Perlora, ciudad de vacaciones fantasma, ¿dígame?

PERLORA

Reportaje documental · Lucía García Rodríguez

LGR - Perlora

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Perlora,

ciudad de vacaciones fantasma, dígame...

Chalets en ruinas, una iglesia vanguardista, gatos callejeros y calles vacías cubiertas de maleza. "El paraíso del obrero" fue uno de los principales atractivos turísticos de Carreño desde su inauguración en 1954, hasta su cierre en 2006.

Sobre cuatro pegoyos de hormigón se levanta una vivienda hórreo delimitada por una planta cuadrada.

Perlora es una parroquia costera del concejo de Carreño. En sus proximidades se encuentra Candás, también Luanco y Gijón.

La Ciudad de Vacaciones estaba pensada para ofrecer un lugar de descanso a los trabajadores de mediados del siglo pasado en periodos de 15 días. Gozó de gran éxito, sobretodo en la década de los años 60 y 70.

Por aquella época, una media de 2000 residentes descansaba de sus merecidas vacaciones frente al Mar Cantábrico a precios muy asequibles (15 pts por persona).

En las viejas postales, saturadas de color, la alegría de los trabajadores veraneantes, las familias y los típicos "Seiscientos" (el característico modelo de la marca Seat) eran la gota de color en medio del gris dictatorial.

Hasta 180 chalets, con 273 apartamentos de un máximo de 60m², de variadas tipologías (modernas y más tradicionales, como ocurre con las viviendas en forma de hórreos) se extienden a través de las más de 20 hectáreas que constituyen este privilegiado terreno situado frente al mar.

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A esto se suman otras construcciones, y es que el complejo contaba con diversos edificios administrativos, comedores, zona de lavandería, clínica y zonas de ocio como restaurantes, zonas deportivas (piscinas, bolera, minigolf y canchas de fútbol y tenis), parque infantiles y hasta una singular iglesia.

Las calles de la ciudad sindical están resguardadas por filas de árboles y arbustos, asemejándose a la estética habitual de muchos barrios norteamericanos. Son típicos también los grafitis, que lograr llenar de un ambiente turbio y misterioso a las pintorescas casas.

Algunos edificios ya han sido derribados y otros cubiertos de maleza siguen a la espera, rodeados de vallas metálicas de protección.

Perlora quedó atrapada en el tiempo. La mayoría de sus construcciones están pintadas en tonos cremas, salmones, amarillos, verdes o naranjas. Muchas de ellas también incorporan elementos externos en sus fachadas como tiras de piedra o pizarra.

Los brazos de hiedra que escalan hacia el tejado y las selvas de hierba y musgo también son los protagonistas aquí.

En los alrededores de las casas, cada paso se asemeja a caminar sobre una superficie de goma: suelo mullido, cubierto de maleza y ramas de diferentes tamaños.

Llaman la atención los nombres de las calles y plazas, siempre haciendo referencia a ciudades asturianas: Calle de Gijón, Calle de Avilés, calle de Mieres o Plaza de Asturias.

05 Levantada por la Organización Sindical Española (conocida como Sindicato Vertical) a partir de 1954, su construcción tuvo siempre como objetivo la edificación de una zona de ocio y reposo para los trabajadores de las principales empresas públicas encuadradas en el Instituto Nacional de Industria, como es el caso de Ensidesa, Duro Felguera o Hunosa.

A partir de 1974, el esplendor de Perlora empezó a menguar. Tras un periodo de transición, con la llegada de la democracia, la gestión pasó, en 1982, del Patrimonio del Estado al Principado de Asturias, y funcionó hasta 2006, cuando cerró definitivamente aduciendo fuertes pérdidas con oposición de trabajadores y sindicatos.

El Principado decidió ceder los derechos de explotación de la ciudad a un consorcio de empresas privadas en ese mismo año. La crisis económica y el apuro inmobiliario no ayudaron a que Perlora se revitalizara.

En 2007, el Principado de Asturias diseñó un proyecto completo de restauración, pero la crisis de 2008 lo paralizó.

Multitud de propuestas se solicitaron para hacer prosperar la ciudad, pero por ahora ninguna ha sido aceptada.

Con una inversión de un millón de euros, el Principado trata de mantener el recinto adecentado. Aunque existe la demanda popular de recuperar Perlora, su futuro es aún incierto.

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68 AÑOS DE PERLORA 1954 Nace la Ciudad Residencial de Perlora, una ciudad de vacaciones promovida por la Organización Sindical y financiada por los trabajadores. Tenía como finalidad proporcionar un lugar de vacaciones a las familias con menos recursos,

Años 60.

Perlora experimenta su mayor auge. Da trabajo a más de 220 personas y recibe cerca de 2000 visitantes.

2006.

La ciudad residencial cesa su actividad. El principado de Asturias decide privatizar la gestión del complejo.

2007.

Pasa a manos de un consorcio de empresas que acuerda la rehabilitación del espacio y su explotación.

2022.

La Ciudad de Vacaciones de Perlora sigue acumulando años de abandono, con varios de sus chalés ya declarados en ruina y sin que se hable ya de ninguna medida para revitalizar el complejo.

LGR - Perlora La hiedra se convierte en un elemento característico de muchas viviendas.

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LGR - Perlora Montón de hojas se arremolina frente la entrada a una vivienda.

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LGR - Perlora Es frecuente ver paredes que se encuentran dominadas por marañas de maleza.

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LGR - Perlora Las vallas de protección son protagonistas en gran cantidad de viviendas ante los riesgos de derrumbamiento.

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LGR - Perlora Ventanas con nula visibilidad gracias a la dejadez de sus jardines.

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LGR - Perlora La ciudad residencial contaba hasta con 38 estilos arquitectónicos en sus viviendas.

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LGR - Perlora El paso del tiempo junto con el vandalismo dejan huella en la ciudad.

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LGR - Perlora Todas las casas estaban marcadas con un logotipo, correspondiente a cada empresa pública adscrita al INI.

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En la actualidad, los animales, sobre todo gatos, son los únicos residentes habituales del lugar. Los guardianes reales de las viviendas.

Largas noches de verano en Perlora, en las que la falta de actividad nunca se convirtió en un problema ni para quienes pasaban las dos semanas de vacaciones ni para quienes pasaban el verano trabajando.

Esta pequeña ciudad, ahora fantasma, aún sigue atrayendo visitantes, la mayoría originarios del propio concejo donde se sitúa.

Gente corriendo, paseando a sus perros, grupos de jóvenes en el merendero o algún fotógrafo curiosos son los visitantes más comunes del complejo.

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