Julia London - La Viuda Y El Escocés

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Para animar a los presentes, la muchacha se había subido a una plataforma desde donde movía sus faldas coquetamente. Cailean conocía a varios de los hombres con los que se iba a enfrentar, y sabía que eran buenos porque los había entrenado él mismo. Pero, mientras esperaban a que empezara la lucha, se sumó uno más: el caballero al que llamaban la Montaña. Sacaba una cabeza a Cailean, y era bastante más grande. Pero, lejos de amilanarse, se alegró. No estaba en clave competitiva, sino más bien letal. Sus primeros combates fueron rápidos, y acabó con sus oponentes en cuestión de segundos. Cada vez quedaban menos hombres en pie, y cada vez que Cailean derribaba a uno, soltaba un rugido de victoria. Sin embargo, sus victorias no le daban satisfacción alguna; de hecho, solo servían para aumentar su frustración y su rabia. Por fin, el número de competidores quedó limitado a dos: la Montaña y el propio Cailean. La gente se arremolinó a su alrededor, y alguien sacó un sombrero para aceptar apuestas. Cuando ya se disponían a empezar, Cailean vio que Daisy y Spivey estaban entre la multitud, observando. La mirada de lady Chatwick, que buscó sus ojos, era fría, desapasionada, distante. Él hizo caso omiso y dijo a la Montaña: –Tengo intención de ganar. –Sí, pero va a perder. A decir verdad, Cailean pensaba que no podía vencer a su contrincante, pero no le importaba mucho. Solo esperaba que fuera una derrota dolorosa, y que su cuerpo quedara tan machacado y dolorido que no tuviera energías para pensar en Daisy. Tal era la intensidad de su desesperación que se enfrentaba a la Montaña con la esperanza de que le arrancara esa obsesión de las venas. Pero, en mitad de la pelea, pasó algo milagroso. La Montaña se empezó a mover con dificultad, y la fuerza de Cailean, combinada con la potencia derivada de su frustración, le dio la ventaja que necesitaba para derribarlo e inmovilizarlo en el suelo. La gente bramó y aplaudió, entusiasta. El hombre que arbitraba la contienda dio vencedor a Cailean, quien ayudó a levantarse a su contrincante. –Un justo vencedor –dijo amistosamente la Montaña, dándole una palmada tan fuerte que estuvo a punto de tirarlo. Cailean se dirigió entonces a la plataforma donde estaba Aileen Ramsey. 161


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