “Gran Canal”. La primavera no es buen tiempo para visitar la ciudad, debido a las frecuentes lluvias que mantienen la plaza inundada durante las mareas altas que se producen dos veces al día durante esa temporada; sin embargo, el paisaje cobra una

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atmósfera especial, que se produce cuando la Basílica es reflejada en la plaza líquida creando una dualidad visual en la que el cielo baja a besar la tierra como un símbolo de enamoramiento Divino; otras veces, durante la fiesta de las flores, ella se encuentra tapizada de capullos multicolores simulando ese reflejo, invocando al cielo y coqueteando su belleza en todo su esplendor. Marco hace caso omiso a todas esas pancartas turísticas y se concentra en la misión que ha venido a realizar, llevando consigo la urna que contiene el deseo oculto de su padre, y que solo él pudo descifrar, a través de tantas frases nostálgicas que le oyó murmurar durante su vida en La Boca. Una última mirada al “Ponte dei Sospiri”, le da el impulso para recorrer a pie las calles de la Venecia oculta, atravesando puentes sobre las rajas de agua, con la lluvia fina que se confunde con la emoción en sus mejillas. El

cielo

plomizo le

sirve

de

abrigo

a las

paredes

descarnadas de revoque y moho, mientras el sonido en el aire se cierra en un silencio extraño, de ciudad sin máquinas y gaviotas aturdidas en su propia desorientación. Un ocasional cántico de un gondolero se escucha rebotar en los muros al llegar a la esquina, que como un fantasma alerta de su llegada hasta que el sonido dobla y desaparece en su mágica ruta, provocando un leve oleaje que arremete contra las puertas humedecidas de las casas, hasta que una de ellas, de herrería forjada le permite el paso y el agua se manifiesta como una sinfonía entre los cántaros y fuentes que le dan cobijo. Una humeante ventana vaporiza un aroma a especias en su salsa pomodoro, que le recuerda la pasta de los domingos en el

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patio de su casa, con la familia unida por el mantel de fiesta.

En la esquina, una pequeña plaza expande la

encrucijada de varios callejones, donde el portal de una iglesia ejerce su estampa y Marco alza la vista para apreciar el cielo, que en esos rumbos escasea, sentándose en los escalones del atrio, para recobrar fuerzas. Desde allí escoge entre las cinco esquinas la ruta de su personal procesión, que lo llevase al recóndito lugar en el que su padre debiera descansar; el aún no lo conoce, pero un sexto sentido le augura que cuando llegue lo reconocerá de inmediato, es por eso que su familia en Buenos Aires le asignó este encargo, para que encuentre el lugar en que su amado padre sería feliz por siempre.

Súbitamente el

firmamento se abrió en las nubes y la oscura noche los encontró en la espera hasta que una estrella fugaz le indicó el camino, y con entusiasmo recomenzó la marcha por una de esas callejas, con altos muros desnudos y la nada por techo, configurando un túnel hacia alguna otra plaza, con otrora encrucijada.

Su rostro se ilumina con una luz en

medio del callejón, que se angosta a cada paso, o quizás se alarga. El disminuye el ritmo de sus pasos como presagiando un incierto evento y puede escuchar un leve martilleo rebotando en las paredes, atenuando la luz en pausadas e irregulares pulsaciones que lo llevan a pautar sus pasos conforme se acerca. El sonido burbujeante del agua se suma al ritmo y el golpeteo de su corazón se asocia por simpatía a semejante obertura. Su respiración se entrecorta y por fin, el destello parece emerger de un vano en el muro que lo atrae como magnetizando su cuerpo, y ya no se puede detener hasta que atraviesa el umbral; en

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el interior, una plataforma hexagonal de enrejado metálico cercada por sendos paños vidriados conforman el acceso a un local de ventas, en varios niveles con muebles y cuadros contemporáneos, situados en diversas bandejas dispuestas sobre estanques artificiales y una cascada que los envuelve a modo de escaparate típico de los negocios de un centro comercial. Marco siente que toda la ciudad es una gran cáscara medieval envolviendo una gran maquinaria cibernética, como un androide con piel humana y se pregunta qué efecto haría ese descubrimiento en los deseos ocultos de su padre por volver a sus raíces. Horrorizado da unos pasos atrás y decide volver a casa, llevando sus cenizas con él a acompañar a su familia en la cabecera del mantel de fiestas, por todos los próximos domingos.

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EL PORTAL En Grecia, la organización YSEE (Ύπατο Συμβούλιο των Ελλήνων Εθνικών, Consejo Supremo de Griegos Gentiles) se refiere al “Neo paganismo Helénico” como: “Religión Nacional Griega”, lo que ha provocado ciertas controversias con la Iglesia Ortodoxa Griega, las que han sido subsanadas en un juicio llevado a cabo en el año 2006, donde la Corte Suprema falló a favor de los primeros, determinando que el Paganismo Helénico dejaría de ser una religión prohibida.

Una nube espesa baja hasta el templo de Zeus, llenando los vacíos que emergen entre sus columnas corintias, como invocando a la divinidad a bajar a la tierra. Filipo observa el acontecimiento con cierta admiración hasta

que

la

masa

se

confunde

con

el

espacio

intercolumnio en un diálogo entre la materia y la nada, entre la verdad y su opuesto, lo irreal. En medio de ese plano inhóspito, se abre una raja oscura desde dos de sus capiteles hasta el suelo invitándolo a entrar…o tal vez salir. Filipo siente que un gran vacío se produce entre el portal y su cuerpo succionándolo hasta que su proximidad se vuelve irresistible, un poco por masa y otro poco por falencia de

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ella, produciéndose el encantamiento que le impide razonar y lo obliga a someterse a su voluntad.

Casi sin

notarlo se encuentra bajo el mágico trilito y la visión de la negra inmensidad lo perturba hasta que intenta evitar el obvio desenlace, coqueteando entre las columnas que yerguen su esbeltez inmaculada sobre el suelo, atadas a lo terrenal y elevando su espíritu hacia el cielo, que le anuncia en cada triglifo un mensaje incierto. Su cabeza se encuentra aturdida por su dinamismo y por un momento, el deseo de conocer se apodera de su mente hasta que una mano de mujer lo toma del brazo para detenerlo, cuando la voz de la joven le dice: -“¿Te encuentras bien?” -Filipo, aún mareado gira hacia ella para mirarla aunque con la vista todavía perdida en esa atrapante oscuridad y retardando su reacción le dice: -“¿Disculpa…?” La joven le responde un poco confundida:-“Me pareció que te ibas a desvanecer…seguramente por el calor” Filipo, al ver la hermosa apariencia de la joven, decide

olvidar

su

anterior

trance

y

se

presenta

extendiéndole su mano:- “¿Y tú eres…?” -“Olympia…”-aceptando estrecharla suavemente y esperando por su nombre. El siente que falta algo en el diálogo y repentinamente reacciona diciendo:-“Zeus…”Mientras Olympia lo mira incrédula hasta que una sonrisa picaresca le confirma que es una broma… -”Filipo…es mi nombre, Zeus es quien mora éste lugar”-Confiesa mientras gira nuevamente la cabeza hacia

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el Templo Olímpico, comprobando que las nubes se han ido y este cobra nuevamente su forma tridimensional de origen. La joven pareja se queda conversando el resto de la tarde sin ocultar su entusiasmo, sentados en la base del templo como si se hubiesen conocido desde siempre, sin prestarle atención a los turistas que asedian el lugar con sus cámaras fotográficas y por un instante se ven a sí mismos como dos personajes de la antigua Grecia, envueltos en su arquitectura e inspirando sus palabras en ancestrales situaciones, que difícilmente pudieron haber sido vividas por ellos, cuando el sol evapora al resto de la gente mientras se oculta en el horizonte, y aquella nube vuelve por sus almas convirtiéndolas en parte del paisaje, que de nuevo se funde con la volumetría del templo ahora manifiesto en un único plano donde llenos y vacíos conviven en el mismo espacio, y

la

brecha

oscura

emerge

de

entre

las

piedras

convocándolos a ambos a traspasar el portal, entrando o saliendo de un mundo al otro, a desvanecerse junto a la noche. El rito sagrado vuelve a repetirse a través de los tiempos…solo cambian los nombres o los personajes, pero el juego es el mismo…uno que nunca aburre a las divinidades en su eterna permanencia.

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EL ENCIERRO

Desde que llegamos a Pamplona, la ansiedad por las fiestas se apoderó de mí transformando mi cuerpo en un barril de fuegos artificiales por estallar. La aglomeración de gente en torno a los vallados de madera y el bullicio expectante desde algunas horas antes de despuntar el día activó la mecha que detonará en una feroz estampida. El sol de julio nos enardece y los mozos guían la manada como pastores desde los corralillos hasta la plaza. Cuando veo a los corredores excitados encausarse en el rio de carne sobre un lecho de adoquines, mi corazón estalla en un repentino galope y mi cuerpo entero decide unírseles. Jamás había participado en semejante contienda y la

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emoción inunda mis venas en sangre, la que puedo ver tiñendo el suelo, ahora regado de cuerpos en posición fetal.

El resto de nosotros aún formamos parte de la

avalancha que al llegar a la curva de Mercaderes con Estafeta se desborda exuberante contra las barricadas, alimentando su caudal con algunos observadores, que ya son parte de nuestro inmenso e indivisible cuerpo. La recta final nos lleva a la libertad de la plaza, donde ocho cabestros nos vitorean a los seis toros de San Fermín.

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FACHADA MECÁNICA

La noche baja su capa negra sobre el distrito de Westminster, y como en un acto de magia las luces revierten la vida en un tono nuevo, más audaz y efervescente, haciendo de Piccadilly Circus un torbellino de sensaciones glamorosas entretejidas con el bullicio de una ciudad latente que descubre una cara diferente entre un tiempo y otro. Como si en cada pestañeo se fragmentara la película de su historia, las luces de neón y las pantallas de video conmemoran su evolución, convirtiendo sus fachadas en cáscaras que albergan en su interior el fluido lumínico causante de su metamorfosis. En un sector de la plaza, la fuente memorial al Monumento de Shaftesbury, engarza su ángel desnudo en vuelo, a Eros como un ícono de su actual

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sexualidad, apuntando con su arco y flecha a cada transeúnte desprevenido en su ingenuidad e invocándolo a ser partícipe de su desenfrena da cacería amorosa, como la indefensa presa, o el cazador furtivo. Cada uno de ellos realiza sus movimientos como un autómata, sin establecer contacto con su oponente.

Siguiendo un recorrido

preestablecido a un ritmo monótono y controlado por el centelleo del neón, los vehículos que atraviesan las calles, les ceden el paso sistemáticamente cuando ellos se aventuran a interrumpir su recorrido, como parte de un mismo programa, establecido para perdurar eternamente. Susana es una de ellos, y aunque no pertenece aquí, se ha adaptado a ese orden convirtiéndose en una pieza más de la maquinaria, desplazando su cuerpo por sus veredas entre los del resto de la gente, que como engranajes se aproximan entre sí sin tocarse, ni siquiera con la mirada, como aceptando su convivencia sin cuestionarse su función allí. Súbitamente, la figura de un joven londinense en su aspecto, interrumpe su paso a la salida de la boca del metro; curiosamente su vista se cruza con sus ojos y éste hace un sutil galanteo con la cabeza, que desbarata la monótona interrelación corporal entre la gente, que ahora para ella luce como un repentino “romper las filas”; sólo ellos dos en medio de la nada, iluminados por la tenue luz de un único farol, albergados por un circo de fachadas majestuosas que cobran vida ante ambos para predecir lo que seguramente sucederá. Susana responde a su silencio con un desubicado dejar caer su bolso, el que el joven levanta como en un acto reflejo y lo devuelve a su dueña con una expresión de ingenuo desconcierto y ella lo toma

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junto con su brazo, que queda atrapado con el suyo, justo antes de comenzar a andar nuevamente‌ a su lado, con sus sonrisas desentonando un poco entre la masa de gente que lentamente empieza a mover el engranaje hasta que la maquinaria citadina restablece su orden habitual. Las fachadas recobran su intermitente latido lumínico y en el centro de la fuente de bronce, Eros toma otra flecha de su funda.

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CÍCLICO ATARDECER “San Benito José Labre, Patrono de los solteros, los mendigos, de los sin domicilio fijo, de los vagabundos, de los peregrinos, de los itinerantes y de las personas inadaptadas pasó los últimos años de su vida entre los muros del Coliseo, viviendo de la caridad de los fieles, hasta su muerte en 1783”

Se despierta entre las ruinas del Coliseo con la sensación de haber estado ahí por siglos; los harapos que lo cubren reafirman su idea de estar viviendo un tiempo diferente, y aunque sus recuerdos del día anterior fueran tan cercanos, él percibe que las sombras que lo envuelven describen un espacio diferente al que dejó antes de perder el conocimiento. En su cabeza aún resuenan gritos de espanto entremezclados con vitoreos y rugidos de animales, y en sus bolsillos mantiene un puñado de arena impregnado en sangre.

El rojo atardecer le devuelve a sus ojos el

centelleo de miles de estrellas atravesando los intersticios en los muros hasta que la noche reconstruye en su mente todo el esplendor de los primeros siglos de vida del gran

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circo, cuando el mármol enarbolaba su gloria como ícono de la Roma Imperial. Benito se incorpora ante su imaginario espectáculo y recorre la Galería Toscana hasta las escaleras que lo izarán a la Jónica, la Corintia y la Compuesta, desde donde contemplará la arena, que ahora cubre por completo los túneles subterráneos del hipogeo. A cada paso, una pieza de mármol travertino recompone su historia sobre los ladrillos desnudos de su actual destrucción, invitándolo a seguir observando tamaño ensamblaje del pasado, que solo él puede ver, en su atormentada existencia eterna. Repentinamente el cielo se oculta al desplegarse las inmensas velas que cubren el graderío, mediante cuerdas y poleas accionadas por el fantasmal destacamento de marineros de la flota romana, que son testigos de su meteórica

y

monumental

reconstrucción,

hasta

que

apuntalado por su titánico esfuerzo mental, yergue su integridad para su propia apreciación. Como en un acto religioso inicia un viacrucis entre las piedras que soportan las graderías, auscultando los quejidos del mármol

sin

argamasa, para descubrir los sueños irrealizados que quienes sangraron su martirio en aquellos tiempos, cuando fueron ejecutados en los noxii, o los que han caído en las munera junto a otros luchadores; pero el travertino se resiste a repetir su historia y a su paso las piezas vuelven a desensamblarse

desapareciendo

ante

su

vista,

para

convertirse en partes de algún otro edificio de Roma, como simples ornamentos o convertidas en cal viva, alimentando la llaga de una ciudad dormida sobre los cuerpos de sus gladiadores.

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Benito retorna a la arena cuando el día hace desaparecer su sueño y le muestra la cara actual del coloso, desnudo de las heridas del pueblo que supo conquistar el mundo, pero erguido como a un monumento a su propia destrucción; se recuesta sobre sus harapos y espera un nuevo atardecer para saborear su historia, hoy dormida en los cimientos de la nueva Roma, construida con arena y sangre… la que algún día empezará a circular las arterias de un nuevo imperio latente.

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LA SALAMANDRA ALQUÍMICA “La tercera escultura, rodeada por las escalinatas que van del vestíbulo de entrada a la plaza central del parque, puede representar la salamandra alquímica, que simboliza el fuego, aunque también se suele interpretar como un dragón, quizá el mitológico Pitón, del templo de Delfos, debido a la pequeña construcción que se encuentra sobre esta figura, en forma de trípode, en alusión al utilizado por la Pitonisa”.

“La entrada al paraíso…”-Se repetía Aurelia mientras se aventuraba a ascender por la interminable escalinata del Park Güell; la cual, para alguien en su avanzada edad prometía ser una travesía difícil de completar y a la que una mujer como ella no debía rehusar, por la carga que llevaba sobre sus hombros; esa que le produjera su tormentosa vida, cargada de mezquindad y vacía de significados. El calor la sofocaba y cada escalón que ascendía era

una

súplica

introspección;

una

de

su

queja

pasado de

su

que

requería

esqueleto

que

una le

reprochaba el ajetreo que le produjo durante años de no

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detenerse a descansar, por su avaricia en los negocios y su tacañería en los afectos. Aurelia llegó a su vejez en soledad, producto de su afán

de

sustentar

su

mundo

entre

cuatro

paredes

blindadas, que la han protegido de quienes ambicionaban su fortuna; pero que también la aislaron de quien la deseaba, y debió partir sin cumplir con sus anhelos. Gervasio solía abrumarla con sus galanteos en su juventud, a los que ella respondía con esquivos coqueteos durante todo el recorrido hasta el monumento al calvario, desde donde podían apreciar la vista de la ciudad; pero al llegar ahí sus visiones eran diferentes. El deseaba compartir sus vidas allí y ella ambicionaba conquistar Barcelona. Al llegar a la tercera fuente, el dragón pareció cambiar de color, por un rayo de sol que se posó sobre su piel de cerámica y vidrio, que lo destacó del resto del paisaje. Aurelia sintió que la sangre se escurría por sus venas y la coloración de su piel desapareció abruptamente, cuando recordó el tiempo en que Gervasio

le hablaba

sobre la salamandra alquímica, cada vez que pasaban por la escultura:-“Es capaz de convertir tu vida en oro…”-solía decir, y el recuerdo de sus risas le hizo perder la estabilidad por un momento, cuando debió tomarse de la fuente para estabilizarse mientras el resto del lugar seguía girando aceleradamente hasta que por fin se detuvo. Sin mirar hacia atrás, decidió seguir subiendo algunos escalones más hasta el trípode de la Pitonisa, donde hizo otra parada para hurgar en su futuro, no porque creyera en eso, sino precisamente por carecer de fe; la que había perdido muchos años atrás y suplantado por una infinidad de

341


creencias alternativas. De pronto su mente se vio inundada de recuerdos, con los que ha convivido siempre que ha vuelto a ese lugar, en los que su amado olvidado parecía haberse inmiscuido, y su cuerpo pareció perder peso, a tal punto que subir el resto de la escalera le resultó más ligero, como si hubiera rejuvenecido a la edad de sus recuerdos felices, y Gervasio la esperaba arriba, en el calvario, y su pecho parecía no latir en un instante en que el tiempo se detuvo, porque ahora ambos podrían ver su Barcelona juntos, desde arriba y aunados en un mismo sueño, como si la salamandra hubiera cambiado su vida de oro en algo más etéreo, dejando su cuerpo tendido escaleras abajo… porque solo su alma enamorada puede traspasar las puertas del paraíso.

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EL PUENTE

Llegar a la Piazza della Signoría significa mucho para mí, que

siempre me

sentí

atraído por el

arte

del

renacimiento, como si parte de mi ser estuviera esperando el momento de emerger de ese mundo oculto de mis incertidumbres, para liberar el deseo de mis ancestros, que pusieron en mis genes la semilla de su desasosiego. Mi ansiedad me obliga a dirigirme directamente a la Galería degli Uffizi, donde se encuentra gran parte de la obra de Filippino Lippi, según mi padre, un antepasado de nuestra familia que no debo pasar por alto. Si bien el lazo familiar no me hace perder el sueño, conocer la obra de Miguel Ángel, Leonardo, Botticelli, y tantos otros en un mismo sitio

343


me ha puesto en un estado de efervescencia, el que no dejo de sentir desde que atravesé el puente sobre el Arno. El aire se encuentra impregnado de un aura especial desde que aquella inundación anegó los principales museos, y parece que aún flotan en él las ánimas de los principales artistas de Florencia; sin embargo, al entrar al edificio, ese mismo aire me dirige directamente hacia el retrato de mi antepasado que me atrapa con su mirada desde que nuestros ojos hacen contacto. Siento como un rayo que se introduce hasta mi alma y la divide en dos, cuando un forcejeo

entre ellas desata la batalla por gobernar mi

cuerpo y las pupilas del retrato en la pared parecen electrizarse cuando sus labios rompen el sello en una enigmática sonrisa, ostentando el cetro de haber ganado la cruzada. Mi cuerpo parece no responder a mis órdenes, aunque empieza a desplazarse mecánicamente por el centro de la galería, mirando a uno y otro lado del pasillo, como saludando a sus viejos colegas, con la satisfacción en el rostro de ser nuevamente alguien, en tanto cada obra colgada en la pared hace su reverencia hacia él, vitoreándolo y mostrando su alegría en un ámbito que hasta recién fuese como un templo a la estanqueidad de nuestras emociones. Un temblor parece sacudir las salas donde las esculturas de Leonardo, Giotto y Donatello empiezan a sumarse a esta danza esotérica clamando por su libertad de espíritu, que el propio Dante incluyera en sus escrituras, sellando el pacto infernal de todos los asistentes al museo con las obras que admiran, hasta que sus cuerpos se entremezclan como zombis con las ánimas flotantes de esa magnífica aura.

344


La luminosidad parece fatigarse y nuestros cuerpos agotan sus energías hasta que el portal del edificio nos convoca a abandonar el templo, con nuestras almas divididas, conscientes de que nuestras vidas serán diferentes a partir de este mágico evento, y nuestra visión tomará una nueva dimensión, signada por nuestras almas gemelas, que vivirán su mundo paralelo al nuestro, y al atravesar el Ponte Vecchio, abrirán la ventana de nuestros ojos al mundo que nunca antes habíamos visto.

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PUEBLO CHICO

El testimonio del Brigadier Lorenzo Visconti perecía

ser

la

punta

del

ovillo

de

tamaña

investigación, debido a su prestigio de hombre de bien acuñado luego de años de servicio no solo en la fuerza aeronáutica sino como alcalde de Villa Esperanza.

Si bien no fue exactamente un testigo

presencial, sus precisas observaciones acerca de lo acontecido los días anteriores y posteriores al suceso auspiciaban que el esclarecimiento del caso estaba por acaecer.

No tuve ni siquiera que convocarlo

debido a que se presentó en mi despacho, con el simple motivo de:- “Hacer mi aporte cívico, como se 346


debe…”-Según me declaró esa tarde de septiembre, cuando la primavera ya había entrado en el pueblo. Luego de presentarle mis más sinceros respetos por su gallardía y dedicación hacia sus representados, pasó a narrarme con mucha escrupulosidad cada uno de los indicios que

pensó serían de gran importancia

para esclarecer lo sucedido ese día. -“La joven Laura Romario,

solía

pasearse

con

su

noviecito…ese

melenudo hijo de los…” -“Robledo”-le completé la frase. -“Ese, hijo de P…Patricio Robledo y Doña Jimena; bueno, se floreaba con ese por la galería de la calle Dos cuando un automóvil rojo,

que no

pertenece a este pueblo se les acercó y uno de los tres que viajaban adentro la piropeó a la moza como si el melenudo no existiese”-El Brigadier se me acercó como para contarme alguna infidencia y continuó en voz baja:-“Yo que el muchacho no hubiera dejado las cosas así, pero eso mismo es lo que sucedió; solo los miró y tomándola por la cintura siguieron caminando”. Me quedé mirándolo hasta que sintió que su cara estaba muy cerca de la mía y se retiró recostándose sobre el respaldo de la silla para luego proseguir.-“Unos días después, vi a la mocosa asomada a la ventanilla del mismo auto parloteando con el conductor y riendo a las carcajadas…Si hubiera sido mi hija…” -“Brigadier” (lo interrumpí), ¿qué otra cosa me puede decir relacionada con el caso? -“Bueno, en realidad…”

347


Luego de ésta pérdida de tiempo me decidí a entrevistar a Doña Zulema Estrada, vecina de Laura Romario, que si bien no parece haber tenido nada que ver en el asunto, tiene fama de saber todo lo que pasa en el pueblo, debido a ese don especial que le llaman “chismerío”. La encontré barriendo la vereda, lo que es su costumbre seguramente para establecer su puesto de vigilancia. Cuando me vio venir corrió adentro y salió con la pava y la yerba sentándose en el banco de madera que tiene en el porche de entrada e invitándome a sentarme a su lado me dijo: -“Te estaba esperando m’hijo” y antes de darme cuenta me había empezado a contar todos sus puntos de vista. -“Resulta que la Eulalia me contó que su hija Jimena salía con el primo de Alfonso, el novio de Laura, y este le dijo que ya no la frecuentaba desde hacía una semana, cuando la muy machona se había enganchado con unos tipos maduros del pueblo vecino de “El Chimango”, y ni lerda ni perezosa se andaba besuqueando con uno y con otro como si se pasaran el mate”-(A la vez que me pasa un mate y me quedo pensando antes de tomarlo-“¿Qué…no tomás?” -“No, no es eso, es que está caliente”-le contesto tomándolo con cuidado como si en realidad

quemara y

poniendo mis labios

con

cuidado en la bombilla mientras la miro para prestarle atención.

348


-“Te cuento que no es la primera vez que supe esas cosas de ella”-Continuó de inmediato-“También supe por parte de Josefa, la vecina de Ña Nuncia que siempre estaba quejándose de su hija, que una vez, a escondidas de su padre Paulo Romario, metió a un tipo por la ventana y la agarró con las manos en la

masa…bueno

en

realidad

no

era

masa

sino…Bueh, y lo sacó a las patadas antes de que llegue su marido del reparto de leche, Suerte que el pobre hombre se fue de esa casa para siempre abandonándolas a ambas porque con esa madre protectora ya decía yo que algo así le iba a pasar a esa

chica,

virgen

santa”-Me

dijo

mientras

se

persignaba, lo que tomé como el final de la conversación

y

me

levanté

rápidamente

devolviéndole el mate con un –“Gracias” forzado y apurado al son de mi último sorbo y ya en la esquina, escucho a Zulema gritando-“¡Esperá, que aún no te cuento lo del brujo…!” Ésta última frase me dejó pensando pero aproveché para doblar la esquina fingiendo no haberla escuchado, y así poder preservar la seriedad de mi investigación, que a esta altura se estaba convirtiendo en una payasada, aunque como me lo había imaginado, me llevó a la pista de Jimena, la hija de Eulalia, quién junto a su novio Pedro habían visto a Laura Romario con los forasteros y esto me decidió a entrevistarlos. Supe que siempre andaban juntos, generalmente sentados en la heladería de Doña Rosa, que sigue estando a la puerta norte del

349


pueblo, casi donde termina todo y empieza el trigo y los maizales hasta el horizonte. Efectivamente allí se encontraba la parejita, sentados en una mesa, sin consumir nada por lo que aproveché

a

invitarlos

una

malteada

y

así

interrogarlos sobre Alfonso y Laura. -“No me hables de la turra esa…- me dice Jimena, (la hija de Eulalia) si yo no me fijo se le estaba tirando a mi Pedro, justo en frente de mis narices”-De inmediato volteé la cabeza hacia Pedro y este le contestó con sarcasmo: -“No seas celosa, mi vida, si solo estaba preguntándome por mi primo, que hacía varios días que no veía” -“Y qué esperaba, después de que todo el mundo la viera besuqueándose con esos extraños por todo el pueblo”-dijo ella. -“A mí no me consta, y además ella estaba loca por Alfonso y él lo estaba por ella”. -“¿Será por eso que él la abandonó a su suerte con esos tipos?”-le dijo Jimena y se levantó ofuscada saliendo del establecimiento. Pedro se me quedó mirando y de inmediato se levantó y sin despedirse se fue tras ella, dejándome con mis preguntas en la boca, aunque luego pensé que podía sacarle algo a Doña Rosa, la dueña del local, que se pasó todo el tiempo escuchando nuestra conversación. La miré fijamente y esto alcanzó para que me largara su rollo.

350


“-Estos chicos siempre andan con chanchullos de amor”-me dijo…”A veces ni me doy cuenta que se me pasa la hora de la novela y no me importa porque estas novelas son más interesantes que las del televisor”. -“Si, pero aquí ha pasado algo grave, ha desaparecido una joven… ¡y no es ficción! y como comisario del pueblo, es mi deber resolverlo”-Le contesté. En ese instante se empezó a escuchar un griterío en la calle principal que hizo que todos salgamos a ver, y vimos pasar un auto rojo con Laura y otros tres hombres en su interior que se floreaban por la principal hasta estacionarse en la casa de Doña Nuncia. El griterío hizo que ésta salga a la puerta y vimos como Laurita, la hija predilecta de este pueblo se abrazaba con su madre Doña Nuncia y le extendía la mano de su Padre, Paulo Romario, que se hizo acompañar por sus hermanos Joaquín y Mauricio Romario, que habían venido de su pueblo El Chimango, para dar testimonio de su arrepentimiento y toda la Villa Esperanza se volvió festejo por la felicidad de los Romario, que será el corrillo de todos sus vecinos,

que los quieren bien y se

olvidaron del crimen que nunca pude resolver, aunque no va a faltar oportunidad, para un flamante comisario como yo, ávido de acción.

351


ESTA BARRA BULLANGUERA

Es tiempo de plegarias contrapuestas y de sueños compartidos;

de

alegrías

desbocadas

entre

llantos

desconsolados; de salir a la calle con la mirada puesta en el cielo; de sentirse solo entre miles de personas; de callar o gritar al unísono en un instante de pasión, cuando nuestro corazón se estrella contra el poste que nos dice no, o quizás nos devuelve a la vida. Un peregrinar de almas en pena despliega su colorida esperanza en una batucada que se ensambla con un febril enjambre de vuvuzelas, ahogando los estoicos cánticos de la muchedumbre que pretende avasallar sus miedos a puro optimismo, que como una multitudinaria oración

se eleva con la súplica a sus 352


respectivos dioses, que parecen ser el mismo, y que se verá en el dilema de decidir la suerte de esta paradoja. -“¡Le

Bleu…Le

Bleu!”-Se

entrelaza

con

un:

“¡Olé…Olé!”- Para doblegar un entusiasta:-” ¡Brasil!, ¡Brasil!”Hasta que un avasallante “¡Vamos…Vamos…Argentina!” irrumpe en escena marcando el paso de sus pulsaciones y asegurándose un lugar en el reparto de bendiciones, las que debieran recibir antes de juicio final, cuando un silbato dictamine que su suerte ha sido sellada en la historia para siempre. Con los ojos cerrados y sus cabezas orientadas al cielo la masa humana espera el veredicto aunada en un solo deseo…un único ruego que al caer la noche disipará sobre su inmenso y heterogéneo cuerpo, con soberbia o resignación, bañados en un único llanto, donde tristezas y alegrías se debaten su propiedad, aunque al día siguiente, un grupo de barrenderos recoja el saldo de sus anhelos regados por el piso en papeles multicolores.

353


ÍNDICE PREFACIO

1

CAPÍTULO 1 | PASIÓN EN PROSA

3

La Rosa Cautiva Origami Flores Fantasmas Bocetos Amor Anfibio Ciclotimia Diva Concupiscencia Feromonas Non Terminato Obsesión Hipnosis En el Umbral Architeuthis Dux y las Ninfas Sirena Voraz Las Amazonas Identidad Desolación El Acecho La Danza Orgánica Retazos de Vida Aquelarre de Inmolación

4 6 8 11 13 19 20 22 25 27 29 35 40 43 46 51 52 56 61 75 77 80 83

1. Encapsulada 2. Cinta de Moebius 3. Samhain 4. Yule 5. Imbolc 6. Ostara 7. Beltane 8. Litha 9. Lammas o Lughnasadh 10. Mabon  Epílogo

354

85 89 95 97 105 111 114 119 125 128 131


CAPÍTULO 2 | FICCIÓN CONCRETA

132

El Arroyo Navegante El Ave Andrógina La Fuente Infierno La Mujer Perfecta El Contrato Horror Intrínseco El Día que no Amanece Introspección Vital Invasión Multitud Las Grutas Pasión sin Riesgo Sueño Eterno Virtualidad Ilusión Rupestre Utopía Yo Cadáver Extranjero

133 136 138 140 142 151 162 166 168 173 178 179 187 197 208 217 221 224 241

1. Arribo 2. Incitación 3. Subordinación 4. Maldita Seducción 5. Bendita Decepción 6. Estupro Institucional 7. Nuevos Aires 8. Arcián 9. Marion 10. El Diario Estanco 11. La Botella de Klein 12. Cuerpos Reciclados 13. Madre Naturaleza  Epílogo

355

243 246 249 252 254 257 262 264 267 270 274 278 284 288


CAPÍTULO 3 | NARRATIVA REFLEXIVA

289

Ocurrí La Tribu Albedrío Autorretrato El Navío Indistinto Acerca de la Involución Río en Llamas Estudio del tiempo Invertido La Belleza de lo Efímero Para Lectores Automatizados de Letras Vacías Acuñado Indeleble Agonía, La Última Batalla

290 292 294 296 298 300 304 306 308 310 312 314

CAPÍTULO 4 | TEXTOS U RBANOS

316

La Navidad Oculta La Pirámide Funeral del Laberinto El Portal El Encierro Fachada Mecánica Cíclico Atardecer La Salamandra Alquímica El Puente Pueblo Chico Esta Barra Bullanguera

317 322 325 329 332 334 337 340 343 346 352

ÍNDICE

354

ACERCA DEL AUTOR

357

356


ACERCA DEL AUTOR Luis Makianich es arquitecto, argentino, graduado en la UNBA (FAU) en 1978. Publicó su primer libro de relatos cortos “Figuras de Sol”, en 1972. Fue investigador del patrimonio urbano, en ICOMOS (International Council for the Preservation of Historical Monuments and Sites), 1976; Docente en la Cátedra de Historia de la Arquitectura Arq. J. Gazaneo, 1978 y Diseño Arquitectónico en las Cátedras Arq. H. Angeluchi, 1980 y Arq. J. Goldemberg, 1987-2001. Obtuvo diversos premios en arquitectura, literatura y artes plásticas. Exhibición del proyecto para el Nuevo Museo Nacional de Bellas Artes, en el Palacio Errázuriz, y publicación en el anuario de La Academia Nacional de Bellas Artes, 1978; Alianza Francesa, Fundación Fortabat, 1986, 1987 y 1989 y C. C. San Martín, 1986. Premios literarios 2009: 1er Premio por “Desolación” en LetrasKiltras; 1er premio narrativa, por “En el umbral”, en Parnassus; 1ra Mención en Arte y Narrativa agosto-septiembre por “Infierno “en Parnassus; 3er Premio en relatos de amor virtual, por “Virtualidad”, en La Barca de Las Palabras y la Imagen; 1er. Premio narrativa Certamen Felices Fiestas por “La Navidad Oculta” y 2do. Premio Brevedades en Prosa, por “Ocurrí” en Parnassus. Premio 1er semestre 2010 de Narrativa Erótica en Parnassus por “Non Terminato”.

357


“Autorretrato� Pintura Digital del autor, 2010

Luis Roberto Makianich

makianich@hotmail.com

http://makianich.blogspot.com http://cuentosnuncacontados.blogspot.com http://eayst.blogspot.com http://luismakianich.blogspot.com www.wix.com/architrave/home

358


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